José Membrive http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?author_id=182 martes, 3 de diciembre de 2024 ojosdepapel.com http://www.ojosdepapel.com/App_Themes/logo_ojosdepapel.jpg Revista digital Ojos de papel http://www.ojosdepapel.com Información facilitada por www.ojosdepapel.com es Copyleft 2007, www.ojosdepapel.com Rogelio López Blanco web@ojosdepapel.com José Membrive <![CDATA[El juego social. Moral o conveniencia, de Muakuku Rondo Igambo: Cómo salvaguardar el equilibrio entre interés social e individual]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1459

José Membrive

José Membrive

La literatura es una dimensión humana situada a media distancia entre lo terrenal y lo espiritual. Los diversos géneros se mueven entre estos dos ámbitos equilibradamente: si en algún momento los sueños nos privan de la perspectiva real y humana, la obra se resiente, al igual que ocurre cuando el árbol del hiper-realismo no nos deja ver el bosque de los sueños, de las ideas, del sentido de la vida.

 

El ensayo es justamente el género en el que la práctica y la teoría han de convivir armónicamente, el género más didáctico, el que más directamente puede incidir en la vida, en la economía, pero también en los sentimientos humanos.

 

Muakuku Rondo Igambo es uno de los ensayistas más perspicaces y pertinaces que conozco. Su literatura no solo está ligada al compás del tiempo histórico, sino al compás de su propia existencia. Sus libros son el producto de este otro ensayo permanente que se llama vida, y están macerados en ese laboratorio rico, que ha configurado su trayectoria.

 


Muakuku Rondo Igambo

Muakuku nació en Punta Mbonda. Bata. (Guinea Ecuatorial). Se lincenció en economía por la Universidad Complutense de Madrid. Máster en Cooperación y Desarrollo, en Derecho Tributario y en Relaciones Laborales. Ha sido profesor en diversos organismos de prestigio como la UNED.

 

Pero Muakuku no es un economista al uso, sus obras, sus teorías siempre tratan de armonizar lo económico y lo social, para él, al contrario que para muchos otros economistas, esta ciencia está sometida siempre a las leyes del bienestar social. No cultiva una teoría que concibe la economía como una ciencia independiente a cuyas leyes han de someterse quienes quieran medrar. Para él la economía no es un campo de batalla, una lucha permanente entre grupos, sino una ciencia al servicio del bienestar general.

 

Tampoco cae en utopías igualitaristas en el que el padre Estado reparte entre sus pequeños la proporción racionalizada del producto general. La economía forma parte de la vida, de la política, del empuje, de la justicia. Y en esta dirección se enfocan la inmensa mayoría de los ensayos de este gran teórico.
 

Obras anteriores como: Pobreza, desarrollo y globalización en el sur del sur, Conflictos étnicos y gobernabilidad: Guinea Ecuatorial, Crisis y Capitalismo en el tercer mundo o África Subsahariana y occidente: historia de una dependencia…, etc. muestran el doble carácter social y económico de su enfoque.



Muakuku Rondo Igambo: El juego social. Moral o conveniencia (Ediciones Carena, 2013)

 

Pero tal vez lo que más llame la atención es que este escritor sale de las trincheras de la teoría y se convierte en activador de los procesos económicos que él mismo teoriza. De ahí su creciente credibilidad como teórico. Sus soluciones están muy ligadas a la dinámica del momento y esto las dota de una gran fortaleza.

 

En esta línea discurre su penúltimo ensayo: El Juego Social. Moral o conveniencia. La interrelación entre economía y organización social es el objeto de este ensayo publicado por Ediciones Carena en el  que la oposición aparente o real entre interés general y el individual, entre la moral social y las necesidades humanas, constituye uno de los puntos de mayor interés.

 

Esta obra nos enseña a compatibilizar producción de bienes materiales con la justicia social. El bienestar de una sociedad no radica en producir muchos bienes si carece de justicia equitativa. Por otra parte, individualmente, estamos obligados a desarrollar la sociabilidad. Conjugar la autenticidad de cada uno, sus cualidades, su educación, sus aspiraciones, con las necesidades sociales, conseguir un entrelazamiento entre valores individuales y colectivos, establecer un equilibrio entre moral y conveniencia, entre libertad y servicio, entre el precio y el valor, corregir desigualdades, establecer canales que integren las justas reivindicaciones tendentes a reforzar las estructuras sociales, activar mecanismos que subsanen las injusticias, conjugar los deberes para con la sociedad con la independencia individual, integrar la producción de bienes en las nuevas formas de relacionarse, de concebir la convivencia, adaptarse a la nueva explosión de las redes sociales, conseguir una sociedad en cuyo gobierno puedan participar los ciudadanos con mucha más nitidez que las condiciones establecidas hasta ahora, fortalecer la democracia participativa… son algunos de los puntos de reflexión abiertos en este necesario ensayo.

 

Un libro imprescindible para quienes aspiren a construir una sociedad justa, equilibrada, que respete la pluralidad, pero que unifique los objetivos sociales.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Friday,19 abr 2013 20:31:27 GTM
<![CDATA[Luis Anguita Juega como fenómeno extraliterario. Un autor en busca de la esperanza]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1458

José Membrive

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Día 5 de abril de 2013. La Coruña. El acto de presentación de Donde está tu destino, que ha reunido a más de trescientas personas, ha durado una hora, pero la firma de libros se ha demorado tanto que Luis Anguita Juega ha tenido que acabarla sentado en un banco, frente al Auditorio de la Caixa de Galicia. Es un fenómeno de masas. Siempre habrá un lugar para soñar, su libro anterior, ha sido el más vendido de la temporada pasada en Ediciones Carena. Pero sus lectores le profesan una especie de veneración personal que va más allá de los parámetros literarios y que están convirtiendo a Luis en una especie de fenómeno de masas virtuales.

 

Durante la presentación me he preguntado por las causas de este éxito que trasciende a lo literario. Luis, fiscal de La Coruña, comenzó a escribir a los 48 años, sin ninguna pretensión literaria, ni experiencia anterior. Simplemente le gustó un libro que leyó y se propuso un reto: escribir una historia en la que la amistad y solidaridad diese sentido a la vida de unos protagonistas anónimos.

 

El proyecto se convirtió en una trilogía de vidas entrelazadas, de sueños, obstáculos, búsquedas, esfuerzo y esperanza.

 

Pero el “fenómeno Anguita” radica en causas no exclusivamente literarias y que cifraría en cinco:

 

1.      La autenticidad. No he visto autor que se vierta en su literatura tan plena y nítidamente. El texto mana de tal manera que el lenguaje parece invisible. Da la sensación de que, en lugar de palabras, son los retazos del alma del autor los que impregnan sus páginas.

 

2.      Cercanía. El autor está incardinado en el pálpito de la vida cotidiana, está comprometido en el quehacer diario y eso se nota en su literatura. Sus personajes podrían ser cualquiera de sus lectores o de sus seres próximos, se enfrentan a problemas habituales, en unas circunstancias muy parecidas a las de cualquier persona.

 

3.      Rebeldía. Los protagonistas se niegan a ser seres pasivos, movidos al compás de la vida y de las circunstancias. Nada de engranajes sociales. La rebeldía de los protagonistas es humilde pero profunda y apunta a la meta más cotidianamente excelsa que cualquiera se puede plantear: ser uno mismo. De forma pacífica, pero inapelable; no dejarse llevar por las promesas del superficial economicismo imperante. Es así como encuentran su realización personal.

 

4.      La literatura como emanación de profundos valores humanos. El esfuerzo, la valentía, la honradez con uno mismo permiten vencer la aplastante dinámica social que tiende a crear masas sociales amorfas. Podría decirse que, indirectamente, sin proponérselo, Luis Anguita está contribuyendo a escribir algunos versículos de la nueva biblia humana, una biblia cotidiana, pero necesaria, ante la carencia de puntos de referencia éticos, morales, lúdicos y vivenciales por parte de dirigentes, intelectuales e instituciones. Los puntos de referencia se encuentran en la parte más profunda del corazón de cada cual. Y este consejo clásico, pero olvidado, de conocerse a uno mismo, revive, sin proponérselo, en cada uno de los personajes.

 

5.      Confianza absoluta en el género humano. Al final quien se concibe a sí mismo como humano, acaba encontrando humanidad. Los personajes crean armonía porque creen en ella, porque la buscan, porque la generan. Creen en sí mismos, como individuos y eso les otorga poder para crear un tipo de relaciones sociales surgidas a medida de su humanidad interna.


Resumiendo, en los tiempos que corren, no muy venturosos para la sociedad, cuando la negatividad se cierne en tantos aspectos sociales, la literatura de Luis Anguita surge como antídoto, como generadora de esperanzas, como fortalecedora de la confianza, como generadora de otra dinámica social más solidaria, más amistosa, más comprometida. Su literatura debería ser prescrita como píldora de amor, de literatura, de esperanza por quienes tienen algún amigo o pariente que no pase por buenos momentos anímicos, pero también como fortalecedora de quienes sí creen en otro tipo de relaciones más humanas, más “anguitistas”.


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Thursday,11 abr 2013 19:30:0 GTM
<![CDATA[La obra Cerrando el círculo, de José Luis Villar nos propone un regreso al humanismo pleno]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1457

José Membrive

José Membrive

Como muy ilustrativamente declara el ministro Wert, el alumno no ha de estudiar lo que le gusta, sino lo que demanda el mercado, ¿quién se ha creído ser algo más que una tuerca del sistema? Su proyecto de “españolizar” la enseñanza, no es menos penoso que el del mantenimiento de la “catalanización”, esgrimido por Mas. Ambos conciben que el alumno es, ante todo, un engranaje que ha de ser pulido, al margen de su vocación y/ o de sus intereses, al servicio de los respectivos aparatos ideológicos, con lo que la escuela se transforma en un semillero de nacionalismos y antinacionalismos, alejado de la mejor solución para la superación de los conflictos absurdos y artificiales: el humanismo. Lo preocupante es que ambos, semianalfabetos en cuanto a temas académicos, tienen el poder real y apoyo de sus partidos para incidir dañinamente en el sistema.

 

En estas reflexiones me debatía cuando la novela Cerrando el círculo (Ediciones Carena) de José Luis Villar, ha caído en mis manos, para mostrarme el camino de la esperanza. Se trata de una obra ambientada en el siglo III pero, en realidad, aplicable a todos los tiempos, especialmente al nuestro.


José Luis Villar viene a ser como el antídoto del “masismo-wertianismo” que ataca no ya solo al sistema de enseñanza, sino al concepto mismo de la persona, al reducirla a un mero apéndice de sus ambiciones tribales.

 

Si el aula se convierte en un árido erial, de programaciones y contraprogramaciones dictadas por la mediocridad y los intereses partidistas, puede ocurrir lo que ya está sucediendo: que fracasen los alumnos más lúcidos, los menos dispuestos a dejarse envilecer por el contenido falaz y gregario de cuanto se ofrece como “ciencia”.

 

Algo parecido  acontece ya con parte de los superdotados.




José Luis Villar: Cerrando el círculo (Ediciones Carena, 2012)

Como antiguo profesor, nunca he tenido claro que el abandono del sistema por parte del alumnado esté relacionado con la falta de inteligencia o preparación de los chavales, sino, más bien, con el deterioro del propio aparato.

 

Hace unos días, un amigo bancario aseguraba que gran parte de la responsabilidad corruptora de este país, radica en las sofisticadas escuelas de formación de directivos de empresa, cuyos manuales rinden culto al beneficio máximo, a costa de la eliminación de toda consideración ética.

 

Pues bien, los valores humanos que se ningunean en la programación y, sobre todo, en la concepción de la enseñanza, están siendo potenciados en estos tiempos por la mejor literatura.

 

El gran escritor José Luis Villar tal vez nunca se haya dado cuenta, pero sus obras (y esta es la cuarta) están destinadas a dispensar lo que las instituciones escolares deniegan: el alimento para el espíritu humano. No es un literato al uso, sino un buceador en el misterio de la sabiduría. Es de Jaén, pero podría haber nacido en Nairobi. Vive en la actualidad, pero también, como Thiara, la protagonista de Cerrando el círculo, podría haberlo hecho en el siglo III después de Cristo.

 

Más que un literato, más que un creador, es un recreador, un indagador de la nueva alianza entre espíritu y vida. Sus tres primeros libros (Mensaje desde el silencio, La voz del alma y El sendero del corazón), son atemporales, no tienen más argumento que el situarse ante el propio espejo interior y dejar que el espíritu susurre sus piropos al mundo. Los místicos de antes huían del mundanal ruido, los de ahora, se entregan a él, lo subliman, lo dignifican, lo transforman. La nueva espiritualidad encarnada por José Luis y otros autores (in)surgentes no es evasiva, su paraíso está por construir aquí, primero, en el alma de cada cual y, después, en la sociedad.

 

Cerrando el círculo, su primera obra de ficción, narra la vida de Thiara, concebida como un viaje permanentemente iniciático, en el que la superación es sinónimo de plenitud. No es una novela al uso, se ambienta en el pasado, pero su prisma está en el futuro. Al contrario que Milton, apunta hacia un  Edén paraíso por reencontrar, un nirvana paraíso que tiene mucho más que ver con la luz del porvenir que con la felicidad pasada.

 

El entramado de su relato es sencillo, no busca sorprender al lector, ni entretenerlo, aunque lo consiga: se trata pura y simplemente de la historia de un deseo de superación, una obra que puede ser útil como breviario para aquellos que quieran iniciar una búsqueda de su propia espiritualidad, sin los graves condicionamientos históricos que endurecen, en muchos casos, las costras de las religiones oficiales.

 

Cualquier página es ilustrativa, cualquier párrafo puede constituir un versículo útil, generoso, pleno de sentido. Estamos ante un libro transcendente, solemne y sencillamente humano. Simplemente un aula luminosa, al alcance de todo el mundo. Para cuando la infamia haya convertido el sistema de enseñanza en un espacio para la deshabilitación humana, siempre habrá creadores, como José Luis Villar, a quienes recurrir, en el afán de desentrañar la cuestión que más íntimamente nos ha de preocupar, es decir, encontrar sentido a la existencia.


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Tuesday,12 mar 2013 13:50:16 GTM
<![CDATA[Ediciones Carena se presenta en el País Vasco]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1456 José Membrive

José Membrive

Arropado por tres de sus autores que mayor “savia cultural” podrían ofrecer al País Vasco, como editor de Ediciones Carena presenté en Bilbao Dos coronas para una dama de Agustín Hurtado, Es mi hija de Francisco Cárdenas y también el libro de Carlos González Vallés, Gandhi, una alternativa a la violencia. “Solo la aplicación del prisma cultural a la dinámica social, puede restañar las heridas abiertas por otros enfoques más superficiales como el político o el meramente economicista, pues estos privan a la sociedad de una visión más amplia de sí misma”.

 

Abrí el acto expresando mi convicción de que, frente a tanto desconcierto político e ideológico, había llegado el momento de dejar hablar a la cultura. “Tanto en nuestro equipo editorial como en nuestro fondo conviven distintas maneras de entender la cultura, pero armonizadas por una visión ética, artística y rigurosa, de la vida”.

 

En una especie de breve manifiesto, expliqué la apuesta de Carena por:

 

  1. Una literatura de gran calidad, un pensamiento profundo, pero, al mismo tiempo, con un enfoque no elitista.

 

  1. Unos autores muy cercanos e imbricados en la dinámica del día a día. No nos importa apostar por nuevos valores, ni subimos a los trenes de las modas literarias.

 

  1. Una literatura de valores sólidos, de raíz universal que indagan en lo más auténtico de nuestra condición, que nos fortalecen tanto interna como socialmente.

 

  1. Apostamos por una cultura de referencias universales que respete diferencias pero incida en los valores comunes de nuestra condición humana.

 

  1. Nuestro proyecto es transversal, como empresa conectamos con los movimientos de humanismo solidario, abiertos a cooperar en toda iniciativa que apueste por el entendimiento, el debate enriquecedor, y la indagación en nuevas formas de humanización.

 

  1. Propugnamos, en definitiva, una forma artística de concebir nuestra propia vida, marcada, por la ética, la pasión, la estética y la justicia social.

 

Agustín Hurtado: Dos coronas para una dama (Carena, 2012)

Agustín Hurtado: Dos coronas para una dama (Carena, 2012)

A continuación intervino Agustín Hurtado autor de Dos coronas para una dama explicando que se había sumergido en el imperio faraónico para indagar en la vida de Hatsetshup, la primera mujer que ostentó el poder como faraona en plena dinastía Tutmosis, hace unos tres mil quinientos años. «El poder del varón estaba tan asumido que ella tenía que presentarse con barba postiza para ser “admitida”».

 

Dos coronas para una dama es la historia de una mujer que reinó hace 3.500 años en el país más poderoso del mundo. Fue la hija de Tutmosis I, se casó con el segundo y llevó la regencia del tercero pero cuando se acabó el período natural de esta regencia ella siguió sentada en el trono adquiriendo todos los poderes de Faraón. En esta obra se refleja la lucha por el poder entre dos personajes que viven bajo el mismo techo, así como la vida cotidiana de unas personas que vivieron hace mucho tiempo en el poderoso y misterioso Egipto sin que eso les impidiera moverse por los mismos intereses que siempre han impulsado al hombre: el amor, el poder, el sexo...

 

La historia está contada con una aparente sencillez dando al lector la impresión de que la está oyendo de viva voz pero es más densa de lo que parece ya que está basada en una abundancia de datos obtenidos de muy diversas fuentes.

 

“De entre todos los faraones elegí a Hatsetshup por lo atípico tanto de su vida como incluso de su templo en Deir el-Baharique hay que reconocer que tiene unas características propias que lo diferencian entre los demás monumentos del lugar”.

 

Afirmó que la civilización del antiguo Egipto ha suscitado siempre la curiosidad, porque ya en ella están planteados los problemas esenciales de nuestra condición: la ambición, el sexo, el amor. Sumergirnos en su historia es aclarar la nuestra.



Francisco Cádenas: Es mi hija (Carena, 2012)

 

Francisco Cárdenas, autor de Es mi hija, contó su terrible experiencia, cuando su hija Gemma, en proceso de adopción, durante tres años, le fue arrebatada por la administración, con la excusa de que había iniciado un proceso de separación matrimonial.

 

Este es un relato sin final feliz, de momento. Todavía no he conseguido convencer a ningún responsable de la administración de menores en Cataluña de que Gemma, mi hija, no nació con tres años y medio. Que tiene un pasado que le pertenece y que ha de conocer. Y también un presente de infinidad de personas que la quieren, que preguntan por ella cada día”, asegura Cárdenas.

 

Pero el asunto que aborda traspasa la frontera de lo individual. Cuando comenzó su protesta se encontró con cientos de familias, destrozadas también por decisiones arbitrarias de las distintas administraciones.

 

Con su denuncia esperando resolución en el Tribunal Constitucional, sin poder ver a su hija desde hace cuatro años, y con una labor reivindicativa que se extiende a toda España, el presidente de la Asociación para la Defensa del Menor (Aprodeme), Francisco Cárdenas, expone en su libro decenas de testimonios de abogados, jueces, políticos, funcionarios, trabajadores sociales y hasta el Defensor del Pueblo, en los que se denuncia las injusticias y malas prácticas cometidas presuntamente por quienes cobran para evitarlas.



Carlos González Vallés: "Gandhi, un alaternativa a la violencia" (Carena, 2012)

 

Carlos González Vallés autor “Gandhi, una alternativa a la violencia”, que ya recibió el premio nacional de literatura en la India, en su versión de lengua gujaratí, terminó el acto con una intervención emotiva sobre sus cincuenta años pasados en la India, diez de los cuales los vivió itinerante en casas particulares, con el fin de conocer profundamente la sociedad hindú.

 

En su intervención habló del magnetismo de Gandhi, del proceso por el que un estudiante fracasado, un joven tímido, fue fortaleciéndose internamente hasta hacer de sí un líder que consiguió algo nunca visto en la historia hasta entonces: la independencia de un país por vías pacíficas.

 

Narró cómo el trabajo incansable, la oración, y la justicia de sus planteamientos dotaron a Gandhi de una extraordinaria capacidad para implicar en su causa tanto a personas ilustres como a las capas sociales menos favorecidas socialmente, en especial a las mujeres.

 

Carlos G. Vallés, sacerdote, jesuita, confesó que concibe su obra sobre Gandhi como otro evangelio, vivo, actual y, sobre todo, necesario, para la consecución de un mundo en paz, en prosperidad, que supere, de una vez por todas, la dinámica de la violencia, que lo aprisiona.

 

El autor finalizó el acto reviviendo emotivos episodios de su infancia en un Bilbao de hace ochenta años. El epílogo a este acto tuvo lugar, por parte de un grupo de participantes, entre pinchos y tapas en uno de los incomparables rincones en donde los bilbaínos celebran el fin de semana con estas pequeñas obras de arte gastronómico. Una noche para no olvidar.


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Monday,4 mar 2013 20:30:49 GTM
<![CDATA[Muerte dentro de la muralla santa, de Eva Noroña]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1455 José Membrive

José Membrive

Isabel Etzaitz, que vive en un monasterio en donde van a comenzar unos ejercicios espirituales, entabla una apasionada relación  con un peregrino que ha venido a alojarse. El asfixiante ambiente de monjes y peregrinos en un espacio tan reducido hace que los sentimientos afloren con fuerza inusitada: amores y odios, oraciones y asesinatos, envidias secretas, pasiones destructivas, virtudes y perversiones… dan como resultado un par de asesinatos.

 

El detective Mark Alston intenta reconstruir los hechos pero no al uso ingenioso de tantos policías obsesionados en la caza del “malo”, porque antes que policía es persona y sus investigaciones nos van llevando al centro de la condición humana, algo difícil de explicar desde el plano lógico.

 

Con Muerte dentro de la muralla santa (Edciones Carena, 2012), de Eva Noroña, en realidad no estamos ante una novela policiaca ni de género, a no ser que aceptemos que es sobre el género humano. El policía descubre a los asesinos, pero no sabría discernir entre malos y buenos; víctimas y victimarios se confunden. Cada uno lleva en su corazón un ángel y un demonio.

 

Estamos ante un sagaz texto sobre la dualidad. No hay teorías, no se nombra tan siquiera, pero como lector, y guiado por el insigne Mark Alston, llego a la conclusión de que la sangre que mancha las páginas emana antes que nada del “corazón partío” que diría el cantante, de los personajes que encarnan la novela, y, tal vez de los lectores.

 

Sé que es difícil dar una opinión medianamente objetiva de cualquier obra de arte porque están vivas y son como las personas: pueden resultar atractivas para unos, indiferentes e, incluso, hostiles para otros.

 

Por circunstancias, el grueso de esta obra ha sido leída en una noche, desde la una a las siete, alternándola con breves momentos de sueño, pero, curiosamente, mientras dormía, los personajes seguían, ajenos a mi desatención, con sus diatribas, con sus rezos, con su asfixiante cercanía, retumbando en mi mente.



Eva Noreña: Muerte dentro de la muralla santa (Ediciones Carena, 2012)

 

Ha sido una lectura agridulce porque me ha recordado mis seis años de internado en el seminario. A veces me dolía seguir leyendo. Las imágenes de la novela y las de mi propia adolescencia se superponían: comer, dormir, rezar, pasear, estudiar… todo colectivamente, sin resquicio a la respiración… hasta tal punto que el amor tan cercano puede llegar a aniquilar al amado.

 

Hay lecturas que se gozan y otras que se sufren, pero eso pertenece al capricho del arte, porque en cada momento y, por supuesto, a cada persona, la obra le influye de manera distinta.

 

En la mayoría de ocasiones la fuerza de una obra literaria pasa casi desapercibida en una primera lectura. Ayuda muchísimo el conocimiento directo del autor a la hora de calibrar el alcance artístico de la obra. El privilegio y la responsabilidad del editor es que, al conocer al autor, puede entender la obra con más facilidad y, tal vez podríamos ayudar al lector en la aproximación.

 

En la relación obra-autor uno se encuentra siempre con sorpresas. A veces lees unos versos imponentes y te encuentras con un poeta tímido y desaliñado, en otras te das cuenta de que el autor no ha conseguido inocular todo el brillo de su arte en la obra concreta que te presenta.

 

Conocer a Eva ha resultado todo un acontecimiento. De origen mexicano, de formación multicultural, habitante de una ciudad trifrontereiza como Basilea, posee un espíritu explosivo, en estado puro. La veo encarnada en la protagonista de su propia obra, sometida al tempestuoso oleaje del monasterio, con su delicadeza física, sobreviviendo al naufragio general. “Has nacido para ser amada y odiada en extremo y simultáneamente, como Isabel. Afrontas la vida con tal valentía, pasión y honestidad que todos querrán alzarse sobre las cenizas rebeldes de tu belleza. Pero tal vez no lo conseguirán” –le dije a los pocos minutos de conocerla.

 

Después, cuando me fue desgranando su biografía, supe que no había errado.  No sé si fue inspiración o confraternización. Lo supe desde el momento  en que me transmitió sus sueños, desleídos en hojas de papel, para revivir un mundo común tachonado de amor, de asfixia, de añoranza… un tiempo duro, ido, pero hermoso, afrontado a corazón abierto.


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Thursday,8 nov 2012 7:10:9 GTM
<![CDATA[El evangelio de Ghandi, según Carlos González Vallés: Una alternativa a la violencia]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1454 José Membrive

José Membrive

Cuenta Carlos González Vallés que la idea de escribir este libro surgió de una respuesta que dio un colegial cuando otro, para hacer los ejercicios, le preguntó sobre Gandhi: “lección número cuatro”, contestó, y siguió a lo suyo. Teniendo en cuenta que estaban en la región en donde el gran maestro había nacido, la respuesta le pareció desoladora. Carlos pensó que Gandhi había sido reducido a unas cuantas líneas de un libro de texto a pocos años de su muerte y decidió que había que sacarlo de allí, recurriendo, precisamente a la escritura. Algo paradójico, pero plenamente conseguido porque lo que ha escrito no es una biografía, sino un evangelio, en el sentido etimológico de la palabra: “la buena nueva que anunció Gandhi: todo se puede conseguir mediante la paz, aferrándose a la verdad”. Se trata de un auténtico evangelio, con la particularidad que en él tienen cabida todas las religiones, todos los agnósticos, los reformadores sociales e, incluso, los ateos con conciencia de superación y voluntad de indagación interna.

La vida de Carlos se parece mucho a la del gran maestro Gandhi. Éste, en su juventud marchó a Londres en donde se enamoró de una cultura extraña, a la que siempre respetó. Carlos también conoció a fondo y se entregó a la cultura oriental. Después ambos hicieron una síntesis con lo mejor de occidente y occidente y de ella salió un espíritu de entendimiento que el mundo necesita urgentemente. Tal vez el secreto sea, simplemente la coherencia interna, el equilibrio entre el afán de bienestar occidental y la profundidad de pensamiento oriental. Algo tan sencillo plasmado en la vida, es lo que otorga a Carlos una aureola de paz, de sabiduría, de esperanza, que impregna en todo aquel que tiene la suerte de escucharlo.

Nunca había conocido a ningún discípulo, no ya de Gandhi, sino de nadie. Muchos fans, muchos estudiosos, muchos admiradores, pero el discípulo es aquel que hace revivir al maestro cada vez que habla, escribe, se mueve, actúa. Carlos encarna al maestro y Gandhi habla, respira, ilumina, a través de la palabra del discípulo. Nunca he conocido algo semejante.

Carlos González Vallés, es venerado en la tierra de Gandhi como un gran sabio, ha obtenido infinidad de premios, entre otros, el galardón a la contribución por la armonía entre religiones y, con este libro, “Gandhi, una alternativa a la violencia” (Ediciones Carena, 2012), el premio nacional de literatura de la India; recorre el mundo dando conferencias, bueno el mundo menos un área con forma de piel de toro, en la que vive, en la única zona que menos lo valora, con dignísimas excepciones.



Carlos Gonzáles Vallés: Gandhi, una alternativa a la violencia (Ediciones Carena, 2012)

Las páginas de este libro están sembradas de testimonios recogidos de personas que convivieron con el gran maestro. Cito dos que me parecen entrañables.

El general Smuts, que tuvo que enfrentarse durante bastante tiempo al Maestro, escribe esto: Gandhi para mí era un problema y su conducta un misterio. Su método de lucha era enteramente nuevo entonces. Mantenía la paz, se fiaba de mí, incluso  ayudaba al gobierno y cooperaba con nosotros. Y luego se oponía a las leyes que él consideraba injustas. Yo no sabía qué hacer con él. Me encontraba enfadado, frustrado, desesperado. Él desobedecía la ley y hacía que miles de personas la desobedecieran. Pero todo con una disciplina absoluta, sin la menor violencia con todo respeto y aún delicadeza. ¿Qué iba a hacer yo? Se había quebrantado la ley y, por consiguiente, yo tenía que tomar medidas. Pero no podía meter a veinte mil personas en la cárcel… ¿cómo iba yo a disparar contra una multitud de gente pacífica que se me enfrentaba con la sonrisa en los labios? Por fin tuve que enviar a Gandhi a la cárcel. Pero eso era precisamente lo que él quería. Esa era su victoria y su éxito. ¿qué había conseguido yo con meterle en la cárcel? Nada más que hacer el ridículo. Y así fue como, a pesar de tener yo el apoyo completo de la policía y el ejército, a pesar de la enorme presión que los blancos ejercían en contra suya, no solo hube de sacarlo de la cárcel, sino que me vi obligado a retirar la legislación que él atacaba.

Otro episodio del libro, especialmente ilustrativo, es el relativo a la postura ante la violencia de la policía inglesa, narrado por un periodista que presenció los hechos:

Un sargento inglés estaba llevando a cargo su cometido con tanta crueldad como celo. A quien se presentaba enfrente suyo le pegaba con toda su fuerza en la cabeza y no paraba hasta que su víctima se derrumbaba. Y en cuanto caía uno se volvía a atacar a otro. Alrededor suyo se había formado un círculo de voluntarios desmayados sangrando. En esto se presentó ante él un voluntario shikh fuerte y gigantesco. El sargento al verlo cogió la porra con las dos manos y la descargó con toda su alma sobre su cabeza. El voluntario se desplomó con toda la cara ensangrentada. Se acercaron las enfermeras, le pusieron hielo en la cabeza y él recobró el sentido. Se levantó penosamente, sonrió y volvió a colocarse ante el sargento inglés. El sargento había visto todo, resoplando de cansancio y limpiándose el sudor, y al ver al mismo voluntario acercarse otra vez, frunció el ceño, afincó las piernas y levantó la porra con las dos manos dispuesto a golpear. Todos los que lo veían estaban horrorizados, con el alma en un hilo. Pero entonces el corazón de aquel monstruo se ablandó. Poco a poco aflojó las manos. Bajó la porra. Se sonrió como quien no sabe qué hacer y murmuró entre dientes: “¿Quién le vuelve a pegar a ese? Aquí mi porra no sirve para nada. Él es el que tiene valor, y no yo”. Con eso el sargento inglés se cuadró ante el voluntario indio, le saludó militarmente, se puso la porra debajo del brazo, se dio media vuelta y se marchó.

En una época como esta, se agradece, la presencia de un libro vivo, imprescindible, para señalar una salida al marasmo reinante.


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Sunday,21 oct 2012 13:59:29 GTM
<![CDATA[Huevos Ana, en mundo que se desconfigura]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1452 José Membrive

José Membrive

Últimamente los autores de Carena se han confabulado para mezclar el mundo de los sueños y el de la vigilia. La media entre la fluidez gaseosa de los sueños y la estructura rígida de la materia da lugar a una vida magmática, maleable e inconsistente.

Los sueños pueden embellecer la realidad, pueden ensombrecerla, pero nunca envilecerla. A veces son maestros luminosos, como ocurre con los personajes de Siempre habrá un lugar para soñar; otras veces se trata de maestros oscuros cuyo mérito consiste en fundirte los plomos, como en el caso de Devuélveme a las once menos cuarto.

En todo caso los personajes de las novelas anteriormente citadas se debaten entre los sueños y la realidad, se fortalecen o caen, triunfan o se destruyen, pero sin perder nunca la referencia, conscientes de que se trata de dos mundos con fronteras precisas.

En Huevos Ana, sin embargo la realidad y lo onírico aparecen mezclados irremisiblemente. En su larga carrera como pintor, Pere Puiggròs, ya ha tenido ocasión de fundir los dos mundos en el lienzo, pero una cosa es la pintura y otra es que cuando cascas un huevo Ana salga una niña con una regadera. El mundo onírico se ha encarnado en el de la lógica y no hay manera de deshacer el lazo.

Posiblemente, antes de acometer a los agricultores del Prat que tiran lechugas contra la Generalitat, un miembro de la escuadra de antidisturbios, tiene la flaqueza de emigrar en el túnel de los sueños infantiles en donde cantaba al corro, unido a sus amiguitos y amiguitas la canción del Conde Laurel. Pere Puiggròs pasaría por allí, le leyó el pensamiento y, a continuación, decidió hacerlo realidad y he aquí a un escuadrón de viriles mozos bailando blandamente con las manos unidas en untuosa reverencia musical, en la esquina de una página magistral.



Pere Puiggròs: Huevos Ana (Ediciones Carena, 2012)

El hilo de unión entre el mundo onírico y el material es la metáfora, que consiste en identificar elementos que tienen algo en común. Pere la maneja como nadie: “un poco alejado, en el otro extremo del bar, un señor con traje y corbata, sentado en un taburete alto, con las piernas encogidas, parece una gallina sobre el palo de un gallinero. Está tomando una tapa de gambas al ajillo. No sabía yo que a las gallinas les gustasen las gambas”.

Podría pensarse que la imaginación todo lo transmuta, pero también que la mirada común es miope, incapaz de ver las intrínsecas relaciones existentes entre todo. Le ocurría algo parecido a la ascética Santa Teresa cuando veía a Dios entre las cazuelas. Los personajes de Huevos Ana no se limitan a habitar el cuerpo, habitan el ambiente y un amante abandonado ha de destruir la vajilla que tanto amaba su ex para poder reanudar su vida sentimental.

Se trata de una mística, aparentemente descreída, pero su actitud ante la vida es idéntica a la de San Juan de la Cruz que va buscando el “Amado” en cualquier rincón de la naturaleza. El poeta lo llamaba Dios, Puiggròs lo podría llamar razón de vivir, hálito, pero en cualquier caso ambos autores tiran de la metáfora para tratar de encontrar remedio a las tres heridas que, según Miguel Hernández, desangran el corazón humano: el amor, la muerte, la vida.

Veo en Huevos Ana una búsqueda constante, un diálogo permanente, una interrogación, siempre abierta, en forma de bisturí que descuartiza cualquier rincón de la memoria o de la vida buscando vericuetos de luz. Cada cuento es “una cuchillada del amor”, que diría Fito Páez, un desgarro, de apariencia descreída, pero impregnado de lucidez.

Es imprescindible el sentido del humor para poder adentrarse en estas páginas, pero no es un libro de humor propiamente dicho; más bien es un grito luminoso y desgarrador, una búsqueda permanente y densa de ese otro yo que pulula en los objetos, que se va derramando en cada instante, en cada acción; es una carta lanzada al infinito, un SOS, reclamando a quien corresponda una clave para el desciframiento de estas tres sencillas preguntas: ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos?


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Monday,10 sep 2012 16:10:8 GTM
<![CDATA[Devuélveme a las once menos cuarto de Víctor Charneco: cuando los sueños se apoderan de la realidad]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1451

José Membrive

José Membrive

Unas semanas antes de que una persona muy importante en mi vida decidiera quitarse la suya en la habitación que hay en el piso de arriba de mi dormitorio, sentí desplomarse, mientras dormía, un peso viscoso, horripilante que durante unos segundos casi me asfixia. Me desperté gritando como un energúmeno. Menos mal que estaba solo. Lo extraño fue que no encontré nada sobre la cama, el techo no había caído y todo permanecía en el caótico desorden que me era propio en aquellos días.

Días después, cuando se consumó la tragedia, la relacioné oscuramente con aquel fardo de energía densa, pero ha tenido que pasar año y medio y, sobre todo, tuvo que caer en mis manos Devuélveme a las once menos cuarto para saber que lo que cayó sobre mí fueron los sueños que esta persona tendría que haber soñado a lo largo de su vida y me los encomendaba para que fuera yo quien los canalizara.

Devuélveme a las once menos cuarto (Ediciones Carena, 2012) es un libro cuya lectura ha tenido para mí lentos pero importantísimos efectos retroactivos. Su argumento se basa en que un personaje, Bruno, sueña un sueño que Martín, se había dejado sin soñar en la habitación de un hotel. Algo aparentemente imposible, pero lleno de posibilidades para la indagación.

A partir de ahí, Víctor Charneco, nos acompaña en un sorprendente descenso al universo de los sueños. La ciencia y la imaginación se funden para poder captar algo de luz de ese misterioso mundo que nos habla cada día y que, absurdamente, desplazamos al ámbito de lo fútil. Afortunadamente para nosotros, Martín se toma en serio sus propios sueños y Víctor Charneco lo capta con gran lucidez, sin rehuir la ciencia.



Víctor Cherneco: Devuélveme a las once menos cuarto (Ediciones Carena, 2012)

           

Entonces, como un sistema traidor de alerta, mi memoria me recordó un artículo firmado por un especialista en la materia, publicado hace algún tiempo en una revista, donde se afirmaba una tesis nueva acerca de los sueños: su mecanismo de funcionamiento es similar al de una cadena, todos, y eso incluye también a los que no recordamos, están engarzados con su predecesor y su siguiente; de modo que el extravío efectivo de uno solo de ellos supone la quiebra de la cadena, y con ella, su pérdida definitiva. Quien pierde un sueño no volverá a soñar jamás...

-¿Y tú estás seguro de haberlo perdido? Quiero decir... Es evidente que yo he tomado tu sueño; son tan coincidentes que no admite discusión, ¿pero sólo por eso tú ya no lo tienes?...

Hace unos meses entrevistaron a dos científicos amigos que coincidían en una investigación y habían tenido el mismo sueño simultáneamente. Argumentaban que los sueños constituyen una materia sutil y, en cierto modo, independiente de aquellos que los sueñan.

Pero hablar de sueños tal y como los personajes los viven es hablar de realidades profundísimas que determinan nuestro quehacer cotidiano, el universo afectivo y, en definitiva, el sentido de la vida. Eso es precisamente lo que plantea Víctor Charneco. La lectura de su libro puede ser una perfecta excusa para calibrar la sintonía entre nuestra vida y nuestros sueños.

Devuélveme… trata, sobre todo, de esos sueños que se cuelan desde la nocturnidad a la diurnidad, los que nos pueden llevar a experimentar nuevas sensaciones o a encerrarnos en nosotros mismos. Los que nos ponen en el brete de ser locos o tontos. Tal vez sea Edna, el personaje más redondo y fascinante, la más inteligente, la que realmente decide una gran alianza: armonizar los sueños con los actos, ser lo suficientemente valiente como para dejar que los sueños afloren en la piel y otorguen marchamo de memorable a su cotidianidad, aunque para ello tenga que derribar torres de ladrillos rutinarios...

Una noche en Santiago de Compostela, por un momento me pareció que sus calles estaban pobladas por millones de peregrinos de muchos siglos superpuestos. Desde entonces tengo la impresión de que los sueños también se pueden ver y, a veces, son los que llevan las riendas de mi vida.

Sin ir más lejos, esta novela es un gran sueño ajeno que se ha colado en mí para transformarme. Un sueño que Víctor, como Martín, dejó plasmado y que su gran número de lectores, como Bruno, se han dejado abducir. Antes me creía devorador de sueños, pero ahora comienzo a percibirme como un ser devorado por ellos al que cada vez le tiemblan más los cimientos de la realidad, el último de los sueños.

 


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Wednesday,25 jul 2012 14:4:0 GTM
<![CDATA[Siempre habrá un lugar para soñar, de Luis Anguita: una declaración de amor entre la literatura y la vida]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1450 José Membrive

José Membrive

Y los sueños caminan por las calles. J.M.

 

No podía ser. Miraba una y otra vez temiendo que fuera un espejismo y desapareciera de mis ojos. Allí estaba la bahía… El mar volvía a estar azul, el sol brillaba con fuerza, mientras empezaba a perderse en la lejanía en un horizonte que parecía no tener fin. Su luz se reflejaba en el mar. El pueblo se veía allí al fondo. Me parecía que hasta distinguía el hotel donde me alojé aquella noche, quizás ella estuviese allí.

 

Lo conseguí, lloraba de felicidad. …Me fijé en un letrero que había pasado con el coche sin darme cuenta, retrocedí hasta él y allí aparecía el nombre del pueblo, se llamaba Mare. Me quedé contemplándolo como si de repente me diera cuenta de que ese era el lugar que estaba buscando, no sólo durante ese viaje, sino durante toda mi vida… Mi corazón latía cada vez con más fuerza y me sentía muy nervioso, cuanto más me acercaba a él, más temía que todo hubiera cambiado y el sueño se desvaneciese”.

 

Pero, si sus paisajes están extraídos de la geografía de su entorno, sus héroes también pueden ser cada uno de los anónimos ciudadanos que bregamos por la vida.

 

Son personajes sencillos, expuestos a la agridulce vida que inunda los rincones de nuestra geografía íntima y social; a todos les mueve un decidido anhelo de vivir en armonía, su búsqueda de un micromundo propicio.

 

El amor, la amistad, la ayuda mutua destila por páginas y personajes como fina lluvia otorgando un atractivo irresistible a sus humildes vidas.

 

La naturaleza constituye el personaje principal, el marco del que surgen, como encarnados, todos los demás. Gerardo, encuentra el sentido a su vida cuando da con el espacio adecuado; los demás parecen fruto del lugar exacto en el que viven, incluso el personaje oscuro que se encarna en la noche, en el filo terrible de la dentadura marina, entre cañaverales y sombras.  El miedo, el amor son emanaciones de la naturaleza que se encarnan en sus personajes; por eso es tan importante el paisaje, padre del paisanaje.

 

Poco a poco, a medida en que te adentras en las páginas del libro comienzas a olvidar la frontera entre la vida y la literatura y a sentirte uno más de los personajes que, con serenidad y determinación, van entretejiendo una trama en la que te ves envuelto, pues tan cercanos personajes no pueden por menos que encarnar muchos de nuestros sueños más habituales y sencillos.



Luis Anguita: Un lugar para soñar (Edciones Carena, 2012)

 

Al margen de las consideraciones artísticas, Luis Anguita es un gran seductor literario, la música de sus páginas se va transmitiendo de lector a lector, pero es tal la autenticidad que impregna sus líneas que los lectores violan el pacto literario y, en lugar de querer indagar inmediatamente sobre el autor, sienten una necesidad imperiosa de conocer a la persona que tan nítidamente plasma nuestras vidas en sus páginas, nos eleva a la categoría de personajes.

 

Si alguien es capaz de convertir a sus lectores en protagonistas de Siempre habrá un lugar para soñar (Edciones Carena, 2012) y a sus personajes en ciudadanos comunes, es que ha conseguido unir dos mundos que se complementan y se necesitan: el de los afectos, el de los sueños y el de la vida cotidiana. Son dos partes de nosotros mismos, muy a menudo desacompasadas.

 

Al unir vida y literatura es como si la musa de Luis Anguita se estuviese expandiendo, conquistando el corazón de los lectores, poetizando su cotidianidad.

 

Las trescientas personas que llenaban el aforo coruñés en su presentación, y los cientos y cientos de lectores que buscan la dedicatoria del libro en presentaciones, o a través del correo, están seducidos por la fuerza benefactora de la buena literatura.

 

El secreto de los humildes personajes de esta novela es su capacidad para transformar los grandes embates que sufren, en pequeños momentos de amor, de amistad, de esfuerzo compartido. Y Luis es percibido como la encarnación de sus personajes, como alguien capaz de transformar lo cotidiano en hermoso. Por eso da la impresión de que cuando firma libros, cuando hace que sus lectores se desplacen quilómetros y quilómetros con la excusa de una dedicatoria, sus lectores buscan más a la persona que al autor.

 

Luis Anguita lleva la vida a los extremos de la literaturización más auténtica y la literatura a los extremos de la vida más nítida. Es como si su obra fuera el eslabón perdido entre los lo anímico y lo telúrico, entre la vida espiritual y material, por eso los lectores dan más relevancia a la persona que al autor.

 

Es lo que tiene la autenticidad: la musa decide apropiarse del corazón de sus lectores y fagocitarlos.

 

Dentro de unos años Luis Anguita, además de un fenómeno literario, pasará a ser un fenómeno social, que traerá de cabeza a críticos, sociólogos y, tal vez, politólogos. Pero mientras eso ocurre, disfrutemos de la poesía que emana de sus páginas de esa prosa, tan suya, tan nuestra.


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Tuesday,17 jul 2012 18:47:17 GTM
<![CDATA[La vida en los universos paralelos: El mundo de Agharta, de Rasha Mayka Baghdadi y Alejandra López]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1449 José Membrive

José Membrive

Según los científicos, el universo antes del Big-Bang era una especie de huevo líquido candente sometido a una presión colosal. El Big Bang estalló lanzando al espacio molido en partículas que mucho más tarde formarían las estrellas, planetas y otros cuerpos  celestes. Pero lo auténticamente determinante para la configuración de nuestro universo ocurrió 300.000 años después del estallido: el universo se escindió en dos dimensiones, la material y la energética, otros la llaman espiritual, anímica.

El ser humano nació injertado en un animal primate que se desarrolló en la dimensión material. Desde aquí, desde nuestro procesador, la otra dimensión ha constituido siempre un misterio, una región poblada de millones de dioses, de demonios, de almas, de ángeles, pero también de otro tipo de especulación como que defiende la existencia del otro como un universo paralelo y antagónico, digamos como el positivo y el negativo de una fotografía. Ambos mundos estarían habitados simultáneamente  por nuestro yo y su antagónico. Constituirían un equilibrio pues cuando en este hace calor es porque en el otro hace frío. La física cuántica ha venido a agitar el debate con la constatación del entrelazamiento de partículas que un día estuvieron unidas y al descoyuntarse y alejarse, permanecen unidas, reflejando en ambas los efectos de cualquier cambio que afecte a alguna de ellas.



Rasha Mayka Baghdadi y Alejandra López: El mundo de Agartha (Ediciones Carena, 2012)

La trepidante aventura que se plantea en El mundo de Agartha (Ediciones Carena, 2012), está “ambientada” en la interferencia, en un momento dado, de los dos mundos antagónicos que habitamos con nuestras dos identidades. Sarah Miller, la protagonista es abducida al otro mundo. Las vivencias entre unos y otros mundos, entre una y otra identidad se suceden, con algún personaje como Morgan, participando de ambos. En realidad, el antagonismo de ambos universos radica en que en uno rige el orden y la obediencia y en otro el amor y cierto desorden. Sin embargo lo contradictorio es que ambos se atraen. En fin un prodigio de imaginación al servicio de un género de novela fantástica.

Viajo a Pamplona a la presentación, porque en el momento en que el libro vive los primeros segundos, es cuando se revela su carácter y porque no es casual el lugar y las circunstancias en las que nacen los libros.

Y allí, en plena presentación, percibo que se plasma, a su manera, la teoría de los dos mundos opuestos y complementarios. Alexandra y Rasha están explicando la confección del libro. Rasha, que ha hecho Ingeniería Mecánica, es la encargada de describir el mundo deshumanizado, los crímenes, el ambiente de Agartha, mientras que Alexandra, se encarga de dar vida al mundo en el que el amor y la amistad abundan. Ambas son totalmente diferentes en su pulsión de sentimientos literarios y a la vez, son amigas inseparables. Los mundos que momentos antes me parecían de ciencia ficción, aparecen encarnados en las dos autoras: viven en mundos paralelos, sentimentalmente opuestos complementarios. Así que tengo que cambiar la clasificación: se trata de una literatura que replantea la sequedad sentimental a la que la sociedad nos conduce. No aboga por nada, no critica nada, pero de ella se deduce que la deshumanización que padecemos conduce al absurdo.

Novela apasionada, bien llevada por dos autoras jovencísimas, de mucho empuje y que, al margen de lo científicas que puedan ser o no las teorías que nutren la acción, sí que tiene una gran coherencia interna. Y su gran mérito: un estilo fluido, unificado, que une la energía de ambas en una sola voz literaria.


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Friday,29 jun 2012 19:42:45 GTM
<![CDATA[Al otro lado de la oscuridad, de Javier Arranz]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1446 José Membrive

José Membrive

La actividad de editor me lleva a tener que devorar libros y libros a una velocidad no recomendable, lo cual significa que a veces no aciertas. No me extraña de que libros tan buenos como La conjura de los necios no encontrara editor hasta después del suicidio de su autor o que Carlos Barral, uno de los mejores editores, rechazara Cien años de soledad, de García Márquez.

Últimamente el fruto de tanta y tan rápida lectura es la sensación de que, en lugar de devorar libros, soy devorado por ellos. Me está pasando mucho y el caso más sangrante es el Al otro lado de la oscuridad (Ediciones Carena, 2012), de Javier Arranz. El argumento gira en torno a la vida de un niño que, ante la violencia que la vida supura por todos los costados, se va encerrando en un rincón oscuro hasta que la realidad cede y se abre otro mundo en el que se refugia. Pues bien, tenía la sensación mientras lo leía de que yo también era abducido por esa realidad extraña, yo consentía su situación y algo en mí decidía traspasar los límites de la lógica terrible, por una extraña solidaridad compasiva, para instalarme con él fuera de esta dimensión.

Los gritos, las hostilidades incomprensibles de los “mayores” me empujaban al mundo de las hormigas habladoras, lo mismo que en mi más tierna infancia me gustaba viajar al mundo en el que el cuervo y la zorra se disputaban dialécticamente el queso.

Javier Arranz: Al otro lado de la oscuridad (Carena, 2012)

Javier Arranz: Al otro lado de la oscuridad (Carena, 2012)

He comenzado a sufrir en mis carnes los golpes que se propinaba ese matrimonio extrañamente normal, esa pareja que, en nombre del amor, trata de hacerse la vida imposible. Eso que, según los protagonistas, todos entenderemos solo cuando seamos adultos.

Sufrir como niño y sufrir por ver a un niño sufrir. Lo que ocurre es que cuando cierras el libro sigues viendo vomitar violencia por radios, televisiones y demás aparatos. Es como si por todos los medios de comunicación se empeñaran en que siguieras leyendo la historia de la violencia insonorizada por los muros del dulce hogar.

¿Cuántos asesinatos habrá visto un niño a los doce años? ¿Cuántas malas palabras estarán infectando su tierna alma?

Y entonces te fijas en la calle y da la casualidad de que te encuentras a una mujer que porta una criatura de un par de años en un carrito y ella está llorando como una magdalena ante una amiga a la que le cuenta sepa dios qué. Y te fijas en el rostro congelado del angelito. Él no lo sabe, pero tú sí: está recibiendo toneladas de angustia con sabor a banca putrefacta o a palabra infectada de egoísmos. Y más vale que no sigas jugando a meterte en su piel.

Javier Arranz había escrito una gran novela de misterio La versión oficial, y ahora, solo un año después, publica otra con un registro totalmente diferente. Tiene un trabajo de bastante responsabilidad, es padre, y además interviene en alguna actividad complementaria a su trabajo, por lo que él habita también varios mundos simultáneamente.

Leer su novela me ha hecho pensar que hay que hacer algo para alejar no solo a los niños, sino también a los mayores de la violencia, para extirparnos esa absurda manía de amargarnos la vida mutuamente por asuntos baladíes.

La literatura es también esa realidad que hay al otro lado de la oscuridad, solo en ella es legítimo el uso de la violencia porque provoca que, al cerrar el libro, percibas lo absurda que es una vida convertida en un infierno a base de contraponer naderías.

La literatura es la ciencia de lo paradójico. Los personajes que en sus páginas se dibujan como entes de pura ficción, viviendo en esferas oscuras, saltan a mi conciencia cuando cierro el libro y pululan por mis acciones y por mí como profetas de la paz, gritándome que evite el infierno que ellos padecen.


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Thursday,14 jun 2012 19:20:58 GTM
<![CDATA[Ladrillos rotos, de Emilio Vivar: el claroscuro de la vida y la memoria]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1445 José Membrive

José Membrive

Carl Gustav Jung descubrió la existencia de una memoria común a los seres humanos de todos los tiempos que se percibe y expresa a través de lenguajes cuasi irracionales, entre los que están el arte, los sueños, y que denota una psique amplia, compartida por la humanidad, que subyace a lo visible, a lo racional.

“La vida se me ha aparecido siempre como una planta que vive de su rizoma. Su vida propia no es perceptible, se esconde en el rizoma. Lo que es visible sobre la tierra dura sólo un verano. Luego se marchita. Es un fenómeno efímero. Si se medita el infinito devenir y perecer de la vida y de las culturas se recibe la impresión de la nada absoluta; pero yo no he perdido nunca el sentimiento de algo que vive y permanece bajo el eterno cambio. Lo que se ve es la flor, y ésta perece. El rizoma permanece. C. G. Jung. Recuerdos sueños, pensamientos.

La humanidad va archivando en ese enorme banco de datos inconscientes todas las vivencias que la han marcado, especialmente las vivencias que quedan inconclusas, impunes, las que marcaron una tragedia que nadie ha hecho aflorar a la memoria consciente de la colectividad para redimirla, para explicarla.



Emilio Vivar: Ladrillos rotos (Edciones Carena)

Esta es justamente la labor de los artistas, especialmente la de los escritores: acceder a esa gran memoria atemporal, que permanece suspendida oscureciendo el devenir de la sociedad, ensombreciéndolo con los fantasmas surgidos del lodo de lo insepulto. Y esto es exactamente lo que hace Emilio Vivar en sus dos últimas novelas: Los anónimos de la guerra de Cuba y Ladrillos rotos, ambas editadas por Carena. En la primera, Emilio Vivar hurga en las heridas de una guerra propiciada, como siempre por los de arriba y padecida, como no podía ser de otra forma, por los de abajo. Los métodos de involucrar a los pobres en la aventura suicida, los discursos de obispos y generales ponen la carne de gallina, sobre el cinismo desacomplejado con el que argumentaban. Emilio cuenta que al final de una manifestación a favor de la guerra, unos cuantos militares fueron a alistar voluntarios y no encontraron ninguno ni entre los promotores, ni entre los miles de asistentes.

Ladrillos rotos cuenta la desigual suerte de dos gemelos, hijos de una pareja de republicanos fusilados que va perdiendo la identidad entre orfanato y adopción. Una manera de extirpar “el virus” político de los padres es degradando la identidad de los hijos, cortando lazos afectivos entre hermanos y familiares, adscribiéndoles unos orígenes degradantes como manera de devaluar la autoestima, fomentar la culpabilidad y la disposición al servilismo, como compensación.

Lejos de la novela de tesis, Emilio Vivar deja que sus propios personajes se abran paso en el claroscuro de la vida, aunque sí se trata, como toda buena literatura, de hacer aflorar la mal llamada memoria histórica, porque en realidad toda memoria es histórica. Es memoria porque permanece en nosotros, y permanece por tratarse de una asignatura pendiente, no resuelta, actual. Los recuerdos surgen precisamente como medicamentos indagatorios que responden a una necesidad del presente, sea afectiva, sea de estrategia laboral.



Emilio Vivar: Los anónimos de la guerra de Cuba (Ediciones Carena)

El problema de la memoria, es el de la identidad humana. Vital a la hora de concebir nuestra civilización y de proyectarnos en el futuro pues excede los conflictos sociales y se pierden en la noche de los mitos dolorosos como el de la presunta corrupción de nuestra madre Eva, que, hipotéticamente, lastró nuestra historia. Indagar en las heridas, aplicar el bisturí  a las zonas más infectas de nuestra conciencia colectiva, nunca es baladí.

Pero Ladrillos rotos es todo un mundo en el que la amistad, la búsqueda de salidas, los impulsos suicidas, el peso de la herencia común, van formando un micromundo que, aparentando transportarte al pasado, te arrastra al planteamiento de inquietudes no resueltas. Al fin y al cabo, la guerra civil es una metáfora del cotidiano acontecer, una excusa para plantear más desnudos, más a flor de piel, los problemas de valores humanos, de relación, de actitud ante la muerte.

Honesta, profunda, serena, exenta de maniqueísmos, la novela se parece mucho al alma de su autor, Emilio Vivar, un escritor profundo que ha preferido mantenerse al margen de la vorágine, de las modas, de las ambiciones, tal vez por eso su literatura resulte tan auténtica, tan actual.

Casi un año después de su publicación “Ladrillos rotos” se presentó en Blanes, la tierra que lo vio nacer. Una novela lúcida, poliédrica, muy bien escrita y con varias heridas que sangran a través de sus páginas cada vez que la abres.


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Friday,11 may 2012 19:38:37 GTM
<![CDATA[La voluptuosidad de la tristeza, de Viviana Fernández: viaje a las tinieblas del corazón]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1441 José Membrive

José Membrive

La voluptuosidad de la tristeza es un libro nocturno, subterráneo, doloroso, poético. La “oda a la tristeza” de Neruda, al comienzo es una afirmación de la voluntad poética que vertebrará la novela con más poemas de Neruda, de Rubén Darío (lo fatal) y J. Membrive, (llegué, vi, huí), todos centrados en el dolor humano.

Voluntad poética de Viviana Fernández implica que la novela transcurra en dos dimensiones: una interior en la que la protagonista se debate con los fantasmas de los sueños y la depresión y otra exterior, íntimamente relacionada, en la que los esperpentos brotan de la realidad. A veces un tinte valleinclanesco recorre las páginas, pero Viviana no ha tenido que deformar los personajes en los espejos del callejón del Gato, la realidad que ella capta es lo suficientemente esperpéntica en sí misma.

“Realmente estamos en una situación curiosa: trabajamos para una vidente que no existe, vendemos sesiones telepáticas que son un fraude, leemos miles de e-mails de gente que está loca y nuestro jefe tiene un trastorno de la personalidad”. Real como la vida –empresarial- misma.

Podría decirse que Martina es el personaje central y casi único de la novela, visto con doble perspectiva: unas veces la narración va a cargo de ella misma, en primera persona; otras veces el peso lo lleva un narrador externo, omnisciente que la enfoca casi permanentemente. Y el problema principal que se plantea en esta obra está relacionado precisamente con la omnipresencia de Martina. Ella es el centro del mundo, todo está visto a través de sus ojos, tamizado por sus pesadillas, determinado por su depresión. Incluso el título podría hacernos pensar que Martina se regodea exhibiendo las vísceras de su tristeza, sin más objeto que ella misma.

La permanente focalización sobre Martina, nos conduce a una duda importante sobre el objetivo de la novela: ¿estamos ante un mundo de una enferma exhibicionista? ¿Se centra sobre el colectivo, cada vez más creciente, de afectados por enfermedades mentales? ¿Retrata el mundo interior femenino? ¿Es una novela sobre el lado oscuro de la condición humana?



Viviana Fernández: La voluptuosidad de la tristeza (Ediciones Carena, 2011)

En la presentación del libro editado por Carena, que tuvo lugar en la Casa del Libro de Madrid, Viviana Fernández citó como referencia propia a tres heroínas literarias: Ana Karenina, Madame Bovary, La Regenta, afirmando que lo que ella admiraba de estos personajes era precisamente sus pecados, sus debilidades, no sus virtudes.

Y creo, aquí está la clave del libro. En realidad el valor, la grandeza, de estas protagonistas está en su debilidad. Se atrevieron a ser débiles, si hubieran tenido la fortaleza para seguir desempeñando su papel de esposas fieles a la infelicidad, no tendrían nada de especial. Porque la fuerza de la mujer es centrífuga, disolvente, mientras que el papel social encomendado al varón es el de fortalecedor de las estructuras.

Cuanto más fuertes son los personajes masculinos, más reafirman unos valores relacionados con el dominio, con el mando. Sin embargo, la afirmación de los personajes femeninos supone siempre un choque contra las estructuras sociales por lo que suelen ser demoledores; los masculinos, integradores. Es cierto que no se trata tanto de sexo como de género. Hay personajes como Bernarda Alba cuya singularidad consiste en asumir el papel del varón muerto. Pero también está la Thacher y la Merkel, masculinizando la “liberación” femenina, golpeando con puño masculino.

También existen unos cuantos personajes masculinos “débiles” como el Quijote o dubitativos como Hamlet, que producen efectos tan nocivos para la estructura social como la propia Madame Bovary. Claro que La Regenta, Madame Bovary, Ana Karenina, la inmensa mayoría de las heroínas literarias, tienen algo en común: su destrucción. En gran parte, por eso son tan veneradas globalmente: unas las ensalzan por su valiente debilidad, otros las celebran por constituirse en símbolos del fracaso. Los héroes muertos son fácilmente elevados a los altares, hasta por sus peores enemigos.

Martina, sin embargo, no sucumbe. Mirándolo bien no tiene nada de heroína, al menos de corte clásico. Es, como mucho, una “Ulisa” del Mediterráneo interior, un mediterráneo lleno de pesadillas, tanto oníricas como socio-amoroso-laborales (el canto de sus sirenas tiene más que ver con el de las ambulancias y con los monstruos del delirio interior), que ella sortea a trancas y barrancas, agarrada a la nave poética que la sostiene.
No obstante Martina es, en sí, una heroína actual, semianónima, pero que puede llegar a ser peligrosa. Es más, presiento que su embarazo psicológico es simplemente un reflejo del embarazo psicológico que padece nuestra sociedad. Pues el vientre social que en el que estamos gestando generaciones futuras, puede estar creando oquedades.

Martina, afectada de depresión, no perece en el intento de vivir, atraviesa el lago Caronte, y logra regresar del averno para contarnos lo que ocurre allí abajo, en el infierno que entre todos construimos. Y, después de su travesía, se muestra, yo diría que curada: plantea ante nosotros uno de los manifiestos de rebeldía más lúcidos que he leído en mi vida:

Yo, personalmente, estoy agotada de dejarme seducir por la voluptuosidad de la tristeza y de la melancolía. Me rebelo ante mi Dios impuesto y ante mis padres. Ahora quiero rebelarme también ante mi genética. “Sé tú mismo”. Cómo odio esa frase. Pero no la quiero odiar. No, en mi nueva herejía me propongo reírme de ella. Escúchame bien, Martina, me advierto a mí misma, no pienso seguir siendo yo misma porque no me gusta cómo soy. Estoy firmemente en contra del destino trazado en mi genética, en mi educación. No voy a ser yo misma porque, tras casi treinta años no me ha ido bien. Voy a ser otra persona. Cualquier otra persona. Una persona feliz”.
 
Larga vida a Martina, que vence al monstruo de la tristeza, una referencia aliviadora, pionera de los nuevos tiempos. Gracias, Viviana.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Tuesday,6 mar 2012 19:31:14 GTM
<![CDATA[Como un ángel sin permiso. Cómo vendemos misiles, los disparamos y enterramos a los muertos, de Plàcid Garcia-Planas: un tratado de poética sobre la muerte absurda]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1440 José Membrive

José Membrive

Es domingo, 19 de febrero. Son las 9,30 y, por primera vez en mucho tiempo, la perplejidad me mantiene atado a la cama, mejor dicho, atado a un ángel que, sin permiso, ha entrado en mi habitación y que me hizo romper mi disciplina de irme a dormir a horas razonables, y, sobre todo, la de ponerme a escribir inmediatamente, con los sueños frescos, recién despierto. El ángel revolotea y yo paso una a una sus alas-páginas, ajeno a lo que ocurre en torno a mí. Desde que anoche se me ocurrió que uno de sus breves artículos, podría ser un buen ambientador de los sueños de una noche de invierno, todo se ha distorsionado. Me dormí con el libro abierto por la mitad y, en realidad, no he vuelto a despertar hasta que no lo he releído, re-disfrutado, re-padecido.

Y lo peor es que ha estallado como un impacto extraño, porque tenía previsto asistir a la manifestación en contra de… ¿quiénes?: ¿los mercados que han decidido acabar con los países mediterráneos? ¿contra sus mayordomos los banqueros? ¿contra los mayordomos de los mayordomos, los gobernantes o contra los mayordomos de éstos, los altos estamentos del derecho, que no de la justicia? ¿quién entre tanto mayordomo es el verdadero asesino contra quien hemos de manifestarnos?

En realidad Como un ángel sin permiso. Cómo vendemos misiles, los disparamos y enterramos a los muertos no responde a ninguna pregunta, simplemente se limita a desvelar el dolor, la cutrez, los negocios, las lágrimas humanas que se beben las arenas de los desiertos absurdamente, sin que, a veces, sus víctimas, que en gran parte somos todos, sepamos el motivo.

Releyendo Como un ángel sin permiso (Ediciones Carena), me he percatado de que cualquier género, incluido el reporterismo, puede ser altamente poético, es decir, candentemente humano. Es muy complicado hablar de muerte, de dolor puro y duro “sin que se haga sentimental… o evidente panfleto” como diría Silvio Rodríguez y fuera de toda épica barata.

