Juan Antonio González Fuentes
“
Nada me debe Soria, creo yo, y si algo me debiera, sería muy poco en proporción a lo que yo le debo: el haber aprendido en ella a sentir Castilla, que es la manera más directa y mejor de sentir a España” (Antonio Machado).
En su libro sobre
Antonio Machado, el poeta
Ángel González recuerda que la Soria a la que llegó el sevillano en el año 1907, para ejercer como profesor de lengua francesa en un instituto de segunda enseñanza, era la capital de provincia menos poblada de España, y sin duda, una de las más pobres y menos desarrolladas de todo el país.
Teniendo en cuenta estas circunstancias, no parecía en principio Soria un lugar muy propicio para desarrollar una evolución personal, poética y conceptual tan profunda y palpable como la que llevó a cabo don Antonio entre 1907 y 1912, periodo en el que el poeta, como de todos es sabido, vivió, enseñó y escribió en la pequeña capital castellana. Las razones concretas que lo llevaron a escoger ese destino profesional creo que nunca han sido aclaradas del todo, y quizá el asunto no tenga tampoco excesiva importancia. La casualidad, las luces y sombras administrativas..., evidentemente debieron jugar sus propias bazas en el desarrollo de la cuestión. Con todo, el protagonista daba al parecer una versión cuando menos curiosa, irónica y bastante creíble al respecto: “Yo tenía un recuerdo muy bello de Andalucía, donde pasé feliz mis años de infancia. Los
hermanos Quintero estrenaron entonces en Madrid
El genio alegre, y alguien me dijo: ‘Vaya usted a verla. En esa comedia está toda Andalucía’. Fui a ver
El genio alegre. Y me dije: ‘Si es esto de verdad Andalucía, prefiero Soria’. Y a Soria me fui”.
Fuera como fuese, la cuestión es que los datos históricos, a pesar de los muchos matices que siempre puedan plantearse en torno, no dejan mucho lugar a la duda. A Soria llegó Antonio Machado en 1907 pasada ya la treintena, soltero, y con dos libros de versos a sus espaldas, los dos construidos con una importante carga de elementos simbolistas y modernistas entre sus principales ingredientes. Y de Soria salió cinco años más tarde aproximándose ya a la cuarentena, viudo, y con un nuevo libro de versos bajo el brazo elaborado con conceptos e ideas muy distintas a las que podían rastrearse en las dos entregas anteriores.
Antonio Machado
Cuando el poeta recaló en Soria en 1907, lo hizo con la reciente segunda edición cerrada de su primer libro
Soledades (1903). Esta segunda edición (
Soledades, galerías y otros poemas) bien puede decirse que era prácticamente un libro nuevo, dadas las adiciones y supresiones que lo distancian y singularizan del anterior. Para Ángel González esta renovada edición es sin discusión posible una de las más importantes en la obra de Machado, y también en toda la poesía en español del siglo XX: culminación y aparente final de la poesía simbolista machadiana, una poesía concebida desde la luz neblinosa del interior personal y los sueños, ajena casi por completo a la contundencia de lo externo, sus paisajes y circunstancias.
Durante la estancia soriana el poeta redactó los poemas que conformaron su siguiente libro,
Campos de Castilla, páginas que aparecieron en papel coincidiendo con la muerte de su mujer y su consiguiente decisión de abandonar para siempre la ciudad.
Campos de Castilla, ya se ha dicho, está escrito con miradas y latidos distintos, con una actitud vital y unos conceptos poéticos muy diferentes a los precedentes. El Machado eminentemente lírico, ensoñado, esquivo ante la realidad llamémosla cotidiana e histórica, y al que
Rubén Darío calificó como “misterioso y silencioso”, fue dejando paulatinamente paso durante su vida en Soria a otro hombre, a otro poeta en principio ajeno al anterior. A un hombre y a un poeta mucho más categórico, más seguro de sus ideas y opiniones, más “político”, civil, comprometido y patriota, más fácilmente reactivo a los elementos externos y objetivos de la existencia y su entonces presente.
En gran medida fue el propio Machado quien subrayó en diferentes ocasiones y circunstancias el papel decisivo de las tierras de Soria en su proceso de evolución, y ya en 1917, año de aparición de sus primeras
Poesías completas, escribió por ejemplo que los cinco años en la ciudad del Duero orientaron sus ojos y su corazón hacia lo esencial castellano, señalando además que por aquel entonces su ideología era ya muy otra en comparación con la de los años que ofrecieron
Soledades.
Soy muy consciente de que todo lo dicho a lo largo de estos párrafos iniciales es bien conocido por la mayoría de quienes alguna vez se han acercado con interés a la vida y la obra de Antonio Machado, y sé también que al respecto se han escrito creciente número de estudios y comentarios. Mi intención hasta aquí ha sido sólo la de refrescar la memoria, la de resaltar convenientemente, una vez más, el antes y el después soriano del poeta Machado.
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NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.