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Cómo hacer posible el "nunca mais" (por José A. Pereiro)

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Magazine/Nuestro Mundo
Cómo hacer posible el "nunca mais"
Por José Antonio Pereiro Muñoz, lunes, 6 de enero de 2003
El “Nunca Máis” exige contestar a preguntas que permanecen sin respuesta, y organizar el trabajo del tiempo que viene.
Ha pasado tiempo suficiente para plantearse la catástrofe del Prestige con un cierto distanciamiento, tan necesario para la labor técnica. Tras el desbarajuste de los primeros días, en que observábamos con consternación, impotencia y hasta vergüenza la desorientación de las autoridades, la confusión entre administraciones, la falta de asignación de responsables, la carencia de una estructura organizada para el diseño de una estrategia de acción que tuviera por objeto crear una red única de captura de información y toma de decisiones, y organizar y comenzar los trabajos de seguimiento, la necesidad de acudir a fuentes de fuera del país (VER links adjuntos: http://www.ifremer.fr; http://www.le-cedre.fr ; http://www.hidrografico.pt) para obtener documentación e información fiable sobre el caso; tras ese desbarajuste, mes y medio después, algunas preguntas esenciales permanecen en cuanto a lo que se hizo y lo que se pudo haber hecho, y son preguntas que conviene contestar antes de que suceda la próxima catástrofe, para intentar del mejor modo que el “nunca máis” de mis paisanos se cumpla.

No es mi intención, ni sería capaz, de ofrecer esas respuesta, sino de precisar las condiciones en que las respuestas podrían obtenerse. Ha habido ya falsas respuestas, la mayor parte dadas desde las Administraciones públicas implicadas, y ninguna de ellas ha sonado a estar basada en hechos e inferencias fiables. Ninguna de ellas explicaba lo que los habitantes de las zonas afectadas estaban observando, y más bien parecían justificaciones para la televisión que un intento de entender y explicar. Se comentan bien desde el web de la Universidad de Vigo (VER link adjunto: http://www.uvigo.es ). Pero como el corazón me lleva a terrenos del sentimiento, volvamos a distanciarnos y a hablar de esas preguntas.

Y la primera de ellas es: ¿se tomó la decisión correcta al alejar el Prestige de la costa? Hasta el momento, nadie ha explicado por qué se tomó esa decisión, y el Comité “científico” que, según el responsable, le asesoró, ni era Comité científico, ni ha comunicado las razones técnicas que la apoyaran. Hoy por hoy, parece claro que la decisión se tomó del mismo modo que se tira por la ventana al patio algo que no se quiere tener en la casa... de otros; si los habitantes de la zona hubieran reaccionado de esa manera, cerrando los ojos para no ver lo que se les venía encima, seguirían ahora con ellos cerrados, con el chapapote allí delante, y cerrados seguirían hasta váyase a saber cuándo.
Disponiendo de los datos del campo de vientos en la zona día a día (porque desgraciadamente, no va a disponerse de datos hidrodinámicos), debe exigirse que un buen equipo de Oceanografía física lleve a cabo las simulaciones que conduzcan a conocer los itinerarios de las manchas vertidas durante todo el período de presencia de esas manchas en el mar, de modo que pueda enjuiciarse cuál hubiera sido el punto desde el que el vertido hubiera afectado menos al litoral europeo

En el futuro, deberá hacerse un análisis detallado e informado de la declaración ante el juez del capitán del barco, que pensaba que debería haberse mantenido cerca de la costa, y haberse rodeado de barreras antivertido al tiempo que se procedía a comenzar el bombeo del fuel de los tanques a las embarcaciones de succión. De ese modo, se hubiera retrasado suficientemente el momento del naufragio, y se habría evitado que el buque hubiera estado sometido a la enorme energía del oleaje a la que fue expuesto. Rodear al buque de barreras hubiera evitado, al menos en gran medida, el desplazamiento caprichoso de las manchas por el mar, a merced del campo de viento. Aquí tiene la Administración que dar una respuesta basada en informes técnicos completos, porque, de momento, todo parece apuntar a una actuación improvisada, falta de base y, hasta que no demuestre lo contrario, responsable de haber agrandado en muchos órdenes la magnitud del desastre.

La siguiente pregunta que hay que responder es: ¿fue acertado elegir el rumbo Suroeste para alejar el barco, tras un primer momento en que su rumbo se dirigía al Norte? En este momento no hay respuesta clara sobre el asunto, pero no debería ser difícil conseguirla.

