martes, 7 de julio de 2009
Correspondencia Beltrán de Heredia/Maruri (Ediciones La Bahía, 2009) (y II)
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
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A continuación el lector puede leer completa la intervención que leí el pasado martes 30 de junio de este año en la sede social y cultural de Caja Cantabria, calle Tantín, en la presentación del libro que recoge la correspondencia mantenida entre Pablo Beltrán de Heredia y Julio Maruri a lo largo de los años 1950/2004, y que en edición de José María Lafuente ha publicado Ediciones La Bahía


Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Primera parte: Correspondencia Beltrán de Heredia/Julio Maruri (Ediciones La Bahía, 2009) (I)

Creo que hay que empezar subrayándolo. Pablo y Julio tenían razón: su epistolario, desde un punto de vista historiográfico, constituye un documento básico y esencial, una herramienta ya, a partir de ahora mismo, imprescindible para leer y releer la vida cultural, social y política de Santander durante la segunda mitad del siglo XX, y por extensión, y como casi perfecto laboratorio de pruebas, la de las conformaciones urbanas de tamaño medio de España durante idéntico periodo. Seré rotundo, el epistolario Beltrán de Heredia-Maruri, en edición de José María Lafuente, está llamado a ser cita inexcusable en cualquier bibliografía de cualquier trabajo que a partir de este mismo instante se haga sobre el periodo acotado, en asuntos tales como la edición española, la poesía de posguerra, la Escuela de Altamira, la generación poética del 50, José Hierro, Vicente Aleixandre, José Luis Hidalgo, Ricardo Gullón, la Fundación Santillana, Proel, la UIMP, la imprenta Bedia, la censura en España, el control gubernamental y policial de la vida cotidiana en el franquismo, las relaciones entre catolicismo y proletariado, aspectos de la Transición política española, etc, etc… Ahí es nada, todo un tesoro de información y pistas para posteriores trabajos.

En carta de 12 de junio de 1955, Maruri le escribe a Beltrán: “Efectivamente, leí en Francia la correspondencia de P. C.-A.G. (Paul Claudel-André Gide). Es verdad que se lee como una novela, siendo mil veces más apasionante. Creo que los dos corresponsales han quedado retratados ahí de cuerpo entero, y como son dos personajes antagónicos, el diálogo adquiere el carácter de un drama. Creo que es un libro capital para conocer muchas claves de la lucha espiritual de esta época”. (pág. 89 del epistolario).

Pues bien, Julio Maruri plasmó punto por punto, hace más de medio siglo, algunas de las características fundamentales de su epistolario con Beltrán de Heredia: su correspondencia (ya se ha dicho) se lee como una novela apasionante, es un libro capital para conocer claves de la lucha espiritual del Santander y la España de la época, y los dos corresponsales (también muy distintos entre sí) quedan retratados de cuerpo entero a lo largo de las 400 páginas que ocupan sus cartas. Y en este preciso punto quiero ahora incidir.

Julio Maruri queda retratado como un ser humano de compleja espiritualidad, imbuido de una sensibilidad lírica para nada reñida con la lucidez extrema en torno a su contemporaneidad y circunstancias. Maruri es el prototipo del creador de raíz romántica hecho carne: construye, recrea el mundo pero desde fuera del mundo. Maruri es un universo para sí y en sí, crea desde la interioridad quizá más radical. Maruri posee un espíritu cosmopolita ávido de formación heterogénea: le interesan la pintura, la poesía, el cine, la música, el psicoanálisis, la política, la enseñanza, Dios, París, Bruselas, Santander, Madrid…, y sabe y conoce mucho y bien sobre estos temas. No se le caza nunca en un comentario sin sustento, en una opinión no fundada. Maruri también es paradójico: en él cabe casi todo, pero siempre desde la honradez y el convencimiento. Maruri es la España a la que no le dejan serlo, y que encuentra tierra, abono y oxígeno en otras latitudes, en otras geografías en las que plasma la mejor España, al posible. Maruri es amigo de sus amigos: paciente, suave, amable…, pero también pejino, al fin y al cabo, es decir, doctor en santanderinismo. La correspondencia de Maruri no nos lo descubre en su autorretrato, simplemente nos lo eleva y lo subraya más poeta, más pintor, más artista y creador desde la propia consciencia. Tras leer esta correspondencia cualquiera queda obligado a volver a leer los libros de Julio, a volver a ver su pintura tan limpia y silenciosamente abstracta.

