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Víctor Hugo Cárdenas (foto procedente de www.fao.org)

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Carlos Malamud es Catedrático de Historia de América Latina de la UNED e investigador principal del Real Instituto Elcano

Carlos Malamud es Catedrático de Historia de América Latina de la UNED e investigador principal del Real Instituto Elcano

Evo Morales

Evo Morales

Álvaro García Linera

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Carlos Romero

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Sacha Llorenti (foto indimedia.org)

Sacha Llorenti (foto indimedia.org)


Análisis/Política y sociedad latinoamericana
Lugares comunes latinoamericanos: “Algo habrán hecho”. Bolivia, cuando los indígenas se enfrentan a los indígenas
Por Carlos Malamud, miércoles, 1 de abril de 2009
El 7 de marzo de 2009 fue el momento elegido por algunos dirigentes indígenas, partidarios y seguidores del actual gobierno de Evo Morales, para atacar la casa y la familia de Víctor Hugo Cárdenas. Cárdenas, indígena de origen aymara, es un prestigioso intelectual boliviano, fue vicepresidente de Bolivia en el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (1993 a 1997) y ha jugado un papel destacado en la promoción de los derechos indígenas en Bolivia, incluso desde mucho antes que Evo Morales se dedicara de pleno a esta actividad.
Los hechos: una turba de 400 personas, indígenas de la misma comunidad de Víctor Hugo Cárdenas, atacó su casa y a su familia. Como consecuencia del asalto, su mujer, Lidia Catari, uno de sus hijos y un sobrino acabaron en el hospital. Cárdenas, que estaba en La Paz en ese momento, llamó de forma reiterada a la policía y a otras autoridades reclamando amparo, pero sin éxito alguno. El desamparo del agredido fue total. Sin embargo, el ataque no fue casual y respondió a una serie de provocaciones previas emanadas de lo más alto del poder. Una semana antes de los acontecimientos Evo Morales pronunció un discurso en el que puso a Cárdenas en el punto de mira de sus seguidores al acusarlo de haberse cambiado su apellido indígena, Choquehuanca, por el de Cárdenas. Da la casualidad que el ex vicepresidente boliviano nunca negó su origen, sino todo lo contrario, e hizo de la defensa de los derechos indígenas, comenzando por la lengua, uno de los ejes de su militancia temprana.

A partir de ese momento hubo una cascada de declaraciones con el objeto de justificar la agresión. Desde el presidente Morales, siguiendo por el vicepresidente Álvaro García Linera y varios ministros, fueron muchos los que intentaron explicar y justificar las razones de la afrenta, recurriendo, incluso, a argumentos jurídicos. En la Argentina de la última dictadura militar se acuñó la expresión de “algo habrán hecho” para aludir a los miles de asesinados, torturados y desaparecidos por los aparatos represivos del Estado. No importaba si las víctimas eran culpables o inocentes, no importaba su grado de responsabilidad o de militancia. Lo único certero era que si habían sido puestas en el foco de los militares o de los paramilitares era porque algo habían hecho. Como suele ocurrir en los regímenes autoritarios el concepto de presunción de inocencia es una idea preterida por las urgencias políticas o por la defensa de los sacrosantos ideales. El “algo habrán hecho” no sólo servía para justificar a los victimarios sino también para poner en las víctimas toda la responsabilidad de su propia culpa.

Militantes del MAS y seguidores de Morales montaron el brutal atropello y como “algo habrá hecho” el peso de la prueba se puso en las culpas y en las responsabilidades políticas del acusado

La Bolivia multicultural de Evo Morales parece no ser una excepción a esta regla, como prueba el ataque contra Víctor Hugo Cárdenas. Se da el caso de que Cárdenas no es “un blanco de ojos azules”, como con una pizca de racismo dijo Lula de los responsables de la crisis financiera internacional, sino un indígena aymara orgulloso de sus orígenes y totalmente bilingüe, a diferencia de Morales. Militantes del MAS y seguidores de Morales montaron el brutal atropello y como “algo habrá hecho” el peso de la prueba se puso en las culpas y en las responsabilidades políticas del acusado. Lo peor del caso vino a continuación, cuando desde las más altas instancias del poder se salió en tromba a justificar el atropello, una muestra más de que el disenso tiene poca cabida en Bolivia.