Plàcid Garcia-Planas viene a decirnos que no hay nada épico ya en la guerra, “el que retrata con su Nokia al piloto decapitado está fotografiándose a sí mismo”. No sé si hubo un tiempo en la humanidad en que una guerra pudiera ser emparentada con la épica. Tal vez en aquellos tiempos en que los reyes morían, espada en mano, defendiendo sus causas, pudiera pensarse que tenían cierto halo de heroico. Ahora, los reyes del mambo están jugando en los casinos o especulando contra sus propios países mientras sus huestes son pasto de las tormentas del desierto.



Plàcid Garcia-Planas: Como un ángel sin permiso. Cómo vendemos misiles, los disparamos y enterramos a los muertos (Carena, 2012)

Cutrez en los que disparan los fusiles, cutrez en los cadáveres esparcidos absurdamente, cutrez también en los encorbatadísimos organizadores del Eurosatory, la feria del armamento parisina, que vende misiles amigos que no contaminan la naturaleza. Solo contaminan a quienes los hacen, a quienes los venden, a quienes los compran, a quienes los disparan y a quienes los reciben en sus corazones, y al planeta tierra, por lo demás, ecológicos cien por cien.

-“Todos nacemos con sueños ¿no? ¿por qué hay tanta gente que los pierde?... los que mandan hablan de la gente casi como si no fueran humanos..”

En realidad, más que un reporterismo de guerra, Placid hace reportajes del mundo interior, la desolación cala tanto en las almas como en los paisajes, cada muerto es una pesadilla más para el reportero, para el lector, para el asesino, y también, aunque no lo sepa, para el que ha montado todo el cotarro, por un plato de petróleo o por lo que sea.

Plàcid es de esas personas que, con sólo intercambiar dos frases con él, te reconcilia con el género humano, y eso que está en la peor de las posiciones: ser el mensajero de nuestras barbaridades. Es el encargado de mostrarnos la foto esa que quisiéramos guardar bajo la alfombra. No lo hace ocultando, endulzando o tergiversando la realidad: es fiel como Velázquez en la Meninas o como el Goya de los Borbones. Al leerlo, como al contemplar las Meninas, sentimos piedad hacia nosotros mismos, como bufones del mundo o como reyes castigados por la genética. La guerra nos iguala en degradación: tanto a víctimas como a victimarios, tanto a dirigentes como a dirigidos.

En un momento determinado Plàcid viaja por el desierto sin mapa: la metáfora perfecta, no ya de un reportero, sino de una persona que se enfrenta a un mundo desprovisto de referencias de todo tipo: “No hay mapa, el norte es el norte porque alguien decidió que no era el sur, y ningún papel es capaz de trazar el fin del mundo. El mapa es donde impacta un misil de un cazabombardero Sujói o las coordenadas de una bala…”
Plácid renuncia a su papel de reportero épico y se convierte en un lírico de la tragedia. Algo así como aquellos romances épico-líricos del conde Arnaldos: unas pinceladas descriptivas y unas metáforas fulgurantes, que te explican en media línea toda la perplejidad, la intensidad del dolor o de la alegría.

La mirada de Plàcid es cúbica, como la del Gernika, trozos de rostros rodantes, pedazos de frases clavados en el desierto, fragmentos de tanques relinchando, latas de cocacola derramándose sobre la arena como la sangre de Ignacio Sánchez Mejías. Y alguna esquirla de su alma, arrastrada por la tormenta del desierto. Plàcid está dentro pero nos lo cuenta desde fuera, a vista de pájaro espantado, o mejor, de ángel, que, sin permiso, ha bajado a la tierra, ha visto algunos de sus congéneres metálicos, sembrando muerte y terror, con sus alas cargadas de bombas, y se pregunta absorto por la suerte de un género que tiene ínfulas de sagrado y maneras de simio envilecido.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Sunday,26 feb 2012 19:53:32 GTM
<![CDATA[Imma Mira Sempere y su Sir Mordred. Hijo de Ávalon, un atípico guía de las generaciones venideras]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1439 José Membrive

José Membrive

Imma Mira Sempere ha decidido compartir su vida con la de las montañas del Pirineo de Girona. Nacida en Valencia. Se dedica a vivir mirando de tú a tú a la naturaleza. No hace como la inmensa mayoría: nos refugiamos en el trabajo porque no tenemos nada que hacer, como diría Oscar Wilde. Vivir, a bosque abierto, mirando a los ojos a la cordillera, en compañía diaria de la naturaleza exuberante, no es nada fácil.

Marzo. El tren me saca del bullicio de la tarde dorada en Barcelona. Voy a encontrarme con una estirpe de personajes que vivieron, hipotéticamente, entre el siglo V y VI de nuestra era, si es que vivieron de verdad… En realidad, casi nunca nos han abandonado: el rey Arturo, su corte de caballeros, de hechiceros, de magos, y, también y sobre todo, un personaje oscuro: Sir Mordred, fruto de las relaciones incestuosas entre el rey Arturo y su hermana Morgana. Sir Mordred estaba tocado por un destino trágico, muy parecido al de Edipo.

El tren sale con retraso, le cuesta abandonar la ciudad: la angustia, el desánimo, la desorientación de una sociedad trabada en mil espejismos densifica la atmósfera, de tal manera que al tren le cuesta avanzar por ese océano de malos humos.

Conozco muy bien a Imma aunque sólo he hablado con ella una vez. Es una persona tan lúcida que ha podido desertar del escenario del desconcierto urbanícola. En los Pirineos, la antena parabólica de la inspiración funciona como el telescopio Hubble, fantásticamente. Así que si a través de esta antena ha encontrado vida después de la muerte de sus héroes, será porque existe, porque están realmente vivos, porque tienen algún mensaje que decirnos.

Intento prepararme la presentación, y lo que digo siempre: mi obsesión es publicar literatura actual, que trate temas de palpitante vigencia, de los que duelan, de los que no dejen indiferente a lector alguno. Nada de literatura evasiva.

Sé que Sir Mordred. Hijo de Ávalon (Ediciones Carena, 2012) es un libro muy actual, simplemente porque Imma no es de las escritoras que buscan temas, sino de las que se dejan fecundar por los temas. Y cuando un mundo decide poseer a un artista es porque tiene cosas importantes --y, aún diría, urgentes-- que comunicar.



Imma Mira Sempere: Sir Mordred (Ediciones Carena, 2012)

Cuando el tren enristra desde Vic hacia Ripoll comienzo a comprender por qué la saga del rey Arturo ha escogido a Imma como médium. En realidad lo que ha escogido ha sido el paisaje, un paisaje colosal, digno de colosos. Digno de unos héroes que carecían de dioses o que tenían que ejercer ellos mismos de dioses. Una saga en peligro de extinción, seguramente por el acoso de un dios extranjero, con su carga de cruces y culpas. Ahora, los acosadores, los representantes del cristianismo emergente que acabaron con sus druidas, con sus hechiceros, y también con sus guerreros, son los que están al borde de la extinción. Quince siglos encerrados en su propio laberinto, quince siglos de incesto permanente, de autoreferencia permanente, de invisibilidad del otro, han de producir no ya mareo, sino histerismo crónico, como ese que dificulta el paso del tren.

Los distintos valles, los muros de montañas verdes que ha de horadar el tren, me recuerdan los reinos nórdicos que pugnaban en las leyendas artúricas. Ya sé por qué han querido personarse aquí. Han de sentirse como en casa. Y con Imma encargada del gran hechizo: revivirlos en las páginas de un libro o, mejor, revivirlos en la conciencia de la gente, mediante las páginas de un libro.

Deben estar contentos con el resultado, sus corazones se sienten palpitar, no hace falta nada más que cogerlo con la mano, cerrar los ojos, aguzar el alma, y, entonces, comienza a captarse la presencia de estos excepcionales seres.

Nunca se fueron del todo. Siempre han permanecido en el inconsciente colectivo. Aprovechando cualquier descuido, cualquier debilidad para proponerse como puntos de referencia.

Suelen hacerlo, especialmente, en las épocas de crisis. Sus valores han pervivido a su propia derrota; curiosamente, los valores en los que ha desembocado el cristianismo pujante y que ya no los conoce ni Cristo, y eso que es uno de los grandes implicados. Los valores de la sociedad occidental, o, mejor dicho, de las sociedades monoteístas, están tan devaluados que los escritores y los artistas han tenido que recurrir a otros, es decir, a los de siempre. A aquellos a los que recurrió el buen Quijano cuando quiso hacer algo en el mundo, bajo el sonoro nombre de Don Quijote de La Mancha.

El mundo crepuscular es lo que une a Sir Mordred con Sir Benedicto XVI, lo que une el reino de Arturo con el de Europa. Todo pasa y todo queda. Todas las civilizaciones han de morir, todas acaban por dar el testigo del relevo a otras. La diferencia es la dignidad con la que se haga. Y aquí sí que hay diferencias notabilísimas. Arturo y sus caballeros murieron como héroes, mientras que nosotros lo hacemos como villanos.

Tal vez, aunque sea sólo por eso, vale la alegría leer este libro. Sir Mordred ha sido rescatado de la oscuridad de los siglos y de la oscuridad de la leyenda. Imma Mira Sempere ha desempolvado a un héroe que, al nacer, no cuenta con buenos augurios: hijo bastardo, del incesto, un hijo no reconocido de una madre bruja que carece de reino y de destino en un mundo de superhéroes. Las generaciones que nacen ahora tienen perspectivas semejantes a las de Sir Mordred. Por eso es tan actual este libro, porque nos puede inocular la fuerza de los héroes de verdad, esos que se hacen a sí mismos no sólo a pesar de los enemigos, sino, sobre todo, a pesar de quienes les rodean.

Y ahí está el milagro, ahí está la actualidad: Mordred puede ser un héroe, un guía atípico de las generaciones venideras.



NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Saturday,18 feb 2012 13:41:23 GTM
<![CDATA[El día en el que los políticos se indignaron, de Ramón Esteban: un grito palmario contra la injusticia]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1436 José Membrive

José Membrive

Uno de los dilemas claves en la historia de una editorial que ama la literatura es establecer los niveles de excelencia. El escritor auténtico no es sólo el que tiene un mensaje importante, sino el que posee una técnica contrastada y, a ser posible, una voz propia. Pero la voz propia se consigue, como todo, hablando (en este caso, publicando). ¿Quién te publica el primer libro que te permita comenzar a modelar tu voz?

El día en el que los políticos se indignaron es el primer libro de Ramón Esteban, ingeniero técnico de telecomunicación. Un libro, además, escrito en unos días, sin experiencia en tales quehaceres. Y, sin embargo, el libro clamaba por ser editado. ¿Por qué? Es un grito palmario contra una injusticia: en la sociedad común, cuando alguien, por cualquier circunstancia, lleva un negocio a la ruina, él sufre las consecuencias y ha de responder con sus bienes.

No ocurre lo mismo con la clase política, ni con sus coaligados, los grandes banqueros. A los primeros está dedicado el libro, con sagacidad implacable, pero a la vez con cordura y afán constructivo.

Es estos días estamos viendo cómo Cajas de Ahorros, dirigidas a la sombra de partidos políticos, abren sus entrañas para manifestar su multimillonaria ruina, mientras que sus responsables, al contrario que en Islandia, donde han sido encarcelados por delitos similares, siguen su pujante carrera, sin problema alguno.

El 15 de junio en Cataluña, nuestros políticos y sus fieles -y debidamente subvencionados-medios de comunicación, fueron presa de la ira, una ira patética, exagerada. Muchas personas trataban de mostrar su oposición a las resoluciones gravísimamente perjudiciales para el ciudadano de a pie, que ese día se iban a aprobar en el Parlament. Se llegó a definir el bloqueo como el “mayor golpe a la democracia catalana” después del 23F” recordando sibilinamente, en algún medio de comunicación, que el origen de tales “golpistas”, nacidos del 15M, se situaba en Madrid.



Ramón Esteban: El día en el que los políticos se indignaron (Ediciones Carena, 2011)

En estos días los políticos se confabulan para encarcelar a quienes osaron “impedirles ir a trabajar”. Precisamente ellos, aquel día, ellos adoptaron medidas muchísimo más graves para miles de ciudadanos: a corto plazo les impedirían trabajar, pero no por unas horas, los echarían a la calle. Claro que ellos saben que, por muchas barbaridades que comentan, no habrá consecuencias contra ellos, y sus sueldos pervivirán a su trabajo. Tampoco lo habrá contra quienes provocaron la crisis (una parte importante de la clase bancaria) y ahora lideran la “solución” sin dejar de desviar dinero a paraísos fiscales. (En internet se afirma que son casi todos los grandes del IBEX35. La opción es que lo desmientan o que algún juez meta mano en el asunto. Por cierto ¿por qué tanta reunión de dirigentes europeos y ninguno de ellos tiene la dignidad de señalar a los paraísos fiscales como las auténticas sanguijuelas de nuestra sociedad, y actuar en consecuencia. ¿Dónde quedaron esas tímidas promesas de investigarlos?)

Los parlamentos se quieren parecer cada vez más a los “paraísos políticos”. Los parlamentarios quieren impregnar su mirada de indignación para no ver las consecuencias de sus propias resoluciones encarnadas en gente que lo pasa mal, que ha estado trabajando honradamente, que no ha hecho nada para provocar la crisis y que ahora ha de pagar las consecuencias, mientras que los grandes provocadores siguen en la cresta de la ola bancaria.

Ramón Esteban es un ciudadano no dado a ningún extremismo, padre de familia, que se confiesa votante de CiU, pero que se hace preguntas en voz alta. Su bagaje literario es mínimo, pero digno. Su mérito es ponerle voz escrita a lo que piensan millones de ciudadanos. Sus propuestas, -que no voy a desvelar-, moderadas, razonables, llevaderas, pero incompatibles con una actitud de la clase política que, como el gran poeta, no quiere ver la sangre derramada en la arena. Y no quiere verla porque en parte fue propiciada por unos cuando gobernaban y agravada por otros cuando gobiernan. Todos tapando el rostro del “mercado” ¿Quién hay detrás de los conspiradores de las bolsas? ¿Ningún político lo sabe? ¿Nadie sabe qué hacer?

De todas formas, y en El día en el que los políticos se indignaron (Ediciones Carena) también viene implícito, no toda la responsabilidad proviene de los políticos y de los banqueros. Ellos tienen el poder que nosotros le otorgamos. Quizás ha llegado el momento de plantearse, no ya a quién se lo damos, sino de cómo ejercerlo. Las redes de internet dan mucho juego para imaginar una democracia real. Hasta ahora se veía como irremisible otorgar a otros la fuerza de nuestro voto. Pero estos otros no parecen responder -como muestran clamorosamente las estadísticas- a la confianza que en ellos se ha depositado. Nuevas formas de gobierno podemos esbozar. Pero, para empezar, vendría muy bien estudiar las propuestas de Ramón Esteban. Su libro es fácil de leer, y apunta a soluciones claras y constructivas.


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Friday,16 dic 2011 19:16:28 GTM
<![CDATA[Daniel Riu Maraval: la profundidad de la alegría]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1433 José Membrive

José Membrive

En las puertas del Tanatorio de Sancho Dávila de Barcelona nos reunimos algunos de los que hemos tenido la suerte de compartir amistad con Daniel Riu Maraval. Y no hay manera de ponerse serio. Tristes sí, pero serios no. Lo mismo que el maestro Daniel. Es imposible recordarlo despojado de su sonrisa a la vez irónica y apasionada. Cada escena, cada anécdota viene acompañada de su sonrisa correspondiente. Ni siquiera cuando se plantaba con ritual solemnidad frente al plato de manitas de cerdo para celebrar que había superado alguna de sus frecuentes recaídas. Solemne pero risueño. Porque esta es otra cosa, Daniel tropezaba una y mil veces con la misma “pierna”, a condición de que estuviera bien cocinada y de esto él entendía un rato.

“Nunca una poesía se ha parecido tan poco a su padre el poeta”, le dije una vez: él era torrencial, ella serena, él un niño, ella una sabia ancestral; él era un gozador, ella un pozo de sabiduría.

Su locuacidad torrencial, su voz grave, envolvente, la multiplicidad de vivencias, el sentido del humor para dar la vuelta a la frase en el momento más inesperado, su honda sabiduría y, sobre todo, el halo de tierna amistad que se desprendía de su verbo, lo consagraban siempre como el punto de referencia de cualquier reunión. Solo he conocido alguien que, en su presencia, lo mantuviera callado durante más de diez minutos: su gran amigo Luis Bettonica, gastrónomo, humanista y sabio.

Daniel Riu podía escribir un libro sobre cómo no se debería de freír un huevo o dedicar una tarde a hablar de cómo se cocinan unos garbanzos “de verdad”.

Felipe Aranguren lo reconocía: “es imposible estar triste mientras su recuerdo permanezca tan cercano. Me ocurre igual que con la muerte de José María Valverde, estas personas nunca transmiten dolor” Rogelio López Blanco y Araceli Palma-Gris estaban afectados, pero con cada imagen, con cada anécdota de Daniel renovaban una sonrisa viva. Porque Daniel era la metáfora de la vida.

Daniel Riu Maraval (1936-2011)

Daniel Riu Maraval (1936-2011)

Durante un momento, me retiro un poco, quiero hablar con él, o mejor, que sea él el que me hable. Así que abro al azar su libro Y perdemos los nombres de la piedra (Ediciones Carena, 2005) y entonces comienza su monólogo

“¿Oyes?
alguien solloza y canta
su olvido

consumimos las sendas
desciende el astro derrotado
y un amante contempla
la inocencia del agua

dime

¿por qué oscilan los yunques?
¿por qué los hombres lamen el frío
y las penumbras?
¿por qué ahondan
los mármoles y el grito
en los ojos brillantes?

os recuerdo

os recuerdo sin labio
os recuerdo despacio
como un río dormido
que se llena de muerte

¿qué fue de los jardines?
han grabado en los troncos
la liturgia del odio
la mariposa invoca
y abortan las corolas
en una ceremonia
de turbiedades blancas

¿no veis en las paredes
residuos de cinturas?

las soledades sangran

no quiero ser herida
ni nostalgia



Daniel Riu Maraval: Y perderemos los nombres de las piedras (Ediciones Carena, 2005)

El asunto suena a broma, me parece que me está contando, detrás del hombro, con tremenda sabiduría, exactamente lo que estoy viviendo y sintiendo en esos instantes. Cosa normal en él si no fuera porque la poesía está publicada hace seis años. Por un momento la mente se me enmaraña. Entonces es cuando comienza a sangrar la soledad, mi soledad y la de los numerosos amigos y familiares que se reúnen, tristes, pero nunca serios, porque él advierte que no quiere vernos heridos ni nostálgicos.

A continuación entramos a participar en la “ceremonia de turbiedades blancas”. La palabra sacerdotal se despliega, pero Daniel preside otra reunión de vinos blancos, sueños anacreónticos, y versos cabales. Su imagen sale a hombros, por la puerta grande de la vida. Así que no tenemos más remedio que quedar para otro día y rendirle el mejor homenaje: unos versos mojados con vino blanco y retranca, como el primer poeta de nuestra lengua: el bueno de Berceo.

Querido Daniel, me siento feliz de contar con tu afecto, con tu palabra viva. Te prometo que no contribuiré a perder los nombres de la piedra.
 


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Thursday,20 oct 2011 20:4:32 GTM
<![CDATA[Una sinfonía de nuestro tiempo: Bajo la sombra de las hayas, de Juan Ignacio Zaragozá Font]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1413 José Membrive

José Membrive

Volviendo a Valencia desde El Puerto de Sagunto, la cúpula del cielo parece más amplia. Incluso las nubes, más altas que en cualquier otro lugar, forman una cúpula colosal sobre la extensa huerta, como si tuvieran que estirar el espacio para dar cabida a todo el esplendor de los naranjos, en pleno mayo. Hasta el sol, sumamente empequeñecido, se despide como un niño amedrentado del hermoso paraíso. La huerta es como un universo esmeralda que oscureciera al propio atardecer.

El tren atraviesa El Cabanyal, y las gentes se van transformando en sombras que murmuran los preludios del sueño, tumbados junto a sus cabañas. En el tren, sin embargo, bulle una vida multirracial y las jóvenes coquetean con rumbosos africanos sin importarles que el día esté agonizando. Están en el reino del amor. Da igual el nombre de la estación, del pueblo, da igual la hora, no están sometidos al rigor del calendario. Están en otra órbita.

Es curioso: ellos están en ninguna parte y yo tengo la sensación de haber vivido el día escindido, habitando simultáneamente dos tiempos y dos espacios incompatibles.

Por la mañana cogí el Altaria de Barcelona a Valencia, pero, al mismo tiempo, la lectura de Bajo la sombra de las hayas me transportó a la convulsa Alemania de la primera mitad del siglo XX. En la fría Sajonia, abducido por Max, un preadolescente sentimental y tierno, me he enamorado de Ada, la prima de Dominik, un amigo de toda la vida, y en mi piel he disfrutado, en plenitud, del amor y la amistad, y también de los embates de una sociedad que, con la excusa de una crisis aguda, se fue abandonando, se fue dejando carcomer por el gusano de la hostilidad interna. Cuando se dio cuenta ya era un monstruoso dragón que se alimentaba de sus propias tripas.



Juan Ignacio Zaragozá Font: Bajo la sombra de las hayas (Ediciones Carena, 2011)

Juan Ignacio Zaragozá Font es músico, y eso explica que la obra, más que literaria, sea una especie de sinfonía sentimental con dos partituras, compartiendo y disputándose sus páginas: una, amorosa, pura, sutil, íntima, compuesta por dulces sonidos evocadores de amor, amistad, espiritualidad; otra, compuesta por broncos bramidos negros de corte totalitario, con envenenadas notas de crispación, odio y envilecimiento social. ¿Es posible erigir una sociedad monstruosa sobre los hombros de la inmensa mayoría de individuos honrados? La obra va in crescendo y, el final, está por ver. Besos y agresiones. Sutil manipulación y latigazos a costa de la crisis; fanatismos deportivos que, hábilmente condimentados, desatan rencores sumamente fructíferos para los manejadores de los hilos sociales. De vez en cuando levantas la vista del libro y te ves en un tren moderno, en un siglo y en un paisaje totalmente diferente. Pero, a medida que te vas adentrando en los personajes, te vas percatando de que las diferencias entre la Alemania de los años veinte y la España de principios de este nuevo siglo comienzan a perder perfiles.

Y te das cuenta de que se está hablando de una sociedad azotada por una crisis de carácter netamente especulador; una sociedad en la que la poca talla de los políticos permite que crezca el monstruo de la irracionalidad, cuando no es propalado directamente por algunos de ellos.

Y te das cuenta de que estás ante una obra de arte contemporánea y que toda obra de arte responde a preguntas acuciantes de la sociedad en la que nace. Y descubres que, en realidad, el viaje a Alemania ha sido un espejismo, un acto de hechicería por parte del autor. Donde realmente has viajado ha sido al centro, al corazón de tu propio tiempo, de tu propia sociedad. Y entonces cierras los ojos y oyes la melodía, la doble melodía, ahora en versión actualizada. Has cerrado el libro pero continúa la música de aquellos jóvenes sajones que tratan de amarse por encima de los graznidos de unos cuantos cuervos que esperan hacer negocio con la sangre de quienes fueron amigos inseparables; esa música, esas músicas resuenan: la del amor, en la Puerta del Sol de Madrid, en la Plaça de Catalunya de Barcelona, y en tantas y tantas plazas, ahora, en estos días. Frente a la música el estruendo de negras vibraciones, impulsoras del miedo. El rugir de mercados y mercaderes insaciables moviendo los hilos, apropiándose, poco a poco, de los medios de comunicación, de los gobiernos, de la banca, de las finanzas, recurriendo al artilugio de la desconfianza entre los maltratados, propugnando el sálvese quien pueda, la guerra entre colectivos, para seguir pescando en río revuelto.

Bajo la sombra de las hayas (Ediciones Carena, 2011) es un sinfonía de nuestro tiempo, una metáfora de la sombra y de la luz, un canto que nos abandona justamente en el límite entre el miedo y la esperanza. Entre los negros sonidos y las tiernas melodías.

Entonces te das cuenta de que Juan Ignacio Zaragozá ha sabido captar el dilema que nos atenaza. Pero ha agrandado el mundo. Por eso, aquí, desde el tren, la cúpula del firmamento es más amplia. Las negras nubes han dejado de aplastarnos y la noche naciente se pinta de verde esmeralda. Esta vez no, la Historia no se va a repetir. El oráculo ha decretado otro final. Esta vez la crisis social no va a acabar en tragedia; para ello, la inspiración délfica nos exige que leamos, que propalemos sus designios encubiertos en redondísimas obras de arte, que meditemos bajo las hayas, que disfrutemos, que nos convirtamos en música sutil. Sólo hay que dejarse llevar por páginas tan entrañables.

Todas las posibilidades están abiertas. Es cuestión de interpretar las diferentes notas de cada época, de huir de los atroces infiernos de quienes en su momento se equivocaron. Antes no estaban advertidos; ahora sí están, artísticamente, advertidos.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Wednesday,1 jun 2011 20:37:55 GTM
<![CDATA[Poesía en el 15-M y la nueva revolución poética: Con fecha, minuto y hora, de Roberto Zarco]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1409 José Membrive

José Membrive

Para Eva María Sánchez, que me enseñó que la poesía borra todas las reticencias entre partidos


El 19 de mayo pasado, viajaba en AVE de Barcelona a Madrid. En Móstoles tenía que presentar el libro Con fecha, minuto y hora, de Roberto Zarco (“huye de cualquier patrón o norma que te ofrezca el mundo exterior”; “en todas las vidas se esconde una historia en forma de poesía”; “Yo invento el espacio, las horas, los minutos…; tú los descifras”, dice el autor al explicar su mundo poético). Mientras, resonaban en mis oídos las palabras pausadas. Esta vez no son gritos airados de los manifestantes de la plaza de Catalunya, en Barcelona. La Puerta del Sol, en Madrid, latía también al mismo compás, al igual que tantas y tantas plazas de ese jueves 19 de mayo, día de la presentación: “Dignificación del lenguaje, para cambiar los valores de la vida”, había leído en una pancarta la noche de antes.

Y una duda me asalta: ¿estoy haciendo bien en dedicar 24 horas a la presentación del libro de un poeta que comienza a dar sus primeros pasos literarios, estoy haciendo bien abandonando la editorial y dejando de ir a manifestarme a favor de un movimiento con el que, por primera vez en muchos años, me identifico plenamente?

Estamos ante una oportunidad histórica: la gente reclama un reset, un reinicio total, un borrón y cuenta nueva, por primera vez. ¿No deberíamos de dar prioridad al momento histórico?

Vuelvo los ojos al libro: “Mi calle favorita para ti es la calle de no hacerte llorar / pero antes siempre paso por la avenida ‘estás preciosa’ y desemboco en el ‘paseo de tus ojos’”. Muy bonito, demasiado bonito. Recuerdo entonces los versos de Bertold Brecht: “Oh triste tiempo presente / en el que hablar de amor y de flores / es olvidar a tanta gente / que está sufriendo dolores” (traducción libérrima).

De pronto leo algo en el Con fecha… (tengo que preparar algunas palabras para la presentación) que me cambia totalmente los esquemas. ¿No es Roberto Zarco, a sus 20 años, el poeta de la generación que está tomando las plazas de las más importantes ciudades españolas? ¿No está respondiendo por adelantado a sus peticiones? Por lo pronto, está inventando su propio lenguaje, y en esto coincide con los deseos de su generación.

Casi todos los libros que estamos editando últimamente en Ediciones Carena coinciden con el lema “Reinventemos el mundo”: Nosotros mismos (“si crees que el guión de tu vida está escrito, sáltatelo”); La verdad Scarlata (“prueba a decidir por ti mismo, es más simple de lo que parece); Así de simple

Pero, y en esto tienen razón los manifestantes, no se puede construir un mundo sobre el lenguaje enfermo. Contagiado por la corrupción. El mundo está yendo para atrás a marchas forzadas: los grandes poderosos se han quitado la careta (“sin complejos”, que diría [José María] Aznar) y están perpetrando la mayor devastación, la mayor acumulación de capital de la historia, la mayor plaga de hambre…, y eso hay que ocultarlo lingüísticamente. Para ello hay que violar las acepciones. Cuando por “amor” se mata a la pareja, o en nombre de la “libertad” se inicia un genocidio para apoderarse de las riquezas de un país, y cuando acaba la “intervención” se hace un balance de unos cuantos muertos entre los invasores, pero no se alude a los cientos de miles masacrados; entonces es cuando el lenguaje está podrido. Y esa putrefacción que tragamos cada día nos tritura las tripas y el corazón. La enfermedad del lenguaje es la enfermedad del pensamiento.

En realidad, Roberto Zarco estaba respondiendo al deseo de los manifestantes del Nuevo Mundo: estaba reinventando, curando el lenguaje, para poder transmitir.



Roberto Zarco Mata: Con fecha, minuto y hora (Ediciones Carena, 2011)

Porque la nueva revolución es pacífica. Todas las revoluciones armadas han acabado por imitar a los repugnantes derrocados. Entre otras cosas porque las armas conducen irremisiblemente al asesinato y ningún asesino o instigador de asesinatos es digno de dirigir a la humanidad. Ahora se están dando cuenta de que la guerra entre Israel y Palestina no sólo perjudica a los muertos palestinos, sino que deja lisiados anímicamente a los israelíes, que se ven en el trance de matar. Nadie con el alma manchada con sangre hermana recobra fácilmente la dignidad sin un largo proceso de depuración.

Así se está expresando esta nueva “revolución”: la revolución del lenguaje, la revolución necesariamente incruenta.

Es cierto que la primera fase de toda revolución es acabar con los modelos antiguos. En esta ocasión no nos va a costar trabajo: los partidos mayoritarios podrían apoderarse del nombre del grupo musical Presuntos implicados sin que esto extrañara a nadie. Es patético cómo se insultan y, lo más patético, prácticamente todos llevan razón cuando califican de corruptos a sus rivales. En este sentido pienso que en la campaña electoral es cuando menos mienten los partidos.

Pero ha de haber siempre una segunda fase en todo cambio: adquirir nuevos modelos que aúnen ilusiones. Sin un modelo previo, lo suficientemente rico, no habrá suma de energías.

Lo que propongo es mirar la poesía para indagar en el nuevo modelo. Poesía como arte universal, como arte intuitivo, indagatorio, inspirativo… Es la que nos puede ayudar a probar nuevos pasos, a explorar terrenos no hollados. La buena poesía es indemne al paso del tiempo, y los grandes poetas sobrevuelan por encima de las mezquindades político-usureras.

La poesía es el venero del que mana el agua nítida que nos puede insuflar vida incontaminada de mezquindades, pero plena de sabiduría. El lenguaje depurado es el único que garantiza un pensamiento sano, propio de un pensamiento. Así pueden manar sentimientos claros, fluyentes, cristalinos, y sólo esos sentimientos pueden insuflarnos fuerza para manejar nuestro timón al compas de los nuevos tiempos y de la nueva vida creada en cada instante.

La poesía es la mejor capacitada para armonizar mente, corazón y conducta. Pero otras ciencias también pueden hacerlo. Lo específico de la poesía es que su inspiración nos puede llevar por sendas nuevas. Llamo luz gnóstica a la luz que transmitida a través de la inspiración y que es un plus añadido nada tiene que ver con la formación del poeta ni con los conocimientos académicos. La luz gnóstica está compuesta por tres rayos geminados: verdad-sabiduría, amor-pasión y belleza-transcendencia. Las primeras partes vienen del universo intuitivo, y las segundas son las que fermentan en el alma del poeta, las que se infiltran no sólo en el espíritu del poeta, sino en el de cualquier lector.

Roberto Zarco, como muchos otros poetas nuevos y antiguos, baja al fondo de sí mismo para contribuir a la construcción del nuevo mundo desde los cimientos. Su voz está en ciernes, en su poesía habita lo antiguo y lo nuevo. Hay ruinas antiguas y gemas nuevas como no puede ser de otra manera en la voz de un poeta de la reconstrucción, porque casi todo lo nuevo se hace demoliendo lo antiguo, y para demolerlo hay que pelearse con él y sufrir, de vez en cuando, un parcial aplastamiento. Pero eso no importa. Por lo pronto él me ha enseñado que, en realidad, lo que están pidiendo los nuevos manifestantes es el poder de la poesía, que no tiene nada que ver con la poesía al poder. La poesía otorga el poder a los corazones de las gentes, y ellos ya se las apañarán para organizarse. No reivindicamos poetas en el senado, reivindicamos la poesía en el corazón. La poesía del corazón. Como la de Roberto Zarco.




NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Wednesday,25 may 2011 13:51:13 GTM
<![CDATA[Badalona, ciudad de lágrimas y de esperanza: Haissa de Emili Ferrando, La escuela rota y Los que no importan, de Toni de la Rosa]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1402 José Membrive

José Membrive

Definitivamente, se volvió a cumplir la tradición: salir de la presentación de un libro en Badalona, mirar al mar y verlo neblinoso, sin distinguirlo del cielo, no solo por el oscuro rubor del crepúsculo, sino por el resto de lágrimas que empañan la mirada. Y siempre en primavera y siempre en Badalona, y siempre junto al mar.

La primera vez fue también en mayo. Presentábamos el libro Haissa de Emili Ferrando, una presentación y un libro que enlazaban con otro mayo de lágrimas: el de 1974 en el que seis trabajadores de Haissa murieron a consecuencia del incendio de la empresa: Eusèbia Lausen Fusté, de 53 años; Glòria Parra Marín, de 17; Josefa Lumbreras López, de 19; Antónia Llanes Costa, de 50; Francisco Vico Morales, de 21, y Francesc Andreu Morales, de 48. A nadie les sonará porque provienen de “los que no importan” socialmente, pero dejaron sus vidas en acto de servicio laboral y, hasta que Emili no decidió resucitarlos, nadie se acordó “oficialmente” de ellos, ni para darles las gracias.

Haissa, escrito muchos años después de la tragedia, resucitó la memoria no sólo de estos trabajadores, sino de toda una época de laboriosidad y convivencia. Una sociedad entrañablemente dura, cuajada con ese tejido de solidaridad entre gentes de distinta procedencia que sólo los pobres saben componer para hacer la vida más llevadera y que algunos políticos se empeñan en envenenar para poderse ofrecer como salvadores de esencias que sólo existen en sus fantasías.



Emili Ferrand: Haissa (Ediciones Carena)

Lo especial de aquella presentación estuvo en que Emili Ferrand supo reunir, 24 años después, a muchos de los trabajadores que el incendio y posterior cierre empresarial, habían dispersado. Recuerdo el documental y el especialísimo ambiente, la suma de memorias, de amor, de añoranza cuajó en una presencia densa de aquellos desaparecidos. Era como si la confluencia de recuerdos los hubiese convocado. Intervinieron familiares, amigos, se vieron fotos de humildes trabajadores estampados en las páginas de la historia y la magia de la tarde llorosa se apoderó del más del centenar de asistentes porque Emili Ferrando les había conferido dignidad al reconocerlos como artífices de la historia auténtica, la historia del día a día.

También hubo lágrimas el día que presentamos La escuela rota (Ediciones Carena) el primer libro de Toni de la Rosa, una obra que denuncia la discriminación escolar encarnándose en Keita y Mohamed, dos adolescentes expulsados de la escuela utilizando artimañas escandalosamente discriminatorias. De repente, entre el caleidoscopio cromático de los asistentes, se levanta un chico negro, alto, sonriente que se confiesa como encarnación del protagonista y afirma que el libro y el autor salvaron su maldición. Claro que a Toni de la Rosa le costó amenazas, juicios y, por último, el cambio de centro. Entre los asistentes, alguno de los antiguos agresores, reciclado en el grupo. Claro que no todo es así de bonito. El otro protagonista, un chico marroquí de trece años, al que se le acusó de traficar con droga, cuando consta que ni siquiera sabía lo que era, ese no pudo recuperarse y al final acabó cumpliendo los designios de sus excomulgadores.



Toni de la Rosa: La escuela rota (Ediciones Carena)

En la presentación de Los que no importan de Toni de la Rosa, también hubo lágrimas conjuradas por las dos únicas palabras que pudo articular Laura Valero “era especial”, refiriéndose a Javier, su hijo, inspirador del personaje Rafa, encarcelado por un delito menor y muerto a súbitamente a consecuencia, digamos presuntamente, de un par de palizas en la prisión de Quatre Camins, cuyos informes y autopsia, un año después, andan en el limbo burocrático.

Pero “los que no importan” encierra muchísimas más historias transversales. Juego de presentes y pasados, de guerra civil y actualidad, de torturados y torturadores, de nacionales y republicanos, pero mucho más que eso, de personas, que es de lo que se trata, porque todos los clichés ceden ante la literatura viva. Claro que todas las historias tienen un denominador común: la pobreza, la humildad. Toni, al igual que Tolstoi, sabe que los ricos no tienen historia, o mejor dicho que todas las historias de los ricos son la misma, pero que los pobres lo son cada uno a su manera, por eso son ellos los que conforman el grueso de la literatura y de la vida, aunque la historia oficial los olvide clamorosamente.

Estos autores obran el milagro de hacer que los personajes pasen de lo virtual a lo carnal, a través de las puertas mágicas de las páginas de sus libros. Por eso su literatura es tan viva, tan cercana, por eso en sus presentaciones hay afectos y lágrimas, de emoción, de tristeza, de alegría, pero lágrimas, condensadoras de sentimientos.



Toni de la Rosa: Los que no importan (Ediciones Carena)

Lo emocionante de las presentaciones badaloninas es que te dialogas con los personajes de carne y hueso, salidos de las páginas del libro, por eso son tan verdaderas, por eso llegan tanto al corazón. Es lo que sucedió en la presentación de Los que no importan. Por eso basta que digan una frase. Solo se trata de constatar que existe la reencarnación del personaje. Allí estaba María José Pérez, ex alumna, agradeciendo que alguien les otorgara dignidad literaria. Allí estaba Emili Ferrando, ampliando el argumento con magníficas historias de mujeres anónimas que viajan cada fin de semana a distintas cárceles para hacer compañía a quienes carecen de familia.

Especialmente emocionante fue la intervención de Montserrat Fenosa, miembro de Acció Cristiana per a l’Abolició de la Tortura denunciando que nuestro país está lejos de erradicar esta monstruosidad. En el boletín 95 Acat informa que la llamada “Escuela de las Américas en Georgia” encubre una institución en la que se preparan torturadores que legitiman después esta práctica por todo el mundo. Y esto es lo que produce tragedias como la de Javier, muchas de las cuales ni siquiera se investigarán.

Claro que, el problema, al tratarse de una literatura tan viva, son las comparaciones: Javier había cometido un robo menor y esto le costó la cárcel y, al final, la vida. La sensación es que la pena es inversamente proporcional a la cantidad robada. Y para ello no hay más que mirar al entorno del musical palacio.

Al final, el autor, la novela, la presentación quedaron resumidas por Laura Valero, con la palabra “especial” dirigida a su hijo muerto. Especial es la sociedad badalonina, sus escritores y su compromiso con la literatura y con los valores humanos, especial Emili Ferrando y Toni de la Rosa y su manera cuántica de abordar una literatura bidemensional.



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Monday,16 may 2011 20:40:19 GTM
<![CDATA[Cuentos de lumbre y pesadumbre, de Carmen Plaza: la rebelión de los mitos]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1397 José Membrive

José Membrive

Los Tres Cerditos, Aladino, Pinocho, la Lechera, Blancanieves, El Soldadito de Plomo, la Bella Durmiente, el Gato con Botas, la Ratita Presumida, el Patito Feo, Cenicienta, Hansel y Gretel, el Sastrecillo Valiente, Caperucita Roja… y algunos de nuestros ilustres acompañantes de los sueños infantiles han dicho basta y se han confabulado para liberarse de las cadenas de tópicos que hacían de su vida un triste esperar a príncipes hermosos y princesas de ricitos dorados que nunca acababan de aparecer y que, cuando aparecían, acababan volviendo a su antigua condición de ranas.

Ya está, este ejército de personajes arquetípicos ha acompañado a la humanidad desde sus albores recorriendo todas las civilizaciones y épocas al servicio del misterio, tratando de llenar de sentido, de consolarnos en esa edad en que, tras el paraíso de la infancia, comienza a dibujarse en nuestro interior la sombra horrible de la muerte y el dolor. No es la primera vez que se rebelan, porque sobre sus hombros ha caído la responsabilidad de la evolución de los mitos humanos que han ido esbozando las distintas bases civilizatorias de la especie. En su piel llevan tatuados los hitos de la historia de la humanidad, y también las cicatrices de los choques y las bodas interculturales. Todos los imperios y religiones han querido esclavizarlos, ponerlos al servicio de sus intereses haciendo de sus gobernantes hermosísimos príncipes y, de los gobernados, humildes vasallos en espera de dádivas. Pero, a la larga, todos han fracasado. Estos monigotes construidos con materia de sueños han sobrevivido a todos los imperios, a todos los dogmatismos, a todas las mentiras con las que la “realidad” nutre las miradas ruines. El arte trasciende, la vida es autenticidad y ellos han demostrado ser más auténticos que los humanos de carne y hueso, por eso nos sobreviven, o tal vez nos salvan; salvan nuestros sueños de nuestra propia voracidad ruin.

Últimamente estaban hasta el gorro de la manipulación, del maniqueísmo absurdo que, en nuestra envidia, asignábamos a sus vidas. Caperucita Roja estaba hasta el gorro de que se la comiera el lobo por el mero hecho de querer caminar sola, sin la protección de un macho. “¿No tenía un padre o un hermano que la protegiese? ¿O es que en lugar de ir a casa de la abuela se lo montaba con algún amante secreto? De las mujeres, ya se sabe… Es preferible que se la coma un lobo a vivir con la duda sobre su fidelidad. Que se entere que una mujer necesita protección viril”, diría el macho.

Ahora los lobos se acicalan, Carmen Plaza lo sabe…, pero la mayoría de los humanos no. Y seguimos repartiendo cándidamente nuestros besos a lobos, bien aconsejados por su asesor de imagen, con caperuza roja.



Carmen Plaza: Cuentos de lumbre y pesadumbre (Ediciones Carena, 2011)

Los Tres Cerditos han trucado su identidad, tal vez abducidos por la vorágine de la especulación inmobiliaria, pero no han desaparecido. La palabra especulación viene de espejo y, los tres cerditos, en paradero desconocido, han regalado un espejo a Carmen Plaza, un espejo que traslada a las páginas de su libro, Cuentos de lumbre y pesadumbre (Ediciones Carena, 2011) y, ¡oh, horror!, al mirarnos en él vemos que, si no los tres, uno de los cerditos se dibuja en el ubicuo reflejo. Nos creemos personas pero ella sabe desenmascarar los monstruos interiores.

El desfile continúa. El Soldadito de Plomo es vencido por el ejército de burócratas, la Bella Durmiente se ahoga en un escaparate… En fin, un maravilloso desastre. Nuestro mítico ejército de liberación infantil se ha despertado, ha dejado sus palacios, sus formas medievales, y ha decidido reencarnarse en nuestra sociedad para lo bueno y para lo malo. Para presentarse ante el público del siglo XXI, han escogido una pluma muy especial: la de Carmen Plaza, que conoce muy bien la esperanza y el dolor, la lucidez y las miserias tanto sociales como individuales del mundo actual, y sabe mezclarlas en un guiso artístico de altísima cocina.

No puede decirse que la actual reencarnación de nuestros mitos los haga felices. Las perdices se guardan para el final, y ahora estamos al principio. Al principio de una nueva etapa dibujada por la metamorfosis de nuestros arquetipos. La Ratita Presumida, convertida en una fea fregona de escalera, gana mucho, aunque no lo parezca porque se hace preguntas escalofriantes. Ha pasado de animal privilegiado a la humana desolación de la pobreza, pero humana, al fin y al cabo.

Y eso es lo que han hecho todos, humanizarse: el Gato con Botas, el Patito Feo…, incluso los príncipes, Blancanieves, la Lechera, Pinocho… Todos han decidido bajar del pedestal acartonado para entrar a saco en la vida, con todas sus consecuencias. Han dejado de ser estereotipos para convertirse en seres contemporáneos, porque, en el fondo estaban prisioneros de una visión medieval, machista, esclavizada ante un falso maniqueísmo que premiaba la docilidad, la servidumbre a unos príncipes azules y a unas princesas de rizos dorados que dibujan su pertenencia a una clase dirigente a quienes como naturales “cenicientos” se nos mandaba servir, en espera de la limosna del amor caritativo o de la justicia de la ira.

Lamento, como escritor, no ser yo quien firme estos cuentos. En realidad lo había intentado hace unos años. “Los Tres Cerditos de las Azores”; “El Patito sin pedigrí nacional”; “La cabra y los siete lobitos”... Son cuentos que escribí creyéndolos geniales, pero envejecieron en el proceso de publicación y quedaron, creo que afortunadamente, encerrados en el cajón. La idea la tuve yo, en realidad todo lo que escribe Carmen Plaza lo había pensado yo antes. Es como si sus obras fueran la prolongación de mis sueños. La leve diferencia es que yo los había imaginado y ella los ha escrito mejorándolos hasta lo indecible. Ella es como un superego literario, un ángel ejecutor. Le digo que estoy escribiendo un ensayo sobre la condición humana, sobre el papel del dolor, y me dice que tiene publicado ya un volumen y escrito el segundo. Seguro que con mirada más amplia, más humana, más comprensiva y amorosa que la mía. Mujer tenía que ser.

Pero no es a mí solo, seguro que muchos, al leer el libro, pensarán que así, esa es la naturaleza exacta de nuestros mitos contemporáneos. Que tienen ante sí una radiografía esencial, una guía mítica apropiada para este tiempo de turbulencias y sombras. El valor del artista es plasmar, como diría Machado, “el espíritu de su tiempo”.

Desde ahora mismo todos los cuentos clásicos habrían de explicarse en clave de lumbre y pesadumbre, de luz y dolor, de Carmen y Plaza.



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Monday,9 may 2011 19:16:7 GTM
<![CDATA[El gran milagro de Sant Jordi: Ediciones Carena y Puentes Culturales]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1392 José Membrive

José Membrive

Si algo caracteriza al mundo actual es la coordinación con la que actúan los grandes capitostes de la economía, la perfecta agilidad en sus pies danzarines a la hora de burlar impuestos (Appel, según noticias de los diarios, factura en Irlanda el 90% de las ventas de España), el juego de brazos con el que van conduciendo sus negocios a “paraísos” fiscales con sus correspondientes infiernos laborales y su habilidad sinfónica para introducir billetes-migajas en las carteras de los políticos para que mantengan en alto las espadas del enfrentamiento entre los débiles: enfrentamiento político, ideológico, territorial, cultural y artístico.

El mundo está patas arriba: la producción de bienes que debería estar en función de las características climáticas, geológicas y sociales de cada territorio, se deslocaliza; y la cultura, que se desenvuelven en el ámbito de la creatividad, de lo que nos une, de lo más prístino de nuestra condición, se territorializa, interesadamente para neutralizar sus efectos liberadores.

El día 23 de abril, Sant Jordi, el santo asesino de monstruos, también hincó su lanza contra otra monstruosa criatura: la jaula que mantiene el aislamiento regional entre artistas, escritores, pintores… En el puesto que Ediciones Carena tenía en las Ramblas de Barcelona se obró un pequeño prodigio de esos que difícilmente se olvidará. A las dos de la tarde la poeta Montserrat Samper (Murcia, autora Mi corazón espera), que se había desplazado a Barcelona con motivo de la fiesta, me llamó: estaba en la Plaça del Pi, con diez o doce autores más -la inmensa mayoría se había visto ese día por primera vez-. “Ven que está pasando algo muy bonito”. Al principio solo vi un coro de personas tomando tapas, pero cuando me senté entre ellos vi que se intercambiaban teléfonos, correos e invitaciones. Hacían planes de futuros encuentros como si de una panda de buenos amigos de toda la vida se tratase. Nunca sabré explicar tanta armonía súbita en un grupo de gente que se acababan de conocer, convocados por una editorial mediana.

Misteriosamente, Ediciones Carena está siendo receptora de una serie de autores que, desde diversos ámbitos, géneros y puntos de vista, confluyen en una misma convicción: “Hasta aquí hemos llegado. Hemos de reinventar la vida. Estamos legitimados para ello. Estamos hartos de que nos traten como a imbéciles”.

La impresión es que Wikileaks, sin aportar nada nuevo, ha confirmado descarnadamente cómo desde altísimas instancias supranacionales, se burla la justicia, la dignidad de las personas, se provoca la miseria, se especula con carburantes y alimentos, en función de unos intereses rastreros. Ha supuesto el último o penúltimo desengaño. Curiosamente ninguno de nuestros autores ha optado por la indignación, sino por el intento de esbozar caminos compartidos de implicación en un nuevo proyecto cultural que tiene mucho que ver con la suma de libertades, con el reinicio de otra etapa, sin ira y sin culpabilización, confiando al instinto el timón que tan desastrosamente han conducido unos dirigentes políticos y financieros que, según todas las encuestas suscitan el rechazo ciudadano, aunque es cierto que no hay una alternativa dibujada a corto plazo.

Existe la convicción entendida de que la “vaca del viejo mundo ha pasado su triste lengua” parafraseo a Lorca, y ha barrido todo cuanto de robable existe. Afortunadamente nos queda la palabra, que era la que obraba el milagro de confraternización, la que juntaba en un juvenil río, los hilos de ilusiones comunes.

Y el nuevo verbo ya se está haciendo carne. Por lo pronto papel. Ahí estaban las y los poetas Araceli Palma (Águilas-Barcelona) (La sinfonía del hombre), José Luiz Ruiz Castillo (Granada-Barcelona) (Una sombra, una ilusión), Montserrat Samper (Murcia) (Mi corazón espera), Milagros Martín (Descubriendo mi tiempo), Felipe Aranguren (Memoria del no poder) indagando en las profundidades, contrastando la autenticidad, buscando el grano humano en el pajar verborreico. Francesc Mercadé (Reus) y Yoly Hornes (Buenos Aires) proclamando que Nosotros Mismos, tenemos poder, dones y fortaleza para reinventar otras relaciones de amorosas, vitales y afectivas a cualquier edad. Ahí estaba Miquel Adrover (Mallorca) que, con Ganda Salom, nos animan en Así de simple a atrevernos a comenzar una nueva senda de la que ellos esbozan sugerencias, aliento vital, ideas, para que dejemos de mirarnos al ombligo y emprendamos un camino indagando en la fuerza que nos otorgan los propios fracasos.

Mucho más loable fracasar en una buena causa que triunfar al servicio de lo innoble. Toni de la Rosa (Badalona) nos dice que Los que no importan son capaces, aún baldados por la pobreza y el desprecio, de vivir gestas propias de héroes griegos, tanto por la dimensión de las desgracias como por la dignidad con la que la afrontan. Allí estaba Carmen Plaza (Burgos) que da una vuelta de tuerca a los cuentos clásicos en sus Cuentos de lumbre y pesadumbre, demostrando que el genio Aladino puede estar en cualquier esquina, siempre que estemos abiertos para recibirlo, que entre los tres cerditos y los que pueblan una consulta médica tampoco hay tanta diferencia… No pudo venir Fernando Lozano (Soria) pero en sus Cerezas, demuestra que la frontera entre el más allá y el más acá es brumosa y que el romanticismo y la pureza del amor no es patrimonio de los heteros. En la misma línea José Antonio Baños (Murcia) nos demuestra en Catulo, poeta latino: las contradicciones de Eros que la revolución interna puede manar de un grupo de niños pijos, adinerados y viciosos, siempre y cuando estén tocados por el don de la inspiración.

Del yo esencial hace surgir Eva María Ruiz (Barcelona) su Verdad Scarlata una verdad íntima, total, por encima de parafernarlias, instituciones y miedos “si crees que tu destino está escrito, sáltate el guión y sal a buscar la verdad” En la misma línea de replanteamiento placentero está Más allá del Recuerdo de Dolores de la Cámara. José Urbano revive en Criaturas del Piripao un fragmento de la sociedad decadente y pícara del siglo XVII, terriblemente semejante al actual, Juan Manuel López Los mil días con una dosis de memoria de la que los historiadores no quieren saber nada. Raquel Andrés (Alicante) en Los ángeles no tienen Facebook, nos advierte que, a veces, compramos productos “gratuitos” pagando un alto coste de intimidad, control social y, sobre todo, dejándonos deslumbrar por la forma sabiendo que la toneladas de información y contactos pueden ser un camino para el aislamiento y la pérdida de puntos de referencia. Jesús Martinez y Gustavo Franco con el inquietante reportaje novelado de Molly abren un sangriento interrogante en la confluencia entre conceptos justicia, infancia y autoridad ¿competente? Pilar Bellés (Castellón) llegó antes que su libro Diario mágico con su bisturí sobre los “amores hogareños” que sufren algunas mujeres. Jorge Lara (Argentina-Valencia) aprovechaba que su libro (El invitado) está en la imprenta, para organizar reuniones futuras en las que el placer, el intercambio de ideas, estuviera a la altura del compromiso de los artistas con su tiempo. Guillermo Castro que ha viajado a los tiempos de Silverio para otear en los orígenes de un arte indómito como es el flamenco, fue de los últimos en abandonar la nave, en un restaurante de las Ramblas a altas horas de la noche, después de un día tan intenso. El flamenco es esencialmente nocturno e indagador en los dolores del alma, pero al mismo tiempo curativo, como toda expresión verdaderamente artística. El problema es que hay que atreverse a hincar el bisturí para que el pus acumulado fluya.

Y eso es lo que tramamos el día de S. Jordi, en eso consistió el milagro en el que unos desconocidos, en un ritual artístico decidieron hincarse el bisturí anímico exponer ante los otros ilusiones y miserias. San Jordi bendijo el acto y al final quedó esbozado un horizonte de colaboración plasmado en Puentes Culturales, una asociación que trata de establecer puntos, con fechas de encuentros y amistad bajo la bendición de la diosa literatura.



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Tuesday,3 may 2011 20:40:51 GTM
<![CDATA[Nosotros mismos (Ediciones Carena 2011) de Francesc Mercadé y Yoly Hornes]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1390 José Membrive

José Membrive

Siete y media de una tarde abrileña, casi veraniega. En una esquina del flanco norte de la Plaza de Cataluña en Barcelona, dos instituciones, pasadas en años, se miran de reojo. La librería Catalonia, fundada en 1924, mira con la cabeza alta, sin complejos al gigantesco Corte Inglés de la acera de enfrente. Ambas instituciones se consideran templos: la primera templo cultural de los más antiguos de la capital y la segunda catedral de nuestra señora del bienestar. Las dos absorben clientes. Especialmente la primera que a sus ochenta y tantos años aún le quedan experiencias por vivir, como la de hoy, que, por primera vez en su historia, se han solapado dos presentaciones de libros y los asistentes a la segunda han de esperar a que acaben los de la primera.

El primer libro narra las vicisitudes de una activista en un pueblo perdido de la selva africana más olvidada. Su público es eminentemente juvenil. Se trata ante todo de hacer que los habitantes pongan en marcha su sistema de vida antes de que la “ayuda” occidental decida instalar su sistema de rapiña.

El segundo libro se llama Nosotros mismos y es una historia en la que los protagonistas Santiago Port y Tania Groptos deciden encomendar su vida, como si de veleros se tratase, a los designios del viento y del corazón. Están hartos de trabajar a piñón fijo por sendas prescritas y rutinarias. Sus dos autores Yoly Hornes y Francesc Mercadé, son amantes del baile y eso se nota. Han permitido que sus personajes dibujen una danza “al compás de la vida” como decía un verso de Rovira-Beleta, algo que no es sencillo pero sí emocionante. Se trata de una sinfonía vital, bailable, ejecutada con la precisión matemática de Francesc (Reusense, Doctor en ciencias económicas, autor de varios tratados sociológicos, empeñado en reinventar la vida para despojarla de la pátina grisácea de la que adolece en la sociedad actual) y la creatividad artística de Yoly (porteña, -que es mucho más que ser argentina-, licenciada en Filología hispánica, novelista, narradora, heredera de la creatividad sureña).

Visto desde la ruin perspectiva que impregna el discurso político-periodístico actual, se trataría de dos mundos de intereses contrapuestos, de visiones incompatibles, destinados a enfrentarse en disputas sobre vacuas identidades. Desde la perspectiva artística, se trata de una suma de sensibilidades capaces de transformar ese hipotético enfrentamiento, en un himno a la vida, con mayúscula. Porque de eso se trata.



Yoly Hornes y Francesc Mercadé: Nosotros mismos (Ediciones Carena, 2011)

El título podría ser el emblema de los nuevos tiempos. Nosotros mismos. El alejamiento de la política llena de trampas semánticas, de la rapiña especuladora, de la sobreexplotación, pero también de los afectos acartonados, de las relaciones asfixiantes, de la apropiación del timón social por parte de una minoría enloquecida por el ansia de enriquecerse a toda costa… Nosotros mismos. Somos capaces de pilotar nuestras vidas, parecen decir los personajes de la novela, dejad que nos equivoquemos, que experimentemos, que lloremos y riamos. Se trata de un mensaje aparentemente sencillo, pero lo suficientemente seductor como para soltar lastre, para permitir que reinventemos la vida.

Estos días resuena con motivo del éxito del libro Indignaos de Stephane Hessel, una pregunta-fantasma recorre Europa: ¿por qué una sociedad como la nuestra está aceptando pasivamente que le despojen del estado de bienestar, que le reduzcan los salarios, que le desmonten la sanidad? ¿Por qué no se indignan con unos dirigentes que protegen a quienes están llevando a cabo una sobreexplotación del planeta y vaciando los bolsillos de media humanidad?

Creo que la respuesta puede estar sugerida en la conducta de los protagonistas de esta obra: conquistemos la libertad interna, hay que comenzar por librarnos primero de nuestra propia esclavitud. Una vez conquistada esa plaza, seremos invencibles. Indignarse es ponerse en el mismo plano que estos depredadores, plantear una batalla con los nervios rotos y con pocas posibilidades de ganarla, mejor generar una estrategia de vida seductora y seducida. La alegría suele ser la aliada de la transformación, la ira, del enquistamiento. Y esa es exactamente el discurso vital de los protagonistas.

Nosotros mismos plantea la solución desde otro ámbito: reinventemos la vida y para ello hemos de reinventarnos a nosotros primero, o lo que es lo mismo, hemos de dejarnos fluir, mirar a los ojos de nuestros semejantes e irnos a bailar a la playa con unos desconocidos aunque resulte que luego puedan ser unos pelmazos.

El público asistente a la presentación reflejaba que ya no es cuestión de pobres contra ricos: caballeros de impecable corbata, señoras de áureos anillos, melenas y barbas propias del entorno tanguero, se fundían en comentarios, aplausos y afectos.

El acto terminó con un vino dulce, inigualable, capaz de avivar las sonrisas, las ilusiones, y, ya bajando por las escaleras, con el roji-verde color del libro bajo el brazo, un lema merodeaba, transfigurado en interrogante ¿Seremos capaces de construir un mundo hecho a medida de nosotros mismos? Por las estupendas vibraciones que precedieron a la despedida de los autores, parece que sí. Y su lectura puede ser un primer y saludable ejercicio.


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Tuesday,19 abr 2011 11:9:37 GTM
<![CDATA[Literatura y reencarnación: Criaturas del Piripao, un viaje en el túnel del tiempo de la mano de la magistral técnica literaria de José Urbano Hortelano]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1379 José Membrive

José Membrive

Suero Laínez, un otrora brillante trovero, abandona la vida muelle de la corte, a finales del siglo XVI, y se marcha a una villa castellana en donde intenta sobrevivir encomendándose a sus artes oratorias, ora desgranando romances, ora sirviendo a señores o tratando de formar parte de una compañía de comediantes. De cualquier forma, su actividad le lleva a ponerse en contacto con todos los estamentos sociales y le permiten retratar por dentro una sociedad en periodo de descomposición: “clérigos libidinosos, nobles sodomitas, cómicos de la lengua, parteras moriscas, dueñas perseguidas por la Inquisición… un submundo, muy alejado de la fantasía, que frustrará su nuevo oficio de cronista y que alimentará sus desequilibrios… un dibujo satírico de finales de siglo que, a través del humor negro, cabalga sobre un hecho intemporal: la voracidad insaciable del poder y el estupor del individuo ante sus manejos…” reza la contraportada.
Estupor, en su acepción de aturdimiento, esa es exactamente la sensación que me ha quedado de la lectura de Criaturas del Piripao. Tras leerlo, llevo días con el libro para arriba y para abajo, incapaz de abandonarlo en la estantería, pero también incapaz de reducirlo a un folio de impresiones. Todos los libros buenos requieren varias lecturas, pero este, lo preveo insaciable, no me va dejar en paz durante bastante tiempo. Se ha pegado a mí y, como esa amante súbita y arrasadora, trata de mantenerme bajo su órbita. Sé que me queda otra lectura pendiente, esa que se da en la intimidad y de la que no tendré que dar cuenta a nadie, pero ahora necesito escribir algo aunque sólo sea como excusa para que me deje en paz.
Se sentó sobre una laja al borde del camino. Los esfuerzos hacían mella en su menguado cuerpo, la potra volvía a soltarle las tripas por la ingle y debía remangarlas para seguir su destino.
La ondulación de una dorada llanura con barbas incipientes se extendía hacia el horizonte rasurado.Retales dispersos de encinares y ocres viñedos se cosían al trigueño paisaje. La panza húmeda de los nubarrones sometía al páramo tullido.
A la izquierda de Suero se abría un pespunte de cipreses que remendaba el cementerio. Al frente, la hiriente aguja de la torre de la iglesia desgarraba el cielo que se deshacía en pinceladas de lluvia para desleír el tapiz amarillento del suelo. Hombres y mujeres en barbecho paseaban su miseria sorteando charcos
”.
Así comienza la obra, de manera aparentemente anodina, pero poco a poco, así se va abriendo el túnel del tiempo que te va abduciendo y cuando te hayas inerme, entregado, te vomita en una realidad que, al menos para mí, me ha resultado familiar, terriblemente familiar. Una sociedad fastuosa en apariencia (la correspondiente a nuestro Siglo de Oro), pero mísera, falsa, picaresca, a poco que indagues bajo su máscara.



José Urbano Hortelano: Criaturas de Piripao (Ediciones Carena, 2011)
Pasa desapercibida la magistral técnica literaria, la exactitud del vocabulario, la verosimilitud de las circunstancias, ante el sofoco que se va apoderando del lector, por lo que le está cayendo. No tiene piedad José Urbano, abusa del lector. Le das la mano de unos minutos y se apodera de tu brazo, tu mente, tu tiempo… te arrastra por el lodazal de la España picaresca, pero la de los pícaros de verdad, la de los poderosos, inquisidores, cortesanos… que ocultaban su caspa bajo su brillante capa. Una sociedad en plena descomposición política, moral, a la que una lluvia de acidez artística, deja desnuda, aunque todos se empeñen en verla galana y florida.
Hay varias cosas terribles que cuesta perdonar a este autor: primero que exhiba las miserias sociales de nuestro “siglo de oro”, con lo bien que quedaba el rótulo. Segundo que nos arrastre a ellas, que nos manche, que nos haga partícipes de la gran mascarada, que describa aquella sociedad con tanta exactitud, que se confunda con la actual. De tal manera que uno, mientras va leyendo, no puede escapar a la tentación de interpretarlo en clave actual. Ojo con él. Es un manipulador de la realidad. Igual que Goya: le encargan pintar a la Familia Real y aparecen los infantes con cara de tontos tal y cual eran, traicionando así la función del arte como arma publicitaria de su clase dirigente.

Uno se entrega al libro pensando divertirse a costa del marasmo social de nuestro Siglo de Oro y, poco a poco, va descubriendo, que en realidad de lo que habla es de la condición humana, y que nuestro rostro pende sobre los hombros de algún grotesco personaje barroco.
Otra cosa más imperdonable es que nos haga reír, ciertamente por no llorar, pero uno acaba no sólo riendo, sino comprendiendo y, por tanto, amando, indignadamente, pero amando, a estas criaturas infamemente cercanas a nosotros.
Pero hay más. Leyendo Criaturas del Piripao, publicada por Ediciones Carena, uno tiene la sensación de haber estado allí, de que vas recordando, resucitando vivencias, como esos sueños que olvidaste y emergen vivos cuando menos lo esperas.
Pero lo más imperdonable de todo no es que arrastre al lector al vertedero social de siglos pasados, sino que, con un truco propio de artistas retorcidos, si te descuidas un poco, te hace creer que aquellos mismos personajes son los que pudren las mismas estructuras sociales de nuestro flamantísimo siglo XXI. Como si nuestros cortesanos tuvieran que ver algo con los que propiciaron la descomposición social. Como si nuestros clérigos siguieran abusando de niños y de mujeres aprovechando su debilidad económica, como si nuestros dirigentes culturales mangonearan y dilapidaran desconsideradamente mientras la pobreza se apodera de las capas sociales más débiles, como si alguien, en plena sociedad civilizada, pudiera instigar el enfrentamiento por motivos religiosos. ¡Hasta aquí podríamos llegar! Una cosa es que nuestro Siglo de Oro ocultara un mangoneo generalizado, que nuestra novela picaresca, obviara la picaresca del poder, que clérigos y financieros fueran capaces de inventarse excusas, crisis y leyes para desahuciar a los pobres y apoderarse de sus bienes y otra cosa es insinuar que eso puede pasar en nuestro tiempo.
En fin, amigo José Urbano, he salido estupefacto de la primera lectura de tu novela, indignado contigo por el espejo que me has puesto delante, pero seducido por esa historia tan terriblemente nuestra. Pienso repetir la lectura porque he dejado muchos asuntos pendientes, entre ellos estos: ¿por qué me ha dolido tanto este dolor de unos personajes de ficción en un siglo que aparentemente no he vivido? ¿Por qué sé que hay tanta verosimilitud, tanta verdad en esta obra de ficción? ¿Es José Urbano un trovador reencarnado que ha logrado burlar la ley del olvido? ¿Intenta vengarse de nuestras maldades pasadas o más bien de las presentes? ¿Por qué hace tan divertida una historia tan terrible?…
Preguntas y más preguntas que, tal vez, no me serán respondidas en las sucesivas lecturas que haré de este libro. Pero aun así seguiré en el empeño.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Tuesday,5 abr 2011 18:36:12 GTM
<![CDATA[Igual el amor que la locura, de Alfonso Montoro: donde no habite el olvido]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1371 José Membrive

José Membrive

En Igual el amor que la locura, Alfonso Montoro nos hace revivir, con sus 27 cuentos, muchas de las sensaciones que creíamos perdidas. Es su obra la restauración de una niñez, de una sociedad que creímos borrada del mapa.

