Magazine/Cine y otras artes
Protocolos
Por Eva Pereiro López, lunes, 4 de diciembre de 2006
Cuando la Familia Real británica se ve sorprendida por la muerte de Lady Di en Paris, se retira al castillo de Balmoral en Escocia, intentando sobrellevar con discreción la tragedia. Tony Blair (Michael Sheen) acaba de ser elegido primer ministro, y la Reina (Helen Mirren), recelosa de la tercera vía laborista, le ha pedido que forme gobierno.
Stephen Frears presenta la crónica de la semana más crítica de la corona británica, desde la muerte de Diana Spencer, el 31 de agosto 1997, hasta el día de su popular funeral en la Abadía de Westminster el 6 de septiembre - las encuestas vaticinaban que uno de cada cuatro británicos hubiese votado en contra de la monarquía en referéndum.
La Reina cuenta una historia política desde una inusual perspectiva intimista, con la curiosidad propia del periodismo, mezclando imágenes de archivo, apoyándose en una escenificación discreta y sobre todo en la caracterización escrupulosa de los personajes. El guión de Peter Morgan fue premiado en el último festival de Venecia.
Helen Mirren, que se llevó también la Copa Volpi por su meticuloso trabajo compuesto de gestos casi imperceptibles, encarna de manera escalofriante a la monarca: un personaje producto de un largo historial (coronada en 1953), educada en el rigor de un protocolo centenario, que se ve superada por la magnitud de la desgracia y la reacción del pueblo ante la tragedia, sobre todo teniendo en cuenta que consideraba a Diana traidora a la Familia Real. Alejada de la realidad y protegida por una coraza que ha ido confeccionando a lo largo de sus años de reinado, es incapaz de prever la necesidad de acercamiento que le exigen los británicos y que ven, en el retiro a Balmoral, una falta de humanidad inaceptable.
Frears retrata el entorno familiar de la Reina sin exceso de piedad, desplegando sutilmente el comportamiento reservado (típicamente británico) y la ironía de los diálogos gracias a una selección de actores impecables que dan a esta película su riqueza y complejidad
Frears retrata el entorno familiar de la Reina sin exceso de piedad, desplegando sutilmente el comportamiento reservado (típicamente británico) y la ironía de los diálogos gracias a una selección de actores impecables que dan a esta película su riqueza y complejidad. El Príncipe Felipe de Edimburgo (James Cromwell), insensible, pretende, llevando a sus nietos a cazar, que éstos olviden la muerte de su madre; la eina Madre (Sylvia Syms), en perfecta armonía con el primero y bien conservada por el gin, no muestra más que desdén por esta situación fastidiosa, y Charles (Alex Jennings), impotente y paranoico – alguien podría pegarle un tiro-, intenta hacer de Blair un aliado.
La Reina contrapone la rigidez de los pasillos del impresionante castillo de Balmoral al caos de Downing Street, donde reside el nuevo primer ministro y su familia. Tony Blair, un hombre ambicioso que empieza a acomodarse al ejercicio del poder, percibe inmediatamente junto a su gabinete la tensión social, pero en vez de arremeter contra la Corona en su momento más débil, se esfuerza por mantenerla a flote negociando con la Casa Real la posibilidad mediática de un entierro popular que salvaría la situación.
La Reina, horrorizada ante semejante idea, acaba cediendo muy a su pesar cuando, instada a volver a Londres, se enfrenta por fin al rechazo reflejado en los millones de ramos de flores y cartas de condolencia que la gente había ido depositando ante el palacio de Buckingham rememorando así a la princesa del pueblo.