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Miguel Veyrat: Instrucciones para Amanecer (Calima, 2007)

Miguel Veyrat: Instrucciones para Amanecer (Calima, 2007)




Creación/Creación
Instrucciones para Amanecer
Por Miguel Veyrat, viernes, 1 de febrero de 2008
Miguel Veyrat (Valencia, 1938) prosigue en este libro la investigación poética —que se inicia en 1993 con El Incendiario, reeditado en el año de 2007—, donde la palabra persigue el pluralismo esencial de la voz humana, liberándose en cada caso del sentido único que sucesivas glaciaciones religiosas y políticas de la historia del pensamiento, han encadenado a los significantes propios del arte y las literaturas.

En Conocimiento de la llama (1995), La voz de los poetas (2002) y Babel bajo la Luna (2005), estos dos últimos libros publicados por Calima Ediciones, edifica un método de conocimiento poético que, a través del canto, construye una suma de incertidumbres para ofrecer a sus lectores una recepción profana del Mito de Babel, donde nace la conciencia y amanece finalmente el cantor. Se interroga así, a través del diálogo entre culturas, sobre el abismo, la ausencia de amor, libertad o igualdad, y del absurdo de la vida entregada a la muerte que puede alcanzar su redención en la poesía.

Según la hispanista francesa Françoise Morcillo, estudiosa de la obra del poeta Miguel Veyrat, la inscripción en ella de pensadores y poetas de la antigüedad en armonía con los contemporáneos, nos conduce a pensar que la lectura de la modernidad literaria debe consistir en una escucha de la continuidad de la tradición, y no de sus sucesivas interrupciones.
 
La Tradición conduce al poeta de Instrucciones para Amanecer a tomar conciencia de su condición de intérprete, en una búsqueda de identidad individual y colectiva que encuentra  respuestas a la pregunta de Harold Bloom sobre la ubicuidad del conocimiento, en una tonalidad que transmite el obscuro deseo de renacer a la unidad precisamente en la pluralidad, escuchando y transmitiendo el renovado murmullo creador del mundo.

 

***


 

Al maestro de música:
Instrucciones para amanecer

 

 

Por miedo de irnos solos a la sombra del tiempo
Cernuda
Ocnos, El miedo


       

Invocación
a Zósimo de Panópolis

 

El Arte reclama
al hombre por entero
para que sea espacio
central del ánima
del mundo
inconsciente voluntad
espíritu santo
madre y libido huevo
alado abierto
sobre la cola del sol
a su logos viento
—dios contradictorio
y luminoso,
hecho canto  casual
e interminable
en la penumbra del ser
que vibra y habla
desde fuera del bien y del mal
su amanecida luz.

 

 

Pie de luz en la ceniza
(Hölderlin, La muerte de Empédocles)

 

Inmóvil despide la ceniza
sus estallidos de luz
y gotea fuego más allá: Regreso a ti
Oh tan cercano
corazón de las raíces.
¿Mejor no haber nacido? —Solo,
solo, solo, ¡Ay dolor!, 
¿Mas es preciso que ahora
perezca lo divino
que pueda contener
el corazón de un hombre:
Aquella llama que robé a los cielos?

Vuelo ahora hasta lo hondo.
Despierto ya a la oscura
madre que habita el abismo
en que volaba
sobre el aura sin quemarse
y al fin me mira fijamente
asegurando así la vida.
También mi huella
queda al borde
de este cráter: El mundo medirá
en su cálido recinto
el sentido deicida de mi herencia:

¡Sed hospitalarios y piadosos,
pues sólo cuando aman son buenos los mortales!
¡Arrojemos después la pluma debajo de la mesa!

 

 

Vuelo del poeta muerto
(Rilke, La muerte del poeta)

 

Giro en torno a ti
montaña abrupta
en que antaño pude
sentirme águila
o tormenta
bajo las nubes —palabra
o morada ahora.

Intenta cántico mi vida
ya vivida
aguarda abrazada
al árbol y a la tierra
y la entera lejanía
abarca ya mi cara
ceñida por gruta de raíces.

Desde mi nuevo ser
tejido con hilachas
de niebla y desconcierto
acierto a discurrir
por cosechas y estaciones
descubriendo
las formas que me llaman.


Y lo que antes fuera viento
y cielo y agua tan sólo es ahora máscara
lenta pulpa abrupta ya y deshecha…

 


Tertuliano (2), V
(PL, vol. 2, col. 751)

  

Y sin embargo Zambrano
por ti creo ¡Oh paradoja
de la luz en la penumbra
suprema certeza sabia
respuesta al misterioso
delirio de la mente
cuando en alma se trastoca!

¿O será que acaso el alma
no es tampoco el infierno verdadero
desde el cual nuestro daimon
nos reclama? Toda certeza es vana:
Engañoso es siempre el juicio
y en todo cántico late
un ritmo de razón temblor de duda.

