Magazine/Cine y otras artes
Crítica de la película Media Luna, del director kurdo Bahman Ghobadi
Por Eva Pereiro López, lunes, 3 de septiembre de 2007
Mamo es un anciano y famoso músico kurdo que lleva esperando 35 años un permiso que le permita al fin volver a dar un concierto en el Kurdistán iraquí. Cuando llega el ansiado momento, encarga a Kako, su mejor amigo, que le lleve al destino así como a sus diez hijos músicos que viven en distintos pueblos iraníes. Parten en un autobús escolar y comienza un largo viaje no exento de peripecias y magia, desoyendo una premonición terrible que ha de cumplirse antes de la siguiente luna llena.
Mamo está convencido de que para su concierto es necesaria una voz celestial de mujer, una mujer llamada Hesho que se exilió a un pueblo de montaña iraní con otras 1333 mujeres más, a las que ya no se les permite cantar. En Irán, las mujeres tienen prohibido cantar delante de los hombres. Esa prohibición, sin embargo, no amedrenta a Mamo y el autobús parte, con su disparatada troupe, en busca de Hesho. Pero Hesho lleva ya demasiado tiempo sin practicar y ha perdido confianza en el poder de su voz. Además, deberá viajar a Irak escondida en un doble fondo debido a los controles policiales existentes a lo largo del camino.
En Media Luna la mezcla de tradición y música kurda, de misterio y magia, de buen humor y personajes entrañables (ninguno de los actores es profesional), así como de incisivas denuncias a regímenes opresores, corruptos o imperialistas hacen de éste un completísimo y bello film
Premoniciones, magia y música se mezclan armoniosamente con la belleza del paisaje montañoso y desnudo en busca de una frontera artificial que separa al pueblo kurdo y que no llegarán a cruzar, entre otras cosas debido a los disparos estadounidenses de fondo - maravillosa la escena que transcurre en la frontera irano-iraquí - y a la corruptela policial iraní. Se acerca la luna llena y la aventura parece cada vez más lejos de su objetivo.
El director kurdo-iraní Bahman Ghobadi obtuvo con este film el premio a la mejor película (junto a Mon fils à moi de Martial Fougeron) en el Festival de San Sebastián 2006, su segunda Concha de Oro puesto que en 2004 ganó con Las tortugas nunca vuelan. En Media Luna la mezcla de tradición y música kurda, de misterio y magia, de buen humor y personajes entrañables (ninguno de los actores es profesional), así como de incisivas denuncias a regímenes opresores, corruptos o imperialistas hacen de éste un completísimo y bello film tan emotivo como sobrecogedores son los paisajes en los que transcurre el periplo.