La publicidad plantea el gigantesco crecimiento, por no decir hipertrofia,
que ha hecho del universo del anuncio uno de los grandes mitos de la cultura de
masas y ha convertido el consumo en uno de los ejes del actual postcapitalismo.
Vicente Verdú y Pablo Nacach vienen señalando con agudos argumentos este
crecimiento desmesurado del discurso publicitario, pero a quien tenga alguna
duda sólo hay que recomendarle que se pare a pensar en la proliferación de los
periódicos gratuitos en Europa.
En su segunda entrega, copublicada con
Michèle Mattelart, Historia de las teorías de la comunicación,
Mattelart se pregunta dónde se puede situar el comienzo del pensamiento
organizado sobre la comunicación. Para responder a esta pregunta estudia y
analiza contribuciones tan diversas como las de Marshall McLuhan, Habermas,
Roland Barthes o los Cultural Studies del Centro de Birmingham.
Establecido el mapa internacional de las distintas corrientes, tendencias y
escuelas, Mattelart disecciona las idas y venidas de las diversas
problemáticas.
La clarividencia de Mattelart reside
en percibir con claridad la posición central de la cultura en el proyecto de una
sociedad global
En un mundo globalizado se hacía indispensable la siguiente entrega: La
mundialización de la comunicación. Esta reflexión de Mattelart en torno a
la generalización de la interconexión de las economías y las sociedades plantea
los efectos que las redes de comunicación en tiempo real están teniendo en la
configuración de los nuevos modos de organización del planeta. Este es sin duda
el libro menos lúcido de la serie, ya que Mattelart no acaba de perfilar ni las
características ni el resultado de la marcha de la humanidad hacia un estadio de
integración.
Consciente, quizá, de los huecos que dejaba La
mundialización de la comunicación, Mattelart publica en 2001 en Francia y
en 2002 en España, Historia de la sociedad de la información. Esta es
una mirada genealógica de la sociedad de la información cuya tesis básica es que
“el determinismo tecnomercantil engendra una modernidad amnésica y exenta de
proyecto social”. Aquí el viejo izquierdista contempla la transmutación de la
idea de progreso sin fin y sin límites en la de una comunicación sin fin y sin
límites. Ante lo que este sesentayochista ve como un peligroso e invasivo
determinismo tecnomercantil, su recomendación es “reapropiarse de las nuevas
tecnologías construyendo una alternativa a la sociedad de la información”. Una
alternativa ajena, por supuesto, a la globalización neoliberal del
mercado.
Rechazado el mercado como fuerza motriz e ideológica de la
sociedad de la información, Mattelart traza en colaboración con Eric Neveu un
giro que contribuye a dar sentido a sus textos anteriores. Introducción a
los estudios culturales plantea el análisis de las relaciones entre el
medio social, la edad, el género, la identidad o el origen étnico con la
cultura. En un esfuerzo trandisciplinar, algo muy característico de Mattelart,
este libro indaga los límites políticos de los asuntos culturales y muestra el
lugar que ocupa la cultura en la actualidad. Acierta el autor cuando afirma que
las redes e industrias de la cultura y de la comunicación están en el origen de
nuevas formas de construcción del poder. De ahí que los conflictos en torno a la
excepción cultural, el nacionalismo, el derecho moral de los autores, o la
“gobernancia” del ciberespacio hayan alcanzado tanta relevancia.
El culto de la información
difuminaría la cultura y la memoria. La producción de sentido quedaría en
un segundo plano. De este modo se establece la relación entre sociedad de la
información y fin de las ideologías
Esta última entrega de Mattelart apareció en Francia el
pasado año, y viene a cerrar, completar y dar sentido a un ciclo de obras de
excepcional interés para entender de qué está hecho y cómo funciona el mundo del
siglo XXI. Diversidad cultural y mundialización plantea el tránsito de
la cultura a la comunicación, de la cultura a lo cultural, del pueblo al
público, del ciudadano al consumidor. Dicho tránsito está realizado desde una
mirada geopolítica en la que Europa y Estados Unidos ocupan posiciones y
defienden intereses distintos. La clarividencia de Mattelart reside en esta obra
en percibir con claridad la posición central de la cultura en el proyecto de una
sociedad global. Las redes culturales, las industrias de la cultura, la
comunicación, la información y el entretenimiento constituyen el eje entre la
filosofía del servicio público y el pragmatismo del libre juego de la
competencia.
No es precisamente optimismo lo que rezuma Diversidad
cultural y mundialización. Para su autor, tras la caída del Muro de Berlín en
1989 se ha pasado de un régimen de historicidad a otro en el que el
“presentismo” producido por la sociedad de la información crea constantemente
acontecimientos con los que absorber la capacidad individual y social de
reflexión. El culto de la información difuminaría de este modo la
cultura y la memoria. La producción de sentido quedaría en un segundo plano. De
esta forma se establece la relación entre sociedad de la información y fin de
las ideologías. El intelectual contestatario quedaría transmutado en intelectual
positivo orientado hacia la toma de posiciones y frecuentador de los distintos
medios de comunicación. Al mismo tiempo, el discurso de las identidades se
adelanta al discurso del principio de igualdad como objetivo prioritario de la
acción política.
Nacido en Bélgica en 1936, Mattelart se une a una
comunidad de monjes seculares tras los estudios de bachillerato. En Lovaina
estudia Derecho y Ciencia Política, y posteriormente Demografía en París.
Nombrado experto del Vaticano en políticas de población, se instala en Chile en
1962 en la Pontificia Universidad Católica. Comienza a interesarse por la
comunicación y publica en 1971 junto con el argentino Ariel Dorffman un
auténtico clásico en los estudios de comunicación: Para leer el pato
Donald. Compañero de viaje del Partido Comunista, regresa a Francia en 1973
tras el golpe de Pinochet y se establece en la universidad Paris VIII.
Ha
cambiado mucho el mundo desde Para leer el pato Donald. Ya no es
necesario hacer análisis de contenido para entender el mensaje del Tío Gilito.
Sin embargo, lo que se hace urgente es estudiar, analizar, e incluso participar,
en ese vector transformador y potente constituido por la cultura y la
comunicación. Por eso, con el debido espíritu crítico, leer este último texto de
Mattelart, culminación de una extensa obra en torno a la comunicación, es
avanzar en el entendimiento de cómo transcurre y se va a desarrollar el siglo
XXI.