La abyección de los humanos alcanza en ocasiones la profundidad de un infierno inacabable e incomprensible. Esto ocurre cuando no hay razón alguna que la justifique, cuando es siniestra, trágicamente gratuita. Es el caso que nos ocupa. Ocurrió en la ciudad de Belgrado. Un grupo cobarde de gentuza de una crueldad incalificable cogió a una perrita callejera y con una sierra radial le cortaron las cuatro patas y la abandonaron. El animal se refugió debajo de un coche, y allí se fue desangrando con la sangre infectada, desnutrida, deshidratada,
Una anciana descubrió el horror y se puso manos a la obra. En una clínica veterinaria
lograron revivir a la perrilla. Allí le pusieron nombre:
Mila, que significa en serbio
Querida. A
Mila la han cuidado durante meses y ahora ya logra andar con sus muñones. La cruel noticia saltó a los informativos serbios y varias empresas han costeado el caro tratamiento de
Mila.
La Universidad de Belgrado ha digitalizado las huellas del animal y el Instituto de Biomecánica de Valencia trabaja ya en la reconstrucción de prótesis para
Mila, con el objetivo de que pueda recuperar casi toda su movilidad.
Historias como esta le llevan a uno a la más sencilla reflexión. ¿Qué puede llevar a nadie a hacer semejante daño físico y psíquico a un animal indefenso? ¿Qué se le puede pasar por la cabeza a quien con una sierra radial mutila cuatro veces seguidas a un ser vivo? ¿Qué clase de
vacío moral y ético se enseñorea en las mentes y en el corazón de semejantes desalmados? ¿De qué actos serían capaces estos individuos amparados en una guerra, o en cualquier situación de ausencia completa de control y leyes? ¿Qué castigo puede imponerse a semejantes bestias? ¿Cómo se dota de humanidad a quien es inhumano?