jueves, 17 de abril de 2008
La familia Wagner, una telenovela
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Artes en Blog personal por Música
El ultimo siglo y medio de la familia vida Wagner y del festival de Bayreuth a ella asociada es toda una telenovela, un culebrón con todos los ingredientes necesarios

Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Richard Wagner es sin lugar a dudas uno de los músicos más importantes de la historia, y quizá el más influyente de los que dio a luz el siglo XIX. Sus óperas revolucionaron el género y lo transformaron en todos los sentidos, poniéndole en la pista de lanzamiento de lo que ha llegado a ser en nuestros días: la obra de arte total, o la obra capaz de albergar y poner en conjunto el resto de artes. Wagner fue un genio en el sentido más estricto de la palabra, y su obra influyó de manera notable en el arte y el pensamiento europeo de su tiempo y el posterior.
 
Pero Wagner fue también, claro, un hombre. Un hombre con sus apetitos, sus humores, sus altas y bajas, y con una historia amorosa que muchos guionistas de telenovelas no serían capaces ni de imaginar ni de organizar. En 1865, tras numerosos escarceos y demás historias amorosas con mujeres diversas, Wagner, don Richard, dejó embarazada a Cósima, mujer de su buen amigo y director de orquesta Hans von Bülow. Cósima era hija de otro gran músico, Franz Lizst, mentor de Wagner. ¿Me siguen? Tres años después, y madre de la hija de Wagner, Cósima se divorcia de Bülow y se casa con el compositor de Lohengrin, con quien tendrá dos hijos más, Eva y Sigfrido. Isolda fue el nombre que le pusieron a la hija extramatrimonial.
 
En 1876, y tras haber arruinado prácticamente a su benefactor, Ludwig II de Baviera, Wagner logró inaugurar el festival a él y a sus obras dedicado, el Festival de Bayreuth, ubicado en la ciudad del mismo nombre situada a escasa distancia de Munich. Loco y arruinado el rey de Baviera, al que le dedicó una larguísima película Visconti y un hermoso poema Cernuda, Wagner continuó al frente de su festival hasta el mismo año de su veneciana muerte, es decir, hasta 1883.
 
Al morir el músico fue su mujer Cósima quien se encargó personalmente de la dirección del festival. Hasta la década de 1920 las representaciones del festival se ejecutaban estrictamente de acuerdo a la tradición establecida bajo el mecenazgo de Luis II. No se suprimió ni una sola nota de las larguísimas óperas wagnerianas. Wagner solía insistir en utilizar animales vivos en el escenario en las partes de sus óperas que los mencionaban, tradición que continuó su señora esposa. De esa manera, el público vio desfilar por el escenario los rebaños de ovejas de Fricka, los cuervos de Wotan, o el oso y la rana de Sigfrido.
 
Precisamente fue Sigfrido, el hijo de Wagner y Cósima, quien se encargo de dirigir el festival durante unos años hasta su muerte en 1930, año en que la dirección pasó a su mujer, Winifred Wagner quien, cómo decirlo, se hizo muy amiga de un tipo llamado Adolfo, de apellido Hitler. La amistad de los Wagner y los Hitler no le vino nada mal al festival, el cual continuó con sus representaciones wagnerianas incluso cuando las cosas se pusieron de verdad difíciles en Alemania.
 
Al terminar la II Guerra Mundial la viuda Wagner, es decir, Winifred, fue amablemente invitada a dejar la dirección del festival, pues su amistad con el tipo del bigote no le trajo muchos aplausos que digamos. Pero la cosa quedó en familia, y la dirección del “mamotrético” festival recayó esta vez en los hijos de Sigfrido y Winifred, Wolfgang y Wieland, los nietos de Wagner y Cósima. Estos dos se ocuparon de todo a partir de 1951, después de un periodo en el que el teatro acogió, ¿justicia poética?, entretenimientos varios para los soldados yankees.
 
