Tindersticks: "Hungry Saw" en versón
acústica (vídeo colgado en YouTube por
tindersticksofficial)Tindersticks es de estas
bandas que tiene un color propio, un estilo reconocible entre mil, una
personalidad que se imprime incluso en las carátulas de sus discos y en las
fotos que las ilustran. Se trata de un estilo simple pero profundo; melancólico,
casi triste, pero no oscuro; romántico pero no cutre... También son un montón de
detalles cuidados al máximo, desde la pagina web hasta los cortometrajes,
pasando por los dibujos; todo un producto concebido con precisión y llevado con
madurez... como un gran trabajo de orfebre musical.
El peculiar estilo
de esta banda inglesa de Nottingham reside en gran parte en la voz y el
protagonismo de su cantante,
Stuart A. Staples. Su timbre grave y puro
estremece. Su ligero acento le agrega un toque misterioso a su lenta forma de
modular, que produce hasta suspense. Consciente de su carisma,
Staples
juega con la mirada, cuida su elegancia y posa en blanco y negro con el
cigarrillo siempre en la boca...
Pero
Tindersticks no es solo un
hombre. También son seis grandes músicos que sostienen cada nota con delicadeza
y mucho respeto. Los miembros del grupo que acompañan a
Staples cuando
éste graba el primer
single, “Patchwork”, son
David Boulter
(teclado y piano),
Dickon Hinchcliffe (violín, guitarra y voces),
Neil
Fraser (guitarra),
Mark Colwill (bajo) y
Al Macaulay (batería
y percusiones). Todos estos artistas comparten entonces la finura y la gracia de
su líder, transmitiendo a sus instrumentos la extrema sensibilidad que
caracteriza a esta banda, sin caer nunca en la facilidad o en la
superficialidad.
Estos elementos explican por qué su primer disco, que
sale en 1993 y lleva por título
Tindersticks, es elegido mejor disco del
año por varias revistas inglesas y pega muy fuerte en el corazón y los oídos de
muchos melómanos. La originalidad y la seriedad de este grupo contrastan
entonces con el ligero pop eléctrico que se empieza a escuchar por los rincones
de las radios y de las discográficas. Por fin aparece un trabajo rotundo,
fuerte, potente, sin fallos. El segundo álbum, también llamado
Tindersticks, se estrena dos años después y obtiene el mismo éxito. Los
fans ya son numerosos y siguen hipnotizados por la magia de esta formación a la
vez tan peculiar y tan formal.
Tindersticks rima por un lado con
prudencia, mesura y discreción. Por el otro lado, afloran la seducción, la
sensualidad y la emotividad.
Tindersticks: presentación del CD Falling Down the
Mountain (vídeo colgado en YouTube por 4ADRecords)Después de
dos bandas originales, un álbum en vivo (
The Bloomsbury Theatre) y un
excelente último disco en estudio (
Curtains), la banda decide poner fin a
sus cinco años de vida musical en común.
Staples se refugia en un pequeño
pueblo en Francia y crea su propio estudio bautizado
Le chien chanceux
(El perro con suerte). Durante años, el artista compone y se divierte en
silencio hasta que, en 2008, dos de sus antiguos colaboradores (
Fraser y
Boulter) lo alcanzan en el país galo y lo convencen para sacar un disco.
Cuentan que ocho días más tarde salía
The Hungry Saw.
Tindersticks
había resucitado con
uno de sus mejores álbumes.
A pesar de los
rumores que dicen que la banda piensa tomarse otra larga pausa,
Tindersticks sorprende a sus fans dos años más tarde con un último álbum
titulado
Falling Down a Mountain. El grupo sigue teniendo este color que
evoca su nombre al pronunciarlo y la voz de
Staples provoca los mismos
discretos escalofríos de siempre. Sin embargo, el disco no es tan bueno como los
anteriores.
Desde la introducción del primer tema, “
Falling
Down a Mountain”, con su trompeta (
Terry Edwards) y
su
melodica
(
Staples), se nota un cambio; como una especie de distancia con este tono
melancólico que les era tan propio. El cuarto tema, “
Peanuts”,
parece casi un chiste. El cantante, acompañado por la linda voz de
Mary
Margaret O’Hara, se aleja de las letras tan poéticas y rebuscadas que tanto
pegaban con la imagen de la banda y descredita un poco de esta manera a la parte
instrumental, a pesar del original
fliscorno
(
flugelhorn)
de
Edwards. La melodía resulta simplona y poco atractiva y se
corta el impulso que ya había costado un poco tomar. El séptimo tema, “Black
Smoke” (ver vídeo más abajo), tampoco tiene mucha fuerza a pesar de una guitarra
eléctrica interesante (
Neil Fraser y
David Kitt).
Los coros no tienen mucho que ver con la personalidad de la banda y decepcionan
una vez más.
Lamentablemente, la mayor parte de las canciones, como
“
Harmony
Around my Table”, “
She
Rode me Down” (con la bonita flauta de
Joanne
Fraser), “
Hubbards
Hills” (con el violonchelo de
Andy Nice) y
“
No
Place so Alone”, se quedan allí, rozando la genialidad
pero sin alcanzar nunca a las joyas que conocemos de
Tinderticks.
Menos mal que
Falling Down a Mountain cuenta también con tres
pequeñas perlas como “
Keep
you Beautiful”, “
Factory
Girls” y “
Piano
Music”, que nos reconcilian con esta banda de la que
exigimos tanto, acostumbrados a un producto casi perfecto.
A pesar de
los buenos músicos que se juntaron para el proyecto y la gran originalidad de la
mayoría de las canciones, este último trabajo no está a la altura de la
reputación de este grupo que tanto nos conmovió en el pasado.
Tindersticks: "Black Smoke" (vídeo colgado en YouTube
por 4ADRecords)