domingo, 21 de septiembre de 2008
Las transformaciones del siglo XX: el mundo en 1900 y en el 2000
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Ciencias sociales en Blog personal por Historia
Para entender las hondas transformaciones ocurridas a lo largo del siglo XX, nada mejor que comparar la situación del mundo en 1900 y la de finales del siglo XX. Aquí se ofrece una breve aproximación

Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Para entender las hondas transformaciones ocurridas a lo largo del siglo XX, nada mejor que comparar la situación del mundo en 1900 y la de finales del siglo XX. 

En torno a 1900:
Europa manda en el mundo: a Europa le corresponde el 70% de la producción industrial del planeta. De una población mundial de unos 1600 millones, 400 eran europeos, a los que había que sumar los 500 del mundo imperial y colonial que estaban en su órbita. Londres, con 6,5 millones de habitantes, era la ciudad más populosa y rica del mundo, el mayor puerto, apareciendo casi como el centro de la civilización.
 
El paradigma político asociado al progreso era el parlamentarismo liberal, pero buena parte de Europa y del mundo estaba gobernada por monarquías o se trataba de imperios autocráticos (Rusia, China, el Imperio Otomano, Japón). El liberalismo estaba en su apogeo, pero la vida política distaba de ser democrática incluso en los países más avanzados (donde había restricciones a la participación y al poder popular y donde en mayor o menor medida, según el caso, las formas tradicionales del clientelismo político suplantaban la voluntad popular) y en el horizonte asoman nubarrones que ensombrecen la estabilidad y prosperidad asociada al paradigma del liberalismo clásico.
 
Las principales potencias económicas, que lo son por su poderío industrial, son Gran Bretaña y Alemania, a quienes está alcanzando Estados Unidos, a la cabeza de la Segunda Revolución Industrial.

Reina Victoria

Reina Victoria
Estos estados modernos son los líderes del mundo. No sólo en economía: también han extendido sistemas de educación que abarcan a una buena parte de sus habitantes y tienen una vigorosa población con un fuerte sentido del " orgullo nacional".
Otros países, algunos también grandes y de cierta potencia, se sitúan detrás de los anteriores. Una de las grandes diferencias es que basan sus economías en la agricultura antes que en la industria, aunque en algunos de ellos el sector industrial ha adquirido por estas fechas una importancia grande. Son los casos de Italia, Francia, Argentina, Bélgica, España, etc.
Varias de las potencias habían creado Imperios coloniales, algunos de ellos restos de la Edad Moderna, otros formados en el siglo XIX, que cubrían extensas zonas de África, Oceanía y Asia. Entre los imperios más recientes destacaba el británico. Por entonces la reina Victoria era emperatriz de India, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Sudáfrica y gobernaba muchas colonias en África. Entre los viejos imperios estaban el austro?húngaro, el otomano, el chino y el ruso. En la mayor parte de los países, desarrollados o no, existían fuertes diferencias sociales internas, permaneciendo en la pobreza o en unas condiciones de vida muy precarias la mayor parte de la población. 
A comienzos del siglo XXI:
La primacía europea ha desaparecido, tras dos feroces guerras mundiales y el hundimiento de la URSS, a favor de la hegemonía estadounidense.
Han desaparecido los imperios y la mayoría de las colonias se han convertido en países formalmente independientes. Sin embargo, por lo general mantienen una situación de dependencia con respecto a los países desarrollados y especialmente a las principales potencias. Los EEUU y el Japón se han convertido en las mayores potencias industriales, una categoría que mantuvo también la antigua Unión Soviética y en menor medida tiene la actual Rusia. La industrialización se ha generalizado en Europa (llegando incluso a la sociedad postindustrial) y en buena parte del mundo, apareciendo potencias emergentes como China, el Sudeste asiático o la India.
En el mundo occidental predomina el régimen democrático, que goza de condiciones de estabilidad. En el resto del mundo aparecen situaciones muy diferentes, desde las aún débiles democracias iberoamericanas a los regímenes dictatoriales o pseudo-democráticos en la mayor parte de África y Asia.
La población mundial prácticamente se ha multiplicado por tres, si bien la mayor parte está subalimentada. En los países occidentales la mayoría de la población ha accedido a la clase media y la sociedad del consumo.
Todo ello ha sido logrado fundamentalmente por los llamados países desarrollados, mediante dos caminos diferentes que dividieron al mundo en dos bloques de carácter ideológico y económico: el capitalismo y el comunismo. Éste, que en 1917 era sólo un régimen incipiente en un solo país, desde mediados de siglo se convirtió en un sistema mundial opuesto a las democracias capitalistas, hasta el hundimiento del bloque soviético desde 1989.
¿Que es lo que ha ocurrido en este período? Sin duda, había tenido lugar un gran cambio dentro de la propia contemporaneidad. Fue en Europa donde hizo su  primera aparición casi todo lo que hoy se entiende por contemporáneo. Caracteriza a la época contemporánea la creación por parte de Europa de la más poderosa combinación de estructuras política, económica, tecnológica y científica que el mundo hubiera visto nunca. El continente experimentó un proceso de modernización que supuso para sí mismo una transformación radical con un efecto también abrumador sobre otras culturas del resto del globo, creando lo que hoy entendemos por contemporáneo, una especie de civilización que se impone a las culturas tradicionales del mundo o que penetra en ellas (globalización). Esta civilización es una unidad entrelazada en la que las condiciones en una parte del globo tienen repercusiones en la otra. Las comunicaciones son casi instantáneas y las noticias se difunden por doquier. Si el aire se contamina en un país, los países vecinos se ven aquejados; si el petróleo deja de correr desde Oriente Medio, la vida del resto del mundo desarrollado se torna muy difícil. El mundo contemporáneo depende de unos elaborados medios de transporte, de una ciencia, una industria y unas máquinas, de nuevas fuentes de energía para satisfacer demandas crecientes, de una medicina científica, de una higiene pública y de unos métodos de producción de alimentos. Estados y naciones, cuando no funciona la diplomacia, libran guerras con métodos avanzados. Hay una red mundial de finanzas y de comercio, de préstamos y deudas, de inversiones, que dar origen a fluctuaciones en los intercambios económicos. Todos estos aspectos son los indicios de la contemporaneidad y aparecieron por primera vez en el mundo europeo. Ocurrió sin embargo no que la contemporaneidad viera interrumpido su despliegue, sino que el dominio europeo sobre el mundo, iniciado hace unos 500 años, cuando los pueblos ibéricos descubrieron América y abrieron las rutas del mar hacia Asia, fortalecido mediante el desarrollo científico y económico de los siglos siguientes, y que alcanzó su cenit con los imperios coloniales europeos a comienzos del siglo XX, entró entonces en crisis y en pocas décadas declinó considerablemente, en parte a causa de conflictos surgidos en su seno, pasando el uso y el desarrollo del aparato que le había dotado del dominio mundial a otros países. Y lo hizo también la concepción social e ideológica (el liberalismo ochocentista) que había informado la forja de la primera contemporaneidad, que sería arrumbada por la irrupción de las masas.

