viernes, 14 de septiembre de 2007
Edgar Allan Poe y la poesía
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
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De todas las voluntades poéticas que en el mundo han sido, quizá la que mayor peso sigue ejerciendo hoy sobre nosotros, es la que dejó esbozada Edgar Allan Poe

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Juan Antonio González Fuentes

El lenguaje es una incertidumbre cuya complejidad estriba en su propia naturaleza. Si aceptamos esta premisa, tendremos por imposible cualquier acercamiento que tienda a establecer con exactitud cuál es el camino de la poesía, cuál es su objeto.

Precisamente esta imposibilidad es la que ha permitido a lo largo del tiempo el acercamiento a la tarea poética desde muy diversas perspectivas, voluntades y temáticas, y además, ha procurado también un buen número de razonadas e inservibles teorías acerca del hecho, algunas de las cuales, incluso, son muy entretenidas, lo que siempre será motivo de gratitud para con sus autores.


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Edgar Allan Poe


De todas las voluntades poéticas que en el mundo han sido, no sé si la más importante y de mayor trascendencia, pero sí la que mayor peso sigue ejerciendo hoy sobre nosotros, es la que dejó esbozada Edgar Allan Poe en las primeras décadas del siglo pasado. Era esta una voluntad que concebía la poesía en una perfección ocupada sólo en sí misma, en su radical aislamiento con respecto a otras formas de expresión. Esta voluntad aislacionista de la poesía la extremó e instrumentalizó Charles Baudelaire, quien desarrolló a partir de ella la negación del yo, y por tanto de la historia, dinamitando el concepto de cultura única y abrir el camino a todos los vanguardismos literarios que hoy se estudian.

Tanto para Poe como para Baudelaire, en la novedad radicaba la única esperanza frente a la decadencia generalizada de la existencia, y lo novedoso residía -como no podía ser de otra manera- en las profundidades de lo desconocido, mundo al que debía accederse mediante el ejercicio poético en estado puro. Esta voluntad que tan importante cometido dejaba en manos de la poesía, acabó rompiéndose por su punto más débil, es decir, el intento de obviar la presencia del tiempo, entidad que fınalmente acaba imponiéndose a la propia poesía, dejando como única esperanza la muerte, quien, tal vez, nos conduzca por fin a la última novedad posible.

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NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.