martes, 16 de enero de 2007
José María López Sánchez: “Heterodoxos españoles” (Marcial Pons, 2006)
Este libro explora los éxitos y fracasos de una empresa intelectual característica de la llamada Edad de Plata de la cultura española.
Título:
Heterodoxos españoles. El Centro de Estudios Históricos, 1910-1936
Autor: José María López Sánchez
Editorial: Marcial Pons
Lugar y fecha: Madrid, 2006
Páginas: 475
Precio: 25 €
Heterodoxos españoles es el resultado de una larga investigación sobre el Centro de Estudios Históricos, un espacio académico que ocupa un lugar propio en la historia intelectual de la España del siglo XX. Fundado en 1910 por la Junta para Ampliación de Estudios, el antecedente del actual CSIC, y dirigido por el eminente filólogo
Ramón Menéndez Pidal, el Centro buscó poner en marcha un moderno sistema de investigación científica en una España que en este terreno acumulaba un considerable retraso con respecto a otros países europeos. A través del Centro de Estudios Históricos se introdujeron corrientes de pensamiento en el campo de la filología, la historia, el arte, la arqueología y las ciencias jurídicas que fueron utilizadas después para penetrar en las formas de vida y cultura hispanas, un programa intelectual orientado en última instancia a la regeneración del país. Este libro explora los éxitos y fracasos de una empresa intelectual característica de la llamada Edad de Plata de la cultura española.
José María López Sánchez es doctor en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Premio Extraordinario de Doctorado del curso 2003-2004. Actualmente trabaja en la Universidad Autónoma de Taumalipas (México) como profesor investigador. Ha publicado diversos artículos en revistas españolas y extranjeras, fruto de investigaciones que ha llevado a cabo en Alemania, Gran Bretaña y México.
Este es el comentario que merece el libro para el historiador
Ricardo García Cárcel que bajo el título
La historia en la Edad de Plata publicó en el
ABCD las Letras y las Artes (30-12-2006):
Se llama Edad de Plata de la cultura española al período de regeneración que, entre 1898 y 1936, vive la cultura en nuestro país, a caballo de la voluntad de salir de la mediocridad de la Restauración canovista. El eje institucional de los ilusionados proyectos que se desarrollan en ese marco cultural será la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), iniciativa de la Institución Libre de Enseñanza. Sobre esta extraordinaria movida institucional se han publicado no pocos estudios monográficos. La JAE, por su parte, creó instituciones científicas que permitieran dar continuidad a la formación adquirida en el extranjero por sus pensionados y amortizarla adecuadamente. Así surgió el Centro de Estudios Históricos Internacionales. El CEH agrupó en su seno las ciencias que hoy llamamos sociales y las humanidades.
(...)
López Sánchez analiza el surgimiento del Centro de Estudios Históricos entre 1906 y 1910, en lucha con las cortapisas ministeriales, hasta que el gobierno Canalejas empieza a promover la iniciativa, con las reservas de los que, como Pío Zabala, reprochaban financiar con dinero estatal un proyecto de la Institución Libre de Enseñanza. Los mayores problemas en el arranque del Centro los tuvieron los arabistas Ribera y Asín, ideológicamente conservadores y presos de notables contradicciones al respecto. La edad de oro del CEH fue de 1923 a 1936. La actividad de sus secciones de Arqueología, Filología, Arte de España, Historia del Derecho, Literatura Española Contemporánea, Estudios Hispanoamericanos, Estudios Clásicos, fue febril y su proyección internacional extraordinaria.
Las conexiones con la historiografía europea fueron óptimas, lo que supuso una renovación total de la historiografía en nuestro país con Rafael Altamira al frente. Publicación crítica de fuentes, inquietudes teóricas, preocupación por una historia pluridimensional, no sólo política, adentramientos sin complejos en la historia contemporánea, reinvención de un nacionalismo español historicista, no esencialista...
(...)
La valoración extraordinariamente positiva que hace Pérez Sánchez del aporte global del CEH es más que merecida. Sólo me parece que habría que rebajar la épica del movimiento. Los «almogávares eruditos», los enemigos reaccionarios, a los que se refirió Ortega, fueron mucho más débiles de lo que a los propios hombres del CEH les ha interesado subrayar. La República incrementó la cobertura de apoyo económico al CEH, pero sería un error convertirlo en una creación suya. La Guerra Civil y el franquismo lo barrieron todo y destruyeron la obra surgida de aquella Institución Libre de Enseñanza, bajo los tópicos acusatorios de extranjerización y anticatolicismo. Pero nada sería más falso que entrar al trapo de tales acusaciones atribuyéndole una ideología orgánica común al CEH. Los ulteriores posicionamientos heterogéneos de los hombres del CEH, que me hubiera gustado ver reflejados en el libro de López Sánchez, así lo revelan.
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NOTA: Este blog es una suerte de
Escaparate dedicado a los libros y revistas, pero no a la crítica, sino a dar noticia de ellos a través de la información que proporcionan las editoriales, la prensa y las revistas y suplementos culturales.