Oración
Seguir viéndote en mí
aunque ya seas lejana:
es lo que le pido a mi locura.
Que olvide con quien vas y quien te ama
que no pregunte más
por qué reías ni por quién callabas.
Que no implore más citas
ni más promesas falsas.
A cambio a ti te pido
que sigas fecundando la distancia
que llenes el abismo
inevitable y fiel que nos separa.
No me des, pues no quieres,
tu amor agraz como las uvas altas
mas no espantes las palomas de mis sueños
si cada noche vuelan a tu casa.
Paseo por el Balast
El Balast es un mundo
que sólo existe desde que me miras,
Se abre a tu sonrisa
como un deslumbrante paraíso.
Nos reciben sus bosques
frondosos e irreales
como los verdes recuerdos de mi infancia.
Si la borrasca
se cierne por sus prados,
y gimen los arroyos,
sus lágrimas de lluvia
descubro que al instante
se agotarán tus besos.
Si estallan primaveras por todos sus rincones
y el tiempo viaja sólo a la belleza
y el pasado se viste
de bosque floreciente
es porque de tus labios
nacerá un sol de besos.
Y es que el Balast regala
más veloz que la luz de la evidencia
sus frutos abundantes
antes que tu palabra
anide en mis deseos.
Llegué, vi, huí
Tu corazón, tan sobrio y solitario
como un fuerte abandonado en la atalaya,
que baila solo con la leve armonía de los vientos,
estalló en sonidos estridentes.
Subí por las escalas a tu almena
y la halagadora multitud que dormitaba
se tornó una jauría
de rabiosos perros fugitivos.
Tú gritabas
pero nadie respondió al SOS de tu rebeldía.
Reclamabas un soldado
entre el ejército que consumía tu granero;
pedías brazos para tu suave manifiesto
contra el amor entendido como ancla
y sólo hallabas sanguijuelas de afectos.
Yo no estuve a la altura de tu guerra.
Llegué vi y huí.
En el barco de nubes que partió de tu fuerte
estabas sola.
El avaro
El invierno lanzó su OPA hostil,
arrugando mi rostro;
cayó en picado el poder adquisitivo de mis besos
y cada cita a un 906
me cuesta un ojo de la cara
Mi destino es amarte
como si fueras la única mujer del universo,
como si el tiempo se humillase a mis instintos,
como si entre tus labios y los míos
no existiera distancia.
Sé que soy anacrónico:
no apuesto en cada instante por el valor en alza,
ni practico la ingeniería afectiva,
ni sé pagar con promesas de plástico,
ni extraigo amores del cajero automático.
Soy un avaro antiguo:
conservo y acreciento debajo de la losa
monedas con tu imagen
sin quererme enterar de que están caducadas.
11S
Podría haber sido peor.
Imagínate que, después de haber destruido
las dos torres gemelas
que vallan el acceso a tu jardín,
entro con tanques al palacio de la moneda
de tu corazón,
bombardeo tu dormitorio oval,
asesino a los tuyos,
pongo mi nombre en tu cuenta corriente,
me declaro el dueño de tus besos
e impongo en el gobierno de tu casa
a un mayordomo narigudo
para que vaya cortando las flores
de las tumbas.
Imagínate así, posando en las revistas,
enlazado a tu talle.
Podría haber sido peor para los dos.
Imagínate que después
a mí, José Kissinger Laden,
me dan el Nobel del Amor
e imparto conferencias sobre besos
cuando hay restos de sangre en mi trastienda.
Podría haber un triunfo peor que mi derrota:
imagínate un once de septiembre en Chile
como fecha y lugar de nuestro enlace,
brindando con la chispa de la muerte.
Nuestro amor va bien
“Nuestro amor va bien
pero requiere una reconversión
para ser competitivo.
He de liberalizar mis besos,
y sacarlos al mercado bursátil:
un jeque petrolero
me ha ofrecido invertir
una de sus mil noches”.
-me dejaste escrito en la mesa
que el banco me embargó meses más tarde.
Traté de sobrevivir
vendiendo versos y promesas
pero mis antiguas amantes
preferían “chatear” con rubios extranjeros
besando el dócil monitor.
Pronto vino el impago y el desahucio
y por último el frío
y el colchón de papel de los sin lecho.
Mientras tus estaciones de servicio
venden afectos a precios astronómicos
con plomo en las caricias y palabras polutas.
Un día se cruzó tu limosina
con mi carro de escombros,
(empapelado aún con tu antiguo retrato)
generosa paraste un momento,
añorando, quizás los tiempos de escasez
en los que un beso nos daba media vida.