Richard Wagner
 
Richard Wagner
 
Bajo la nueva dirección de Wieland Wagner el festival experimentó una transformación revolucionaria. Atrás quedaron todos los elaborados decorados naturalistas, que dejaron paso a nuevos montajes de corte minimalista. En comparación, los cambios de entreguerras parecían insípidos y convencionales. Por primera vez en su historia, el público abucheó al finalizar las representaciones. Wieland fue especialmente criticado por la producción de Die Meistersinger de 1956. Muchos críticos conservadores lo vieron como una humillación de lo que era la “sacra tradición germánica”. Pero Wieland, nieto de su abuelo, defendió los cambios con uñas y dientes, es decir, con mordiscos y arañazos, y apostó por el “escenario invisible” que permitía al público experimentar todos los aspectos psicosociales del drama sin las distracciones de los elaborados decorados. También se ha especulado con que desnudando las obras de Wagner de sus elementos históricos y germánicos, Wieland intentaba distanciar el festival de su pasado nacionalista y crear nuevas producciones con un atractivo universal. Con el tiempo, muchos críticos llegaron a apreciar la belleza única de las reinterpretaciones que Wieland hizo de las obras de su abuelo.
 
Las radicales innovaciones de Wieland dieron lugar a comparaciones con las que en su día introdujo su hermano Wolfgang, que fueron unánimemente tachadas de poco inspiradas por toda la crítica. Si las de Wieland fueron revolucionarias, las de Wolfgang fueron regresivas. Aunque minimalista en principio, los montajes de Wieland resucitaron muchos de los elementos románticos y naturalistas de las producciones pretéritas. Así, la prematura muerte de Wieland en 1966, dejó a muchos con dudas sobre el futuro del festival. Se empezó a cuestionar la hegemonía de Bayreuth sobre el resto de óperas alemanas, y se llegó a sugerir que se trasladaran producciones nuevas y más interesantes a otras ciudades. En el año 1973, superado ya por las críticas y las disputas familiares, el festival fue transferido a la recién creada Fundación Richard Wagner, cuyo consejo de dirección incluía a miembros de la familia Wagner, sí, pero también a otros nombrados por el estado. Wolfgang Wagner ha conservado la presidencia hasta nuestros días, una perpetuidad con final cercano, pues a sus 88 años poca cuerda debe quedarle.
 
Tan poca que cuentan que ya ha decidido ceder el testigo, y hacerlo, como no podía ser de otra manera dentro de la tradición, a sus propias hijas. Lo que pasa es que las hijas de Wolfgang, hasta hace unos días, como quien dice, no podían ni verse, entre otras cosas por ser hijas de madres distintas y llevarse unas cuantos años. Eva Wagner tiene 63 años y es fruto del primer matrimonio del anciano Wolfgang. Eva ha estado hasta la fecha algo así como repudiada por su propio padre, pero sobre todo por su madrastra Gudrun Wagner, recientemente fallecida y que era quien, según las malas lenguas, llevaba la dirección real del Festival. La otra hija, la otra posible cabeza visible de la dirección bicéfala, es Katharina Wagner, de tan sólo 29 años, concebida por Wolfgang cuando contaba casi sesenta años de edad.
 
En otras palabras, el anciano nieto de Wagner, Wolfgang, posiblemente dejará en manos de sus hijas el célebre Festival creado por su abuelo y financiado por un príncipe loco bávaro. Sus hijas en vez de hermanas muy bien podrían ser madre e hija por sus edades, y Wolfgang bien podría ser el abuelito de su segunda hija. Eva Wagner hoy es consejera en el museo Metropolitano de Nueva York y en el festival de Aix-en-Provence. Katharina sí está vinculada al festival, donde ha llegado a dirigir una versión de Los maestros cantores de su bisabuelo con los mismos resultados obtenidos con frecuencia por su padre-abuelo: abucheos y críticas demoledoras por parte de la crítica especializada.
 
No me digan que no estamos ante una saga familar merecedora de una serie televisiva del estilo Falcon Crest o Los Colby. Tiene todos los elementos necesarios: pasión, sexo, divorcios, dinero, empresas, peleas, misterios, política... ¿Cómo acabará esta telenovela? ¿Se llevarán bien las hermanas, dirigirán la empresa familiar con éxito, se reconciliarán los Wagner con su festival...? Lo único seguro, seguro de verdad es que Wolfgang, el nietísimo, tiene los años contados, o los meses, las semanas, los días, las horas..., el tiempo muy contado.

 
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.