jueves, 17 de julio de 2008
El irresoluto misterio de la Biblioteca de Alejandría: “Lugar del cuidado del alma”
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Libros y autores en Blog personal por Libros
¿Sería el mundo, la civilización, la historia del ser humano igual si no se hubiera destruido la Biblioteca de Alejandría? Me parece una de las preguntas quizá más fascinantes, quizá más inútiles que hoy pueden hacerse


Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Desde niño hay misterios que siempre han llamado poderosamente mi atención. Uno de ellos es el de la existencia y destrucción de la Biblioteca Real de Alejandría, en Egipto. Se cree que fue creada a comienzos del siglo III a C. por el rey Ptolomeo I Sóter, y que llegó a reunir la colosal cifra de 700.000 documentos, incluyendo todo tipo de libros y de trabajos escritos.

Para reunir tantos escritos, el rey se dirigió a todos los reyes y gobernantes del mundo rogándoles que le hicieran llegar todo tipo de libros de todo tipo de autores, incluyendo poetas, médicos, historiadores, prosistas, filósofos... Los bibliotecarios de Ptolomeo I calcularon que serían precisos 500.000 mil rollos para reunir todos los libros escritos en el mundo: todo el saber concentrado en un solo lugar de la tierra.

La Biblioteca de Alejandría se dividió en áreas temáticas ordenadas en distintas categorías estipuladas por los bibliotecarios, dando así paso a un gran número de bibliotecas, cada una de ellas especializada en los distintos aspectos y asuntos que conforman el mundo. El propósito, ya ha quedado claro, era construir un lugar en el que cada pensamiento escrito amanecido en y para el mundo tuviera su espacio, su ámbito de memoria y perpetuidad. Y un lugar en el que cada lector encontrará el texto soñado, el texto requerido, el texto deseado y anhelado.

Dando una vuelta de tuerca más a su propósito, el rey ordenó confiscar cualquier libro que llegase a Alejandría, dando, prometiendo solemnemente, eso sí, que el libro sería devuelto a su propietario una vez copiado, aunque fue fama que en ocasiones o no se devolvió o lo que se devolvió fue la copia y no el original.

La primera referencia escrita que ha llegado hasta nosotros de la Biblioteca de Alejandría se la debemos a un poeta de Cos o de Mileto llamado Herondas, que vivió en la segunda mitad del siglo III a. C., y quien dice que el edificio que albergada la Biblioteca era el Museion, o casa de las Musas.

No hay ninguna evidencia de cómo llegó a ser la Biblioteca. Tan sólo el investigador italiano, Luciano Canfora, tras analizar todas las fuentes disponibles, llega a la siguiente conclusión: la Biblioteca debió ser una larga sala o galería dentro del Museion, y a lo largo de las paredes de esa sala, debía haber un número inimaginable de bibliothekai, es decir, de estantes o huecos en los que se ordenaban los rollos. Sobre los bibliothekai podía leerse la inscripción: “Lugar del cuidado del alma”.

Bibliotece de Alejandría

Bibliotece de Alejandría (imagen extraída de la web sobrehistoria.com)

Frente a las estanterías con los rollos había habitaciones destinadas probablemente a la consulta cómoda de los rollos y a su estudio, además de salas para las reuniones de los eruditos e, incluso, para que sirvieran a los mismos de albergue temporal, mientras trabajaban.

El Museion estaba situado cerca del palacio real, frente al mar y en él se daba alojamiento y también comida a los estudiosos invitados a trabajar por Ptolomeo I. Cuenta el historiador siciliano del siglo I a. C., Diodoro Sículo, que en Alejandría había incluso una segunda Biblioteca, la biblioteca hija o menor, localizada en el suroeste de la ciudad, cerca del Serapeum, y estaba pensada sólo para el uso de los estudiosos sin relación con la Biblioteca central. En esta pequeña biblioteca había copias de los fondos albergados en el Museion.

La destrucción o desaparición de la Biblioteca de Alejandría es sin duda uno de los más grandes misterios de la civilización occidental. Se carece de testimonios precisos sobre sus aspectos más esenciales, y no se han encontrado las ruinas del Museion, tan sólo las del Serapeum, muy escasas además.

No hay ninguna duda histórica acerca de la existencia de la Biblioteca, pero apenas sí hay certezas sobre lo que en ella se custodiaba. Al respecto se han hecho centenares de afirmaciones contradictorias, dudosas y simplemente falsas, realizando suposiciones a partir de muy pocos datos que, la mayoría de las veces, son sólo aproximaciones sin mucho fundamento.

Pero es inevitable el dejar volar la imaginación y pensar qué maravillas pudieron dormir su último sueño en la Biblioteca de Alejandria, qué poemas, qué relatos, qué conocimientos... estuvieron allí custodiados a la espera de análisis o lecturas, de traducciones al griego o a otros idiomas. Qué caminos artísticos, científicos, filosóficos estaban ya iniciados o concluidos en aquellos centenares de miles de rollos con noticias y conocimientos procedentes de todo el mundo conocido, caminos que o tardaron siglos en volver a iniciarse o que permanecen aún sepultados bajo el polvo del tiempo.

¿Sería el mundo, la civilización, la historia del ser humano igual si no se hubiera destruido la Biblioteca de Alejandría? Me parece una de las preguntas quizá más fascinantes, quizá más inútiles que hoy pueden hacerse.


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.