Las explicaciones tendían a justificar la actuación de las masas por las faltas o agresiones cometidas por Cárdenas. El principal argumento giró en torno a la justicia comunitaria. Al haber vulnerado los “usos y costumbres” de la comunidad era automáticamente merecedor de castigo. La nueva Constitución boliviana admite la teóricamente ancestral justicia indígena, en pie de igualdad con la justicia del Estado. El presidente Morales señaló que si bien la policía respeta los bienes de Cárdenas es imposible vigilarlos permanentemente, por eso si “quiere hacer respetar su propiedad, tiene que resolver [sus problemas] con su comunidad, con su provincia, con su alcaldía y si no convence, es problema de la familia”.

Violando toda norma legal, los mismos atacantes exigieron posteriormente la expropiación del inmueble de Cárdenas, justo castigo para quien no cumple con sus responsabilidades y deberes comunitarios

Violando toda norma legal, los mismos atacantes exigieron posteriormente la expropiación del inmueble de Cárdenas, justo castigo para quien no cumple con sus responsabilidades y deberes comunitarios. Así se manejó el argumento de que la comunidad quiere dedicar el edificio a un asilo de ancianos, aunque según la costumbre aymara los ancianos son responsabilidad de las familias y conviven con ellas hasta su muerte, por lo que semejante pedido significaría un grado de aculturación y de occidentalización impensable para los puristas de lo indígena. El vicepresidente García Linera, sin una gota de sangre indígena, aunque es uno de los más radicales a la hora de levantar sus reivindicaciones, argumentó: “[Cárdenas] tiene el derecho de propiedad, pero lo que sí podría hacer la comunidad es hacer los trámites, que son propios en las comunidades, de aquellas personas que no cumplen las labores comunales, no cumplen las responsabilidades colectivas con la población; la siembra, la cosecha en las festividades, puedan ser objeto de un proceso legal interno de expropiación”. Finalmente remató su idea diciendo que si la vivienda de Cárdenas era declarada de utilidad pública y destinada a otros fines más importantes, como un asilo de ancianos, no podría oponerse a la expropiación.

En una línea similar Carlos Romero, ministro de Descentralización y Autonomías dijo que: “si alguien señala que algún predio no cumple con una función económico social, debe denunciarlo y serán las autoridades de Estado, a través del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), quienes previas pericias de campo comprueben tal situación”. Un argumento similar, en la línea del incumplimiento de los deberes comunitarios fue empleado por Valentín Ticona, viceministro de Justicia Comunitaria, quien sugirió a Cárdenas “resolver con su comunidad el problema”. El grupo indígena "ponchos rojos", un grupo paramilitar seguidor de Morales está presionando para expropiar la vivienda de Cárdenas da por no cumplir la función social establecida en el artículo 54 de la nueva Constitución y convertirla en una “casa de ancianos”.

Morales llegó a reconocer que el problema de fondo no son las desavenencias dentro de la comunidad sino que éste tiene que ver con cuestiones políticas

Hasta aquí las explicaciones y justificaciones de unos y otros. Sin embargo, las causas de la agresión fueron otras y muy distintas. Víctor Hugo Cárdenas se había opuesto a la Constitución impulsada por el presidente y aconsejó públicamente el voto por el NO. A esto hay que agregar que su nombre suena como uno de los posibles candidatos para la elección presidencial del próximo diciembre, donde Evo Morales se juega la reelección. Pero Cárdenas no es cualquier candidato. Es un candidato indígena lo que en términos europeos y occidentales tiene un impacto enorme. Por eso se lo atacó, como coinciden los testimonios de los mismos personajes citados más arriba.