Estructura de un segmento de una doble hélice de ADN

Estructura de un segmento de una doble hélice de ADN
¿Como se pudo dar tamaña transformación a lo largo del siglo XX? El declive europeo no lo fue de la civilización que había creado el viejo continente. Hay muchas razones del cambio del mundo. Entre ellas está el propio efecto de la expansión mundial de la civilización europea, de la modernidad. Como ya ocurría en Europa a finales del siglo XIX, a lo largo del siglo XX en todos los países fueron cundiendo los indicios de la contemporaneidad: se fueron ejerciendo presiones a favor de un incremento de la democracia y todos los gobiernos se vieron en la necesidad de tratar de suscitar las energías y ganar el apoyo de sus pueblos. En casi todas las sociedades del mundo, como venía sucediendo en Europa desde el comienzo de la revolución industrial, se fueron relajando las viejas costumbres y se pasó a cuestionar las religiones ancestrales y los órdenes dados, dándose una exigencia de liberación colectiva e individual y de expectativa de niveles de vida más altos, pero también un afán de mayor igualdad en una multiforme variedad de campos (mayor igualdad entre los países pero también dentro de ellos entre los sexos, las razas, los grupos sociales, las religiones o las propias partes de un mismo país. Todo el mundo fue conociendo los movimientos a favor del cambio social y político, que fueron en no pocos casos revolucionarios e incluso catastróficos.
La principal razón es con todo que el planeta ha asistido a lo largo del siglo XX al mayor progreso técnico-científico jamás conocido, a portentosos avances en el conocimiento de la naturaleza y a una explosión de creatividad indagadora y revolucionaria en los campos de las ciencias sociales, las letras y las artes. La revolución tecnológica, científica y económica experimentada por el mundo desde finales del siglo XIX alteraría sustancialmente las estructuras sociales y políticas y fue la base para el despliegue de las fuerzas colectivas –el nacionalismo y los otros grandes movimientos de masas- que erosionaron en todos los sentidos el orden liberal del siglo XIX. El hombre descubrió cómo explotar los recursos económicos del mundo y llevó a cabo planes para concentrar energías, facilitar la comunicación, ahorrar trabajo y aplicar los progresos técnicos. Inventó el motor de combustión interna (explosión) con petróleo; comenzó a utilizar masivamente la electricidad y la energía nuclear; produjo acero de alta calidad y en cantidades masivas; descubrió nuevos minerales y nuevas fuentes de energía como la ya señalada o el gas natural; inventó el avión, que revolucionó la guerra y la paz; cambió el paisaje de la tierra, alterando el curso de los ríos y construyendo enormes embalses para mejorar las condiciones de vida; creó extensísimas concentraciones urbanas...
La ciencia apareció cada vez más profundamente mezclada con la vida del hombre, afectado tanto por la revolución de las ciencias físicas (auge de la física atómica, renovación de la química, avances en la astrofísica y la geofísica, en el campo de las ondas y la electrónica) como por las conquistas de la biología (estudio de los microorganismos) y la revolución de la medicina (la genética, las nuevas concepciones y técnicas médicas, el avance en la lucha contra las enfermedades infecciosas, los milagros en la cirugía). Pero también hay que señalar los progresos de la técnica en el campo industrial (destacan las industrias de síntesis, las materias plásticas, las industrias metalúrgicas, los avances en los transportes) y en el agrícola, donde a la mecanización y automatización se sumaron la biología y la química agrícola, de notables consecuencias económicas. Paralela a estos avances fue la transformación de las condiciones de trabajo, que conjuntamente transformaron la vida cotidiana.
El mundo actual es la era de las ciencias y las técnicas por excelencia, símbolo de la civilización del siglo XX, en el que los hombres comprendieron su importancia. Es en ese aspecto donde radica el componente fundamental para explicar la aceleración de la historia que caracteriza al período: el ritmo de invenciones y progresos se precipita, multiplicándose sus efectos. Los avances científico-técnicos están detrás tanto de las guerras como del cambio y mejora de la vida cotidiana, reflejo de la nueva visión del mundo, teórica y práctica, que imponen.

NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.