Director: Rogelio López Blanco      Editora: Dolores Sanahuja      Responsable TI: Vidal Vidal Garcia     
  • Novedades

    Wise Up Ghost, CD de Elvis Costello and The Roots (por Marion Cassabalian)
  • Cine

    Un profeta, película de Jacques Audiard (por Eva Pereiro López)
  • Sugerencias

  • Música

    Sleep Through the Static, CD de Jack Johnson (crítica de Marion Cassabalian)
  • Viajes

  • MundoDigital

    La creación de contenidos web en la era de la economía de la atención
  • Temas

    Los huérfanos de exilio (por Miguel Veyrat)
  • Blog

  • Creación

    El Incendiario, de Miguel Veyrat
  • Recomendar

    Su nombre Completo
    Direccción de correo del destinatario




    AUTOR
Mercedes del Amo, Marcos García Rey y Rafael Ortega (editores)

    GÉNERO
Recopilacón de artículos

    TÍTULO
El 11-M en la prensa árabe

    OTROS DATOS
Sevilla, 2004. 135 páginas. ¿?? EUROS

    EDITORIAL
Mergablum




Reseñas de libros/No ficción
Los atentados de Madrid en la opinión pública árabe
Por Rogelio López Blanco, lunes, 29 de noviembre de 2004
Este libro compuesto por más de tres decenas de artículos traducidos de la prensa árabe supone un esfuerzo encomiable para acercar a los lectores en español unas opiniones que, por lo general, quedan fuera de su alcance. No sólo se limita a dar a conocer la reacción de los medios escritos árabes ante lo ocurrido el 11-M, sino también permite el acceso a otras sensibilidades que resultan enriquecedoras por su pluralidad.
Antes de entrar en materia es de justicia agradecer el esfuerzo impagable de los editores y traductores. Su labor, que debe tener continuidad en el tiempo con apoyo institucional, además del interés del material que aportan al debate, resulta vital para el conocimiento del mundo musulmán, un ámbito que, según indica el tunecino experto en pensamiento político Rafik Abdessalam, se caracteriza “por la gran diversidad doctrinal, religiosa y étnica que existe”.

En lo que se refiere a los autores, casi todos periodistas, escritores o profesores, de Marruecos, Túnez, Egipto, Siria, Jordania, Kuwait e Iraq, una parte residente en Europa, aunque una mayoría condena con rotundidad el atentado de Atocha, no son pocos los que expresan una estima de fondo por los resultados del atentado. Para los españoles, desgraciadamente acostumbrado a los golpes del terrorismo nacionalistas vasco, a diferencia de quienes no han aprendido a percibir este tipo de sutilezas ni manifiestan sensibilidad alguna, no resulta difícil advertir las actitudes tibias, la doblez o la inversión de la lógica de quienes practican el ejercicio de la equidistancia o la justificación por el “contexto”, mientras fingen condenar las atrocidades esperando a ver las rentas políticas de los actos terroristas.
El escritor kuwaití Abdemuhsin Mohamed al Huseini denuncia la “falta de ética” y el “escaso sentimiento humanitario” (p. 98) de muchos intelectuales árabes ante el 11-M, cuando justifican la masacre por el apoyo del gobierno Aznar a la política norteamericana sobre Iraq

De todas formas, no hubiera hecho falta acudir a la experiencia española con el terrorismo. El escritor kuwaití Abdemuhsin Mohamed al Huseini denuncia la “falta de ética” y el “escaso sentimiento humanitario” (p. 98) de muchos intelectuales árabes ante el 11-M, cuando justifican la masacre por el apoyo del gobierno Aznar a la política norteamericana sobre Iraq. Y eso, justificar, no explicar, es lo que hacen un puñado de articulistas, aunque no sea de forma explícita sino a través del enfoque, mediante el recurso al análisis “estrictamente técnico” de lo acontecido a través de sus implicaciones políticas. Aquí los ecos del conflicto palestino, la inquina contra Israel, la ocupación de Iraq y las mentiras que rodearon el plan de la guerra cobran un protagonismo que margina completamente a las víctimas y que refleja la indiferencia moral de quienes consideran que “tampoco es razonable pensar que nadie vaya a pagar un precio por la agresión” (Tareq Musawira, p. 72).

