miércoles, 10 de noviembre de 2010
Old Man River, Paul Robeson, Dixieland, Show Boat, Tom Sawyer y el Misisipi
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Artes en Blog personal por Música
En mi imaginación las aguas del Misisipi son negras. Tan negras como la triste y un poco cursi cabaña del tío Tom, o como el negro personaje de Mark Twain, el “negro Jim”, a quien el amigo de Tom Sawyer, el jovencísimo ácrata de nombre Huckleberry Finn, ayuda a escapar de la esclavitud navegando por el gran río norteamericano en una balsa de troncos y de sueños de libertad sureña y libertaria. El Misisipi tiene voz, y esa voz también es negra en mi imaginación


 

Juan Antonio González Fuentes

En mi imaginación las aguas del Misisipi son negras. Tan negras como la triste y un poco cursi cabaña del tío Tom, o como el negro personaje de Mark Twain, el negro Jim, a quien el amigo de Tom Sawyer, el jovencísimo ácrata de nombre Huckleberry Finn, ayuda a escapar de la esclavitud navegando por el gran río norteamericano en una balsa de troncos y de sueños de libertad sureña y libertaria. El Misisipi tiene voz, y esa voz también es negra en mi imaginación. Es la voz del gigante Paul Robeson cantando Old Man River, ese inolvidable tema incluido en el musical Show Boat (1927), escrito con belleza y azúcar glass por dos judíos blancos neoyorquinos, quienes probablemente nunca se bañaron en un río, y menos en un río del Sur. Me refiero a Jerome Kern y a Oscar Hammerstein II, prolíficos creadores de estándar hechos célebres por tipos como Sinatra o el almibarado Bing Crosby, o por negruras inmensas como las de Ella Fitzgerald o Billie Holiday, dos mujeres capaces de construir una metafísica compleja con una pequeña inflexión de su voz.

Show Boat y el Misisipi entero fueron llevados al cine en 1951 en una película en technicolor de la Metro por el director George Sydney y el genial productor Arthur Freed. Lo único que recuerdo de la película es que en España se tituló Magnolia, que Ava Gadner usaba sombrilla para no herir a nadie con su belleza, que el barco fluvial no dejaba de silbar cada vez que movía su rueda, y que el único momento de toda la historia de verdad memorable es cuando el negro de la cinta, Paul Robeson, canta con voz profundísima de bajo verdiano su Old Man River entre pesados fardos de algodón, uno de los materiales más suaves sobre los que se asentó la esclavitud en los EE.UU.

 

Paul Robeson: "Old Man River" (vídeo colgado en YouTube por banjostead)

“Este es el río envolvente, éste es el padre/ de las aguas y él las sepulta./ En su rueda giran sin pausa/ el barro del principio y los desechos letales/ que acabarán con el mundo./ Pero tal vez no porque el Misisipi/ ha estado siempre y seguirá para siempre”. Estos versos son de José Emilio Pacheco, y en ellos el poeta verbaliza la esencia del río, su más profundo aroma, su razón de ser.

En ese “seguir para siempre”, pero ante el abismo de acabar de una vez con el mundo en un girar perpetuo de barro y desechos, está localizado también el quid del jazz, el pequeño motor que empuja al balanceo, al ir y venir cálido y afrodisíaco de la percusión, del chasquido vital de la trompeta. El jazz suda a orillas del Misisipi mientras improvisa. A principios del siglo XX, en uno de los pueblos más grandes junto al río (léase Nueva Orleáns), al jazz que ya soplaba más sólido y virtuosístico en Chicago o Nueva York le dio por llamarse Dixieland. Era un jazz de blancos que balbuceaba en la calle mientras aprovechaba para desfilar sin trascendencia alguna.

 

Dixieland One-Step, 1920 (vídeo colgado en YouTube por jahaj)

El balbuceo del jazz de los negros que vivían entonces en Nueva Orleáns se llamaba así, Nueva Orleáns. En el Dixieland tres instrumentos llevan la voz cantante: la trompeta, el clarinete y el trombón. El ritmo (el del río Misisispi) y la base armónica descansan en la batería, el contrabajo, el bajo, el piano y el banjo, esa guitarra un tanto meliflua y quizá amanerada. Cuando el Dixie sale a la calle los instrumentos más pesados se quedan en casa, y la tuba, los platillos y la caja los sustituyen con su grave ligereza. El jazz blanco del Dixieland fue sepultado por las montañas y montañas de papel mojado en las que el crack de 1929 convirtió las acciones de miles y miles de compañías. El estilo tailgate propio de los trombonistas del Dixieland no servía para cantar el desastre. El efervescente jazz hot de la gran era del jazz-swing, y luego el jazz más bronco de los más broncos negros arrinconó y envejeció el Dixieland a golpes certeros de swing, cool y bebop como a un caduco pastel de chantilly se le estrella contra la pared. Bud Powell, Dizzy Gillespie y Charlie Parker, entre otros muchos jazzmen, introdujeron cartuchos de dinamita en el trombón del Dixieland; y los cartuchos estallaron.  



Dizzy Gillespie y Louis Armstrong: "Umbrella Man" (vídeo colgado en YouTube por mytoxx)

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-CINE (noviembre): Woody Allen: Si la cosa funciona (2009)

-LIBRO (octubre): Luis García Jambrina: El manuscrito de piedra (Alfagaura, 2008)

-CREACIÓN (octubre): La lengua ciega (DVD, 2009)

-CINE (octubre): Isabel Coixet: Mapa de los sonidos de Tokio (2009)

-LIBRO (septiembre):  P.D. James: Muerte en la clínica privada (Ediciones B, 2009)

-LIBRO (julio): Stieg Larsson: Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009)

-PELÍCULA (julio)Niels Arden Oplev: Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres (2009)

Más de Stieg Larsson:

-Millenium 1. Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino, 2008)

-Millennium 2. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2008)

-Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009)


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, creación, historia, artes, música y libros) como cronológicamente.