Juan Antonio González Fuentes
Al menos desde hace unas cuantas décadas, la palabra, el concepto “
españolismo” tiene un sentido casi despreciable, amargo y descalificador para nosotros mismos, los españoles. La culpa es sin duda de la apropiación bastarda e interesada que la dictadura franquista hizo de la palabra y de todo lo que significase España y español. A esta culpa hay que sumarle otra, la de los nacionalismos periféricos de nuestra península, interesados en desprestigiar y ensuciar todo lo que huela a “españolismo”, es decir, “al enemigo de sus intereses”, empezando, insisto, por la palabra, utilizada por ellos para designar lo más bajo, peor, casposo y antimoderno que pueda uno imaginarse. Tampoco ayuda mucho a redimir el término los intentos de la derecha actual por apropiarse en exclusiva de la idea representada, y quizá menos aún los de la izquierda democrática porque bajo ningún concepto se le asocie estrechamente con el vocablo, con la palabra maldita: “españolismo”.
Viene todo este discurso a cuento de que ayer por la tarde leía en el jardín de mi casa en Comillas, mientras el perro
Miller perseguía desaforado y tontorrón algunas lagartijas, el breve libro
¿Quién me defenderá de tu belleza?, tan sólo un plan de obra y unas páginas escritas por
Stendhal narrando el amor de vejez de
Miguel Ángel Buonarroti por el joven y al parecer bellísimo
Tommaso Cavalieri (editorial Pre-Textos, 2007).
Henri Beyle, Stendhal
Las páginas, inéditas hasta hace muy poco, fueron publicadas por vez primera en francés e italiano, y ahora, mi amigo, el estupendo poeta, profesor y escritor
Juan Antonio González Iglesias, las ha traducido a nuestro idioma y les ha escrito una hermosa y erudita introducción que no ofrece desperdicio alguno, como tampoco lo ofrece el epílogo de
Luis Antonio de Villena.
En esta joya de introducción, entre otras muchas cosas, González Iglesias apunta el amor de Stendhal por
Cervantes y el
Quijote, así como la acuñación por parte del escritor francés de Milán del neologismo
espagnolisme, que por vez primera aparece en la obra
Vie de Henry Broulard, y que fue utilizado en multitud de ocasiones por el autor de
La cartuja de Parma. ¿Qué significada Españolismo para Stendhal? González Iglesias recoge la explicación de
Victor del Litto, el mayor especialista en Stendhal de todo el siglo XX: “El españolismo es el rechazo del mundo y de los hombres tal cual son, es la inclinación a vivir en un universo vaciado de todas las vulgaridades. Españolismo y locura no forman otra cosa que una unidad. Stendhal lo descubre de golpe y, por dos veces, expresa de la manera menos equívoca que su camino, el de él, el camino en el que se ha comprometido desde niño es el camino de la locura”.
Huir de lo vulgar, rechazar el sentido del mundo y a los hombres tal y como se muestran: eso es desde luego un lúcido camino de locura (la que conduce al quijotismo, claro), eso es españolismo según Stendhal.
¿Puede haber un sentido más profundo, libertario y hermoso de españolismo que el creado por Stendhal para proseguir el sendero de la narrativa moderna iniciada por Cervantes? Españolismo stendhaliano, una meta a lograr, un camino a seguir, toda una compleja filosofía de vida: el españolismo. Sólo espero que mi vida, en su final, ofrezca una piel imbricada de españolismo. A eso aspiro desde ahora mismo.
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NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.