El intercambio
(Changeling --vocablo que no tiene traducción exacta en español y
que alude a la creencia de que unas hadas han sustituido a un niño por otro--)
es la última película del veterano Clint Eastwood, una excepcional recreación
del Los Ángeles de los años 20 y 30, protagonizada por Angelina Jolie - que luce
una magnífica colección de sombreros tan exquisitos como aquellos vestidos de
Maggie Cheung en la inolvidable In the mood for love de Wong Kar-wai - y
John Malkovitch en un rol secundario. Un producto de impecable formalidad
estética y costosa factoría, interesante, es cierto, pero también predecible y
un tanto largo, aunque el buen hacer del director hace que esto último pase casi
desapercibido. Una historia real y eficaz que cumple con el cometido de la
industria de Hollywood. Pero Eastwood no se ha vendido a cualquier precio: la
historia se basa, sin duda, en temas de su interés que ya había tratado con
notable talento en Mystic
River (2003), pero, a pesar de su indudable
talante, Changeling no es una película sublime como lo fue, por
ejemplo, Million
Dollar Baby (2004).
La corrupción policial, como en LA confidential
(1997), está aquí en el punto de mira. Asesinatos, intimidación y represión son
moneda corriente en la ciudad, llegando incluso a internar a la fuerza en
psiquiátricos a las personas molestas que ponen en evidencia las mentiras
oficiales o los abusos continuados. Pasan los meses y Christine Collins no se
resigna a no volver a ver a su retoño. Su tesón la llevará a emprender, junto al
reverendo Gustav Briegleb (John Malkovich), una cruzada contra el
Departamento de Policía que pretende cerrar el caso cuanto antes sustituyendo a
Walter por otro niño de sorprendente parecido, y así acallar a la opinión
pública. Mientras tanto, el asesino en serie sigue libre hasta que por
casualidad el detective Ybarra (Michael Kelly) da con la pista
adecuada.
Con la captura del asesino y la imposibilidad de seguir
maquillando lo obvio, la película cambia de registro para abordar los juicios al
prisionero y al Departamento de Policía. El primero será condenado a la horca y
los padres de las víctimas, ciudadanos ejemplares, asistirán a su ejecución
saciando así la sed de venganza. Y excepto este claroscuro al que el espectador
se ve confrontado a pocos segundos del final, Changeling no recoge o
cuestiona ninguna otra posible ambigüedad, y ésta es precisamente su flaqueza:
los buenos y los malos están demasiado bien definidos cuando de Eastwood
esperábamos más sutiles matices.
Tráiler de El intercambio, película de Clint
Eastwood (vídeo colgado en YouTube por
villegas0023)