En Conocimiento de la llama (1995), La voz de los
poetas (2002) y Babel bajo la Luna (2005), estos dos últimos
libros publicados por Calima Ediciones, edifica un método de conocimiento
poético que, a través del canto, construye una suma de incertidumbres para
ofrecer a sus lectores una recepción profana del Mito de Babel, donde nace la
conciencia y amanece finalmente el cantor. Se interroga así, a través del
diálogo entre culturas, sobre el abismo, la ausencia de amor, libertad o
igualdad, y del absurdo de la vida entregada a la muerte que puede alcanzar su
redención en la poesía.
Según la hispanista francesa Françoise Morcillo,
estudiosa de la obra del poeta Miguel Veyrat, la inscripción en
ella de pensadores y poetas de la antigüedad en armonía con los contemporáneos,
nos conduce a pensar que la lectura de la modernidad literaria debe consistir en
una escucha de la continuidad de la tradición, y no de sus sucesivas
interrupciones.
La Tradición conduce al poeta de Instrucciones
para Amanecer a tomar conciencia de su condición de intérprete, en una
búsqueda de identidad individual y colectiva que encuentra respuestas a la
pregunta de Harold Bloom sobre la ubicuidad del conocimiento,
en una tonalidad que transmite el obscuro deseo de renacer a la unidad
precisamente en la pluralidad, escuchando y transmitiendo el renovado murmullo
creador del mundo.
***
Al maestro de música:
Instrucciones para
amanecer
Por miedo de irnos solos a la sombra del
tiempo
Cernuda
Ocnos, El miedo
Invocación
a Zósimo de Panópolis
El Arte reclama
al hombre por entero
para que sea espacio
central
del ánima
del mundo
inconsciente voluntad
espíritu santo
madre y
libido huevo
alado abierto
sobre la cola del sol
a su logos viento
—dios contradictorio
y luminoso,
hecho canto casual
e
interminable
en la penumbra del ser
que vibra y habla
desde fuera del
bien y del mal
su amanecida luz.
Pie de luz en la ceniza
(Hölderlin, La
muerte de Empédocles)
Inmóvil despide la ceniza
sus estallidos de luz
y gotea fuego más allá:
Regreso a ti
Oh tan cercano
corazón de las raíces.
¿Mejor no haber
nacido? —Solo,
solo, solo, ¡Ay dolor!,
¿Mas es preciso que
ahora
perezca lo divino
que pueda contener
el corazón de un
hombre:
Aquella llama que robé a los cielos?
Vuelo ahora hasta lo hondo.
Despierto ya a la oscura
madre que habita
el abismo
en que volaba
sobre el aura sin quemarse
y al fin me mira
fijamente
asegurando así la vida.
También mi huella
queda al borde
de este cráter: El mundo medirá
en su cálido recinto
el sentido
deicida de mi herencia:
¡Sed hospitalarios y piadosos,
pues sólo cuando aman son buenos los
mortales!
¡Arrojemos después la pluma debajo de la mesa!
Vuelo del poeta muerto
(Rilke, La muerte del
poeta)
Giro en torno a ti
montaña abrupta
en que antaño pude
sentirme
águila
o tormenta
bajo las nubes —palabra
o morada ahora.
Intenta cántico mi vida
ya vivida
aguarda abrazada
al árbol y a
la tierra
y la entera lejanía
abarca ya mi cara
ceñida por gruta de
raíces.
Desde mi nuevo ser
tejido con hilachas
de niebla y
desconcierto
acierto a discurrir
por cosechas y estaciones
descubriendo
las formas que me llaman.
Y lo que antes fuera viento
y cielo y agua tan sólo es ahora
máscara
lenta pulpa abrupta ya y deshecha…
Tertuliano (2), V
(PL, vol. 2, col. 751)
Y sin embargo Zambrano
por ti creo ¡Oh paradoja
de la luz en la
penumbra
suprema certeza sabia
respuesta al misterioso
delirio de la
mente
cuando en alma se trastoca!
¿O será que acaso el alma
no es tampoco el infierno verdadero
desde el
cual nuestro daimon
nos reclama? Toda certeza es vana:
Engañoso es
siempre el juicio
y en todo cántico late
un ritmo de razón temblor de
duda.
—Muerto está el fijo de Dios
y presto resucita después
de
sepultado: Creíble por absurdo,
por imposible cierto.
Sitio perpetuo
(La estación total)
Dijiste que morir sería
regresar a lo infinito
que ya fuiste, san
Juan Ramón Jiménez.
