Hoy me ha enviado el poeta, profesor y crítico
Luis Bagué Quílez una reseña que ha publicado sobre mi libro
Haikus sin estación en el suplemento cultural “Artes y letras” (27-1-2011) del periódico alicantino
Información. La reseña de Luis Bagué hace referencia también a otro libro de
haikus publicado recientemente,
Sol de hogueras (Renacimiento, Sevilla, 2010) de
Ricardo Virtanen. Reproduzco sólo lo que a mi libro se refiere, aunque el último párrafo del texto que a continuación reproduzco, en realidad está escrito en plural, dedicado a los dos libros. Como no tengo el consentimiento de Ricardo Virtanen para publicar lo que de él se dice, publicó sólo lo que a mí se refiere.
Doy las gracias a
Luis Bagué Quílez por tan certera lectura, y a Ricardo Virtanen, a quine no conozco, le propongo ya, desde aquí, un intercambio de libros. Abrazos a los dos.
Juan Antonio González Fuentes: Haikus sin estación (Ediciones Carena, 2010)
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Haikus sin estación (
Ediciones Carena, Barcelona, 2010), de Juan Antonio González Fuentes, incide en el despojamiento expresivo ya anunciado en
La lengua ciega (2009). El lector está invitado a recorrer ahora una singular cartografía estética: los setenta y cinco haikus de que consta el libro constituyen otras tantas ‘propuestas de contemplación’, como apunta
Julio Maruri en el epílogo del volumen. González Fuentes invoca a las fuerzas telúricas, que van tejiendo el tapiz de los versos con los hilos del misterio. Los juegos de analogías y contrastes, la conciencia de la temporalidad y la reflexión sobre la Historia y la intrahistoria se insertan en una atmósfera donde imperan el cromatismo y la musicalidad. En primer lugar, cabe destacar el efecto de una ‘estética tenebrista’ –tal como la define
Philippe Merlo- que cristaliza en el fuego verbal de la imagen: los ángeles con ‘alas de alcanfor’ o el ‘perro añil’ del suelo, son dos ejemplos de la transfusión imaginativa entre el espejismo visual y el objeto contemplado. Por lo que respecta a la musicalidad, la polifonía discursiva va pautando los acordes de una lírica coral. La tensión entre la voz y el silencio introduce otro de los temas del libro: la meditación sobre la propia escritura. Los límites designativos del lenguaje, la lección de taxidermia emotiva y el autorretrato intelectual suscriben los valores de una poesía esencial y esencialista. Tampoco faltan en
Haikus sin estación ciertas pinceladas de ironía sobre los finalismos contemporáneos, bajo cuya superficie se esconde un (no tan) nuevo simulacro del eterno retorno: ¡Ya no es la Historia!`/, dice la postpoesía/. Va y viene la ola’.
En definitiva, el libro de haikus de González Fuentes ejemplifica tanto la asimilación de un género como la posibilidad de incorporar nuevos matices en un horizonte que, a primera vista, podría parecer excesivamente acotado. Entre el rumor de la materia y el ‘pentagrama del cielo’, nuestro autor certifica la vigencia del tema de Mies van der Rohe: sí, en poesía, también a menudo ‘menos es más’”.