Reseñas de libros/No ficción
El motor de las transformaciones de los siglos XIX y XX
Por Rogelio López Blanco, martes, 15 de julio de 2003
El trabajo del profesor Juan Pablo Fusi, notable por su ambición e iluminador por la perspectiva que presenta, nada menos que la evolución en el siglo XX de esa realidad que es el nacionalismo en su manifestación histórica y, por tanto, en la complejidad y enorme diversidad de sus expresiones concretas, resulta muy esclarecedor sobre la situación española al presentarla en un contexto comparado.
En este último sentido, el que más nos atañe por su palpitante actualidad y trascendencia histórica, la obra coloca en su verdadero lugar las exigencias de los nacionalistas vascos, tanto en su desarrollo como en su presente realidad, dejando meridianamente claro que su maximalismo, tras haber alcanzado un grado de autonomía incomparable a escala occidental, con la escalada que supuso Lizarra, la dejación del gobierno que gestionan en materia de protección de los derechos ciudadanos más elementales y el apoyo al brazo político del terrorismo nacionalista, encarna una amenaza a la misma democracia al negar la manifestación más elemental del pluralismo que constituye la esencia de la sociedad vasca, cuya división tiene mayor entidad en el problema que el supuesto enfrentamiento entre el “pueblo” vasco y el Estado español.
Pese al extremo interés de este aspecto, la importancia de esta excelente monografía sobre la mencionada evolución histórica del nacionalismo, merece sobradamente una breve alusión a sus contenidos más relevantes. La obra aparece dividida en tres grades apartados que se concretan en sendas etapas de desarrollo del fenómeno estudiado. En la primera, que comprende desde finales del siglo XIX a las tres primeras décadas del XX, el nacionalismo se consolidó como movimiento de masas, se convirtió en alternativa ideológica al liberalismo y desestabilizó la política europea poniendo las bases del enfrentamiento de la I Guerra Mundial y, tras ella, la consiguiente creación de numerosas naciones, en su mayoría inestables por su complejidad étnica. Con el tiempo, esa impronta autoritaria, populista e intolerante, que se extendió a Latinoamérica, Asia y Africa, culminó en la fascistización del nacionalismo en tres países, Alemania, Italia y Japón, cuyas ambiciones imperialistas, marcadas por esa mentalidad expansiva, provocaron la catástrofe histórica de la II Guerra Mundial.
Probablemente el nacionalismo fue el factor de transformación y cambio más relevante de los siglos XIX y XX, por encima de los cambios económicos, la conflictividad social y la innovación científica y tecnológica
En la segunda etapa, a partir de 1945, el desprestigio del nacionalismo era patente, pero sólo en Europa, donde, con la vista puesta en erradicar la posibilidad de una vuelta a los enfrentamientos, se inició un proyecto histórico inédito de tipo transnacional, superador, por tanto, del asfixiante paradigma nacionalista, con el proceso de unificación europea. Mientras, la cuestión de la descolonización e independencia de los continentes africano y asiático colocó en el centro de la cuestión el tema nacional, por la propia dinámica de la creación de nuevos estados, con todas las insuficiencias y problemas que ello acarreaba, pero también por la extendida interpretación ideológica con que se le quiso dotar de fenómeno liberador a la lucha anticolonial y de independencia.
Por último, el libro recoge la reaparición de los etno-nacionalismos en Europa occidental, en especial en Irlanda del Norte, España y Bélgica, altamente divisivos pero comparativamente limitados en su capacidad de hacer daño, y en la Europa central y del este, con la vuelta de la balcanización y, junto a ello, las consecuencias de la descomposición de la Unión Soviética, disgregaciones que han vuelto a hacer presente una realidad que se creía históricamente superada.
Al final, a la vista de todo el panorama, Juan Pablo Fusi extrae dos conclusiones significativas sobre el nacionalismo. Primera, probablemente fue el factor de transformación y cambio más relevante de los siglos XIX y XX, por encima de los cambios económicos, la conflictividad social y la innovación científica y tecnológica. Segunda, que el nacionalismo, en toda su variada tipología, fue el origen de formidables enfrentamientos con consecuencias decisivas y, a menudo, devastadoras.