Juan Antonio González Fuentes
Me sorprende el fin de semana en Madrid, en un Madrid veraniego pero menos abrasador y extenuante de lo esperado. La mañana del sábado nos recibe a todos sin sol, con un cielo cubierto por las nubes y una brisa agradable que invita a estar en la calle contemplando como se despereza la vida poco a poco.
Si algo me molesta de la casa madrileña es que no hay un kiosco en menos de veinte minutos andando a la redonda. Hay supermercado, restaurantes, panaderías, bares, salones de belleza, parque, cancha de baloncesto y voleibol, banco de Santander y BBVA, fuente pública…, pero no hay dónde comprar el periódico. Así que de mañana me dirijo a comprar la prensa del día embarcándome mentalmente en un socorrido paseo. Tras la marcha y la contemplación y mil y una escenas urbanas, llego al kiosco más cercano y pido un ejemplar del ABC.
No soy lector habitual del histórico periódico, pero los sábados incluye en suplemento cultural: muchas páginas dedicadas a reseñas de libros, discos, exposiciones, películas, conciertos…, e información generalmente entretenida y aceptable sobre todo tipo de acontecimientos culturales en España.
Con el suplemento abierto casi siempre me dirijo en primer lugar a la página en la que mi buena amiga y a veces jefa, la poeta Amalia Iglesias, ofrece poemas de destacados poetas nacionales e internacionales. Luego le echo un vistazo a las reseñas de libros de poesía y, por último, antes de leer página por página, hojeo todo el suplemento para atisbar algún contenido que me atraiga por encima de los demás.
Manuel Arce Lago: Antología poética 1947-1954 (Icaria, 2008)
Pero este sábado la sorpresa, la grata sorpresa, ha llegado cuando he visto mi nombre al ver las reseñas de libros de poesía. El profesor y crítico Luis García Jambrina reseñaba mi edición de la antología poética del santanderino Manuel Arce (Antología poética 1947-1954) que ha editado la barcelonesa Icaria hace tan sólo unas semanas. Ya he dejado en estos Ojos de Papel varios trabajos o referencias a Arce (La isla de los ratones en dos post, la propia antología tambien en dos post...), pero ahora quiero ofrecerles las palabras de Jambrina, mientras preparo ya los bártulos para volverme a Santander:
“Para muchos, Manuel Arce (San Roque del Acebal, Llanes, Asturias, 1928) es, sobre todo, un narrador, con siete novelas publicadas, dos de ellas llevadas al cine. Para otros es el fundador e impulsor de la revista La isla de los ratones (Hojas de poesía), editada en Santander –ciudad en la que el autor reside desde niño- entre 1948 y 1955, y de la colección editorial del mismo título (1948-1986), así como de la reconocida librería y galería de arte Sur (1952-1994). La revista, de la que existe una reciente edición facsimilar (Visor, 2006), se convirtió pronto en un referente literario fundamental en aquellos años oscuros; por ella pasaron todos los poetas importantes del momento, tanto los consagrados como los que eran jóvenes en aquel entonces. Y otro tanto cabe decir de su galería, dentro del mundo del arte.
Pero Arce ha sido –antes que nada y tal vez por encima de todo- poeta, si bien su labor pública en este terreno se limita a unos pocos años de su juventud. Dejando aparte una edición restringida para amigos de Sonetos de vida y propia muerte (1948) y un par de selecciones de poemas –una de ellas traducida al francés-, su obra poética se compone sólo de tres títulos: Llamada (1949), Sombra de un amor (1952) y Biografía de un desconocido (1954). Tras la publicación de este último, abandonará definitivamente la poesía y se convertirá en narrador (su primera novela publicada es de 1956); su despedida coincide, por otra parte, con la clausura de La isla de los ratones. No obstante, dará a la luz una antología en 1958 y reeditará sus tres libros a comienzos de los 60. De ahí el interés de esta nueva antología preparada –con conocimiento y rigor- por el poeta Juan Antonio González Fuentes.
Llamada es un libro juvenil, formado por poemas escritos en 1947; en él predominan los sonetos de tonos existencial: la herida del amor, la búsqueda de una cierta trascendencia y, sobre todo, la concepción de la muerte como algo inseparable de la vida. En Sombra de un amor, el lamento y la exaltación amorosa se mezclan con la aparición de los primeros acentos sociales; del mismo modo, la uniformidad métrica alterna ya con el poema en verso libre de largo aliento. Por último, en Biografía de un desconocido, se incrementa el elemento ético y social, junto a nuevos aspectos, como la reflexión sobre la poesía y la labor del poeta, con el mar y la lluvia como símbolos más evidentes. He aquí pues, el retorno de una obra que sigue viva”.
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.