Yo te pasé la gorra y echaste en ella
un contrato-basura.
Desde entonces reparto como loco
pizzas a diestro y a siniestro
por una mirada tuya al mes.
¡Y yo que en el amor quise ser funcionario!
El amor entra en bolsa
Sonia S.L. sube su cotización, sus caricias arrasan los mercados. Yo saco mis delirios de Cristina S.A., los invierto en Sonia S.L. y añado trescientas horas de insomnio y de anhelo. Pero un joven empresario lanza una OPA hostil, la acapara, se blinda en su lecho y me arruina.
Hipoteco mi casa y mi sonrisa, recurro a los amigos pero Cristina S.A., absorbida por un banquero, ha multiplicado su capital y no puedo aspirar ni a una acción de recuerdo.
Leticia S.L. cotiza en bolsa neoyorkina, pero compro acciones de Carmiña que ahora está por los suelos. Y cada noche, cada instante, voy con mis sueños de un lado para otro. A las once invierto en Anaís & Cía. Al cierre lo traspaso todo a Mónica & Company, y, a un lunes negro sucede un martes trágico. Ordeno a mis agentes que recojan activos y sólo acopio sonrisas de ironía. ¡Cómo añoro nuestro amor –yo diría eterno- cuya cotización se mantuvo estable más de una semana, hasta que te me declaraste… en quiebra!
Okupas del korazón
Te había construido un templo
en la más hermosa zona de mi corazón
pero jamás quisiste entrar en él.
Cada mañana renovaba los cirios,
extendía la alfombra con tu nombre,
rezaba ante el sagrario con tu foto
y tomaba pan ácimo creyéndolo tu cuerpo.
Una noche llegaron
tres venerables peregrinas:
hábitos minifalderos,
de una orden de novicias desnudables).
-Queremos “pornoctar”
vamos sólo de paso.
Les abrí, viridiano, la cancela,
y con restos de besos olvidables,
logramos preparar una cena caliente.
-Entrad en el cuarto de invitadas,
no profanéis su templo:
yo soy monoteísta.
Les dije arrodillado ante tu imagen.
El alba nos durmió y al día siguiente,
encontré forzada tu cancela,
corrí al altar y frente al cáliz,
tres capillas labradas con tochos de negro instinto
albergaban a las tres ex peregrinas
He llamado a los geos,
disparo cada día cien versos lacrimógenos,
no hay manera de espantar sus estatuas.
Amor virtual
Poco después de la catástrofe,
en la Unidad de Afectos Intensivos,
me implantaron un módem
(que transforma las ondas de mi angustia
en caricias y besos virtuales)
con el que irrumpo cada noche en tu “bedsite”.
Por él extraigo de tu papelera
recuerdos desahuciados,
y mi memoria Ram se ha llenado de besos
y escenas amorosas con la fecha trucada.
Te amo en mi monitor, mi vida es la pantalla
que se burla del tiempo y del espacio.
Y envío a trabajar un robot con mi nombre
mientras viajamos por el cibertiempo
gozando de la historia que programa mi anhelo:
desde la caza de bisontes del Balast
hasta la siesta en el rascacielos selenita,
todo está en los disquetes de mis sueños.
No hay capricho rebelde a mi sofware.
Por toda la infovía
se escuchan nuestros besos virtuales
y los internautas solitarios
nos reservan sus páginas-hoteles
en nuestro viaje a Venus
y el fin del mundo llega
cuando los enfermeros
me cortan la corriente
y el monitor
se apaga.
Mi viaje y tu viaje
Cuando el futuro desembocó en pasado
y la autopista se convirtió en vereda
con chopos, fuentes y zorzales;
cuando en cada posada del camino
te encontrabas con una vieja vida tuya;
cuando la vista, el olfato y el oído,
el gusto, el tacto eran todo uno.
Cuando el sueño y la vigilia se fundieron
y todos peregrinábamos
por nuestros antiguos imperios,
pregunté a un ángel
por nuestro antiguo reino en el Balast.
Él señaló a los cielos
y las frías estrellas dibujaban
tu esquela mortuoria;
más que la pena, el misterio me envolvió;
caminé muchos años hasta aquella galaxia
que destellaba la luz marina de tus ojos
y encontré nuestro mundo, sus ríos y desiertos,
pero tú habías salido
y aunque todos los árboles
imitaban el adiós de tus brazos
y las aguas lloraban con tu voz,
me propuse esperar a que volvieras.
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Nota de la Redacción: agradecemos a Ediciones Carena su gentileza por permitir la publicación de esta selección de poemas que forman parte del libro de José Membrive, Besos.com.