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Barbara Comyns: <i>Y las cucharillas eran de Woolworths</i> (Alba, 2012)

Barbara Comyns: Y las cucharillas eran de Woolworths (Alba, 2012)

    TÍTULO
Y las cucharillas eran de Woolworths

    AUTOR
Barbara Comyns

    EDITORIAL
Alba, colección Rara Avis

    TRADUCCCION
Pilar Vázquez

    OTROS DATOS
ISBN 97884-84287872. Barcelona, 2012. 240 páginas. 20 €



Barbara Comyns (foto procedente de viragobooks.net)

Barbara Comyns (foto procedente de viragobooks.net)

Ana Matellanes García

Ana Matellanes García


Reseñas de libros/Ficción
Y las cucharillas eran de Woolworths, de Barbara Comyns (Alba, 2012)
Por Ana Matellanes García, martes, 2 de abril de 2013
En literatura, la historia de un matrimonio se puede abordar de muchas maneras. Bastan un par de personajes y un buen punto de vista. El Barbara Comyns (Birdford-on-Avon, 1907-1992), una (desconocida) escritora inglesa inédita hasta ahora en español, es el de retratar la relación de una pareja desde un punto de vista entre naïf y humorístico, pero sin escatimar momentos dramáticos. Casarse, de alguna forma, es pasar definitivamente a la vida adulta, y para los protagonistas de Y las cucharillas eran de Woolworths este recorrido no es sino un camino de sinsabores.

Una vez más, la editorial barcelonesa Alba vuelve a traernos una nueva y deliciosa rareza para su colección Rara Avis, una novela que se lee en un suspiro y que sorprende por su frescura a pesar de que hayan pasado más de sesenta años desde su primera publicación.

Y las cucharillas eran de Woolworths (1950) narra la historia de Sophia y Charles, dos jóvenes veinteañeros  que se conocen en un tren y deciden casarse.  Son atolondrados, inocentes, optimistas y creen en el amor, pero poco a poco, con el día a día de la convivencia, se darán cuenta de que el matrimonio no trae más que límites y sinsabores. Barbara Comyns, una escritora que para el editor Luis Magrinyá tiene un perfil “muy Alba”,  sitúa su historia en el Londres bohemio de los años 30, en plena Gran Depresión, lo que acerca las penurias de los personajes a la realidad actual de crisis que vivimos en España y el resto de Europa. La historia de Sophia y Charles es la de un matrimonio que no empieza precisamente con buen pie su vida en común: no encuentran trabajo, les es muy difícil llegar a final de mes y pagar el alquiler y las facturas… Y encima son artistas.

El fin de ese matrimonio que tiene como único soporte la inexperiencia de sus protagonistas y un amor naïf llega con el primer hijo, Sandro, momento en el que la actitud de Charles, inmaduro y egoísta, muestra el crecimiento personal desigual de los dos personajes y quita la venda a la sufrida Sophia.

Un cuento de hadas perverso

Barbara Comyns construye Y las cucharillas eran de Woolworths  en forma de cuento de hadas, lo que consigue mediante la construcción de los personajes (en la historia hay brujas en forma de suegra, hadas madrinas en forma de herencia y ogros representados por la pobreza) y el peculiar tono de la novela. Este se basa en su toque optimista y despreocupado, un tono coherente con el propio espíritu de la protagonista quien, pese a las desgracias y dificultades, es capaz de contar su historia trasmitiendo la felicidad que sintió en esos momentos. Surge en el lector la duda de si la ignorancia es lo que permitía ser feliz a la Sophia joven e inexperta, que no podía enfrentarse de otra manera a su realidad, lo que se confirma en la actitud de la Sophia narradora, más experimentada y, en cierta medida, estoica.

Ese tono también se sustenta en la búsqueda sutil de la confidencia. La historia comienza en el momento presente de la protagonista, quien tras contarle a una amiga su historia, se dispone a ofrecer al lector, en el mismo tono de confidencia que ha mantenido con su interlocutora, el relato de su vida en común con Charles y las vicisitudes que ha tenido que travesar durante su matrimonio. Ese tono de “tú a tú” lo moldea Barbara Comyns a su antojo, jugando incluso a interpelar al lector a través de su personaje-narrador como, por ejemplo, en el capítulo IX, cuando interrumpe la narración y explica de manera irónica: “Aunque ya he llegado al capítulo nueve, este libro no parece crecer mucho. Creo que parte se debe a que no hay diálogos”(pág. 57).

En las novelas también existe la “dramedia”

La novela, pese a sus momentos de humor, recoge la historia de una serie de decepciones. La historia de Sophia y Charles parece que tendrá una cierta narración humorística por el componente atolondrado de sus personajes, pero el lector, una vez que asiste a la sucesión de momentos dramáticos (enfermedades, penurias económicas, abortos…), se da cuenta del que la novela es algo muy distinto a lo que parece. Por ello, podemos entender que Y las cucharillas eran de Woolworths es una especie de “dramedia”, al modo de muchas series de televisión actuales que combinan drama y comedia.

En este sentido, esas decepciones que relata la narradora-protagonista se resumen de manera certera en el propio título de la novela. Hay una idea que recorre la historia de Sophia; su matrimonio fue algo parecido a las cucharillas a las que hace referencia el título: como los almacenes Woolworths, que prometían más de lo que realmente eran, el matrimonio de Sophia es algo con lo que tendrá que conformarse, ya que ella quería unas cucharillas de plata para su ajuar y finalmente tuvo conformarse con unas cucharillas de grandes almacenes.

Pobreza y felicidad

Otro de los temas principales, además del matrimonio, es la pobreza en todas sus manifestaciones. Sophia relata de una manera despreocupada toda una serie de desgracias inherentes a la falta de dinero. Se trata de una novela de “economía de subsistencia”, donde sus personajes se enfrentan a facturas, cortes de luz y gas, frío, mudanzas y comidas escasas. El mundo de Sophia y Charles es por desgracia patente para muchos en nuestros días, donde gestos como caminar de un punto a otro de la ciudad porque no se tiene dinero para pagar el autobús, como le sucede a la protagonista, es cada vez menos infrecuente gracias a las políticas hacia el transporte público de nuestros gobernantes actuales.

Pese a ello, la narración en primera persona del personaje de Sophia, quien pese a las decepciones y desgracias no deja de mantener un aire optimista, impregna la novela, convirtiendola en una curiosa y brillante narración capaz de mezclar en la misma coctelera desgracias y felicidad, dando lugar a una novela fresca y luminosa que te deja una sensación entre agridulce y divertida. Una muy recomendable rareza.

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