Basada en un hecho real, Los falsificadores narra la historia de un grupo de prisioneros judíos privilegiados, tipógrafos profesionales, artesanos y banqueros, todos ellos elegidos meticulosamente para falsificar libras y posteriormente dólares, e inundar así las economías enemigas del Tercer Reich, cuando la guerra empezaba a inclinarse del lado de los aliados. En el campo de Sachsenhausen se aislaron dos barracones especiales que se transformaron en un taller de falsificación perfectamente equipado. Al grupo de prisioneros que debían llevar a cabo la operación se les trataría bien, poniendo a su disposición comida, ropa, camas, atención médica y duchas, siempre que colaborasen y consiguiesen el objetivo en el tiempo marcado. La mayoría de ellos provenían ya de otros campos de concentración y habían sobrevivido hasta ese momento al horror más aberrante e inhumano. La jaula de oro que ahora se les ofrecía planteaba una encrucijada moral para muchos: ¿debían sobrevivir como les dictaba el instinto a pesar de ayudar a sus asesinos?
Los falsificadores es una película notable, con una temática interesante que aborda la tensión entre idealismo y pragmatismo en condiciones absolutamente dramáticas como fueron las del Holocausto. La riqueza de los personajes que pueblan esa jaula de oro es extraordinaria; cada uno de ellos, con su pasado embebido en sangre, dolor y pánico, adopta una postura que el espectador no puede más que comprender y defender, sin reproches. ¿Debían aquellos hombres aceptar el chantaje más inefable, el de la vida o la muerte, cuando al otro lado de la valla que los separaba y protegía del resto del campo se torturaba y se asesinaba sistemáticamente? Si lo hacían, sin embargo, estarían indudablemente ayudando a inclinar la balanza de la guerra en favor del Tercer Reich.
A Sorowitsch se le nombró capo de la operación e hizo lo que se le pidió. A su manera, trató de mantener con vida al puñado de hombres que tenía bajo su batuta en el taller, cuidando de ellos como mejor sabía: haciendo su trabajo, falsificando dinero. Nunca denunció el sabotaje que su compañero, Adolf Burger (August Diehl), emprendió en solitario y que los hubiese llevado a todos directamente a la cámara de gas si no se lograba el objetivo. Respaldado por la confianza que le concedió el Kommandant de las SS (Devid Striesow) al mando de la operación, y que le había arrestado años antes, Sorowitsch cumplió con la primera parte del plan: se produjeron en el taller 132 millones de libras que ni siquiera el Banco de Inglaterra pudo identificar como falsas.
Los falsificadores se ha llevado el Oscar a la Mejor Película Extranjera ante un número de ausentes notables, como por ejemplo la devastadora película rumana 4 meses, 3 semanas y 2 días de Cristian Mungiu. La concesión del premio es sin duda discutible, pero el director austríaco Stefan Ruzowitzky, consigue aportar con esta película una visión necesaria más a las ya numerosas películas que han tratado el tema del Holocausto. Recordemos que en Austria, partidos de extrema derecha cercanos a la ideología nazi continúan obteniendo un número inaceptable de votos, y formando parte del gobierno.
La “Operación Bernhard” termina con un último dilema inquietante y turbador: ¿fue el Kommandant de las SS al mando de la operación un asesino o un salvador?
Tráiler de la película Los falsificadores (colgado en YouTube por keane43)