Magazine/Cine y otras artes
Crítica de la película Memorias de Queens, del director Dito Montiel
Por Eva Pereiro López, lunes, 3 de septiembre de 2007
Dito Montiel acaba de publicar su primer libro, una autobiografía que revela su atormentada adolescencia en Astoria, barrio neoyorkino de Queens del que huyó hace quince años. Tras el relativo éxito obtenido, recibe una llamada desesperada de su madre pidiéndole que vuelva a casa ya que su padre está gravemente enfermo.
La vuelta a Astoria implica obviamente enfrentarse con el pasado, con la gente que le rodeó y a la que abandonó cuando decidió huir, esos “santos” a los que se refiere el título original en inglés (A guide to recognizing your saints), y de los que reniega la traducción española más focalizada en impactar y atraer al gran público que en mantener cierta fidelidad. Memorias de Queens debe sonar a Scorsesse, a gángsters o algo parecido, el caso es que sin haber sido un éxito sonado sí ha tenido buena acogida. Y es que este primer trabajo de Montiel, protagonizado por Robert Downey Jr y Shia Labeouf (Dito de joven), es visceral, crudo, intenso; como su adolescencia en Astoria, difícil.
Barrio pobre y conflictivo, hijo de padres trabajadores, madre de origen irlandés y padre hispano, Dito parece que a sus dieciséis años ha logrado sortear los obstáculos que iban presentándosele hasta que su mejor amigo, con el que compartía el sueño adolescente de formar una banda de rock e irse a recorrer kilómetros, es asesinado.
El reencuentro melancólico de Dito con el barrio, sus raíces, su novia de la época, sus amigos, y sus devenires sin futuro, es probablemente la mejor parte del film: la delicadeza y ternura de su mirada hacia ellos
Pero no es el hecho en sí el que le hará huir sino la falta de apoyo y afecto paterno. Un padre, Monty (Chazz Palminteri, divino, como siempre), más preocupado por ser el amigo de todos que por erguirse como figura responsable y dialogante ante Dito. Y ahí está el epicentro del problema, en esa relación paterno-filial igual de conflictiva que las calles del barrio, pero cuya herida es más honda y silenciosa que las gamberradas o incluso la desgraciada muerte de Mike O’Shea.
El reencuentro melancólico de Dito con el barrio, sus raíces, su novia de la época, sus amigos, y sus devenires sin futuro, es probablemente la mejor parte del film: la delicadeza y ternura de su mirada hacia ellos, su reconocimiento de vida compartida con buenos y atormentados momentos, y la admiración por la valentía que demostraron al quedarse al lado de los suyos, una fidelidad familiar casi exigida que él no pudo soportar.
A guide to recognizing your saints fue galardonada con varios premios en el Festival de Sundance 2006 (meca del cine independiente norteamericano), así como el premio colectivo a la mejor interpretación masculina en el Festival de Gijón, y el premio a la mejor película de la Semana de la Crítica en el Festival de Venecia.