Juan Antonio González Fuentes
Hay una escena de la película
Río Bravo (
Howard Hawks, 1958), que siempre me ha parecido magnífica. El sheriff borracho interpretado por
Dean Martin, ha vuelto ha demostrar ante sus compañeros que es un incompetente debido a su dependencia del alcohol, que lo ha destrozado y le ha hecho perder la dignidad y las habilidades con el revólver. Entonces, el sheriff íntegro y moralmente fuerte y competente,
John Wayne, le invita a abandonar el grupo y a que vuelva a las borracheras. Le ofrece la botella de licor abierta y un vaso. El personaje interpretado por Dean Martin decide sucumbir a la tentación, y con las manos temblorosas y completamente desaliñado, descorcha la botella y llena un vaso.
Los personajes interpretados por John Wayne y el viejo
Walter Brennan contemplan la escena con tristeza y casi un rictus de asco y abatimiento. Cuando Dean Martín está a punto de llevar el filo del vaso lleno de licor a los labios, suena la trompeta que toca “A degüello”, la música que los mejicanos hacían sonar antes del asalto definitivo a los defensores de El Álamo. La música tiene el extraño efecto de calmar al personaje de Dean Martin, quien detiene el vaso ante su boca, y con los nervios completamente calmados, sin un solo tembleque, vuelve a introducir todo el licor en el interior de la botella, ante la mirada atónita y feliz de sus dos compañeros. Es un momento de gran actor. Y es que Dean Martin, el simpático Dean Martin que hizo pareja como guaperas en varias películas con el genial
Jerry Lewis, era un gran actor y un magnífico cantante, un corner inolvidable, poseedor de una voz de leyenda, caracterizada por un matiz siempre irónico y tal vez sentimental.
Recuerdo a Dean Martín magnífico protagonizando películas como
Bésame, tonto de
Billy Wilder,
Como un torrente de
Vicente Minnelli, o la ya mencionada
Río Bravo de Howard Hawks. Siempre he preferido en mis simpatías a Dean antes que a Frank, a
Frank Sinatra se entiende. Y en esta ocasión comparto gusto y opinión con el escritor
Javier Marías, a quien le leí un precioso artículo al respecto cuando el gran Dean nos dejó para siempre.
Viene todo esto a cuento porque acaba de aparecer en nuestras librerías un libro muy recomendable para pasar un rato entretenido y para aprender muchas cosas de la política y el mundo del
showbussiness norteamericano de la segunda mitad del siglo XX. Me refiero al título
Rat Pack, del joven escritor y periodista sevillano
Javier Márquez (1978), editado por
Almuzara, sello creo que andaluz especializado en memorias y biografías.
Javier Márquez:
Rat Pack (Almuzara, 2006)
Rat Pack es el nombre con el que se bautizó al grupo formado por cinco conocidos hombres del mundo del espectáculo americano (cine y canción), que en 1960 se reunieron en Las Vegas para rodar la versión original de la película
Ocean’s eleven (
La cuadrilla de los Once), dirigida por el conocido y eficiente artesano
Lewis Milestone. Esos cinco personajes eran:
Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford, Joey Bishop y
Frank Sinatra como jefe de filas o líder. El nombre (
atajo de ratas) se lo puso la actriz
Shirley MacLaine, y las razones no pueden escapársenos, pensando en los cicno “golfos” que se juntaron.
Durante las semanas que rodaron la película, el grupo ofreció en Las Vegas una serie de espectáculos que sólo pueden ser calificados como memorables, y en los que la música y las canciones se mezclaban en el escenario con bromas, chistes, y juegos entre ellos. Vestidos de smoking, atractivos, exitosos, ricos, talentosos, bromistas, simpáticos, elegantes, hedonistas..., con un cigarrillo en una mano y con una copa en la otra, este grupo no sólo cantaba o actuaba, sino que llegaron a ser la viva imagen, el símbolo casi perfecto de una forma muy determinada de entender la vida: la que inauguraba la década prodigiosa de los 1960 en los EE.UU.
El
atajo de ratas
Una época convulsa en lo político y lo social, en la que los EE.UU debieron ejercer el papel de cabeza visible del mundo occidental, ante un en torno dominado por la Guerra fría, las revoluciones sociales, la irrupción del universo pop, y multitud de cambios y en los usos y costumbres del llamado Primer Mundo.
En ese entramado cambiante, los
Rat pack se pusieron el mundo por montera, y siguieron viviendo al margen de los nuevos tiempos, como si de irresponsables estrellas intocables, de otras décadas se tratara.
Amparados por el clan
Kennedy (al que pertenecía Peter Lawford por matrimonio), y por la mafia italiana, el grupo catalizó el sueño de irresponsabilidad colectiva de una sociedad que por primera vez en la historia sufría la amenaza de desaparecer bajo un hongo nuclear, que por vez primera veía cuestionados los tradicionales papeles raciales y sexuales. El atajo de ratas pareció mantenerse al margen de los cambios, ofreciendo, sí, un reflejo lúdico y glamuroso de lo más chispeante y atractivo que había alcanzado la sociedad más desarrollada del planeta: lujo, sensualidad, diversión, sofisticación consumista, belleza, éxito...
Este libro es la crónica social, política y cultural de la representación culmen de un muy determinado estilo de vida: el de los EE.UU como primera potencial mundial, como vencedores de la II Guerra, como adalides máximos del enfrentamiento contra el marxismo real... Todo, en un mundo, una cultura y una sociedad en el que
Bob Dylan cantaba que los tiempos estaban cambiando y que las respuestas estaban en el viento, mientras que los
Rat Pack, mientras tanto, entonaban el canto de cisne de otro mundo que se iba disolviendo poco a poco, y lo hacían con el melodioso tarareo de las voces de Sinatra y Dean Martin, significando que las respuestas secillamente estaban en el cuerpo de un mujer hermosa y en un buen trago de güisqui escocés.
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NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente .