Juan Antonio González Fuentes
La princesa María von Thurn nació en Venecia a mediados del siglo XIX, hija del príncipe Egon Hohenlohe-Waldenburg-Schillingfürst, heredero de una de esas familias aristocráticas que reinaron en uno de los pequeños estados que conformaban Alemania antes de su unificación bajo Prusia en 1870. Su madre fue la condesa Teresa Thurn-Hover-Valesia, una italiana perteneciente a la antigua nobleza del norte del país, nobleza desde hacía siglos emparentada y relacionada a su vez con la nobleza del imperio austrohúngaro.
La princesa María, en consecuencia, dominaba varios idiomas, el italiano, el francés y el alemán, exactamente igual que su primo, el príncipe Alejandro von Thurn und Taxis, quien acabó convirtiéndose además en su marido. El matrimonio de primos vivía en el palacio Lautschin, del que era propietario el señor príncipe, y en el famoso castillo de Duino, patrimonio de la princesa.
Castillo de Duino
Sin embargo, todas las estaciones contemplaban a la pareja yendo de un sitio a otro a lo grande, es decir, seguidos por una comitiva de criados, enormes maletas de refinado cuero, y larguísimas temporadas alojados en los mejores y más lujosos grandes hoteles del viejo continente.
El matrimonio estaba formado por dos auténticos personajes. Él, el príncipe, era un más que dotado violinista y un experto cazador de grandes animales salvajes. Ella, la princesa, dedicaba buena parte de su tiempo a tocar el piano con aptitud, era considerada una pintora bastante más que aceptable, y también escribió algunas novelas que aún hoy se dejan leer sin que su pesadez o laxitud se te hagan insoportables.
Rainer Maria Rilke
La pareja compartía una pasión excelsa y poco común, sobre todo en nuestros días. Me refiero a los cuartetos de cuerda. Cuando pasaban el otoño en el castillo de Lautschin, todas las noches acudía al salón de música de la construcción el Bömisches Streichquartett para tocar cuartetos de Beethoven, Mozart, Schubert, Haydn… Cuando en verano se encontraban viviendo en el italiano castillo de Duino, era el célebre Quartetto di Trieste quien se encargaba de consumar el repertorio elegido. En todas las ocasiones, el matrimonio, acomodado en sillones de respaldo alto forrados de terciopelo rojo, escuchaba la música concentrado y en completo silencio.
En el castillo italiano de Duino, situado en el extremo más septentrional del mar Adriático, propiedad de la princesa María von Thurn, el 21 de enero del ya lejano año de 1912, el poeta Rainer Maria Rilke, mientras paseaba por el cercano acantilado camino de la orilla del mar, oyó y escribió la primera de las de Elegías que han pasado a la historia de la literatura universal con el nombre de Elegías Duino.
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.