—Muerto está el fijo de Dios
y presto resucita después
de sepultado: Creíble por absurdo,
por imposible cierto.

 

 

Sitio perpetuo
(La estación total)

 

Dijiste que morir sería
regresar a lo infinito
que ya fuiste, san
Juan Ramón Jiménez.

Entonces será vivir
ahora —para nosotros
los muertos, volver a
lo finito que otros fueron:
 
Sí, vivir no es más
que cantar —y cantar
de nuevo, un regreso
a lo infinito que ya fuimos

por el látigo de un verso
compañeros —vibrando
un sueño total de súbita
esplosión gozosa, o colmo
 
de la nada.

Hasta las hondas patrias imprevistas
en la frontera de las dos verdades.

 


Música cognitiva
(¡Rimbaud, la vraie vie est ailleurs!)

 

No se quema el canto
ni la luz se quema
ni tampoco el ave
que en la conciencia nace
del ritmo amanecido
en la palabra: Sólo arde
en la experiencia
que antes de todo
vio la nada: Allá el silencio
extiende su desierto de ceniza
ignorando el latido
de sangre de la aurora
en la garganta: Siempre
amanece el cantor
latiendo en su decir —más allá
del pensamiento,
en la vida verdadera
bajo nubes maravillosas.

 

 

Nocturno de madrugada
¡Jean Arthur, j’ai embrassé l’aube d’été!
(Un souffle…éclipse les croisées)

 

Me bebí la entera luz
transido
de amanecer
anochecida. Alas

sin ruido madrugaban
sobre brechas
límites dispersos
sombras aguas.

Porque silbaran fuentes
de seda
en las Sodomas yertas
y en las Solymas

bebíme la pura fresca
del estío: Tornado
despertaba y muerto
al mediodía.

 

 

Verbo/Calima/Utopía
(Sheherezade, Las Mil y Una Noches)

 

Como el agua de la piedra
brota si el verbo la golpea
en el tránsito del rayo:
Como va contando luego
cuanto a su paso inunda
sacia penetra preña
y nos libra de la muerte:
Así dura en nosotros —late
mana fluye nombra,
vive alumbra iluminando
la poesía adentro más adentro
que nuestra propia vida:
Siempre imposible de alcanzar
cuando en niebla se evapora.

 



El canto de las sirenas
(Con Walter Benjamin, en el lugar
del ser en espera
)



La lengua llama a quien
se deja quemar por ella
y lo entrega al vértigo —des
centra la identidad, también
a veces la derriba
en el lugar del pensamiento
en que aguarda ser
para el deseo: Es la lengua
de la lengua madre
nuestra: A ella adoro por ella
me doy y me someto
en la experiencia y en la historia
y el poder la religión
la redención la técnica y el arte
el propio tiempo —com
pleto lenguaje de sordos
de lo humano. En ella solo
quedo a la escucha: ¡Ah, escucha
permeable y dócil del ser
en espera de la nada
en que todo ha sido todo
alguna vez al mismo tiempo!

¡Las sirenas no mentían!
 

 


Canto a Robert Lowell
(Día a día mi cerebro…)

 

¡Qué risa cuando aquel
amigo te dijo después
de cenar y conmovido
por el éxito de la impostura:

—¿Y si consiguieras acercarte un poco
al lenguaje de la tribu?

Y tú le respondiste
en la lengua secreta
con que intentara hablar
a Circe Ulises el astuto:

—¿Y si el viento nos trajera
la inane luz lechosa
y calcinada
que impide ver el túnel?

—¡Ojalá que nos llegue la mañana
sin su séquito del día!

—¿Mutilaremos también la madrugada
de sus raíces de noche?

Todo podría ser de nuevo claro
como canto que se tensa
y dispara y vibra nuevo
si la luz fuese un hilo sólo —sin fin
y sin origen, de mañanas sucesivas…

Day by day my brain
keeps flashing back last night!

 

 

Respuestas a la tribu
(Epílogo  de andar desnudo,
so capa de W. B. Yeats
)

 

—¡Consigue, Maestro cantor,
que nadie pueda
describir en versos
una lágrima o un latido!

¡Ah! Si tu palabra
de paso consiguiera
hallar sentido a cada imagen
de la fotografía…

—¡Que la tribu, efímera
y mezquina,
acerque un sólo instante
sus oídos a mi boca!

Yo no digo esta canción
sino a quien conmigo va…
For there is more enterprise
In walkink naked.

 

 

 


La cigarra —está claro— no puede
pensar en su chirrido.
Giorgio Agamben
El lenguaje y la muerte 
Epílogo


Nota de la Redacción: La selección de poemas pertenece al volumen Instrucciones para Amanecer (Calima, 2007), obra de Miguel Veyrat. Agradecemos al autor y a Calima Ediciones su publicación en Ojos de Papel.

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