lunes, 22 de octubre de 2007
Blanco, heterosexual de clase media: estoy jodido!
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Sociedad en Blog personal por Sociedad
Tengo 43 años y no cumplo ningún requisito para adscribirme a alguno de los numerosos grupos o colectivos que en España reciben ayudas y subvenciones

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Juan Antonio González Fuentes

Tengo 43 años, es decir, no soy ni niño, ni adolescente, ni joven, ni pertenezco a la tercera edad. Soy español y blanco desde que nací, según me han contado. Tengo la enorme fortuna de no sufrir ninguna enfermedad ni ningún problema físico, al menos de momento. No estoy casado y tampoco divorciado. No tengo hijos. Nunca he emigrado a ningún lugar, ni nadie de mi familia lo ha hecho en las últimas generaciones (un tatarabuelo estuvo en Cuba, y algún hermano de mi abuelo en Méjico). No vivo en una región española ni depauperada ni nacionalista. No pertenezco a ninguna minoría étnica ni a ningún grupo más o menos significado y organizado de esos que reclaman y reivindican status, derechos, reconocimientos... No estoy afiliado a ningún partido político ni sindicato. No pertenezco a ningún club, asociación o similares. Soy trabajador autónomo y vivo únicamente de mi trabajo. Soy poeta, escritor, profesor y bibliotecario…, ¡vamos!, un chisgarabís en toda regla. Tengo ingresos suficientes como para no poder recibir ningún tipo de ayuda económica o subvención de ningún tipo, pero no gano lo suficiente como para poder vivir con desahogo y no tener que hacer algunas economías sistemáticas.

Explicitado el panorama, insisto en que no puedo recibir subvenciones, ayudas, becas para comprarme un piso, para llevar a mis hijos a la guardería, para comprar pañales, para que mis hijos vayan gratis al dentista, para que mis hijos vayan al colegio en autobús y coman, para alquilar un piso, para comprarme un coche, para comprarme un ordenador, para ir de vacaciones gratis a Benidorm, para cambiarme de sexo, para mandar dinero a la Conchinchina, para comprar material deportivo, para casarme por la iglesia, para casarme por el juzgado, para hacer la mili, para no hacerla, para afiliarme, para sindicarme, para embarazarme, para desestresarme, para aprender idiomas, para aprender a cocinar, para ser nacionalista, para reivindicar mi excepción cultural, para comprar el pan, para tener un equipo de fútbol, para poder llamar a Colombia para hablar con mi familia, para ir a Cuba a estrechar lazos, para reivindicar las anchoas de Cantabria, para…

Para los inmigrantes soy un afortunado español, para los políticos un votante, para Hacienda una ubre inagotable que trimestral y anualmente produce la leche suficiente como para engrasar el sistema, para mis amigos casados y con hijos un suertudo solterón que se lo pasa en grande haciendo lo que le viene en gana, para mi madre el único y pobre hijo sin “colocar”, para M. un tipo más o menos simpático con un coche impresentable, para mis hermanos soy el niño de mamá, para mi jefe un poeta lunático, para mis alumnos el calvorota que les imparte historia, para mis colegas poetas y escritores cántabros soy la competencia, para mis poetas y escritores nacionales no existo, para mis compañeros de partido sabatino soy el que reparte estopa en la defensa, para ustedes los lectores de esta página…, mejor no pensarlo.

En resumidas cuentas, pertenezco a ese porcentaje de españoles cuyo número desconozco que de verdad está jodido. Está lo suficientemente bien como para no recibir ayudas ni subvenciones por absolutamente nada, y como para pagar todos los impuestos que en el mundo han sido. Y encima se encuentra en la soledad más absoluta, la del corredor de fondo, la del ciudadano de fondo que todos los demás ven sin fondo, como un pozo del que siempre se puede sacar agua y, encima, en el que escupir de vez en cuando.

Yo propongo desde aquí que nos unamos, que contactemos entre nosotros y formemos un grupo, una asociación, un sindicato para reivindicar nuestros derechos, y entre todos ellos el más fundamental: que nos dejen, al menos de vez en cuando, en paz; que no nos expriman más, y que los padres y madres, abuelos y abuelas, hijos e hijas, adolescentes, ancianos, inmigrantes, nacionalistas de toda índole, tertulianos, gays y lesbianas, partidos políticos, católicos, islamistas, progresistas, reaccionarios, socialistas, peperos, comunistas, transexuales, regionalistas, protestantes, folclóricos, modernos, anticuado…, y cualquier tipo de supuesta minoría de mil y una facturas que exija que se cumplan sus derechos, se olviden por una temporada de nosotros y no nos den más la lata con sus inapelables, inaplazables exigencias y reivindicaciones. He dicho.

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NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.