De siempre, el Alzheimer me ha parecido un pacto de convivencia entre la vida y la muerte: cuando el presente se debilita, el pasado te asalta y se apodera del timón de tu nave, y estás perdido, o mejor, salvado. Pase lo que pase, tus recuerdos te sobreviven, se independizan, toman de nuevo la antigua casa en la que vivieron, como aquellos fantasmas de la casa ocupada de Cortázar, y te van desalojando hasta conseguir reconquistarla. Se trata de vivencias tan arraigadas que permanecen en nosotros sin apenas soporte biológico, con autonomía frente al deterioro.

Uno se limita a vegetar a cambio de que lo dejen disfrutar de sus vivencias, con unos hechos que, por algún motivo extraño, alguien les ha otorgado el don de la inmortalidad. Ocurre entonces que los recuerdos y las vivencias se apoderan de ti, se alojan en tu alma como recortes de “aquellas pequeñas cosas… que nos hacen llorar cuando nadie nos ve”, en palabras de Serrat.

Curiosamente, lo que pervive suelen ser vivencias cotidianas, vistas desde el prisma de la niñez, época de la pureza de colores y sentimientos, época en que “la vida es bella”, o puede ser vivida como tal incluso en un campo de concentración, si hay alguien que la pinte con el color de los afectos.

A veces, la literatura me ha parecido un arte al servicio del Alzheimer, con poder de resurrección sobre aquello que creímos que pasó irremisiblemente. Los enfermos de Alzheimer siempre retornan a la niñez, a la mirada esencial, igual que los grandes literatos.

La lectura de Igual el amor que la locura (Ediciones Carena) me ha trasladado a mi propia niñez, al mundo de la mirada pura, elemental, al mundo en el que el dolor aún no se manifiesta, al mundo en el que, como ocurre en el cuento El conejo sabelotodo, un animalito, a priori imaginario, se atreve a existir para servirnos como punto de fuga de una cruda realidad.

Los 27 cuentos que Alfonso Montoro recopila en su libro Igual el amor que la locura parecen estar hechos de esos fragmentos oscuros, lejanos, pero imborrables, que perviven más allá de los recuerdos, en una especie de transmemoria, ámbito en el que se mueve la auténtica literatura, y que se sitúa en una dimensión diferente a la de la historia, la sociología, la psicología y el compromiso social.



Alfonso Montoro: Igual en el amor que en la locura (Ediciones Carena, 2010)
 
Como su nombre indica, la obra se divide en dos partes: Igual el amor, compuesta por 13 relatos; y una segunda parte, que la locura, compuesta por 14 relatos. Pero, como también dice el título, ambas partes se confunden. Vistas desde la perspectiva del tiempo son la misma cosa y tienen idéntica misión: hacer memorables unos fragmentos de vidas monótonas de seres anónimos.

“María Trinidad, o La Santísima Trinidad, que era como la conocíamos, no poseía una fuerza descomunal, pero todos sabíamos que nunca se dejaría perder un pulso. Vivía con su madre en un callejón cualquiera que daba fin a las casas del pueblo. ¿Cuántos años tienes, nena? Catorce, gilipollas. Pura raza andaluza, la nena esta, recalcaba el bedel del colegio si es que ella pasaba por sus ojos viciados de aburrimiento. Pelo largo, oscuro, como su corazón…”

Porque los protagonistas son siempre seres anónimos, habitantes de los arrabales sociales que pululan por pueblos y cortijos, de esos a los que la historiografía oficial les niega todo protagonismo, de esos que no hicieron ni harán nada socialmente relevante, pero en cuya alma la mirada bizca de una niña que se marchó puede dejar inscrita una leyenda de amor y deseo.

Los cuentos son variados; los puntos de vista, infinitos; los escenarios, múltiples, pero siempre están impregnados por la resurrección de aquello que creímos olvidado y olvidable.

“¿Qué haremos hoy? -preguntó Paula sin esperar la respuesta de Quicote que nunca le daba-. Correremos, correremos sin parar; y mientras, ¡a gritar a todo pulmón!, hasta que algo nos duela –se contestó Paula, colleja a su amigo y enfilando calle abajo con su galope.
Apenas si asomaba el otoño con la deslumbrante suavidad del sol que agoniza en las tardes quietas. Y allí sus sombras histéricas, amotinadas y efímeras, hacían intuir que aquello era divertido.
-Ahhhhhhh…, ¡mira, Quicote!, las hojas de los árboles corren también junto a nosotros, ahhhhhhh…
…Le encantaba a Paula, cuando corría, ir siempre delante, cosa que con el zapatones de Quicote le era fácil. A ella le gustaba que él estuviera detrás. Eso quería decir que era más veloz, que él no la cogería, que nadie sería capaz de hacerlo. Quicote, a duras penas y con el tono más bajo de sus chillidos, apenas si podía ver tan de cerca como le hubiera gustado el balanceo infinito de la falda de cuadros escoceses de Paula.

Mientras uno va leyendo los relatos de Alfonso Montoro, van levantándose perdices de recuerdos agazapados, de aquellos que nosotros mismos catalogamos como intranscendentes, que han pervivido 20, 30 y 40 años.

Alfonso Montoro es un literato puro. No pretende hacer sociología ni ética, no pretende investigar en los trucos de la moral oficial, no pretende filosofar. Su mundo es el lenguaje y le importa más el orden de un complemento que el orden social. Es imposible hablar con él de otra cosa que no sea literatura, es decir, se puede hablar con él de cualquier cosa, siempre y cuando uno sea capaz de verla desde esa aproximación lúcida que tiene la mirada artística.

Si tuviera que definir su literatura, lo haría con el adjetivo de sureña. Es decir, sensual, luminosa, cálida. Creo que el Sur existe en todas las vidas, y que lo rural, lo elemental, es el armazón en el que se consolida todo nuestro complejo mundo sentimental. En el Sur interno, en ese reducto de humanidad que todos conservamos, ahí es donde Alfonso Montoro monta su tienda de campaña, donde se transfigura, donde nos eleva a ese tabor del que nadie quiere bajar, simplemente porque se encuentra con lo mejor de sí mismo, con el valor añadido de que lo habías dado por perdido. Porque te desvela que en esa región cernudiana, en la que habitaba el olvido, pululan sueños, miradas, llantos y besos que afloran con un perfume de felicidad renovada.



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Thursday,24 mar 2011 13:22:9 GTM
<![CDATA[La literatura y los límites de la realidad. Relatos invisibles de Fernando Ontañón]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1336 José Membrive

José Membrive

Hace unos años Ediciones Carena publicó un libro llamado Por qué dejé la delincuencia, una breve autobiografía de Luisa Jodorovich, acusada de haber formado parte de un poderosísimo clan que traficaba con droga en Barcelona y sus contornos y que un día, en un viaje para sellar una importantísima operación, decidió bajarse del coche, como Saulo de su caballo, renunciar a fáciles ganancias (“el dinero de los negocios sucios, pasa siempre por las manos del diablo”, me dijo en una ocasión), donar parte de su capital a una iglesia y financiar la construcción de un templo en su barrio.

En un principio la biografía se concibió como una obra extensa, pormenorizada, de toda su vida, pero los recuerdos generaban tanto dolor en su corazón que hubo de prescindir de gran parte de su pasado y centrarse en el proceso de su conversión.

Dice ¿Aristóteles? Que cada lágrima contiene un trozo de sabiduría. Y esta mujer había llorado mucho. En plena riqueza añoraba su juventud de pobreza y, como siempre ha sido una mujer valiente, abandonó lo que ella consideraba un mal camino, distribuyó gran parte de su riqueza y se dedica, desde entonces, a vivir en paz y en oración. Una de las razones que le impulsaron a dejarlo todo fue la visión del Espíritu Santo llevándose el alma de uno de sus hijos queridos, cuya vida segó la guadaña invisible de la droga. Esta aparición transformó su inaguantable dolor en esperanza. Soy agnóstico, le ayudé a componer su historia, nunca dudé de su sinceridad.

Mi tesis es que en situaciones extremas podemos acceder a otra dimensión en la que los sueños, el dolor, el amor, se encarnan en seres que vienen a rescatarnos, a iluminarnos o, por lo menos, a consolarnos.

Sin embargo, los maestros en el contacto con este tipo de seres vivos, pero inmateriales, que vienen a incidir sobre los personajes de carne y hueso, son los gallegos, tanto por tradición, como por sabiduría. Los personajes de ficción de Relatos invisibles conviven a su vez con otros personajes propios de su ficción, de tal manera que al lector se le abre una abanico de “irrealidades superpuestas” que tienen muchísimo que ver con su realidad cotidiana. No se trata, en este caso, de dioses ni de grandes conversiones, sino de pequeñas batallas cotidianas en las que, sin saberlo, nos jugamos el ser o el no ser. Afecta a personajes comunes, trabajadores, padres de familia etc., que, de pronto, ven cómo la realidad se difumina y aparece esa dimensión tan humana, esa involuntaria literaturización de la vida, como una medicina contra la soledad, pero también como una necesidad de conocer fuera de los tópicos.

Fernando Ontañon: Relatos invisibles (Ediciones Carena, 2010)

Fernando Ontañon: Relatos invisibles (Ediciones Carena, 2010)

Todo esto es más comprensible cuando uno sabe que se trata de un escritor gallego. Hace años, al visitar Santiago, durante un instante mi inspiración se “galleguizó” y escribí un poema llamado “Y los sueños caminan por las calles”, esta misma sensación se desprende de la escritura de este gallego: los límites entre el sueño, sentimiento y realidad son tan nebulosos que, en las situaciones cotidianamente extremas que nos toca vivir, acabamos confundiéndolas y confundiéndonos.

Fernando Ontañón es un santanderino abducido por el espíritu galaico, hasta tal punto de que es uno de los escritores que, bajo mi punto de vista, mejor encarna la visión galaica del mundo, una visión (“se trata de un conocimiento intestino” afirma uno de los personajes) en la que la pasión y la ironía, el optimismo y el pesimismo, el mundo materialista y el onírico, se expresan al unísono, sin contemplaciones, pero al mismo tiempo, sin contradicciones. “Seamos optimistas; en el mejor de los casos, la vida es una mierda”. Así, con este optimismo sin ironía y este pesimismo sin tregua, comienza a hilarse el primero de los seis “relatos invisibles” en el que un jubilado escribe correos electrónicos a su hija contándole sus afanes y pugnas con personas y animales extraídos de sueños (“en realidad, no podría asegurarte que ese sueño fuera algo real”) que lo incordian y acompañan en el intento de crear otra realidad más “vivible”: “nuestro salto evolutivo nos inutilizó para la vida. La vida está hecha para otro tipo de animales”.

Así, habitado por personajes extraños (“No era locura –dijo Ernesto-, sino soledad”) el protagonista va sembrando sus últimos días. Mónica, su hija, hereda sueños, amistades, obsesiones y el problema “cómo distinguir ahora la ficción de la locura”.

Me encuentro con Fernando en el restaurante del Corte Inglés de La Coruña. Inmediatamente se confirma lo que transmitía por los poros de su obra: se trata de un escritor de esos que tanto escasean en nuestros páramos culturales: ha estudiado Publicidad, pero da igual, ha dejado su trabajo, sus estudios y se ha lanzado al mundo literario sin paracaídas.

Leer Relatos invisibles es replantearse una y otra vez los límites de la realidad, las vías de conocimiento, la identidad difusa de los objetos y personas que nos rodean y el peso que la ficción tiene en nuestras decisiones. Se trata de una cuestión de incertidumbre inducida, algo vertiginoso, como la propia apuesta vital del autor. Un escritor que merece ser leído y apoyado porque ha apostado fuerte por la indagación radical. Esa que tanto escasea en la literatura light que llena tantos y tantos escaparates.


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Thursday,27 ene 2011 0:0:0 GTM
<![CDATA[La huella de Onetti: Los árboles sin bosque de Uruguay]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1312 José Membrive

José Membrive

Todavía, cuando me pongo a pedalear con mi bici estática practico una costumbre que he conservado desde hace unos 35 años: ponerme música de Alfredo Zitarrosa o Daniel Viglietti. Son las referencias musicales de mi juventud rebelde que aún hoy continúan transmitiendo esa fuerza dulce pero contundente que emana del arte uruguayo.

No se trata sólo de un reducto de añoranza, “entonces todo era canto, agua, lluvia, monte, sol, entonces todo cantaba, porque iba cantando yo”, se trata de una música, muy ligada a la tierra “lo que la tierra no enseña, nadie lo puede aprender”, que liga la lucha contra las adversidades políticas a la plenitud sentimental. Eran unas voces que venían de un mítico Uruguay, varias veces campeón de América en fútbol, que años atrás había humillado a Brasil arrebatándole en su propio estadio el campeonato mundial y con un Peñarol de Moneivideo que hacía temblar incluso al todopoderoso Real Madrid de entonces.

Uruguay se proyectaba en mi imaginación como un gran país de dimensiones míticas que siguieron ampliándose a través de gigantes como Onetti que disputaba, en mi fuero interno, a Borges el cetro de la literatura, tumbado en su cama, por su excesivo conocimiento del mundo.

El día que me enteré que Uruguay era unas 48 veces más pequeño que Brasil se me cayeron los palos del sombrajo, como se suele decir. Resulta que Uruguay deslumbra cultural, deportivamente con sólo tres millones y medio de habitantes. Una nimiedad. Si en todos los países se diera una creatividad semejante, el mundo sería una obra de arte casi completa. Pero donde hay belleza siempre hay una bestia tratando de apoderarse de ella.

El canibalismo financiero de las dictaduras militares se estaba ensañando con la Suiza de América y sus músicos, poetas, escritores, -como siempre ocurre en estos casos- engrosaban cementerios, cárceles y vuelos clandestinos, pero convertían el infierno en profundísima literatura y en canciones memorables. La diáspora Uruguaya enriqueció el mundo, lo dotó de matices, de música, de reflexión y, por qué no, también, de dolor y de fuerza.



Varios autores: Los árboles sin bosque (Ediciones Carena-Malabia, 2010)

Daniel Vigletti, el juvenzuelo flacucho, nos desalambraba mentalmente y en cada actuación ponía a las fuerzas del orden al borde de un ataque de nervios. Pero las dictaduras navegan contra la corriente histórica. Recuperada la democracia, con medio país desangrándose en el exterior, Uruguay vuelve por sus fueros literarios. Ni en los peores años de la dictadura, Uruguay bajó los brazos. Benedetti, a quien considero un buen poeta, pero, ante todo, un divulgador del gran sustrato cultural uruguayo, mantuvo el nombre de su país como referencia de primer orden.

Los árboles sin bosque
(Ediciones Carena-Malabia) es una muestra, que no antología, de la altísima literatura nacida de corazones uruguayos en plenitud de palpitaciones. No es antología, porque no implica un concurso selectivo, puesto que la abundancia de grandísimos escritores, da para mucho más, y sabiamente, Federico Nogara, el coordinador del proyecto, no ha querido establecer orden jerárquico entre los que son y los que no están en este primer volumen.

El título es acertadísimo, porque no se trata de un grupo homogéneo, ni con criterios estéticos o ideológicos que le aporten uniformidad creativa, no obstante comparten dos circunstancias comunes en estos escritores: el país de origen y la huella de Onetti, y digo huella y no magisterio. Onetti representa un modo de entender la literatura relacionada con un profundo y desolador conocimiento de la condición humana. Empuja a sus posibles imitadores a un pozo oscuro a construir su propio universo. No se puede ser discípulo de Onetti si no eres sabio y si eres sabio has de investigar por ti mismo. Así que en esta muestra nos encontramos con veintitrés creadores en busca de nuevas formas de expresión literaria. El estilo, el contenido, el argumento, la forma… son palabras menores. O estableces tu mundo o dejas de escribir. Así de fácil, así de terrible. Es la maldición de la auténtica sabiduría, el creador puede dejar que te bañes en sus aguas, pero prepárate a nadar.

“¿Dónde la verdad? ¿Qué espacio le queda a la palabra poética que podría redimirnos? –se pregunta Rodríguez Padrón en el epílogo. Y continúa. “¿Por qué tengo la impresión, querido Héctor, de que hoy se malgastan las palabras, se dilapidan a manos llenas, para no llegar a nada? He afirmado muchas veces que la escritura literaria, en estas últimas décadas, se apresura a servir disciplinadamente a un decir general del todo ajeno a la reflexión sobre el lenguaje; y lo que me parece peor, voluntariamente ajeno a la memoria… y solo dado a la suma de recuerdos más o menos entrañables, para consumo nostálgico y poco más. Se escribe sin que haya detrás un pensar… La escritura poética está… para reconocer la soledad del individuo en este tiempo de penuria, digo de penuria espiritual y moral; para entrar en la memoria de la que forma parte y sin la cual nunca podrá ser de verdad libre”.

La lectura de estos autores agranda efectivamente nuestra propia memoria. Nos transforma en seres memorables. Estos son los autores que forman parte de la presente muestra. En un próximo artículo, trataremos de aproximar la lupa a sus textos: Germán Machado, Álvaro Ojeda, Selva Casal, Hugo Fontana, Álvaro Miranda, Circe Maia, Federico Nogara, Amanda Berenguer, Javier Etchemendi, Tatiana Oroño, Silvia Guerra, Rafael Courtoisie, Alicia Migdal, Mariella Nigro, Héctor Rosales, Enrique Bacci, Henry Trujillo, Cristina Peri Rossi, Roberto Genta Dorado, Miguel Motta, Alfredo Fressia, Melba Guariglia y Luis Bravo


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Tuesday,21 dic 2010 19:40:42 GTM
<![CDATA[Carmen Amaya. La biografía: cuando el arte surge de la tierra]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1305 José Membrive

José Membrive

Decía Aristóteles que la sabiduría hace más llevaderas las adversidades, pero yo añadiría que el arte las convierte en tesoros. En periodos oscuros, la sociedad suele recurrir al arte para encontrar nuevos caminos, nuevas fórmulas vitales, cuando no es el propio arte el que se encarga de dinamitar la sociedad en decadencia, como ocurrió con el movimiento renacentista de los siglos XIII y XIV en Italia, con respecto al mundo medieval.

Lejos de esta acepción vital, transformadora, en la actualidad se concibe el arte como una subsección del apartado del ocio. Pero lo que puede ser ocio para el espectador, para el artista puede ser un juego de vida o muerte.

Para Carmen Amaya, a sus seis o siete años, el bailar se constituyó en un asunto de pura y dura supervivencia. En su espléndido libro, Carmen Amaya. La biografía (Ediciones Carena), Francisco Hidalgo recrea el mundo de uno niña que se aferró al arte como medio de subsistencia familiar. El arte como manera de combatir el hambre. Aunque se personifica en Carmen Amaya, fueron muchos más los niños que intentaron esta vía.

Carmen Amaya nació en el extinto barrio del Somorrostro barcelonés, más que barrio, una acumulación de barracas de madera, cartón, chapas, en donde multitud de gitanos y inmigrantes se levantaban cada día con el reto de sobrevivir como fuera, sin agarraderos, sin trabajo, sin ningún tipo de protección social. Se trataba de una selección natural que se cebaba en todos los barrios pobres: de sus once hermanos sólo sobrevivieron seis.

Por el día, mientras sus padres trapicheaban con ropa, ella agenciaba algo de leña, carbón o gallinas para tratar de mantener el hogar. Por la noche, a partir de los seis años, ya se ganaba la vida marcando sus primeros bailes al ritmo de la guitarra paterna.



Francisco Hidalgo Gómez: Carmen Amaya. La biografía (Ediciones Carena, 2010)

La “capitana” como fue conocida, en sus primeros tiempos iba descalza y desde su más tierna infancia se echó sobre los hombros la responsabilidad de sacar adelante a su clan de hermanos, hermanas, padres, cuñados, primos…, responsabilidad que arrastró hasta después de su propia muerte. Y todo ello lo encomendó a la electricidad de su cuerpo, al arte que, desprovisto de toda enseñanza académica, tuvo que encomendar a la inteligencia de la tierra. La tierra, la sangre, el instinto y los consejos de sus allegados fueron sus maestros. Es cierto que, cuando pudo contar con algún dinero, su padre la apuntó a una academia de baile. Duró media tarde. De alguna manera ella supo extraer el arte uniendo la inspiración a las vibraciones telúricas que la tierra le transmitía. Sus pies robaban la fuerza de la tierra, sus manos la energía del firmamento. Era cuestión de supervivencia. Y el arte surgió como un milagro. Carmen Amaya se convirtió en la bailaora más genial de todos los tiempos.

Ya famosa, cuando se le presentó la oportunidad de aterrizar en Estados Unidos, su compañía se encontró con un importante contratiempo: tenían que firmar los pasaportes y ni ella ni varios de sus hermanos sabían. Así que tuvieron que permanecer un tiempo aprendiendo y, ya de paso, intentar desentrañar el misterio de la escritura básica. De todas maneras, su “agrafismo” no le impidió ser la bailaora más sabia de la historia hasta el momento, y es que el arte tiene su propia ciencia y no siempre coincidente con el academicismo.

Pero la biografía que escribe Francisco Hidalgo va mucho más allá de los contornos vitales de la protagonista. Se trata de un retrato social de la primera mitad del siglo XX. Las condiciones de vida, los centros de diversión, las opiniones de personalidades, los acontecimientos que marcaron aquella Barcelona de principios de siglo. Una época dura, de la que tal vez tengamos mucho que aprender.

Curro Savoy, en la biografía Silbidos de Gloria escrita por Miguel Adrover (Ediciones Carena), habla también de una generación de niños, en la que él se inscribe, disputándose latas de cola-cao y billetes de veinte duros (0,60 €) en permanente viacrucis por concursos radiofónicos, habituales en los años 50. Del resultado de ese concurso dependía la comida de unos días. Algunos de esos artistas se agarraron al escenario como un auténtico salvavidas y aún siguen.



Carmen Amaya (vídeo colgado en YouTube por corinayamile)

De todas maneras el arte es siempre un juego entre el ser y el no ser, lo que ocurre es que, muchas veces lo que uno se juega no es la vida física, sino algo interior que tiene que ver con la dignidad, con el crecimiento, con la expresión o con el exorcismo. No todos los que apelan al arte logran entroncarse en él.

Carmen Amaya era su propio estilo. Era el duende personificado, bailaba mientras caminaba y, según su propia confesión, cuando dormía, soñaba que estaba bailando. Tan unida estaba a su propio arte que vivió mientras pudo seguir bailando, o tal vez habría que decir que bailó mientras puedo seguir viviendo. Su baile, al parecer, ayudaba al riñón a filtrar, de tal manera que no pudo sobrevivir la prohibición de bailar.

Carmen Amaya vivió en unos tiempos más adversos aún que los nuestros, nació en 1913 en el seno de una familia gitana originaria de Granada pero tuvo el arrojo de echarse en manos del arte incondicionalmente, dejando que los gemidos de sus hermanos muertos se trasladaran a sus manos, a su mirada de pantera, a su frenética danza. Si había cargado con la responsabilidad de los vivos también supo hacerlo con la de los muertos, con las generaciones de gitanos y payos pobres que “lloran mientras cantan” al decir de Cernuda. Aquellos que hacen de sus fatigas un monumento artístico que las universaliza, las calma y las dignifica. “A la familia no se la ama, se la ayuda”, solía decir Carmen Amaya. Ella también ha puesto el grano de arena para todos aquellos que recurren al arte para “matar sus penas”, a que sea reconocido como patrimonio de la humanidad. Y es que la importancia de Carmen Amaya no estriba en que fuera admirada por Roosevelt, Greta Garbo, Gary Cooper y todos los grandes artistas de su época. Su importancia radica en que se entregó al arte como medio de dignificación humana.
 


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Monday,13 dic 2010 20:1:22 GTM
<![CDATA[Molly o la crónica del desamparo de los niños en situación de acogida: historia sobre los centros de menores en Cataluña]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1293 José Membrive

José Membrive

Se cumple por estos días el 20 aniversario de la convención de derechos infantiles, ratificada por todos los países menos Estados Unidos y Somalia. Es un tratado internacional de Naciones Unidas mediante el cual los Estados firmantes reconocen y se comprometen a velar por los derechos de los niños.

Según UNICEF, existen cien millones de niños abandonadas en todo el mundo. Casi el 40% de ellos pertenecen a América Latina, de los que el 65% -según la investigación llevada a cabo en 2003 por el Instituto Americano del Niño- son explotados sexualmente, especialmente, las niñas. Al iniciarse el siglo XXI, en Latinoamérica, más de la mitad de los niños y los adolescentes son pobres, y la brecha entre ricos y pobres no para de agrandarse.

La explotación sexual en los viajes turísticos, según un estudio recogido por Nosoloviajeros.com, supone el tercer negocio ilegal más voluminoso a escala mundial, después del tráfico de armas y el de drogas. Según la Organización Mundial del Turismo, casi un millón y medio de viajes por año tiene como objetivo el turismo sexual.

Curiosamente, Europa, cuna de la civilización, es el continente que exporta al mundo el mayor número de pederastas, y entre los europeos, los españoles ocupamos el quinto puesto en el dudoso ranking , después de Francia, Italia, Alemania y Bélgica. Se trata, como siempre, de establecer el “paraíso” sobre las cenizas de muchos millones de infiernos individuales, en los que se forja la miseria que convierte a las personas en barata mercancía. Es la típica actitud chulesca de los nuevos ricos, amparada por alguno de sus “intelectuales”, que alardean de abusar impunemente de unas “zorritas” de 13 años. Pero una parte de la sociedad que envilece a los niños pobres en el extranjero no puede tratar dignamente a los suyos.

Estos días, los medios de comunicación españoles se han volcado en denunciar la situación de la infancia en el tercer mundo, pero ninguno ha enfocado el prisma hacia nuestra propia sociedad. Han hecho bien, porque, de lo contrario, se habrían encontrado, como ha ocurrido con Jesús Martínez y Gustavo Franco, con un muro neblinoso y cien mil evasivas.

No sin mi hija fue una novela y una película de bastante éxito en la que una heroína americana logra sacar a su hija de las garras islamistas. No sin mi hija podría titularse también Molly, la vida de una madre que se vio injustamente privada de su hija y que, tras dos años de lucha legal, logra arrancarla de las garras frías de los “centros de menores”. Estoy seguro de que si esta historia hubiera tenido lugar en algún país de fundamentalistas y hubiera estado protagonizada por un occidental, estaría llenando hemerotecas y programas televisivos. Como ha sido, al contrario, una humilde Molly, extranjera y pobre, la que ha hecho recular a nuestra justicia, el asunto merece ser silenciado.



Jesús Martínez y Gustavo Franco: Molly. Historia sobre los centros de menores en Cataluña (Ediciones Carena, 2010)

Pero la historia de Molly es sólo el acicate para el viaje al centro del huracán que emprenden los dos autores, tratando de aportar luz al sombrío mundo de los centros de menores. Se trata, según John Carlin, reportero del país y autor de la novela El factor humano, inspiradora de la película Invictus, de “un trabajo motivado por el deseo de justicia”. Felipe Villa, periodista fundador de Mundo Hispano, afirma: “Estos reporteros nos adentran, con una prosa amena, en una de las sombras más ignoradas de nuestra sociedad”.

La investigación se centra en tres puntos:

1. Negocio

“Se ha privatizado la infancia”, afirma un trabajador, que pone en duda que las autoridades estén cumpliendo con su propia legislación. Víctor Dalmau, educador social: “Me he encontrado con madres solteras tanto catalanas como extranjeras a quienes por pura pobreza les han retirado el niño”.

La sospecha es que hay un negocio en torno a la retirada de la custodia de niños pobres. Un negocio que mueve entre 150 y 160 millones anuales. Y la sospecha se funda en que las causas de apartar a los niños de su hogar son muy cuestionables. Los profesionales abogan por dirigir esos recursos a la ayuda familiar para que puedan dignificar la vida del niño sin tener que recurrir a una experiencia traumática y casi siempre destinada al fracaso.

El problema es que, una vez institucionalizada la maquinaria de engullir niños (7.789 menores en Cataluña, en el momento en el que se escribe el libro, en 2009), necesita alimentarse: en Cataluña hay 15 centros de acogida y 100 centros residenciales de acción educativa. La industria generada por el niño pobre puede estar contribuyendo a enriquecer a empresas que, en principio, no están diseñadas ni preparadas para tales funciones.

Amnistía Internacional denunció que los 3.800 euros que reciben como media mensual por cada niño los centros de acogida, más las donaciones de empresas privadas y la cesión de terrenos públicos, podría constituir todo un negocio en torno a la desgracia de unos niños faltos de recursos. La asignación a los colegios no se hace siempre por concurso público, por lo que no es fácil conocer la idoneidad de los centros que “gestionan” a los niños.

2. Malos tratos y sobremedicación

“En los centros de acogida hay pocos educadores y muchos vigilantes.” “Empresas de limpieza que gestionan centros de menores.” La metáfora no necesita mucha explicación.

“Mi percepción es que, debido a la falta de personal, se sobremedica a los niños”, reconoce alguien cercano al Defensor del Pueblo. Se echan balones fuera cuando se plantea el problema de las “habitaciones de castigo”, que denunció el mismo Defensor del Pueblo Español.

3. Opacidad de la autoridad

En el libro Molly. Historia sobre los centros de menores en Cataluña se hace alusión al “búnker” informativo desplegado por la Generalitat en torno al tema. Ante la denuncia de Amnistía Internacional sobre los presuntos malos tratos y abusos sexuales que padecían los jóvenes ingresados en centros, la autoridad opta por denunciar a los denunciadores. Instituciones de gran prestigio como Amnistía internacional, la agencia de los derechos fundamentales de la Unión Europea, la Asociación Internacional de Educadores sociales…. han intentado en vano obtener permiso para visitar los centros.

Una consideración que se desprende de la lectura del libro es el cambio que experimentan la mayoría de dirigentes y autoridades tras un fulgurante despegue electoral cuando se ven tras los cristales de un coche de protección oficial, sean del partido que sean. Quienes en los mítines abogaban por una protección eficaz de la infancia, cuando te miran desde el sillón oficial, todo se vuelve silencio, declaraciones evasivas o mentiras a medias.

“A esta hora, exactamente, hay un niño en la calle”, dice una canción. Este libro es un aldabonazo a las conciencias y una muestra de que el compromiso con la cultura puede ser la punta de lanza del bienestar social. Un libro para cargar las pilas, para tomar la gran senda que nos espera aún en la conquista por la dignidad humana.
 


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Tuesday,23 nov 2010 18:49:1 GTM
<![CDATA[El léxico del Quijote, de Juan Hernández Herrero: vigencia y necesidad del humanismo como base del arte]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1284 José Membrive

José Membrive

La presentación en Salamanca del libro El léxico del Quijote del doctor y cardiólogo don Juan Hernández Herrero me llenó de optimismo y me confirmó que el humanismo que su Universidad, pionera en occidente, importó, cultivó y recreó sigue oxigenando el corazón de sus gentes y constituye el arma básica para el relanzamiento social en todos los aspectos.

El humanismo plasmado en la Italia del Alto Medievo, en realidad había sido cocinado en la Grecia y Roma clásica y precocinado en Egipto y África, como demuestra Eugenio Nkogo en su libro Síntesis sistemática de la filosofía africana (Ediciones Carena) y constituye la columna vertebral de la Civilización humana. Las bases de conocimiento matemático, astrológico y humanista que cimentan las primeras civilizaciones africanas se extendieron a la cultura mesopotámica, que se irradió hacia China y, desde allí hacia América, y floreció a occidente a través de Egipto, Grecia y Roma. Allí estaban en germen todo el cuerpo teórico sobre el que se asentó no sólo una civilización, sino un concepto de dignidad humana que se plasmó en el arte y en el pensamiento renacentista.

Pero el humanismo nace como un delicado germen en un mundo estructurado bajo parámetros de nuestros ancestrales abuelos, los primates, en donde el individuo es impensable al margen del grupo y éste se constituye en doble campo de batalla: una interna en la disputa del caudillaje y otra externa, en la disputa territorial.

En su germen, el humanismo proclama la legitimidad de la autonomía personal para indagar y decidir su propio destino. Frente a las armas mortíferas anteriores, el humanismo esgrime el arte como materia de indagación y, al mismo tiempo, de seducción. Para el humanismo la única guerra válida para salir adelante es la ético-estética. Y el viaje a Salamanca me ha confirmado no sólo la vigencia, sino la urgente necesidad de oponer el humanismo a tanto despropósito y mezquindad de este “desarrollo” que, cuanto más avanza, cuanto más riqueza genera y acumula, más hambre y pobreza expande entre las amplias capas de la población.

La poesía fue y está destinada a ser la punta de lanza del humanismo y éste es la base, la columna, el sostén irrenunciable de nuestra civilización, pero el humanismo se plasmó en dos escuelas poéticas, la salmantina y la sevillana, dos formas de entender la vida, Fray Luis de León frente a Fernando de Herrera: concisión, realismo, llaneza, frente a esteticismo recargado. La primera desembocaría en la mística y en el conceptismo, la segunda en el culteranismo. Ambas, en su evolución, acabaron por asfixiarse. Ni el neoclasicismo ni mucho menos el romanticismo con su tópico exotismo lograrían resucitar la poesía humanista hasta que en el siglo XX (hablo siempre del ámbito hispano), a través de Rubén Darío, los Machado, Juan Ramón Jiménez y la brillante generación del 27 que llevarían la poesía a sus originarios cimientos humanistas.

Esta excesiva introducción se justifica para argumentar mi intuición salmantina de que del actual marasmo social y mental en el que se debate la sociedad sólo puede salirse apelando al humanismo, principalmente en su vertiente salmantina de profundidad de pensamiento, sencillez vital y expresiva y retorno a la naturaleza, o lo que es lo mismo al cultivo de la intimidad, de la fortaleza interior.



Juan Hernández Herrero: El léxico del Quijote (Ediciones Carena, 2010)

En fin nada nuevo en la historia. Ante la hipercorrupción del imperio romano, la fuerza de la razón de las primeras comunidades cristianas no pudo impedir la razón de la fuerza de las tribus germanas y eso costó a occidente diez siglos de oscurantismo. Pero lo que no permite nunca la naturaleza es que un cuerpo social o físico se mantenga siglos y siglos en estado de descomposición permanente: siempre que un organismo se debilita hay otro acechando para ocupar su lugar. Frente a la corrupción medieval nace un humanismo, tal vez uno de los primeros en reaccionar fuera San Francisco de Asís, oponiendo el espíritu de la pobreza, de la sencillez, del amor, al afán de lucro desmedido que afectaba a todos los estamentos sociales.

La sensación es que estamos viviendo otra “edad de hierro” en la que una mentalidad cretina, enloquecida por su desmedido afán de lucro, ha calado en unos cuantos impresentables que no dudan en fortificar sus paraísos fiscales a costa de convertir el resto del planeta en “infiernos laborales”. La crisis económica es una mera consecuencia de la pérdida de la brújula humanista.

Y todo esto viene a cuento porque en Salamanca, a quien artísticamente yo nunca había entendido (¿Cómo se puede hacer arte sublime con palabras sencillas? ¿Cómo se puede aspirar al bien, renunciando a los bienes? ¿Cómo puede retirarse del mundo aquel que busca conocerlo indagando en las verdades?), encontré de nuevo el hilo de Ariadna que me podía sacar de mi propio marasmo.

Juan Hernández Herrero, autor de El léxico del Quijote, tuvo la culpa, culpa que comparte con Asunción Escribano, Catedrática de Lengua y Literatura Españolas en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca, autora, entre otros del poemario Metamorfosis, que ofició como presentadora del libro, con el editor Fernando Benito y con los numerosos asistentes, en su gran mayoría lectores de Cervantes que era el ausente oficiante del masivo encuentro.

Juan Hernández es un eminente cardiólogo que intuyó que el Quijote, el gran corazón de la cultura humanista hispana, comienza a padecer alguna dificultad a la hora de impulsar su sangre humanista a todos los tejidos sociales y decidió intervenir con un libro en el que trata de lubricar las palabras, expresiones y refranes que el paso del tiempo ha cubierto de robín. Es una idea muy práctica, no se adentra en los grandes enigmas de la metafísica quijotesca. Es una persona inteligente que, en sus vacaciones, se pone a darle vueltas al Quijote y a extraer conceptos que el tiempo ha deteriorado para reflotarlos, hacerlos comprensibles y, si cabe, incorporarlos, con su antiguo brillo, al lenguaje de la actualidad. Es un libro que viene muy bien a cualquier lector del Quijote, incluso un libro que puede leerse en sí mismo para ampliar vocabulario y acercarnos al mundo y a la obra cervantina.

Pero eso es solo una parte del gran autor, la otra está por escribir: su humanismo pleno, contagioso, sencillo, profundo… salmantino en definitiva. Después del acto, un cervantista me decía que había llegado el momento de la dignidad, de que alguien, sin consultar encuestas, se lanzara al ruedo social con la dignidad de Don Quijote… que habíamos llegado, como sociedad, a cuotas de infamia insostenibles, pero que Cervantes seguía vivo. Fue en la cena con la familia de Juan, cuando me sentí partícipe de una familia grande, una familia de un humanismo desbordante y allí estaba el hilo de Ariadna para salir del enésimo laberinto: el humanismo, vivo, radiante, pasado, presente y futuro. El humanismo en versión salmantina afila sus armas para la cuarta salida del Quijote. Esta vez su campo de acción es el planeta y sus escuderos seremos muchos. No habrá una nueva derrota en la playa de Barcino, porque por ahí pasea Juan Hernández.


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Thursday,11 nov 2010 19:23:26 GTM
<![CDATA[El neogaldosianismo de Miguel Rubio: Madrid como escenario de los conflictos contemporáneos en Ahora que estamos muertos (2008) y Todos los años perdidos (2010)]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1278 José Membrive

José Membrive

Miguel Rubio parece un tipo duro y lúcido, curtido literariamente en la calle. Es de esas personas de mirada cúbica que saben ver con un ojo las tripas de la sociedad y con otro pueden analizarla panorámicamente. Ha mezclado sus conocimientos teóricos como licenciado en Ciencias Políticas y Sociología con la práctica de Diplomado Social por la Universidad Complutense de Madrid y con su afición al boxeo. Su trabajo social le ha facilitado el contacto con cientos de personas, preferentemente de las capas sociales más desfavorecidas, pero lo único que puede explicar sus novelas es su imbricación en la vida, su pasión por vivir con los demás y el dolor que le causan las heridas sociales.

Sus dos novelas Ahora que estamos muertos (2008) y Todos los años perdidos (2010), ambas en Ediciones Carena, tienen como punto de referencia el mítico Madrid de la movida (que el autor, pese a su juventud, debió vivir con fruición) y como consecuencia de aquellos polvos, los lodos del Madrid actual. En la primera lectura de ambas novelas creí encontrar un autor singularísimo, de esos que la mano caprichosa del arte hace surgir sin explicación alguna y sin puntos de referencia. La segunda lectura, sin embargo, me ha llevado a un Galdós reencarnado, pero un Galdós impresionista, moderno, horro en explicaciones innecesarias, capaz de crear, con dos párrafos, personajes vivísimos que aunque no vuelvan a aparecer en la narración se quedan pululando en el lector como arquetipos fragmentados de la sociedad actual. Claro que el Madrid de Miguel Rubio, como el de Galdós, es un prototipo aplicable a otras ciudades contemporáneas. En Ahora que estamos muertos el viacrucis que “de la nada a la nada”, de albergue en comedor, recorre el grupo de desahuciados, los invisibles, los intocables de la sociedad occidental, es el mismo que se recorren día tras día en Barcelona, Ámsterdam o Berlín. De todas maneras, el que Cristina, una de las protagonistas que arrastran su vida por el Madrid contemporáneo con su último bagaje musical como herencia, hubiera sido una estrella de la movida, le confiere un valor simbólico.

Todos los años perdidos también tiene Madrid como personaje principal, desdoblado en dos épocas: la de principio de los ochenta y la actual, y tiene también otro personaje, al igual que la anterior, invisible, pero poderosísimo: el fatum, el azar. Como en el grupo de jóvenes poetas modernistas de Luces de bohemia, nadie sabía que uno acabaría de ministro y otro muriendo de hambre, en ambas novelas de Miguel Rubio, las noches festeras de Madrid depararían desigual suerte a quienes las compartían amigablemente sin ningún argumento vital. Una suerte caprichosa, un destino terrible para unos, favorable, al menos aparentemente, para otros, en donde el árbitro parece estar tan borracho como algunos de los protagonistas. El incierto destino es el enigma que se cierne sobre los personajes como una suerte de ruleta rusa movida por el azar y que ahora, en tiempos de crisis, pasa de las páginas a la mente del lector con inquietante facilidad.



Miguel Rubio: Todos los años perdidos (Ediciones Carena, 2010)

Pese a estas similitudes, las dos novelas son totalmente distintas. La primera es coral, sociológica, la segunda es individual, artística. En la primera el autor pone su cámara visual, exterior, y en la segunda entra de lleno en el alma de los personajes. En la primera el foco se orienta hacia los perdedores, en la segunda hacia los “triunfadores”.

No soy propenso a afirmaciones tajantes y menos en el terreno de la literatura, sin embargo creo que Todos los años perdidos es una obra de arte de la literatura contemporánea. En sus breves 220 páginas palpita toda una colmena de personajes secundarios vivísimos que minimizan incluso la emoción de la trama. En esta novela podría no ocurrir nada reseñable, como en el Ulises de Joyce, sin que disminuyera en absoluto su interés, porque gran parte del atractivo está simplemente en dejarse arrastrar o bien a través del túnel del tiempo, por el vivo Madrid de los ochenta, o bien por el descarnado Madrid actual.

El protagonista, Samuel, que tuvo que huir precipitadamente de Madrid después de una noche de movida discotequera, dejó su pandilla de amigos, con los afectos enardecidos por el amanecer. Un incidente oscuro deja el amor, la amistad, la juventud, en un “stand by” congelado que, cuando 22 años después, comienza a descongelarse proporciona unos resultados de lo más inquietante.



Miguel Rubio: Ahora que estamos muertos (Ediciones Carena, 2008)

El drama es que, en muchos planos, incluso los “triunfadores” son seres sin techo. Los edificios afectivos se desploman, la vida, sin quererlo los protagonistas, convierte a los amigos en enemigos, al amor en arma mortal, al ansia de disfrutar en pulsión autodestructiva, la generación de riquezas en degeneración moral.

La lucidez de Miguel Rubio es que no plantea el problema entre buenos y malos, entre corruptos y justicieros. Todos sus personajes inspiran amor, repulsa y compasión. Por eso son tan creíbles. Todos buscan a su manera la felicidad pero cuanto más luchan por ella, más parecen espantarla. Sin embargo, lo más conmovedor no es lo que les va ocurriendo a los personajes, sino a los lectores, porque Miguel, ese boxeador de la pluma, nos va lanzando sus párrafos directos, unos a la mandíbula, otros al estómago, hasta dejarnos en la lona, porque lo que está contando no son historias grandiosas, sino trozos de nuestra historia nuestra, de esos amores que quedaron en suspenso, de ese amigo a quien traicionamos por una mujer, de ese pequeño chanchullo que mandó a la miseria a un ser desconocido.

Lo bueno de esta obra es que no te deja KO total. Siempre, en la cuenta atrás, aunque sea en el último segundo, logras levantarte, con ganas de seguir luchando, lo inquietante es que te deja tan tocado que realmente uno ha de replantearse contra quién dirigir sus guantazos. No basta con ser un boxeador; un luchador con buena voluntad, pero equivocado, se convierte en una pesadilla para sí mismo y para la sociedad. Leyendo su novela da la impresión de que nadie ha acertado con sus derechazos. Y uno queda perplejo, un poco grogui, con ganas enormes de replantearte la vida.

Lo que sí es cierto es que nadie sale indemne después de un combate-lectura contra Miguel Rubio.  


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Wednesday,3 nov 2010 8:39:36 GTM
<![CDATA[Crisis editorial y libertad de expresión: hacia la extinción de la industria del libro como objeto cultural y de propagación del pensamiento plural]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1274 José Membrive

José Membrive

Por estos días unas sesenta editoriales catalanas se debaten entre la vida y la muerte y no por su mala gestión, sino como daño colateral producido por la ruina de una empresa distribuidora, víctima a su vez de la voracidad del paranoico economicismo que campa por las alturas de los mercados.

Lo terrible del asunto es que, en la mayoría de los casos, se trata de empresas bien asentadas, con prestigio, honradez y negocios viables, aunque, como todas las pequeñas empresas, bailando con lobos. Conozco bien la angustia de algunos que, sin comerlo ni beberlo, trabajando honradamente, han tenido que cerrar el negocio. Hace un par de años, cuando otra gran empresa de distribución catalana cerró, su dueño me explicaba que, aunque el negocio le iba aceptablemente bien, no pudo afrontar la deuda de otra persona muy cercana a quien había avalado. El hombre se debatía entre la rabia y el amor que profesaba a esa persona. En tiempos en que los que verdaderamente ostentan el hiperpoder económico imponen unas normas leoninas a los pequeños, es inevitable perjudicar y ser perjudicado involuntariamente precisamente por amigos o familiares, porque en ellos se suele confiar y, muchas veces, a su pesar, entran en una situación de impagos. Estoy sufriendo en mis propias carnes ambas situaciones. Por un lado, la de un amigo que no puede pagarme una deuda que ha puesto en peligro nuestra propia viabilidad, y por otro, como consecuencia, la dificultad para pagar a dos amigos impresores. Si perdemos la perspectiva podremos estar peleándonos entre nosotros, mientras que los de arriba van cerrando el grifo, porque para incrementar por arriba cada trimestre un treinta por ciento de ganancias empresariales, hay que hacerlo a costa de incrementar la pobreza entre los de abajo.

El resultado: la industria editorial y del libro en general, incluyendo librerías, de la pequeña y mediana empresa catalana puede estar en vías de extinción a poco que los de arriba fuercen otra vuelta de tuerca.

No ofrece mejor perspectiva para el futuro del libro la mirada hacia lo que está ocurriendo con las grandes editoriales. En realidad también están desapareciendo. Seix Barral, Destino… son ahora pequeños satélites, de las más de cincuenta editoriales que se difuminan y marean dando vueltas en torno al Gran Señor Planeta, tan ocupado en cadenas de televisión, periódicos y revistas, que la industria del libro es una ficha más en la estrategia de convertirse en un grupo de poder ahora que la política está más debilitada que nunca. Lo mismo puede decirse de los otros dos o tres grupos editoriales que se están apoderando de todo el mercado editorial español.

La industria del libro, mirado desde la perspectiva economicista que es la que dicta las normas de los grandes grupos de poder, es la industria del “bestsellerismo”. Los grandes almacenes tienen un sistema que da de baja automáticamente a los libros que en sus comienzos no produzcan el rendimiento fijado.

Un pensador clásico afirmó que la misma dificultad tienen los sabios en hacerse ricos que los ricos en hacerse sabios. Y en la industria editorial la riqueza y la sabiduría han de mezclarse.

Lo curioso es que en el mercado es perfectamente compatible el concepto legítimo del libro como objeto meramente económico y como objeto cultural con viabilidad económica. Las grandes editoriales necesitan de las pequeñas como el Barça necesita del barça B y de otros equipos para engrosar su cantera. Entonces, si las pequeñas editoriales no son nunca una competencia para las grandes, ¿quién está empeñado en que desaparezcan y por qué?

Uno de los grandes tesoros de Cataluña, y en especial de Barcelona y su entorno es (era) la proliferación de editoriales grande, medianas y pequeñas no sólo por el magnífico tejido económico, sino como un excelente pulmón cultural que oxigena y enriquece el mundo de las ideas haciendo de Barcelona punto de referencia de progreso, pluralidad e innovación.

Pues bien, si no nos ponemos a trabajar activamente tanto desde la industria de la pequeña y mediana editorial como desde la sociedad civil, este hervidero de ideas y pluralidad pronto pasará a formar parte de lo que “la crisis se llevó”.

El sector editorial es un sector estratégico en el avance de la civilización y del humanismo. Ambos conceptos se oponen al economicismo insensato y a la uniformidad en la ignorancia y en la banalización universal que necesitan los profetas del nuevo orden. Las grandes fortunas han construido sus paraísos fiscales, las grandes empresas construyen sus infiernos laborales, lejos de los países con legislaciones que protejan a los trabajadores. La ignorancia es la garantía de la injusticia y la uniformidad de pensamiento asegura que el rebaño será conducido con mansedumbre al redil.

La industria del libro como objeto cultural y de propagación del pensamiento plural no es enemiga de ninguna otra. “En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada”, estas palabras de una débil niña hicieron cambiar los planes de una hueste de guerreros. Exactamente eso es lo que debemos gritar. Pero ahora los guerreros no escuchan a la niñas, se necesita la voz social, potente. Y esa voz que cambie el final patético que nos tienen preparado, sólo puede venir de los lectores que ven en el libro algo más que un producto comercial. Ediciones Carena ha servido como plataforma de expresión a más de quinientos autores, que han visto plasmados y transmitidos sus sueños. Somos una más entre las muchísimas empresas de la cultura que, con la excusa de la crisis, se pretenden borrar del mapa, porque efectivamente, constituimos un peligro para la sociedad del pensamiento único que se nos está preparando. Por una vez pido el apoyo activo a nuestra editorial y a otras. Un esfuerzo en la compra y activación de nuestros libros. Es una inversión social para evitar la reversión mental que se propicia desde el núcleo del poder que, ya se puede afirmar, radica en los paraísos fiscales con un descaro aplastante.


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Thursday,28 oct 2010 20:50:44 GTM
<![CDATA[La hora de la sociedad civil]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1265 José Membrive

José Membrive

Con el tiempo las instituciones se van desgastando. Parece irremediable, las mejores tuberías, con el tiempo van acumulando sedimentos corrosivos hasta hacerlas inservibles. Los mecanismos más perfectos para la organización democrática se van llenando de sarro, los partidos se acartonan y en lugar de dar cauce a las opiniones de los ciudadanos pasan poco a poco a convertirse en nidos de arribistas y tugurios donde la intriga y el matonismo cultivan sus flores venenosas con igual contundencia entre camaradas que entre enemigos políticos.

Organizaciones como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, que surgieron para poner paz y, en teoría, impartir justicia, se transforman poco a poco en armas al servicio no ya de los países poderosos, sino de mafias y grupúsculos cuya ambición es directamente proporcional a su estupidez, capaces de hacer volar todo un sistema económico mundial para compensar su estulticia.

Cuando la medicina, la educación, la sanidad estatal van pasando poco a poco de servicio a todos los ciudadanos a negocio de unos pocos, alguien se debería plantear hasta dónde estamos dispuestos a dejarnos empobrecer y vilipendiar.

No es cosa de personas, sino de instituciones, no es de tal o cual banquero o político. No es una degradación propia y exclusiva de nuestro tiempo. A lo largo de la historia ha habido que cortar por lo sano, cuando la herrumbre taponaba las vías impidiendo a la gran mayoría de ciudadanos caminar por el sendero de la dignidad y acaparando para las poderosas oligarquías, con desprecio a la propia vergüenza que ellos predican, todo cuanto estaba al alcance de su mano.

A veces el Atila se desboca y su caballo arrambla por doquier sin que nadie tenga poder para hacerle frente.

Y eso, por desgracia, es lo que está ocurriendo en la sociedad occidental. Ya no es asunto de tal o cual persona. Políticos y banqueros honrados debe haber, pero los bancos, el dinero y el poder yacen en manos de una minoría anónima que mueve a políticos y banqueros como marionetas.

Pero la herrumbre no sólo afecta a las grandes instituciones, sino a las medianas y pequeñas. La corrupción generalizada es una bendición para los grandes corruptos porque se justifican. Los pobres corruptos ni inquietan a los corruptos poderosos, pero les sirven de estiércol, nunca mejor dicho, para el cultivo de su cosecha de sinrazones e injusticias.

Un reciente estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha demostrado que todas las grandes empresas de la telefonía mienten u ocultan información a sus clientes. También ha saltado a la prensa las presiones para que no se publiquen los posibles efectos maléficos de la radiación producida por los móviles. Y no pasa nada. Los partidos presentan como candidatos a decenas de imputados por sospechas de corrupción, imputados que claramente afirman la validez de su método de compra de voluntades mediante la oferta de trabajo, como sistema de mantenimiento de su sistema corrupto. No pasa nada.



Llegado el caso, ni los políticos, ni los banqueros, ni los señores de la guerra, son los últimos responsables de su conducta antisocial, sino de la sociedad que lo consiente.

El problema no es del latrocinio que mancha a partidos, grandes empresarios, banqueros, sino de la impunidad con la que se jactan de ser "amigos" de sus posibles jueces, y de la tibieza con la que son tratados los pocos poderosos a los que se les pilla con las manos en la masa.

Pero ya la queja no tiene sentido. Todos lo saben. Los medios de comunicación, en manos, siempre, de grandes empresas, se ocupan de lavar la cara o ensuciar la de los que la tienen limpia, porque a río revuelto, ganancia de pescadores.

Los auténticos responsables, los últimos, somos ese colectivo anónimo que se llama sociedad civil. Así que, asumiendo mi parte de culpa, paso a lavarme un poco la conciencia, porque la corrupción generalizada salpica tanto por activa como por pasiva. Todos estamos en el ajo y alguien tiene que gritar basta y comenzar la rueda de opiniones y acciones.

Históricamente estas situaciones se resolvían con motines y revoluciones, en las que gran parte del pueblo tenía que sacrificar su vida, llevándose por delante a unos cuantos de los presbotes y al final, poniendo los muertos de unos (tesis) y de otros (antítesis) en la balanza, se hacía un pacto, (síntesis) que permitía poner en marcha el carro durante unos cuantos siglos más.

No soy partidario de ninguna revolución armada. Teniendo figuras como Gandhi, Liu Xiaobo (que ha puesto en jaque a uno de los gobiernos más perversamente poderosos) o Martin Luther King, podemos mirarnos en su espejo. Pero no se trata de convertirnos en mártires, sino en rehumanizarnos y empezar de nuevo la sociedad por los cimientos, sin preocuparnos de lo que hacen "los otros". Se trata de poner en marcha instituciones alternativas: banca ética, comercio justo, empresas habitables. Retomar el diálogo familiar, vecinal; recuperar la confianza en nosotros mismos, retirarle la confianza a quienes están abusando de ella para enriquecerse.

Una revolución de besos, claveles y ordenadores, una vuelta a los afectos, a la ilusión, a la palabra, al arte, con un buen corte de mangas al necio consumismo que nos trata de inyectar la "compramina" como una droga que nos deje KO, mientras llenamos la cartera a nuestros corruptores.

En fin, algo pequeñito, como decía la eurovisiva canción, pero sencillo y bailable. Algo que nos desperece del sopor con que las grandes Momias de las finanzas quieren embalsamarnos.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Monday,18 oct 2010 12:7:25 GTM
<![CDATA[El viejo que me enseñó a pensar, de Luis María Llena: el arte de la sencillez]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1261 José Membrive

José Membrive

A simple vista El viejo que me enseñó a pensar, obra de Luis María Llena, reúne pocas condiciones para ser catalogada en la actualidad como una novela impactante: El argumento se limita a reproducir diez encuentros entre un niño y un anciano en la oscuridad de una iglesia allá por los años cincuenta del siglo pasado. Los temas de conversación coinciden con el temario de filosofía del Bachillerato, no hay misterio, ni suspense, ni sexo, ni muertes, ni morbo. Nada que acredite su "modernidad": dos soledades radicalmente desnudas, la del que comienza la vida desorientado y la del que la está acabando casi con las mismas dudas que la comenzó. Y una herramienta de intercambio: la lengua como arma de emergencia. En eso se descubre la casta literaria del autor.

Literatura sin aditivos, sin trampas para "enganchar" al lector. Siempre he considerado como una falta de respeto hacia los lectores las argucias artificiosas para tratar de convertirlos en adictos circunstanciales a una obra. Se supone que el lector frecuenta otras adicciones y el reto del presunto autor es ofrecerle una "droga" más dura, para que el supuesto adicto se decante por su producto.

Tampoco creo que el entretenimiento haya ser una consideración importante a la hora de ponderar el valor de una obra literaria. Sobre todo si lo entendemos como evasión. No creo que haya que concebir a los lectores como seres aburridos a los que hay que rescatar de su rutinario sopor. Hoy hay miles de cosas por hacer, miles de ofertas de espectáculos con esa finalidad. La literatura "espectacular" es un subgénero que, personalmente, no me interesa para nada.

El viejo que me enseñó a pensar (Ediciones Carena) es una literatura de inmersión, una literatura introspectiva que, más que darte soluciones, te pone contra las cuerdas. "Cuando tú estés convencido de que algo es justo, arriésgate. Nadie podrá vencerte". Es lo único que puede hacer el educador con su educando, el autor con su lector: legitimarlo para que tome sus propias decisiones, incluso cuando estas suponen la desobediencia al propio educador.

De esta manera Luis María Llena supera el mayor peligro para este tipo de novelas: la tesitura previa, el "mensaje" que un autor-pastor ha de transmitir a sus lectores-rebaño, para conducirlos por la buena senda. Durante toda la obra, como en la vida, la credibilidad de lo afirmado por el "superior" no es necesariamente superior. Gran parte de la poesía de la generación de los cincuenta podría encuadrarse en el epígrafe de "lo que el tiempo se llevó", precisamente por ese afán de falso didactismo por el que el autor se arroga la autoridad mesiánica de "denunciar" a los malos y "aconsejar" a los buenos.



Luis María Llena: El viejo que me enseñó a pensar (Ediciones Carena, 2010)

La literatura supone siempre un debate sobre la condición humana, una exposición de la herida y cuando el debate se sustituye por un diagnóstico con ínfulas de verdad, la literatura muere. Y el peligro a que la tesis aplaste a la obra literaria, aflora con más intensidad cuando aparece la figura de Dios, tratada con respeto, desde una perspectiva cristiana. El peligro de mezclar la novela con el género didáctico es creciente, sobre todo si el narrador se autoerige en representante o portavoz de la divinidad. Aquí acaba la novela y comienza otra cosa más parecida al catecismo. Porque en Dios no cabe la duda y en la novela sólo cabe la duda. Por eso es un género privilegiado como expresión de lo humano.

Pero Luis María Llena es un novelista, "El hombre puede hallar razones para creer y razones para no creer". La pelota está siempre en el tejado humano. Por eso es una gran novela inserta en el gusto clásico de "la exquisita sencillez"

Pero una novela no se define por lo que no es, si no por lo que es. Luis María LLena no sólo ha salido airoso de las trampas sutiles de un género. Tampoco sería una gran novela si no aportara algo propio y esto es el Amor. Me gusta poder resumir cada obra literaria en una palabra y esta sin duda es el amor. Un amor tierno, intenso que emana como la luz de todos sitios, de todos los rincones pero que no se puede aprehender, ni concretar siquiera en una escena. Es mucho más que el que emana, con gran sutileza de las dos vidas, de las dos perplejidades que se unen a media noche, no ya para profundizar en los arcanos de la vida, sino para hacerse compañía. Un niño con la sangrante herida de su reciente extirpación de la familia para pasar a constituir la masa de un internado, y un viejo heterodoxo que se refugia en su propia perplejidad. (¡Qué gran oportunidad ha perdido el autor para enriquecerse "bestsellerizando" esas relaciones limpias, es decir, dándonos gato morboso por liebre literaria. Tenía todos los ingredientes para convertir los encuentros entre los dos personajes en una jugosa fuente de ingresos con sólo pervertir al buen viejo, en el marco incomparable de una iglesia a oscuras).

Pero hablamos de un artista, y, por tanto, fiel a sus vivencias. Enamorado del lenguaje, del pensamiento, de la vida, del respeto. Y este amor delicado, sutil, desentimentalizado, llena las páginas, impregna el lenguaje, hasta la cubierta.

Nunca una novela dialogada me causó tanto entusiasmo, pero en arte nada es objetivo. Todo el mundo puede lavar en él sus propias heridas, pero ocurre que las heridas de cada cual son distintas. Desde el inicio me he visto envuelto en el asunto. Yo estuve, al igual que el protagonista, en un seminario a una edad parecida y en un ambiente semejante. Guardo mucho cariño y afecto tanto de educadores como de compañeros. Alguien ha dado vida a aquel mundo que creí perdido y que ha vuelto a aflorar. Mientras lo leía me he "reconvertido" en el adolescente que fui y, a pesar de que "nosotros los de entonces, ya no somos los mismos" como diría Neruda, sí me ha reforzado en la convicción de que una de las funciones primordiales del arte es convertir lo cotidiano en memorable, o mejor dicho recordarnos que lo cotidiano hecho con amor es siempre memorable.

Memorable ha sido para mí la lectura de este libro y, seguro que lo será, para la inmensa mayoría, al menos de los que vivieron cerca estas experiencias. Es como si el autor hubiera venido a resucitar, no los fantasmas, sino a los ángeles internos, que también haberlos haylos.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Wednesday,13 oct 2010 11:53:51 GTM
<![CDATA[Muerte y resurrección del periodismo: Molly (historia sobre los centros de menores en Cataluña) y Lomboko (sobre el tráfico negrero)]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1250 José Membrive

José Membrive

Ediciones Carena presenta cuatro libros de los que el cincuenta por ciento no habrían sido escritos en una situación de normalidad informativa, pues ambos aluden a temas cuyo natural canal de tratamiento correspondería al periodismo y no a la literatura.

El primero, Molly, estaba concebido en principio como un reportaje sobre el dudoso sistema de la retirada de la custodia de niños a familias conflictivas (todas ellas pobres, aunque la conflictividad afecta por igual a todas las capas sociales), sobre el turbio trato que se dispensa a estos niños en las casas de acogida y, lo más sospechoso aún, sobre el sistema de adopción de estos niños puesto en práctica por algunos organismos oficiales.

La infancia es la edad que marca el futuro, la edad en la que somos más indefensos, la edad en la que el cariño es el alimento imprescindible para el crecimiento personal. Cambiar cuidadores por seguratas no es la forma más conveniente de convertir la niñez de los más desfavorecidos en la edad mítica que decide el porvenir. Una investigación sobre el asunto sería una fantástica manera de contribuir al saneamiento social. Sin embargo, ni se hace ni se facilita, sino todo lo contrario.

Las dificultades en la investigación concreta hacen aconsejable levantar el vuelo y mirar el asunto con perspectiva literaria. Al final, lo que debería ser reportaje se ha convertido en novela que, a modo de A sangre fría, de Truman Capote, versa sobre la realidad, pero trasciende los casos concretos que la originaron.

Con la metamorfosis, la obra sale beneficiada, porque si uno se ciñe a una hoja particular puede que ésta le impida ver el bosque. Lo de menos son los nombres y las circunstancias concretas, lo importante es que a esos nombres de niños perjudicados no se les vayan sumando otros impunemente.

Jesús Martínez y Gustavo Franco: Molly. Historia sobre los centros de menores en Cataluña (Ediciones Carena, 2010)

Jesús Martínez y Gustavo Franco: Molly. Historia sobre los centros de menores en Cataluña (Ediciones Carena, 2010)

Jesús Martínez y Gustavo Franco son sus autores, ambos periodistas enmascarados en literatos por mor de las circunstancias. El cambio de registro universaliza la denuncia, sin que pierda un ápice de intensidad. Libro recomendable donde los haya para hacer que supuren esos puntos infecciosos que pueden alojarse en cualquier recoveco social, sobre todo en lo que afecta a los indefensos.

La segunda novela Lomboko, de Toni de la Rosa, tampoco existiría si el puritanismo, la hipocresía y los intereses políticos no imperara sobre la información.

Al contrario que Jesús y Gustavo, dos periodistas transformados en novelistas, Toni de la Rosa es un novelista encarnado en un reportero “literaturizado”. La primera novela que publicó, La escuela rota (Ediciones Carena), es una denuncia inapelable de casos de racismo perpetrados sobre adolescentes, que el Departament d’Educació trató de enterrar informativamente.