Digamos, en primer lugar, que debió haber alguna razón para elegir ese rumbo, y la razón debía ser función de algún objetivo concreto. Una razón podría ser proteger el Cantábrico y hacer mínima la posible entrada de fuel en el Golfo de Vizcaya. Si ése era el objetivo, habría que explicarlo y justificarlo, y a continuación deducir si la medida tomada en forma de rumbo era la correcta para lograrlo. Podemos pensar que el objetivo era, (¿por qué no?), minimizar el impacto sobre alguna zona concreta del litoral, (por poner un ejemplo, Asturias); y, de la misma manera, habría que explicarlo, justificarlo y deducir si la medida tomada en forma de rumbo era la correcta para lograrlo. Si lo que se nos dice es que se pensó en minimizar el impacto total del vertido sobre la costa peninsular española, ya podemos decir que la decisión fue garrafal. Pero, en todo caso, disponiendo de los datos del campo de vientos en la zona día a día (porque desgraciadamente, no va a disponerse de datos hidrodinámicos), debe exigirse que un buen equipo de Oceanografía física lleve a cabo las simulaciones que conduzcan a conocer los itinerarios de las manchas vertidas durante todo el período de presencia de esas manchas en el mar, de modo que pueda enjuiciarse cuál hubiera sido el punto desde el que el vertido hubiera afectado menos al litoral europeo.
En el caso del Prestige se dispuso de casi quince días para hacer estudios previos en los lugares donde comenzó a llegar el vertido, y de períodos de tiempo más largos en los que fueron afectados posteriormente. Si los muestreos o censos que hubieran permitido tener estimaciones de valores de referencia no se han obtenido, se ha perdido una magnífica oportunidad, probablemente única, de evaluar con mucha mayor precisión los daños iniciales y la dinámica de recuperación del litoral, permitiendo definir los problemas ecológicos en situaciones de mayor o menor gravedad según la afectación de cada zona

Son los propios gobiernos, autonómico y central, los que tienen que impulsar esa investigación, mediante un Comité científico independiente al que deben dirigirse estas preguntas, independientemente de cuantas el propio Comité crea que deba plantearse para conseguir llevar a cabo una descripción completa y precisa de los factores que determinaron la naturaleza y la magnitud de esta tragedia para tanta gente que se gana la vida con tan poca ayuda y tanto esfuerzo, y a la que sólo le faltaba que le sucediera esto.

Gente que, en cuanto supo dónde se había hundido el petrolero, no necesitó más información para darse cuenta de que la mierda combustible que transportaba iba a caer sobre sus playas y sus terrenos.

Del mismo modo, deberían realizarse simulaciones de investigación operativa sobre los tiempos de respuesta de las Administraciones a la catástrofe, y la asignación de recursos para comenzar a contrarrestarla. Una vez más pintan bastos sobre los responsables. Que la población se vio desasistida durante muchos días, que comprobaba cada día que pasaba que lo que declaraban los responsables por televisión o en los periódicos no se correspondía con lo que estaba sucediendo sobre el terreno, que el tiempo pasaba y la falta de ayuda magnificaba los daños y la tragedia de los habitantes de las zonas afectadas. Y una vez más son los propios gobiernos los que deben justificar, con razones técnicas, sus actuaciones. No hay que pedir disculpas de perfil: hay que asumir, en su caso, el daño que se ha hecho. Y si las Comisiones que estudien el caso exculpan a los responsables, tanto mejor para ellos. Pero la impresión es que los políticos, y muy especialmente los de Madrid, dedicaron más esfuerzo a minimizar el accidente por medio de mensajes televisivos que a organizar los trabajos para la subsanación de daños y para ayudar a la población afectada. Que les preocupaba más que “la carroñera oposición no sacara tajada electoral del asunto” que la tragedia del pescador de Aguiño, o el percebeiro de Fisterra, o el naseiro de Lira, o la del pescador que sale con la caña a sus rocas para capturar algún sargo que vender a las pescantinas de al lado de la lonja..., y que comprobaban lo difícil que es reducir la realidad a capricho cuando hay chapapote de por medio. (Perdonen, había prometido no calentarme demasiado.)
Dada la carencia de experiencia en España en la lucha y control de este tipo de accidentes, no veo ninguna razón por la que el Comité científico no debería contar con miembros de otros países con mucha mayor experiencia y solvencia, como, por ejemplo Francia, (su presencia en el Comité Científico debería ser inexcusable), Estados Unidos, Canadá o Noruega. Si se trata de una auténtico Comité Científico, independiente por tanto de influencias que lo condicionen, no veo nada que pueda desaconsejar esta presencia. Y si no se forma desde las instancias estatales o autonómicas, ¿por qué no se forma desde instancias independientes, probablemente más objetivas?

