Magazine/Cine y otras artes
La lucha por un sueño
Por Marion Cassabalian, martes, 13 de enero de 2004
Aunque el segundo largometraje del alemán Wolfang Becker, "Good Bye, Lenin!", tiene lugar al final de los años 80 en Alemania y trata de la caída del Muro de Berlín, no es una película histórica, sino un drama tierno y duro que protagoniza una familia en la que cada miembro está dispuesto a luchar por defender sus sueños.
"Good bye, Lenin!" es una hermosa película que retrata la vida de una familia del Berlín Este en el histórico año de 1989 que es testigo de las transformaciones que vive la sociedad alemana en esa época. No obstante, en el caso de Alex (Baniel Brühl) y de su familia, el cambio no se realizará del todo, porque su madre (Katrin Sass), ferviente defensora de la ideologia comunista, cae en coma el 7 de octubre del 1989, día en que la RDA cumple 40 años, y se despierta ocho meses después, sin haberse enterado de lo ocurrido. Su querida Alemania Oriental, de la que estaba tan enamorada, es ahora una protagonista más del capitalismo en el mundo, en la que florecen la publicidad de coca-cola y los coches extranjeros. El delicado estado de su corazón no le permitiría soportar un choque tan grande, así que Alex decide ocultarle la verdad y recrear el ambiente de los años anteriores, tranformando su casa en el último bastión comunista de un país ahora reunificado.
Aunque el tema del sueño político aparece como telón de fondo en toda la película por la peculiar época que retrata, la verdadera lucha que se vive es la de un hijo que quiere proteger a su madre con todos los medios que están a su alcance. Es un tema universal y puede aislarse de ese período específico del pasado que narra la historia de la RDA, la caída del Muro de Berlín y la reunificación. Pero gracias al arte de Wolfang Becker, lo uno está perfectamente relacionado con lo otro en esta película, y la relación que se teja entre los dos personajes está determinada por la situación que se gesta fuera. Así es como Alex recurre a las estratagemas más rocambolescas, como recoger en la basura viejos envases de comida o grabar programas de televisión “al estilo” de la no tan lejana época comunista, para seguir engañando a su madre.
Aunque la película trata de muchos temas que se entrecruzan y da a veces la impresión que no va a parar de desenredarse nunca, Becker logra no desorientar al público y propocionarle una película muy tierna y original sobre lo que uno es capaz de hacer por amor
Pero esta película también trata del tema del padre de Alex, que huyó al Oeste y nunca regresó, de su hermana, madre soltera que termina trabajando en un restaurante de comida rápida fruto de la invasión capitalista, de las mentiras de una madre que sólo quería proteger a sus hijos, del primer amor de un adolescente, y todo esto envuelto en grandes sueños de libertad. Tampoco faltan las críticas del propio realizador (nacido en el Oeste, pero criado en el Este) sobre el mundo comunista que se fue y el capitalista que llegó.
Wolfgang Becker debutó en el cine con la cinta "La vida en obras" (1997), un filme que hablaba de los problemas que existen en una comunidad de vecinos. Con esta película obtuvo una mención especial en el Festival de Berlín de aquel año y el reconocimiento internacional -el filme tuvo distribución internacional, e incluso participó en el Festival de Valladolid, donde obtuvo el premio al mejor director novel. Tuvo que esperar seis años antes de poder disfrutar de “Good Bye Lenin!”, auténtico éxito en su país de origen. El filme ganó seis galardones, incluyendo el premio a la mejor película europea de 2003 en la XVI edición del Festival de Berlín. Es la primera vez que una cinta germana consigue este galardón desde su creación en 1988. "Good bye, Lenin!" obtuvo además seis de las 16 distinciones concedidas durante esta velada en la sala Arena del antiguo Berlín Este: mejor película, mejor guión y los tres premios del público.
Aparecen en el filme populares rostros del cine alemán como Daniel Brühl (premio al mejor actor masculino y auténtica estrella en Alemania), Katrin Sass, Maria Simon, la rusa Chulpan Khamatova (“Papa Luna”) y el veterano Michael Gwisdek, el protagonista de la cinta “Encuentros nocturnos”.
La delicadeza del realizador y su sentido del humor hacen de "Good Bye, Lenin!" un película en la que conviven comedia y drama, con un gran valor sociológico además de histórico por su buenísima reconstitución de la época. Aunque la película trata de muchos temas que se entrecruzan y da a veces la impresión que no va a parar de desenredarse nunca, Becker logra no desorientar al público y propocionarle una película muy tierna y original sobre lo que uno es capaz de hacer por amor. Además, el director dejó la responsabilidad de la música en manos del excelente compositor y músico francés Yann Tiersen, maestro de las melodías hermosas, meláncolicas y tristes. Exactamente lo que necesitaba esta película generosa.