Reseñas de libros/No ficción
Consuelo Varela e Isabel Aguirre: “La caída de Cristóbal Colón. El juicio de Bobadilla” (Marcial Pons, 2006)
Por Dolores Sanahuja Cambra, martes, 5 de septiembre de 2006
El conocimiento de la aventura colombina, fundamentalmente en su primera etapa, ha descansado en la producción historiográfica legada por Hernando Colón, fray Bartolomé de Las Casas, próximos ambos a la figura del Almirante, y Gonzalo Fernández de Oviedo. Escasas son las fuentes documentales directas sobre las que los historiadores han podido reconstruir un capítulo tan esencial de la Historia Moderna. Sin embargo, el hallazgo en el Archivo General de Simancas de un legajo conteniendo una copia de la pesquisa de que fue objeto Cristóbal Colón en La Española representa, sin duda alguna, una esperanzadora garantía para un mayor y más profundo conocimiento de la aventura americana.
Consuelo Varela, reputada experta colombinista, e Isabel Aguirre, archivera del Archivo General de Simancas y artífice material del grato descubrimiento, nos presentan una obra de significada importancia por tratarse del primer trabajo de investigación que se lleva a cabo sobre el único documento directo del que se tiene noticia sobre el famoso proceso a que fue sometido el Almirante por el pesquisador Francisco de Bobadilla, lo que le supuso el episodio más humillante de su vida al verse privado de sus títulos y conducido aherrojado a España junto a sus hermanos.
La primera parte del libro, obra de la profesora Varela, analiza en sus seis capítulos el proceso de investigación acometido por Bobadilla a partir de su llegada a Santo Domingo el 23 de agosto de 1500. En la segunda, Isabel Aguirre realiza la transcripción de la pesquisa contenida en el documento que la archivera data con posterioridad al fallecimiento de Isabel La Católica en 1504.
Es precisamente el interrogatorio al que Bobadilla somete a sus veintidós testigos el eje central de esta obra. Resumidamente los cargos eran conspirar contra España y contra el pesquisidor a favor de otros reyes cristianos, cruel tratamiento a los colonos de La Isabela, impedir el bautismo de los indios, quizá lo más imperdonable, y acaparar para sí las riquezas auríferas defraudando los intereses de la Corona
Particularmente interesante resulta el primer capítulo del libro donde Consuelo Varela plasma con ejemplar maestría la situación de La Española antes de la llegada del pesquisidor. Un dato resulta relevante: el 3 de noviembre de 1493 llegaba a las Indias un contingente de hombres determinados a colonizar el Nuevo Mundo. En total, 1.200 almas de las cuales dos docenas emprendieron su arriesgado viaje sin sueldo ni cobijo Real seducidos por las supuestas riquezas de las que el Almirante tanto alardeó tras el éxito de su primer viaje. Y este hecho no deja de ser significativo. Poco se sabe sobre la vida cotidiana de los nuevos colonos, aunque el libro deja entrever los graves problemas a los que tuvieron que hacer frente ante una exuberante y hermosa naturaleza, contra todo pronóstico, difícil de explotar.
Es precisamente el interrogatorio al que Bobadilla somete a sus veintidós testigos el eje central de esta obra. Como comenta Consuelo Varela, fray Bartolomé de Las Casas presentó en su Historia, si bien de manera disimulada y en algunos casos faltando a la memoria, los cargos que el pesquisidor imputaba a Colón. Resumidamente, conspirar contra España y contra el pesquisidor a favor de otros reyes cristianos, cruel tratamiento a los colonos de La Isabela, impedir el bautismo de los indios, quizá lo más imperdonable, y acaparar para sí las riquezas auríferas defraudando los intereses de la Corona. En efecto, cuatro son las líneas de investigación sobre las que el mandatario Real efectúa su escrutinio.
La primera, destinada a averiguar si Colón se había alzado contra el pesquisidor reclutando cuanta alma viviente existiese en las recién descubiertas colonias, indios y cristianos, para entregar el Nuevo Mundo a un príncipe extranjero. No hay muchas dudas que el Almirante recabó la ayuda de los caciques nativos y de parte de la población conquistadora contra Bobadilla. Sin embargo, no queda claro si fue el virrey en persona o sus adláteres consaguíneos quienes más trabajaron para interferir la labor del mandatario Real.
