Reseñas de libros/No ficción
Las relaciones entre España y Marruecos
Por Rogelio López Blanco, miércoles, 2 de noviembre de 2005
Las percepciones estereotipadas sobre el moro, sobre todo en su caracterización más negativa, la visión de que existe una incompatibilidad cultural casi absoluta entre el modo de vida español y el marroquí, la creencia de que se puede establecer una impermeabilización suficiente frente a las consecuencias de los procesos sociales, económicos y políticos que experimentan la sociedad magrebí, entre otros fenómenos, sólo conducen a mantener una perspectiva radicalmente equivocada y contraproducente de adónde pueden llegar las relaciones hispano-marroquíes.
Contra todo este despliegue de prejuicios, lugares comunes y desconocimiento, ha desarrollado su vasta labor como profesor, investigador y escritor el profesor Víctor Morales Lezcano. Y lo ha hecho desde aquí, desde esta orilla, para, fundamentalmente, aportar su contribución al conocimiento del Otro. Este es, por tanto, el principal fin, uno de los objetivos permanentes en su obra, del último libro en el que repasa las relaciones con nuestro vecino del sur en el marco de las relaciones internacionales de los dos últimos siglos. Fundamentalmente, sin dejar de lado otros países bien significados, con un tercer interlocutor principal que es Francia. Porque, efectivamente, el despliegue español en el norte de Africa, durante el siglo XIX y principios del XX, tuvo mucho que ver con la dinámica de la expansión colonial europea y las iniciativas de la que fue la principal potencia en la zona, la república vecina del norte.
Desgraciadamente, el autor no tuvo tiempo para recoger en este libro la conmoción de los atentados de 11-M, en el que desempeñaron un papel relevante terroristas de origen marroquí. Tampoco incide mucho en el ámbito de la recepción de inmigrantes magrebíes en España y los problemas de integración que ello supone. Pero lo significativo es que son dos lagunas, una involuntaria, que precisamente pueden ser afrontadas gracias a la perspectiva de conjunto que proporciona el autor.
El proceso que tiene lugar en Marruecos es, pues, muy sutil, frágil por la debilidad de los grupos medios, el enorme grado de injusticia social y la resistencia de parte de los sectores que se aferran a una situación de privilegio
Este siempre insiste en lo que por obvio no debe dejar de ser subrayado: la geografía. España tiene tres fronteras con Marruecos: la que corresponde a las regiones del sur de España, la de las islas Canarias y la que conforman conjuntamente Ceuta y Melilla. Una y otra vez hay que mirar el mapa. El otro elemento es el de la larga relación temporal. Marruecos es una entidad histórica que, adoptando distintas fórmulas políticas, tiene un pasado y una personalidad secular que debe ser tenida muy en cuenta a la hora de analizar el comportamiento y las reacciones de sus élites políticas y de su pueblo. Dentro de este proceso histórico, la independencia primero, con todo el lastre de los contenciosos que aún se arrastran, la tentativa de modernización económica, con los enormes problemas de injusticia social que hace aflorar y que son campo abonado para que fertilicen las prédicas del islamismo radical, el lento proceso de apertura política actual, que impacienta a la opinión occidental, son otras tantas cuestiones que deben ser tenidas en cuenta a la hora de valorar la situación de nuestro vecino y sus reacciones.
Como contrapeso a tantos problemas, el antiguo reino cherifiano tiene en la monarquía una institución muy sólida, tanto en su vertiente política, empujando hacia delante la reforma política y controlando el intervensionismo militar, como religiosa, capaz ésta de hacer frente al desarrollo de un islamismo cada vez más amenazante. Los sectores de la sociedad civil se multiplican, las organizaciones políticas y sindicales tienen un desarrollo notable, la prensa juega un papel relevante, los avances en la legislación sobre el estatuto de la mujer, elemento crucial, son muy esperanzadores. Pero todavía se mantiene la impronta del mecanismo administrativo-clientelar que, recordando vagamente al antiguo complejo del PRI mexicano y al sistema caciquil español, mientras proporciona los anclajes para el delicado equilibrio de una sociedad en transición a la modernidad, también constituye el corsé que impide el avance decidido de los elementos más modernizadores, produciendo esa impresión de estancamiento. El proceso que tiene lugar en Marruecos es, pues, muy sutil, frágil por la debilidad de los grupos medios, el enorme grado de injusticia social y la resistencia de parte de los sectores que se aferran a una situación de privilegio.
El reto es, por tanto, de enormes dimensiones y para visualizarlo en su proporción real y en su profundidad histórica es un requisito pasearse por este notable trabajo del profesor Víctor Morales Lezcano.