Lomboko, nombre de una factoría negrera española, situada en el oeste de Sierra Leona, trata de la actividad como traficantes de negros, después de la prohibición de este tipo de comercio, de algunas de nuestras más ilustres sagas tanto catalanas como españolas. Pero la mirada del autor no se queda en el pasado, sino que se posa en el sibilino sistema de segregación “civilizada” que ponemos en marcha cuando el exceso de mano de obra barata hace prescindibles a quienes unos años antes dábamos trabajo “negro”. De todas maneras hablamos de una novela, una novela de las que nos hacen pensar. Tierna y dura al mismo tiempo.

Toni de la Rosa: Lomboko (Ediciones Carena, 2010)

Toni de la Rosa: Lomboko (Ediciones Carena, 2010)

Pero lo que llama la atención es que, como en tiempos del tardofranquismo, ahora comience a recurrirse a otros géneros literarios para sustituir el mutismo del periodismo oficial, que es todo.

Un periodista de La Vanguardia me decía, algo desengañado, que la función que se les encomendaba era la de restar importancia a las noticias no favorables al “lobby”, a base de enfatizar las fruslerías. En su obra Oficio de carroñero, Pablo-Ignacio de Dalmases rememora la vida de los periodistas de calle, una especie casi en extinción, sustituida por el periodista internetiano de “corta y pega”.

Se trata de un periodismo burocrático-subvencionado. Un periodismo que, cuando el poder lo necesita, funciona a golpe de pito (en todos los sentidos de la palabra), como lo demostró en Cataluña el editorial común sobre el apoyo al Estatut, cuando la mayoría de ciudadanos lo considera un asunto tan menor que no se dignaron ni tan sólo ir a votarlo.

La proliferación de libros que tratan de sustituir la fidelidad informativa hacia el poder establecido es un motivo de preocupación y esperanza. Estos y otros libros aseguran que el periodismo de raza sigue vivo, aunque, en este caso, esté fuera de las redacciones oficiales.


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Monday,27 sep 2010 20:19:34 GTM
<![CDATA[Cita con los sentimientos, de Anif Larom, o la vida concebida como una obra de arte]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1244 José Membrive

José Membrive

Cuanto más pasa el tiempo más me convenzo de que hemos sido llamados con una misión muy concreta: hacer de nuestra vida una obra de arte. Si al final de mi tiempo puedo contemplar mis andanzas como un intenso poema, moriré contento.

Y lo bueno es que está al alcance de todos y, modestia aparte, intuyo la fórmula.

Para hacer de la vida una obra de arte no se necesita haber estudiado música, ni poesía, ni saber siquiera el significado de la palabra arte, y lo bueno es que tampoco se precisa ser rico, ni siquiera ser feliz.

Basta con activar el sujeto lírico que cada uno lleva en sí, ese “pack” compuesto por la sensibilidad, la imaginación, la intuición, que pone al rojo vivo nuestros cinco sentidos y baja del "eternet" el sexto, importantísimo y profundo, la consciencia. Ojo, no confundir con la maleable conciencia, que los grandes ideólogos de la parcialidad fabrican (conciencia patriótica, conciencia católica, islamista, de clase, nacionalista, de partido....) para que nos creamos que hablamos por nosotros mismos, al desgranar sus doctrinas.

A la consciencia se llega en un lugar apacible, tras un duchado mental para descargar la basura informativo-publicitaria a la que estamos sometidos constantemente. Está muy dentro de nosotros y no es muy fácil, en principio, alcanzar a oír su voz con nitidez.

Llamo sujeto lírico al "pack" humanista que cada cual encierra en sí mismo y que, a poco que le demos la voz, sabe encaminarnos hacia el rastro de la verdad, el amor y la belleza que el universo ha sembrado por doquier, pero que, me da la impresión, solo estamos preparados para intuir y digerir en microgramos.



Anif Larom: Cita con los sentimientos (Ediciones Carena, 2010)

Con la sensibilidad activada, podemos comenzar a transformar nuestra vida en una obra de arte íntima; con el interior oxigenado, con las antenas parabólicas emitiendo y recibiendo ondas afectivas, cada día, al levantarnos, podemos anunciar aquello de "silencio, se rueda". No todas, pero a lo largo del día siempre nos saldrá una escena genial, apta para que la memoria posterior la incorpore definitivamente al montaje de nuestra vida.

Este convencimiento de hacer de la vida una obra de arte a base de toneladas de sentimientos, seguramente es el que impulsa a Anif, no ya a escribir el libro, sino, previamente, a vivir cada instante como si fuera el último de su vida.

Pero no ha sido así siempre. Anif Larom, despertó un día del 2007 y decidió que, a partir de entonces comenzaba un nuevo ciclo, una nueva era. Prescindía del reinado de su ego como asesora de imagen, y desde entonces se echaría en brazos del sujeto lírico, a ver qué ocurría. Cada vivencia adquirió dimensiones inusitadas, como si la liberación de sentimientos fuese un carrusel de emociones. El pasado fue reconstruyéndose, y ella decidió mirarse a sí misma y a la sociedad con el desgarro interno que le produjo su cambio de naturaleza. De ahí nacieron No eres nada, Perdona mi infidelidad, Mi nombre, puta, Amor entre mujeres, Infancia profanada, Carta desde mi tumba... en donde cuelga las vísceras del mundo que le rodea, sin excluir el suyo propio.

Anif Larom no es la única que ha logrado parar su mundo para bajarse y saltar hacia otra dimensión apoyándose en la pértiga literaria. Mi corazón espera de Montserrat Samper y El mundo de Ananda de Ivón Álvarez, son otras muestras, por citar sólo lo último publicado en Ediciones Carena.

Se trata de un género literario, no sé si nuevo o no, pero que prolifera, con excelentes resultados vitales, aunque el valor poético esté aún por decidir. Será la historia la que absuelva o no al nuevo género.

Se trata de una poesía intensamente afectiva, de estilo directo, nutrida de la experiencia. Muy eficaz no sólo como arma de autoliberación, sino sobre todo como tea casi incendiaria que conecta enseguida con un público especialmente el femenino, que pide a gritos canales de expresión profundos en donde gritar, llorar, reír, lamentar sus derrotas y celebrar sus victorias.

La presentación de “cita con los sentimientos” en Alcaudete, glosado magistralmente por Miquel Adrover, el poeta de la ternura venido de Mallorca, que sudaba copiosamente, desacostumbrado ante el verano sureño, constituyó todo un acontecimiento catártico, en donde cada poema tenía un rostro conocido y reconocido por los asistentes, cada drama, cada beso, cada lágrima tenía nombre propio, y la emoción y las lágrimas dibujaron abrazos en el aire que casi se podían cortar.

Anif Larom

Anif Larom

Tal vez sea el declive del confesionario, el aislamiento propiciado por la teleincomunicación, la atomización familiar o qué sé yo, la cuestión es que el recurso al arte como guía, medicina o vitamina, está en auge. Visto desde una óptica tradicional, se trata de un género de poesía "menor", pero también la poesía “oficial” parece ignorar este mundo.

Yo en este caso distingo dos grandes conceptos de poesía, ambos muy respetables. El primero, representado por Anaif, el que tiene la vida como centro. La poesía al servicio de la vida. En este caso se trata de un recurso, la poesía que sirve a Anaif para dar sentido e intensidad a su vida. Ella pinta y trabaja, como muchas otras personas que cultivan este tipo de poesía, y utiliza la emoción por encima de la instrucción poética. Se trata de una poesía comprensible, dirigida a los sentimientos, con referencias directas a experiencias, una poesía cercana a las formas populares, arromanzadas, en lo que lo explícito reina sobre la sugerencia.

Si no se trata de un nuevo género, porque la poesía popular, la poesía de la emoción, ha existido siempre, sí se trata de un nuevo auge del género con formas y maneras modernas. El auge de la mujer en la sociedad, las ganas de expresar el espíritu de libertad, de búsqueda de nuevos caminos, en fin la necesidad de intercomunicación sentimental está dándole alas a este tipo de poesía.

La poesía, el arte, como el espíritu hierve cuando lo dejamos, inventa caminos para nuevas situaciones y ahora, en este tiempo crepuscular, el espíritu nos incita a nuevas experiencias, nuevos caminos.

Es cierto, y hay que constatarlo, que este tipo de poesía en nada interfiere a la concepción clásica en la que la intuición está por encima de la emoción, la que sugiere más que afirma, la que ahonda más que en los individuos, en el espíritu del tiempo.

Damos, pues, la bienvenida, a esta nueva forma de vivir el arte. Tengo que confesar que, en la presentación, me sumé a la intensa emoción, de la que no pudo escapar ni el Alcalde, Sr, Valeriano Martín, ni la la Diputada Provincial de Cultura y Deportes, Yolanda Caballero. La emoción se pudo regar, después con abundante vino y todo tipo de pastas y entremeses, ¡esta gente del sur no tiene arreglo!, con el que culminamos esta “cita con los sentimientos”. 


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Monday,20 sep 2010 14:9:29 GTM
<![CDATA[Carmen Alcalde: el amor en tiempos de política]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1239 José Membrive

José Membrive

En su libro Vete y ama (Ediciones Carena), Carmen Alcalde expone su trayectoria intelectual, su maestría literaria y su discreción vital que ha hecho que estas memorias estén pasando de puntillas, a lo que se ha sumado el olvido activo y activado por sus ex compañeros de viaje que ahora ocupan lugares de preponderancia. Nada hay nuevo bajo el sol, pero no creíamos que el esperpento de Valle-Inclán, Luces de bohemia, en el que denuncia el destino de los intelectuales en España, llegara a ser una profecía y menos en Cataluña, una comunidad que tiene a gala tratar bien a quienes tanto han dado por su democracia y por su cultura. El destino de sombras de la obra y de su autora refleja perfectamente la ingratitud de la nueva democracia con muchos de sus protagonistas más comprometidos, especialmente aquellos que no se arrimaron a la buena sombra de un partido político.

Carmen Alcalde i Garriga es una de las mentes más seductoras y libres de Catalunya. Nacida en Girona en 1936, abrió brecha como pionera del periodismo femenino. En la transición desempeñó un papel muy activo en la lucha por la democracia y por la dignificación de la sociedad desde las revistas, Triunfo y Cuadernos para el diálogo. Fundadora de la revista Presencia y directora de Vindicación Feminista. Con el advenimiento de la democracia, Carmen siguió trabajando en los más importantes medios de comunicación de Cataluña, (el periódico, el Avui, el Triangle…) pero poco a poco, suavemente, con sonrisas y gestos de agradecimiento, ha ido siendo apartada la circulación pública. Decididamente no da el perfil de sumisión requerida, esa insumisión que, en su tiempo le otorgó tanto prestigio ante los que, paradójicamente, hoy le cortan los medios de subsistencia por la misma causa.

Carmen Alcalde combatió y combate los abusos del poder, pacíficamente, desarmándolo con su humanidad. En su libro Vete y ama (Ediciones Carena) Carmen Alcalde desnuda a la sociedad de su tiempo con pudor, y honestidad, porque, como no podía ser de otra manera en personas de integridad moral, ella también participa en el desnudo integral. En realidad el libro debería de llamarse “Ama y vete”, porque su método consiste en entregarse en cuerpo y alma a la causa, pero el problema es que el amor es incompatible con la trampa, con la hipocresía, con la soberbia que impregna no tanto las personas como las instituciones, incluidas muchas que en teoría responden a criterios democráticos.



Carmen Alcalde: Vete y ama (Ediciones Carena)

Carmen Alcalde, que perdió a su madre cuando tenía sólo unos meses, tuvo la osadía, ya de niña, de tomarse en serio las palabras amor y justicia. En el colegio de monjitas, siempre con la palabra amor en la boca, temblaron ante la posibilidad de que una niña se tomara en serio el discursito. Carmen trató de expresar lo que hacía hervir su espíritu heterodoxo. Fue el primer desgarro. Más tarde se la vio en el Frente de Juventudes, institución que se ocupaba de insuflar valores en los jóvenes y el amor era el más cacareado en la sección femenina. Alguien debió explicarle a la buena adolescente que cuando decían amor, lo que en realidad querían decir era sumisión. Este inocente equívoco provocó más de un suicidio en su entorno, pero ella se aferró a la fuerza de la palabra escrita. El Opus fue su siguiente escalada. Ofrecía cercanía a Dios y Dios se definía como amor: el chasco fue brutal para alguien que pensaba que el Amor con mayúsculas se concretaba en amores con minúsculas porque los humanos todo lo hacemos con minúscula. Bajo su égida experimentó la brutalidad de la Obra contra la mujer cuando era esta la que trataba de dar cauce a sus sentimientos y no de ocultarlos o encerrarlos en prácticas subterráneas, de esas que suelen salir en los periódicos veinte años después.

In extremis, Carmen, cuando se olió el significado de Amor filtrado por las santas sotanas, pudo liberarse de la hecatombe, gracias, creo, a esa fuerza sobrenatural con la que la integridad protege a sus venerantes. Si el amor humano como trasunto del divino era un fiasco dentro del recinto sagrado, mejor ir directamente al amor de la izquierda comprometida. Entre los comunistas españoles, Carmen encontró la misma comprensión que Fidel Castro dio a los disidentes, particularmente sexuales: marginación, corrección de formas y vejaciones indirectas. La penúltima batalla perdida fue cuando, huyendo pasmada de machismo de la izquierda, tuvo que “lidiar” con el feminismo. Allí fue corneada, porque Carmen no sabe esconderse tras el capote, quiere coger al toro por los cuernos. Donde haya doblez, mentira, hipocresía no puede uno toparse con Carmen, así que, una vez triunfante la democracia por la que ella luchó, comenzó la purga, lenta, sonriente, de buenas maneras, pero irreversible. Carmen no supo de su destino ensombrecido, hasta que, pretendió seguir escribiendo con su insobornable lucidez e independencia. Entonces se fue dando cuenta cómo poco a poco, inexorablemente, los medios de comunicación fueron prescindiendo de sus servicios.. Y es que Carmen Alcalde no tiene remedio, primero se tomó en serio la palabra amor, y después la de democracia.. y así le va.

Carmen Alcalde no se casa con nadie, pero tiene el atractivo irresistible de esas amantes íntegras. A lo largo de la vida declinó todas las ofertas de matrimonio ideológico, todas las subvenciones que los “chulíticos” de turno ofrecen a sus amantes comunicativas para que expandan alabanzas. Al final ha resultado abofeteada, no es la única, pero estas bofetadas, como los palos franquistas, hacen crecer la dignidad de las personas, por más que se les enmudezca.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Monday,13 sep 2010 9:42:4 GTM
<![CDATA[Taradas, de Viviana Fernández: la seducción de lo oscuro]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1232 Taradas (Ediciones Carena, 2010), de Viviana Fernández , sigue dándome guerra interna. Es un rumor incesante e inexplicable, como un río de dudas, de sensaciones, de desastres, de lucidez, de poesía, de dolor… en el reino de la noche y con cuatro universitarias como protagonistas

José Membrive

José Membrive

Tres meses después de leerlo, Taradas (Ediciones Carena, 2010), de Viviana Fernández, sigue dándome guerra interna. Es un rumor incesante e inexplicable, como un río de dudas, de sensaciones, de desastres, de lucidez, de poesía, de dolor… en el reino de la noche y con cuatro universitarias como protagonistas. Me gusta siempre resumir cada obra que leo en una sola palabra y a ésta no puedo asignarle otra que “seducción”, pero seducción con nocturnidad y sin alevosía.

Si la lectura de un libro hiere es porque los desgarros que afloran de sus páginas coinciden con los desgarros del lector. Y llevo tres meses preguntándome qué hay de mí en este libro para que permanezca pinchándome en el corazón, no hasta el punto del insomnio, pero sí, con mordedura insistente, y a veces, agobiante. La tormenta de interrogantes que descargó sobre mí no ha podido ser digerida.

Sin embargo, visto objetivamente, no tengo nada en común con sus protagonistas: seres nocturnos, empeñados en buscarse a sí mismos entre el humo y los besos, sin prejuicios ni ataduras, en la frontera en donde el placer y la autodestrucción casi se dan la mano. Soy un ser diurno, que no bebe, no fuma, y no es proclive a dejarse llevar por el instinto: la antítesis de las cuatro protagonistas.

Se pueden contar con los dedos de la mano mis noches de juerga, y sin embargo este libro me remite a una de ellas en la que, acompañado de un amigo poeta, Jordi Ibáñez, recorrimos unos cuantos tugurios de la bohemia hospitalense. Era también una noche de búsqueda, una noche en donde la alegría y la tristeza se mezclaban por igual. Sucedió en enero del 91 coincidiendo con la guerra del Golfo (y eso que ignorábamos que el hijo, mucho más golfo que el padre, armaría otra segunda más absurda y cruel que la primera). La “juerga” consistió en ir visitando bares, ingiriendo bebidas sin alcohol, mientras elaborábamos poesías al alimón. De aquella noche quedó en mi memoria sólo un verso “vas conquistando la noche como quien seduce muerte”. Este verso rigió la lectura de Taradas. No es un verso triste: es el reconocimiento de la atracción por lo oscuro, por lo desconocido, por lo que, revestido de placer, nos llama al filo de la navaja y que a muchos nos asusta y a otros no.

“La primera vez que probé la cocaína no lo disfruté. Pues será como el sexo –pensé yo-, será cosa de insistir. Raúl, que ya tenía el máster en aniquilación neuronal, me recomendó “mojarlo en alcohol”, para equilibrar los efectos químicos. Raúl, ¡vaya personaje! El muy cabrón me inició en la autodestrucción, y luego, cuando peor estaba, me decía “Joder, tía, pareces una yonqui, relájate ¿quieres?”



Viviana Fernández: Taradas (Edicioes Carena, 2010)

Viviana Fernández se “invisibiliza”, capta la voz de las protagonistas, en primera persona y construye con transparencia los diferentes periplos afectivos de cada una de ellas. Entre la frivolidad y la tragedia, el gozo y el dolor, entre la poesía y el reportaje, la obra constituye un cuadro vivo del espíritu de la juventud universitaria. Inclasificable como género, es un texto impresionista sobre la vida, la moral, los anhelos y los contratiempos de los jóvenes contemporáneos.

“Tenía unas ganas feroces e incontenibles de salir de mi cuerpo y de mi mente. Una necesidad salvaje de imponer mi libertad, de hacerme heridas en el alma para tocar con los dedos sucios y sentirme viva, muy viva, casi inflamada”.

A pesar de la honda impresión que la lectura de este libro me causó, no he querido escribir sobre él hasta conocer personalmente a la autora. No me ha servido de mucho: la desenvoltura de Esther, la vitalidad rotunda de Virginia, las dudas de Silvia y el romanticismo de Carla están en sus gestos, en su mirada, en sus palabras, sin que ninguna de ellas marque la pauta.

Personalmente, lo que más me ha llamado la atención de esta obra es su gran dimensión poética. Sobre un tema aparentemente frívolo, tal vez la honda dimensión de su lirismo sea la aportación más llamativa, pues acaba poniendo patas arriba la moral, la familia, las deriva de parte de la juventud por su tendencia a dejarse llevar por los estupefacientes, pero todo ello sin la más mínima estridencia, sin abandonar ni un ápice el amor que vierte sobre los personajes, amor matizado por la ironía, por el necesario distanciamiento que permita a las cuatro protagonistas manifestarse con autenticidad.

El título puede llevar a engaño, si no se capta la fina ironía que envuelve toda la obra. ¿Son realmente taradas estas cuatro chicas? ¿Son cuerdas pero la sociedad prefiere tildarlas de taradas por osar escuchar sus propias pulsaciones vitales sin prejuicio alguno? ¿Es más cuerdo hacer oídos sordos al propio instinto? ¿Cuál es el límite entre la diversión y la autodestrucción? Más que certezas, esta lectura me ha supuesto una catarata de interrogantes sobre mi propio proceder, una bocanada de inquietantes preguntas y de oscuras certidumbres de errores no detectados hasta ahora.
Pero, al margen del maremoto personal, creo que este libro, fresco y profundo, poético y desenfadado, constituye un trago reconfortante en nuestro panorama literario.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Monday,6 sep 2010 19:6:58 GTM
<![CDATA[La crisis sentimental como obra de arte]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1216 José Membrive

José Membrive

En la librería Carabajal de Cartagena se presenta el poemario Mi corazón espera (ediciones Carena), de Montserrat Samper, murciana de San Pedro del Pinatar. Cuando, a la una de la tarde, la saludo, su presencia acentúa el aspecto angelical de la fotografía de la portada. Es una mujer rubia, de ojos azules y mirada perdida en un punto hondo. Parece una dulce doncella raptada de tierras nórdicas poseída por una imaginación que la desubica. Como si su reino no fuera de este mundo. Se parece a su poesía y a esa apacible cordillera de Islandia antes de estallar. Pero su poemario, con lenguaje de manantial y musicalidad rayana en el silencio apenas modulado por unos versos sencillos, es un auténtico volcán, capaz de proyectar con su estallido la ceniza por todo el entorno. Igual que ese cuyos vómitos nórdicos mantienen en alerta a media Europa.

Estos dos volcanes han marcado este día largo. Comenzó a las cuatro de la mañana cuando el despertador, con desesperante contumacia, me ha levantado de la cama. Llovía y hacía un frío casi invernal en la Anoia (Barcelona), pero eso no ha impedido que a las cinco y media ya estuviera en la plaza de España empujando para poder entrar en el autobús del aeropuerto. Las cenizas nórdicas se acercaban peligrosamente al Prat, pero el avión me ha dejado en Alicante a las 8,30. Antes, unas deliciosas imágenes de nubes surcando la atmósfera en diversos estratos, como ejércitos sin capitán ni misión, me han dejado apabullado.

En Murcia era primavera y el periódico estaba manchado con la imagen de un asesino, “he matado a palos a mi mujer” le confiesa a una vecina. Ha resuelto a su manera el menor de los problemas que Montserrat liquida con dos o tres sencillos poemas. Él es fuerte, señor, con los pies en la tierra. Ella es débil, señora, con los versos en el aire. Él aparece en primera plana, generando lágrimas de dolor entre sus propios hijos. Los medios de comunicación lo consideran digno de atención primera y expandirán sus razones. Ella presentará su humilde poemario entre sus allegados.

Montserrat Samper: Mi corazón espera (Ediciones Carena, 2010)

Montserrat Samper: Mi corazón espera (Ediciones Carena, 2010)

Mientras charlábamos, Montserrat Samper ha ido desgranando lo que sus poemas transcriben: un salto al vacío desde una vida avasalladamente cómoda, con dos hijos sobre sus alas. No, no, la poeta no es frágil, es muy, muy fuerte gracias al banco de afectos y pensamientos que su antigua relación con la poesía le ha proporcionado. En su mente esa historia de crecimiento interno, ese acumular magma hirviente que el artilugio de los sentimientos va atesorando para volar con las barreras más o menos duras que la vida tiende sobre los caminos. Las gruesas capas de ideología pétrea que aplastan a tantas personas han saltado por los aires gracias a su inspiración, a su sensibilidad incurable, a su autoindagación, a su poesía. El primer efecto de la buena poesía es liberar al propio poeta. Sólo desde su libertad radical interior se puede escribir poesía y sólo desde la libertad interior se puede construir una vida social autónoma.

Por la tarde, mientras ella recitaba sus versos, yo veía extenderse su ceniza luminosa por la atmósfera de la librería, con la misma desenvoltura que las oscuras líneas isobáricas se desplazan por los mapas meteorológicos.

Por la mesa vuelve a aparecer el periódico con el asesino. Si alguien le hubiera enseñado a escribir poesía, si, como mínimo hubiera leído con serena profundidad las poesías de Montse, estoy seguro, este crimen no se habría producido. La sensibilidad está muy cercana a la sabiduría, a años luz del odio a quien te quiere.

Montse hablaba de batallas perdidas. Aparentemente, el asesino había ganado la guerra a su cónyuge en sucia contienda de palos. Él era el fuerte, el vencedor y los periodistas lo sacaban en primera página. Ella era la débil, la perdedora de batallas que, al final, había encontrado el cráter por el que liberar su fervor vital. Humilde, calladamente, había llegado hasta el azul. Y ahora reinaba sobre el amor. “Quiero no quererte” proclama. Y toda la cordillera se viene abajo. La dulce Montse, pasa de víctima a señora del amor. Sin darse cuenta ha ganado la guerra, o mejor dicho, ha transformado en horizonte, en campos de cultivo, lo que en otros tiempos fueron campos de batalla.

Queda luminosamente sola: “Bendita luz que entra por mi ventana!/ porque sé que si te vas/vendrá mi sonrisa cada mañana”.

Al final unas cuantas personas aplauden a Montse. Compran su libro, mientras el asesino, arrugado en las hojas de periódico, espera en la papelera el camión de la basura.


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Monday,28 jun 2010 14:6:11 GTM
<![CDATA[El sendero del corazón: la autoestima como impulsora de nuestro bienestar material y afectivo]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1207 José Membrive

José Membrive

Quizás porque mi niñez sigue jugando… entre olivos… todo viaje a Andalucía discurre por una línea de alta intensidad afectiva. Me digo que voy a presentar algunos libros y lo cierto es que voy a darme un colosal baño afectivo del que salgo fuerte y maravillado. Familia, amigos, escritores por conocer… todo un exceso, especialmente en este caso cuando se trata de un gran libro El sendero del corazón del jiennense José Luis Villar que plantea la manera de vivir en plenitud cada instante de nuestra vida. Se trata del tercero de una trilogía cuyos otros dos volúmenes: Mensaje desde el silencio y La voz del alma, han sido publicados recientemente en Ediciones Carena.

Es de bien nacidos el ser agradecidos. Debo a Jaén algunos detalles: mi vida, un cuarto de siglo alimentado y arropado entre la sabiduría de sus olivares y la cálida suavidad de los algodonales… Jaén fue mi continente cuando el mundo era grande. En la provincia de Jaén estudié y, después de abandonarla, sigo sintiéndome “alado barro suyo”.

Género: humanista

El problema que plantea el El sendero del corazón es quién manda en nosotros y cómo hacer de nuestro interior un entorno medianamente libre habitable. Tiene el acierto de plantear el campo de batalla en nuestro interior, pero esto en sí no dice mucho. Incluso cuando, siendo conscientes de nuestros actos, decidimos tomar el timón de nuestra barca, nos encontramos tres elementos hasta la fecha difíciles de compatibilizar: la razón, los sentimientos y la voluntad. Cada uno con sus métodos, sus criterios y sus argumentos. Si echamos mano a ayuda externa, los filósofos, los psicólogos y los pedagogos nos dirán cada uno su método, trazarán sus caminos, a menudo incompatibles entre sí. Nosotros mismos sabemos que ante un problema afectivo, pensamos la solución ideal, pero nuestros sentimientos tiran por su lado y, a la hora de la verdad, no somos capaces de decidir nada, nos inhibimos o tiramos por el camino más cómodo, con lo que esa “autonomía” decisoria puede ser tan caótica como cuando dejábamos que otros metieran sus narices en nuestro destino. Libros de filosofía, de autoayuda, de urbanidad… ninguno, bajo mi punto de vista, trata el problema de la autonomía humana y del sentido de la vida, de manera integral. Y ese es, a mi modo de ver, el acierto de José Luis Villar: desvelar claves en el plano de la intuición para poder dar sentido a nuestra vida desde una óptica que aúne y potencie al mismo tiempo: pensamientos, afectos y acción.

Los escritores, y artistas en general, tienen como misión dar respuesta a las demandas que plantea la sociedad, por eso las épocas de crisis suelen ser generosas en artistas que esbozan nuevos caminos. El siglo de oro de nuestras letras coincide con una crisis sociopolítica gigantesca y lo mismo volvió a ocurrir en 1898, o en 1927, al final de los “felices veinte”. La propuesta de José Luis Villar busca en la comunión con la naturaleza el método para remontar la crisis, pero se trata de una reconexión lúdica, lejos del penitente ascetismo al uso. Es un golpe de estado interior sin “sponsors” religiosos que te cobren su ración de penitencia. Un golpe de estado a una manera penitente de entender la vida. José Luis vive en una de las provincias que más riqueza genera. Sólo ver unas cuantas postales panorámicas de sus miles de hectáreas de olivos dan idea de tal magnitud. Sin embargo, estadísticamente, Jaén está entre las provincias más pobres. No basta con producir riqueza exterior y conformarse con sobrevivir. ¿Qué sería de la provincia si se echara para adelante a gestionar al menos parte de la riqueza que produce? Exactamente igual que un individuo que trabaja y produce bienes para otros.

José Luis Villar: El sendero del corazón (Carena, 2010)

José Luis Villar: El sendero del corazón (Carena, 2010)

No es un tema de explotación exterior, sino de autoestima. Indirectamente El sendero del corazón incide en algunos aspectos esenciales para la mejora y bienestar no sólo espiritual, sino material de las personas.

No es un problema estrictamente de producción de riqueza, ni de conductas impecables, sino de autoestima, de considerarse digno de gozar de parte de lo que producimos o vivimos. Se trata de un paso hacia arriba, pequeño, pero decisivo a la hora de desarticular todo discurso inculpatorio con el que los dirigentes han condicionado la vida de los que producen la riqueza.

En el plano interior: sería considerarse digno de gozar de las riquezas, de la belleza, del tiempo, de los regalos universales sin que estuvieran sujetos a un acuerdo de mínimos como son los salarios en la actualidad. Tampoco se trata de disputarse las riquezas sino de crearlas con otra disposición. En todo caso, El sendero del corazón nos empuja a perder el miedo, nos disculpa y nos propone una visión más participativa, lúdica y valiente de vivir cada instante. “Llamad y se os abrirá, pero la vida sólo os abrirá aquellas puertas para las que estéis preparados…” Y después la valentía de aceptar lo que la vida nos depare, pero aceptación “no significa pasividad, inactividad o indiferencia, significa creencia en nuestro poder…”

Esta reconciliación con la naturaleza conlleva un cambio de actitud personal pero también tiene como consecuencia una rearmonización de la vida colectiva. Pienso en Andalucía, productora de poetas, artistas, a veces ignorados o maltratados en su propia tierra, cuyas obras, como el aceite de Jaén, enriquecen al mundo mientras el índice de lectores o “gozadores” de la propia sabiduría, en el interior de Andalucía, es mínimo.

¿Qué sería de Andalucía si en lugar de ocupar los últimos puestos en índice de lectura o en calidad de la enseñanza, decidiera fortalecerse con sus propias creaciones y derramar en la sociedad su genio creativo, su inventiva, su manera de entender la vida sin ese lastre de renuncia y pobreza que ha estado marcando su destino?

El sendero del corazón es, además de un hermoso libro vital que insufla ideas ánimo y voluntad, que esboza el camino de la verdadera libertad como manera de vivir en plenitud, es una obra de arte que contribuirá a mejorar el goce material de la vida a aquél que decida no sólo leer el libro, sino vivirlo, porque es un texto destinado a la vez a la inteligencia, al corazón y a la voluntad con voluntad y luz de armonía.


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Monday,14 jun 2010 20:26:43 GTM
<![CDATA[Fernando de Villena: un clásico contemporáneo]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1204 José Membrive

José Membrive

En La hiedra y el mármol (Ediciones Carena, 2010), el último poemario de Fernando de Villena, el poeta agarra con fuerza al lector de la solapa, lo sienta y lo pone a cavilar sobre los dos o tres únicos temas que realmente nos interesan (las tres heridas, que diría Miguel Hernández), el amor, la muerte y la vida. Para ello sitúa al lector en el marco de la naturaleza, con un lenguaje clásico, elegante y un dominio de formas en las que el soneto se encarga, predominantemente, de dosificar las emociones. Sobresalen al principio doce magistrales, en los que desfilan los doce meses del año, vividos desde dentro de un jardín. Más tarde el poeta va desglosando aspectos de la vida entre recuerdos, balance vital con regusto de insumisión ante la derrota y homenajes a personas queridas.

La primera sensación es que nos hallamos ante un libro intemporal que podría estar firmado por Horacio, Góngora, Quevedo o por un poeta de cualquier época y cultura, incluidos los grandes del siglo XXI. Incluso el poema “Último autorretrato” es el espejo en el que una persona sabia puede identificarse plenamente. No he podido resistir la tentación y he vuelto a leer a un clásico (Góngora) para verificar si esta similitud era obra o no de un espejismo que a veces sufrimos los lectores.

“Raya, dorado Sol, orna y colora/ del alto monte la lozana cumbre; sigue con agradable mansedumbre/ el rojo paso de la blanca aurora” (Góngora)

“Las hojas, que esmeraldas en estío/ y oro puro en otoño/ broches son de diamantes ya vencidas… (Fernando de Villena)

Fernando de Villena escribe con el mismo espíritu, con el mismo tono y profundidad con el que se escribe la poesía de siempre. Casi mejor decir que el espíritu de la poesía se manifiesta con más nitidez, con menos peso circunstancial, en este poeta.

Fernando de Villena nos coloca, como hemos dicho, ante el paisaje, porque mirándonos en él nos vemos a nosotros mismos en nuestra dimensión más auténtica y profunda. Y esto es, en resumen, La hiedra y el mármol. Dos elementos (“la cálida caricia femenina y la pulcritud”), lo efímero y lo permanente, el paso de la vida (los gestos, los episodios) y su “eternización” en unos versos elegantes y pulidos como el mármol. Estos son los elementos que, fusionados en las páginas, dan vida al poemario. Ninguna alusión al ego, nada que no pueda corresponder al acervo común de los humanos, tiene cabida. Fernando de Villena escribe desde el sujeto lírico occidental y no desde su ego particular. De ahí la intemporalidad, la universalidad de su poesía. No es un poeta de ahora, sino de siempre.



Fernando de Villena: La hiedra y el mármol (Carena, 2010)

Uno de los errores más extendidos entre los estudiosos y lectores de poesía es identificar clasicismo con conservadurismo, conformismo o anacronismo, mientras que se atribuye a los transgresores de formas, estrofas y lenguajes la virtud del “progresismo” y se les identifica con el espíritu “iconoclasta” y con la rebeldía liberadora de tabúes. En esta tópica clasificación, Fernando de Villena militaría en los presuntos tradicionalistas y, por ejemplo, García Montero encarnaría el espíritu del tiempo, al incardinar su poesía en una visión más social, expresada en unas formas más libres, menos constreñidas a la medida y a la rima. Paradójicamente, y sin cuestionar en absoluto la calidad poética de García Montero, sus poesías acaban convirtiendo en protagonista el aspecto más circunstancial del poeta. La experiencia en sí misma no tiene valor, sino lo que se extrae de ella. No sé cómo ha llegado Fernando de Villena a extraer la sabiduría que segregan sus versos y, a fe, que me importa poco. Sí sé de las andanzas autopoetizadas de García Montero, algo que no me interesa, aunque sí la sabiduría que ha adquirido en ellas y que se refleja en muchos de sus poemas. Bajo mi punto de vista, tratándose de dos grandes poetas, la poesía de la experiencia tiene bastantes más elementos prescindibles, pasará a la historia fragmentada, porque en el fondo, a los lectores del futuro no les interesarán tanto nuestras andanzas, como la sabiduría extraída de ellas, que es lo que realmente integrarán en sus vidas.

El arte no está sometido a ninguna jerarquía. Según Jorge Guillén en su ensayo Lenguaje y Poesía, “no sigue ninguna línea de progreso. La poesía de hoy no representa ningún adelanto respecto a la del siglo XIII”. Dividir el arte en progresista y conservador es someterlo a una ridícula funcionalidad política, siempre mezquina, siempre por debajo del valor del arte en sí. El arte es el resultado de la combinación de inteligencia, sentimiento y acción, todo fundido en un cuadro, en un poema, en una sinfonía. La verdad, la autenticidad conecta con una verdad social y esto está por encima de las ideologías políticas que, al fin y al cabo, están al servicio de grupos concretos.

La hiedra y el mármol no alude a ningún interés individual, parece no hablar de mí, ni tan sólo del propio autor que podría pertenecer a cualquier siglo y cultura, no habla en absoluto de mis circunstancias personales. Simplemente me arrastra con energía y pasión a un balcón interior, me deja solo, extirpa todo lo prescindible, y me abre dos o tres interrogantes por donde comienza a sangrar mi corazón. Las poesías, el desfile de imágenes, palabras perfectas y sensaciones, sólo son susurros, paños calientes que uno agradece, pero que apenas logran suavizar el llanto por uno mismo. Esta es la verdad de este libro. Una verdad tan terrible que nos inyecta esa rara plenitud, esa música de cisne moribundo que nos augura una muerte plena, rebosante de amor por lo visto, por el milagro de la vida que sencillamente desfila por sus versos:

“terrible eternidad, dulce mentira…!
ni la araña en sus víctimas repara
ni la veleta en el tejado gira”.


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Wednesday,9 jun 2010 19:46:26 GTM
<![CDATA[Granada como centro de creación poética]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1202 José Membrive

José Membrive

Granada es históricamente un centro de creación poética de gran escala. Sus poetas han protagonizado las corrientes más pujantes de la poesía actual y no hay un enamorado de la poesía que no caiga en las redes de su belleza. ¿Por qué Granada seduce tanto a poetas y viajeros?

Juan Eslava Galán, en su libro sobre los Iberos (Rey lobo, Planeta, 2010) constata la existencia de lugares geográficos “desencadenantes de energías telúricas” que gozan de atracción para las gentes y son lugares de peregrinación en diferentes civilizaciones. Montañas, grutas, fuentes en donde se veneraban a los espíritus invisibles del lugar bajo distintas advocaciones, según épocas y religiones. Los iberos seguían peregrinando a la cueva de los Muñecos en Sierra Morena, milenios después de quienes atestiguaron con sus pinturas rupestres, la existencia de un espíritu sagrado, una energía especial emanada de aquel lugar.

Naturalmente la materia tiene su encanto, su imán, su palabra. Un amanecer nos habla de esperanzas, un atardecer de añoranzas y el mar de eternidad. Cada territorio tiene, sin duda su especificidad determinada por el juego del relieve, flora, fauna, clima… pero, al igual que el perfume de las plantas, uno es más embriagador, intenso y llamativo… otro pasa más desapercibido.

Agua (ríos, arroyos) y montañas (cumbres y grutas) son los núcleos esenciales de esta suerte de imán que hace que el lugar en sí sea declarado sagrado y en torno a los cuales surgen monasterios o santuarios.

Agua y montañas que se concentran en Granada y que hacen de ella el centro de una religión muy especial: la poesía (El poeta y crítico de arte jiennense Cesáreo Rodríguez-Aguilera, denominó al arte como religión incruenta).

Granada es, hoy por hoy, la principal proveedora de poetas, de un centro universal proveedor de poetas como es Andalucía. En Granada se sintoniza con el espíritu poético con una facilidad pasmosa y este espíritu es lo que hace que en Granada se pueda “sentir alto” como pedía Alberti a los poetas andaluces.

Entre el XX y el XXI. Antología poética andaluza (Ediciones Carena)

Fernando Morales Lomas: Entre el XX y el XXI. Antología poética andaluza (Ediciones Carena)

En la Entre el XX y el XXI. Antología poética andaluza (Ediciones Carena) Francisco Morales Lomas incluye, entre los veinte escogidos, cuatro poetas (Luis García Montero, Antonio Enrique, Antonio Jiménez Millán y Fernando de Villena), nacidos en Granada, pero según propia confesión, podrían haber sido bastante más porque hay un grupo excepcional.

Históricamente, desde la explosiva poesía andalusí, del poeta de Loja Ibn al Jatib, pasando en el renacimiento por (Fray Luis de Granada), García Lorca, hasta los grandísimos poetas contemporáneos, Granada siempre se ha definido como tierra de poetas.

Pero no es mi intención incidir en el historicismo, porque lo que me asombra está en el aquí y ahora y en mi propia experiencia.

Siempre he desaprobado las declaraciones de amor territoriales. Cuando alguien proclama su amor por un territorio siempre busco, y suelo encontrar, intereses económicos, electorales o de cualquier otro tipo, enmascarados en su proclama. Parto de que la intimidad no se ha de profanar con proclamas públicas. Pero no estamos hablando de intimidad individual sino de poesía, que es una suerte de intimidad colectiva en donde se sustenta lo mejor del ser humano. Es por eso por lo que a todo el mundo que conozco que le gusta la poesía y, al mismo tiempo ha conocido Granada, está atrapado por unas redes afectivas que lo ligan irremisiblemente a esta ciudad. Como me ocurre a mí. Atrapado a mil quilómetros, preso en sus redes poéticas.

Viví sólo dos años y medio en Granada, pero sentimentalmente allí nací y poéticamente sigo siendo hijo de Granada. Es más, creo que nunca me fui. Leyendo a algunos de sus poetas, (especialmente a Fernando de Villena, Antonio Enrique, José Lupiáñez y Enrique Morón, aunque respeto y reconozco la valía de Luis García Montero) creo que sigo viviendo y escribiendo a través de ellos. Y esto no es vanidad, sino consuelo. Me hace sentir que nunca fui infiel al amor que Granada me dispensó, que sigo hilando con sus efluvios sentimentales, que sigo amando y viviendo en Granada gracias al generoso hospedaje que me brindan los versos y los afectos de sus poetas que no tomarán a mal que los sienta como míos porque en el fondo el yo lírico aunque es lo más auténtico, personal e irrenunciable de cada poeta, coincide y se funde con el de todos en un punto profundo e íntimo. De manera que cuando leemos, emocionados, los versos de Fernando de Villena, en cierto modo las dos experiencias, escritor y lector, se confunden en una misma emoción.

Todos los poetas, todo ser humano que sintoniza su dimensión poética, siente y ama el mundo de manera idéntica aunque lo exprese de forma diferente. Y yo sigo amando, sintiendo y viviendo en Granada gracias a ellos. Hay un ámbito lírico en el que confraternizamos los humanos misteriosamente y esto en Andalucía se intuye muy bien, pero en Granada aflora como sus fuentes.

Fernando de Villena: La hiedra y el mármol (Ediciones Carena, 2010)

Fernando de Villena: La hiedra y el mármol (Ediciones Carena, 2010)

Muchas veces me he preguntado qué tiene Granada para despertar el espíritu poético en sus visitantes y para albergar en la actualidad una pléyade de grandísimos poetas. ¿Qué de hermosa locura tiene Granada para hacer crecer en ella plantas tan sofisticadas como la Alhambra, el amor brujo o el romancero gitano o la hiedra y el mármol?

Tal vez sea su belleza. Sus aguas, sus montañas, los símbolos de lo sagrado. La magnitud de su sierra, la intensidad de su sol sobre las nevadas montañas. Granada encierra en sí todos los climas, todos los sueños… pero también algunas pesadillas. Es la maldición de lo excesivo, aunque en este caso sea la belleza. Los humanos somos duales, y la exaltación de la luz suele ir acompañada de contrastes sombríos. Donde hay belleza, siempre suele haber una comitiva de guerreros dispuestos a apropiarse de ella, aunque esto suponga su destrozo. Granada, la tierra que amamanta a los grandes poetas también amamantó a sus perseguidores. El amor por Granada es irremisiblemente desgarrador. El lirismo de Granada está tejido de misterio y también de dolor, aunque sólo sea por la percepción de que el torrente de belleza que te rodea es tan bello como extraño, tan cercano como inaprensible. Una belleza destinada a sobrevivirte, a devorarte, a empequeñecerte. No hay remedio para los enamorados de Granada. Su belleza jamás será nuestra, sus cumbres nevadas, los atardeceres moribundos de su vega, las vibraciones de la Alhambra… Ya que tanta belleza será nuestra tratamos de convertir nuestra vida en belleza digna de integrarse en este especial universo granadino. Por eso tal vez la fuerza telúrica de Granada nos transfigure en poetas: para sentirnos dignos de su paisaje. Se trata de una actitud desesperadamente hermosa. Hermosa y desesperada la sensación de abandonar, de nuevo Granada, pero, supongo que también la padecerán los que se quedan llamados a desentrañar tanto misterio en tan poco espacio. La vida en Granada se percibe demasiado corta en comparación con la belleza, con el misterio, con la llamada de la belleza rotundamente viva de sus contornos.

Por eso confraternizo totalmente con los poetas granadinos. Todos los amantes de Granada tenemos el corazón desgarrado. Como una granada otoñal que exhibe sus sangrantes pepitas. Parece prematuramente muerta pero las granadas pueden permanecer meses exhibiendo sus entrañas sangrantes y viviendo, prolongando desesperadamente el otoño hasta las entrañas del invierno. Como los poetas granadinos, viviendo, creando agónicamente, con el amor y la sangre a flor de piel.  


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Monday,7 jun 2010 20:34:45 GTM
<![CDATA[En su novela Te compraré una babuchas morunas, Pepa Cantarero crea un mundo mítico llamado Jara de la Sierra, en el corazón de Sierra Morena]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1153 José Membrive

José Membrive

Andalucía es un territorio del que manan con profusión grandes literatos y es, al mismo tiempo, una de las regiones con menos índice de lectura. Una de las que menos lee a sus propios artistas y una de las que menos rendimiento económico saca de sus aportaciones culturales. La indolencia cultural de gran parte de su sociedad tiene mucho que ver con su débil economía. La cultura genera siempre riqueza no sólo interior.

En el plano literario, si miramos la historia no puede decirse que Andalucía mime a los suyos. Sus hijos artistas (pintores, músicos, literatos) han tenido que ser previamente reconocidos fuera de su territorio para que su madre telúrica se dignara ofrecerle un lugar en su memoria. Muchos de ellos han sido expulsados y alguno de ellos ha sido asesinado y reentronizado en su memoria cuando el clamor exterior ya lo hacía inevitable. Góngora, Bécquer, Machado, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Alberti, Cernuda, Aleixandre… han tenido, como mínimo, y en diferentes grados, que morder polvo extraño en su configuración como poetas. La mayoría han muerto en el exilio político o económico, y algunos, como Lorca, han pagado con la vida la osadía de comprometerse con las musas. Estos grandísimos poetas, de haber sido otra la dinámica, podrían disfrutar de lugares más sólidos, casas, museos, fundaciones, certámenes que propiciaran cursos y motivos para el reencuentro entre los millones de lectores repartidos en todo el mundo.

La masiva indiferencia de la amplia clase popular andaluza por los actos culturales, el bajísimo índice de lectura, es una manera de ir contribuyendo a este exilio de andaluces preclaros. Pero es, sobre todo, una manera de empobrecimiento moral y económico.

Te compraré unas babuchas morunas (Ediciones Carena, 2009) es un libro de calado profundo, capaz, si nos tomamos el trabajo de leerlo (leer en serio es trabajar, es esfuerzo, agradable si se quiere, pero esfuerzo) y difundirlo, es un libro que puede tener una incidencia fuerte en la economía de la comarca, porque viene a resucitar y actualizar un mito en el imaginario colectivo: el mito de Sierra Morena, plasmado en el pueblo de Jara de la Sierra, una especie de Macondo surgido de las cenizas legendarias y ya anacrónicas de los bandoleros y que tiene su trasunto en Baños de la Encina.

Sierra Morena es un lugar proclive a los mitos, y los mitos no sólo marcan el imaginario colectivo, sino la forma de entender la vida. El mito decimonónico de los bandoleros establecía la dialéctica del tiro, el de Jara de la Sierra, retoma la dimensión mágica de la palabra profunda. De las cenizas del mundo decadente de los bandoleros y sus sucesores mercantilistas surge la estirpe de Arsenio Camacho, quien ostenta la palabra, en toda su profundidad, la literatura en todos sus géneros, estilos y registros, como medio no ya de comunicación sino de reconstrucción interna de sus personajes.

Pepa Cantarero: Te compraré unas babuchas morunas (Ediciones Carena, 2009)

Pepa Cantarero: Te compraré unas babuchas morunas (Ediciones Carena, 2009)

Te compraré unas babuchas morunas cumple todos los requisitos para ser una obra grande, para crear leyenda, para ser un referente vital de la región. Arsenio Camacho, una personalidad poderosísima, salvajemente humana, encarna el verde de los líquenes, el magma oscuro de las piedras, la dureza indómita de las montañas, la civilización de la naturaleza. Arsenio nace en un corazón inexplorado en el que el bandolerismo se marchitó y al que la civilización de los perseguidores nunca llegó.

Un escenario sólo al alcance y a la medida de un moderno Eneas, que dará a luz a otra nueva sociedad y cuya prole, a medida que crecía, se ha ido extendiendo y dispersando por la antigua sociedad, porque la novela abarca tres generaciones y deja la cuarta en puntos suspensivos.
Con ese punto de partida, la novela se va desplegando a modo de puzle y da entrada a decenas de historias de mujeres dolientes y herederos ensombrecidos por la dimensión del fundador. Los hijos, los nietos, van dando vida a esos ciento y poco de años novelados, van tejiendo su propia sociedad, casi confundidos pero con un sello espacial como los sapiens emergentes entre los fuertes neanderthales, llamados a la pronta extinción. Los “jareños” se distinguen de nosotros, de los descendientes de los bandoleros, en que hablan con los muertos. Pepa Cantarero, la autora, confiesa que algunos muertos son muy pesados, tienen tantas ganas de hablar que no la dejan tranquila. No paran de hablar ni debajo de tierra. Pero hablan muy raro: jamás se quejan. Viven, especialmente algunos personajes femeninos como Ariadna, en contacto permanente con el dolor, sin quejarse jamás. Lo vencen dándole sentido a sus vidas oscuras, consumando su destino de sombras sin que éste haga variar un ápice su determinación por hacer de la sombra un modo positivo de vida. Son capaces de mirar “de frente, vertiginosamente, los ojos claros de la muerte” que diría el poeta, y charlar con ella, pero también con la vida.

Hablan desde otra dimensión y en todas las formas inventadas hasta ahora: género epistolar, escenas teatrales…; hablan con el alma, y, a diferencia de nosotros, al hablar sus mundos entran en fecunda dialéctica. Son como artistas de la vida. Claro que también callan, y esto los convierte en más ricos y misteriosos. No viven con prisas, ni buscan nada que no esté en sí mismos. Son vivos que afrontan el dolor, las infidelidades, las muertes, como si ya hubieran sido previamente consensuadas, como si hubieran sido absueltos previamente. También afrontan las alegrías con la misma paz y resignación, porque no tratan de vivir la vida a su capricho, sino de dejar que la vida los viva a ellos.

Se insertan en la naturaleza, en la familia, en el pueblo ocupando plenamente su parcela sin tratar de modificarla o invadir la del vecino. Hablan más con sus acciones que con sus palabras, a pesar del vasto dominio y de las múltiples maneras de expresión. Afrontan el infierno o la felicidad con la misma determinación callada e inexorable. Y, sobre todo, tienen unas miradas que nos descuartizan, que convierten nuestros presupuestos morales en cartón piedra, y en paja nuestros pedestales.

Tal vez no parezcan seductores pero su autenticidad tiene tal capacidad de abducción, su mordedura literaria es tan nociva que ya comienzo a caminar lentamente, a mirar el dolor con indiferencia, a derribar presas que protegían mis aguas en verdes pantanos. A dilapidar las máscaras de cartón piedra que tan buena imagen daban de mí mismo.

Comienzo a estar poseído por el espíritu de la literatura más honda. Estoy siendo abducido por los jareños. Esto es el fin, el fin del homo-bandolerus. ¡Viva Jara de la Sierra!  


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Tuesday,30 mar 2010 13:12:53 GTM
<![CDATA[Creación poética: geografía y estilo literario]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1148 José Membrive

José Membrive

Con motivo de la presentación del poemario Ida y vuelta a Nueva York (Ediciones Carena), de José Luis Ruiz Castillo, en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, se planteó un tema al que llevo tiempo dándole vueltas: los elementos no aprendidos que un poeta reproduce por el mero hecho de nacer o vivir en una región concreta.

El asunto venía a cuento porque José Luis nació en Granada, pasó su juventud en Málaga, su etapa adulta la vive en Barcelona y el libro trata, en parte, de su visión de Nueva York. Tres de las ciudades que en la actualidad más están haciendo por la poesía, cada una a su modo.

Muchos años después volvería a Málaga con la convicción de que ya no era el mismo que un día vivió allí y que, si en lugar de haber residido en Barcelona, lo hubiera hecho en La Coruña o Berlín, su obra y él mismo serían distintos.

Así pues, su biografía une tres centros-ciudades claves en la historia y evolución de la poesía española: Granada, Málaga y Barcelona.

Históricamente, en todos los manuales de literatura se constata la tendencia sureña al preciosismo manierista, al desbordamiento expresivo, cuando no al barroquismo, frente a la mesura y sobriedad expresiva del centro y norte de la península.

Así comienza el libro, con el poema “Apenas”:

Apenas / ves el cielo / y el horizonte golpea el rostro, / ya aletean los brazos / y la respiración empieza a alzar los cabellos.


El sello, la visión sureña, se desborda en cada verso, aunque el lenguaje está exento de retoricismo; es un lenguaje directo, más propio de la escuela catalana. Sin embargo, dentro de la poesía andaluza, Granada y Málaga reproducen dos tipos distintos de poesía.

Hasta finales del siglo XX, en el que las fronteras se volatilizan, Granada permaneció como un mundo autónomo, con su hermosísima vega regada por la imponente Sierra Nevada, con una hermosísima ventana tropical al mar que invita más a quedarse. Granada es un pequeño territorio que encierra en sí todos los climas y paisajes imaginables y, sobre todo, la garantía alimenticia de su regada vega. Su extremada hermosura, que suscita los más altos sentimientos líricos, tiene como contrapartida el ansia de disputa que su riqueza ha despertado siempre entre los pueblos ribereños. Granada ha sido siempre la hermosa joya que conquistar. Pasión viene del verbo padecer, pero también significa vivir intensamente. Sangre y belleza. Amor y tragedia han pendido siempre en la historia granadina y, por tanto, en su poesía. Los romances fronterizos enfrentaban a vida o muerte a los caballeros hermanados por un amor común, irremisible. La tragedia es el núcleo permanente de los romances lorquianos, pero no una tragedia cualquiera: la tragedia irremisible provocada por un amor legítimo e inmanejable.

José Luis Ruiz es un poeta plenamente granadino al describir Nueva York. “Sintiendo la pasión, el miedo, el dolor de un mundo desmembrado. Bello, feo, reluciente, mítico, vulgar…” Los poetas granadinos pueden expresar en el mismo verso dos sentimientos contradictorios sobre el mismo detalle, extremadamente poéticos, extremadamente sinceros. El desgarro forma parte de la historia de la poesía granadina. Lo más permanente en el poeta es lo que heredó del aire, de la tierra, lo que no supo que aprendía, lo que amasó, sin saberlo, en la infancia. Su mirada trágico lírica sobre Nueva York es netamente granadina. Yo, que creo que gran parte de la historia de Andalucía se plasma en su música, identifico la estética granadina con esa “desgrasiaíta” gitana María de la O, que llora “teniéndolo to” y que hace con su desgracia una exquisita joya musical.

José Luis Ruiz: Ida y vuelta a Nueva York (Ediciones Carena)

José Luis Ruiz: Ida y vuelta a Nueva York (Ediciones Carena)

Sin embargo, las primeras armas poéticas de José Luis Ruiz Castillo fueron elaboradas con material malagueño. Málaga es hoy tal vez la ciudad que más y mejores poetas acoge por metro cuadrado. En la antología poética andaluza Entre el XX y el XXI el escritor Francisco Morales Lomas, quien también ha vivido en Granada y Barcelona y que ahora lo hace en Málaga, incluye cuatro poetas granadinos y cuatro malagueños (casi la mitad de los 20 poetas escogidos vive en estas dos ciudades).

Frente a la sentimentalidad granadina, la vitalidad malagueña. La poesía malagueña mira al mar, llama, necesita que el viento empuje sus velas y busca la belleza en el mundo que desfila. Tatuaje, la canción de aquella mujer que busca apasionadamente a su marinero tatuado, que a su vez busca a una mujer, sabiendo ambos que no van a encontrarse, es la canción que asocio con la poesía malagueña. Cuando Cádiz se vuelca en su propio mundo chirigotero, Málaga aprovecha para impulsar a toda vela los sueños sureños del más allá del charco. Málaga le proporcionó las alas a José Luis para marcharse a Barcelona y, para, desde allí, seguir volando a Nueva York o retornar a la propia Málaga. Málaga es la vitalidad que en un momento puede dotarte de esa mirada cúbica que tan bien representa Picasso: se trata de ver el objeto simultáneamente por dentro y por fuera. Ver su forma y su significado, su piel y sus tripas, lo que es y lo que dice ser, lo que encierra y lo que oculta. Creo que esta mirada picassiana es la que despliega en su segundo poema, “La estatua de la libertad”.

Barcelona es la tercera estación en la vida de José Luis Ruiz Castillo. En ella confirma su oficialidad como poeta. En ella ven la luz sus obras poéticas, y si a los 12 años ya está configurado todo el magma interior del poeta, es su edad adulta, su entorno vital el que configura su temática y, en cierta manera, pule su estilo literario.

Pienso que, en gran parte, el estilo literario como reflejo de la disposición del poeta ante la vida, se hereda y, quiéralo o no, se mantiene, pero la forma de expresar sí que puede pulirse. La técnica afecta, si no a la estructura del edificio poético, sí a la configuración de cada uno de los libros. Como aprendiz de poeta sureño que también contactó con la poesía barcelonesa, muchísimo más comedida y directa, sé los efectos de simplificación expresiva que tienen siempre sobre la tendencia manierista que aflora en la poética andaluza más espontánea. “Cómo pueden decir estos tipos las cosas tan sencillas pudiéndolas enredar”, pensaba al leer a Gil de Biedma y a Goytisolo. José Luis Ruiz Castillo mantiene su disposición desbordante ante la mirada, sus sentimientos invaden los versos “ubérrimos”, que diría el maestro Rubén Darío, pero su lenguaje es más de Fray Luis de León que de Herrera. Sencillez, contención expresiva contrastando con la apasionada visión de la vida, no sólo en Nueva York, porque este libro podría titularse simplemente Ida y vuelta: es un recorrido por los acontecimientos vitales que le marcaron.

Siguiendo el símil coplero, yo diría que Barcelona es los “ojos verdes” de la poesía. Y cuando digo Barcelona puedo decir exactamente igual, Madrid. Son ciudades que permiten al poeta despojarse de su atuendo (la gran mayoría de los poetas son profesores de letras) y visitar los barrios bajos donde siempre la humanidad es más alta. Porque humanidad es verdad, descarnamiento, y por la vida “oficial” vamos ocultos, tapados por títulos y profesiones. La noche nos desnuda, y en Barcelona o Madrid, por la noche, todos somos personas, clientes de los sueños, de los deseos, frente a personas que necesitan de esos sueños. El anonimato, el exilio de la propia imagen, el contacto directo con los sentimientos, con la amistad, con el sexo, con las decepciones… Esa masa con la que en el despacho se elabora la poesía ha de adquirirse con nocturnidad y alevosía, y en ello son ricos los mercados de las grandes metrópolis.

También, hablando ya como editor, sólo en las grandes metrópolis podemos soñar con la mercantilización en el buen sentido de la poesía. Los poetas son los cenicientos de la cultura, que es la cenicienta de las “partidas” políticas. Los poetas se ofenden si alguien les dice que escriben por dinero, y es cierto. Nadie escribe bien por dinero, pero nadie puede vivir bien sin dinero.

La poesía es un bien social, y el público lector ha de saber que el buen poeta tiene que vivir. El problema, más que de público, es del propio poeta, en general anclado en la imagen del trovador que se conforma con pasar la gorra después de cada sesión, o del noble del Siglo de Oro que no quería manchar su honor relacionándose con algo que tuviera que ver con el dinero, o con el jornalero que espera en la plaza del ayuntamiento a que un alcalde venga a ofrecerle una concejalía de Cultura a quien mejor sepa cantar sus excelencias.

Este es un tema digno de ser tratado en otra ocasión, pero decisivo en la expansión de la poesía.

En definitiva, en el libro Ida y vuelta a Nueva York, al margen de poder palpar los sustratos poéticos del autor, al margen de poder recorrer bastantes episodios importantes en la vida del poeta, uno puede disfrutar con la degustación de un poemario alto en pasiones y en maneras originales de expresión.

La noche acabó, como no podía ser de otra manera, con una agradable conversación junto a una barra de un bar, degustando la atmósfera en la que el invierno daba su fresco beso de bienvenida a la radiante primavera que las aguas anuncian. Un presagio para futuros poemas, para futuras presentaciones… 


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Wednesday,24 mar 2010 13:27:50 GTM
<![CDATA[La lírica como motor para salir de la crisis]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1127 José Membrive

José Membrive

No es la primera vez que la desmedida ansia de poder de una oligarquía coloca a la sociedad en un callejón sin salida apelando a lo más ruin y oscuro de la condición humana, a nuestra herencia simiesca de tiranizar a la manada. No es la primera vez tampoco que la literatura, esa voz profunda y múltiple, lúcida y rebelde, viene en ayuda y rescate.

Ya ocurrió durante el oscuro milenio medieval (siglos V-XV), en el que, aprovechándose de la invasión nórdica, la proliferación de manadas de caudillos locales (condados, ducados, marcas, baronías) territorializó el poder fragmentando el mundo en jaulas de dominio directo, en el que los vasallos tenían que perder la vida defendiendo a su propio avasallador.

La épica aparece siempre en el origen de los pueblos dotándoles de una misión común, legendaria, bajo la tutela de dioses. Pero muy a menudo estos dioses se encarnan en caudillos desalmados que se aprovechan de la sangre de sus vasallos para establecer sus imperios.

Hasta hace muy poco siempre había creído en la épica hasta que conocí las reflexiones de Bernardo Souvirón que en su libro Hijos de Homero. Destaca el autor un hecho paradójico y llamativo: los grandes héroes de la Iliada y de la Odisea, en realidad eran piezas secundarias en el entramado de los dioses y oscuros imperios que utilizaban a los humanos como meros peones de sus disputas. Estos héroes míticos no dejaban de ser prototipos, muy valientes pero terriblemente sumisos ante los intereses de lo grandes mandamases. Carecían de voluntad, de proyecto propio: “el hombre homérico se define por su status, incluso por su función dentro del grupo. Fuera del grupo y sin la intervención de los dioses (cualesquiera que éstos sean) no es nadie, no tiene identidad. Todavía no existe un sujeto, un hombre libre y, por tanto, responsable”.

Sin embargo la épica, como género literario, tiene el don de romper el discurso del poder, porque al final estos héroes acaban humanizándose y la mera humanización desvela el carácter avasallador de sus mandamases, sean dioses o humanos “oh, dios, que buen vasallo, si oviese gran señor”, dice alguien en el poema de Mío Cid. La épica helénica sacó del anonimato a ilustres “criados” de los dioses para catapultarlos a la memoria colectiva como emblemas de valores netamente humanos (fidelidad, valentía, amor).

La épica es para consumo de grupo. Es un género pre-individual. Es la emergencia de la lírica la que da la puntilla a estas situaciones oscuras de la humanidad.

Bernardo Souvieron: Los hijos de Homero (Alianza Editorial)

Bernardo SouvierónHijos de Homero (Alianza Editorial)

B. Souviron afirma: “Será necesaria… la irrupción de la lírica, con todo su mundo radicalmente opuesto al de la épica, cargado de connotaciones individuales y de propuestas valientes y difíciles-, para que la voluntad de elegir, asociada a la libertad individual, aparezca por primera vez entre los antiguos griegos”.

Vivir para ver: fue la lírica la que nos otorgó los cimientos de la civilización occidental.
Pero hay más: mientras que la fortaleza de los héroes homéricos crecía a la sombra de los oscuros imperios micénicos, los primeros líricos, débiles “inútiles” para la guerra, individualistas, hacían estallar los durísimos cimientos del imperio y formaron la primera civilización atomizada en ciudades estado en donde gobernantes y gobernados compartían tabiques, casas y juegos ¿Cómo pudieron sobrevivir esas minúsculas ciudades-estado, a la furia depredadora de los grandes imperios, provistos de ejércitos numerosísimos que una vez y otra intentaron aniquilar esa presa tan aparentemente frágil y delicada? Apelando simplemente a la lírica frente a la épica.

Es decir, cada ciudadano griego se batía por un proyecto en el que estaba implicado hasta la médula, se batía por su propio proyecto en el que él era pieza clave, mientras que la masa de soldados persas, trabajaba para saciar la desmedida avaricia, la megalomanía de un dictador. La lírica es un asunto integral, en el que cada sujeto tiene nombre, apellidos y proyecto y en el que es insustituible. En la épica el sujeto es un ejército cuyos miembros son intercambiables. A la larga siempre vence la lírica, esos sujetos y “sujetas” de apariencia enfermiza y algo tímida, se impone sobre los “feroces guerreros”.

Si la lírica fue el género que inventó al ser humano libre y autónomo, a ella ha tenido que apelar a lo largo de la historia, aunque esta no lo constate porque, como se sabe, la historia oficial es una variante de la épica y se dicta desde el poder, sea cual sea.
El “dulce estilo nuevo” petrarquista volvió a liberar al individuo derribando los fortísimos muros de la teocracia cristiana medieval. A la lírica se debe la explosión del humanismo renacentista que ahora emite sus últimos estertores y, como no podría ser de otra manera, a la lírica hemos de apelar para hacer frente a este imperio de la vulgaridad, a este dominio de la sinrazón, a este ambiente putrefacto que hiede desde los centros de poder y cuyos “des-cerebros” operan en ámbitos macroempresariales.