No obstante estas posiciones, son más frecuentes las de rotunda condena y en este sentido hay que precisar que son los marroquíes quienes muestran intensamente una solidaridad sincera hacia las víctimas y su sufrimiento, un ejemplo de compasión y de cercanía entre los pueblos que mantiene muy viva la esperanza de comprensión humana por encima de todas las diferencias. Porque junto a todos esos análisis más o menos complejos, a menudo interesados en buscar justificaciones inaceptables o ventajas indignas, hay unos cuantos que son admirables por saltar las barreras idiosincráticas, las determinaciones religiosas, culturales o étnicas, y acercarse al común denominador humano. Es difícil encontrar, incluso en los artículos aparecidos en los países occidentales sobre el 11-M, una manifestación igual de sensibilidad humanitaria.
Dice Abdelhadi Abu Taleb: “Hacía falta un revés que sacara al pueblo español del estado de inconsciencia política en el que se encontraba” (p. 103)

Para la mayoría de los autores, está claro que los atentados supusieron un vuelco político que dio el triunfo al partido socialista cuando lo seguro era la victoria popular. La derrota está vinculada al atentado y al apoyo de Aznar a la administración Bush en su aventura en Iraq. Dice Abdelhadi Abu Taleb: “Hacía falta un revés que sacara al pueblo español del estado de inconsciencia política en el que se encontraba” (p. 103). Pocos se detienen en que no fue tanto el atentado en sí como la gestión de la crisis la que decantó los resultados. Muchos aluden a las mentiras, reflejando la influencia internacional de los medios de prensa que conforman el bloque de poder junto al partido socialista.

La mirada exterior permite afinar en que fue definitiva la catastrófica gestión de la crisis por el gobierno Aznar, que cayó en la tentación de aprovechar la verosímil autoría de ETA para asentar su mayoría absoluta, aunque, actuando con serias reservas mentales, no mintiera deliberadamente, al menos no como quienes inventaron terroristas suicidas y “situaciones de excepcionalidad”. El gobierno dejó la impresión de que había manipulado y esto fue aprovechado y desfigurado por las fuerzas de oposición política y mediática, que llevaban largo tiempo cultivando una campaña de demonización de la figura de Aznar y de su partido, asimilándolos al franquismo en una operación deformadora que traspasó las fronteras. Un profesor egipcio califica a Aznar de “ultraderechista” (p. 87). El miedo hizo el resto. Como señala el periodista jordano Yaser Abu Hilala, corresponsal de Al Yazira: “El mensaje ha sido captado por el elector español: la política de Aznar dependiente de Bush, trajo el terrorismo a España, y si en el poder hubiera estado otro, no habrían caído tantas víctimas”.

Otro elemento fundamental es la percepción de la retirada de las tropas por parte de Zapatero y su ruptura con la coalición internacional liderada por los angloamericanos. Prácticamente nadie se traga el señuelo de dar por válido el que fuera una promesa hecha con anterioridad al atentado. Apenas se concede importancia a algo que, una vez acaecida la masacre, lógicamente resultaba marginal. Para el palestino Omrabi, con la caída de Aznar en las elecciones, Al Qaeda “se ha convertido en el triunfador político” (p. 65). Yacer Abu Hilala titula significativamente su texto “Ben Laden, elector” (p. 69). Pero lo peor de la estólida actuación de Zapatero es que ha puesto a Europa a los pies de los caballos, dando a entender a los terroristas que su actividad tiene resultados políticos espectaculares. Un editorial del periódico Al Quds (Reino Unido) lo manifiesta paladinamente: “si la causa palestina continúa sin solución, Europa sufrirá las consecuencias negativas en su propia carne y en su seguridad. Es por ello por lo que Europa está llamada a desempeñar un mayor papel en frenar las políticas norteamericanas imprudentes y hacer entrar en razón a la Casa Blanca, en pro de su propia seguridad” (p. 100).

La impresión de conjunto no puede dejar de ser contradictoria, fruto de la pluralidad de puntos de vista y enfoques. Como se ha visto, a veces el choque con la realidad de algunos análisis es lacerante y otras conmovedor. Lo mejor es que cada lector acuda directamente a este libro necesario para formarse su propia opinión, verdaderamente vale la pena.
  • Suscribirse





    He leido el texto legal


  • Reseñas

    El fin de Eta, de Carmen Gurruchaga
  • Publicidad

  • Autores