Juan Antonio González Fuentes
Richmal Crompton nació en Inglaterra en 15 de noviembre de 1890, hace ahora 117 años. Hija de un reverendo, pronto fue internada en una escuela especial destinada a hijas de clérigos protestantes. En 1911 consiguió una beca para estudiar en la Universidad de Londres, en la que obtuvo en 1914 un título en filología clásica. A partir de ese momento se dedicó a la enseñanza y a escribir cuentos.
El primer cuento con
Guillermo Brown como protagonista se publicó en una revista femenina en 1919, y desde entonces se publicaron libros de Guillermo hasta el año 1970: en total 38 volúmenes.
Se piensa que el personaje de Guillermo se lo inspiró a Richmal Crompton su hermano
Jack, según todos los indicios un tipo muy simpático poco dado a instalarse frente a los libros y muy propenso a embarcarse en todo tipo de aventura.
Richmal Crompton
En 1923 Richmal Crompton sufrió de poliomilitis, lo que le que dejó paralizada una pierna. El suceso la indujo a abandonar la práctica activa de la enseñanza y a concentrarse en su principal vocación, la escritura.
Murió en 1969, cuando contaba 78 años de edad. Publicó 86 libros, muchos de ellos destinados a adultos, pero su entrada en la historia de la literatura universal se lo debe, como así les ha ocurrido a tantas y tantos otros escritores, al hecho de haber dado vida a un personaje que ya forma parte del repertorio sentimental europeo del siglo XX: Guillermo Borwn, capitán de
los Proscritos, su pandilla de amigos.
La popularidad de Guillermo Brown durante el periodo señalado fue incuestionable. Se convirtió en uno de los personajes preferidos de gran parte de los niños y jóvenes de Europa, espacio cultural y geográfico en el que sus aventuras fueron traducidas a todos los idiomas, y en el que se vendieron cerca de nueve millones de ejemplares recogiendo sus hazañas.
En España los libros de Guillermo Brown se tradujeron con relativa prontitud, y ya en 1935, en vísperas de la terrible guerra civil, la editorial barcelonesa Molino publicó
Las aventuras de Guillermo, obra que ha tenido sucesivas ediciones hasta 1980, fecha en la que dejó de editarse para, no hace tampoco muchos años, volver a aparecer ya no con éxito deslumbrante, pero sí más que notorio. Es a la
editorial Molino a la que debemos agradecer el haber podido leer todas las obras de Guillermo en español.
Hoy Guillermo Brown no parece tener tanta fortuna entre las nuevas generaciones, y otro niño inglés, el mago
Harry Potter, arrasa ocupando espacio en las librerías infantiles y juveniles de los hogares de medio mundo. Es más, casi podría asegurar que la mayoría de los niños y adolescentes de nuestros días ni siquiera han oído hablar de Guillermo. Las ventas de sus libros descendieron notablemente a finales de los años 90 del pasado siglo, vendiéndose tan sólo entre 150 y 500 ejemplares al año según anunciaban los datos de la propia editorial Molino.
Una de las razones que se aducían entonces para explicar la caída de las ventas y del interés por el personaje era el considerable número de páginas de los libros de Guillermo, unas 250 cada volumen, lo que se les hacía muy cuesta arriba a los niños acostumbrados a recibir historias y cuentos sin esfuerzo a través del televisor. El éxito de los voluminosos libros de Harry Potter ha desmentido de forma rotunda dichas afirmaciones.
Otra posible razón del descenso del interés de nuestros niños por alguien como Guillermo Brown la apuntaba el editor de la colección. Para
Luis Antonio del Molino el principal problema fue que las nuevas generaciones no entendían a Guillermo, no entendían las relaciones autoritarias establecidas entre padres e hijos, el mundo de los adultos completamente separado del de los niños, dos ideas claves en el desarrollo de las aventuras de nuestro personaje infantil inglés.
Todo indica que las razones que pueden esgrimirse para explicar el fenómeno conforman un amplio repertorio, pero todas coincidirán, seguro, en subrayar la profunda decadencia del antiguo modo de realizar esta literatura. Los niños y adolescentes de nuestro mundo no parecen admitir bien que los protagonistas de las historias que leen sean niños o adolescentes como ellos, normales, sin poderes ni fantásticos día a día. No quieren que las historias que leen hagan referencia a situaciones triviales y cotidianas: los niños parecen demandar que las historias a ellos destinadas estén protagonizadas por personajes revestidos de plenos extraños que les hagan salir bien parados de sus enfrentamientos con seres de otros mundos y realidades. Quieren velocidad frenética en todas las acciones, complejos aparatos manejados por héroes de carácter casi intratable.
No parece por tanto muy extraño que nuestros niños no congenien con un pecoso y misógino niño inglés que, desde la apacible y burguesa vida en el pueblecito de sus mayores, sueña con ser pirata o explorador. Es más, estoy seguro que de haber sabido de la existencia de Harry Potter,
Batman, Spiderman o
La Masa, el propio Guillermo Brown hubiera soñado con su rápida conversión en superhéroe. Lo que sucede, y esto es lo que diferenciaría, sin duda, a Guillermo de la inmensa mayoría de “nuestros retoños”, es que él, dado su carácter rebelde y su inmensa y libérrima fantasía, pronto se daría cuenta del fraude y, con irreducible tesón y firmeza, volvería a soñar con ser capitán pirata para, al mando de un velero de nombre
Invencible, y junto a sus inseparables amigos los Proscritos, recorrer los lejanos Mares del Sur en busca de tesoros e islas irremediablemente perdidas para todos aquellos que jamás fueron niños, y, en consecuencia, nunca jugaron a protagonizar sus propias fantasías.
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NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.