El sistema capitalista, tras su triunfo avasallador, está pidiendo a gritos una alternativa.
El fruto de los proyectos, de las doctrinas, de las teorías, sólo se puede calibrar cuando éstas alcanzan su poder y comienzan a desarrollarse sin ataduras. El triunfo de la alianza católica con el poder originó la teocracia de la edad media. Toda teocracia (véase en la actualidad a los israelíes y árabes) genera su edad media. Las inquisiciones, las hogueras, las lapidaciones se perpetran en nombre de la épica “del pueblo” a los “líricos” disidentes, es decir a quienes tratan de pensar por sí mismos.

El triunfo de la vía al comunismo desnudó el estalinismo que lo impulsaba y originó su propio harakiri. El triunfo le capitalismo está originando un mundo repugnante: toda la humanidad está condenada a trabajar para saciar la voracidad economicista de unas quinientas familias dispuestas ya a convertir en un erial al propio planeta. Estos ricos son humanamente, líricamente unos desarrapados. Por no tener no tienen ni épica, ni ética. No se fían ni de su sombra. Están rodeados por sus propios fantasmas. Carecen de elocuencia, de proyecto, de palabra. Tienen ego pero no personalidad, han aplastado su propio sujeto lírico.

Es por eso por lo que, en estos momentos, la historia reclama y apela a la lírica, para que esta (nos queda la palabra, es decir, el pensamiento) venga de nuevo en ayuda de lo más auténtico de la humanidad.


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Monday,8 mar 2010 14:18:56 GTM
<![CDATA[Si volviera a nacer: nuestra identidad está en nuestra memoria. Memoria histórica y memoria afectiva]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1118 José Membrive

José Membrive

En su ensayo La emigración negroafricana: tragedia y esperanza el escritor camerunés Inongo vi Makomé afirma que los africanos viven mirando hacia atrás sin prestar gran atención al futuro y los occidentales viven mirando hacia adelante desprendiéndose del pasado. Los primeros miran a la tierra cuando de dioses o antepasados se trata, los segundos elevan la mirada al perdido infinito.

Últimamente, el acoso tanto a la memoria individual como colectiva en occidente está adquiriendo un auge que raya la amnesia total. Comenzó por la descalificación del sistema “memorístico” escolar y sigue por el acoso al juez Garzón por querer dar sepultura a los muertos que aún yacen por las cunetas, después de 70 años.

Se me ocurren algunas explicaciones a este acoso. La tendencia legítima, como seres duales que somos a guardar en el trastero los negros frutos de nuestra peor cosecha. En este sentido, creo que la presencia de las guerras mundiales que ensangrentaron tierras y conciencias, son una razón poderosa para este telón que constantemente hacemos caer sobre el pasado más reciente.

Por otra parte, la sociedad capitalista nos obliga a ir con prisa por la vida, los europeos tenemos que consumir en un día como cincuenta o sesenta africanos, además de trabajar un montón de horas.

Por otro lado estamos en una partitocracia en la que las circunstancias obligan a los líderes a defender ideas totalmente contradictorias el mismo día con sólo que cambien de territorio o de público y eso, si no hay un buen partido de fútbol cada noche, es difícil de explicar

Curiosamente quienes condenan al juez Garzón, por ejemplo, por “remover las heridas del pasado”, por investigar el lugar en donde se abandonaron los cadáveres de nuestros antepasados, son los mismos que están beatificando y elevando a los altares y a la memoria colectiva a los que murieron en la misma contienda pero son de su bando y que, casualmente, están bien enterrados. Los mismos que dictaminan que nuestra vida está lastrada por el peaje pecaminoso del bocado que Eva propinó a la manzana, allá en los albores de la humanidad, son los que dicen que no hemos de remover un pasado de hace cuatro días.

Pero hay otra memoria íntima, no politizada, que también sale dañada de todo este lío: es la memoria afectiva, esa sucesión de hechos que hemos protagonizado y que viven en alguna alacena de nuestra memoria alimentando el presente. Y eso es grave porque al talarla, talamos nuestra propia identidad.

Pablo Peña Almagro: Si volviera a nacer (Ediciones Carena, 2009)

Pablo Peña Almagro: Si volviera a nacer (Ediciones Carena, 2009)

Catalina, la protagonista principal de Si volviera a nacer de Pablo Peña (Ediciones Carena) ha de abandonar su casa a temprana edad y, cuando su vida va culminando, nNecesita firmar la paz y la reconciliación consigo misma. Pero el pasado está compuesto, más que de recuerdos, de fragmentos de vida que hemos construido colectivamente y con el que no podemos reconciliarnos sin ajustar cuentas al mismo tiempo con quienes lo compartimos.

Así que la protagonista emprende un viaje de regreso al Jaén que la vio nacer para descubrir que su salida del infierno tuvo consecuencias nefastas para quienes la rodeaban. Y este es otro tema no menor: el enorme daño que una persona puede causar en los que ama, sin mala intención, simplemente tratando de salvarse de su propio naufragio.

A quienes gusten de novelas auténticas, plenamente sentimentales pero terriblemente humanas, capaces de conmover las convicciones y plantear difíciles dilemas, tienen aquí una gran novela.

El argumento es de lo más sencillo: una adolescente, en plena posguerra, tiene que huir del infierno en que se ha convertido su vida cotidiana, aplastada por una moral inhumana. Con los años, el intento de reencontrarse con los suyos le desvela que su huida produjo consecuencias inimaginables.

Pablo Peña, desde Jaén, tierra de raíces que tanto sabe de desarraigos, ha erigido un canto a los sentimientos, al cultivo de afectos y valores como un bálsamo vital de una sociedad que tanta prisa se da en huir de sí misma.

Se trata de una novela transversal, de época, pero con algunos personajes como José, el padre de la protagonista, que parecen extraídos de la tragedia griega al tener que debatirse entre el mandato del los dioses de la moral dominante y los afectos. Un tipo aparentemente tan duro como el Abraham que se dispuso a acuchillar a su unigénito Isaac por un capricho de Yavé.

La huella que ha dejado en mí su lectura, además de algunas horas con un nudo sentimental en la garganta, es la reivindicación de la propia memoria como capital del que no podemos desprendernos y de la insensatez del vitalismo vertiginoso y desentimentalizado que se nos predica para hacer de nosotros consumidores desmemoriados. La memoria es la vida. Recuerdo, luego existiré.


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Monday,1 mar 2010 19:6:11 GTM
<![CDATA[Los hijos de Marx en el camarote de El Corte Inglés: Un extraño viaje y dos extrañas presentaciones]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1110 José Membrive

José Membrive

El arte tiene la función de plantear situaciones inéditas, problemas irresueltos; la filosofía, probablemente, la de llevar al campo de la lógica esas cuestiones y esbozar respuestas; la política trataría de adaptar al plano de lo empírico, de la organización social, las intuiciones más acordes a lo posible y mejorable. Sólo hay un género que, legítimamente, puede contener en sí todos estos planos de forma simultánea sin explotar como un cóctel: la novela. Si es buena, por supuesto; como es el caso que ahora nos ocupa.

Lo que ocurre es que, en una época como la nuestra, en que todos los poderes del Estado (legislativo, judicial y ejecutivo) se los hemos transferido, no a las cortes españolas, sino a El Corte Inglés, todo ello ha de pasar por un tamiz: que sea vendible al instante. La ley del consumismo artístico reza tal que así: quien no se vende no vende, quien no vende no existe.

Así que, amigo José Enrique Martínez Lafuente, hemos de presentar tu libro, Un extraño viaje, en El Corte Inglés, aunque tu libro en sus estanterías le siente como a un santo dos pistolas o como un tanga a la Inmaculada de Murillo. Aunque pegue menos en sus escaparates que el rostro de Benedicto XVI en un condón. Y vamos en metro, no se vayan a pensar que abandonamos nuestras convicciones proletarias.

“Que no quiero verla.” Quizá muchos sigamos empecinados en negar la terrible evidencia: todos, en algún momento de nuestra vida, trabajamos para El Corte Inglés. Yo mismo, cuando vine de Andalucía con mi título de licenciado en la solapa, allá por el 78, entrené mi reciente catalanidad trabajando de diez de la noche a las siete de la mañana, y para ello tuve que acreditar mis estudios filológicos en la académica tarea de “fijar, limpiar y dar esplendor” a los escaparates de la institución imperial por excelencia. Fue mi bautismo de fuego. Pasear noche tras noche entre sofisticados trajes, disfrutando (aun en el reducido ámbito de los lavabos) de lucirlos durante unos segundos… libros, discos; quitándole el polvo a maniquíes de las de antes, esas maniquíes capaces de enloquecer, incluso, al bueno de Joan Manuel Serrat… 

José Enrique Martínez Lapuente: Un extraño viaje (Ediciones Carena, 2009)

José Enrique Martínez Lapuente: Un extraño viaje (Ediciones Carena, 2009)

 Decía que todos trabajamos para El Corte Inglés porque trabajar para ellos es coger el metro, buscar durante unas cuantas horas entre los millones de objetos la prenda adecuada que no sobrepase nuestro nivel de endeudamiento, y pagar por ella tres veces más de lo que la Institución pagará al productor dentro de unos meses. Eso es trabajar para él.

No obstante íbamos contentos, con los ánimos de asaltar, al menos por unas horas, este particular palacio de invierno. El cóctel molotov adoptaba forma de libro. Un extraño viaje, fiel al género narrativo en el que todo cabe, encierra en sí la historia de la Barcelona de los ochenta-noventa. Sus protagonistas, atletas corriendo por la intensa pista de la pasión vital, se encuentran de la noche a la mañana como esos muñecos de dibujos animados, sin suelo bajo los pies. De pronto su ciudad ha desaparecido y se encuentran con toda una fantasmagoría de cartón piedra sin cimientos. Pero también encierra la lectura filosófica que, a su modo, hace la segunda narradora y, brillando solapadamente, un discurso político que ha de rellenar el lector, porque los personajes sólo tienen tiempo de constatar su caída en picado.

Léase como se lea, Un extraño viaje es una píldora no habitual en la dieta cultural corteinglésica, aunque esta institución tiene un estómago, afortunadamente, a prueba de bombones y bombonas.

Pues bien, allí, sobre la tarima, con el ambiente caldeado por un lúcido Jordi Virallonga, que denunciaba cómo los ganglios de las principales vías de los barrios y de todo el centro de Barcelona, afectados de corteinglesitis, habían extendido sus tentáculos mercantilistas (o tenta culos) expulsando todo lo que oliera a industria productiva para convertirlo en serviles cuchitriles; o cómo la industria del servicio (la degradación del ser/vicio), se ponía al servicio del turismo de cámara y hamburguesa. Entonces fue cuando José Enrique levantó la voz, y, encomendándose a Marx, proclamó:

"Nuestro lema debe ser, pues: reforma de la conciencia, no por medio de dogmas, sino mediante el análisis de la conciencia que no se ve con claridad a sí misma, o se presenta en forma religiosa o política. Se revelará entonces que el mundo tiene desde hace mucho tiempo el sueño de una cosa..."

La chispa que Jordi Virallonga había hecho saltar, convertida en llama por obra de Marx y gracia de José Enrique, prendió entre el público, cuyas lenguas flamígeras, invocando abusos, mundos perdidos, ilusiones euroabortadas, crisis provocadas por quienes se estaban beneficiando de ellas (los grandes capitalistas, y por qué no El Corte)… amenazaba con transformarse en motín, cuya atmósfera ya se mascaba en el ambiente…

En ese preciso instante, del fondo del público una mujer, (¿de dónde sacará El Corte Inglés, institución capitalista por excelencia, este personal tan fantástico, educado, humano…) me hizo un gesto señalando el reloj. Dos o tres minutos tuvieron que transcurrir para que se fueran apagando las imprecaciones contra el consumismo y el mercantilismo que casi todos compartíamos, en las propias entrañas del enemigo. Al final, planté un par de besos de placentero agradecimiento a Eva, la fantástica encargada de gestionar Ámbito Cultural, y deseando que las ventas de Un extraño viaje fueran fabulosas en esta maldita sociedad mercantilista, nos dispersamos por las plantas en busca de ofertas antes de que cerraran las puertas.

Presentación en El Portalón

Presentación en El Portalón

Pero el “extraño viaje” no había acabado. Días después tocaba la presentación más genuina: no más concesiones al mercantilismo. Presentaríamos el libro en El Portalón, el bar otrora cutre, en donde nace el libro, en donde se desarrolla la primera escena, en donde perviven aún los restos del naufragio que el propio libro relata, pero, sobre todo, en donde público, ambiente, espíritu y obra se hermanan. Allí nos esperaba una tertulia en la que, sin duda, pervivían aquellos personajes que el libro reflejaba antes de que la debacle consumista enloqueciera a nuestros dirigentes políticos y, por ende, a sus rebaños. No me vestí para la ocasión, ni me afeité, y tampoco me peiné. Una hora antes de la presentación me esperaba José Enrique en la editorial. La tarde sería fecunda en sorpresas, no todas agradables. La primera: apenas quedaban seis libros en los anaqueles de la editorial, cuando pensábamos vender veinte o treinta. Problema irresoluble a no ser que… efectivamente, José Enrique tenía unos cuantos en su casa, pero vivía bien lejos de allí. Bueno, la segunda sorpresa era agradable y nos resolvería el problema. José Enrique tenía preparado un coche que nos llevara, y no un coche cualquiera, sino una fantástica limusina, conducida por el hijo de un amigo revolucionario que casualmente tenía unas horas libres y venía con su padre. Viajar en ella fue como ir en avión sobre el asfalto. Jamás había montado en un coche así. Con cámaras, radares que avisan de objetos cercanos, asientos masajeadores y la estrella de Mercedes guiándonos como a tres reyes magos hacia el humilde Portalón en donde antiguos pastores cansados nos esperarían para recibir la buena nueva. Otra extraña contradicción.

La tercera sorpresa fue desagradable. Nos encontramos el reservado vacío de invitados. Se había producido una confusión. Los tertulianos no vendrían ese día. Pero no lo voy a describir yo, el propio José Enrique lo había descrito ya en la primera página de su libro en una premonición maléfica: “Acodados en la barra, indiferentes y sumidos en el dulce ensueño que da el vino, encontré a los habituales parroquianos del lugar enfrascados en el silencio, ignorantes de sí y de todo cuanto les fuera ajeno (incluida la presentación, añado). Un murmullo informe de conversaciones brotaba del fondo, derramándose entre las mesas….”

De nada había servido la limusina, ni la caja de libros rescatada con esfuerzo y prisa, in extremis. La cuna del extraño viaje le negaba el auténtico bautismo laico que habíamos planeado. ¿Qué podíamos hacer? Metimos la caja de los libros debajo de la mesa y decidimos confundirnos con los parroquianos, acodados en la mesa, sumirnos en los dulces ensueños del vino, enfrascarnos en el silencio, para olvidar todo cuanto habíamos soñado unos minutos antes.

Pero nos quedaba una cuarta sorpresa positiva. De pronto fueron apareciendo algunos amigos míos que habían recibido la invitación por correo electrónico y otros suyos. Algunos de los venidos reconocieron a los parroquianos que, desde treinta años atrás, habían persistido con una extraña fidelidad al vino y al lugar a prueba de décadas. Entre unos y otros, no todos de la misma generación biológica, pero sí de la misma ideológica, se fue re-tejiendo una célula de complicidad. El vino esta vez ayudó a recordar y a reconocerse en la cooperación de antiguas batallas, en vivencias comunes, en mitos y amistades compartidas, en pisos francos, en redadas, escapadas milagrosas o tontas caídas. Salió a relucir un piso con bombas que nunca, afortunadamente, llegarían a estallar; se invocaron tiempos gloriosos en los que la pasión y el goce de pequeños fragmentos de libertad conquistada tenían la suficiente fuerza para dar sentido a la vida. Entonces fue cuando tuve la sensación de que la novela nos abducía. De que nos habíamos convertido en los personajes descritos en sus páginas: éramos meras sombras, producto de un extraño viaje al centro de la literatura. Y entonces fue cuando la voz de José Enrique adquirió potencia y, gesticulando, libro en mano, como en los tiempos en que los más lúcidos discursos salían de los rincones de los bares sucios, alzando la voz, concluyó la lectura que desgranaba, con estas palabras, escritas ya en su novela, refiriéndose a tiempos antiguos pero también, como el más prístino arte, a aquel instante: “Este sentimiento de abandono, mezcla también de incomprensión y hastío, me obligaba a insistir constantemente en una escena harto repetida: volver a las mismas calles, visitar nuevamente lugares descubiertos en su compañía, recalar en bares que me devolvieran –siquiera fuese brevemente− un eco fugaz de sus palabras, de su mirada, de su risa. No, ya nada volvería a ser como antes: ni las calles, ni las plazas, ni las gentes; ni siquiera el recuerdo… nada. Pero yo seguía invocándola, anhelando todavía un improbable regreso que, dentro de mí bien se sabía, jamás se produciría.”

No sé por qué me afectó tanto. En realidad, toda esa época que ahora vibraba en el tuétano de mis huesos, la había vivido en Granada. Pero era igual, exactamente igual. Los bares eran idénticos, el tejido amistoso el mismo, los miedos e ilusiones idénticos… desembocando en el argumento de la novela: una historia de amor devastado, una sociedad destejida, una camaradería moribunda por el plaguicida de la droga o de la ambición ciega, una ciudad demacrada… o simplemente un momento tonto. El caso es que no pude contener las lágrimas. Lo que no sé es si lloraba de pena por lo perdido, de alegría por lo reencontrado o de esperanza… o de emoción porque todo aquello estaba latente en los libros que comenzaron a venderse. Fue una extraña presentación que da sentido y alas al libro… y a la vida.


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Monday,22 feb 2010 13:39:27 GTM
<![CDATA[Te compraré unas babuchas morunas: la epopeya de los últimos rancheros de Sierra Morena narrada por Pepa Canterero]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1079 José Membrive

José Membrive

Aprendí a leer cuando el temprano anochecer invernal convocaba a mi familia en torno a una mesa camilla presidida por un candil e imantada por el brasero. Unos vecinos recién llegados de las entrañas de Sierra Morena nutrieron mi espíritu, con su conversación, con leyendas de las que lobos, ciervos y perseguidos eran protagonistas. Contaban historias increíbles ocultas entre aquellos cerros que veía apagarse cada atardecer desde el cortijo. Entre sus aperos de labranza, sus cacharros de cocina y su maleta con pantalones de pana y camisas de franela, estos vecinos habían traído unos volúmenes con la historia de Juan León, un bandolero arropado por una cuadrilla, de la que recuerdo nombres como el Jabalí y el Estampío, que traían de cabeza a las partidas de Migueletes que salían en su caza.

Su lectura tenía algo de ritual clandestino, de inversión de los valores diurnos en los que las mismas parejas de guardia civiles, que estacionaban en la cortijada sembrando el miedo y acaparando frutos, eran aniquiladas por aquellos fugitivos que repartían el botín de sus robos entre los más necesitados. En pleno día nadie se habría atrevido a defender a un bandolero o a justificar el auxilio a un maqui, pero por la noche aquellos ladrones se constituían los reyes de nuestras horas.

Dos décadas después, cuando comencé con mis primeros escarceos poéticos, plasmé así el constante rumor que sus vidas seguían infundiendo en mi alma:

La resurrección de los bandoleros

Resuenan voces y disparos roncos
silba en mi alma huracán de sierra
retornan los jinetes del trastiempo
asaltando mi vieja diligencia.

Son los bandoleros, madre, los bandoleros.

Los que pasaron de la muerte al libro
del libro por tu boca hasta mi alma
y al amor del candil y del brasero
murieron en defensa de mi infancia.

La niñez pasó, los bandoleros se esfumaron, pero en mi memoria quedaron aquellas historias reales que contaban los rancheros recién llegados, como la de aquella mujer a quien se le adelantó el parto cuando su marido había bajado a la ciudad y que tuvo que asistirse a sí misma, o la de aquel cortijero que vio morir en sus brazos a su propio hijo después de viajar a la ciudad a lomos de un mulo en una noche de cerrada lluvia, en busca de médico. Hombres de secano que adiestraban a sus hijos como fieras para que aprendieran a defenderse en el monte y que, vencidos por éste, se acercaban a la ciudad asombrándonos con sus historias de supervivencia. La noche, el olvido, habían disipado todo este rico mundo que, literariamente, había desaparecido con las novelas de bandoleros.

Pues bien, parte de este mundo, que hasta ahora vagaba como ánimas en pena, ha recobrado luz y vida en una gran novela publicada por Ediciones Carena: Te compraré unas babuchas morunas,  de la escritora Pepa Cantarero.

Pepa Cantarero: Te compraré unas babuchas morunas (Ediciones Carena, 2009)

Pepa Cantarero: Te compraré unas babuchas morunas (Ediciones Carena, 2009)

Natural de Baños de la Encina (Jaén), donde transcurrió su infancia, y residente en Barcelona, ha aprovechado la cercanía afectiva y el distanciamiento racional para poner en marcha un monumento literario que va mucho más allá de la evocación y la resurrección de aquel mundo mítico, porque su novela es también y, ante todo, una bomba de relojería que hace saltar por los aires el sistema light, descafeinado, desnatado, de lo que ahora concebimos como vida.

Pero vayamos por partes. Formalmente la novela se articula como un viaje al pasado reciente en el que la protagonista, valiéndose de cartas, conversaciones y recuerdos, recrea la memoria de su estirpe a partir de la vida de su abuelo Arsenio el Ranchero y de la descendencia, hijos y nietos.

Ninguna concesión al falso lirismo: se trata de la epopeya de una estirpe en la que el fundador brilla tanto por lo abominable como por lo heroico de su vida. Minero, cazador, héroe adusto que extrae riqueza de la dura e inhóspita sierra, que engaña a su mujer, pega a sus hijos, les infunde a la fuerza una disciplina que ahora consideraríamos inhumana, pero, a la vez se erige como un juez ejemplar y un modelo de referencia para ambos bandos enfrentados por la guerra civil. La pasión vital, la valentía, la entrega, el desprecio a la propia seguridad cuando de defender la justicia se trata, tienen como contrapunto su carácter mujeriego, la desconsideración hacia su esposa, por la que, sin embargo, estaría dispuesto a dar la vida. Encarna el protagonista unos valores incomprensibles, rudos, machistas, pero que tienen el don de relegar a mera mojigatería el puritanismo actual, por ejemplo, en cuanto a la ocultación del dolor.

Este es el plus literario de Las babuchas. No sólo inmortaliza con maestría un mundo de serranos solitarios de Sierra Morena que el viento se llevó, sino que nos presenta con toda su crudeza un tema tabú: el sentido del dolor, el sino de tragedia que marca la estirpe de Arsenio y el descafeinamiento de la vida contemporánea.

Los valores, los tabúes, los puritanismos, como la energía, no mueren, se transforman en un girar incesante, en una metamorfosis en la que cada paso hacia la “liberación” nos exige un precio que multiplica nuestra esclavitud y nos acerca al abismo del que creíamos huir.

Anselmo, quien no rehúye el dolor de las condiciones límite de la vida, pasa indemne hasta por la cruel guerra civil habiéndose implicado como juez “rojo”. Su intensidad vital, la pasión por la justicia, su osadía para implicarse hasta el tuétano en resolver problemas humanos, constituyen el escudo contra el dolor y la muerte que atenaza, sin embargo, a muchos quienes, prudentes, callan su voz interna y se someten a las normas de uno u otro bando. Es la venganza de la vida contra los apocados, que son el grueso de su descendencia, el mundo de la corrección formal, el cinismo y el vacío mental.

Una sociedad cuyo puritanismo se plantea prohibir a los ciudadanos adultos la asistencia a un rito de la muerte como son las corridas está condenada a morir corneada por su propio terror al dolor, por su postura de avestruz ante la presencia inevitable de ese enemigo que nos incordia pero ante cuyo enfrentamiento nos robustecemos.

La narradora retrata la vida con la amoralidad, con la crudeza con la que se desenvuelve, sin contemplaciones. Dibuja cómo el dolor, la desgracia, van engullendo, como una maldición, a todos quienes, en lugar de plantar cara a los acontecimientos, huimos a las faldas de la ciudad para ser tragados por horarios y hospitales.

Resumiendo, Pepa Cantarero ha levantado una catedral literaria que será punto de referencia para quienes quieran conocer a fondo la vida de estos últimos “gauchos” de Sierra Morena. También ha clavado una estocada en el apocado corazón de sus contemporáneos y, literariamente, ha tomado el toro del dolor por los cuernos. Después de su lectura uno siente la necesidad de tirarse como espontáneo al ruedo de la vida apadrinado por el sin par Arsenio Camacho.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Saturday,16 ene 2010 14:14:14 GTM
<![CDATA[Un extraño viaje de José Enrique Martínez Lapuente al fondo de la ciudad deshumanizada]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1082 José Membrive

José Membrive

Entre mis héroes literarios, Antígona fue siempre la más incomprendida. Me seducía su valentía al enfrentarse al poder, aunque su causa me parecía endeble. Podría haber arriesgado su vida en defensa de la vida de su hermano, pero una vez muerto éste, ¿qué más da que su cuerpo fuera pasto de los buitres o de los gusanos? ¿No eran más caprichosos los dioses en su normativa de enterrar los cuerpos que el propio rey en su empeño por mantenerlo insepulto? Han tenido que transcurrir décadas, he tenido que conocer a personas con allegados desaparecidos para siempre, sin despedida, sin rastros, para llegar a comprender la tragedia que supone lo insepulto, los puntos irremisiblemente suspensivos, aquello que ni siquiera pudo alcanzar una tumba, una justificación, un lugar donde poner flores, un espacio donde homenajear o recrear su paso por este mundo. Hay algo mucho peor que una historia con final trágico…, y es una historia sin final, una historia suspendida en su punto álgido, abruptamente cortada, como el puente de St. Bénezet, en Aviñón, súbitamente derribada como el Muro de Berlín, sin explicación, sin réquiem.

Un extraño viaje (Ediciones Carena), de José Enrique Martínez Lapuente, constituye un desgarrador testimonio del reciente derrumbe de una forma de entender la vida, borrada del mapa en muy pocos años, ubicados entre la caída del Muro de Berlín y la designación de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos del 92. La víctima es la pasión, la manera comprometida de entender el amor, la política, la cultura, la ciudad. De la noche a la mañana la pasión es abducida de la relación amorosa, los líderes de la movilización se convierten en máquinas de la especulación, y los artistas se suman al cotarro del fulgurante enriquecimiento.

La muerte súbita e insepulta de una manera apasionada de entender el mundo puede ser el tema central de la novela. Aunque en una segunda lectura podamos descubrir un fantástico tratado sobre la manera femenina de vivir la pasión, o, sin tener que leer muy entre líneas, un cruel retrato de quienes ahora dogmatizan desde el púlpito oficial qué es y qué no es arte moderno, o de diseñadores que aniquilan el centro de la ciudad para convertirlo en mausoleo propicio para turistas globalizados. Un sorprendente punto de vista psicoanálitico o un solapado tratado de cómo se acabó con las guerrillas latinoamericanas con el consenso tanto de derechas como de izquierdas; una apocalíptica profecía puesta en boca de un librero anarquista, sobre quien la Transición pasó como una apisonadora… y suma y sigue… porque Un extraño viaje es una novela total que trasciende temas y protagonistas individualizados. Su prisma abarca una época muy puntual, pero con una visión lúcida y globalizadora.

Su eje narrativo se centra en la tórrida historia de amor (amour fou, decían los surrealistas) que viven Rodrigo y Renée, y que, curiosamente, en pleno apogeo, es súbitamente interrumpida por los propios protagonistas sin que ellos mismos puedan explicar muy bien los motivos. Tal vez por el peso de la nueva racionalidad, la reacción institucional que da por cerrado el paréntesis de “inocente” sueño de cambio real abierto en el 68 y que en España, aunque llegó tarde, se encarnó en la Transición para fertilizar unos años de recién estrenada libertad. Esta historia de amor, con dramático aunque esperanzador final, entre los dos protagonistas principales del relato, encarna a pequeña escala el desplome de las ilusiones, del deseo de cambio, que tejían su red de amistades, que enmarcaban sus sueños, que daban sentido a su vida y al paisaje de su ciudad.

José Enrique Martínez Lapuente: Un extraño viaje (Ediciones Carena, 2009)

José Enrique Martínez Lapuente: Un extraño viaje (Ediciones Carena, 2009)

La disociación del amor, traumática para los personajes y para la pareja, tiene su trasunto en la disolución de organizaciones políticas y grupos de amigos que, como la pareja enamorada, estallan ante la nueva realidad, poco proclive a idealismos. Por lo demás, los nuevos tiempos avanzan imperceptible pero inexorablemente, carcomiendo todos los estratos sociales.

Sin recurrir al género de novela-ensayo en el que el narrador suele oficiar de intérprete, Martínez Lapuente se vale de los distintos personajes para exponer su tesis: Homero Vargas, un escritor venezolano, ex guerrillero; Víctor García, un pintor arribista; Avelino Corbacho, librero y anarquista; y la narradora de la última parte, Beatriz Martin, psicoanalista, para tratar de aportar luz al gran apagón que sufrió la década de los ochenta: “La nueva religión es el dinero y yo seré uno más de sus oficiantes. ¿Qué querías? ¿Un mundo más justo? ¡Nunca lo verás! ¡El mundo es y será siempre idéntico a sí mismo!”, dice Víctor.

La gran protagonista pasiva, sin embargo, es Barcelona, sus locales de encuentro en donde se tejían las relaciones político-afectivas que, de la noche a la mañana, se transforman en pulcras tiendas y bares diseñados a medida de la nueva economía turística: “Esa pausa me llevó a pasear por el centro de Barcelona. Las calles y plazas, los rincones más conocidos, de puro familiares, resultaban ajenos o distintos […] La desaparición de un cosmos, amado y vivido con intensidad, introducía con sorprendente fuerza la noción de ausencia. De repente, aquello ya no existía ni volvería jamás [… ] En lo sucesivo ya no podría ignorar ese desgarro esencial.”

El derrumbe de los cimientos éticos y afectivos que hasta entonces habían fundamentado la conducta, es vivido con perplejidad por parte de los protagonistas más activos: “Nada tenía ya significado. Cuando se vive por vivir, esperando en balde el cumplimiento de algo que no puede suceder, el futuro desaparece como símbolo de promisión.”

Como si un incruento golpe de estado los hubiera expatriado de sí mismos, los protagonistas, olvidados, han de improvisar un futuro de mera supervivencia ante el nuevo estado de cosas.

Esta novela, en definitiva, nos sitúa tras la pista de ese súbito transformismo que dejó suspendida, de la noche a la mañana, gran parte de las vivencias, de la forma de entender la vida, de los proyectos y relaciones de una generación que aún anda como alma en pena tratando de comprender lo ocurrido; un transformismo que afecta a Barcelona: “…ciudad que ya nunca más, en su historia, sería la que mi generación había conocido. Turistas y más turistas invadían sus calles; toda clase de bares y restaurantes proliferaban con buena fortuna en cualquier parte; la gente, que indudablemente prosperaba, en apariencia se mostraba contenta y feliz; la gran ciudad, al fin, desmantelaba su viejo tejido industrial –caduco ya– y lo sustituía por una nueva y flamante ‘sociedad de servicios’.” El lenguaje rico, exacto, deslumbrantemente fluido; la sabiduría, la capacidad de análisis, las frases cruelmente certeras sobre la naturaleza de las relaciones humanas, son otros de los protagonistas que hacen de esta novela un extraño y enriquecedor viaje para el lector que se adentre en sus páginas. 


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Wednesday,13 ene 2010 19:14:49 GTM
<![CDATA[Por la dignidad de la mayoría de los catalanes que no apoyamos el Estatut]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1057 José Membrive

José Membrive

La mayoría de los habitantes de Catalunya se lo dijimos por pasiva el día en que se votó en referéndum: el Estatut no va con nosotros. No nos interesa. A pesar de las enormes presiones del gobierno Maragall, la mayoría de la gente se quedó en su casa. El Estatut se aprobó con el apoyo de una minoría.

¿Por qué, si se presentaba como un proyecto de vida o muerte para Catalunya, la mayoría de los convocados decidieron permanecer en casa? ¿Incívicos? ¿Pasotas? ¿Anticatalanes?

Lo que supone el Estatut es bastante claro, no hay que entender mucho de política: se trata de un proyecto integral de la gran burguesía autóctona para hacerse con todo el poder y mangonear sin interferencias. Su marco, la ideología catalanista esgrimida por la mayoría de los partidos catalanes, agitado por su idéntica y a la vez antitética ideología españolista, ha querido encerrar a los ciudadanos en una ruidosa y permanente agitación, apta para que unos y otros políticos recojan los frutos y se los sirvan en bandeja a las veinte o veinticinco familias poderosas de la “casa nostra”. Políticamente el Estatut se erige sobre el argumento predilecto de los sembradores de tempestades: llevar al terreno identitario (es decir, incompatible), ya sea una expresión cultural, como una actuación económica: todo cuanto esté gobernado por Madrid es malo para unos y bueno para otros, todo el que hable castellano (o catalán para los otros) está traicionando la lengua propia del territorio o del estado.

El Estatut reinstaura en Catalunya la idea de partido único. Una especie de Movimiento Nacional, bastante menos pedestre que el del Extinto, pero al fin y al cabo único en tanto en cuanto obliga al ciudadano a manifestarse sólo en un aspecto: si es nacionalista o antinacionalista. Como polo positivo, y con idéntico discurso, pero con distinto tono e intensidad, se coloca el nacionalismo catalán como el dios de cuatro partidos distintos (PSC-ICV-CIU-ERC) pero de una sola política. Todos sus líderes, todas sus manifestaciones en lo esencial para ellos, es decir, en lo identitario, son exactamente intercambiables. En la cara b, el PP y Ciutadans partiendo de idénticos presupuestos ideológicos pero aplicados a territorios diferentes.

La batalla por conseguir involucrar a los ciudadanos en la farsa del Estatut unió a todos los partidos nacionalistas y catalanistas. Involucrarlos significaba legitimar el tinglado crispatorio tan eficaz en echar balones fuera (a Madrid los unos o a Barcelona los otros) cuando la cosa marcha mal y apuntarse a sí mismos todo cuanto de positivo pueda ser catalogado. Es por ello por lo que todos se aprestaron a repartirse los papeles que unieron en matrimonio mal avenido al PP y a ERC, en un guión de comedia barata, para recoger los noes de los más “extremistas”, mientras los demás actuaban de “poli” moderado cantando al unísono el advenimiento de un país de las maravillas gracias a la cruzada mágica. El planteamiento del Estatut cumple todas las normas del más puro maniqueísmo: todo lo gobernado desde fuera de Cataluña perjudica a los catalanes, todo lo gobernado desde dentro les beneficia. También cumple escrupulosamente la más elemental de las normas en un régimen de partido único: todos los políticos se arrogan el poder de intérpretes y ejecutores del interés común de Cataluña. Siempre hablan por supuesto de territorio, nunca de personas. Si en Andalucía es corriente que unos partidos defiendan a los jornaleros y otros a los señoritos, en el discurso político homologado en Cataluña banqueros y sintecho tienen exactamente los mismos objetivos e intereses.

El fracaso fue estrepitoso porque el ruido y la alharaca tanto de los que trataban de hacer intervenir a los ciudadanos para evitar catástrofes con el “no” como los que se desgañitaban con los cantos de sirena a favor del “sí” quedaron desautorizados con la abstención masiva de quienes se negaron a jugar a las identidades casposas. Todo el arco parlamentario catalán, buenos y malos, auténticos y foráneos, toda la Cataluña oficial con sus doce periódicos distintos y su única opinión verdadera sobre “El Tema” quedaron en minoría. La mayoría de ciudadanos levantó su voz desde el cómodo asiento de su casa a pesar de las intensísimas presiones. Sencillamente no es agradable vivir permanentemente enzarzados en un enfrentamiento zarzuelesco para que unos y otros se forren con los medicamentos que han de aplicar en nuestros morros, no para curarnos, sino para que sigamos dándonos los mamporros.

Y es que el pretendido enfrentamiento auspiciado por los políticos, afortunadamente no tiene apenas repercusión en la calle. Los matrimonios mixtos abundan, los grupos y peñas están en pecado mortal identitario sin que nadie acuda al confesionario de Esquerra a purgar sus pecados.

La inhibición de la mayoría de ciudadanos fue un golpe moral, pero la moral no es el punto fuerte de nuestros políticos así que el asunto de la abstención masiva se borró de la memoria oficial. Ningún político, ningún diario lo ha vuelto a mencionarlo. La gran burguesía catalana y sus servidores políticos y medios de comunicación no tuvieron inconveniente en seguir pedaleando en la bicicleta del Estatut a pesar de que una rueda había reventado.

La Cataluña oficial y subvencionada decidió prescindir de su alterego, la subvencionadora. Prescindir sólo políticamente, no de sus impuestos, estos no son fantasmales aunque se utilicen para amordazar y ningunear a quienes los aportan.

No nos equivocamos quienes pensábamos que bajo el paraguas del Estatut se iba a multiplicar la corrupción y se iba a ahondar la brecha entre la Cataluña oficial y la real, entre España y Cataluña, lo que nadie se imaginaba es que todo fuera a transcurrir tan deprisa. Tampoco imaginábamos que el juego sucio de enfrentar a comunidades por unos intereses oligárquicos se fuera a plantear de una forma tan cruda, ni mucho menos que un señor como Montilla, que en su reencarnación pre-presidencial fue obrero y emigrante, se prestara a tan execrable intento.

Las iras y el nerviosismo, bajo mi punto de vista, han sido levantadas por Garzón, aunque el cañón haya apuntado a la deslegitimación de la Justicia personificada en el Tribunal Constitucional. No hay ningún ladrón que no trate de deslegitimar a la justicia aunque no por ello todos los que tratan de deslegitimarla han de ser necesariamente ladrones. La intervención de Garzón encarcelando a preboste intocables en la imaginería nacionalista ha provocado toda una tempestad interna en la balsa de aceite catalana. El oasis catalán, la placidez de sus políticos se fundamentaba hasta ahora en la maleabilidad de la justicia (véase el caso Millet, que sigue haciendo una vida honorable) y en la docilidad de unos medios de comunicación subvencionados. Desde el frustrado intento de hacer justicia en el caso de la banca catalana, lo que en otros lugares explota como escándalo, aquí se queda en un leve rumor debidamente apagado. Incluso si a algún político se le escapaba alguna verdad en el Parlament (como el lapsus maragalliano del 3%) pronto el mismo político echa tierra sobre sus propias palabras sabedor de que el incendio afectaría al “Movimiento” cuatrifásico.

La intervención de Garzón, considerada por Laporta como un atentado contra la dignidad de Cataluña (lo que ya nos está diciendo qué entiende Laporta por Cataluña: un feudo de corrupción fuera del alcance de la justicia), ha levantado una tormenta en la balsa de aceite catalán. ¡A ver si va a venir ahora un juez de fuera a obligar a Convergencia a devolver el dinero que Millet le había pasado por sepa Dios qué favores¡ A ver si va a venir alguien a investigar si el pluriempleo de la ex del Montilla se ajusta a derecho. A ver si va alguien a preguntar a la Caixa de dónde saca el dinero que regala a ciertos partidos políticos o qué hay de cierto en las informaciones que la colocan sacando capital hacia paraísos fiscales.

El nerviosismo de Montilla y de la clase política catalana les ha llevado a cometer un error de bulto y que colma todos los límites del cinismo y de la manipulación, a saber: Montilla ha convertido a todos los catalanes, incluidos a quienes mayoritariamente no nos aprestamos al juego, en peones de su causa. Una cosa es que eliminen de la memoria el gran acto de rebeldía cívica que supuso la abstención mayoritaria y otra es que utilicen a quienes se negaron como arietes prestos a romperse la cabeza por defender unos presupuestos que ya execraron en su momento. Una cosa es que no te tengan en cuenta y otra es que te llamen a filas y te enfrenten a quienes piensan exactamente como tú en defensa de quienes te están manipulando.

La amenaza de romper la baraja española si no se acata el Estatut proviene de quienes no tienen empacho en extirpar más de la mitad de su propia baraja. ¿Qué credibilidad puede tener el Sr. Montilla exigiendo ser escuchado y respetado, si él ni escuchó ni respetó el sentir mayoritario de su propia sociedad? Es vergonzoso que quienes nos negamos a otorgar legitimidad a unos señores bajo cuyo mandato ha proliferado la corrupción, traten de presentarnos ahora como fieles imbéciles dispuestos a romper nuestros lazos afectivos con personas de otros territorios a favor de quienes nos desprecian olímpicamente. Desprecian el que no militemos bajo sus estrechísimos dogmas nacionalistas. Desprecian que seamos como somos y no como ellos quisieran que fuéramos. Desprecian nuestro sentido lúdico de la convivencia, desprecian el hecho de que vayan desapareciendo las fronteras mentales cuando su supervivencia como prebostes se basa en reforzar fronteras, en instaurar jaulas, en deformar la historia para enfrentar a las comunidades. El juego de nacionalismos y contranacionalismos en el que se nos quiere encerrar a los ciudadanos de Cataluña es vergonzante y peligroso. Por eso lo que en otro momento dijimos por pasiva, hemos de decirlo ahora, eso sí, pacíficamente, por activa.

  • El pueblo de Cataluña no puede fijar su dignidad en la consecución de un Estatut del que mayoritariamente se abstuvo.
  • No participamos en el intento de deslegitimar el poder de la justicia, ni por parte de Montilla, ni por parte de Laporta, ni por parte de los medios de comunicación subvencionados, porque la erosión de la justicia es lo que más beneficia a quienes se acercan a la política con ánimo de mangantes, una especie que abunda mucho en todos los territorios.
  • No participamos de las amenazas de ruptura con otros territorios, sino que confraternizamos con ellos en la necesidad de establecer un sistema político que interprete y no pisotee la voluntad mayoritaria de la gente.
  • Creemos que el avance de los pueblos ha de estar impulsado por su colaboración y no por el perpetuo enfrentamiento instigado por políticos de miras ruines.
  • Hemos de propiciar una regeneración democrática que dé paso a políticos que sepan armonizar las distintas sensibilidades y potenciarlas como ya lo hace sabia y lúdicamente la sociedad que establece su riqueza cultural precisamente en la variedad y en la diversidad.

Ha llegado el momento de limpiar la política de criterios del nacionalismo decimonónico que tanta sangre ha derramado. El siglo XXI nos pide responsabilidad y esfuerzo en la dignificación de la política.


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Thursday,3 dic 2009 19:27:15 GTM
<![CDATA[Publicación de poesía: consejos a poetas primerizos]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1052 José Membrive

José Membrive

Calculo que en mis quince años como editor habré dado a la prensa unos ciento cincuenta libros de poesía en dos colecciones: Carena y Acidalia. La primera reservada a poetas con nivel reconocido y la segunda destinada a quienes inician sus primeros pasos.

Reproduzco la entrevista con Begoña García, una periodista incipiente, interesada en este tema de la publicación de poesía.

¿Hay mucha poesía “mala”?

En primer lugar cualquier poesía, por poca calidad que tenga, es menos dañina que una bala. Es preferible un mal poeta a un buen soldado. Mientras escribes poesía estás buscándote, reflexionando, ahondando en tu condición humana. Hay malos poetas pero difícilmente poetas malos. Hablo de poetas y no de versificadores.

¿Cuál es la diferencia entre un poeta y un versificador?

El primero se implica hasta el fondo en lo que dice y en cómo lo dice y el segundo hace malabarismos con el lenguaje con fines ajenos a la introspección.

¿Existe un criterio estético que pueda medir la calidad de un poeta?

Nadie puede ser considerado poeta si desconoce la técnica de hacer versos, la musicalidad, la rima, el ritmo, las estrofas clásicas, el soneto, la lira… aunque después decida prescindir de ellas.
La falta de espíritu, de pasión, de entrega hasta el fondo impide también que la poesía cuaje. Hay una leyenda por la cual un presunto semianalfabeto (y se suele apuntar falsamente al “cabrero” Miguel Hernández) puede devenir en un poeta, un actor o un músico por obra y gracia del “genio”. Eso es una falsedad.

¿Cuándo se ha de plantear la publicación de un manuscrito?

La publicación de una primera obra es un gran acontecimiento en el plano individual y un hecho poco trascendente en el plano literario y social. Sin embargo es decisiva en la biografía del poeta y suele ser clave en la obra posterior. Curiosamente, si aciertas a la primera no sueles levantar cabeza. Eso ocurrió con Claudio Rodríguez y, en el plano narrativo, con Juan Rulfo.

¿Se edita demasiada poesía?

Creo que sí. El poeta no debe tener prisa por ver su libro publicado. Cuanto más maduro esté mejor. Pero es natural que en un país de grandes poetas como es el nuestro tenga una enorme cantera de aspirantes legítimos. Muchos quedarán en el camino, pero el intento no habrá sido vano. Escribir poesía es mejorar el tono vital, acceder a puntos de vista inéditos. Crecer como persona. Otra cosa es que deba o no ser publicado.

¿Por qué se publica entonces?

La publicación aporta oxígeno y alas al poeta, además de que acaba poniéndolo en el lugar que le corresponde. Es un hecho objetivo, un cimiento sólido sobre el que va edificando su obra. Además la publicación es imprescindible para evolucionar. Es como cuando se da a luz. No puedes engendrar otro hijo hasta que no hayas parido al primero.

¿Depende el número de las ventas de la publicidad?

La poesía se escribe para ser transmitida, pero, en general, las primeras obras sólo interesan a conocidos. La crítica, con buen criterio, espera al tercer o cuarto poemario. Una voz poética no surge de la noche a la mañana. La prensa utiliza la poesía para rellenar huecos en la información cultural. Un premio nacional de poesía puede vender quinientos ejemplares. Quiero decir que la poesía no se vende bien hasta que el poeta no se ha convertido en un clásico. Lo demás es ir ganando poco a poco amantes poéticos.

¿Existe la crisis postparto poético?

Naturalmente y, en muchas ocasiones es dañina para el poeta. La publicación de un libro, sobre todo en el primero y en el segundo menos, eleva el ego de una manera perniciosa porque cuando uno madura como poeta otorga siempre prioridad a la obra frente a su propio ego. Escribir poesía no requiere más esfuerzo que freír un huevo. El subidón egolátrico es un disparo contra la voz naciente. Convertirse en estrella no ayuda nada a la creatividad. Si en algo afecta es en dañarla.

¿Para qué publicar poesía, entonces?

Rodríguez Moñino tiene un estudio en el que muestra que casi ninguno de nuestros grandes clásicos publicó en vida, salvo poemas sueltos. Fue la sociedad después la que juzgó memorables sus poemas y se ocupó de recogerlos y publicarlos. Hasta bien entrada la Edad Media ni tan sólo los autores se ocuparon de firmar sus obras. Curiosamente, los poetas consagrados, los impulsados desde el poder, no han sobrevivido. La neura del ego, de la fama, de la gloria, es un paso atrás que cualquiera que ame a Jorge Manrique, y difícilmente se puede ser poeta sin amar a los grandes, ha de tener descartado como fin no ya de la escritura, sino de la propia vida.


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Tuesday,24 nov 2009 13:1:45 GTM
<![CDATA[0RANGE: la institucionalización de la inmoralidad]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1046 José Membrive

José Membrive

Mi hijo descubrió que la empresa ORANGE venía cobrándome desde hace unos años indebidamente quince euros al mes en concepto de correo electrónico asociado a una Black Berri que tuve un tiempo y con la que jamás emití ni recibí correos electrónicos. Puestos al habla y tras sortear el laberinto de mensajes automatizados, una señorita admitió que me estaban cobrando por un servicio inexistente pero que la empresa no devolvía un duro. Para darme de baja del servicio de correo electrónico me recomendó lo de siempre: escribir una carta a un apartado de correos con mi DNI, el número de reclamación y con argumentos del porqué quería darme de baja.

No era el primer problema que tenía con Orange. Hace un año cambié el sistema de la empresa, de un autónomo a una sociedad limitada. Tocaba gestionar el cambio de NIF para que la facturación del teléfono estuviese acorde con la nueva realidad empresarial. No sé qué pecado cometí al intentarlo. El resultado: una mañana de nueve a dos toreado por una señorita que trataba de hacerme desistir. Le llevaba la fotocopia de la empresa pero no del DNI, cuando volvía con la del DNI, resulta que faltaba la fotocopia de la cuenta a pesar de que no cambiaba de número, al final no sé qué alegó que ya, desesperado, me tuve que marchar a otra oficina. En la oficina nueva también trataron de que me fuera porque no estaba en la circunscripción o algo así. Como ve vio que estaba dispuesto a denunciarlo al final aceptó los papeles.

Unos quince días después, para mi sorpresa, recibí un SMS diciendo que el cambio había sido denegado. Traté de pedir explicaciones y, por teléfono nadie sabía nada. Tocaba perder otra mañana y que el “amable” chico al que le entregué los papeles se explicara.

-Yo tampoco sé nada.
-Pero tú eres el que me lo notificó.
-Sí, pero no es cosa mía. Es el sistema del ordenador.
-¿Y qué puedo hacer?
-Prueba de nuevo el mes que viene.
-¿Y lo conseguiré?
-No lo sé, eso es el sistema el que da o no permiso.

Supongo que estos “señores” tendrán un censo de clientes imbéciles entre los que me habrán catalogado con razón. Hace unos siete años estuve pagando simultáneamente, sin percibirme de ello, dos números de teléfono: uno el que usaba y otro desconocido. Cuando me negué a seguir pagando el segundo me amenazaron. Al final cuando les amenacé en serio con darme de baja de ambos, accedieron a darme de baja del número misterioso.

Pero la herida más desagradable: una amiga llevaba más de un año sin utilizar su teléfono (está ingresada en un centro psiquiátrico), angustiada por la imposibilidad de darse de baja. Yo había intentado ayudarle perdiendo mañanas entre voces enlatadas y mentes idiotizadas que no tenían ningún empacho en cortar la comunicación cuando se les exigía una razón por la que alguien, que vomita nada más que al sentir el nombre de Orange, ha de estar pagando más de un año sin utilizar el teléfono.

Me sentí contento con que, en lugar de un número de fax, me dieran un apartado de correos. Al menos podría certificar la carta en la que les exigía que me dieran de baja inmediatamente del servicio de correo electrónico a través de la Black Berri.

A los diez días aproximadamente intento hacer una llamada por mi móvil y no responde. Mi número no existe, ni yo como cliente. Me habían “suicidado”.

Durante muchos años mi identidad empresarial es un NIF y mi identidad como empresario es el número de mi móvil. Ambos dependen de un “sistema” que no se sabe bien en qué manos está. Por lo pronto no me consideran digno de la más mínima explicación. Me “desintegran” y se acabó.

Días más tarde observé que en mi cuenta, France Telecom, tristemente famosa por la ola de suicidios entre sus trabajadores, había descontado 250 euros de mi cuenta. Se supone que por baja indebida del número. Lo siguiente aún no ha llegado: la amenaza de alguna empresa de gorilas por moroso.

Naturalmente la “escarabajización” de la persona fantásticamente profetizada por Kafka no es exclusiva de Orange, hoy voy a la Caixa de Estalvis (¿parlem?) a ingresar unos pagarés y se me comunica que ya no dispongo de esa facultad. La línea de crédito no existe ya. También ellos han decidido algo que puede condicionar mi futuro gravemente sin dignarse gastar un minuto.

Nadie sabe nada. Los directores de sucursales también han sido degradados. La capacidad de decisión está ahora en unos oscuros departamentos analíticos. Tanto los grandes capitostes de la Caixa como los de orange viven en el inaccesible Castillo que Kafka imaginó. Aunque su delirio no llegó a situarlo en un paraíso fiscal y con unos sueldos millonarios. La desvergüenza supera todo pronóstico, por muy kafkiano que sea.

En el caso de Orange, más que el atraco a mano armada de cobrar servicios no prestados, más que el desprecio por darte de baja arbitrariamente, más grave y ofensivo es que jamás, en todos los problemas que puedan surgir en un entramado empresarial, podamos intercambiar razones con algún responsable de la empresa. (Al menos yo no lo he logrado jamás). No somos dignos de una palabra, de un razonamiento. La locura es la ausencia de razonamientos, la ausencia de identidad. Nos tratan como si de verdad fuéramos ese rebaño de jóvenes definitivamente idiotizados que presentan sus publicitarios. Y lo peor es que mientras aceptemos sus reglas nos estamos comportando como tales.
 
Claro, que no hay mal que por bien no venga, sin Orange y sin la Caixa, huelo un poco menos a simio.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Tuesday,17 nov 2009 19:11:20 GTM
<![CDATA[Los poemas del hospital: el yo épico-lírico frente al ego]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,1021

José Membrive

José Membrive

Los malos poetas escriben para contarnos su vida particular. Los buenos, para contarnos la de los lectores a través de la suya propia. Los primeros no tienen que inventar nada: dan rienda suelta a su ego, que como todos los egos es petulante, y utilizan el betún poético-versificacor para darse brillo y esplendor. Aún así no los critico. Es mejor un mal poeta que un buen soldado. Garcilaso quiso conseguir lo imposible, ser buen poeta y buen soldado, “tomando ora la pluma, ora la espada”. El resultado ahí está. La poesía le dio la gloria, la soldadesca, la muerte. Es cierto que ahora se envían tropas armadas en misión de paz. Es muy parecido al diálogo que pretenden mantener algunas bandas, pistola en mano. Las balas son poco hábiles como sustitutas de la lengua: solo emiten sonidos fricativos y suelen ser muy obcecadas y poco sutiles en la argumentación.
En defensa de los malos poetas también hay que decir que todo gran poeta fue anteriormente malo, y muy posiblemente, después volverá a recaer. Porque no se es poeta, se “está” poeta. La gran obra de un poeta es producto de un estado de gracia y, salvo algún monstruo como JR Jiménez, nadie entregó su vida en totalidad al abrazo de la “Amantis religiosa” poética. Los Machado, Alberti… alternaron la gran poesía con la seudopoesía panfletaria. No obstante, sus esporádicos contacto con la gran poesía, aniquilaron los momentos más oscuros. Pero hemos de agradecer que todos: los que alcanzaron su estado de gracia y lo que no, aman la poesía pero ésta, como musa tradicional que es, se hace de querer y cierto es aquello de que “quien bien te quiere te hará llorar”. Poetas y poesía se hacen llorar mutuamente antes del feliz encuentro.

Hablo de malos y buenos poetas, porque, para mí, uno de los hitos que limitan la frontera entre unos y otros es si en la poesía manda el ego o el yo lírico. Si, al escribir, se quedan en la piel de la anécdota individual, o traspasan al océano de las vivencias colectivas. Si los escritos están al servicio del ego la historia se impregna de un “incienso” lírico artificioso y autohalagante, muy interesante tal vez para sus amigos y conocidos, pero intranscendente cuando pasa las fronteras sociales del gestor poético.

Entiendo, y ya no doy más la paliza sobre este asunto, que el ego, es un yo personal, pétreo, inmodificable e intransferible y el sujeto lírico es una creación viva, trascendente en donde los lectores “interactúan” sienten, evolucionan, dan, reciben… en definitiva, salen tranformados.



Eudald Escala: Los poemas del hospital (Ediciones Carena, 2009)

Los poemas del hospital de Eudald Escala Pujadó, reflejan el paisaje de una durísima batalla en el que un yo lírico, valiente, poderoso, inmisericorde y, sobre todo, sangrante acaba de construir una terrible sinfonía con los cadáveres aún humeantes de tres egos, cuyas historias siguen palpitando, trituradas ya, transformadas, poetizadas, trascendidas.
La batalla ha sido encarnizada, el poder de tres egos enloquecidos (una mujer enloquecida por dos amores terribles y absolutamente incompatibles, el de su amante, loco de amor por ella, y el de su hijo, enfermo mental).
Sin el temple lírico de Eudald, la cosa podría haber concluido en un lacrimógeno y nimio serial “telepoético”, o lo que es peor, en un drama real de víctimas, cuchillos, policías y negros telediarios.
Estoy de acuerdo con Pepa Cantarero, la implacable prologuista, que no estamos ante un libro de 57 poemas, sino ante un poema con 57 pausas. No puede ser de otra manera. Un libro de poesía que se digne, requiere, como exigían los neoclásicos con las obras de teatro, de las tres unidades “tiempo, espacio y acción”. Los libros de poemas sueltos, siempre los miro como un prólogo, un ejercicio que puede ser muy importante, un florilegio de poemas más o menos bellos, pero de difícil profundidad. Cualquier tema que se plantee en serio, exige quinientos o seiscientos versos para perfilarlo.

El yo lírico que, a través de Eudald Escala, teje poéticamente este drama es poderoso, mira con poca piedad, pero con mucha humanidad a este zoo enloquecido y medicalizado hacia el que caminamos. Su yo poético se alza sobre el drama en el que el propio ego juega un papel sangrante. Eudald, y en ello muestra su casta de poeta, no rehúye el drama, se sumerge en él en cuerpo y alma, consciente de que sólo yendo a la raíz tendrá alguna posibilidad de comprenderlo. El reto es enormemente arriesgado, y durante gran parte del libro, el dominio del lenguaje y punto de vista de los egos, de lo anecdótico hace temer que aquello acabe folletinescamente. Pepa Cantarero lo detecta en el prólogo “La pandemia infecta la poesía de reproches, amenazas y acusaciones tan tenebrosas, que llegamos a aborrecer al autor por su libro, tan impúdico e inmisericorde. Para, acto seguido, volver a apiadarnos de la salud física y mental del protagonista”. Contribuye a esta confusión el hecho de que ego y sujeto lírico, protagonista y observador, sean la misma persona, con lo que la batalla interior está servida. El protagonista se desdobla en su propia animalidad, en su propia incapacidad para ver, se deja hundir en un remolino de agua. Pero cuando todo está perdido viene al rescate la lucidez poética. “¿Quién puede vivir con un cadáver?” La historia de tres barquitos de papel en medio de una huracán oceánico sólo puede tener un final…esta barca naufraga…. Nos hundimos/ este mar será/ nuestra hermosa tumba…” A no ser que algún milagro poético convierta el papel en corcho. Verse a sí mismo desde fuera como un cadáver, permite un último esfuerzo de boca a boca. Y así se puede resumir el libro. Aquí está lo esencial; el aliento poético no sólo puede convertir en materia estética cualquier infierno sino que puede salvar la vida de los protagonistas. El poeta Eudald ha salvado al hombre Eudald, le ha insuflado unos segundos de lucidez que le han permitido trascender el infierno.

Conforme avanza el poemario el poeta va sustituyendo al ser irracional que se debate en el laberinto, va surgiendo “un alma que no tengo/pero que aún así/ me duele como un perro rabioso…. // esta alma le permite ver desde fuera de sí mismo “mi amor por ti es solo una entelequia” “debo proseguir mi camino”… hasta que la luz se hace: “ahora tengo otro escondite secreto/ otro paraíso mágico/ otro jardín de paz y luz.
El poeta se desdobla en protagonista y observador del drama. Logra sintonizar con el tercer ojo, el ojo artístico que pone las cosas en sus sitio “todo forma parte de otro TODO”/ inmenso, eterno, poderoso/ que nos lleva y nos trae/ por los senderos más extraños”. El poeta recibe al fin esa “lágrima de luz” que trasciende al ego, al mismo tiempo que le salva la vida. Sé de lo que hablo. Los poemas del Hospital confraternizan con El pozo. Sé lo que se siente Conozco el desgarro. No sé si atribuir la fuerza, el milagro de transformar el dolor en materia poética, al propio poeta o a algún venturoso capricho de la musa. Al fin y al cabo, la inspiración viene como y cuando le da la gana. Sólo que, a veces, no viene a llenar tu tiempo de ocio regalándote unas metáforas más o menos ingeniosas. A veces, como en esta ocasión, su visita, su inspiración, es un asunto de vida o muerte (y ahora no hablo metafóricamente).   


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Tuesday,13 oct 2009 12:35:46 GTM
<![CDATA[La voz del Alma. Réquiem por el siglo XX y uno de los primeros frutos genuinos del siglo que comienza]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,981

José Membrive

José Membrive

Cuando el editor es aficionado a escribir, tiende a implicarse tanto en el contenido del libro que, a veces, sin darse cuenta tiende a confundirse con el propio autor. Esto me solía ocurrir con frecuencia y para evitarlo, a la hora de hablar de libros editados por Carena, trato de adoptar el punto de vista más distante del autor: el de los condicionamientos externos que dan pie al nacimiento de tal libro, al margen del autor que lo escriba.

Está aceptado por escritores y poetas que las historias están escritas en algún lugar y que son ellas las que escogen el tiempo, el lugar y el autor que las encarne. El libro La voz del alma, plasma una voz espiritual, profunda, sencilla, sin fronteras ni dogmas. Ha decidido nacer a principios del siglo XXI en La Mancha Real, un lugar de Jaén de cuyo nombre no debemos olvidarnos.

El libro es una sencilla estocada al siglo XX. Todo su brillo se basa en la ausencia de los parámetros vitales que hicieron del legado de este siglo algo, no para olvidar, sino para evitar. Bernard Bruneteau lo ha denominado el siglo de los genocidios calificándolo como el siglo más cruel de la historia humana (genocidio armenio, pasando por Hitller, Stalin, Bosnia, Ruanda, matanzas postcoloniales y las dos guerras más terribles de la humanidad).



José Luis Villar: La voz del alma (Ediciones Carena, 2009)

Culturalmente empezó tratando de hacer un borrón y cuenta nueva con el bagaje humanista de la civilización mediante las vanguardias que declararon obsoleto todo lo anterior y decidieron cimentarse sobre el futuro. Es cierto que hubo grandes artistas como Picasso o Lorca que lograron rescatar y trascender las vanguardias, conectándolas precisamente con la tradición, pero salvo los contados genios que dan esplendor a todo siglo, el arte y la poesía quedaron anclados en un marasmo mental carente de criterios, engullido el primero en la dinámica del mercantilismo y perdida, la segunda, en el laberinto egolátrico de poetas desconcertados. Los “ismos” modernos fueron naciendo y desapareciendo con igual furia y sus lenguajes, faltos de raíces, pasaron pronto a ornamentar, en gran parte, discursos totalitarios de uno u otro signo. Marinetti, el gran agitador futurista engrosando las filas del fascismo mussoliniano puede ser un ejemplo.

La mayoría de los grandísimos poetas y artistas posteriores no lograron restituir el vínculo con la sensibilidad mayoritaria de una sociedad que, sin guías, se ha dejado llevar a la más vulgar fiebre consumista carente de toda mínima noción de trascendencia, propia de quien no se valora más que una rata. El mercantilismo publicitario ha impuesto su discurso dominante y el becerro de oro ha vuelto a recuperar su pedestre pedestal como en los tiempos más ciegos de la humanidad. El monstruo depredador capitalista, después de engullirse a sus enemigos, fiel a su espirito, está acabando por depredarse, como el tren marxiano que se quema a sí mismo para poder seguir en marcha.

Estamos en un callejón sin salida. Hasta en los paraísos fiscales que la mayoría de nuestras grandes y ejemplares empresas y bancos han creado, simultáneamente al infierno que dejan, con los grandes capitales esquilmados, se ha colado la inquietud. Ya se sabe que los cuervos le sacan los ojos al más pintado.

La voz del alma, ha nacido en el sur. El lugar donde los denostados ciudadanos eran incapaces de industrializar sus almas. El sur siempre ha estado cerca de los clásicos. Su “pobreza” material (dispensa frutas y aceite a gran parte del mundo civilizado) le ha impedido sumarse al carro del consumismo histérico. El sur es el dispensador histórico de poetas.

En otra ocasión hablaremos más profundamente de La voz del alma pero ahora baste decir, que no es poco, que su escritura supone retomar el contacto con los más puros movimientos espiritualistas. Que su autor no es un sofisticado ni sesudo intelectual, sino un ciudadano que cada día sirve a los otros como Policía Local, y que su atención está centrada sobre la parte más noble y olvidada del hombre: sus afectos, su sensibilidad, su necesidad de amor, su sed de auténtica sabiduría.  


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Thursday,9 jul 2009 20:25:40 GTM
<![CDATA[El Conde Lucanor y las elecciones europeas]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,963

José Membrive

José Membrive

-Señor conde -comenzó Patronio-, dos caballeros españoles que estaban en su país eran muy amigos y vivían juntos. Estos dos caballeros no tenían sino un asno cada uno, asnos muy respetados y sobrevalorados por sus respectivos dueños, de tal manera que cada cual delegó en el suyo la representación política. Pero ocurrió que mientras estos caballeros se estimaban y respetaban, sus asnos se tenían un odio feroz. Una vez sus dueños los enviaron a Bruselas para tramitar unos asuntos a favor de su país, pero eran tan necios y obstinados en sus patadas mutuas, tan cargadas de odio y sinrazón que, cuando coxeando arribaron al lugar, cada cual gestionó sus asuntos para destruirse mutuamente y ambos, cuyas dotes intelectuales no iban mucho más allá del rebuzno, sin embargo, consiguieron, ante la algarabía de su rivales, dañarse gravísimamente, llevando por supuesto a la ruina a sus representados.