Y la siguiente pregunta es: ¿por qué se perdió el tiempo desde que comenzó la tragedia, en el momento del primer SOS del Prestige, hasta que comenzaron a llegar las primeras manchas a la costa, para preparar los trabajos de seguimiento y recuperación del litoral? El hundimiento del Exxon Valdez frente al litoral de Alaska demostró que es muy difícil evaluar y concretar los daños y definir el proceso y los períodos de recuperación si no se dispone de datos previos sobre la dinámica ecológica de la zona en algún momento próximo a la ocurrencia del vertido, para poder comparar datos cualitativos y cuantitativos de las poblaciones afectadas, de la composición de los sedimentos y la meiofauna que contienen, o, incluso, de la presencia de hidrocarburos previa a la llegada de la marea negra. Es necesario relacionar el estado actual de las zonas afectadas, y de las masas de agua, con el nivel de base anterior a la catástrofe. En el caso del Prestige se dispuso de casi quince días para hacer estudios previos en los lugares donde comenzó a llegar el vertido, y de períodos de tiempo más largos en los que fueron afectados posteriormente. Si los muestreos o censos que hubieran permitido tener estimaciones de valores de referencia no se han obtenido, se ha perdido una magnífica oportunidad, probablemente única, de evaluar con mucha mayor precisión los daños iniciales y la dinámica de recuperación del litoral, permitiendo definir los problemas ecológicos en situaciones de mayor o menor gravedad según la afectación de cada zona. El no haber dispuesto de esos datos provocó, en el caso del Exxon Valdez, que los técnicos anduvieran a la greña según los intereses de los que financiaban los estudios, representando a los damnificados o a Exxon (a pesar de lo cual no está de más decir que esta Empresa pagó 2.300 millones de dólares de forma inmediata, más otros 900 mientras se desarrollaban los trabajos de seguimiento y recuperación, utilizando en ellos 1.500 embarcaciones y 12.000 trabajadores).

Y vayamos, por último, a la labor que deberá hacerse en el futuro. Me permitirán que confiese que respeto la composición del Comité Científico que se ha organizado para llevar a cabo la labor de seguimiento del proceso de afectación y recuperación de la zona, pero estoy asombrado de cómo ha ido cambiando con el tiempo, mostrando una vez más la tremenda desorientación de los poderes públicos en relación con este asunto; desorientación que ha llegado a dejar fuera del Comité al prestigioso grupo de Biorremediación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, o, en los primeros momentos, ¡al Instituto Español de Oceanografía, el único Organismo Público de Investigación que se dedica exclusivamente a investigación oceanográfica aplicada! También me preocupa la posibilidad de un tirón corporativo de miembros importantes del Comité, que podrían estar más preocupados de lo conveniente por sacar partido de la situación para beneficio de los Organismos donde ocupan cargos importantes. No entiendo, en ese sentido, que el presidente de la Comisión Científica sea un gestor de primer nivel del Consejo, y no un científico de renombre en activo. (Y menos tras leer unas declaraciones del Dr. Tarrach, Presidente actual del CSIC, en que valoraba como adecuado el número de científicos de que dispone el Consejo, pero se quejaba de la falta de personal técnico de apoyo: ¿se estaba refiriendo a la catástrofe del Prestige, o, en general, al Organismo que preside? ¿Tiene algún problema para contratar técnicos de apoyo por obra o servicio para intervenir en este caso concreto?).

La Comisión científica debería tener autonomía completa sobre sus actuaciones, y la financiación para los trabajos a realizar debería estar controlada desde un punto de vista técnico por Agencias de evaluación independientes, que aseguraran la calidad de los trabajos financiados. Dada la carencia de experiencia en España en la lucha y control de este tipo de accidentes, no veo ninguna razón por la que el Comité científico no debería contar con miembros de otros países con mucha mayor experiencia y solvencia, como, por ejemplo Francia, (su presencia en el Comité Científico debería ser inexcusable), Estados Unidos, Canadá o Noruega. Si se trata de un auténtico Comité Científico, independiente por tanto de influencias que lo condicionen, no veo nada que pueda desaconsejar esta presencia. Y si no se forma desde las instancias estatales o autonómicas, ¿por qué no se forma desde instancias independientes, probablemente más objetivas?

Y es necesario atraer recursos para hacer el seguimiento. Muchos países estarán interesados en estudiar las consecuencias del vertido, y en hacer un esfuerzo propio y generoso para ayudar en el seguimiento y recuperación de la zona. ¿Cómo se coordinarán esos esfuerzos? Será necesario que se celebren reuniones científicas internacionales para la presentación y evaluación de los trabajos que se vayan llevando a cabo. ¿Cuál será el calendario de dichas reuniones? ¿Quién las organizará?

