lunes, 13 de octubre de 2008
El arte de Arturo Toscanini en palabras de Stefan Zweig (Ediciones Sequitur)
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
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La pasión, la intensidad, la convicción, el esfuerzo, la obsesión musical… de Toscanini quedan integradas y analizadas en estas páginas de Zweig que demuestran, una vez más, cómo puede hacerse reflexión de altísima altura sin aburrir y para todos los lectores

Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

El 5 de febrero de 1887, un anciano Giuseppe Verdi de 73 años estrenaba en Milán su ópera Otello. Habían transcurrido nada más y nada menos que 16 años desde el estreno de la que se suponía iba a ser su última obra del maestro para el teatro, Aida. El éxito de Otello fue apoteósico; tanto para la crítica como para el público se hizo más evidente que se trataba de una nueva obra maestra del compositor, una obra, además, rabiosamente moderna, en la que el viejo músico abandonaba la estructura operística italiana tradicional (cúmulo de arias y recitativos), para obtener un continuo dramático y musical envestido sencillamente por el toque de lo genial.

Sabemos que el viejo maestro dirigió los ensayos de la primera representación, y que lleno de una energía insospechada para un hombre de su edad, estuvo atento y exigente hasta en los más mínimos detalles: cantó todas las partes, pedía intensidad a cada integrante de la orquesta, hizo miles de indicaciones a los cantantes y al coro…, y no dudó, por ejemplo, en tirarse varias veces al suelo para mostrar cómo debían mostrarse en escena los protagonistas.



Arturo Toscanini, a los 79 años, en un ensayo de la La Traviata, de Giuseppe Verdi (vídeo colgado en YouTube por peppopb)

Muchos detalles de esos históricos ensayos los conocemos por el valiosísimo testimonio de uno de los violonchelistas de la orquesta en aquellas jornadas. Un violonchelista que entonces tenía apenas 20 años y que nueve años más tarde, en 1896, en el Teatro Regio de Turín, dirigía como director de orquesta el estreno absoluto de La Bohème de Puccini. Me refiero a Arturo Toscanini (Parma, 1867-1957), para muchos de sus contemporáneos el más grande director de su tiempo, y para la crítica del siglo XX, sin duda uno de los pocos nombres verdaderamente claves en la historia de su oficio.

El legendario arte directorial del longevo director italiano se asentaba en una serie de conocidas características: su intensidad, un perfeccionismo que se acercaba a la obsesión, un oído prodigioso, una memoria fotográfica para la lectura de partituras, y una fidelidad filológica extrema a lo escrito por los autores, limpiando en sus lecturas añadidos ajenos que incluso eran ya una tradición.

En este sentido su purismo era sencillamente una obsesión, y para lograrlo nunca duda en imponer una relación tiránica, e impensable hoy en día, con los músicos de las orquestas que dirigió. Se habla de que llegó a romper batutas en las cabezas de músicos díscolos, y sus broncas desde el estrado eran homéricas, logrando imponer un miedo atroz a quienes trabajaban bajo sus órdenes, siempre en pos, eso sí, de la perfección interpretativa.



Arturo Toscanini dirige la obertura de La forza del destino, de Giuseppe Verdi (vídeo colgado en YouTube por Agatarco)

Toscanini fue director titular en la Scala de Milán, el Festival de Salzurgo, el de Bayreuth, y en el Metropolitan de Nueva York, ciudad en la que fue también el jefe supremo de su orquesta filarmónica. Enfrentado abiertamente a los regímenes fascistas que se habían hecho con el poder en Italia y Alemania, marchó a los EE.UU jurando que no volvería a Italia hasta la desaparición del régimen de Mussolini y la instauración de la democracia. Promesa que cumplió. En los EE.UU se fundó para él, en 1937, una orquesta, la Sinfónica de NBC, con la que actuó hasta su retirada en 1954, con 87 años de edad. Toscanini se convirtió durante todo su periodo americano en el primer director de orquesta verdaderamente mediático de la historia, y en una estrella en el más amplio y a la vez concreto sentido del término.

Sobre el arte y la figura de Toscanini se ha escrito muchísimo a lo largo de los años, pero quizá poco tan preciso y emotivo a la vez que el breve ensayito que le dedicó Stefan Zweig en 1936 como prólogo al libro Toscanini de Paul Stefan. El breve y precioso trabajo lleva por título “Retrato de Toscanini”, y forma parte del librito que acaba de editar Sequitur con tres textos del escritor austriaco en los que reflexiona sobre la creación, El misterio de la creación artística.

La pasión, la intensidad, la convicción, el esfuerzo, la obsesión musical… de Toscanini quedan integradas y analizadas en estas páginas de Zweig que demuestran, una vez más, cómo puede hacerse reflexión de altísima altura sin aburrir y para todos los lectores.


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.