De vuelta a casa y, como los caballeros no eran tan ricos que pudieran pagar estancias distintas, y por la malquerencia de sus asnos no podían compartirlas, llevaban una vida muy enojosa. Cuando pasó cierto tiempo y vieron que no había solución, decidieron llevarlos a un corral del norte a que unos pistoleros acabaran con ellos.

Cuando se vieron, de nuevo juntos en un corral, comenzaron de nuevo a cocearse, tratando cada cual de apoderarse de los dos pesebres que sus dueños habían llenado de paja y cebada como último homenaje. Estando en lo más violento de su pelea, entró un asno más fuerte y poderoso que ellos, se dirigió a los pesebres y comenzó a comerse el grano. Era un asno de la tierra, acostumbrado también a los banquetes que da el disfrute del poder.

Equus asinus o asno (foto de David Gaya: wikipedia)

Equus asinus o asno (foto de David Gaya: wikipedia)

Los dos asnos al ver que, por primera vez en sus vidas, alguien le iba a arrebatar la cebada que hasta entonces había llenado sus pesebres, se echaron a temblar y se fueron acercando el uno al otro. Cuando estuvieron juntos, se quedaron así un rato y luego se lanzaron los dos contra el racial asno, al que atacaron con cascos y dientes de modo tan violento que hubo de buscar refugio en el último rincón del corral. Los dos asnos quedaron sin daño, porque el otro no pudo herirlos ni siquiera levemente y, después de esto, los dos asnos se hicieron tan amigos que comían en el mismo pesebre y dormían juntos en la misma cuadra, vigilando por si eran atacados por algún pistolero.

Llegada la noticia a sus amos de la braveza y unidad empleadas por los asnos para defenderse, decidieron rescatarlos. En Madrid el caballo galopante de la crisis estaba arrasando trigales y cosechas y sus amos pensaron que la fuerza de la recién adquirida unidad de sus asnos los liberaría de la voracidad del terrible caballo. Así que los amos llevaron a sus asnos a su compartida hacienda con la misión de que defendieran la cosecha.

Los asnos, al verse otra vez en la abundancia comenzaron de nuevo la pugna lanzándose mortales patadas. En aquellos momentos apareció el caballo de la crisis y uno de los asnos, el que ocupaba la banda derecha se le quedó mirando y, saltando de alegría se fue hacia él y al instante lo reconoció. Era su propio hijo nacido de unas relaciones corruptas con una yegua multinacional muy ambiciosa, que había acaparado todas las riquezas y ahora vivía en un paraíso animal.

Ambos, asno y caballo, padre e hijo, se fueron hacia el otro asno y lo pisotearon hasta dejarle las tripas fuera. Cuando los dos dueños vinieron a ver lo que ocurría, las dos bestias, caballo y asno, corrieron hacia ellos y la emprendieron a coces hasta dejarlos a uno magullado con las costillas rotas y al otro vomitando sangre.

Poco después, asno y caballo se repartían el botín. Con la tierra confiscada a los dos dueños por impago de unos impuestos, el asno decidió gozar del abundantísimo grano que, a pesar de la crisis, rebosaba hasta la dilapidación en las cuadras del Congreso de los Diputados, mientras el caballo prefería la sofisticación de los pesebres de Bruselas cuya lejanía estaba ampliamente compensada por las millonarias dietas que el caballo recibiría.

»Vos, señor Conde Lucanor, si tomáis representantes, evitad en lo posible a los asnos. De quien sólo sabe rebuznar uno no puede esperar soluciones que exigen hondas cavilaciones. Pero, de cualquier forma, si viereis que vuestro representante político es de tal condición que, desde que le hayáis votado y sacado del anonimato, al tener su acta de diputado, se olvidara de vos, no sería muy sensato que le votarais de nuevo sino que debéis apartaros de la política cuanto podáis. Si es que os deja alguna opción.


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Thursday,11 jun 2009 14:21:57 GTM
<![CDATA[Pasión contra burocracia: inventar la vida de nuevo]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,907

José Membrive

José Membrive

Si no ponemos remedio, dentro de poco, cuando la enseñanza de cero a tres años sea obligatoria, los niños dejarán de caerse mientras aprenden a andar. Y si alguno se cae en el intento, meterán en la cárcel al profesor. Los técnicos y pedagogos instaurarán la asignatura “entropía para el desarrollo bipedal” en la que durante diez años se explique a los niños, bien fijados a su pupitre por el pertinente “cinturón de seguridad”, los pros y los contras de la utilización como medio de traslación de las extremidades inferiores. El niño sabrá cuántos músculos se ponen en movimiento, tendrá que hacer un trabajo de investigación sobre caídas y tendrá que aprobar un máster-posgrado antes de que las autoridades sanitarias, muy coordinadas con el Ministerio del Interior, lo autoricen a dar sus primeros pasos con la seguridad pertinente.

No será una asignatura especial, seguirá la estela, por ejemplo, de la lengua en la que antes de enseñar a hablar fluida y correctamente uno ha de conocer las funciones del sujeto, del complemento del nombre y del complemento del complemento del nombre, analizado tanto desde la gramática generativa, la estructural, la tradicional etc…

Gaspar Sánchez Salas: El coleccionista de misterios (Acidalia, 2008)

Gaspar Sánchez Salas: El coleccionista de misterios (Acidalia, 2008)

Con la escritura ocurrirá otro tanto: habrá que memorizar la vida y los nombres de las obras, así como de las amantes de todos los escritores del planeta… Naturalmente los alumnos, en sus seguras sillas de ruedas para no caerse, nunca conseguirán llegar al punto de partida: que alguien trate de enseñarles a escribir o a hablar medianamente bien.

Es necesaria una reacción social ante tan mal entendido hiper-proteccionismo y creo que la sociedad está comenzando a entenderlo. Hace unos días presentamos en Jaén El coleccionista de misterios de Gaspar Sánchez Salas, que propone otra manera más vital de leer: el jovenzuelo no se ha de fiar ni del narrador ni de los personajes y va buscando las incoherencias en que uno y otro puedan incurrir. Además, como la propia vida, la novela está inconclusa y es el alumno el que ha de construir un final a medida de su imaginación. El chaval asume el papel de escritor. El libro, ¡bravo por nuestros políticos en esta ocasión!, ha sido incluido en el plan de fomento de la lectura que impulsa el Ministerio de Cultura.

Miguel Rubio: Ahora que estamos muertos (Ediciones Carena, 2008)

Miguel Rubio: Ahora que estamos muertos (Ediciones Carena, 2008)

Al día siguiente, en la Escuela de Trabajadores Sociales de Madrid, presentamos Ahora que estamos muertos, una novela protagonizada por los sintecho. El público que abarrotaba la sala, compuesto de trabajadores, sociales, estudiantes del tema y voluntarios con el corazón pleno de ganas de ayudar, vibraba emocionado mientras contaban en el debate sus propias experiencias. “De ellos recibo mucho más de lo que les doy” –apuntaba una voluntaria. Miguel Rubio ha dado en el clavo. Los personajes de la nueva literatura están muy cercanos al lector. Los lectores de Ahora que estamos muertos, como los de El coleccionista de misterios, pueden reescribir la realidad en su relación con los sintecho. Son también los protagonistas de la novela que cada día se escribe en las calles de Madrid, en ese caso, y no están conformes con el final propuesto. Todo un reto.

Poco después tocó la presentación en Badalona de La escuela rota, de Toni de la Rosa, otro autor que se rebela contra la exclusión escolar que se perpetra en los barrios obreros, contra el autismo de las autoridades en este caso. El público era de lo más variopinto: chavales negros y morenos (los protagonistas del libro) rodeados de amigos badalonenses. Entre los mayores, vecinos, profesores… gente que quería unirse al ¡basta! Gritado por el autor en las páginas de este libro apasionado.

Toni de la Rosa: La escuela rota (Ediciones Carena, 2009)

Toni de la Rosa: La escuela rota (Ediciones Carena, 2009)

Dolor, amor, pero nunca resignación, es lo que transpiran las páginas de esta historia novelada.

Y en las tres presentaciones una sensación común: ¡Hasta aquí hemos llegado!, de un público joven de espíritu dispuesto a comenzar una nueva era. Asimismo en las tres unos políticos de distintos partidos comprometidos con la gente, dispuestos a reiniciar la marcha de la sociedad. Eso también es un dato a tener muy en cuenta. “Todos nuestros sueños nos esperan en nuestro camino” –es una libérrima traducción de un fragmento de Aguas Turbulentas, de Simon y Garfunkel. Algo que en una sociedad con las aguas agitadas como la actual, siempre llena de esperanza y optimismo.

Claro que para eso hay que inventar la vida de nuevo, pero en ello estamos.


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Monday,16 mar 2009 20:24:17 GTM
<![CDATA[Triunfo y caída del capitalismo]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,904

José Membrive

José Membrive

Es muy posible que gran parte del inmenso capital que, con impuestos y sacrificios de los ciudadanos, los gobiernos están aportando para sanear la economía, acaben en paraísos fiscales. Es, como si para salvar la economía, tirásemos los millones a los contenedores de basura. Y la metáfora no es muy descabellada: analizando el índice de grandes empresas que negocian en paraísos fiscales, hemos de concluir que dentro de sus dirigentes hay mucha basura humana.

En España 20 de las 35 empresas del Ibex 35 operan o tienen sociedades radicadas en paraísos fiscales incluidos en la lista de la OCDE, según datos relativos a 2007 del observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, que analiza las memorias anuales de las grandes compañías españolas. Entre ellas se encuentran los principales bancos: Santander, BBVA, Banesto, Popular y Sabadell los cuales tienen actividad en lugares como las Islas Caimán, Bahamas o la Isla de Jersey.

En Estados Unidos, un informe del Congreso americano cifra, en enero pasado, en un 83% de las empresas made in US con divisiones o sucursales permanentes en paraísos fiscales o centros off-shore. Entre otras, Citigroup, Morgan Stanley o Bank of America, todas ellas beneficiarias de los 700.000 millones de dólares del plan de rescate bancario aprobado en los últimos meses de la Administración Bush para hacer frente al colapso de los mercados del pasado mes de septiembre.

Todo una fuga de recursos de las arcas federales que coincide en el tiempo con el presupuesto con mayor déficit del país -que superará los 1,5 billones de dólares, superior a la economía española, al término del próximo ejercicio fiscal- y con la petición de la Reserva Federal de mayores recursos de los contribuyentes para auxiliar a la banca estadounidense. Por si fuera poco, los paraísos fiscales atesoran 7 billones de dólares de riqueza, el equivalente al 13% del PIB mundial, circunstancia que propicia que Bermudas ostente la mayor renta per capita del planeta.

Además, este cheque al portador de territorios con fiscalidad benévola triplica los 2,2 billones de dólares en los que el FMI calcula los activos tóxicos bancarios aún sin extirpar y que agudizan la mayor recesión global desde la Segunda Guerra Mundial.

Cuando la corrupción afecta a más del 80% de las grandes empresas del país que lidera el capitalismo y casi el 60% de un país secundario como el nuestro hay que hablar sin ningún tipo de duda de corrupción generalizada del sistema productivo y financiero, corrupción que comenzó a acelerarse hace veinte años. Esto quiere decir que, si se aplicara la justicia con equidad, la mayor parte de los grandes empresarios y banqueros deberían de estar en la cárcel.

Justamente desde que la caída del Muro de Berlín rubricó el triunfo del capitalismo sobre el sistema socialista. Cuando, ya sin sombra de oposición, los dirigentes del mundo occidental con Thatcher a la cabeza, se lanzaron sobre la yugular de la sociedad del bienestar y sobre los sindicatos.

Isla de Jersey (foto wikipedia)

Isla de Jersey (foto wikipedia)
 
Y es que es sólo el triunfo y la posterior aplicación del pensamiento sin tapujos ni oposición de cualquier líder o concepción política puede determinar la valía o no del sistema que defiende. En este sentido es curiosa la diferencia de actitud de los líderes cuando necesitan el apoyo de otros partidos para sacar adelante sus proyectos que cuando gobiernan por mayoría absoluta. Felipe González y Aznar lo ejemplifican bien.
 
También el comunismo triunfó en Rusia, China y países satélites. La plasmación de las científicas ideas de Marx, la victoria sobre los zares constituyó el comienzo de su naufragio. Y es que, bajo mi punto de vista, uno no puede fracasar verdaderamente sin haber triunfado antes. Quienes murieron en defensa del proyecto capitalista, fascista o socialista no fracasaron: morían por la esperanza de un mundo mejor, incitados siempre por quienes se harían con el poder. El triunfo de Hitler en Alemania constituyó la debacle radical del movimiento nacionalista (aunque el mundo esté sembrado aún de jefezuelos de esta índole). El vencedor absoluto de este belicoso triángulo ha sido el capitalismo que, desde la caída del Muro de Berlín, eliminado todo rastro de enemigo, se lanzó a convertir sus convicciones en hechos.

Es cierto que la postvictoria es más difícil que la postderrota. El arrollador desfile de las tropas fascistas por los países colindantes permitió que el mundo, horrorizado, pudiera contemplar lo que había detrás de las seductoras palabras de Hitler.

También muchos consideran que el comunismo no murió envenenado de sí mismo, sino de burocratización. Pero los campos de concentración, el holocausto y los crímenes soviéticos, las torturas en Irak, las cárceles ilegales y la “cárcel de concentración” de Guantánamo se han perpetrado en pleno triunfo de sus presupuestos ideológicos.

El último fracaso, no menos patético y criminal que los anteriores, está siendo el del capitalismo cuya secuela de consumismo compulsivo está propagando el hambre, la desertización y el deterioro del planeta.

El fin del capitalismo no puede estar siendo más patético: la imagen de botarates billonarios, estafándose mutuamente con paquetes hipotecarios contaminados, para agrandar más y más sus réditos hasta hundir el sistema que los enriquece, da la medida de un cretinismo mental difícil de creer.

Pero todo tiene sus ventajas. La acelerada putrefacción que, desde los “paraísos” capitalistas se está extendiendo hasta la médula del sistema, nos permite, ya sin ningún tipo de duda y oxigenados por la esperanza, comenzar a poner en marcha, sin prisas, sin odios, sin sangrientas revoluciones, otro sistema de relaciones humanas que recoja las aportaciones de los sistemas difuntos (los derechos humanos, la aspiración a la justicia universal) y aportando sus propios ingredientes (podrían ser: la consideración de los afectos humanos por encima del necio economicismo) ponernos a la tarea ilusionante de construir un mundo nuevo.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Wednesday,11 mar 2009 23:8:50 GTM
<![CDATA[La rebelión de los calcetines]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,886

José Membrive

José Membrive

Mi relación con los calcetines tiene mucho que ver con mis relaciones afectivas. Mi amiga Rosa dice que el pie simboliza el pene y el calcetín... A mí me halaga la idea de tener dos penes en funcionamiento simultáneo, pero tengo un problema: mucho antes de conocer todos los galimatías psicoanalíticos yo era el hazmerreír por mi tendencia a vestir calcetines dispares. En la adolescencia mi escena de terror favorita era cuando veía a los de la mesa de al lado darse con el codo mientras señalaban hacia mis pies. El círculo de las sonrisas se iba agrandando como las hondas concéntricas del agua hasta llegar al profesor. Recuerdo que uno de ellos, el más sensato, don Nicanor Nasarre Narriga, me pegaba la bronca, no por llevar calcetines impares sino por la suciedad de mis zapatos. Eso es mucho más lógico.

Yo lo achacaba a que al levantarme no tenía afinado el sentido para distinguir los colores, a menudo parecidos, de los cinco o seis pares de calcetines que se refugiaban bajo mi cama durante semanas, pero en realidad era que estaba totalmente convencido de que la diferencia o similitud cromática de mis calcetines no aportaba absolutamente nada a mi vida.

Con el tiempo tanto compañeros de clase como después alumnos se acostumbraron de tal manera que mi insistencia en la irregularidad me hizo digno de ganar esa cuota de libertad: poder llevar calcetines de distinto color sin que nadie se riera. Mi supuesto despiste me ahorra la disquisición absurda.

Pero los vicios van ganando terreno poco a poco. Un día en mitad de clase, mientras explicaba entre dos pasillos de mesas me di cuenta que cojeaba un poco y que al caminar un zapato hacía mucho más ruido que otro. Cuando miré vi que calzaba dos zapatos totalmente distintos, uno negro con amplia suela de goma y otro marrón con la suela afilada. Los chavales habían tenido la delicadeza de no reprocharme nada y yo correspondí a su delicadeza siguiendo la explicación y saliendo lanzado al coche cuando terminé. Volví a casa y me calcé como Dios manda. También mis compañeros de claustro han tenido que hacer la vista gorda a más de una aberración mía –hábilmente justificada como despiste, como aquella vez que, para evitar un repentino estornudo, me metí la mano en el bolsillo tan rápidamente que al llevarme el supuesto pañuelo a la nariz se enganchó en el filo de la mesa y quedó (mejor dicho quedaron) extendidas sobre ella unas braguitas blancas. Me callo la interpretación de mi psicoanalista. Lo peor fue que me tuve que limpiar con la manga porque me dio un poco de reparo restregar mi nariz en aquella prenda ante las carcajadas de quienes se dieron cuenta (afortunadamente sólo tres).



Pero el asunto va de calcetines y no me quiero desviar ni un pelo, porque estoy hasta la punta de los pies de sus caprichos. He de decir que tengo un primo trabajando en Punto Blanco que me provee de bastantes pares aunque siempre con algún desperfecto casi imperceptible. Mi permisividad excesiva en cuanto al emparejamiento de ejemplares de diferente color, tamaño y estación, puedo decirlo con toda rotundidad, ha sido un factor decisivo en las dos separaciones de pareja que he celebrado en mi vida.

-“O yo o tu anarquía” curiosamente. Puesto en esta disyuntiva, yo siempre (al menos conscientemente) optaba naturalmente por ellas y llamaba al orden a mis calcetines, pero su constancia en el desorden (ahora ya sé que la culpa es de los calcetines y no mía) hizo que me abandonaran.

Cuando la editorial comenzó a subir, mis colaboradores más cercanos me presionaban: traje, corbata y calcetines del mismo color; pero no fue hasta que perdí la publicación de un best-seller porque su autor, un belga vestido por altas costureras, se largó del local si firmar el contrato en vista del desorden reinante.

-De este local no puede salir un buen negocio… -y se largó tranquilamente.

A partir de ese día fue cuando decidí poner orden en mi vestuario y comencé por los calcetines: a buscar parejas. Pero fue demasiado tarde. Cincuenta calcetines campando a sus anchas por un amplio cajón no se doblegan así porque sí. De todas maneras, los hay de distinta naturaleza. Tras una meticulosa búsqueda, puestos sobre la colcha, conseguí identificar claramente nueve parejas. Los treinta restantes quedaban divididos, unos cuantos debajo de la cama, otros en la canasta de la ropa sucia, otros supuestamente en la lavadora, algunos tendidos y otros en el cajón.

Metí a las parejas reconstituidas en un cajón aparte, doblados sobre sí mismos como una maldición. Los demás se negaban a volver al matrimonio monogámico. Unos, que claramente habían sido parejas en tiempos remotos, habían evolucionado diferentemente: uno tenía un leve matiz rojizo al ser lavado con la bufanda aquella que destiñó. Su pareja, sin embargo, compartió orgía con un jesey azul que, por cierto, encogió un montón cuando dejó su mancha de tinta sobre sus compinches de lavado.

Pero los más es que se negaban, simplemente, a ser identificados. El cambio de pareja, el coqueteo con uno u otro pie… qué sé yo. Lo único que constato es que el cajón de los “singles” –creo que se llaman ahora así- crece y crece y que las parejas, al ser extraídas de los pies ruedan hacia diferentes rincones bajo la cama para engrosar distintas tandas de lavado y es que cuando se conoce la libertad y la compañía multicolor, difícilmente vuelve uno a conformarse con la monotonía de la pareja impuesta. Por cierto, ¿quién fue el hijo de perra que dictaminó que siempre los dos pies tendrían que compartir calcetines idénticos?


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Monday,16 feb 2009 18:49:15 GTM
<![CDATA[Los sin techo de Miguel Rubio: la vida después de la muerte]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,858

José Membrive

José Membrive

Dicen que el Cid Campeador ganó una batalla después de muerto. Para ello tuvieron que colocar su cuerpo sobre Babieca y hacer que éste se lanzara contra los musulmanes. No es un caso único. Luther King, el luchador contra la discriminación racial en EEUU, acaba de ganar una batalla electoral muchos años después de su muerte. Los numantinos erigieron una leyenda y con ella un espíritu que sigue ganando batallas después de siglos.

Recientemente unos desarrapados se han rebelado contra su propia muerte y la han vencido: Chris, Gustavo, La Sorda y unos pocos más, se hundieron mientras Miguel Rubio, trabajador social, se esforzaba por evitarlo. Él también pudo sentirse fracasado al verlos hundirse irremisiblemente. Pero la muerte de este grupo de marginados no constituyó su final, sino el inicio de la victoria. Inocularon su vida, su espíritu en uno de sus allegados que tuvo el don de revivirlos en unas páginas memorables.

Curiosamente, cuando esta novela llegó a la editorial también nos dábamos por muertos: la quiebra de un par de empresas distribuidoras nos habían puesto más que al borde de la tumba empresarial. Los sintecho nos hicieron surgir de nuestras propias cenizas y nos arrastraron hacia su gloria final. Afortunadamente estos “desafortunados” muertos nos insuflaron su aliento. Y es que, conforme uno va conociendo algo más de la vida, la frontera entre la victoria y la derrota, entre la muerte y la vida, es cada vez más borrosa.

Miguel Rubio: Ahora que estamos muertos (Ediciones Carena, 2008)

Miguel Rubio: Ahora que estamos muertos (Ediciones Carena, 2008)

Ediciones Carena apuesta siempre por los que menos voz tienen. Nuestra línea narrativa se ha consolidado en dos direcciones: una social y otra humorística. En realidad son dos caras de la misma moneda. Dos maneras de cuestionar algunos de los presupuestos ideológicos que, en nuestra sociedad, dan cobijo a la injusticia.

Pero tenemos claro, que antes de su contenido social o contestatario, la novela ha de ser una obra de arte independientemente de su tema y de las intenciones que impulsen al autor. Ahora que estamos muertos, además de ser un vivo documento social de primer orden es una epopeya literaria, incluso si le aplicamos los más severos preceptos clásicos: de unidad de tiempo, de espacio y de acción. La novela empieza al amanecer y acaba por la noche, con la misma frase con la que comienza. Se trata de un día en la vida de sus protagonistas que se entrecruzan, en el mismo espacio: Madrid. El estilo también es clásico: directo, transparente y condimentado con unos diálogos vivos, crudos como el presente de los protagonistas.

Quienes dentro de quinientos años quieran conocer la manera de vivir de los menos afortunados de nuestro tiempo tendrá que recurrir a novelas como esta. Quienes simplemente quieran deleitarse con una obra de arte humana, redonda, también recurrirán a esta novela.

Miguel Rubio

Miguel Rubio

Esta es la principal aspiración de nuestra editorial. Yo siento atracción especialmente por las novelas en las que el autor “desaparece”, los personajes se adueñan del escenario y fluyen, viven, sienten, hablan, sin mediador alguno. Este también es el caso de Ahora que estamos muertos. Si además estos personajes son los derrotados, aquellos cuya sola presencia golpea el falso espejismo de “sociedad del bienestar”, mucho mejor. Todo lo que sea acabar con los malos entendidos, falsedades sociales y autoengaños, nos aproxima a la realidad y a lo mejor de nosotros mismos. Es la literatura predilecta en Carena. Ahora que estamos muertos sigue la estela de Los hijos del Ararat (sobre el silenciado genocidio armenio), El abrazo de Fatma (sobre las tragedias ocasionadas en Mauritania por las “silenciadas” guerras interétnicas) y de la recientísima La Escuela Rota, sobre el racismo y la exclusión social creciente que asola nuestro sistema escolar.

Un valor extra de Ahora que estamos muertos es que tanto el espacio como el tiempo son muy cercanos. Se trata de un tipo de literatura que, aunque formalmente pudiera parecerse al reportaje -tan de moda en la actualidad- tiene poco que ver con él, o al menos, lo separa una diferencia esencial: el reportaje lo escribe un periodista que pasaba por allí, utilizando las imágenes e historias de los afectados y en este tipo de literatura son los personajes los que hablan utilizando al escritor.

Literatura de alto voltaje. Pálpito social. Drama. Vida. Humor. Humanidad. Belleza. Desgarro. Todo está presente, hablándonos, zarandeándonos la conciencia con unas voces tan claras y contundentes que nos hacen creer que somos nosotros los que, cadavéricos, nos desplazamos sin chispa de vitalidad, de ahí que, después de leída la obra uno tenga la sospecha de que los verdaderos muertos son los que aún no hemos traspasado el umbral que ya habitan estos egregios resucitados.


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Monday,12 ene 2009 19:20:36 GTM
<![CDATA[Crisis]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,820

José Membrive

José Membrive

CRISIS

Esta es la historia, señores,
de un banquero afamado
que se ha hecho millonario
con un negocio arruinado.

Como no es suyo el dinero
y él se asigna su salario
y se endosa los millones,
cobra por operaciones
-aunque sean ruinosas-
suculentas comisiones
y nadie ha de controlarlo
ni le pide explicaciones
se ha hecho dueño y señor
del dinero del cliente.
Se lo fundió el indecente.

Cuando nos dejó sin blanca
hizo subir intereses
hipotecamos la casa
que ahora ya le pertenece
y humillados le pedimos
que por su bondad nos preste
del dinero que le damos.

Como no sube el salario
proliferan los impagos
y encima sale el mamón
y nos pega la gran bronca
mediante televisión
por habernos endeudado
comprando lujosas casas
de treinta metros cuadrados.

-Viene una crisis muy grande
o me inyectáis más millones
u os mataré de hambre
y si dejáis de pagar
os habré de desahuciar
¡Consumistas, indecentes
que abusáis de mi bondad
que adquirís comida y ropa
por mero instinto animal
comedores compulsivos
que malgastáis mi dinero.

Y me pedís más y más.
Subiré los intereses
hasta más allá del cielo
y ay de aquel que no me pague
porque secuestro a su madre
y a mí no me cuesta nada
hacer que el gobierno instaure
el derecho de pernada.

-Por favor, señor banquero,
nos os enfadéis con la plebe
yo pagaré con sus sueldos
el dinero que os debe.
-dice el jefe de gobierno.
Y da órdenes a Hacienda,
moviliza el ministerio
para que saque la pasta
de donde siempre, del pueblo.

La gente no puede más
no le alcanza ya el dinero
mas, la solución ya está.
Ha decretado el gobierno
millones para el banquero.

Que aprenda: despilfarrar
tiene el más sonado premio
que jamás pudo soñar:
miles de millones vuelan
del bolsillo popular
para premiar su avaricia
sus fraudes y su inconsciencia.

Y para el pueblo, paciencia
y que aprenda que el ahorrar,
el ser honrado y legal
conlleva la penitencia
de tenerle que pagar
al rico su incompetencia.


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Tuesday,4 nov 2008 10:19:1 GTM
<![CDATA[Amor más acá de la muerte]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,814

José Membrive

José Membrive

Padezco envidia enfermiza
cuando escucho proclamar
que medio mundo anda loco
de amor por la otra mitad.

Todos, menos yo, encontraron
a la persona ideal
de mirada embelesante,
de sonrisa angelical
a mil años-luz-belleza
de la segunda en beldad.

Mis ojos son tan vulgares
que al conocer diosa tal
la suelo ver presumida,
inculta, cursi, vulgar
y me marcho avergonzado
de mi atrofia visual.

-Es único, ellas proclaman
hecho a sí mismo, además
bello, de acción, jamás duda
pisa fuerte a los demás.

-“Sesenta-noventa-treinta
(o algo así, oigo graznar).
Es la miss de su escalera,
viste a la moda total.
Por ella daría mi vida
Y mataría a los demás.

¿cómo todos son más guapos
con respecto a los demás?
Es un misterio más grande
que el uno y trino eclesial.
Cuando veo hervir las calles
de gente hosca y vulgar
me pregunto ¿dónde viven?
los novios de los demás

Yo una vez me enamoré
para decir la verdad
cuando estaba más perdido
que una aguja en un pajar.

-Te quiero como a mi vida
Nunca sentí nada igual
Mi amor es puro y por siempre
No te dejaré de amar
Tú eres para mí la Virgen
en perfección y en bondad.
(calcado de lo que dicen
los novios de las demás)

-Acepto, dijo mi virgen
-ante mi éxtasis total-
seré tu esposa sagrada
tú mi sanjosé serás
procurarás mi sustento
y el de la prole, además
y recuerda la Escritura
no habrá coyunda carnal
entre nosotros, te anuncio
que a la hora de engendrar
vendrá un Espíritu Santo
que ocupará tu lugar.

No sé cómo ni por qué
aquel amor celestial
en menos de cuatro meses
consumió su eternidad.

Desde entonces hasta ahora
no he vuelto a encontrar, jamás
otro amor maravilloso
como suelen los demás.

Veo mujeres que pudieran
combatir mi soledad
otras traerían a mi cama
ración de placer carnal
con sus luces y sus sombras,
sin romper con lo normal
a diferencia de aquellas
amantes de los demás
perfectas, mágicas, únicas
de eternidad trimestral
que abundan como la arena
de una playa fantasmal.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Wednesday,29 oct 2008 13:53:22 GTM
<![CDATA[El Parlamento catalán y la deshumanización de la política]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,807

José Membrive

José Membrive

(Para Jose Manuel Ordás a quien deseo un paraíso digno de su bondad)



"II. ¡En el cielo del hombre, todo el mundo canta! Quien no cantó en la tierra canta allí. Quien no sabía cantar en la tierra, sabe cantar allí. Este canto universal no es casual ni ocasional, ni suavizado con intervalos de quietud. Sigue y sigue durante todo el día, durante todos los días, durante doce horas cada día. Y todo el mundo se queda allí, mientras que en la tierra el lugar se vería desierto en dos horas. Y se cantan himnos exclusivamente. Mejor dicho, se canta un solo himno. Las palabras son siempre las mismas, aproximadamente una docena en número, sin rima, sin poesía: 'Hosanna, hosanna, hosanna, Señor Dios de los Ejércitos, ¡rah! ¡rah! ¡rah! ¡siss! - ¡boom!... ¡a-a-ah!' - Mark Twain

Decididamente, cuando me muera quiero que mi alma vaya a reposar eternamente a un escaño del Parlament de Cataluña. Hasta ahora prefería el cielo. Siempre había soñado con pertenecer a los elegidos que loan eternamente postrados ante la magnificencia de un retablo cuyo centro está ocupado nada más y nada menos que por la Santísima Trinidad con el Espíritu Santo en vuelo permanente sobre la egregia melena blanca en forma de triángulo del Padre que mira absorto al hijo sentado entre San Pedro y María, estrechamente vigilado por san Juan, flanqueados por el resto de apóstoles, a su vez flanqueados por los mártires, a su vez flanqueados por los santos, a su vez flanqueaos por las vírgenes coronadas de infinitas sotanas negras correspondientes a sus directores espirituales... bajo el halo protector de ejércitos de querubines, arcángeles y ángeles de a pie que vigilan la manera en que los elegidos, formando parte del coro celestial ejecutan sus himnos de eterna loa y alabanza exentos de pagar derechos de autor, hipoteca, libres de toda miseria corporal y humana, horros de la maldita afición a comer, vestirse, desnudarse… esa herencia bestial que los humanos no escogidos aún tienen que arrastrar. Solo atentos a alabar la divina esencia del creador del espíritu mundial o (y aquí viene mi duda) nacional.

¿Qué es lo que me ha hecho cambiar de idea? Sencillamente la constatación de que muy cerquita, en el parque de la “Ciudadela” existe un paraíso parangonable al cielo católico y con alguna que otra ventaja. Básicamente se trata de lo mismo: entonar eternas alabanzas al espíritu del pueblo impreso en su Biblia estatutaria y rezar en lengua pura y propia advertencias contra el acecho enemigo. Al igual que los coros arcangelicales, los padres de la patria catalana vigilan a los orantes para que ninguno se descarríe contaminando sus rezos o su espíritu con materialismo ciego o el vicioso instinto.

El sábado, 11 de octubre de 2008, cuando otros líderes contaminados por el materialismo aparecen en la prensa demacrados por la caída de la bolsa, por el paro que atosiga, por las hipotecas que asfixian o por la asquerosa subida de los precios, de nuestro Parlament emana una flor, a modo de jaculatoria, en que recuerda a los padres putativos que han de informar a sus hijos sobre su paternidad no biológica. En el bien entendido de que sólo afectará a aquellos cuyos padres queden fuera de las fronteras exteriores, nunca a los hijos nacidos fuera de la frontera matrimonial. Es necesario que los portadores del plus del pecado original sean conscientes de ello para poder aplicarse sus purgas purificadoras si más tarde quieren entrar en el templo.

Sede del Parlamento de Cataluña

Sede del Parlamento de Cataluña

Menos espectacular que el hipotético cielo, sin embargo, lo que me hace inclinar mi voluntad a favor de que mi alma descanse en un escaño del Parlament catalán es que éste existe. No has de creer o fiarte de las alucinaciones de Santa Teresa. Basta con sintonizar con TV3 y ¡zas!, el paraíso a cuatro pasos, en vivo y en directo. Y es perfecto. Es decir muerto. Siempre la misma loa, siempre la misma canción. Siempre la misma imagen: eternidad pura y dura.

Como el paraíso católico, el catalán está poblado sólo de elegidos y por sus contornos merodean los ángeles negros con su tridente, tratando de robar cándidos patriotas para engrosar las calderas de Pedro Gotero. Y al igual que Luzbel se infiltra en las propias filas católicas, los enemigos de Cataluña, según Mosen Montilla, miembro de la santísima trinidad partidista, están infiltrados en Cataluña y son todas aquellas legiones de degenerados que el día D, renegaron de votar el Estatut y que, pese a lo que su carnet de identidad diga serán arrojados a los arrabales sociales de la incatalanidad. Por cierto que un miembro de la propia catalanísima trinidad votó también en contra.
El Parlament, como el paraíso cristiano, tiene claro que en su seno no ha de haber cancha para lo mundano, biológico, instintivo… animal en definitiva. Aquí obviamos lo mundano como parte denigrante de las gentes de baja estofa social . Lo divino, lo político es tema exclusiva. Ya en los comienzos quisieron manchar nuestro Parlament tratando de que en él se hablara de la Banca Catalana. Afortunadamente la oración masiva de nuestros fieles “Gonzales i Guerra ofenen nostra terra” conjuró el espíritu satánico.

Es cierto que también un president nuestro tuvo un atisbo de debilidad y, mientras se debatían temas sagrados, se le escaparon tres palabras: “tres por ciento” de clara inspiración diabólico-materialesta. No hace falta decir que se arrepintió muy mucho y lavó su lengua con lejía. Eso suma otra ventaja. Que no estaremos muchos ocupando escaños, no habrá overbooking fantasmal en nuestro Parlament porque más del cincuenta por ciento de la sociedad catalana vive en pleno delirio, distraído de su misión esencial, poseído por los más viciosos instintos que tienen que ver con la gula (obsesión por comer) lujuria, hedonismo etc.. que los llevan encenagarse de un materialismo muy ajeno al ser esencial representado en nuestro parlamento.

Pero hay otra ventaja, la que me ha hecho inclinarme por el paraíso catalán de la Ciudadela: no es preciso estar definitivamente muertos para formar parte del colectivo. Cuando uno ingresa en el cielo no hay vuelta de hoja. Sin embargo, uno puede ingresar en el Parlament Catalá: levitar durante la mañana loando y loando el espíritu ancestral, lejos de todo materialismo e impureza, en completo resguardo del peligro de escuchar cualquier ametrallamiento lingüístico con fonética castellana y luego, salir por la tarde, poseído de esa amnesia que cubre a quienes pisaron el más allá y tomarte unas copas servidas por un camarero ecuatoriano sin que te envenenen la sangre. Es más uno puede negociar no ya el tres por ciento, sino el siete y el ocho. Uno puede, incluso quejarse de que la vida está muy cara y largarse a dormir con una brasileña. Todo eso puede hacerse con la sola condición de que, una vez cadaverizado de nuevo en el Parlament, se haya olvidado totalmente. Y esta es mi esperanza. Espero que, al igual que los políticos, resucitan cuando abandonan sus escaños, así, yo me pueda escaquear de mi nicho parlamentario. Así, la eternidad, debe ser más divertida.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Monday,13 oct 2008 13:8:29 GTM
<![CDATA[Perplejidad catalana: El nacionalismo como discurso único en Cataluña]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,787

José Membrive

José Membrive

A estas alturas, después de treinta años de transición pocos dudan que el president Pujol ejerce de Cronos que va devorando sucesivamente a todos sus sucesores: ninguno ha logrado decir nada no dicho por Pujol y todos, tanto sus dos sucesores en la presidencia como los portavoces de los demás partidos, incluido el PP, se mueven dentro de las coordenadas políticas implantadas por este hábil político con una particularidad, cuanto más tratan de imitar su glorioso papel, más se empequeñecen.

Su sucesor directo, Maragall, quiso superarlo encarnando ante el mundo la imagen pujoliana de una Catalunya sufriente (el propio Maragall comparó a Cataluña con una mujer maltratada) a la que, ignorando su naturaleza sagrada, impíos soldados del imperio, la habían coronado de espinas. Buscó el mejor escenario y el mejor aval que certificaba un catalanismo más puro. Pues bien, su auto sacramental no pasó de episódico esperpento. No obstante Maragall no fue devorado directamente por Pujol, sino por uno de sus imitadores más preclaros: Carod-Rovira a quien le fue reconocida la capacidad para certificar el grado de catalanismo, es decir de la legitimidad política, entre los demás.

José Montilla también ha querido superar al maestro en el único terreno que podía: en el de la aplicación de la política lingüística ofreciéndose como chivo expiatorio al borrar de su memoria sus propias referencias culturales y de clase. En este aspecto, la labor de Pujol, fue muy notable porque en muy pocos años creó el sistema institucional catalán a medida de su ideología nacionalista: en las instituciones, incluida el Parlament, sólo cabe una lengua y sus límites y finalidades están determinados por dicha ideología.

La catalanización pretendía organizar la sociedad como una institución más y se llevó a cabo de una manera casi eficaz y relativamente respetuosa, porque Pujol, en pago del esfuerzo de los emigrantes, regaló la carta de catalanidad a todo aquel que vive y trabaja en Cataluña, al margen de la lengua que hable. Algo que, mentalmente, le viene muy grande a todos sus epígonos. Cuando uno oye hablar a Mas, Carod o al mismo Montilla aludiendo a los catalanes, jamás duda de que entienden por tales a quienes, indistintamente de su origen, hablen el catalán y defiendan los intereses de Cataluña a la manera en que ellos lo conciben, es decir militando como catalanistas.

El frenazo y posterior retroceso se cifra en que ahora conocen el catalán más del 98% de quienes habitualmente viven aquí; pero solo lo hablan en torno al 50%. La lengua en que se expresa normalmente y por propia decisión el 50% de los ciudadanos está proscrita de facto en las instituciones catalanas y sus políticos, en lugar de pararse a analizar las razones emprenden una huida hacia adelante satanizando la lengua de una manera tan burda que no sólo consiguen el efecto contrario, sino que están abriendo una importante brecha entre la política y el 50% de los ciudadanos.



El PSC en la ofrenda a Rafael Casanova el 11-9-2008 (vídeo colgado en YouTube por criterio)

Por ejemplo, Jordi Pujol, que expulsó el castellano de muchas instituciones catalanas, jamás habría hablado del castellano con la zafiedad que se expresaba Piqué, líder del partido más españolista de Cataluña al declarar que él jamás caería en la provocación e impostura de hablar castellano en el Parlament.

Bajo mi punto de vista, el político que más lejos ha llegado en el terreno de la prédica lingüística ha sido Montilla, al quemar simbólicamente su lengua, su cultura y las referencias a la clase obrera que, en su tiempo le sirvieron de aval, en el ara parlamentaria dedicando el último congreso socialista a enaltecer el catalán y silenciando la enorme aportación de la cultura y la lengua castellana en la consecución de la democracia a través de líderes obreros. Pero en este congreso no sólo ha silenciado la valiosa aportación de los castellanohablantes, relegando el uso de esta lengua al imaginario nacionalista (ser la lengua de los invasores y del franquismo) sino que se ha obviado también la clase trabajadora como referente (y de aquí su otra gran renuncia: quemar su propia experiencia y la de los cientos de miles de trabajadores que, como él, contribuyeron a la democratización), para otorgar el protagonismo en exclusiva a la burguesía catalana.
Montilla ha tenido que expiar sus dos grandes “pecados”, su origen andaluz y obrero haciendo el trabajo sucio que difícilmente otro político se habría atrevido: justificando ante el parlamento la expulsión de intelectuales cuya capacidad nadie ponía en duda y, esto es muy importante, por el mero hecho de expresarse en la lengua “impropia”. No es que los otros no lo hayan hecho, pero a ningún político se le ha pedido que verbalizara en el Parlament algo que va en contra de los más elementales derechos: la posibilidad de hablar en cualquiera de las dos lenguas oficiales.

Pero, al margen de detalles y renuncias lo que caracteriza a Cataluña, bajo mi punto de vista, es que ningún político, ningún partido, ningún sector social ha sido capaz de montar un discurso alternativo al nacionalismo pujolista. Políticamente, decir discurso único equivale a pensamiento único y eso quiere decir que el discurso nacionalista, es el único que legitima a su emisor a hablar en nombre de Cataluña.

Ni Carod, ni Mas, ni Montilla: jamás he oído a ninguno de ellos relacionar su discurso con los intereses de sus votantes. Porque en la Cataluña de discurso único hay un interés único que se supone, nos hermana a todos los catalanes, frente a los no catalanes. Jamás he oído en ningún mitin político de la izquierda criticar, por ejemplo a los banqueros o a las grandes multinacionales catalanas.

Es por eso por lo que cada año, un grupo de personas que se arrogan la facultad de interpretar la biblia nacionalista, forman su tribunal junto a la tumba de Casanova y abuchean a quienes desfilan no en función de sus ideas más avanzadas o menos, no en función de los logros sociales de cada formación, sino en relación a si han sido o no traidores a Cataluña, la única vara política de medir a sus ciudadanos… y, según ellos, la inmensa mayoría suspendemos.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Monday,15 sep 2008 20:12:16 GTM
<![CDATA[La Expo de Zaragoza 2008 como antídoto a la guerra del agua]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,778

José Membrive

José Membrive

Últimamente se afirma con una frivolidad que me espeluzna que la próxima guerra de la humanidad será por el agua. Y me asusta el simple hecho de aceptar con naturalidad la guerra como solución a algo.

Y me espeluzna porque cuando la Guerra Fría llegó a su fin también salieron profetas anunciando que las próximas guerras serían por motivos religiosos y efectivamente, en unos años, los grupos terroristas crecieron como setas, algunos de ellos respaldados y fomentados directamente por occidentales como Al-Qaeda y Hamas. El primero propiciado por la CÍA en Afganistán para combatir a los rusos y el segundo por Israel en Palestina para minar el poder de Arafat. Grupúsculos que, especialmente el primero, han venido a cubrir el vacío bélico dejado por el fin de la Guerra Fría y que, careciendo de ejército, han crecido lo suficiente como para derivar millones de dólares a la industria de la guerra y a las potentísimas empresas privadas norteamericanas que están apadrinando ejércitos de mercenarios para lucrarse a costa de los conflictos.

Es difícil justificar una guerra por motivos religiosos. Comienzo por la evidencia de que la religión pertenece al ámbito espiritual de cada cual y que en ese ámbito es muy difícil justificar la muerte de un semejante por motivos doctrinales. Claro que no hace falta saber mucha historia para reconocer que las guerras siempre se declaran con una excusa y se libran por unas causas que nada tienen que ver con las excusas.

Cuando los occidentales atacamos Irak, se llegó a reconocer más o menos subrepticiamente que, en realidad, necesitábamos el petróleo para continuar con el progreso.
-Tú estás contra la guerra de Irak, pero cuando tengamos el petróleo más barato también te aprovecharás, igual que los esquiroles en las huelgas.

Pues bien, la guerra se libró, al parecer la ganó occidente y los precios se han disparado. La guerra de religiones ahondó más en las distancias y en los odios entre musulmanes y cristianos y la del petróleo (que en el fondo era la misma) ha disparado los precios. Personalmente prefiero que cada país administre sus riquezas aunque estos países estén dirigidos por impresentables “Sadames” o conspicuos “Hugos”, a que dichas riquezas caigan en manos de multinacionales occidentales. No porque los occidentales sean más ruines, sino porque cada vez tienen más poder. Ni Hugo ni Sadam tenían poder para manipular el precio del petróleo, pero las grandes empresas occidentales sí. Y en estos casos siempre se ha demostrado que si alguien tiene poder para abusar acaba utilizándolo como es evidente en estos días.

Todo esto viene a cuento del miedo que me produce la expresión que se oye día sí y día también de que la próxima guerra será por el agua, tratando de justificar ante lo más mísero de la condición humana que tal método, aunque poco estético, constituye el camino para resolver “nuestro” problema. Hay muchos interesados en buscar otra excusa para otras guerras porque, como dicen, el órgano crea la función y esta sociedad ha creado un órgano amplio y poderoso que se alimenta de las guerras y que no va a ser fácil, aunque sí recomendable, extirparlo.

Torre del Agua (Expo Zargoza 2008)

Torre del Agua (Expo Zargoza 2008)

Ante esta lógica brutal, injusta y desastrosa de apelar a la guerra para solucionar el problema del agua yo opondría otra: la lógica de la Expo Zaragoza 08.

La visita es totalmente recomendable por infinitos motivos, el principal, para mí, es que uno se da cuenta de que hay miles de personas en cientos de países que se han tomado el problema en serio y que en vez de optar por la brutalidad, el poder, las bombas y la sangre, recurren a la inteligencia, a la ética, para, al hilo del problema del agua, reconciliarnos con la naturaleza.

No existe problema del agua, existe el problema de nuestra civilización depredadora de la naturaleza, envenenadora de ríos, aniquiladora de fuentes y de bosques. Todos los males que el hombre ha infligido al medioambiente son, por ahora reversibles. Tanto el poema del Cid escrito alrededor del año 1200, como el Quijote, compuesto a primeros del siglo XVII, describen ambas Castillas plenas de bosques con abundancia de lagos y fuentes. La repoblación del bosque destruido ha de ser una meta.

España está en el umbral de la desertización. Si aceptamos que la solución es la disputa del agua, sin cambiar los modelos de vida y de investigación, puede correr la sangre en vano porque cada vez tendremos menos agua para repartir.

Creo que hay un mandato en nuestros genes, el mandato del agua, que proporciona las soluciones a quienes saben leer, respetar y comprender la naturaleza y condena a la pobreza, al dolor y al sufrimiento a quienes, basándose en la brutalidad quieren adueñarse de la naturaleza y domeñarla.

Los dos días que estuve en la Expo fueron insuficientes para ver la enorme oferta, los ingentes esfuerzos que muchos países están acometiendo calladamente, pero bastaron para quedar impresionado por la riqueza de soluciones que los estudiosos ponen a nuestro alcance.

Son bastantes los pabellones a destacar, entre ellos el de España. No soy patriotero ni nacionalista pero al entrar el segundo día me sentí dichoso de pertenecer a un país que había condensado tantas enseñanzas, tantas imágenes tantas ideas en su pabellón y que había hecho posible tal evento.
Otros pabellones que hay que visitar con los ojos y oídos bien abiertos son los de Rusia, Egipto, Aragón, Andalucía… además de la Torre del Agua.

En fin, una auténtica gozada, un bello libro abierto, un despliegue de lo mejor que cada país puede ofrecer. Todo a unos cuantos kilómetros.

La única pega. Cierran el 15 de septiembre, creo que habría que alargarle la vida hasta que la inmensa mayoría de la gente lo haya visto. El visitante suele salir con las pilas a tope y con una renovada fe en la humanidad. Al menos eso es lo que yo he sentido. En resumen, la visita a la Expo de Zaragoza ha reactivado mi fe en la humanidad.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Tuesday,26 ago 2008 17:56:47 GTM
<![CDATA[El congreso fallido del PSC: la ocultación del castellano y de la cultura de las bases sociológicas del socialismo catalán]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,772

José Membrive

José Membrive

Llegan las vacaciones y, como mi economía vive una crisis crónica, me preparo para pasarlas donde siempre. Nunca planeo mis actividades estivales pero hay una que he practicado cada verano y, me temo, tendré que seguir practicándola por mucho tiempo. La defensa de aquellos españoles y catalanes que hablan el catalán frente a las tesis de la emisora de los obispos y los santos, moderadamente aceptada, de la dictadura lingüística que padecemos en Cataluña. Debates, todo hay que decirlo, que no conducen absolutamente a nada.

-Yo he dado clase en castellano durante treinta años en Cataluña y puedo jurar que jamás he tenido ningún problema –les juro.

-Tú no te enteras –me responden- ha salido una ley que fomenta la delación de profesores o comerciantes que no se expresan en catalán, que multa a quienes no rotulan en ese idioma.

Yo acepto que en este sentido el umbral mental de los políticos que tratan de impulsar estas medidas es más estrecho que el de la sociedad que sabe convivir lúdicamente a pesar de estos políticos.

Sinceramente, los políticos catalanes cada vez ponen más difícil su propia defensa. Acaba el congreso del PSC repitiendo lo de siempre: Cataluña es un territorio que tiene lengua propia (el catalán)… Y ahí queda. Ninguna referencia al castellano. ¿Lengua impropia? ¿lengua ajena?

La trampa es la de siempre, los políticos, que son como periodistas excelsos, se permiten hablar de todos los temas como si fueran auténticos especialistas. El resultado es una constante metedura de pata. En este sentido, atribuir a un territorio el uso del lenguaje es una figura retórica, de las llamadas, en este caso con suma razón, patéticas, y dentro de las figuras patéticas, se trata de una prosopopeya.

José Montilla

José Montilla

La RAE define como prosopopeya la figura que consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas acciones y cualidades propias de seres animados. Es claro que son los habitantes y no los territorios los que hablan, pero los políticos son conscientes de que no podrían afirmar que el catalán es la lengua propia de los habitantes de Cataluña, sencillamente porque no es verdad. En Cataluña, hay bastantes lenguas “propias” de sus habitantes. Una de ellas es el castellano, lengua materna de aproximadamente la mitad de los catalanes, entre ellos la de su presidente, por mucho que últimamente erradique de sus discursos toda alusión a sus orígenes, a su cultura y a su lengua. Allá él.

El castellano es la lengua materna de la inmensa mayoría de los votantes del PSC, y no merecen esa ignorancia sistemática en los discursos. El PSC, que ha defendido la memoria histórica, debería echar una mirada a su propia historia. He asistido a bastantes mítines del PSC y de otros partidos de izquierdas y en ellos intervienen casi siempre líderes que tratan forzadamente de expresarse en catalán sacrificando la eficacia de su mensaje a la forma en que se emite. Hace poco en los medios de comunicación se anunció a bombo y platillo que ya no se podría dar clase en la universidad si no se dominaba la lengua catalana. Siempre que sale una noticia así me acuerdo de Vázquez Montalbán cuando se preguntaba por qué para algunas funciones, como por ejemplo explicar una materia, se exigía el catalán y no se exigía, por ejemplo para jugar en el Barça y él mismo respondía: en lo que interesa que funcione se exige sólo una condición, que sean los mejores, en lo que no interesa que funcione se recurre a condiciones políticamente correctas, como por ejemplo que nadie pueda explicar en la universidad física cuántica si no sabe catalán.

En el reciente congreso, el PSC ha perdido una gran oportunidad de reconocer la labor de sus bases, de sus cuadros medios y de algunos de sus líderes. La emigración obrera en Cataluña siempre ha sido la columna y principal sostén para los partidos de izquierda, una emigración cuya lengua principal ha sido el castellano, una emigración que generosamente ha depositado su voto a partidos liderados, normalmente por dirigentes encasillados en la burguesía catalana. El doble lenguaje entre dirigentes catalanistas y sus bases engarzadas culturalmente con otros territorios de España, se ha practicado con acierto y moderación en el PSC, pero al fin y al cabo, el doble lenguaje tiene los días contados (y para muestra el botón de Esquerra). No estoy en contra de la colaboración entre las bases populares y el sector más progresista de la burguesía catalana. Hasta ahora han avanzado unidos. Incluso, con el encumbramiento de Montilla, pareció que al fin se iba a reconocer el papel de los emigrantes, de su cultura no catalana, como motor en la construcción de la actual Cataluña. Por su parte la emigración en Cataluña, hasta ahora nunca se ha planteado utilizar su enorme fuerza para reivindicarse a sí misma. Ha renunciado a figurar, ha adquirido otra lengua, se ha integrado en el proyecto de la nueva Cataluña, ha elevado a uno de sus líderes a la presidencia… y el resultado no puede ser más penoso. El líder abandona toda alusión a su propia lengua y a su cultura, y, con la pasión del neófito, se suma al tópico que suscriben las facciones más reaccionarias del catalanismo: subyugar la ciudadanía a la territorialidad. Seguir con la mentira, ya empachosa por repetida, de la lengua territorial. Renegar de su propia cultura, de la de sus padres, de la de los ciudadanos, olvidar a quienes lo han elevado al poder, abolir de un plumazo sus propias raíces culturales. Justificar en el Parlament, como hizo Montilla, el despido de una intelectual de unos medios de comunicación financiados con los impuestos de todos, incluida esa mitad de castellano-hablante, por utilizar la lengua de esa mitad de hispano-hablantes, que a su vez son mayoritarios votantes del PSC…  En fin, patético, como la propia política.

El president le ha dicho a Zapatero que lo quiere mucho pero a los catalanes mucho más aún. Pues bien, señor Montilla, no nos quiera tanto y respétenos un poquito haciendo memoria histórica. No le costará mucho. Intente recuperar su propio pasado o por lo menos, el de la mayoría de sus votantes.
 


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Monday,21 jul 2008 13:28:45 GTM
<![CDATA[El origen de la inmigración irregular. Los cayucos y las mafias occidentales]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,766 José Membrive

José Membrive

De nuevo el largo verano se queda sin “noticias”. Los políticos dejan de insultarse y se van a veranear juntos. Los malos datos de la economía hay que suavizarlos para que la gente se siga endeudando con más viajes, para así evitar la crisis del sector turístico. Hasta las noticias de cuernos entre famosos, empequeñecidas por los cuernos de los sanfermines, dejan de tener peso, tal vez porque el público, gozando de vacaciones en su gran mayoría ve más emocionante la posibilidad de ser protagonista de una infidelidad que de preocuparse por las infidelidades ajenas. Así que, también los famosos toman sus vacaciones durante las cuales, seguramente, pactarán los futuros escándalos, harán cuentas y se repartirán los dividendos y negociarán las exclusivas bajo el paraguas de un chiringuito playero.

¿Qué hacer entonces para seguir vendiendo periódicos y revistas del culo que, por un eufemismo absurdo denominan, del corazón? Los cayucos y los crímenes de género. ¿Qué sería de los noticieros, de la prensa, de las revistas veraniegas sin estos “chollos” informativos? Pero estos dos temas: la inmigración y la violencia en el hogar, son demasiado serios, tienen muchísimas implicaciones que no se quieren abordar. Por eso todos los medios dedican sus energías a desinformarnos sobre ellos, o lo que es lo mismo a ofrecer una información fragmentaria y manipulada. La felicidad siempre es relativa. Recordarnos que hay gente que da su vida por tener la posibilidad de vivir como nosotros siempre es un halago y un motivo para que dejemos de quejarnos.

Centrándonos en el tema de la inmigración, a lo más que llegan nuestros medios de comunicación es a hablar de las mafias oriundas que organizan estos viajes hacia el infierno. Pero nunca hablan de las otras mafias: el entramado de mafias empresariales, europeas, norteamericanas y chinas, que están chupando la sangre de África. Uno de los continentes más ricos en recursos naturales.

¿Qué son los cayucos? ¿de dónde vienen? ¿quiénes los traen? ¿por qué emigran precisamente ahora? Todas estas preguntas están respondidas con una claridad espeluznante en un artículo que Alex Aguilar, investigador de los orígenes de los movimientos migratorios y del cambio climático, publicó el 18 de septiembre de 2007, en la edición española de Le Monde Diplomatique (Sobrepesca y migración en el África subsahariana). Lo que expongo a continuación no es otra cosa que el extracto de algunas de sus ideas. Centra su análisis en Senegal y Mauritania que poseían uno de los caladeros más fecundos en pesca del Atlántico –escribo poseían- porque en las últimas décadas están siendo esquilmados debido al “desembarco masivo de las flotas asiáticas y europeas de la zona. Y con ellas ha llegado inevitablemente la sobrepesca”.

El pesquero Atlantic Dawn

El pesquero Atlantic Dawn

El propio Banco Mundial reconoce que la presión pesquera internacional ha empobrecido los caladeros hasta provocar la escasez en los mercados locales. Teniendo en cuenta que el 75% de las proteínas consumidas por los senegaleses provenían del pescado ¿Qué se puede esperar?

La FAO reconoce que los stocks de pulpo y langosta están arruinados. Otros recursos como los tiburones (en 1985, desembarcaron 800 toneladas) ya han desaparecido del mapa comercial. Entre 1986 y 1991 la abundancia de productos pesqueros en la zona se redujo a la mitad. Sin embargo, la voracidad de las flotas internacionales sigue exigiendo a Senegal la autorización de más y más capturas. En la actualidad en el África subsahariana la flota pesquera europea captura seis veces y media más pescado que la flota local. El impacto de la pesca abusiva en la zona ha dejado sin trabajo a 700.000 pescadores que utilizaban sus pateras como herramienta de trabajo.

Un informe del Programa de Naciones Unidas Para el Desarrollo reconocía que “después de 15 años de cooperación (sic) con la Unión Europea, el sector pesquero de Senegal se enfrenta a una profunda crisis. Los stocks de pescado están exhaustos y el colectivo artesanal desorganizado, lo que ha elevado los precios del pescado en los mercados locales y puesto en peligro los suministros e industrias conserveras”..

El comportamiento ético de los europeos, como suele ocurrir, desaparece cuando actúa fuera de sus fronteras. Así en 2001 la ayuda europea a Mauritania fue condicionada a que este país admitiera la presencia del Atlantic Dawn, un mastodóntico pesquero irlandés que faenaba con una enorme red de arrastre en forma de embudo de 600 metros de ancho y 100 de alto, cuya actividad había sido prohibida en aguas europeas por destructiva. En Senegal, durante seis años el Atlantic Dawn ha capturado cada día la misma cantidad de peces que 3.000 piraguas locales hasta que el pasado año fue multado por pescar en una zona prohibida…

Con estos datos y bastantes más que aporta Alex Aguilar en su minucioso artículo, no hace falta mucha imaginación para deducir que los cayucos son los inmigrantes “ilegales” pertenecen al batallón enviado al paro por la codicia de los países ricos –e idiotas- que está cavando la tumba de multitud de especies del mar, multitud de caladeros, multitud de pescadores y que, de seguir esa feroz depredación acabará por decretar su propia miseria…

Desde este punto de vista, tal vez no esté mal preguntarse: ¿quiénes son los verdaderos ilegales? ¿quiénes conforman las auténticas mafias que condenan al hambre y a la desesperación a millones de personas arrebatándoles sus riquezas y destruyendo su medio de vida?


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Monday,14 jul 2008 12:22:54 GTM
<![CDATA[La vida castiga a los malos: las mujeres los premian]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,759 José Membrive

José Membrive

Aunque soy agnóstico, llevo persiguiendo un dato durante décadas y décadas: la existencia de una ley científica que corrobore que vale la pena ser bueno. Siempre con la salvedad de saber que lo bueno y lo malo tienen bastante de relativo. Yo siempre digo que Dios, si existe, debe castigar a los malos masoquistas con el cielo y premiarlos con el infierno.

Yo me considero buena persona, bastantes de mis amigos también lo consideran y, lo que es más importante, la inmensa mayoría de mis enemigos me tienen por tonto, lo cual refuerza y complementa la tesis de mi bondad.

Pero para los buenos que no creemos en la existencia de Dios ni del infierno, ni de la otra vida, la pregunta clave es ¿para qué esforzarse en ser buenos? La respuesta, indirecta, la acaba de dar la ciencia: los hombres considerados malos tienen más éxito con las mujeres. Tres son las características que acompañan al varón con éxito: el narcisismo, la crueldad y la temeridad. Con estas tres “virtudes”, según el estudio científico, el éxito con las mujeres está asegurado. Los varones adornados con estas cualidades tienen más parejas, más hijos, y por tanto más divorcios y más pensiones que pagar.

La bondad no siempre está bien vista, ni tan sólo bien pagada. Ayer, para no ir más lejos, recriminé a unos amigos que tuvieran a su perrito confinado al jardín. Es un diminuto yorkshire de interior, como las plantas. Un perrito sin pareja que se aburre como una ostra en soledad, que necesita, no sólo de la presencia de sus dueños, sino de sus caricias constantes y que últimamente daba señales inequívocas de depresión debido al aislamiento cruel al que sus dueños habían decidido someterlo.

-Mientras yo esté de visita, el Chiki estará dentro, y si no, no haberlo adoptado, que sois unos irresponsables.

A regañadientes mis amigos, que son buenos también, aunque no tanto como yo, accedieron al permiso.

No habían pasado ni diez minutos cuando la mujer de mi amigo rebosando ira hasta por la orejas me arrastró hasta su dormitorio, me hizo arrodillarme y mirar bajo su cama: la mierda y el meado del desagradecido perro golpearon mi mente.

No obstante, no soy el más bueno del mundo, tengo un amigo que lo es mucho más. Tanto que ninguna mujer lo aguanta, a todas las pone de los nervios. Y yo lo comprendo muy bien: es músico y guionista, acostumbrado siempre a distribuir lo mejor de sí mismo entre diversos puntos de vista de los personajes. Como músico concentra todo su ser en producir melodías en función del gusto de los demás. Como guionista acostumbra a ponerse en la piel de los personajes, a comprenderlos al máximo y a buscar los razonamientos que justifican las acciones más absurdas. Su práctica artística le ha desacostumbrado a pensar desde un yo egoísta. Es decir comprende y justifica las razones, muchas veces ocultas para los mismos personajes y allegados, de los actos de cada cual.

Y no hay nada más conflictivo que comprender las razones de los demás. Y para no irnos por las ramas, pongamos algunos personajes: Bin Laden, Bush, Mugabe, Pajares, Benedicto XVI, un suicida palestino. No he conseguido sacar a mi amigo ninguna frase condenatoria a ninguno de estos individuos. A todos le busca su lógica y eso es totalmente insoportable para quienes necesitamos de algún basamento o prejuicio sobre los que armar nuestra lógica.

Pero, lo que lo hace más insoportable es cuando, en lugar de hablar de personajes famosos, la conversación discurre por cauces cotidianos: un día le presenté a una amiga que acababa de cortar con su marido. Según ella un “hijo de perra” que había vivido los tres últimos años engañándola en asuntos de negocios: le aseguraba que iba bien la editorial que regentaba, cuando en realidad se había ido hundiendo, además se había liado con la quiosquera.

-Hay, las llamadas mentiras piadosas –adujo mi amigo- por las que las buenas personas tienden a sacrificar la realidad hostil, por la felicidad del que amamos. Además, a la hora de juzgar a tu ex, también tendrías que tener en cuenta, que tú te quejas de los tres últimos años, pero no de los siete anteriores. Luego si sumamos el balance…

-Tú eres un imbécil –gritó mi amiga fuera de sí- y tú también –esta vez se dirigía a mí- ¿cómo se te ocurre pensar que con un mentecato de este calibre puedo yo entablar relaciones? ¿tan patética te parezco?

-Mi amigo es justo y equitativo… -tuve que cortar la frase, porque mi amiga había huido.

-¿Tan patético te parezco? ¿cómo puedes pensar de mí que yo merezco purgar el resto de mi vida aguantando a una persona así?

-Es que es la número cincuentaytantas que te presento. Y las cincuentaytantas se han saldado con otros tantos fracasos.

-¿Cómo fracasos? Para mí es otro éxito más. Haberme librado de un ser irracional, eso es para mí un éxito.

-Mi amigo no es narcisista, ni cruel, ni temerario. Muchas mujeres huyen de él a las primeras de cambio. No obstante, hay otras muchas, menos ágiles mentalmente, que tardan tres o cuatro días, a veces una semana, incluso dos, antes de abandonarlo. Y ahí está el motivo de mi envidia. Su altísimo nivel de fracaso, conlleva también un alto nivel de relaciones sexuales (comparado con el mío) de cuatro días de duración media que yo considero un chollo y él asegura que depende desde el punto de vista que se mire. Que puestos a envidiar es él quien me envidia a mí porque ni soy egoísta, ni cruel ni temerario, por lo que no hay ninguna posibilidad de éxito, pero tampoco soy tan pelma como él, por lo que tampoco tengo ninguna posibilidad de fracaso.

