Novelas, películas, documentales, exposiciones... ¿está de moda la Guerra Civil española?
Es cierto que últimamente se vuelve a hablar mucho sobre la Guerra Civil. Creo que el motivo es que mucha gente ha estado años esperando el momento para hablar, para sacar a la luz el sufrimiento que aconteció en el bando de los perdedores. Durante el franquismo evidentemente no era posible mencionar el tema y con la transición parecía poco apropiado, pues podía poner en peligro la joven democracia. Ahora es el momento de recordarlo, pues todavía quedan personas que lo vivieron, que nos lo pueden explicar de primera mano. Pronto ya sólo quedarán documentos y se perderá la versión en primera persona de un acontecimiento tan importante como la Guerra Civil Española.
¿Cuál es el objetivo del libro?
Es un objetivo doble: por un lado rendir un pequeño homenaje a todas aquellas personas que, tras perder una larga y sangrienta guerra, tuvieron que huir de su país casi con lo puesto y, en muchos casos, iniciar un peregrinaje que pasó por los campos de concentración de Francia, la guerra contra Alemania, la lucha en la Resistencia y la internación en campos como el de Matthausen. Por otro lado, recomendar unas rutas por los Pirineos que creo que son especialmente bellas. He pretendido mostrar la paradoja entre el drama de esa gente y la belleza de los paisajes que atravesaron.
¿Cómo te documentaste para escribirlo?
Leí mucho, pues que como más lees sobre la Guerra Civil, más cuenta te das de lo poco que sabes. Pero la mayor cantidad de información la obtuve hablando con gente en los pueblos de la frontera, tanto en el lado español como en el francés.
¿Todavía hay gente que recuerda algo que pasó hace 65 años?
Mucha más de la que podía imaginar. Los ancianos recuerdan perfectamente esos días en que, siendo niños, su pequeño pueblo se llenó de gente que acarreaba maletas, mantas, colchones y que pedían un lugar a cubierto donde pasar la noche. Además en el lado francés hay muchos hijos y nietos de aquellos que huyeron de la España franquista.
¿Te costó conseguir que los ancianos te explicasen sus recuerdos?
Todo lo contrario. Parece que estén esperando a que alguien les pregunte y, a pesar del tiempo transcurrido, lo recuerdan todo con una nitidez asombrosa. Es impresionante ver a esas personas, que han pasado por todo tipo de situaciones, y que todavía se emocionan cuando hablan de ese trágico capítulo de sus vidas: la muerte del padre o del hermano, las noches en el refugio antiaéreo, la huída por parajes nevados, el frío y el hambre,... supongo que esas cosas quedan enquistadas en la memoria.
¿Cuál fue la ruta que utilizaron más refugiados?
La ruta principal era la carretera desde La Jonquera hasta Le Perthus, pero esta enseguida quedó colapsada y la gente empezó a buscar rutas alternativas por toda la frontera. Además en Le Perthus había un fuerte dispositivo de control de los gendarmes franceses, donde obligaban a los milicianos a entregar sus armas, y muchos prefirieron probar suerte por otros pasos menos vigilados.
Veo que cada ruta tiene un protagonista
Sí, para recrear las rutas he buscado historias de gentes que hubiesen pasado por allí. En algunos casos se trata de famosos, como Antonio Machado o los miembros del gobierno republicano, y en otro de gentes anónimas como Amadeo Gracia o Josep Bartolí.
¿Qué podemos ver al recorrer ahora esas rutas?
Sobre todo un paisaje precioso y unos pueblos de esos que ahora se denominan “con encanto”. Pero además en el libro se explica que ese colegio se convirtió en un improvisado hospital para los refugiados, que en esa ermita pasaban la noche muchas personas antes de pasar a Francia, que en ese hotel pasó sus últimos días Antonio Machado, que allí hay una placa que recuerda a los republicanos españoles...