lunes, 14 de julio de 2008
La casa de papel de Carlos María Domínguez
La casa de papel de Carlos María Domínguez habla de locuras provocadas por los libros, por su lectura masiva y su tenencia en grandes dosis. Locuras que pueden conducir a accidentes, a la construcción de casas de papel, a obsesiones insanas, quizá al asesinato... Pero también a la pasión, al lado más emocionante y peligroso de la vida
Juan Antonio González Fuentes
Hace unas semanas, en el mes de abril, escribía yo en estas mismas páginas preocupado sobre el futuro que les aguarda a mis libros cuando falte. La lectura del mencionado trabajo llamó la atención de Amparo, una buena amiga de mi señora madre, y con tal motivo me hizo llegar un libro para que su lectura me proporcionase algún consuelo y algunas ideas con respecto al posible futuro de mi biblioteca. El libro que me dejó se titula La casa de papel (Mondadori) y su autor es el argentino Carlos María Domínguez (Buenos Aires, 1955), autor con varias novelas a sus espaldas y, por ejemplo, una biografía de Juan Carlos Onetti, escrita en colaboración con María Esther Gilio, publicada por la editorial Planeta en 1993 con el título Construcción de la noche. La vida de Juan Carlos Onetti.
Ya hemos dicho que nuestro autor de hoy es argentino, pero se me ha olvidado decir que vive en el país primo, es decir, en Uruguay, capital Montevideo. También se me ha pasado decir que para Carlos María Domínguez los libros sí pueden cambiar la vida de quienes los leen, algo que queda plasmado de manera muy clara en la breve historia que contiene su libro La casa de papel, historia en la que los libros y su posesión determinan las vidas de quienes los poseen con amor y hasta delirio.
Todo comienza cuando un ejemplar de La línea de sombra, la célebre novela de Joseph Conrad llega a manos de un profesor argentino que da clases en Cambridge. El libro iba dirigido de una colega del profesor, una mujer que había muerto hacía muy poco en extrañas circunstancias, al ser atropellada cuando cruzaba una calle leyendo a Emily Dickinson por un vehículo que se dio a la figura.
Carlos María Domínguez: La casa de papel (Mondadori)
Como se comprueba más adelante en la lectura, ese ejemplar de La línea de sombra de Conrad es la línea de unión entre la profesora muerta y un bibliófilo uruguayo de nombre Carlos Brauer, un hombre cuya única pasión son los libros, de los que posee decenas de miles de ejemplares, incluyendo primeras ediciones, manuscritos, ediciones raras...
El narrador, el profesor argentino de Cambridge, viaja hasta Montevideo en busca de ese peculiar Carlos Brauer, amante ocasional de su amiga inglesa muerta, y personaje del que llegamos a saber acaba completamente obsesionado por el futuro que le aguarda a la obra de su vida, su propia biblioteca, para cuya conservación e inventariado no ha escatimado medios. ¿Qué le sucedió a la lectora de Emily Dickinson? ¿De verdad la mató un coche por accidente? ¿Quién es Carlos Brauer? ¿Qué endiablado sistema empleo para ordenar los libros de su fastuosa biblioteca? ¿Qué futuro le aguarda a la biblioteca del bibliófilo Brauer? ¿Qué se puede hacer con los libros cuando son la obsesión, la vida entera de uno? ¿Puede alguien construir una casa utilizando los libros como ladrillos y habitar en ella?
No voy a desvelar nada más del contenido de La casa de papel, y sólo quiero dejar aquí apuntadas unas cuántas preguntas cuyas posibles respuestas conforman la trama principal y sus afluyentes de esta novela corta que tiene algo de ciencia ficción (casi un Fahrenheit 451 de Ray Bradbury pero al revés), de novela detectivesca y negra, de narración erudita..., y un mucho de puro amor a los libros y a la lectura; un amor tan descomunal, que para hacerse digerible y no conducir a la locura quijotesca, viene envuelto en un agradecido y eficaz papel de ironía y comicidad larvada y casi distante.
La casa de papel habla de locuras provocadas por los libros, por su lectura masiva y su tenencia en grandes dosis. Locuras que pueden conducir a los accidentes, a la construcción de casas de papel impreso a orillas del mar, a obsesiones insanas, quizá al asesinato... Pero también habla de los libros como pasión y motor de vida, como una aventura que, como toda aventura de verdad, enseña el sendero que conduce directamente al latido verdadero de la vida vivida con intensidad y arrobo, y también con peligro constante. Los libros o el caminar por el lado más emocionante y peligroso de la vida.
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.