La nueva Ley Antitabaco del gobierno
Zapatero prohíbe fumar en cualquier espacio público cerrado salvo las casas particulares. Por tanto queda terminantemente prohibido fumar en bares y restaurantes, en aeropuertos y pabellones deportivos, en edificios públicos, en las zonas comunes de los edificios particulares colectivos (incluyendo, claro, los ascensores). Incluso se prohíbe fumar en las cercanías indeterminadas de hospitales y parques infantiles.
Como era de esperar la nueva ley ha desencadenado una auténtica catarata de opiniones de muy diversa índole en los medios de comunicación e, incluso, reacciones para todos los gustos en los lugares en los que la prohibición sin duda es más polémica: bares y restaurantes. Ya ha habido incluso un hostelero agredido por un fumador al que se le llamó la atención.
No soy fumador y lo cierto es que siempre me ha molestado el humo de los cigarros y cigarrillos en bares y restaurantes. Pero no voy a entrar aquí en ninguna polémica a favor ni en contra de la ley, ni voy a subrayar los principales aspectos más relevantes de la misma. Me refiero, por ejemplo, a la intromisión del señor Estado en la vida particular de sus ciudadanos y negocios particulares, a la defensa de la salud pública, al hecho de prohibir fumar pero cobrar jugosos impuestos por su comercialización, etc, etc…
Venga al sabor de..."MARLBORO": Anuncio de 1988 (vídeo colgado en YouTuber por peneNtrante)
No, lo que pretendo en estas líneas es lanzarle una mirada al asunto pero desde el punto de vista literario. Es decir, ver la realidad diaria desde lo que en ella hay de posibilidad de hacer literatura, y en este sentido la nueva Ley Antitabaco ofrece una cara realmente kafkiana.
¿Conocen ustedes en qué lugares públicos y cerrados la ley sí se permite fumar? Tomen nota: ¡cárceles, psiquiátricos y residencias de ancianos! Nada más que añadir, que cada cuál escriba su propio cuento.