Pues, sí, pues tal vez tenga razón, pero a veces, algún fracaso que otro también me vendría bien.


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Sunday,6 jul 2008 20:2:20 GTM
<![CDATA[¿Por qué los gobernantes de occidente hurgan en la entrepierna de la gente?]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,756 José Membrive

José Membrive

I

Hace un par de semanas
la señora ministra
agriamente afectada
pegaba la paliza
ante las cámaras.
 
“Una encuesta europea
seria y muy contrastada
envía a los hispanos
por ende a las hispanas
a la cola del sexo
en coitos por semana.
Dicho de forma clara:
el hispano varón
héroe del “latin lov”
El imán del turismo,
el pastel de las suecas,
el don Juan irredento
que tumbaba europeas
fuesen gordas o flacas
fuesen guapas o feas
está en sus horas bajas
el Tenorio está en crisis.
Aquí se jode menos
que en convento de lamas
y lo que es peor
Europa está enterada
las divisas no entran
el turismo hace aguas”.

Yo la escucho escamado
pregunto ¿qué interés
tiene siempre el poder
en meter sus narices
en ajena entrepierna
deje en paz a mi esperma
incordiante ministra
y piérdame de vista.
Trate de asuntos nuevos
no me toque… estos temas.

II

Sé que no es educado
disentir de ministra
mas soy gato escaldado
en temas de esta guisa.
Recuerdo con horror
al viejo confesor
cuando, apenas un niño,
entré en el seminario.
En su sermón diario
me pegaba la bronca,
justo por lo contrario

“El sexo no se nombra
el sexo no se toca
cuando se agita un poco
vuelve a la gente loca.
Si a alguno se le eriza
cúbrala de agua fría
si aún se muestra guerrera
recurra a la tijera
porque mejor le fuera
en el cielo castrado
que entrar muy buen dotado
a la infausta caldera.
Como el santo fulano
que convirtió en ofrendas
sus partes más pudendas
en plateada bandeja
que dejó en el altar”.

Yo escuchaba aterrado
renegando de aquello
que llevaba colgado
y hasta estuve tentado
a aplicar la tijera
a aquella insana fiera…

Pepito piscinas (1976), interpretada por Fernando Esteso y Helga Liné

Pepito piscinas (1976), interpretada por Fernando Esteso y Helga Liné

III

El tsunami del tiempo
se llevó el catecismo
porque el nuevo negocio
se llamaba turismo:
una sueca en bikini
provocó el cataclismo.

Un ministro atrevido
(otra vez el poder
dictando a todo el mundo
cómo y cuándo joder)
se inventó el latin-lov
y el país reprimido
respondió con ardor.

Se decretó el destape
-todo a golpe de pito-
y se abrió el gran burdel
que ofreciese al turismo
gratis polvo anti-estrés.

Y cada españolito
se quitó su sombrero
y, dejando la azada,
se fue de camarero
con promesa secreta
de tocar unas tetas
al cumplir la jornada.
Sin gastos ni disputas
que las casas de putas
se habían puesto muy caras
y el párroco del pueblo
de cerca vigilaba.

Por mor del patriotismo
el buen españolito
puso en marcha su pito
a favor del turismo.

Fue un éxito rotundo
las mujeres del mundo
practicando el deporte
nuevo del “sexuar”
que consiste en joder
sin tener que aguantar
la paliza mental
del propio semental.
Joder sin conocer
ni el nombre del extraño
que estaba presto siempre
a tirarse a un rebaño.
Joder sin el deber
de fingir el placer,
sin tener que aguantar
proyecto marital.
Gozar la furia hispana
un ratito en la cama.
Gozar de aquella cosa
que, como gaseosa,
explota al destaparla
y que a la media hora
se esfuma de la cama.

Norteñas atraídas
por la mágica fiesta
de sublimes corridas
en horas de la siesta…

Camareros peludos
dieron el do de nalgas
y así, las europeas,
en especial, las feas
obtuvieron sin cargo
turismo sexual.
Creció la economía
con la nueva moral

Pero surgió otra cosa:
que muchos europeos
en especial los feos
reclamaban su rosca.
En resumen, la hispana
que estaba a la sazón
con la pierna quebrada,
criando un batallón,
también fue reclamada.
Hubo que “liberarla”
de su vida de esclava
así que a la crianza
de numerosa prole
sumó media jornada
de limpieza de “rooms”
con la sublime paga
de alguna revolcada
con hombres de piel blanca
y cargados de pasta
que buscaban la faca
tras la liga racial
porque no se fiaban.

Durante muchos años
jornada, tras jornada
exprimiéndose el sexo
al servicio de Fraga.

Pero el paso del tiempo
trajo la democracia
para hacer el amor
no hay que ir a la playa
y el hispano de hoy
goza la obcecación
de la playesteishón
y no quiere otra lid
mas que el Barça-Madrid
y crear michelines
entre blandos cojines:
Se jodió la marrana
las turistas nos dejan
por la gente africana.
y la clase política,
no chupa do no mana…

En suma la ministra
a todos incitaba
a cambiar la estadística
por amor a la patria.

Me di por aludido
por el sermón político
pues yo no había jodido
tal vez desde el neolítico.
Así que, tras la cena,
acepto la condena
y por salvar a España
me sumo a la campaña
que pretende elevar
el nivel sexual
de nuestra insigne raza
y saque del agujero
-nunca peor dicho;
debí decir del nicho-
al sector hotelero.

Me meto en la bañera
-ya no soy el que era-
con trabajo constante
logro sacarla fuera
de aquella madriguera
de pellejo colgante.
La adobo en pachulí
y al izar mi bandera
(no más de media asta)
tumbo a mi compañera,
ella acepta y coopera.
Comienzo la labor
le quito la tetera
mas sin venir a cuento
me viene a la mollera
el viejo confesor
y me miro aterrado
pienso “no estoy casado
si falla el corazón
que lo tengo tocado
muero sin confesión
y sin estar casado,
será mi perdición
siglo y siglo, tras siglo
ardiendo cual carbón.

Quedo paralizado
pero el gran sofocón
me produce un bajón
y mi pene, espantado
huye a su madriguera
ruge mi compañera
y yo, como un pasmado,
lloro desconsolado.
No lloro mi impotencia
lloro por la ministra
lloro por el turismo
por los bajos impuestos
lloro por mi pensión
que no supe ganarme
sobre el amplio colchón.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Wednesday,2 jul 2008 13:19:26 GTM
<![CDATA[Periodismo frente a literatura: ¿el suicidio del soldado o el susto de la Bruni?]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,751 José Membrive

José Membrive

Ya desde que Cervantes escribiera el Quijote se sabe que cualquier interpretación individual de la realidad es siempre parcial y aún peligrosa. La lección del Quijote es que sumando puntos de vista de todos los estratos sociales, desde el loco al “inculto”, desde el bachiller a la prostituta, desde el marqués hasta el morisco, podemos llegar a hacernos una idea del mundo que nos rodea. El punto de vista es esencial a la hora de ofrecer nuevos enfoques de la realidad.

El día 25 de junio ocurrió una escena en un aeropuerto de Israel que todos los medios de comunicación (al menos los conocidos por mí) interpretaron de la misma manera: desde el punto de vista de los poderosos. Un soldado se quitó la vida: para ello escogió un escenario público y unos testigos de excepción. Lugar: el Aeropuerto de Ben Gurion, en Tel Aviv. Testigos: el primer ministro israelí Ehud Olmert, el presidente de Israel Simon Peres, el primer ministro de Francia Nicolás Sarkzy y su esposa la “mediática” Carla Bruni. Lo que me ha llamado la atención de este “incidente”, “sobresalto” o “susto”, como ha sido calificado por la prensa, es que todos los periodistas (al menos las informaciones que han llegado hasta mí) han adoptado como propio el punto de vista del poder. Ante todo lo que allí ocurrió fue un susto que hizo que la pobre Carla Bruni tuviera que subir la escalera corriendo, un “incidente” que provocó que los altos mandatarios tuvieran que interrumpir la despedida raptados por sus propios guardaespaldas. Luego, afortunadamente (concluyen), las aguas volvieron a su cauce. Los mandamases constataron que se trataba de un mero “incidente” y seguro que lamentarían la pobre imagen tan común hoy en los políticos de que cuando pasa algo que huela a peligro pone pies en polvorosa.

El suicidio suele ser una decisión dramática, mayormente cuando el protagonista es un joven con toda la vida por delante. Cuando se escoge un lugar público suele ser un acto de protesta y pretender expresar un mensaje que tiene mucho que ver con el entorno escogido. A veces tiene consecuencias (recuerdo ahora el de un rumano que se quemó hace unos meses en demanda de empleo y protección para su familia y las autoridades no tuvieron más remedio que hacer el gesto a favor de quienes él dejaba desamparados).

Pues bien, para los medios de comunicación la noticia ha sido el “susto” de la Bruni, no la tragedia del soldado anónimo. Las imágenes no son las del soldado o las de sus compañeros desmayados: son las de los políticos poniéndose a buen recaudo. Pareciera como si el periodismo actual se comportara como mero portavoz y altavoz de los poderosos.



Suicidio durante el acto de despedida de Sarkozy en en su visita a Israel (vídeo colagdo en YouTube por europapress)

Creo, sin embargo, que en lugar de ponerse todos en la piel de los políticos, alguien ha de meterse en la del soldado que decidió manchar su uniforme con su propia sangre delante de sus mandatarios. En este caso se habría agradecido la aparición de un periodista "lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno" como dice Cervantes en el prólogo a su Quijote. Un periodista que se atreviera por ejemplo con el punto de vista del perdedor.

Claro que no tenemos datos, nadie se ha atrevido a dar el nombre, ni a difundir su imagen, ni mucho menos a contar la historia del soldado. Pero, a falta de información hay que acudir no a la realidad sino a la semejanza de ella ("las historias fingidas tanto tienen de buenas y de deleitables cuanto se llegan a la verdad o la semejanza della", sigue diciendo el bueno de Don Miguel).

Hay que recurrir a la intuición, ya que se nos niega la información. Y mi intuición, tan parcial y tan válida como cualquier otra, me dice que cuando alguien mancha el uniforme con su propia sangre delante de sus mandamases está vengándose (en la forma humilde en que un pobre puede hacerlo) del envilecimiento constante que el poder perpetra contra sus propios soldados (en este caso israelíes) obligándolos a matarse contra otros pobres, más pobres que ellos aún, los palestinos o los libaneses o tal vez más adelante con los iraníes.

No se suicidó en la intimidad, por problemas amorosos. Se quitó la vida frente a dos personajes importantes: Un Olmert que perdió una guerra inútil y sangrienta contra el Líbano, que luchó para que no fuese investigada y que posteriormente fue interrogado por la policía por presunta corrupción financiera.

Pero en el escenario escogido también había otro mandatario: Sarkozy. También investigado por en el caso de corrupción derivado de la venta de fragatas galas a Taiwán en 1992. Un Sarkozy que acusó a los pobres, de la generación del soldado de “chusma” y afirmó hay que “limpiar con desinfectante” los barrios habitados por ellos; bajo su batuta se produjo la muerte de otro joven francés de origen senegalés: el corpulento Lamine Dieng, de 25 años, falleció el 17 de junio aplastado contra el suelo en un furgón de la Policía, tras ser detenido por seis agentes. Esta muerte y las constantes provocaciones de la policía obligaron a que grupos de vecinos próximos a la Federación de Asociaciones de Solidaridad con los Trabajadores Inmigrantes, tuvieran que organizar “patrullas ciudadanas” para evitar nuevas bavures (chapuzas) de la Policía, y para proteger de las redadas a los trabajadores extranjeros sin papeles.

Un Sarkozy que se anuncia como el ejecutor del espíritu del mayo del 68 (ejecutor para los demás, porque él disfruta de sus conquistas y si no que se lo digan a la pobrecita Carla Bruni, a su ex Cecilia que tiene un hijo con él y dos con un matrimonio anterior).

En fin, si de este simbólico suicidio, lo que queda es el susto de la pobre Bruni, hay que ir pensando en otra manera de protestar.

NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Thursday,26 jun 2008 12:42:55 GTM
<![CDATA[Diario de un empresario: las sesenta y cinco horas de trabajo semanal como conquista]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,747 José Membrive

José Membrive

Por fin una noticia alentadora: Europa recapacita y da dos pasos en la buena dirección: el aumento a sesenta y cinco horas semanales y, sobre todo, una conquista de la que no se ha hablado, pero es aún más importante, el opting out, que implica la posibilidad de contratos libres e individuales entre un empresario y un trabajador sin la sombra dictatorial del sindicato.

En cuanto a las sesenta y cinco horas, debe entenderse como un comienzo para avanzar hacia las noventa y seis horas laborales a la semana (dieciséis al día dejando los domingos para el cultivo de la religiosidad), que es la jornada que ya se aplica, individualmente por supuesto, en zonas como Taiwang, Hong Kong y en algunos países africanos, avanzados en la nueva ola económica.

En realidad esta nueva etapa redondea las conquistas de los trabajadores: ocho horas para trabajar, ocho para descansar y ocho para instruirse o pasárselo bien. En este caso las ocho horas de trabajo y las ocho de instrucción se suman porque ¿dónde puede uno instruirse mejor que en la propia empresa? ¿hay algo más alegre que saber que trabajando las 96 horas en familia podrás pagar el alimento y la hipoteca? Porque esta es otra: la imposición de la escuela obligatoria ha de ser el próximo muro a derribar. ¿qué puede salir de un niño o niña que a los tres años lo sientas en un pupitre y no lo levantas hasta los dieciséis? ¿qué se puede esperar de él? Holgazanería, ociosidad y vicio. Si a andar se aprende andando, a cantar cantando, a trabajar se aprende trabajando. Y un trabajador ha de ir forjando su carácter a partir de los cinco o, siendo muy generosos, seis años. Mantener los niños al margen de la dinámica económica del país es destruirlos, porque luego al tratar de incorporarlos al trabajo no están acostumbrados y fracasan. Mientras los niños europeos permanecen sumidos en la inopia y, lo que es peor, como un lastre para la economía familiar y social, en algunas zonas de África los niños de seis o siete años ya se ganan la vida en el ejército. Por no hablar de punteros países en Asia y Oceanía en donde los niños y las niñas son la fuente generadora de un floreciente turismo capaz de ingresar en los respectivos países millones de dólares en divisas. 

Pero, como decía, no es la leve ampliación de la jornada laboral lo que siembra la esperanza entre los pocos emprendedores que aún quedamos en Europa, sino algo de lo que no se ha ponderado en su justa medida: la derrota que significa para la dictadura sindical implantada en Europa, la posibilidad de que un empresario y un trabajador firmen contratos libres de todo tipo de ataduras. El trabajador se libra, con esta conquista, de un siglo de tutelaje social que ha conducido a Europa a la catástrofe, como se está viendo y se verá cuando la última de sus industrias se haya instalado en el altiplano de Bolivia.

Los sindicatos, junto a sus partidos satélites, último reducto del cáncer Marxista que ha recorrido Europa durante el último siglo, han ido imponiendo al estado una serie de cargas económicas que han acabado cargándoselo. ¿Cuándo y dónde se ha visto que los trabajadores, a través de su gobierno, hayan de pagar con su sudor y su sangre la seguridad social a un vicioso del tabaquismo? ¿Por qué hay que destinar un solo euro del salario de los trabajadores para pagar la holgazanería de los parados? ¿Y la jubilación? ¿Qué sentido tiene marginar a los mayores de la dinámica productiva para amargar sus últimos años encerrándolos en un asilo y encima pagar por ello?



Sólo Inglaterra, que se dio el gozo de dar a luz nuestro sistema económico, inmortalizado por Dickens, ha comprendido la gran corrupción en que dicho sistema había caído durante el último siglo. Gracias a Margarte Thatcher y a su aventajado alumno Toni Blair, que tanto ha hecho por llevar al mundo islámico los aires de libertad occidental, Europa está recobrando el juicio y su vanguardia más dinámica, los empresarios, hemos comenzado a tirar del carro.

Y no me refiero sólo a los grandes genios de las finanzas como Botín, Berlusconi o De la Rosa (reconocido empresario ejemplar hasta por un president de la Generalitat y ahora obstaculizado por la burocracia de la justicia, que de eso podremos hablar otro día), sino también a los pequeños empresarios como yo. Un hombre hecho a sí mismo y que a los siete años ya había pagado a mi padre hasta el último céntimo que le costó mi alimentación. Mi suerte es no haber sido mariconeado en escuela alguna. He subarrendado a una empresa de telecomunicaciones el Servicio al Cliente de tres grandes empresas de telefónica móvil. Mi misión consiste en filtrar las injustas quejas de los clientes para que no lleguen a interferir la dinámica empresarial y, al mismo tiempo, disuadan al cliente de emprender acciones legales contra la empresa y, si es posible, que al acabar la consulta el sujeto o sujeta se muestren satisfechos sin haber sido tomados en consideración. Algo cuyo coeficiente de logros mantengo por encima del 90 %. Todo lo he resuelto con un entramado de respuestas automáticas: diez opciones entre las que escoger con diez sub-opciones. El 68,68% resuelven sus dudas o se cansan de marcar números y de oír respuestas maquinales. El resto requiere una voz femenina, si es hombre y masculina si es mujer, para resolver sus dudas. Mi misión ha sido encontrar seis ventrílocuos (dos por empresa) que puedan expresarse, indistintamente con voz masculina o femenina y con distintos acentos (el cubano y el porteño son los que más aplacan al personal).

Mi pequeña empresa tiene tres sedes: una en Guinea Ecuatorial, otra en el altiplano de Bolivia y una tercera en Filipinas. En cada una de ellas mis dos ventrílocuos cubren las veinticuatro horas (trabajan sólo doce y no dieciséis diarias que es el ideal para su máxima rentabilidad, pero a cambio laboran el domingo también). ¿Cuánto dirán que cobran? No lo voy a decir porque estamos en periodo de declaración de renta. Naturalmente les pago con dinero de la caja B, pero puedo asegurar que un local de mala muerte en cualquier punto de Europa me saldría mucho más caro que todo lo que pago a los seis trabajadores. Luego, además del local, suma el salario de los emigrantes que contrates y el peligro de ser denunciado por “explotación” es decir, por darles de comer.

Mi hermano, que está en el paro me recrimina el que yo vaya en Mercedes. Pertenece a la vieja Europa. Si no existiéramos personas con elevados ingresos ¿qué sería de la vida de los trabajadores que se alimentan de las fábricas de productos de gama alta?

Y es que tanta escuela, tantas leyes y tantos derechos sólo sirvieron, cuando los había, para hundir a Europa. Entre tanta ignorancia no es extraño que los emprendedores padezcamos la incomprensión del parque jurásico al que los “líderes” sociales condujeron a Europa.

NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Saturday,21 jun 2008 12:50:28 GTM
<![CDATA[La ética y la guerra (I)]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,743 José Membrive

José Membrive

Sostiene José Antonio Marina en su libro La inteligencia fracasada que “el gran objetivo de la inteligencia es lo que llamamos felicidad y por ello todos sus fracasos tienen que ver con la desdicha”. El mismo autor en su Ética para náufragos afirma que “la ética pudiera ser la más inteligente creación de la inteligencia humana”

Una ley relativamente sencilla del mundo afectivo es que solemos recibir, como en un espejo, las sensaciones que expandimos. Si la paz reina en nuestro interior, esa paz la transmitiremos a los demás y de ellos nos vendrá fortalecida. En la práctica, si nos acercamos a alguien con gesto agresivo, el otro nos recibirá con agresividad y si nos aproximamos amistosamente, de él, normalmente, recibiremos amistad.

Volviendo de nuevo a Jose Antonio Marina, dice en una entrevista que “no hay ningún fundamento científico para que consideremos que es una manifestación mas clara de inteligencia resolver ecuaciones diferenciales que organizar una familia feliz”.

Si la inteligencia se relaciona con la capacidad de generar felicidad para los demás y, como consecuencia, para sí mismo, Musil relaciona la generación de daño con la estupidez: “La brutalidad es la praxis de la tontería”.

Si aceptamos esta relación hemos de convenir que la guerra es la suprema expresión de la idiotez suprema a la que los humanos podemos llegar.

Rajiv Chandrasekaran relata en Vida imperial en la Ciudad Esmeralda. Dentro de la zona verde de Bagdad, el siguiente intercambio de mensajes entre Barbara Bodine, una diplomática que iba a convertirse en la alcaldesa provisional de Bagdad y el mando central estadounidense encargado de velar por la seguridad en Irak

Bodine: La cámara acorazada subterránea del Banco Central que guarda el legado asirio corre el peligro inminente de ser saqueada. Hemos de hacer algo al respecto.
Central: ¿Qué es el legado asirio?
Bodine: (pensando que la pregunta era como la frase de Groucho “¿Quién está enterrado en la tumba de Grant”) Tesoros asirios
Central. ¿Qué es un tesoro asirio?
Bodine: Léete los primeros capítulos de la Biblia. Es material muy antiguo. Es muy, muy valioso. Hemos de salvarlo.
Central De acuerdo. Veré qué se puede hacer.

Rajiv Chandrasekaran: Vida imperial en la Ciudad Esmeralda (RBA, 2008)

Rajiv Chandrasekaran: Vida imperial en la Ciudad Esmeralda (RBA, 2008)

Evidentemente, el saqueo se llevó a cabo y Rumsfeld lo justificó de esta manera: “La libertad implica desorden”. Rumsfeld, de nuevo tomaba por idiotas a los ciudadanos, porque el desorden era totalmente premeditado. Por ejemplo el recinto donde él se hospedaba en sus visitas era una fortaleza absolutamente inexpugnable en donde el orden más estricto reinaba, al igual que en el ministerio del petróleo, el único que se salvó de la quema. Los demás ministerios, instituciones y las más importantes fábricas fueron quemadas en una por pandillas de saqueadores ante la dejación de los mandos americanos, que disolvieron el ejército y la policía iraquíes. El caos tenía cierta lógica: había colas de empresas de amigos de los políticos, en este caso republicanos, esperando recibir dividendos en la reconstrucción.

La felicidad tanto personal como social estaría en la capacidad de ir deshaciéndose de costras con las que la mentira asfixia al espíritu. No creo que nadie sea el poseedor de la verdad, pero sí creo que hay gente que la busca con honradez y gente que la persigue, maltrata y oculta. Y creo que el grado de sosiego y paz está del lado de los primeros.

Hasta hace poco pensaba que el mundo estaba dirigido por gente inteligente que abusaba de la ignorancia o buena voluntad de gran parte del pueblo para embaucarlo, de tal manera que estuvieran dispuestos a perder la propia vida por favorecer los intereses de quienes los mandan.

También pensaba eso como enseñante acerca de la erosión progresiva que los dirigentes políticos han propiciado sobre la enseñanza pública y gran parte de la privada. La sociedad sólo puede estar dirigida por unos cuantos y la gran mayoría han de ser “deseducados”. Para esa minoría, hijos de los dirigentes, ya existen sus escuelas con férrea disciplina, respeto al profesor y trabajo sistemático del alumno.

Últimamente pienso que, tanto los “beneficiados” por la guerra como los favorecidos por la ignorancia generalizada, son presos de una idiotez más sibilina: el creerse que generando desgracias colectivas cruentas o no, les va a otorgar la paz y la felicidad que cualquier ser desea para sí mismo. El citado libro de Vida imperial en la Ciudad Esmeralda ilustra muy bien la rigurosa cárcel en la que los “liberadores” norteamericanos e ingleses vivían en Irak. Debe ser desolador que aquellos a quienes vas a dar la libertad te persigan a tiros.

Muchas veces me pregunto por qué es tan difícil cultivar la inteligencia natural, esa que nos une a la ética, y se aproxima a la verdad. Y es que la verdad es muy humilde, pero muy exigente. Nos exige que la pongamos siempre por encima de todo. Si tratamos de someterla a nuestros intereses se transforma en una repugnante mentira. La búsqueda de la verdad nos exige caminar ligeros de equipaje ideológico. Poner las metas más allá de nosotros mismos. Aceptar que somos partículas en la historia, pero gigantes en nuestro entorno.

La verdad nos exige inteligencia, intuición y estar predispuestos siempre a girar el timón de nuestra vida unos grados cada vez que descubramos nuestro inevitable desvío. Justamente todo lo contrario de sectarios y fanáticos que se agarran a un clavo ardiendo, a la propia mentira o, lo que es peor, a la de otros, los que matan y mueren por un silogismo jamás pueden estar emparentados con la verdad (siempre con minúscula) entre otras cosas porque la verdad, la que nos aproxima al conocimiento y al placer de convivir, jamás permitiría que dos semejantes se mataran disputándose sus favores.

NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Tuesday,17 jun 2008 13:28:34 GTM
<![CDATA[Se ofrece trabajo como editor]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,736 José Membrive

José Membrive


Desde que concebí este blog intenté que los artículos estuvieran ligados al quehacer cotidiano de un editor independiente que ha escogido para su editorial, entre las muchas posibles, la línea de compromiso cultural y social con nuestro tiempo. No es ni mejor ni peor que cualquier otra, pero es la nuestra y es la que defendemos. Pensamos que, ante el reto de vivir hay en el ser humano dos actitudes, contradictorias entre sí, pero al mismo tiempo necesarias: la reflexión y la evasión, el compromiso o la inhibición. Digo que ambas son necesarias porque no siempre ha de estar uno en pie de guerra con las condiciones que te rodean, pero tampoco conduce a nada la evasión permanentemente predicada por un lenguaje estudiadamente suave y profundamente totalitario: el de la publicidad. El lenguaje de las grandes marcas.

Para unos y para otros ha llegado la hora de la verdad: la crisis económica que cíclicamente se cierne sobre la sociedad capitalista tiene la ventaja de desenmascarar ese entramado de mentiras y halagos que regalan con profusión las grandes empresas a los consumidores y que se convierten, inmediatamente en amenazas y embargos cuando el cliente no puede afrontar un pago.

Dejando aparte la licencia para robar que se autoadjudican las grandes empresas, por ejemplo esa que instala cabinas que no sólo no te devuelven el cambio, sino que ni siquiera te devuelven el dinero en caso de que nadie conteste a tu llamada, o la facultad de los bancos para perpetrar sus comisiones sin ningún tipo de explicación, la dinámica cotidiana ha puesto el destino económico del mundo en manos de unos pocos que han decidido, una vez que la gran mayoría se había comprometido con préstamos e hipotecas a unos intereses razonables, apretar las tuercas del Euribor (por cierto ¿quién decide que suba? ¿por qué nunca se explica?), doblar sus beneficios con el mismo y esfuerzo y decretar otra crisis entre los menos pudientes.

Sea como fuere, el panorama de las pequeñas empresas se complica y el de los trabajadores también, pero considero que la crisis no tiene por qué ser negativa. Creo que un baño de realismo no viene nunca mal. Además los malos tiempos en economía o en política, se suelen convertir en tiempos de gloria para el arte, el pensamiento y las letras. El estiércol de las convenciones sociales va muy bien para las nuevas semillas del pensamiento.

Tratando de aprender de la historia de nuestro país, creo que la España de los últimos siglos ha sufrido tres grandes crisis: el inicio de la descomposición del imperio en el siglo XVII, el final de éste en 1898 y, ya incorporándose a la dinámica del mundo contemporáneo, la Gran Depresión del capitalismo que se gesta en los “felices veinte” y que estalla al final de la década. A los tres desastres, España ha respondido con tres magníficas generaciones de artistas: el gran siglo de oro en el XVII, y las generaciones del 98 y del 27 respectivamente.

Se trata de tres épocas en que ha florecido la gran literatura, la literatura de compromiso ético y estético, la literatura que Carena trata de defender. Por tanto, este río revuelto prometo buena cosecha para nuestra editorial siempre y cuando sepamos capear los torpedos que la gran economía lanza siempre contra las pequeñas empresas.
 
Ediciones Carena
 
Ediciones Carena

No obstante el asunto no es tan sencillo, porque a menudo, cuando la realidad que nos rodea es fea, solemos exacerbar la fantasía para crear realidades ficticias. Cuando estamos acorralados, encarcelados, hospitalizados… etc., es cuando más recurrimos a la evasión. Cuando la fea realidad nos desagrada, inventamos otra: no nos gusta ver nuestra imagen sucia. Un preso suele soñar con paseos junto al mar, quien vive en la costa sueña con la montaña, pero lo cierto es que un preso se cuestionará mucho más su propia conducta, la analizará, tratará de cambiarla, en suma, reflexionará más sobre sí mismo que el común de los mortales. En los tiempos que se avecinan, la gran mayoría, en alguna ocasión nos sentiremos presos del sistema y habremos de cuestionarlo o cuestionarnos nuestra propia vida. El público necesitará de la literatura y del pensamiento que desde Carena tratamos de afirmar y promover.
 
Como empresa pequeña, pues, nuestra editorial se halla al borde del abismo, como casi todas que han de competir con grandes grupos de empresas, pero como editorial, creo, se avecinan muy buenos tiempos: pues los ensayos, la narrativa, la apuesta por otros entornos culturales, en definitiva, nuestra línea editorial, es cada vez más oportuna y necesaria para el público.

¿Qué hacer? En Ediciones Carena tratamos de dar un pasos necesario: implicar en nuestro proyecto a más personas y a más países.

Es totalmente cierto que una empresa pequeña no puede dar unos servicios internacionales, ni puede recoger el pálpito de los nuevos artistas (las pequeñas y medianas editoriales, tienen siempre la ventaja de estar más en contacto con la creatividad social, mientras que las grandes marcan unas líneas y modas y buscan a los autores en función de esos presupuestos creativo-comerciales. El vuelo internacional que está emprendiendo nuestra editorial es imparable, porque en el momento en que deje de agitar las alas caerá.
Ediciones Carena ha decidido, pues, abrir un proceso de ampliación de capital con el fin de fortalecer la empresa y de implicar a más personas en distintos países en un proyecto necesario: una literatura para unos tiempos decisivos, como los actuales.

Ediciones Carena siempre apuesta por autores vivos (el único de nuestros autores no nacido en el siglo veinte se llama Miguel de Cervantes), que es una manera complicada pero, a la vez intensa y viva de abordar el tema artístico.

La estructura de la empresa no está cerrada. Estamos en un proceso de diálogo con intelectuales, autores, pensadores, libreros y editores. La empresa del futuro no está inventada, sólo sabemos que no queremos subyugarnos a la ley del silencio por cierre. Tenemos mucho que decir y, como toda editorial que ha llevado una línea coherente durante años, somos también un poco patrimonio de los lectores y amigos.

Nuestros objetivos están explícitos en cada uno de nuestros libros. Abrimos, pues un tiempo de diálogo, proyectos e implicaciones. Nuestro espacio geográfico es el ámbito del mundo hispánico. Desde él invitamos a todo aquel que tenga inquietudes literario-empresariales, tiempo y algo de capital, para entablar un diálogo con el fin de hacer grande una editorial que, creo, tiene mucho que decir ahora, cuando el monstruo de la crisis afila sus colmillos.
 

NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Tuesday,10 jun 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Escritura y terapia]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,729 José Membrive

José Membrive


En veintitrés años como autor sólo he publicado cuatro libros. Tres poemarios y uno de relatos. Ninguno ha alcanzado la categoría de best-seller, pero todos han marcado hitos extraliterarios en mi vida. El primero Del amor y la noche (Rondas, 1985), una mixtura de poesía social y amorosa, con una sección de poesía alegórica disparando contra mi propia máscara, me dio fuerzas para acometer contra mi puritanismo hipócrita: resultado la separación de una convivencia más que convencional. Seis años después Reductos de silencio (Devenir, 1991), una serie de poemas de añoranza terminaron con mi conciencia de emigrante para convertirme en un habitante de una tierra de nadie. Algunos poemas de amor y sexo acabaron con mi breve etapa de promiscuidad. Y es que el poema es un disparo que se lleva por delante la propia inquietud que lo ha hecho nacer.

El pasar de una identidad a otra genera angustias y la necesidad de cerrar asuntos pendientes con uno mismo. Son angustias con efecto retardado que emergieron en el libro de relatos El rockero de Mollet y otros relatos (Ediciones Carena, 2002). La sensación de mal hijo suele perseguir a los emigrantes que dejan a padres, familia y novias para siempre. Uno no acaba de saber jamás si la necesidad económica fue la causa o la excusa para una ruptura de relaciones total y en toda regla.

Besos.com (Ediciones Carena, 2002) tiene dos argumentos: el primero, las contradicciones de un ser atrapado en un amor platónico, el segundo la destrucción de toda mi poética anterior, constatando cómo el amor cotizaba en bolsa y el deterioro ambiental erosiona las relaciones y la entidad humana. Después de escribir ese libro mi enamoramiento platónico, que ya duraba diez años, se evaporó como por arte de magia, pero también se evaporó la imagen de poeta incontaminado. Si el amor entra en bolsa, también la poesía participa de los envites mundanos.

Pero el asunto de la creación producía unos efectos paradójicos: a medida en que me iba liberando de tabúes y obstáculos en mi camino, me iba internando en una zona cada vez más pantanosa que estuvo a punto de llevarme por delante: cuando al fin parecieron consolidarse unas relaciones, una vez superadas todas las etapas de rigor, un supuesto brote ezquizofrénico postparto entró como un ciclón en mi vida afectiva.

Las enfermedades mentales constituyen el “boom” de la medicina en los países desarrollados y donde hay auge, hay intereses de grandes empresas farmacéuticas y donde tal existe la sobremedicación puede ser una salida cómoda para el médico pero terrible para el paciente. Si he de hacer caso al médico de ahora, esa persona nunca tuvo esquizofrenia sino depresión y los delirios eran producidos por los medicamentos. Sin embargo ahora es el aspecto literario el que más me interesa subrayar.
 
José Membrive: El Pozo (Ediciones Carena, 2007)
 
José Membrive: El Pozo (Ediciones Carena, 2007)

El Pozo (Ediciones Carena, 2006) fue un libro escrito in extremis, un grito desesperado, unos monólogos desquiciados surgidos al injertarme en la piel de la enferma. El Pozo fue escrito sin esperanza alguna, sólo al final, un ruego, una invocación al milagro podría salvar a los protagonistas. Sin embargo y para mi propio pasmo, la publicación del libro barrió la angustia y recompuso las relaciones desde una distancia afectuosa. Ni yo podía creerme que una persona que lanzaba sobre mi conciencia las sobredosis con las que buscaba su propia muerte, pudiera ser contemplado por mí sin rastro de resentimiento por el sólo hecho de vomitar, metido en su piel, todas las angustias que esta persona no podía quitarse de encima. Los efectos de la escritura y publicación de El Pozo, sobre todo en los primeros meses, se parecían mucho a los milagros narrados en libros fantásticos.

El Verbo es curativo. La locura es lo innombrable. Por eso la protagonista ve crecer la esperanza cuando acierta a ponerle palabras a la imagen de la pesadilla que la persigue desde niña. Por un momento llegué a pensar que el milagro curativo de El Pozo se irradiaba fuera incluso del propio autor, resucitando a la víctima. Incluso la víctima alcanza grados de lucidez que iluminan al propio poeta:

Sonríes si te digo
que tu visión del mundo
es también un delirio.
Como yo, ves lo que crees
también a ti te engañan tus sentidos…

Esta réplica de la víctima-protagonista de El Pozo, se ha cumplido a rajatabla estos días, un par de años después de escribirlo. Mi esperanza, mi convicción de que todo había pasado, no era más que un delirio que me haría merecedor de una temporada internado en agudos. Mis sentido me habían engañado: el fantasma volvió por sus fueros, generando otro terremoto autodestructivo.

¿Qué voz ultraterrena tortura sus instantes?
¿Quién cifra los lenguajes de las sombras?
¿Qué mano qué, dios indecoroso
imagina el guión de los delirios?

La incógnita continúa. La víctima y el verdugo, íntimamente ligados en un corazón, bailan la danza de la muerte, entonan un responso por sí mismos. Un misterio terrible, en una época hermosa: la primavera, en la que los suicidios se multiplican. La escritura y publicación de El Pozo no ha resuelto el enigma, pero sí me ha permitido contemplarlo, con ojos asustados, desde el brocal, librándome de las aguas que, estoy seguro, también a mí me habrían ahogado, de no haber surgido El Pozo convirtiendo en poesía unos momentos negros… muy negros.
 

NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Monday,2 jun 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[El engaño como motor de investigación en España]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,725 José Membrive

José Membrive


Vivimos una etapa en la que uno de los mayores insultos que puede recibir un político, un intelectual o un ciudadano de a pie es que se empeña en mirar al pasado. Inongo vi-Makomé, autor de la La emigración negroafricana. Tragedia y esperanza (Ediciones Carena) sostiene que lo que diferencia a la cultura africana de la europea es que, mientras el anclaje de nuestras ilusiones está en el futuro, la cultura africana insta a mirar hacia los antepasados y al pensar en la trascendencia nosotros alzamos los ojos hacia el cielo vacío y ellos citan la sólida tierra como lugar de encuentro con los antepasados.

Como afirmación general siempre deja mucho que desear aunque es indicativa. Por ejemplo, los austriacos comienzan el año mirando a su pasado musical que han sabido cultivar decentemente. Y la recompensa es clara: el concierto de valses por parte de la Orquesta Filarmónica de Viena retransmitido a 54 países, con un número aproximado de mil millones de espectadores y, consecuentemente, unos ingresos de varios millones de euros sólo en concepto de derechos retransmisión.

España es uno de los países con mayor variedad y riqueza en tradiciones musicales cuyo olvido nos condena al empobrecimiento mental y al económico.
 
Considero que nadie está preparado para mirar al futuro si sus ojos, su mente y su alma no están alimentados del rico caudal que nos legaron nuestros antepasados. Económicamente puede existir el hombre hecho a sí mismo. Aquel que como Onassis pueda jactarse de haber comenzado de botones para acabar siendo supermillonario. Particularmente no veo ningún motivo para el orgullo en este aspecto. Gustave Flaubert establecía tres requisitos para ser feliz: ser estúpido, ser egoísta y tener buena salud. En mi vida editorial sólo he tenido ocasión de tratar con dos supermillonarios y ambos me han llamado la atención tanto por su genialidad en sus respectivas actividades (ambos artistas) como por su alarmante ruindad mental y su buena salud física. Creo que un supermillonario está incapacitado para mirar en paz a los ojos de un pobre.

Pese a todo, admito la existencia de los hombres hechos a sí mismos en el campo de la economía, pero no en el cultural: el lenguaje es heredado, las bases del pensamiento son heredadas y en nuestra tradición de miles de años sobre la tierra como “homo sapiens” hay un tesoro cultural en el que podemos beber y alimentarnos o al que podemos ignorar y pasar por la vida famélicos de cultura. Afectivamente, si la estupidez puede producir felicidad, la cultura siempre producirá la leve satisfacción de quien va atisbándose a sí mismo. No obstante, tanto la estupidez como el conocimiento tienen sus expresiones culturales: la primera una cultura de evasión y la segunda una cultura de indagación. Sin hacer afirmaciones absolutas, podemos decir que nuestros dirigentes y publicistas propugnando por un lado el desprecio al pasado y por otro la cultura de evasión, ganan por goleada a los pocos artistas e intelectuales que abogan por el conocimiento de nuestras raíces. Sin embargo, sí que existe una conciencia cada vez mayor hacia la importancia de la investigación, siempre que ésta tenga “perspectivas de futuro” y tenga como objeto la mejora biológica o técnica, pero ¿investigar la cultura del pasado? ¿eso para qué?

Pues sí, también en España se investiga sobre nuestro pasado cultural y, por extraño que parezca, la investigación está instigada por algunos políticos con resultados magníficos y coste cero a las arcas públicas.

La Guía comentada de música y baile preflamencos (1750-1808) de Faustino Núñez, publicado por Ediciones Carena, es un ejemplo fantástico de ese tipo de investigación instada por nuestros políticos. Faustino Núñez es uno de los grandes musicólogos, licenciado por la universidad de Viena (1989), con estudios en arte dramático, románicas y etnología, autor junto a José Manuel Gamboa de los mejores libros que se han escrito sobre Paco de Lucía, Camarón, etc.
 
Faustino Núnez: Guía comentada de música y baile preflamencos (1750-1808) (Ediciones Carena, 2008)
 
Faustino Núnez: Guía comentada de música y baile preflamencos (1750-1808) (Ediciones Carena, 2008)

Rara avis” entre nuestros flamencos, lo mismo se arranca por bulerías, que pasa cuatro años como ratón de biblioteca. Pues bien, Faustino, al ver que nuestros teóricos del flamenco, se sumergían en la legendaria especulación del origen oriental de los gitanos y de allí saltaban acrobáticamente al siglo XIX, después de constatar la entrada en el siglo xv de los gitanos en la península, se hizo una pregunta elemental ¿por qué no consultar los documentos que dormían tranquilamente en los sueños de sus cajas sin que en doscientos años nadie hubiera osado despertarlos de su letargo? La respuesta es sencilla: porque había cientos y cientos de cajas a lo largo de galerías oscuras que contenían miles y miles de documentos: consultarlos conllevaría unos cuatro años y estructurar la información, al menos unos dos más. Seis años de trabajo para escribir un libro de investigación no son rentables para ningún escritor cuando en el mismo tiempo puede escribir seis libros más poéticos especulando, de nuevo, sobre el paso o no de los gitanos por Egipto o sobre si el flamenco es más payo que gitano.

Faustino consultó al político de turno y éste no sólo lo animó a investigar sobre las tres mil obras en las que él estaba interesado, sino que le conminó a que hiciera un catálogo de todo el repertorio guardado en la Biblioteca del Conde Duque, de Madrid, en total cinco mil seiscientas obras. Catálogo que elaboró y catálogo que duerme en el limbo de los nonatos, porque el político de turno, presa tal vez de una amnesia, tal vez de un lógico remordimiento de conciencia. Por qué gastar el dinero en asuntos tan banales como la investigación sobre nuestra música, pudiendo gastarlo en temas mucho más modernos como el de la seguridad en China (¿y si descubrían un fallo en sus sistemas de inteligencia y pudiéramos invadirlos y hacerles tragar nuestros productos?). Total que tenemos un catálogo de las cinco mil seiscientas obras sin que a las arcas del Estado les cueste ni tan sólo el dinero de publicarlo.
 
No obstante, Faustino estaba contento con su investigación: había extraído dieciséis mil citas, dieciséis mil elementos que iluminaron muchísimos aspectos de la oscuridad total que hasta entonces se había cernido sobre una época clave para nuestra cultura musical: la segunda mitad del siglo XVIII, música que erigiría la leyenda que alimentó al romanticismo e hizo de España un país admiradísimo.

A oídos de una política ilustrada llegó la noticia de la magna investigación llevada por Faustino y ella lo instó a organizarla. Es claro que supondría dos años más de trabajo, pero la ilustre política, escandalizada de que tales datos pudieran quedar en el anonimato y, dada la pasión hispánica por la investigación cultural, garantizó la financiación de la obra.

No es fácil encontrar una editorial dispuesta a trabajar en la edición de un libro que acumula dieciséis mil citas, eso sí, sabiamente estructuradas, con más mil trescientas cincuenta y ocho notas a pie de página (lo sé porque yo mismo he tenido que poner cada una de ellas en su sitio) y 828 páginas. Pero esta objeción le pareció una excusa a la eximia política. Naturalmente ella, mediante la institución que presidía, se encargaría de incentivar la publicación de tal obra comprando una parte considerable de la edición.

En fin, el final es tan previsible como cualquier manifestación de cualquier político. Hay que comprender que hoy ocupa un puesto y mañana otro mejor, porque la misión de los políticos es la de mejorar la situación económica del país y la mayoría comienzan por sus propias economías y algunos consiguen extenderla a las de sus amigos, cosa que no está mal, porque si todos tuviéramos por amigo a algún político de estos, la crisis económica duraría menos que las esperanzas en la victoria eurovisiva del chiqui chiqui.

En fin, contaré el final: ella ya no está donde estaba, ella se olvidó de sus promesas o tal vez no. Tal vez a esta hora ella esté convenciendo a otro para que inicie una investigación con la promesa de publicarla… y con la intención de hacer del nuestro un país líder en investigación gratuita. El que una mujer, o un hombre, te destrocen el corazón por una promesa incumplida es jodido pero no deja de ser normal, pero el que entre uno y otra te tengan seis años currando como un loco, te roben la cartera y manden a la ruina a la pequeña editorial de un amigo, es toda una señora putada. Claro que el método de investigación propio de nuestros gobernantes hay que patentarlo.
 

NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Thursday,29 may 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[La generación Beat en España. Memoria del no poder. Literatura y heterodoxia]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,721 José Membrive

José Membrive


El lunes, 26 de mayo presentaremos en Barcelona el poemario Memoria del no poder (Ediciones Carena, 2008), de Felipe Aranguren, hombre polifacético y miembro activo de diversas organizaciones que promueven la paz y la justicia entre los pueblos, alguna de ellas como el Centro de Investigación para la Paz, galardonada con el Premio Nacional de Derechos humanos.
-Este libro es un puñetazo sobre la mesa, un hasta aquí hemos llegado, una denuncia de tanta hipocresía que nos rodea… -me dice el autor.
-El problema –le objeto- es cómo presentarlo. Hoy día no puedes decir que se trata de poesía social, ni mucho menos de denuncia y menos aún de tema político, todos esos conceptos están muy desprestigiados.
-También está desprestigiado el concepto “estudioso” y no digamos “intelectual” incluso ya se están cargando el de libro sumándole connotaciones negativas y, si nos dejamos llevar por esta corriente perfectamente dirigida contra el pensamiento, pronto estará mal visto la corrección gramatical a la hora de hablar. Por lo pronto en los móviles ya penalizan económicamente la utilización de acentos… nada de paños calientes. He escrito un libro de poesía de tema político, no partidista, por supuesto, pero yo no rehuyo la calificación de libro político, simplemente por que lo es y, en lenguaje no hay que dar un paso atrás lo diga quien lo diga –afirma el autor.

Hablando sobre el libro Goya Gutiérrez, que será la presentadora en Barcelona, apunta que los versos largos, algo duros y discursivos que forman poemas densos y dilatados no encajan bien en nuestra tradición.
 
Felipe Aranguren: Memoria del no poder (Ediciones Carena, 2008) 
 
Felipe Aranguren: Memoria del no poder (Ediciones Carena, 2008)

Y es cierto. Felipe Aranguren conoce perfectamente a nuestros clásicos pero ha puesto los cuernos a nuestra tradición poética yéndose de farra lectora con otras musas como las que inspiraron a la generación Beat, gente de mal vivir, delincuentes algunos como el huérfano Gregory Corso que aunque pasó su adolescencia entre orfanatos y cárceles, escribió versos tan hermosos como éstos:

Como los peces son aguas animalizadas
nosotros somos espíritus humanizados
los peces van y vienen, los humanos también
la muerte de los peces
no es la muerte de las aguas
la muerte de tu cuerpo
no es la muerte de la vida


Otros fueron asesinos como William Burroughs que mató a su mujer Jane de un disparo en la cabeza cuando trataba de emular a Guillermo Tell y falló el tiro… y que escribió

el amor es mayormente un fraude, una mescolanza de sexo y sentimentalismo que ha sido sistemáticamente vulgarizada y degradada por el virus del poder

o el corrompido Allen Ginsberg que tuvo la osadía de escribir a su propio esfínter

Espero que mi viejo, que mi buen ojo del culo resista
En 60 años no se ha portado nada mal
Aunque en Bolivia una operación de fisura…

Una generación de escritores provenientes de los “bajos fondos morales” de una sociedad puritana, por entonces dueña-manipuladora de la literatura y la cultura.
No considero que un escritor por el hecho de ser marginal, sea mejor que un instalado en el sistema, ambos están en igualdad de condiciones ante la buena literatura, pero quizás las difíciles condiciones impuestas por la vida hacen que sus víctimas aguijen los sentidos de quienes padecen la marginación, tal y como ocurriera con Cervantes.

El caso es que estos hombres como Jack Kerouac con su On the Road, con el que convierte a sus lectores en desertores del sueño americano, Burroughs, que, coqueteando con las drogas, puso en jaque a todo un sistema de lenguaje vacío, Allen Ginsberg que, con su poesía “indecente” concitó un movimiento en el que los armarios empezaron a abrirse y, a su rebufo, el movimiento feminista y el movimiento en pro de los derechos civiles de los negros americanos, etc… el caso es que estos “degenerados” tuvieron la virtud, entre otras muchas, de arrebatar la literatura a los “literatos” profesionales y demostrar que la tradición y los títulos académicos, con ser importantes, necesitan de una fuerte vitalidad para convertirse en poesía y esa vitalidad a menudo no surge de los centros académicos.

La semana pasada llegó a la editorial una propuesta literaria en la que un hombre, cuya vida transcurre entre la cárcel y el manicomio, cuenta el incidente que marcó su desgracia, la agresión, cuchillo en mano, a su mujer al considerarse engañado. Ortográficamente el libro está mal escrito, técnica y estructuralmente habrá que mirarlo más despacio. No sé si será posible verlo convertido en novela. Pero lo cierto es que me mantuvo en vilo prácticamente toda una noche, hasta las 5 horas 09 minutos de la madrugada, porque, al margen del grave suceso que desencadenó la desgracia, el libro tiene la frescura que el “submundo” carcelario (no olvidemos que los enemigos de Cervantes bromeaban sobre los abundantes “yerros” del Quijote, porque, decían, había sido escrito en la cárcel) inyecta a veces entre sus pobladores que tienen el “privilegio” de poder pensar pausadamente y durante horas.

No ha habido en España una revolución literaria similar a la de la generación Beat, lo mismo que, apenas se filtraron algunos rayos del Siglo de las Luces… pero, afortunadamente sí hubo intelectuales que supieron importar gran parte de su caudal, como luego importarían el movimiento romántico con medio siglo de retraso. Más vale tarde que nunca. Y eso es lo que quiero decir del libro Memoria del no poder, un libro que trastoca nuestros hábitos y valores literarios, alargando el verso y los poemas, mezclando sabiamente metáforas y silogismos, ira y reflexión.

Un libro que apuntala nuestra línea editorial, que no es otra que aportar nuevas maneras, indagar en nuevas formas de expresión, encauzar las voces que puedan renovar nuestro arsenal literario.
 

NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Monday,26 may 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Diario de Autoayuda (2): La venganza de la santa]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,720 José Membrive

José Membrive

 
Dormirse pensando en una persona que acaba de morir tiene sus peligros, y cuanto más cercana sea la difunta peor. Los muertos antes de marcharse al Más Allá, o de autodisolverse transmitiendo su energía a las nubes o al bosque o, en fin, encarnarse en una rata o en una araña (porque el Mas Allá también es una opción personal y de esto hablaré cuando mi maestro me dé permiso e ideas) hacen balance de su vida y saldan cuentas pendientes.
Y yo tenía muchas con mi hermana Imelda. Ella se había educado en la capital, en un internado de las madres trinitarias. El párroco Don León le había arrancado a su amigo el gobernador una beca para ella en una de aquellas monterías organizadas por el alcalde en Sierra Morena y a la que a veces se sumaba “el mismo Generalísimo en persona”, como solía decir el párroco, en lugar de decir simplemente el General, sin esa absurda exageración de ísimo.
Nadie en el pueblo vio con buenos ojos, allá por los sesenta, que mi hermana abandonara el hogar a los 12 años para internarse, dejando a mi madre sola ante el cuidado de tres varones.
-¿Para qué quiere estudiar una mujer?, los estudios llevan a la relatividad moral, a la relajación espiritual y, a menudo al alejamiento de la santa madre Iglesia –objetaba mi abuela a Don León.
-No se preocupe, señora, es Dios el que la ha elegido y Dios sólo se equivocó una vez: al manipular la costilla de Adán –y luego se reía de su propia gracia.
Es evidente que esta vez no se equivocó porque mi hermana, cuando siete años después tuvo que abandonar el internado para hacerse cargo de nuestra casa por la súbita muerte de mi madre, había conseguido el título de maestra nacional y cursaba, con brillantez el primer año de filosofía teológica.
Ella nunca protestó por tener que renunciar a una brillante carrera:
-Dios escribe derecho con renglones torcidos –se limitaba a decir con la irritante humildad que emanaba constantemente de toda ella.
El que sí se enfadó fue el cura que al enterarse de la decisión de mi padre vino al cortijo y nos tupió a los tres: a mi padre a quien calificó de egoísta recalcitrante y a mi hermano y a mí:
-Si fuerais hombres de bien no arruinaríais la vida de una persona. Una casa puede tirar adelante sin mujeres, miradme a mí: no necesito tener esclavizada a mi hermana.
-Perdón, padre, Ud lo que quiere es acostarse con ella, como lo hace con la hija de Feliciano, también una estudiante corrompida.
El bombazo tirado por mi padre –poco hablador de por sí- y su postura erguida con los puños cerrados hizo que la mirada fulminante que le había lanzado el cura se fuese ablandando hasta estallar en una extraña risotada. El cura dándonos la espalda a los tres, con la valentía del torero que se aleja del astado sin mirar atrás, se fue señalándose con el dedo en la sien.
Desde aquel día, al menos en los cinco años que permanecí en casa hasta que me dio por venirme a Lérida a recoger manzanas y quedarme en Cataluña para siempre, ninguno de nosotros pisamos la iglesia, por rigurosa orden paterna.

Jamás logré ver a mi hermana enfadada. Ni tan sólo el día en que, como ella apenas salía de casa, vino “en persona el mismo concejal de cultura, enseñanza, religión y festejos” a mi casa para ofrecerle directamente a mi hermana la plaza de maestra que había dejado vacante doña Úrsula, “toda una institución en el pueblo”. Al oír la propuesta el rostro de mi hermana se tornó radiante porque, al estar mi padre presente, creyó que contaba con la anuencia.
-Lo siento, señor, Imelda tiene deberes familiares que cumplir y yo soy lo suficientemente hombre y padre como para que nada le falte. No necesita mendigar sueldo alguno que después habrá de agradecer dios sabe cómo. Ella tiene ya su trabajo.
El concejal nos miraba a mi hermano y a mí en busca de apoyo, al igual que Imelda pero como Arcediano bajó la cabeza, yo, el menor no me iba a oponer.

No quise mirarla a los ojos durante un tiempo considerable, tal vez no me atreví a hacerlo de forma franca nunca más, pero sentí la humedad de sus lágrimas ausentes atravesar mis huesos.

Y eso es exactamente lo que he padecido durante toda la noche: la venganza de mi hermana. Ha sido una pesadilla larga, cruel, sostenida. Yo soñaba que estaba en mi propia cama durmiendo después de haber recibido la noticia de la muerte de mi hermana (¿es eso soñar? ¿puede uno estar soñando con hacer exactamente lo que está haciendo?) y ella, o su recuerdo, se introducía en mí; venía a despedirse pero yo no me podía mover de la cama, entonces en mi sueño, por llamarlo de alguna manera, se ha echado sobre mí, llorando y abrazándose, pero su presencia me asfixiaba y sus brazos eran como oscuras cuchillas agudas con sinuosidades de sierra (Sierra Morena, lugar de su humillación, rasgándome los huesos) que tremolaban sobre mí, destrozándome. Sus lágrimas corrían en canal quemando con su sal la médula de todos mis hueso, pero, ante todo era asfixia, una asfixia de vida eterna, la asfixia que mi indolencia y tal vez mi envidia, había proyectado sobre ella.
Me he despertado con un gran dolor de cabeza, con el cuerpo y el alma destrozados, no por el dolor de su ausencia, sino, y esto es lo peor, por el de su presencia.

A las seis de la mañana he cogido el coche rumbo a Fuencaliente, tengo por delante más de seiscientos kilómetros y un duelo que no sé cómo enfocarlo. A las nueve y media haré una parada para desayunar y, para pedirle instrucciones a mi “ayudólogo” como llamo a mi maestro, no por hacerme el gracioso sino porque en realidad no sé cómo llamarlo, no es psicólogo, ni asesor de imagen, ni astrólogo, ni sacerdote, ni médico, pero en su empeño de hacer de mí un ser autónomo, él ocupa todos estos campos con tal lucidez que he llegado a la conclusión de que la manera más auténtica de ser yo mismo es dejar que él me dirija.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Friday,23 may 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[El arte de vivir apasionadamente. Memoria, ciencia, analfabetismo y libros en la transmisión del flamenco]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,716 José Membrive

José Membrive

Es cierto que el flamenco, como el tango o como el jazz, nació en rincones y hogares marginados, sin luz ni taquígrafos que tomaran nota de los primeros pasos de estos artes tan colosales.

Pero la impericia en la lectura y escritura de estos primeros creadores no impidió reconocer que en su memoria albergaba una riquísima gama de experiencias musicales acrisoladas por los siglos. La memoria estética junto a la pujanza que el arte sabe infundir en las almas, obraron de levadura en la masa musical heredada que, cociéndose en los oscuros hogares, dio lugar al nuevo arte.

La creación colectiva del flamenco, tenía, sin saberlo reminiscencias de la “puellae gaditanae” romanas, sones orientales y casticismo dieciochesco. Milagrosa ciencia con lenguaje musical que se transmitió de siglo en siglo, sin que los libros ni las escuelas ocuparan un lugar relevante. De ahí la casi verdadera leyenda romántica de un arte sublime creado por “analfabetos”.

La música, el tono, el ritmo y los variadísimos recursos melódico-bucales del flamenco han sido legados de generación en generación “de oído”, dada la dificultad de expresar en un pentagrama tanto dolor, tanta pasión y tanta intensidad vital.

Pero los tiempos cambian: el flamenco ha salido de los oscuros rincones semiclandestinos y camina hacia un arte de referencia mundial. Un arte con una larga historia, un arte singularísimo y torrencial y como todo arte contemporáneo ha de ir acompañado de un corpus teórico que explique a los no iniciados el significado de los ritos, los movimientos y los ritmos que fluyen de él. Si cada arte, como lo definía mi admiradísimo maestro Cesáreo Rodríguez-Aguilera es una religión incruenta, es indudable que los sacerdotes y sacerdotisas son los artistas, pero, como tampoco hay religión sin teología, también el flamenco necesita de sus teóricos: flamencólogos, historiadores, músicos, analistas: yo los llamo los apóstoles del flamenco. No hay arte sin su ciencia y no hay ciencia sin teóricos y no hay teóricos sin doctrina y no hay doctrina sin libros. Y en ese último escalón es donde se inscribe la importancia de Ediciones Carena y de otras editoriales que han apostado por llenar el vacío teórico que amenazaba los cimientos de nuestro arte.
Faustino Núñez: Guía comentada de la música y el arte preflamencos (1750-1805) (Ediciones Carena, 2008)
 
Faustino Núñez: Guía comentada de la música y el arte preflamencos (1750-1805) (Ediciones Carena, 2008)

Ediciones Carena, siendo una editorial pequeña, no renuncia a aportar su granito de arena para insuflar vitalidad a este “cuerpo místico-flamenco”. En nuestro catálogo no faltan quienes han buceado lúcidamente en el pasado de este arte como Cristina Cruces en su El flamenco y la música andalusí, o la incansable disciplina de Faustino Núñez investigando año tras año para aportar un raudal de luz sobre la música que se hacía en España en la segunda mitad del siglo XVIII en su impagable Guía comentada de la música y el baile preflamencos (1750-1808); Agustín Gómez, a modo de evangelista, desvela el basamento estético en el que se sustenta nuestro arte en su De estética flamenca. Francisco Hidalgo nos ha aportado tres libros luminosos sobre las andanzas del flamenco en Cataluña y parte del extranjero en su libro Como en pocos lugares. Noticias del flamenco en Barcelona; ha indagado en las relaciones entre intelectuales catalanes y andaluces en su Sebastià Gash: el flamenco y Barcelona, y ha seguido los pasos de la sin par Carmen Amaya, en su biografía Cuando duermo sueño que estoy bailando (agotada y en fase de reedición). La comedia flamenca de Eugenio Cobo indaga en la presencia del flamenco en los tablaos durante la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX; Jose Manuel Gamboa resucita al Sernita y, con él, a aquella durísima época de hambre, señoritos y emigración (Sernita de Jerez ¡Vamos a acordarnos!). Jose Luis Ortiz Nuevo puso en jaque a los “flamencólicos” y demás fauna tridentina con su Alegato contra la pureza (actualmente agotado y en fase de repesca). Entre las planchas de la imprenta y las manchas de las tintas están adquiriendo forma dos nuevas propuestas: El Cante de las Minas: notas a pie de festival en el que Francisco Hidalgo da luz y recoge la alegría del uno de nuestros más singulares festivales de flamenco: el de La Unión.

En el último, la alemana Nadine Cordowinus nos aporta riquísimas reflexiones sobre el flamenco visto y vivido desde fuera Tradición y experimentos en el baile flamenco: Rosa Montes y Alberto Alarcón. En otro género: el de la novela flamenca, Ediciones Carena también ha aportado una original recreación, Soleá, esta vez a cargo de Mara Lea Brown, del ambiente de nuestros pueblos flamencos allá por los cincuenta-setenta.
 
Estas aportaciones que nosotros humildemente canalizamos con todo el cariño y la pasión, y ahí está Pilar, haciendo de la colección su propia vida, van a tener continuidad. Pero, aparte de eso, estoy convencido de que pueden insuflar en sus lectores –sean o no aficionados al flamenco- el arte de vivir intensamente, el gozo en la inmersión sentimental, el éxtasis mágico de su majestad el duende habitando fugazmente las galerías de su alma. Porque el flamenco no está sólo en los tablados, está también en las páginas que transpiran las llamas negras del arte hondo.


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Tuesday,20 may 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Nuevos sistemas de venta de libros: crisis en las librerías, auge de internet]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,714 José Membrive

José Membrive

Hace unos días ocurrió un hecho sencillo pero, al mismo tiempo histórico para Ediciones Carena, alguien, desde alguna parte del mundo, nos hizo la primera compra por el sistema Read On Time. El honor recayó en Soleá, novela flamenca escrita por una californiana, Mara Lea Brown. Activando por primera vez este sistema, el lector puso en marcha nada menos que un proceso de producción y distribución de un ejemplar en exclusivo para él. Desde la imprenta al consumidor.
 
Y es que la industria del libro está afectada por un terremoto que durará bastante tiempo. Hasta hace unos años los libros se producían en naves ocupadas por imprentas de grandes dimensiones, que vomitaban resmas de papeles a insólitas velocidades. Hacer mil libros equivalía a dos horas de preparación de imprentas y cinco minutos de funcionamiento. Hacer sólo mil libros era dilapidar tiempo y dinero, hacer más era dilapidar papel.
 
Hoy es factible enviar un archivo con el diseño de un libro desde Sevilla a una planta de producción situada en Buenos Aires, México DF, Sydney, Amsterdam o cualquier otro lugar, producir un solo libro y hacerlo llegar al particular lector que lo había demandado. Y todo esto a un precio de catálogo. Este es el sistema Read On Time, por el que Carena está apostando fuertemente y que ya está dando sus primeros pasos, al menos para lectores más concienciados.
 
 
Mara Lea Brown: Soleá (Ediciones Carena, 2007)
 
En mi experiencia como persona implicada en la producción y comercio del libro, he podido constatar la existencia de dos grandes grupos de lectores (siendo consciente de que toda generalización implica inexactitudes y excepciones). En primer lugar estarían los consumidores de libros y en segundo lugar los “consumidos” por los libros. Los primeros recurrirían al libro por placer, siguiendo las tendencias generales del mercado y los segundos por necesidad: profesionales que necesitan de ellos para perfeccionarse como historiadores, literatos, investigadores, profesores universitarios y lectores especialmente apasionados por algún tema.
 
Hasta ahora cada uno de estos grupos de lectores tenían sus lugares de compra: las librerías generales y las librerías especializadas. En este campo también se está produciendo un gran cambio: las grandes superficies están compitiendo fuertemente –en algunos casos sustituyendo- a las librerías generales, al menos en el campo de los best-sellers, pero las librerías especializadas están siendo sustituidas por la venta por internet. El encarecimiento de locales y almacenamiento, junto a las facilidades de venta por Internet hace inviable a medio plazo el mantenimiento de las librerías especializadas.
 
En tiempos recientes, hacer llegar nuestros libros a lectores particulares en cualquier parte del mundo era un cometido carísimo y de alto riesgo. Los gastos de envío suponían a veces el triple del valor del libro, pero además nunca había seguridad de que el libro no se extraviara o estropeara en el largo viaje. Hoy, gracias al sistema Read On Time, todo resulta más sencillo, barato y eficaz: basta clicar en esta imagen, para poner en marcha el sistema de producción de un nuevo libro, en exclusiva para el comprador.
 
No están aún todos los libros de Carena insertos en el sistema Read On Time, pero sí bastantes: se puede consultar el apartado ciberlibrería de nuestra página web, pero a modo de ejemplo, los aficionados a la poesía pueden tener acceso a la Antología poética andaluza (I) (Francisco Morales Lomas), El Pozo (José Membrive), Taio (Araceli Palma-Gris), Una llamada tuya bastará para sanarme (Gloria Bosch), Y perdemos los nombres de la piedra (Daniel Riu Marval)
 

Para los viajeros de todo el mundo: Quiero ser Ali-Bey (Rutas insólitas por África), Islas sirenas y navegantes (ambos de Pablo-Ignacio de Dalmases) y el Legado de las utopías (Iván Puig).
 