En cualquier caso, tal como refleja la profesora Varela, los sufrimientos y rigores padecidos por la población conquistadora, contrariamente a lo que pueda parecer, cualitativamente se igualan, sino superan, a los padecidos por la colectividad indígena
Una segunda cuestión que aborda la pesquisa trata precisamente de la cuestión religiosa, acerca de la cual se imputa al Descubridor un tesón desigual para evitar el bautismo de los indígenas. Este episodio es quizá el que más dudas alberga. Ciertamente la declaración de los testigos sostiene que Colón era reacio al bautismo de los nativos, sobre todo, colectivo. Según asevera Consuelo Varela, la práctica de este sacramento suponía para el Almirante cuantiosas pérdidas económicas al no poder esclavizar a los indígenas debido a su condición de nuevos cristianos. Por su parte, nuestro protagonista, profunda y reconocidamente religioso, aducía en su descargo que el bautismo debía llegar tras la conversión sincera de los nativos y un conocimiento necesario del credo cristiano. Lo que es cierto y así se constata en la pesquisa es que Colón obstaculizó el sacramento del bautismo a los indígenas tanto de forma colectiva como individual. En este sentido, llama la atención que el virrey sólo permitiera al capellán Ortiz impartir el bautismo a los recién nacidos, “treinta o cuarenta criaturas”, y que impidiera recibir el sacramento a mujeres indígenas que, como esposas, cohabitaban con cristianos. Es pues posible que el afán mercantilista del supuesto genovés estuviera en la base de tal negativa, pero resulta difícil acoplar esta explicación a todas las circunstancias como es el caso de los matrimonios mixtos. ¿Será quizá que Colón, adelantado a su tiempo, también exigiese el necesario conocimiento del credo cristiano como requisito necesario para el recibimiento de la auténtica fé?
La investigación de Bobadilla aborda también otra tremenda cuestión, la justicia impartida por el virrey. Persecuciones, juicios sumarísimos cuando los había, condenas consistentes en azotes, amputaciones de narices y orejas por delitos de muy diversa gravedad y consideración, penas capitales ejecutadas al arbitrio del capricho del aparato administrativo del nuevo virreinato, parecen denotar la gravedad en la actuación de la primera autoridad del Nuevo Mundo. Ciertamente la pesquisa, como afirma la profesora Varela, nos aproxima al horror de quien, impulsado exclusivamente por la ininputabilidad del mando, oprime, explota y envilece a los gobernados, tanto cristianos como indígenas. La brutalidad que se trasluce de las declaraciones de los testigos fundamenta y justifica que definitivamente los Reyes Católicos, pese a absolver de sus cargos a Colón, no le reafirmasen en sus deberes de gobierno.
La pesquisa nos da noticia de 14 ajusticiamientos, la mayoría acometidos por delitos de sedición, supuesta traición, como en el caso del propio cuñado de Colón, y acopio de bastimentos. No cabe duda de la crueldad empleada, de la arbitrariedad ejercida en nombre de la Corona, de los agravios y desmanes a los que fueron sometidos los nuevos conquistadores, colonos de cualquier guisa y alcurnia, de los engaños y ardices empleados con los dirigentes indígenas y de los abusos y crímenes cometidos contra la población nativa.
En cualquier caso, tal como refleja la profesora Varela, los sufrimientos y rigores padecidos por la población conquistadora, contrariamente a lo que pueda parecer, cualitativamente se igualan, sino superan, a los padecidos por la colectividad indígena. En este sentido, es significativo, como narra la autora, refiriéndose a Colón cuando hace mención a las ganancias que se podían obtener en las minas de la Española, “es verdad que (vuestra alteza) tienen algún indio, mas el negocio consiste en el cristiano”.
Esta obra, resultado de la armoniosa y ejemplar conjunción de dos sólidas voluntades al servicio de la historiografía moderna como son Consuelo Varela e Isabel Aguirre, merece el mas que reconocido elogio por constituir el primer trabajo de investigación sobre una de las fuentes documentales más importantes en el ámbito colombino, el juicio de Bobadilla. Y este pionero y erudito trabajo del que cabe destacar las continuas referencias a los biógrafos oficiales del Almirante, es seguro que constituye un sólido avance sobre el conocimiento de la aventura colombina y, en general, de la historia de España.