José María Lafuente (Ed.): Correspondencia Julio Maruri / Pedro Beltrán de Heredia, 1950-2004 (Ediciones la Bahía, 2009)

José María Lafuente (Ed.): Correspondencia Julio Maruri / Pedro Beltrán de Heredia, 1950-2004 (Ediciones la Bahía, 2009)

Pablo Beltrán de Heredia tampoco queda descubierto o revelado en esta correspondencia que es autorretrato. Se muestra tal y como muchos lo hemos conocido a lo largo de los años: infatigable trabajador, a menudo irascible, casi siempre pesimista y protestón, cargado de ideas y proyectos, atento a la vez a mil y un asuntos distintos, viajero, empresario, alentador de creadores, poseído por una curiosidad insaciable, amigo de mantenerse en la sombra, con un olfato infalible para lo valioso en el terreno creativo y en el político…, en otras palabras, y utilizando un expresivo anglicismo: un activista cultual y político de primer orden.

Pero sí leyendo estas cartas no descubrimos nada esencialmente nuevo de Pablo o sobre Pablo, sí nos invade la perplejidad al comprender que él es la idea que de él teníamos pero elevada a la enésima potencia. Es decir, Pablo es Pablo pero multiplicado por sí mismo muchas veces, con todo lo bueno y todo lo menos bueno, y el resultado, como exclamaría un conocido personaje del cineasta John Ford es, sencillamente, ¡Homérico! Tras leer este epistolario (y me cuenta Lafuente que esperemos a leer su texto del catálogo), Pablo Beltrán de Heredia se revela sin el más mínimo posible lugar a la duda, como uno de los pocos nombres claves de la historia cultural y política de la Cantabria de la segunda mitad del siglo XX, y un personaje y un trabajo a considerar o reconsiderar en el panorama nacional español. En cualquier otro país de nuestro entorno más civilizado (pienso en Inglaterra, Francia, Italia, Alemania…), unos personajes de la dimensión de Pablo Beltrán de Heredia y Julio Maruri habrían sido objeto ya de varias monografías, de diversos trabajos de investigación. Esta es la más sencilla y desnuda realidad.

Otro elemento que rezuma por todos los poros de esta impagable correspondencia es, ya lo he mencionado poco más arriba, el infalible olfato que nuestros dos autores tenían para descubrir en el mare magnum de creatividad en el que vivían, el talento más verdadero y perenne, el de auténtico calado. Tanto Julio como Pablo dan muestras a lo largo de estas 400 páginas que hoy aquí se presentan, de ser maestros perfectos en separar el polvo de la paja, y hacerlo, repito, a lo ancho y largo de una existencia en la que han vivido literalmente sepultados por toneladas y toneladas de polvo creativo. No fallaron en sus juicios casi nunca, y a las pruebas que recorren este libro me remito, ahí quedan los juicios y las apuestas desde José Hierro a Lorenzo Oliván, pasando por José Luis Hidalgo, Carlos Salomón, Antonio Quirós, Ricardo Gullón, Pancho Cossío.

Pero ya he hablado demasiado y durante demasiado tiempo. El objetivo de mi intervención de hoy ya quedó anunciado: “que esta noche ninguno pueda concebir el sueño a la espera de adquirir el libro y leerlo de un solo tirón, abandonados a un palpitante y contagioso frenesí”, y a la más rabiosa curiosidad, añado ahora. Y para rematar la faena, me encomiendo a la providencia leyéndoles algunos fragmentos escogidos de este libro, esperando inocularles en la inteligencia el virus de la más rabiosa curiosidad.

Permítanme el atrevimiento como homenaje a dos seres excepcionales, a dos tipos a los que quiero y respeto, y ante los que hoy, delante de su libro y de todos ustedes, me quito el sombrero, agradeciéndoles infinito su trabajo y su pasión por la vida, los libros y el arte:

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Últimas colaboraciones de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:

-LIBRO: Stieg Larsson: Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009).

-PELÍCULA: Niels Arden Oplev: Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres (2009).

Más de Stieg Larsson:

-Millenium 1. Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino, 2008)

-Millennium 2. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2008)


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.