En narrativa: La Nimiedad (Blanca Mart), gratísima novela que reflexiona lúcidamente sobre el valor del pasado como fuerza para gozar del presente, Vete y Ama (Carmen Alcalde) recomendable a quien quiera indagar en las galerías de los sentimientos heterodoxos y humanísimos, Tantas cochinadas (Ignacio Sanz) protagonizadas con igual suerte y lucidez por el cerdo y el ser humano.
 
Para los amigos de la otra historia, aquella que realmente sucedió y de la que nadie quiere hablar: Las Guerras Mambisas (Santiago Perinat), Antonio Rosado y el anarcosindicalismo andaluz (Ángel Sody de Rivas)… y para los amantes de civilizaciones ajenas a la occidental unos cuantos libros sobre África.
 
Está en proceso de instalación prácticamente todo nuestro catálogo. Teniendo en cuenta que contamos con autores hispanoamericanos de gran prestigio en nuestro fondo, creo que estamos ante una gran noticia, no sólo para Carena y para los potenciales lectores, sino también para nuestros autores.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Friday,16 may 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Diario de Autoayuda (1)]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,711 José Membrive

José Membrive

Mi hermana fue inoportuna hasta en el día y en la hora de morir: un jueves al oscurecer, aunque a mí me lo comunicaron por teléfono a las 11 de la noche, cuando estaba acostando al niño. Fue mi hermano Adrián el encargado de transmitirme la mala noticia y que, como un débil mental que siempre ha sido, se había dejado avasallar por pensamientos negativos y lloraba entrecortadamente.
-Ha sido un niñato, un niñato de esos que van a toda hostia con el último modelo que le regaló su madre. Claro que Clara no miró al atravesar la calle… y ahora…, ahora ya la llevan desde el hospital… hasta… hasta… el tana... tanatorio.
-Bueno, tampoco hace falta que abundes en detalles macabros que sólo sirven para lastrar el necesario vuelo de tus nobles sentimientos.
-Hermano, hermano, ven con cuidado, si quieres trato de atrasar el entierro hasta el sábado –decía haciendo oídos sordos a mis sabios consejos.
-No, no te preocupes –le corté- mañana por la tarde procuraré estar ahí y ahora perdóname, pero el niño estaba a medio acostar y viene hacia aquí.
-Bien, entonces nos vemos mañana, pero no hagas locuras, tal vez aún puedas coger un tren nocturno o un avión mañana a primera hora. No conduzcas tú sólo, son quinientos quilómetros, cuídate, por dios que con una desgracia familiar hay de sobra.
-No te preocupes, hermano, ya apareceré.
Todo accidente es medio suicidio; según mi maestro oriental, nada sucede por casualidad. Cuando alguien atraviesa la calle sin mirar al sitio adecuado, su inconsciente no ignora la presencia mortal del coche asesino. Siendo así ¿Por qué coño se había querido suicidar mi hermana?
-Papá ¿qué te pasa? ¿por qué hablas solo? ¿quién te ha llamado?
Lo último que se me ocurriría sería desatar una tormenta de negatividad en los sueños de mi hijo. No estaba maduro aún para toparse con la muerte real. Así que le dije que era su madre la que llamaba porque quería pasar el fin de semana con él (esto, genialmente, se me ocurrió sobre la marcha). Yo le he dicho que sí.
-Me extraña mucho –contestó el niño- su novio, el Miguelón no puede ni verme.
-No es que te mire a ti especialmente con malos ojos, es que el pobre es medio bizco. Hasta las sillas se quejarían de su mirada si tuvieran boca. No sé qué ha visto tu madre en él. Bueno sí lo sé. Una manera de joder a cualquiera es acostarse con su peor enemigo y, encima, aparentar ser feliz.
-¿Quieres decir que pasaré tres fines de semana con la feliz parejita, como tú los llamas?
-No, por supuesto, es sólo un intercambio. Dos fines de semana aguantando las comidas que perpetra la mamá y otros dos gozando de pizzas y McDonals magistralmente seleccionados por mí.
-Venga papá, ¿no puedes cambiar de chiste aunque sea por una vez?
-Venga, cariño, sueña con los angelitos.
-Últimamente prefiero soñar con angelitas, papá, olvidas que voy para diecisiete años.
-Anda, anda, los ángeles no tienen sexo… buenas noches, cariño.

La negociación con mi ex no salió del todo mal.
-Mi hermana, mi querida hermana Imelda ha muerto –repetía yo forzando un sollozo.
-Lo siento, lo siento -Ángela parecía conmovida a pesar de que en miles de ocasiones se había negado a que le hablara de mi familia, bueno de mi familia y de todo lo que no fuera el Víctor: nuestro común hijo.
-Entonces ¿me podrás cambiar el fin de semana?, estoy destrozado y tengo que viajar mañana al pue.. pueblo.
-Deja de fingir, cabrón ¿no te da vergüenza? Claro que me quedo con el niño, por respeto a Imelda que era una santa pero para eso no hace falta que te pongas a lloriquear: tú y yo sabemos que tu corazón y tu cerebro son duros como el pedernal.
-Eso era antes. Desde que estoy haciendo un curso de crecimiento personal soy distinto: he aceptado el desafío de Carl Rogers: iniciar “el proceso de convertirme en persona” como cimiento a mi próxima felicidad. Y esta vez voy en serio. He aprendido que “en la búsqueda de la felicidad todos los caminos y métodos son válidos”, y estoy decidido a ser feliz, sea como sea, cueste lo que cueste y pasando por encima de los cadáveres de quienes se opongan. El maestro me ha dicho que lo primero que tengo que hacer es “ocuparme con vehemencia” de aquello o aquellos que impiden mi felicidad, es decir tú y tus circunstancias. Y voy a iniciar la siega ¿Me has entendido o quieres que te lo repita?
-Mañana, a las 5,30 de la tarde espero al niño en casa, adiós.
El pitido del teléfono, más colgao que Alex Ubago no impidió mi sensación de triunfo. Era la primera vez en mi vida que hablaba con la contundencia de una apisonadora. Los cursos de crecimiento personal que secretamente había comenzado el mes anterior y a los que dedicaba sábados y domingos ya comenzaban a surtir efecto.
Habituado como estaba a expulsar la negatividad antes de dormirme, pero respetuoso también con la difunta, mientras me relajaba recreé los primeros años de nuestra infancia y la vi haciéndome hueco entre sus amigas para que jugara con ellas a las casicas con restos de platos rotos, tratando de calmar así mi llanto por la enésima paliza que el Iscariote del vecino, siendo un año menor que yo, me había atizado. Después rememoré el día de nuestra primera comunión y al recibir la hostia del cura, el coro de los arcángeles me transportó a las oscuras regiones de Morfeo.


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Wednesday,14 may 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Pervivencia del flamenco: el papel de los flamencólogos y aficionados extranjeros]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,708 José Membrive

José Membrive

Hace unos meses, sopesando la posibilidad de incorporar a nuestro fondo editorial la Guía comentada de música y baile preflamencos (1750-1808), su autor Faustino Núñez, uno de los musicólogos más prestigiosos de nuestro país, afirmó que, sin duda alguna, el flamenco ha pervivido gracias a la acogida y valoración que le han dispensado y dispensan en el extranjero.

A mí me pareció una exageración en toda regla, es más, hasta entonces yo había pensado que uno de los enemigos más poderosos del flamenco era la invasión “guiri”, consumista de un “typical spanish art” descafeinado mientras se atiborraba de cerveza. Menos mal que me callé, porque inmediatamente comenzaron a venir libros que, directa o indirectamente, aclaraban el tema de manera fulgurante.

El primero Sernita de Jerez ¡vamo a acordarnos!, de José Manuel Gamboa, reflejaba la crisis agónica que se cernió sobre los cantaores junto a la dictadura. Tío Manuel El Sordera cuenta: “La verdad es que con lo del cante se pasaban fatigas. Muchas noches esperando allí en la venta a que te saliera una fiesta y, al final, te volvías a casa de vacío, sin un duro después de toa la noche”.

Tampoco es que fuese un chollo que te contratasen: cuatro días fumando y bebiendo obligatoriamente junto al señorito. “Mi padre llegaba con los dedos todos amarillos de tanto fumar en la fiesta. Y de beber… Fíjate. Estaban de fiesta y a los cuatro días les daban cinco duros...”

El camino hacia el extranjero: Suiza, Holanda, Alemania… había sido la salvación para los grandes: Antonio y Rosario, José y Susana… también supuso la salvación de Sernita y otros muchos a quienes su patria les negaba el pan y la sal.

Soleá de Mara Lea Brown es una novela cuya existencia sólo puede explicarse por el poder seductor del flamenco sobre personas con sensibilidad, ajenas a nuestro entorno. La autora, de nacionalidad estadounidense, vivió durante su infancia y adolescencia en la costa andaluza entre Granada y Málaga. La trama recae sobre tres personajes principales y simbólicos: la Toñi, bailaora racial, aliada del duende, pero cada vez más marginada, la Rosa, bailaora de tablaos adaptados a los tiempos y gustos de turistas y Rodrigo, que oscila entre ambos mundos. En realidad, tanto por su forma de escritura con rasgos oníricos, como por su trama, la novela refleja la obsesión de su autora por la conservación de la esencia flamenca dentro de la evolución y adaptación constantes que, como cualquier arte, afecta al flamenco.
 
José Manel Gamboa: Sernita de Jerez ¡Vamos a acordarnos! (Ediciones Carena, 2007)
 
José Manel Gamboa: Sernita de Jerez ¡Vamos a acordarnos! (Ediciones Carena, 2007)

Igual preocupación afecta al ensayo de Nadine Cordowinus Tradición y experimentos en el baile flamenco: Rosa Montes y Alberto Alarcón (de próxima aparición en Ediciones Carena).

Nadine es una jovencísima aficionada alemana, alumna de los maestros aludidos: Rosa Montes y Alberto Alarcón, que, seducida por la vitalidad que el baile flamenco infunde a quienes lo practican con hondura y honestidad, a sus veinte años publicó en alemán este interesantísimo ensayo que en unos meses aparecerá en español. 

El ensayo consta de cuatro bloques:

(I) Desarrollo histórico de la tradición del baile flamenco en España: una síntesis histórica útil para dar a conocer las elementales bases de nuestro arte.

(II) Situación actual del baile flamenco: en la que Nadine, con ayuda de la opinión de otros artistas afincados en Alemania, trata de fijar las bases elementales que han de acompañar a toda expresión que quiera ostentar el título de flamenca, con toda dignidad.

(III) Discusión actual sobre el tema “el auténtico flamenco”. En este apartado y en el siguiente la autora se convierte en canal de transmisión del pensamiento de los protagonistas más vivos de dicho arte, de quienes, mediante entrevistas, sabe sacar lo mejor de sí mismos: Joaquín Ruiz, Merche Esmeralda, La Tati, Eva Garrido la Hierbabuena.

(IV) Rosa Montes y Alberto Alarcón, dos maestros de la danza y del baile flamenco que, tras pasar por Francia, se instalaron en Alemania desde donde han llevado la pasión por el flamenco a múltiples escenarios europeos y desde donde han sabido inocular esa invisible pasión por nuestro arte, entre otros a la autora de este interesantísimo libro.

Como conclusión se puede deducir que podemos mantener nuestro optimismo. Mientras esta tierra siga dando grandes artistas el flamenco estará protegido de nuestra endémica desmemoria, porque el duende flamenco ya no conoce fronteras, poco a poco va ganando corazones jóvenes. En este caso, hasta las estadísticas nos acompañan. Cita Nadine los resultados de una encuesta llevada a cabo por la revista Anda (que se publica en Alemania) a 150 jóvenes participantes de cursos de baile de flamenco en Jerez en 2003. Entre otros aspectos de la encuesta, llama la atención los efectos psicológicos que los encuestados reconocían tras su contacto con el flamenco: El 84% indicó que el flamenco había cambiado su personalidad, el 36% se sentía más seguro de sí mismo, el 28% se consideraba más comunicativo hacia su entorno y el 8% juzgó que su contacto con el flamenco había supuesto un cambio total en su estilo de vida.

En esos jóvenes que cada año llenan las aulas de Jerez, de la Unión y los teatros de medio mundo, en ellos está la semilla que garantiza la presencia de un arte que, quizás más que ninguno, sabe inocular la pasión por la vida.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
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Monday,12 may 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Crisis en la industria editorial y la desmemorización colectiva]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,705 José Membrive

José Membrive

Aunque durante década y media he combinado mi labor de profesor de enseñanza media (ahora ya abandonada) con la de escritor no muy prolijo, la de editor y la de cabeza de familia monoparental, es decir, tareas de casa incluidas y mater-paternidad al completo, en realidad no me considero un hombre de acción. Quienes me conocen, no dudarían en catalogarme como ser pasivo y algo inconsciente, lo de inconsciente también lo afirman quienes no me conocen apenas, como el policía que anoche, a la una de la mañana, me hizo descargar unas cuantas cajas de libros de la furgoneta y dejarlas abandonadas, después de haberme clavado una suculenta multa.

En realidad siento antipatía automática por las películas de acción en las que sólo soy capaz de ver un imbécil repartiendo mamporros sobre los hombres de no acción como yo.

Sin embargo mi labor empresarial me obliga a veces a salir de la madriguera por asuntos decisivos: en esta ocasión la gran crisis que afecta al campo de la distribución de libros requería mi presencia casi simultánea en Bilbao, Oviedo y Madrid. Así que, pertrechado con una pequeña camioneta de un amigo, que no puede pasar de noventa, emprendí el viaje.

Nunca había estado en el País Vasco y al aproximarme a sus murallas montañosas las nubes se iban adensando y oscureciendo como ángeles fríos. Su relieve es duro, pero su vegetación dulce. Llegué a Bilbao, “la placenta de mi espíritu embrionario” como la denominó mi admirado Unamuno, con la mala conciencia de no poder dedicarle unas horas al gran escritor. Escuché acentos de distintas procedencias mientras, cerca de allí, según me enteré después por la radio, se procedía a una redada de jóvenes violentos.

A primera tarde llegué a la sede de la distribuidora declarada en suspensión de pagos. La impresión fue terrible: un enorme almacén de varias plantas con decenas de miles de libros abandonados. Los casi treinta trabajadores, algunos de los cuales llevaban más de treinta años en la empresa hacían acto de presencia sin ánimo para asimilar el derrumbe. Algunos editores, como yo, buscábamos y empaquetábamos los libros supervivientes a la catástrofe. El desastre económico, con ser decisivo para la supervivencia, incluso el incierto destino de los trabajadores quedaba empequeñecido por algo más trascendente: habían caído en bloque la base empresarial de distribución de libros en el País Vasco. Merche, la encargada de controlar el desmantelamiento me explicó que, en vistas de los malos tiempos, hacía tan sólo unos seis meses tres de las empresas más importantes decidieron su fusión, pero ésta precipitó. “Las grandes superficies y cadenas han centralizado la contratación de libros con las sedes centrales de Madrid o Barcelona y algunas grandes librerías empiezan a gestionar el envío de libros directamente desde las editoriales….”

Para un editor pocas cosas hay más duras que ver los libros tirados, así que al despedirme recogí algunas agendas de un gran contenedor. Eran hermosas, de una editorial católica unas y otras con recetas de cocina. Las agendas tienen vida corta y, en este caso, frustrada.

Las verdes montañas de Cantabria ofreciendo sus pastos al ganado vacuno y las cajas con más de quinientos libros rescatados in extremis del contenedor me dieron alas y ánimo para hacer el camino hacia Oviedo aquella misma tarde. Prescindir de la sidra y la fabada en Oviedo puede salir caro al visitante. Tal vez ofendí al camarero al rechazar ambas cosas y pedirle algo sobrio: simplemente unas verduras con un pescaíto. La economía no estaba para despilfarros.

-Al momento –dijo marchándose.

Al poco aparecieron unas verduras asadas, el pescaíto y la cuenta sin postre: 35 euros. Cuando le sugerí que podía haberse equivocado me enseñó la carta: lubina 22 euros y el resto de las verduras con denominación de origen de no sé dónde.

El día siguiente comenzó bien, contra todo pronóstico llegué a la urbanización sin excesivas equivocaciones y Víctor, el empresario que se iba a hacer cargo de la distribución de nuestros libros en el Asturias tenía el asunto claro.

-Aguantar el chaparrón, “nunca llovió tanto que no parase” dijo a modo de refrán. (Me resultó curioso que en varias ocasiones asoció los problemas a la lluvia. En el sur, al contrario recibimos las buenas noticias “como agua de mayo”). La receta: andar con pies de plomo, recortar gastos, trabajar con los mejores, ofrecer productos de calidad y ser constantes. Yo tengo cuatro trabajadores en el almacén. Ellos tenían más de quince.

Me congratulé en dejar los libros de Carena ante alguien que no prometía resultados, sino trabajo.
 
 
Asturias es un laberinto geográfico. Con razón los musulmanes no pudieron llegar a Covadonga. Ver las aldeas extendidas sobre las faldas de enormes montañas causa un poco de miedo. Poco a poco los túneles van abriendo el camino. Los montes de León son menos abruptos y sus tierras rezuman, a la vez que riqueza, sabiduría extraña.

Una llamada de teléfono me advierte que antes de las cinco tengo que estar en Cabañas de Yepes. La empresa que nos distribuía el año pasado amenaza con destruir los libros si no los recogemos ya. Atravieso Madrid a la velocidad supersónica, para la vieja furgoneta, de 120 y a las 16,59, exactamente un minuto antes del límite estoy en el almacén. Cinco minutos más de tardanza habrían hecho inútil mi particular rally Oviedo-Cabañas.

La furgoneta se queda pequeña y los libros me llaman como náufragos para que los libre de la cuchilla destructora. Reconozco que me pasé cargando libros, pero también que el viejo motor respondió de maravilla. De cinco y media de la tarde en que salí, hasta las una en que cortaron mi paso, al menos cuatro coches de policía que, de pronto, encendieron sus luces y comenzaron a vomitar hombres en un cruce de Igualada, la verdad es que el viaje fue un continuo sobresalto. Primero porque las luces cortas, debido al exceso de carga apuntaban hacia el cielo, segundo porque en las curvas, como no entrara despacito el coche, comenzaba a bambolearse como un barco en alta mar y, tercero, lo diré ya que ha pasado, que las gafas, imprescindibles para conducir y, sobre todo de noche, se me habían roto. Mejor dicho, un cristal se le había caído el día anterior estando dentro de mi coche precisamente en un hueco entre el asiento y el freno de mano y no pude rescatarlo.

Durante todo el recorrido tuve la impresión de que aquello no acabaría bien. Una rueda reventada, etc., pero siempre apelo a mi buena suerte. Sabía que el punto peligroso estaba al cruzar el pueblo, porque, a simple vista, la multa estaba cantada.

Cuando ya me alejaba de la ciudad vi que un coche de policía venía en sentido contrario. Malo. Sin embargo, me dejaron tranquilo. Yo pensé que, con un poco de suerte, habían cumplido su jornada laboral y pasaban, pero no. Al aproximarme a la rotonda definitiva veo que un coche que venía por detrás, a bastante distancia, acelera y se encienden las luces de emergencia, me adelanta y me señala que me aparte, antes de parar se encienden otras luces y otras y otras, al menos cuatro o cinco coches. Estaba tan cansado que, cuando los coches comenzaron a vomitar hombres capaces de doblegar a un batallón, me vino a la mente una escena de persecución. Si yo, en lugar de ser un colgado, fuera un verdadero hombre de acción habría puesto en jaque con toda mi furgonetita.

Lo que ninguno de ellos esperaba es que llevara libros. Fui consciente de que los había defraudado en toda regla. Seguramente que el primero que se cruzó conmigo exageró la información sobre mi perfil islamista. “¿Y para esto nos haces venir”? parecía decirle un mozo de escuadra (policía autonómica catalana) a un guardia urbano.

-¿Qué llevas debajo de las cajas de libros?

-Más cajas con más libros.

-¿Por qué? ¿a dónde los piensas vender? ¿de dónde los has sacado? ¿qué clase de libros son?

Mis respuestas eran lógicas pero no saciaban el quid principal ¿Qué ganaba yo encerrando cientos de libros en la cochera de mi casa?

El mozo cogió varios libros, por sus manos pasaron Antonio Rosado y al anacosindicalismo andaluz, Mujeres para la historia, Santa Coloma sota el franquisme...

-Y total, pones en peligro tu vida y las de los demás por libros que nadie va a leer –dijo tirándolos con desprecio de nuevo al coche.

Una bofetada no me habría dolido tanto como la súbita inmersión del mozo en la crítica literaria. Y me dolió más porque además era cierto.

De modo que estudio toda mi vida lengua y literatura española, leo, escribo, hago un curso sobre edición, corrijo, selecciono y llega un mozo de escuadra y resume en una frase todo mi fracaso vital. Eso era demasiado. Es como si yo con dos buenos mamporros le hubiera sacado al argentino toda la información que él había tratado de extraerle inútilmente.

Tuve que callarme por no darle la razón. Ante su cara complaciente fui sacando cajas de libros y depositándolas en el bordillo, justamente donde suele esperar clientela con su bolso y su minifalda una chica de la Europa del este.

Allí quedaron amontonadas la memoria de los fusilados en Santa Coloma, de las heroicas colonizadoras de la Patagonia, los espantados monólogos de la protagonista de El Pozo, las políticas, las mujeres de teatro recopiladas por Antonina Rodrigo.

Mientras, unos defraudados por no haber cazado a un terrorista, otros contentos por haberme salvado la vida, se alejaron. A las cuatro y media de la mañana volví a rescatar mis libros abandonados con el juicio y la sonrisa del policía-literatólogo clavados en la conciencia: libros que nadie va a leer.

Lo terrible es que puede que lleve razón. Unas décadas antes estos libros habrían sido quemados y yo encarcelado. Pero el mundo avanza: en vez de quemar libros es mejor apagar las inteligencias, desmemorizarnos a todos… trivializar la cultura. Y a fe que lo están consiguiendo.
 

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Thursday,8 may 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Feria de Abril, sevillanas, emigración y convivencia]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,702 José Membrive

José Membrive

La música que en esta primavera prolifera en distintos ambientes puede ser un lenguaje de unidad y entendimiento entre personas de distinto origen, lengua o ideología.

Alicia Chust en su libro Tango orfeones y rondallas (Ediciones Carena, 2008) ilustra cómo, ante la imposibilidad de entenderse entre sí, los hablantes de más de cien idiomas concentrados en los arrabales de Buenos Aires, tuvieron que inventarse un lenguaje común que comenzó con la gesticulación, siguió con la amalgama de palabras pronunciadas con énfasis y gesticulación que dio como resultado el lunfardo y acabó por la invención de un lenguaje musical: el tango. Es lógico y, a la vez, milagroso: el lenguaje musical es mucho más entendible y seductor que el idioma articulado. Es más, manejado con la impericia que lo están haciendo ahora los políticos nacionalistas o estatalistas (que en lo único que se diferencian es en la mayor o menor amplitud de las fronteras) el idioma se puede volver un frontón que dificulte el entendimiento entre las gentes.

El domingo 27 de abril, los cientos de personas que atiborraban el salón del Ateneo barcelonés tuvieron ocasión, fuera cual fuera su lugar de origen, durante la hora que duró el concierto musical, de sentir, gozar, y comprender el más exquisito lenguaje armenio: se trató de un concierto musical en el que se interpretaron obras de Sergei Aslamazian: gran genio de la música armenia.
Manejado con sabiduría el lenguaje articulado es capaz de producir esas sinfonías de música muda y cadenciosa que llamamos poemas o novelas. En este caso también esas obras superan los estrechos aunque maravillosos ámbitos del idioma en que están escritos.

Tal fue el caso de la poesía recitada por Diana una niña de cinco años, en la presentación en Mislata (Valencia) de Los hijos del Ararat (Ediciones Carena, 2008), el treinta de abril. Escrita originalmente en armenio y recitada en castellano el fragmento poético concluía afirmando más o menos: “Podéis destruir Armenia… pero en cualquier lugar del mundo, cuando se encuentren dos armenios, estará comenzando a formarse un nueva”. Indudablemente, en donde dice Armenia, cada asistente ponía el nombre de su tierra de origen… Tal vez por ese sentimiento de añoranza, seguido después de la evocación del genocidio, y la rememoración de los antepasados, por lo que el acto resultó tan emotivo.

Virginia, una conquense, al final del acto era una de las más afectadas por ese dardo sentimental que Ararat Ghukasyan y Marc Morte habían lanzado al público al desglosar el contenido de la novela:
-Yo he adoptado dos armenias –decía mientras echaba la mano sobre el hombro a una chica joven- está es mi hija y aquella de allí mi hermana. Son compañeras de trabajo y desde que nos conocemos nos tratamos como familia. Compré el libro el otro día y durante las dos últimas noches he tenido pesadillas. Pero para compensar estos recuerdos tan tristes nos vamos a ir a bailar sevillanas la Feria de Abril que se celebraba en Mislata, una ciudad con 45.000 habitantes de los que, según el censo, el 13 % pertenecen a 96 países diferentes.
 
Cartel de la Feria de abril de Cataluña (2008)
 
Cartel de la Feria de Abril de Cataluña (2008)

También las sevillanas, la rumba catalana y la pluralidad cultural, ideológica y étnica eran las protagonistas, a la noche siguiente de la 37ª edición de la Feria de Abril de Cataluña que aún se celebra en el recinto del Forum. Tuve la suerte de acompañar a dos grandes figuras del baile grande: José de la Vega y Alberto Alarcón cuya armonía de movimientos, gestos y palabras trascienden del tablao al más mínimo detalle cotidiano. Todo el recinto era una explosión de baile, bullicio y alegría. Los maestros del baile constataron de nuevo cómo la gente se iba transformando con la ayuda del jerez y las sevillanas y, tras un impagable chocolate con churros se despidieron dejándome sólo ante el peligro.

Mi relación con el baile no puede decirse que sea armónica. Antes pensaba que mi poca habilidad se debía a los seis años de internado en el seminario en donde haber bailado en vacaciones podía constituir motivo de expulsión. Dicha inhabilidad se prorrogó durante mi juventud en la que huía de las discotecas. Pero la cosa es mucho más profunda, porque, cuando ya en la treintena, sin tener que usar el baile para atraer a las mujeres, traté de apuntarme a los cursos de sevillanas que imparte Ana Márquez, ésta, tras hacerme una prueba, dictaminó:
-En el único grupo que tienes cabida es en el que imparto para ciegos…

Siempre pensé que mi tendencia a escribir venía provocada por la frustración de no haber tenido cualidades para ser músico, después la achaqué a mis desastrosos resultados como orador, pero ahora me doy cuenta de que me refugio en la escritura porque no sé bailar. ¿Qué puede hacer un irredento “esaborío” en una sociedad como la de Andújar, mi pueblo, que se tira bailando día y noche la última semana de abril y las cincuenta y una restantes, bailando también para preparar la fiesta?

Sin embargo gozo enormemente del baile. No sólo de las pocas veces que, ayudado por los calimochos me lanzo a bailar, sino que disfruto viendo a los demás ejercitando ese rito, presente en la humanidad desde sus más remotos orígenes. Sobre todo cuando, como ocurrió la otra noche, los celebrantes eran de variados orígenes, idiomas e ideologías. Reinaba parecido ambiente en la caseta del PP que en la del PSUC Viu. Por momentos soñé que el recinto ferial era el germen de una nueva sociedad que celebraba, con lenguaje musical, la llegada efectiva de la igualdad, el disfrute directo de la alegría, la fraternidad, la fiesta de la diferencia. Pensé que las sevillanas, la rumba, los aires latinos estaban poniendo las bases de un lenguaje gozoso al que se iría incorporando el resto de la humanidad con lo mejor de sí mismos. Cuando me alejaba, después de recoger a mi hijo y a su amigo, disfrutaba tanto que me había olvidado de mi incapacidad para sumarme a la fiesta.
 

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Tuesday,6 may 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Andrés Amorós ausente de las librerías de Barcelona]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,699 José Membrive

José Membrive

El sábado día 26, la Asociación Cervantina organizó una conferencia en la que D. Andrés Amorós, uno de los estudiosos más egregios de literatura clásica, con el título de “Nuestro Quijote” glosó lúcidamente algunos de los aspectos más destacables de esta obra.  Según él, Cervantes se adelantó varios siglos a la filosofía al plasmar la realidad como la suma de puntos de vista diversos y contradictorios, en una época en la que el poder y la iglesia se proclamaban como exclusivos intérpretes de la verdad. Andrés Amorós defendió al Quijote como un libro de referencia, algo así como la Biblia de los hispanos, pues el Quijote, como la Biblia es inagotable en sus enseñanzas y distinto en cada situación en que se lee.

Pues bien, con unos siete días de antelación, mi amiga y grandísima poeta Araceli Palma-Gris me había encargado algunas obras de dicho autor para que se las firmara después de la conferencia.

En Ediciones Carena mantenemos a medio gas una librería así que nos dirigimos al distribuidor que en aquellos días tenía el sistema engrasado sirviendo en menos de 24 horas los best-seller de cara al 23 de abril. Como pasaron algunos días sin que los libros de Amorós apareciesen llamé al distribuidor: se trata, según me explicó, de libros de fondo no suficientemente vendibles como para tenerlos en el almacén, así que tendría que pedirlos a las editoriales que, a su vez, estaban tratando de colocar sus novedades a toda pastilla, con lo que tendría que esperar unos quince días.
Yo me quedé tranquilo pues todos los títulos figuraban en la página web de la Casa del Libro.

La tarde anterior, viernes, 25 de abril, teníamos que vender libros en un acto celebrado en el Ateneo barcelonés, así que me hice el propósito de, una vez organizado el puesto, escaparme a La Casa del Libro. Esta vez no ganaría dinero pero cumpliría.

Andrés Amorós

Andrés Amorós
 
La suerte quiso que, junto a nuestra mesa, hubiera otra que también vendía libros: en sus bolsas figuraba el sello de la Casa del Libro, yo como suele ocurrir, me había olvidado de las bolsas y del cambio, así que no tuve más remedio que recurrir a mi vecina que resultó ser Nuria Pons, una estupenda profesional, encargada de la sección de historia de la Casa del Libro. Ella muy amablemente sacó su teléfono y llamó a su compañera encargada de filología. Su carácter afectuoso no pudo compensar la malísima noticia: no tenían, ni en librería ni en almacén, ninguno de los libros pedidos.
-Pero si están todos en vuestra página web.
-La realidad virtual es distinta de la física.
-¿Dónde los puedo hallar?
-Me temo que en ningún sitio de Barcelona.

Traté de conectar desesperadamente con otra gran superficie.
-Andrés, ¿qué?
-Amorós, señorita, Amorós.
-¿Con hache o sin hache?
-Es igual, déjelo.

En fin, luego tuvimos ocasión de reírnos y casi de llorar, porque el acto se alargó casi hasta las once de la noche y los organizadores, en su inocente optimismo, habían calculado una venta de unos doscientos libros, en proporción a los asistentes, que fueron muchísimos más y llenaron el local. La realidad comercial, se impuso a la deseada: Nuria vendió unos dieciocho y yo la mitad. El problema era qué hacer a las once de la noche con cuatro o cinco cajas de libros de veinte quilos. ¿Cómo explicar a jefes, a maridos o a esposas que realmente habíamos estado hasta esas altas horas intentando vender libros sin conseguirlo? Ella al menos tenía para taxis.
A la mañana siguiente me tuve que enfrentar a la dura realidad: llamar a Araceli para comunicarle la mala noticia: Andrés Amorós no firmaría ni un solo libro, al menos proporcionado por mí. Ni en el más oscuro rincón del más recóndito almacén de ninguna pequeña o gran superficie barcelonesa, se había podido hacer hueco.
 
Araceli es un encanto de persona y no dejó entrever ni el más mínimo gesto de la gran decepción que tuvo que tragarse. Yo tuve que aguantarme la rabia de verla sufrir sin un reproche, pero en el interior, mi otro yo me reprochaba como siempre.
-Eso te pasa por juntarte con gente rara, amantes de algo que ya no interesa a nadie. El próximo año convéncelos de que inviten a intelectuales que realmente vendan libros y despierten pasiones como Carles Reixacs, al Chiquilicuatre, o al Neng de Castefa, de esa manera jamás te faltarán libros ni periodistas ni negocio de venta.

Y a veces tengo que darle la razón.


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Saturday,3 may 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Vendedores de best-sellers: el caso de Ruiz Zafón y la editorial Planeta]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,697

José Membrive

José Membrive

En estos días ando algo mohíno. Ahí están las cajas llenas de libros que llevé a vender el día 23 de abril, Día del Libro, y que volvieron, mermadas algunas de ellas, pero no vacías como hubiera sido mi deseo. No he tenido el ánimo de contar las ventas. Mohíno me pongo cuando no hallo a nadie a quien culpar de mis propios errores. No obstante, la voz del Quijote, entre amenazante y paternal, me grita, lo mismo que a Sancho: ¿De qué lloras, corazón de mantequillas?

Esta vez, al menos, he detectado nítidamente los dos crasos errores cometidos: primero, al seleccionar los libros de otras editoriales para vender y, segundo, al promocionar los de Carena.

Y eso que este año he dedicado tiempo y cuidado a la selección. Un mes antes ya estaba haciendo un recuento de los libros mejor valorados por la crítica de los últimos meses recurriendo todo tipo de revistas especializadas.

Diez días antes, recibí un toque de un librero profesional: “olvídate de todos esos intelectualillos, este año arrasa Zafón”.
-¿Otra vez La sombra del viento?
-No, va a sacar uno nuevo, y viene avalado por Planeta.
-¡Pero cómo que va a sacar uno nuevo, si ya no da tiempo a que la gente lo conozca!
-Por eso, precisamente.

Yo creí que hablaba en broma, pero a los dos o tres días lo vi por la tele y pedí siete libros; cuando faltaban 48 horas percibiendo la campaña de bombardeo televisivo, pedí otros siete y no setenta como me había aconsejado el librero. Ahí radicó mi primer error. Si pido setenta, me forro.

Mi segundo error está relacionado con el primero: no saber promocionar libros, permanecer anclado en valores tan retrógrados como la calidad literaria de una novela o la agudeza de un ensayo, confiar en que la opinión favorable de un crítico o la lluvia de elogios de los pocos lectores a los que llegan nuestros libros, pueden servir de algo. En Ediciones Carena vamos siempre atrasados. Sacamos Los hijos del Ararat, una novela emotiva donde las haya… publicamos con antelación Martin Scorsese, un infiltrado en Hollywood, lo presentamos ante los críticos creyendo que sus alabanzas instarán al público a comprarlo… Craso error.

El éxito de Planeta, cuyo título no me dio tiempo a ver, según la velocidad en que se sucedieron las ventas, radica precisamente en eso, en no hablar del libro sino del número de ejemplares millonario que iba a vender, el autor no ha de hablar como autor sino como publicista. Así que en el puesto de venta los clientes tenían claro que iban a comprar un libro cuyo título ignorábamos casi todos y cuyo autor conocía un cincuenta por ciento de los compradores, pero eso sí, todos conocían que se iba a vender un millón de ejemplares y se daban prisa para no sentir la vergüenza de ser precisamente ellos los que se quedaran desfasados.
-¿Tienes el del premio?
-¿Qué premio?
-Ese, el que sale por la tele.
-Bueno, este de Martin Scorsese también sale alguna vez en la tele y en el cine…
-Sí, sí, lo recuerdo pero ese no es…

¿Cómo no habíamos caído los marquetinguistas de Carena en la revolución publicitaria? Planeta ha dado un paso de gigante: vender un millón de ejemplares sin que nadie sepa qué se va a encontrar.

Hace unos años compré un libro de cartas de amor: en las cinco primeras páginas el autor había escrito una carta amorosa y en las dos o tres siguientes daba instrucciones para que el propio lector escribiera las noventa restantes. En la portada había un hueco con el título, el espacio correspondiente al autor estaba en blanco, para que cada lector pusiera su nombre. Ahí está el futuro: si la editorial puede prescindir de críticos, si no se molesta ni en desvelar el tema, ¿para qué pagar a un autor-publicista, si los publicistas lo pueden hacer más barato?

El siguiente paso es vender un millón de libros con las páginas en blanco, que cada uno escriba su libro ideal y por treinta míseros euros, cada lector podrá gozar del libro de sus sueños. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?


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Tuesday,29 abr 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[El genocidio armenio a la luz de Los hijos del Ararat]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,695

José Membrive

José Membrive

En abril de 1915, a la sombra impune de la Primera Guerra Mundial, en concreto el día 24, el gobierno de los Jóvenes Turcos desató un genocidio que acabó con dos tercios de la población Armenia. Como todo genocidio, en el que el odio y la envidia son atizados por el poder para apropiarse de los bienes de las víctimas, éste constituye una vergüenza para la humanidad. Sin embargo, en esta ocasión se da una intolerable agravante: además de la masacre, la memoria de más de un millón de personas se ha mantenido enterrada. Y este olvido pasivo y masivo no es un detalle nimio “¿quién se acuerda hoy de los armenios?” –declaró Hitler, mientras planificaba otros genocidios algunos muy conocidos como el de los judíos, otros más ignorados como el de los gitanos.

De las crudelísimas escenas, de las terribles tragedias vividas, de la locura y envilecimiento que se transmite a los propios soldados ejecutores no voy a hablar ahora, porque mucho mejor y más extensamente lo han hecho varios autores como G. H. Guarch (El testamento armenio, Almuzara 2007), M. A. Anglada (Quadern d´Aram, Columna 1998), J. A. Gurriarán (Armenios: el genocidio olvidado, Espasa, 2008) y M. Morte (Los hijos del Ararat, Ediciones Carena, 2008).

Particularmente cercana me ha resultado la gestación de Los hijos del Ararat, cuyo corrector, un tipo duro a la hora de ajusticiar los pequeños lapsus de los autores en cuanto a tildes, comas y mayúsculas, confesó que durante la tarea de corrección de este libro se había sorprendido un par de veces con lágrimas en los ojos, abducido por los avatares de los personajes.

Después de casi un siglo de hermetismo y silencio vergonzante, la aparición de libros abordando este tema en los últimos meses es una malísima noticia para muchos gobiernos, entre ellos el nuestro que obcecadamente, y por motivos de pactos tácticos y militares, se empeñan en mantener silenciada la memoria del más de un millón de personas enterradas. Especialmente penosa es la postura del Estado de Israel, cuyo pueblo fue víctima en parte por este silencio que Hitler interpretó como olvido e impunidad y facilitó sus propios planes genocidas. El negacionismo y belicosidad del gobierno turco actual contra cualquier intento de esclarecer los hechos sólo ayudan a pudrir un asunto al que sociedades como la nuestra ya está poniendo luz y taquígrafos. No es asunto de culpabilidades y venganzas: tanto los armenios como los turcos protagonistas han muerto. Se trata simplemente de poder hablar, de investigar sobre el tema desde un punto de vista humano para que, aprendiendo de los errores pasados, podamos evitarlos en un futuro. El diálogo, la honestidad, la autenticidad es un bálsamo que no admite más espera. La sociedad está dando su veredicto: quiere saber y los políticos, aunque sea en la retaguardia y sin entusiasmo, han de dar el paso hacia delante. Entre otras cosas porque Turquía aspira a formar parte de la Unión Europea.

De todas maneras, al margen de los libros, de lo que quería hablar ahora es de los armenios actuales y no de los conocidos mundialmente que son descendientes de aquéllos como André Agassi, los cantantes Charles Aznavour y Sylvie Vartan, la actriz Cherylin Sarkissian, la princesa Diana de Gales, el magnate y filántropo Calouste Gulbenkian, el ajedrecista Garry Kasparov, el automovilista Alain Prost, el futbolista Youri Djorkaeff y el novelista y dramaturgo William Saroyan, sino de aquellos que he tenido el placer de conocer mientras promocionamos el libro Los hijos del Ararat de Marc Morte.

Marcd Morte: Los hijos del Ararat (Ediciones Carena, 2008)

Marcd Morte: Los hijos del Ararat (Ediciones Carena, 2008)

Hace unas semanas en la editorial recibí un llamada de Ararat Ghukasyan, presidente de la Asociación Armenia Ararat de Mislata tras informarse sobre el libro Los hijos del Ararat me invitó a presenciar una obra de teatro “El mentiroso”  interpretada por niños que él mismo dirigía para celebrar el uno de abril, día de los inocentes en Armenia. Me agradó mucho la fluidez de nuestra primera conversación como si de dos viejos amigos se tratara. Yo alegué que faltaban dos días y que me resultaba difícil ir (sinceramente no tenía ni idea de dónde estaba Mislata), además de que la situación económica… No me dejó terminar: me ofreció su casa para pernoctar y el dinero del viaje.

Durante las horas que permanecí con ellos tuve la sensación de haber recuperado una familia muy antigua.  Lo cual no es imposible porque en Armenia se refugiaron muchos de los moriscos expulsados de España a principios del siglo XVII. En la representación me dejó patidifuso la actuación de los niños en especial de Diana, de unos cinco o seis años, recitando magníficamente e interpretando un papel nada fácil y con desenvoltura increíble. Después del acto tuve ocasión de conocer a algunos miembros de la asociación: ingenieros, historiadores, políglotas que trabajaban de camareros o albañiles; pero ante todos ellos sentía lo mismo: una cercanía extraña, más allá de su cordialidad y de mi timidez. En Mislata, un pueblo prácticamente incrustado en Valencia capital, viven trescientos armenios y su asociación imparte cursos de lengua española a los armenios y de lengua, juegos y cultura armenia para todos. Los niños me parecieron dantzaris vascos en miniatura. Al comentarlo me hablaron de similitud de raíces lingüísticas entre la lengua vasca por un lado y la de Georgia y Armenia, otra presunta relación perdida en la historia: una hipótesis que está sobre la mesa de los investigadores.

Al terminar el acto  tuve la sensación de que nuestros canales culturales se había trasvasado (perdón por la palabrota) desde tiempos inmemoriales.

Esta tesis y el fuerte efluvio de cordialidad, se ha acentuado con el contacto con nuevos armenios y asociaciones: Gor Abgaryan, presidente de ACAB (Asociación Cultural Armenia de Barcelona) que organiza actividades para difundir la literatura, la historia y la cultura armenia, amable, exquisito en el trato; David, de la Asociación de Amigos de Armenia, empeñado en un proyecto cultural hercúleo; Ani trabajando incansable y desinteresadamente por la causa mientras saca adelante sus estudios de derecho… y tantos otros que tan generosamente están trabajando por recuperar la memoria, que es patrimonio de la humanidad.

Pero no sólo nos enriquecen con su cultura, a medio plazo están reincorporando valores medio desechados por nosotros como el fortalecimiento de las relaciones familiares, el espíritu de la solidaridad, la admiración por los estudios y la sabiduría… (no en vano Armenia fue el primer país del mundo, en el 301, en adoptar la religión cristiana).

El domingo 27 de abril a las siete de la tarde, en el salón de actos del Ateneo de Barcelona (Calle Canuda, nº 6 y el miércoles a la misma hora en el Centro Cultural de Mistala, (Avenida Gregorio Gea, 24) presentaremos el libro Los hijos del Ararat, con la intervención principal de Marc Morte, el joven autor de esta novela que tantas emociones está despertando.

Allí podré –podremos- disfrutar de un rito comunitario de enorme valor: recuperación de la memoria colectiva, pero también podremos disfrutar de la presencia en masa de la comunidad armenia, todo un lujo. Os esperamos.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

 

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Saturday,26 abr 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Día del libro en Barcelona]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,688 José Membrive

José Membrive

Dicen que al salir el sol el 23 de abril de 1616, había en el cielo una gran corona de laurel formada por nubes verdes, aquel día sus rayos lucieron especialmente afilados y al atardecer, los cirros arrebolados formaron una hermosa esquela mortuoria. Tres grandes de la literatura universal se habían marchado con él: Shakespeare, Cervantes y Garcilaso el Inca (considerado el primer escritor moderno del continente americano) Ellos se murieron ese día, pero sus libros quedaron y se multiplicaron, por eso el día 23 de abril se decidió celebrar el día del libro.

En Aragón y Cataluña se celebra también el día de Sant Jordi (San Jorge). Una leyenda originaria de la primera civilización mesopotámica, en la que un dragón exige a los aterrorizados habitantes de Silca una ración tan grande de comida que, al faltar tienen que suplirla con los propios habitantes escogidos en una rifa. Un día la papeleta negra le cae a la propia princesa, pero, antes de ser devorada, aparece un caballero que se enfrenta y vence al gran dragón y, presumiblemente, se casa con la princesa.

La iglesia “cristianizó” la leyenda, haciendo que el caballero fuera Sant Jordi (San Jorge), pero le cambió el final: ¿qué podía hacer un santo casado con una princesa? No. Sant Jordi tuvo un destino más interesante desde el punto de vista doctrinal: fue martirizado y, según Pasícrates, este santo no dio muchas facilidades a su verdugo: pues, por defender su fe, fue atado a una rueda de cuchillos, arrojado a cal viva, sumergido en plomo ardiente, obligado a beber veneno, y finalmente, tras provocar conversiones y resurrecciones, es decapitado, precisamente a medio día de un 23 de abril.

Sea como fuere, el 23 de abril constituye en Cataluña un día de exaltación de la cultura y los sentimientos (existe la costumbre de regalar una rosa y un libro a las personas a quien quieres). Barcelona el epicentro multicolor y dentro de Barcelona las Ramblas se convierten en un incesante río de libros, flores y sonrisas.

Cada año, el 23 de abril, desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche, nuestra editorial tiene una cita con el público en plenas Ramblas, a la altura del Liceo, frente a la calle Hospital, junto al quiosco de prensa, precisamente bajo las fauces de un dragón en forma de farola y de un paraguas, que permanece como emblema de una antigua paragüería. Allí tenemos asignado un puesto para la venta de libros y, sobre todo para que nuestros autores se encuentres con su público.

http://www.escritosenelviento.com/Escritos.htm

La rosa y el libro (foto recogida de la web escritoenelviento.com)

¿Qué van a encontrar quienes vayan a visitarnos? Nuestro compromiso con la literatura y el pensamiento crítico es el denominador común de los libros que encontrarán en nuestro stand que estará dividido en dos partes: una dedicada a los libros y colecciones de Carena y en la otra encontrarán las últimas novedades de los grandes maestros contemporáneos de la literatura catalana, española y universal, una selección de libros de gran calidad ética y estética. Algunos de los novelistas cuyas obras estarán presentes son: Ruiz Zafón, con la de Eduardo Mendoza, Quim Monzó, John Updike, David Trueba, Yazmina Reza, Henry James, Cormac McCarthy. En ensayo encontrarán temas de la actualidad: guerra de Irak, Vida imperial en la ciudad esmeralda, del periodista de The Washington Post Rajiv Chendrasekaran; la vigencia del feminismo según Edurne Uriarte en Contra el feminismo; el análisis del principal proceso al nazismo por crímenes contra la humanidad a cargo de James Owen, en Nuremberg. El mayor juicio de la historia, etc.

Contacto con nuestros autores

Pero hay algo muy importante que los lectores sólo encontrarán si nos visitan a nosotros: el contacto con nuestros autores y con los miembros de Carena. Así, por la mañana, de 12 a 13,30, estarán con nosotros firmando sus libros Antonina Rodrigo, Carmen Alcalde, Carme Comas, Alicia Chust… Es el espacio dedicado a “Las Mujeres para la Historia” que engrosan nuestro catálogo.

Por la tarde de 16 a 17,30 tendremos a León Moré firmando su magnífica obra El abrazo de Fatma. A Continuación Alicia Chust firmará su Tango, orfeones y rondallas  y por último, a las 19, tendremos el espacio Carena de cine: en donde Tomás Valentí y Marc Servitje firmarán sus libros Martin Scorsese, un infiltrado en Hollyvood  y Tom Cruise, nacido el 3 de julio . Tendremos también visita de nuestros poetas y amigos. Allí estaremos, la plana mayor de Carena para recibir vuestras sugerencias.

Regalos

Pero nuestros clientes no sólo podrán adquirir los libros firmados por los autores, en ediciones Carena estamos dispuestos a contentar a nuestros lectores con regalos de los siguientes libros.

Sis contes Fantàstics: de Josepha, libro ilustrado a todo color, en tapa dura. Lo regalaremos a todos los que nos efectúen una compra superior a 30 euros.

El Quijote: magnífica edición compuesta por dos tomos insertados en una caja de lujo, con letra grande, de fácil lectura y 7.500 notas complementarias para aquellos que quieran conocer de verdad y a fondo la más importante obra de nuestra literatura.

Tantas cochinadas, será el regalo a quienes quieran darse “el lote de Risa”, compuesto por los libros Existe un hombre que tiene la costumbre de darme con un paraguas en la cabeza, de Fernando Sorrentino, y Crónica rosa, de Jorge Duarte.  Con estos argumentos y nuestra franca disposición al diálogo y a la amistad os esperamos el día 23 en el lugar señalado.

Feliz día del libro, amigos.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
 
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Monday,21 abr 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Tango, orfeones y rondallas: papel de la tradición musical hispánica en la creación del tango]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,687 José Membrive

José Membrive

Los negros semiesclavizados de Nueva Orleáns, los gitanos pobres de la baja Andalucía y la amalgama de inmigrantes hacinados en los arrabales de Buenos Aires tienen algo en común: haber dotado de alma y arquitectura a las tres expresiones artísticas más grandes de la modernidad: el jazz, el flamenco y el tango.

Los tres fueron germinando a lo largo del siglo XIX (el tango fue el último en aparecer pero el que más rápidamente alcanzó su reconocimiento mundial) para eclosionar a lo largo del siglo XX y los tres proyectan su esplendor hacia los confines del siglo XXI. Los tres tienen en común ser un gran bálsamo musical para curar (o al menos paliar) las heridas sangrantes que la injusticia y la pobreza infieren al corazón. Bueno, tienen muchísimas más cosas en común, pero eso lo dejaremos para otra ocasión.

Alicia Chust, argentina de origen español, contraviniendo el endémico y rancio odio a la memoria cultural hispánica, ha bajado a los sótanos de los centros culturales y archivos bonaerenses en busca de noticias sobre el origen del tango y ha hallado dos tesoros intactos y lejanos como las tumbas faraónicas, cuando se trataba de vivencias que enfervorizaban a nuestros bisabuelos. Me refiero a la proliferación de orfeones y rondallas y su contribución al nacimiento del tango que documenta en su libro Tango, orfeones y rondallas. Una historia con imágenes (Ediciones Carena, 2008).

Los orfeones fueron producto de asociaciones civiles, de carácter popular, cuyos objetivos, delimitados por estatutos y financiados por los asociados, se centraban en torno al cultivo y disfrute de la música. Estamos en lo de siempre: los pobres no tienen ni dinero ni rango para asistir a los conciertos de música clásica. Si quieren disfrutar de música han de generarla ellos mismos, con lo que, a la larga, tal vez salgan ganando. La música está para ser cantada y bailada, antes que para ser escuchada. Música para ser vivida, vida para ser musicada y la pobreza, a veces te lleva a ello.

El orfeón nació en Francia (1835) con el afán de rescatar a los obreros y proletarios de la lóbrega vida a la que sus condiciones económicas los condenaba. En Cataluña, la idea fue recogida por Josep Anselm Clavé a mediados del siglo XIX, que pretendía transformar la vida de los trabajadores a través de la música y se extendió rapidísimamente por todo el territorio, en especial por el País Vasco. En 1881 se creó la primera asociación orfeonística de Buenos Aires, el Orfeón Español, a partir de ahí, gallegos, vascos y catalanes hicieron lo propio, así como los bonaerenses (orfeones de pescadores, artesanos etc).

Alicia Chust: Tango, orfeones y rondallas (Ediciones Carena, 2008)

Alicia Chust: Tango, orfeones y rondallas (Ediciones Carena, 2008)

Las rondallas o estudiantinas también tuvieron su auge en esta época. Llevaron a Buenos Aires los ritmos de la música tradicional española, pero no se quedaron al margen de la historia: las rondallas, abiertas a su entorno, contribuyeron a dar forma a esa amalgama musical de la que surgió el tango y fueron de las primeras agrupaciones en cantarlo, hasta que el bandoneón sustituyó al laúd y la bandurria.

El ambiente en el que surgen y crecen estas asociaciones es de lo más increíble: Entre finales del siglo XIX y principios del XX, la ciudad de Buenos Aires quintuplicó sus habitantes. En 1887, el porcentaje de porteños que habitaban su propia ciudad era del 17,3%, el de extranjeros el 52,7% y el de provincianos el 29,9%. Teniendo en cuenta que más del 76% de los inmigrantes eran agricultores que naufragaron en la urbe, que venían de todas partes del mundo… uno se puede hacer la idea de la enorme babel con 120 periódicos en distintos decenas de idiomas y unos ciudadanos que, víctimas de necesidades extremas, necesitaban comunicarse urgentemente. Se valieron de la mímica y de la rica expresividad fonética que han dotado de personalidad al lenguaje porteño.

Sobre estas bases, Alcia Chust cocina un delicioso libro, con impagables  y abundantes fotografías de archivo (cuya reproducción a veces no resulta tan nítida como sería deseable, por la antigüedad y el mal estado de algunas de ellas), que todo lector que tenga curiosidad por la memoria, por la música o simplemente por la sociología, degustará con pasión.

No es mi afán “destripar” el libro. Dejo muchísimas y gratas sorpresas al lector, entre ellas la particular visión que tenían los poderosos, sobre los “arrabaleros”, la curiosa historia de Manuel Joves, el músico catalán que inyecta ritmos de sardana en la papilla del tango y dos joyas más: el prólogo de Ema Cibotti y el epílogo de Francisco Hidalgo.

Y por último, una consideración personal. La prosa tan sencilla y directa, la recreación tan fresca y auténtica de la vida de los tangueros, han logrado transportarme varias veces, a lo largo de su lectura a esas noches porteñas bajo el manto del tango en donde "dichas y llantos/ muy juntos van./ Risas y besos,/ farra, comida,/ todo se olvida/ con el champán./ Y a la salida/ de la milonga/ llora un nena/ pidiendo pan,…"

Tan terrible es el llanto de la niña como el de este lamento del letrista Manuel Romero ¡todo se olvida! Lamento al que paradójicamente, Manuel Joves, acertó a ponerle una música inolvidable.

Una cosa puedo afirmar, quien lea este libro no volverá a olvidarse del tango, ni del llanto de la niña, ni de las noches porteñas, aunque no las haya gozado. Gracias Alicia por esta revelación, por esta lluvia fecundante de espíritu, vida y memoria.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.

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Sunday,20 abr 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Crónica de una muerte anunciada: el problema de la morosidad]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,683 José Membrive

José Membrive

El día que lo iban a desahuciar el ciudadano J. se levantó a las 5,30 para esperar el autobús que lo llevara a su trabajo. Mientras tomaba el café encendió maquinalmente la radio. Un  entonado consejero de banco anunciaba: “Nuestra empresa está preparada para afrontar con decisión la marea de morosidad que se aproxima. Tenemos a punto los pertinentes servicios jurídicos”. Su voz, sin embargo no resultaba amenazante, parecía animada, desentonando con la somnolencia que aún atenazaba al ciudadano J. Antes de desconectar la radio aún pudo escuchar la réplica de un sindicalista que echaba en cara al consejero que él disfrutaba de un sueldo de más de quinientos mil euros al mes y decenas de millones en fondos de pensiones…

Meses después, mientras tras el ciudadano J. montaba la tienda de campaña bajo el puente de un río de aguas putrefactas, el ciudadano J. pensó que aquel fugaz debate de la radio había resultado premonitorio y, tal vez, si en lugar de seguir diligentemente a su trabajo como cada día, se hubiera dirigido a casa de un abogado, o a una armería, ahora no se estaría viendo en la necesidad de simular su humillación sonriendo a su esposa que, sentada en una silla rescatada minutos antes de que las autoridades los expulsaran del piso que llevaban pagando doce años, daba de mamar a su primogénito…(1).

A mí me gusta jugar con los grandes literatos, imaginar cómo habrían sido sus obras de haber nacido en otra época, o, simplemente en otro lugar o con un color de piel distinto. En este sentido estoy seguro de que un Gabriel García Márquez a quien el destino no lo hubiera alejado de la ciudad Condal, y tuviera que plantearse ahora la escritura de este clásico, habría dotado a su novela de un comienzo similar a éste. La literatura imaginativa es un medio de conocer la realidad y en este comienzo falso de una falsa novela de un falso García Márquez, los dos personajes, tanto tales declaraciones existen y corresponden a la más cruda actualidad: los bancos españoles están preparándose para poner en marcha un sistema, masivo o no, dependen de la evolución de la microeconomía, de expropiación de viviendas a los ciudadanos que tuvimos la osadía de firmar hace algunos años una hipoteca que ahora, sin comerlo ni beberlo, ha multiplicado por dos su cuantía.

Dice el refranero que “cuando las barbas del vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”, también dicen que cuando América estornuda, Europa se resfría. Y los datos dicen que en septiembre del año pasado en América más de 5 millones de viviendas fueron puestas a la venta y desde entonces más de dos millones de norteamericanos han perdido sus casas y los bancos arrastran la cruz de una morosidad calculada en 500 mil millones de dólares.

Los seres humanos somos muy extraños y a mí lo que más me molestó de las palabras del epulón consejero no fue lo que conllevaban de amenaza, sino el tono despectivo con que hablaba de los futuros morosos (entre los que yo, dada mi situación, me incluía). Se expresó con la misma autosuficiencia con la que alguien, pertrechado de un insecticida se dirige a los mosquitos del dormitorio.
También es cierto que la sensibilidad es muy caprichosa: cuando los problemas planteados nos afectan directamente, la percepción se multiplica. Así cuando la FAO denuncia que seis millones de niños mueren de hambre cada año en el mundo por desnutrición a uno le duele mucho, se lamenta pero la preocupación dura segundos.

Mientras caminaba hacia la parada del autobús pensé que si en lugar del untuoso entrevistador, hubiera estado yo o alguien en peligro de perder su casa, al menos le habría preguntado por las causas ¿Qué hemos hecho los futuros desahuciados para merecer esto?

Una hoja de periódico me dio una de las respuestas, cuando se refería a un banco:

La remuneración de sus consejeros pasó de 12,63 millones en 2005 a 24,5 millones en 2006, gracias a la liquidación de un bono trianual. El presidente, Francisco González, cobró 1,74 millones de sueldo fijo; 2,744 millones de paga variable, y 5,294 millones de incentivo trianual. En total, 9,78 millones, más de 500 veces el sueldo medio anual en España (unos 19.200 euros). González se apuntó, además, un aumento de 10 millones en los compromisos asegurados para su pensión, que suma ya 53,2 millones.

Hace un tiempo leí unas estadísticas al respecto que se me quedaron en la memoria porque todas giraban en torno al número cuatro: hace cuarenta años los directivos más agraciados económicamente ganaban unas cuatro veces más que los empleados y ahora unas cuatrocientas.

Por otra parte, el desencadenante de la crisis ha estado causada por la irresponsabilidad de los bancos al jugar ilusamente con el capital de los trabajadores invirtiéndolo en apuestas de alto riesgo y de altas ganancias. La respuesta inmediata de los gobiernos ha sido la de “premiar” a estos irresponsables insuflando miles de millones provenientes de los bolsillos de los currantes y pequeños empresarios, para que el sistema no se hunda.

¿Qué ocurre cuando un pequeño empresario se equivoca? ¿Alguien se preocupa de insuflarle un poco de dinero para que siga adelante? Cuando un trabajador se equivoca o se ve atrapado por una subida inesperada de los intereses, se hunde, pierde su casa aunque esté casi pagada y muere en la miseria.

¡Cuántos futuros morosos estarían encantados con recibir una mínima ayuda por parte de los poderes públicos cuando su empresa está a punto de naufragar!

Pero, por lo que se ve, se equivoque quien se equivoque, siempre pagan los mismos: los que menos ganan.

El desmedido afán por multiplicar las riquezas de un mes para otro ha cegado de tal manera a los grandes empresarios y banqueros que han invertido locamente sabiendo que ni ellos ni la banca corren el más mínimo peligro porque los gobiernos, por la cuenta que les trae, acudirán a inyectarle unos cientos de millones de dólares y asunto terminado.

Ahora la banca anuncia, como los hermanos Vicario en la Crónica de una muerte anunciada, que va a cargarse a los morosos y para ello recurrirá a la “justicia”.  Y lo que me temo es que en este caso la justicia funcionará. Nada de perder el tiempo en disquisiciones hasta que los delitos prescriban como ha ocurrido con los cientos de millones de Euros que los Albertos sustrajeron a los humildes inversores; nada de premiar con tres años de cárcel (en realidad uno y medio) por la apropiación indebida de 68 millones como al pintoresco empresario, celebrado en su día por Jordi Pujol como ejemplo de empresario catalán.

Cuando se enjuicia a los pobres la justicia no se suele andar con florituras. El peso de la ley cae irremisiblemente sobre quienes se han endeudado por la irresponsabilidad de los grandes banqueros que son los que ahora amenazan con despojar de su vivienda a sus víctimas.

Así que poco a poco se irá haciendo más común  la visita de jueces y policías a las viviendas de los particulares. Sin excesivo ruido porque siempre hay sentimentaloides que tratan de montar un pollo por un quítame esas casas. El asunto es bien sencillo y está descrito también por un poeta, de esos que dice la leyenda que nunca pisan en el suelo “Primero desahuciaron a mi vecino y yo no dije nada, después desahuciaron a un amigo y yo no dije nada, cuando vinieron a mi casa ya era tarde…”

Se me dirá con razón que yo, escritor, más dado a la poesía que a otra cosa, no entiendo de economía y tal vez sea cierto, pero me mosquean las palabras de uno que sí entendía de economía y de bancos: Henry Ford afirmó: “Está bien que el pueblo no entienda nuestro sistema bancario y monetario, porque si lo entendiera, creo que habría una revolución antes de mañana”. Que la orden de desahucio nos pille confesados.

O tal vez no, tal vez podríamos cambiar el final. ¿Y si en lugar de pillarnos confesados nos encontrara unidos exigiendo que se depuren las responsabilidades de aquellos que tan mal utilizaron nuestros caudales y tan bien viven a costa de ellos?


NOTA (1) Como, ante todo, estamos en un blog literario y participativo, me gustaría incitar a los posibles lectores a convertirse en “garcíamarqueses” de la actualidad y desarrollar esta obra a su manera.


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Wednesday,16 abr 2008 0:0:0 GTM
<![CDATA[Besos.com: el blog de José Membrive]]> http://www.ojosdepapel.com/Personales.aspx?blog=182,680  

José Membrive

José Membrive

Nací en  1953 en un cortijo en las cercanías de Andújar (Jaén) en donde viví hasta los 12 años en que pasé a estudiar como interno en los seminarios de Baeza y Jaén. Obtuve el título de licenciado en Literatura y Lengua española por la Universidad de Granada. En 1979, una vez acabada la carrera, me trasladé a Cataluña en donde he ejercido la enseñanza como profesor de formación profesional y bachillerato en Manresa (1979-83), Sant Andreu de la Barca (1984) y Hospitalet de Llobregat (1985-2005). Desde entonces ejerzo de editor en Barcelona sin abandonar mi pasión por la escritura.

Como alumno y profesor, he vivido todo un proceso que va desde el autoritarismo de la escuela franquista, pasando por la disciplina y espiritualidad con que nos adoctrinaban en el seminario, por la etapa de politización universitaria del principio de los setenta, hasta el pasotismo y desencanto de los últimos años de carrera. Como enseñante he visto el paulatino desmoronamiento del prestigio de la enseñanza y la conversión progresiva de la escuela en una magna guardería. El trato humano entre profesores y alumnos está siendo aplastado por una burocracia que desconfía cada vez más de ambos grupos.

Como escritor he ido aprendiendo poco a poco en la tertulia literaria del jiennense José Jurado Morales en Barcelona 1985-90; y en Diálogos Literarios del Real Círculo Artístico, que he dirigido desde 1992 hasta 2004.

Como editor, tuve ocasión de fundar Ediciones Carena, con la poeta Araceli Palma-Gris, en 1993, y desde entonces, esta ha sido una ocupación importante que he combinado con  mi afición por escribir. La editorial publica distintas colecciones de narrativa, flamencopoesía, filología, ensayo social, viajes, cine y literaturas alternativas.

Como escritor he publicado los siguientes poemarios: Del amor y la noche (Ed. Rondas 1985), Reductos de silencio (Devenir, 1991), Besos.com (Ediciones Carena, 2002) y El Pozo (Ediciones Carena, 2006); como narrador El rockuero de Mollet y otros relatos (Ediciones Carena, 1999).


Para comprar, clicar en el título:

 José Membrive: El Pozo (Ediciones Carena, 2006)

José Membrive: El Pozo (Ediciones Carena, 2006)

José Membrive: Besos.com (Ediciones Carena, 2002)ç

José Membrive: Besos.com (Ediciones Carena, 2002)

José Membrive: El rockero de Mollet y otros relatos (Ediciones Carena, 2002)

José Membrive: El rockero de Mollet y otros relatos (Ediciones Carena, 2002) 


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.
 
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Friday,11 abr 2008 0:0:0 GTM