miércoles, 21 de mayo de 2008
Prokofiev y Rostropovich: una sonata para chelo casi al alimón
Trascurría el año 1949, cuando Prokofiev se había visto ya en tres ocasiones con el joven violonchelista Mstislav Rostropovich con el propósito de conocer mejor las posibilidades técnicas modernas del violonchelo
Juan Antonio González Fuentes
Trascurrían los primeros meses del año 1949, cuando Sergei Prokofiev (Sontzovka –Ucrania-, 1891-Moscú, 1953) se había visto ya en tres ocasiones con el joven violonchelista Mstislav Rostropovich con el propósito de conocer mejor las posibilidades técnicas modernas del violonchelo. Fruto de dichos encuentros fue el propósito del músico de componer para dicho instrumento una serie de partituras: la Sonata en do op. 119, que escribió en apenas cinco meses; la revisión de su Concierto op. 58, que en adelante pasó a ser la Sinfonía concierto op. 125; un Concertino para violonchelo op. 132 (del que sólo existe un esbozo para piano); una nueva Sonata para violonchelo, op. 134 (de la que el propio Rostropovich no encontró más que anotaciones tras la muerte del compositor); y finalmente una Sonata para violonchelo solo en cuatro movimientos que nada más existe como idea en el cuaderno en el que la mujer del compositor, Mira Mendelssohn, registraba los trabajos que el maestro tenía intención de abordar en el futuro.
La op. 119, probablemente la partitura más representativa de la música para violonchelo del autor, fue estrenada en una audición privada el 18 de diciembre de 1949 por dos músicos de excepción, Rostropovich y el pianista Sviatoslav Richter. En público el estreno tuvo lugar en la Sala Pequeña del Conservatorio de Moscú el 1 de marzo de 1950, un escenario mítico en el sonaron por vez primera muchas obras maestras de los maestros soviéticos. La pieza está dedicada a Levon Atovmian, el músico que transcribió para piano algunas de las más importantes partituras orquestales de Prokofiev, trabajó que también realizó, por ejemplo, para el gran Shostakovich. La Sonata op. 119 es de un clasicismo llamativo para haber sido escrita en 1949, y su aire romántico la convierten en familia de la op. 40 de Shostakovich y de la Sonata en la mayor de Beethoven.
Mstislav Rostropovich intepreta al cello la Sinfonia concertante, in E minor, Op. 125 de Sergei Prokofiev (vídeo colgado en YouTUbe por rasputin1357)
La sonata está estructurada en los tres clásicos movimientos: Andante grave (con indicación de “tranquilo y expresivo), Moderato (un scherzo tradicional construido sobre un tema cantable), y Allegro ma non troppo. De los tres movimientos el más personal, el que tiene grabado a fuego el sello inimitable de Serguei Prokofiev, es el central, donde convergen un cierto expresionismo lánguido pero radiante y, en palabras de P-E. Barbier, “grandes intervalos, dobles cuerdas, ascensiones cromáticas apretadas y fantásticas, modulaciones refinadas y dulcemente aciduladas”, es decir, una escritura en la que quedan subrayadas las cualidades baritonales y aterciopeladas de la subyugante sonoridad del violonchelo.
Actualmente en disco compacto existe una versión de la sonata mencionada que está muy bien de precio y tiene una calidad contrastada. Se trata de un disco que incluye de Sergei Rachmaninov la Sonata para violonchelo y piano, op. 19; Vocalise; Variación nº 18 de la Rapsodia sobre un tema de Paganini, op 43 (con arreglos del dúo Capuçon/Montero), y de Sergei Prokofiev la mencionada Sonata para violonchelo y piano, op. 119. El joven Gautier Capuçon toca el violonchelo, y la argentina Gabriela Montero el piano. El disco compacto tiene 75 minutos de duración, fue grabado entre el 21 y el 23 de noviembre de 2006 en el Auditorio Stelio Molo, en Lugano (Suiza) por la compañía Virgin Classics, y en España está distribuido por EMI Music Spain. Es una buena recomendación, créanme.
NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de
Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.