Morales reconoció que el problema de fondo no son las desavenencias dentro de la comunidad sino que éste tiene que ver con cuestiones políticas: “De verdad las mentiras molestan... cuando [Cárdenas] está en reunión en la clase media, explica que esta nueva Constitución es indigenista y cuando se reúne con algunos hermanos indígenas dice: El Evo les está excluyendo, les está marginando, les está discriminando a los indígenas. ¿Qué clase de discurso es ése?”. Para García Linera tampoco importan demasiado las violaciones a los usos y costumbres cuando lo que se dirime realmente es el juicio de la historia por atroces crímenes políticos cometidos por Cárdenas. “Seríamos unos ingenuos si quisiéramos victimizarlo… no tenemos ni la ingenuidad ni la tontera para victimizar a una persona que no es víctima, a una persona que es victimario del pueblo, al haber destruido el Estado hace diez años atrás”. Por eso, es Cárdenas quien debe preguntarse “qué daño habrá hecho a sus vecinos, a los pobladores, a las personas de su comunidad y de la provincia, para que esos pobladores lo repudien y se sientan distanciados de él y lo critiquen. Ese es un tema que el señor Víctor Hugo Cárdenas tiene que responder ante la historia”. Luego insistió en que “la historia lo ha sancionado, la historia lo ha castigado y las repercusiones de esos actos dañinos en contra de Bolivia repercuten hasta hoy”.

Si el gobierno es incapaz de proteger los derechos de las minorías es incapaz de garantizar el futuro democrático del país

El viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, Sacha Llorenti, en una carta al ex vicepresidente, le explicó que con la nueva Constitución, aprobada por el 61,4% de los bolivianos, serán juzgados como traidores a la Patria a todos aquellos que actuaron como él o Sánchez de Lozada, “destruyendo el patrimonio del Estado”. Para remachar el mensaje, el ministro Romero lamentó que Cárdenas se haya dedicado a difamar a Evo Morales y a sus ministros: “Nos ha atribuido responsabilidad directa de esos hechos. Esa politización va a impedir esclarecer favorablemente esa causa”. A su vez, el líder campesino Alfredo Huañapaco, implicado directamente en los hechos señaló que la decisión de allanar la casa de Cárdenas se tomó ante la “traición” que sufrieron los indígenas de la comunidad de Sanckajawira: “Nosotros no perdonamos que se haya traicionado al hermano [Evo] Morales, al proceso de cambio”.
 
Ante esta situación Víctor Hugo Cárdenas decidió no quedarse callado, al ser “una obligación de todos los bolivianos y bolivianas la lucha por la recuperación de la vida democrática… ahora extraviada por los caminos del autoritarismo, los encapuchados, la falta de respeto por la ley y la constitución, el allanamiento de domicilios, los chicotazos a mujeres y niños, el encubrimiento permisivo de la corrupción y a quienes cometen delitos contra la vida humana y la propiedad privada. Junto a muchos patriotas… estamos en la lucha política desde los años setenta. Luchamos contra las dictaduras de Bánzer y García Meza, nos apresaron y nos torturaron pero jamás tocaron a mi mujer y mis hijos. A pesar de estos abusos, mi voz, como la de todos los bolivianos y bolivianas comprometidos con la recuperación democrática, no se callará. Seguiremos en la lucha por construir una Bolivia democrática, autonómica, solidaria, libre, intercultural, con menos desigualdades e injusticias. Una Bolivia donde nuestros hijos puedan dormir tranquilos y convencidos de sus padres retornarán a sus casas a almorzar o cenar con ellos. Una Bolivia donde indígenas y no indígenas, donde morenos, negros y blancos, donde altiplánicos, vallunos y orientales, donde ricos y pobres, en fin, donde hombres y mujeres podamos compartir el compromiso de construir un proyecto democrático intercultural”.
 
Éste es el mensaje del hombre que debió aguantar los ataques indiscriminados orquestados desde el poder, o tolerados por el poder. En el fondo es lo mismo, ya que si el gobierno es incapaz de proteger los derechos de las minorías es incapaz de garantizar el futuro democrático del país, especialmente si se tiene en cuenta que las minorías de hoy serán las mayorías de mañana y así en el futuro. El problema es que ésta no es la forma de pensar de un gobierno y un movimiento (el MAS) que creen que están legitimados para ejercer el poder durante largo tiempo. Gestos como el de Cárdenas indican que todavía hay quien se levanta para decir libremente todo aquello que piensa.



Victor Hugo Cárdenas “expulsado” de la comunidad (vídeo colgado en YouTube por CEPABOL)
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