La buena relación con Zapatero, acogido en su día por los
socialistas catalanes como el adalid de “la España plural”, como el hombre
–palabras de Maragall– “dispuesto a ir un poco más allá del estricto Estado de
las autonomías”, se rompe a raíz de lo que Maragall interpreta como una traición
en toda regla del presidente a su palabra, un incumplimiento imperdonable del
compromiso de respetar el Estatuto de Cataluña que saliera de su Parlamento.
Maragall lo tiene claro: a la hora de la verdad, Zapatero faltó a su palabra y
le pudo la presión. El “estado de excitación anticatalán creado en toda España”
fue demasiado para un Zapatero que dio marcha atrás; vamos, que donde había
dicho digo, ahora decía Diego, o sea, que nada de nada: “
Decidieron que no lo
querían. Que no estaban dispuestos a aceptar un cambio de la vigente idea de
España, formulada por una transición convertida ahora en intocable” (pp.
264-75).
Un recorte del Estatuto pactado con
Artur Mas provoca un
cataclismo en el tripartito y, lo que es más grave, la sensación en Maragall y
–según él– en toda Cataluña, de que la palabra del presidente era papel mojado,
de que la posibilidad de un Estatuto que reconociera a Cataluña como una nación
dentro del Estado español había sido un espejismo: “
Aunque puedo entender las
razones de su actitud, no puedo compartir totalmente la primera: no jugarse la
carrera política por un objetivo que no era el suyo a pesar de haberse
comprometido a hacerlo. No fue a mí a quien defraudó, sino a todos los catalanes
que creyeron en su promesa de respetar lo que Cataluña decidiera” (p. 283).
El detonante de esta ruptura llegaría cuando Zapatero sugirió a Maragall que se
retirara de la política como precio político para obtener el apoyo de CiU con el
Estatuto, sugerencia que el todavía presidente de la Generalitat rechazó de
plano.
De José Montilla dice Maragall que le sorprendió el radical
distanciamiento de éste hacia su persona. Lo que era una relación buena, se
enfrió y se vició cuando Maragall se enteró de que Zapatero y Montilla planeaban
la candidatura de éste para la Generalitat a espaldas suyas. Critica Maragall
que Montilla no le expresara abiertamente su intención política y fuera él quien
tuvo que preguntárselo para saberlo. Tras esta nueva decepción y con un Maragall
completamente marginado y ninguneado por el que había sido su partido durante
tantos años, se opta por la vía rápida: abandonar el PSC; una salida traumática
y muy dolorosa para él. Final triste pero previsible, esperable. Si algo me
queda claro tras la lectura de
Oda inacabada es que Maragall ha
sido, a nivel político, un hombre atrapado siempre entre la espada y la pared,
en medio de una contradicción de origen. Tras varios años en el Ayuntamiento, en
tensa y forzada convivencia con un Pujol, que nunca le tuvo en cuenta ni le
reconoció sus méritos, llega a lo más alto en el peor momento. Se lanza a la
aventura del Estatuto con la firme y respetable convicción de pasar a la
historia de Cataluña. La oportunidad es única; el momento histórico. Pero lo que
no puede ser no puede ser. Cuando todo parece marchar, Maragall se encuentra de
nuevo en la encrucijada que retorna a su vida como una constante. Por un lado,
la presión nacionalista, la voz de un catalanismo que le tiene por uno de los
suyos; por otro lado, un PSOE que no está para excepciones y le exige desde
Madrid una disciplina de partido y de credo socialista que es imposible de
mantener a rajatabla. Eso es el PSC y eso es Maragall, una
contradictio in
terminis evidente, nacionalistas y socialistas, catalanistas y partidarios
de la “España plural”; en definitiva, un matrimonio contra natura que no
resiste, que se rompió por el lado más débil, por el lado de un Maragall que un
día tuvo un sueño para Cataluña.
Ya despierto del sueño, o quizá de la
pesadilla, Maragall vive un tranquilo retiro de la vida pública, recibiendo
multitud de medallas, premios, homenajes y reconocimientos, como el que le
dieron
El Periódico-TV3 en 2007 al nombrarle “
catalán
del año”. Ha sido un período de recogimiento familiar y de hacer
balance a través de la escritura de estas intensas memorias; un período de paz y
alegría, únicamente salpicado por esa triste noticia del diagnóstico del
Alzheimer. Parte de su lucha diaria contra el destino, parte de ese negarse a
aceptar lo inaceptable, es este testimonio único y sincero, estas memorias en
las que, como dice Narcís Serra, se refleja “la soledad del político que tiene
ideas propias”. Ambos, el Maragall político y el Maragall persona, han hecho un
esfuerzo loable por compartir con nosotros la experiencia de su vida, por
demostrar que, en ocasiones, y como dice
Benedetti en un famoso verso de
un precioso poema, “el olvido está lleno de memoria”.
Presentación de Oda inacabada en el Palau de la Música,
Barcelona 30 de noviembre de 2008 (vídeo colgado en YouTube por
librosrba)
Discurso íntegro de Pasqual Maragall en la presentación del libro Oda
inacabada (vídeo colgado en YouTube vilaweb)