Es necesario que se definan y coordinen los equipos que van a realizar el seguimiento. Se van a requerir esfuerzos de todos los Organismos de Ciencia Marina de la zona, pero deberían estar coordinados por los investigadores de mayor prestigio, y no necesariamente autóctonos. ¿Cuáles serán los parámetros que se utilicen para definir equipos e investigadores?

Y la tarea tendrá que realizarse estudiando las masas de agua y la zona litoral, mediante rejillas completas donde se realice un muestreo sistemático a lo largo de los años que permita evaluar los daños iniciales y determinar los cambios que se vayan produciendo en los distintos ecosistemas. Análisis químicos de las aguas, abundancia relativa de individuos de plancton y necton, y, sobre todo, en la zona litoral, evaluación de la composición del bentos, y muy en particular de los organismos sésiles en zonas afectadas; desestructuración y reorganización de la comunidad animal y vegetal en la zona mareal; ornitofauna, con seguimiento de muertes por censo de carcasas, (no se olvide que en el desastre del Exxon Valdez se estimó en 375.000 el número de aves muertas de una sóla especie de arao (Payne et al., 1996: Annu. Rev. Ecol. Sist.., 27: 197-235), estudios histopatológicos de aves afectadas, etc.

Observo con preocupación que desde la Administración el mensaje es que todo está dispuesto para hacer el seguimiento. Y me preocupa porque se ha declarado, por ejemplo, que aquellas personas que han necesitado asistencia médica serán médicamente seguidas. Espero haber interpretado mal las palabras de la máxima responsable de Salud Pública en el Estado. Las declaraciones de técnicos apuntan a que los componentes volátiles del fuel de bodega que transportaba el Prestige son relativamente escasos, mientras que la fracción pesada, compuesta en parte por hidrocarburos aromático policíclicos, muchos de ellos más reactivos al estar alkilados, es más importante. Supuesto que sea cierto, (y aún componiendo un porcentaje pequeño del fuel, hemos podido ver y oir de una proporción importante de participantes en las tareas de limpieza que han sufrido problemas cutáneos, e irritación importante de la membrana ocular, probablemente por volatilización de componentes del fuel durante su manipulación), se deduce que los problemas que tienden a presentarse lo harán no a corto, sino a largo plazo, y podrían presentarse sobre personas en las que no se hayan manifestado problemas de salud previos, durante el episodio de contaminación. Si se diseña un estudio epidemiológico, deberá tener en cuenta a toda la población de la zona, trabajando en la limpieza del litoral o no, e incluyendo grupos de control que no hayan sido afectados por la marea negra. Un efecto descrito mediante experimentación animal para los hidrocarburos aromáticos es su efecto mutagénico, que, evidentemente, no se descubrirá, si se produce, a corto plazo, ni por el seguimiento de los afectados por su participación en la limpieza.

Es imposible seguir. He intentado esbozar algunas de las cosas que deberían hacerse por quienes saben hacerlas. El esfuerzo necesario es grande, pero jamás equiparable al sufrimiento de los que lo han padecido, de los que han visto desaparecer la única riqueza de la que disponen: las fuerzas que tienen para trabajar y que ahora no pueden emplear, su parcela quizás contaminada, las rocas y sus percebes, las nécoras, los sargos, la mar o los turistas potenciales que vendrán a la casa que construyeron casi con sus manos, dejando en ella todo lo que tenían. Y la belleza que podían contemplar todos los días desde la puerta de su casa, lo único de lo que en realidad creían que podían disponer.

El cronista lo avisó: no era el primer caso: antes “los últimos en arder en la Urna de los Difuntos Queimados fueron los veintitrés tripulantes del petrolero ruso Vladivostok ...”, “... lo del Mar Egeo fue una verdadera catástrofe, fue una maldición de Dios ...”, “el petrolero alemán Nord Atlantic se hundió en la Ría de Camariñas, puso el agua perdida y mató mucho marisco ...”, “el petrolero Ildefonso Fierro con un boquete en el costado de babor tuvo que recalar en la Llagosteira para ser reconocido y decidir lo que había de hacerse, con las debidas precauciones y ayudas pudo ir hasta los astilleros del Ferrol donde lo repararon...”, “el petrolero Polycomander se dio contra la Punta del Cabalo, en la isla del Norte o de Monteagudo en el archipiélago de las Cíes y vertió al mar más de cincuenta mil toneladas de crudo, la marea negra mató los pájaros y los peces y el marisco y las algas del contorno y sembró la soledad y la muerte ...”

Y ahora el Prestige, para añadir a la tierna y sentida letanía. El cronista, de haber podido, habría estado muy atento y curioso a los avatares del naufragio, más atento y curioso si cabe de haber sabido que esos administrativos desorientados que no sabían qué hacer con el petrolero y su estela de mierda combustible eran los mismos que habían portado su féretro a hombros.
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