Entonces será vivir
ahora —para nosotros
los muertos, volver a
lo
finito que otros fueron:
Sí, vivir no es más
que cantar —y
cantar
de nuevo, un regreso
a lo infinito que ya fuimos
por el látigo de un verso
compañeros —vibrando
un sueño total de
súbita
esplosión gozosa, o colmo
de la nada.
Hasta las hondas patrias imprevistas
en la frontera de las dos
verdades.
Música cognitiva
(¡Rimbaud, la vraie vie est
ailleurs!)
No se quema el canto
ni la luz se quema
ni tampoco el ave
que en la
conciencia nace
del ritmo amanecido
en la palabra: Sólo arde
en la
experiencia
que antes de todo
vio la nada: Allá el silencio
extiende
su desierto de ceniza
ignorando el latido
de sangre de la aurora
en la
garganta: Siempre
amanece el cantor
latiendo en su decir —más allá
del
pensamiento,
en la vida verdadera
bajo nubes maravillosas.
Nocturno de madrugada
¡Jean Arthur, j’ai embrassé
l’aube d’été!
(Un souffle…éclipse les croisées)
Me bebí la entera luz
transido
de amanecer
anochecida. Alas
sin ruido madrugaban
sobre brechas
límites dispersos
sombras aguas.
Porque silbaran fuentes
de seda
en las Sodomas yertas
y en las
Solymas
bebíme la pura fresca
del estío: Tornado
despertaba y muerto
al
mediodía.
Verbo/Calima/Utopía
(Sheherezade, Las Mil y Una
Noches)
Como el agua de la piedra
brota si el verbo la golpea
en el tránsito
del rayo:
Como va contando luego
cuanto a su paso inunda
sacia penetra
preña
y nos libra de la muerte:
Así dura en nosotros —late
mana
fluye nombra,
vive alumbra iluminando
la poesía adentro más adentro
que nuestra propia vida:
Siempre imposible de alcanzar
cuando en
niebla se evapora.
El canto de las sirenas
(Con Walter Benjamin, en
el lugar
del ser en espera)
La lengua llama a quien
se deja quemar por ella
y lo entrega al
vértigo —des
centra la identidad, también
a veces la derriba
en el
lugar del pensamiento
en que aguarda ser
para el deseo: Es la lengua
de la lengua madre
nuestra: A ella adoro por ella
me doy y me someto
en la experiencia y en la historia
y el poder la religión
la
redención la técnica y el arte
el propio tiempo —com
pleto lenguaje de
sordos
de lo humano. En ella solo
quedo a la escucha: ¡Ah, escucha
permeable y dócil del ser
en espera de la nada
en que todo ha sido
todo
alguna vez al mismo tiempo!
¡Las sirenas no mentían!
Canto a Robert Lowell
(Día a día mi
cerebro…)
¡Qué risa cuando aquel
amigo te dijo después
de cenar y conmovido
por el éxito de la impostura:
—¿Y si consiguieras acercarte un poco
al lenguaje de la tribu?
Y tú le respondiste
en la lengua secreta
con que intentara hablar
a
Circe Ulises el astuto:
—¿Y si el viento nos trajera
la inane luz lechosa
y calcinada
que
impide ver el túnel?
—¡Ojalá que nos llegue la mañana
sin su séquito del día!
—¿Mutilaremos también la madrugada
de sus raíces de noche?
Todo podría ser de nuevo claro
como canto que se tensa
y dispara y
vibra nuevo
si la luz fuese un hilo sólo —sin fin
y sin origen, de
mañanas sucesivas…
Day by day my brain
keeps flashing back last night!
Respuestas a la tribu
(Epílogo de andar
desnudo,
so capa de W. B. Yeats)
—¡Consigue, Maestro cantor,
que nadie pueda
describir en versos
una lágrima o un latido!
¡Ah! Si tu palabra
de paso consiguiera
hallar sentido a cada imagen
de la fotografía…
—¡Que la tribu, efímera
y mezquina,
acerque un sólo instante
sus
oídos a mi boca!
Yo no digo esta canción
sino a quien conmigo va…
For there is more
enterprise
In walkink naked.
La cigarra —está claro— no puede
pensar en su
chirrido.
Giorgio Agamben
El lenguaje y la
muerte
Epílogo
Nota de la Redacción: La selección de poemas pertenece al volumen
Instrucciones para Amanecer (Calima, 2007), obra de Miguel
Veyrat. Agradecemos al autor y a Calima Ediciones su
publicación en Ojos de Papel.