La Memoria Histórica española y zapateril excava y excava en busca de los pobres huesos fusilados de
Federico García Lorca, aún en contra de la voluntad de la familia del poeta. La Memoria Histórica excava un agujero, abre otro más allá, otro más acá…, desentierra huesos, desentierra calaveras de fusilados por el
franquismo rebelado. La
Memoria Histórica, imparable, impone su voluntad de recuerdo, de revancha, de reescribir la historia, de reinventar, de reconocerse como triunfadora final de una guerra lejana y perdida. Los verbos de la Memoria Histñorica se escriben todos con R, la R siempre fatal en la historia de España de don erre que erre.
La Memoria Histórica remueve tierras de fusilados, de crímenes, de olvidos y, paradoja, de recuerdos. Pero después de días y días de abrir agujeros Lorca no aparece. No, no hay ni rastro de Lorca, el poeta que marchó a
Nueva York para olvidarse, tal vez, de tanta Andalucía de pandereta, tardes de toros, gitanos homosexuales y guardias civiles con máuser al hombro. Ni rastro del poeta, ni una sola esquirla de sus venerados huesos ha sido encontrada por la Memoria Histórica. La familia no quería las excavaciones. La familia, probablemente, sabía ya que en aquel campo del infierno no descansaban los restos de quien viajó a Nueva York hace tanto, tanto tiempo. La familia, quizá, sepa bien dónde se encuentran los huesos de Lorca transmutados en historia, en Memoria Histórica. Y quizá por eso se niegan a entregar la leyenda a la crónica histórica, se niegan a hacer gris historiografía de lo legendario y dorado.
Federico García Lorca (fuente: www.cervantesvirtual.com)Lorca no ha aparecido como el aparecido fantasmal que debía ser emblema sublime y poético de la Memoria Histórica. Y ésta, la Memoria selectiva de los que quieren volver a escribir la historia para auparse en la parte de arriba del podio de los vencedores y recibir ramos de flores, medallas y aplausos, no se ha tomado a bien el que los huesos de Lorca no den consistencia a su caldo histórico y algo pendenciero.
La Memoria Histórica no ha encontrado a Lorca en los agujeros negros de un verde campo andaluz, testigo de injusticias, de asesinatos, de violencias repugnantes, arbitrarias, gratuitas, trogloditas… Pero la Memoria Histórica sí se ha encontrado a sí misma en las negruras de las tumbas abiertas; en esa oscuridad fatal y abierta no ha hallado al poeta, pero sí el espejo en el que ella misma se ha visto reflejada con el rostro triunfante de quien se ha salido con la suya, aunque el resultado no sea el esperado.
La Memoria Histórica se ha dado de bruces con ella misma en la supuesta y vacía tumba de Lorca.