La obra de
Eva Illouz se codea con la de los mejores analistas del mundo moderno y
globalizado. En mayo de 2010, Ojos de
Papel publicó la recensión de
su penúltima obra, La
salvación del alma moderna. Terapia, emociones y la cultura de la
autoayuda, un
fascinante trabajo dedicado a poner en evidencia cómo el capitalismo ha
propiciado el desarrollo de una cultura emocional guiada por el discurso
psicoterapéutico, la cultura de la autoayuda, la publicidad y el
consumo.
Dos años
más tarde, Eva Illouz vuelve a estas páginas en el mismo sello -ahora en
colaboración con Clave intelectual- que
también ha vertido al español Intimidades congeladas. Las emociones en el
capitalismo (2007) y El consumo de la
utopía moderna. Terapia, emociones y la cultura de la autoayuda (2009).
Quedan sin traducir The culture of
capitalismo, Jerusalén, 2002 y Oprah
Winfrey and the glamour of misery: An essay on popular culture, Jerusalén,
2003. Con ocasión de éste, su sexto libro, sus editores han preparado una salida
casi simultánea de Por qué duele el
amor en las principales lenguas del planeta. (Es muy recomendable su “booktrailer”,
Why love hurts?, subtitulado en
castellano).
Nacida en
Fez (Marruecos) en 1961 en el seno de una próspera familia numerosa judía, debe
emigrar a Francia a los diez años ante el creciente antisemitismo islámico.
Estudia literatura y sociología en la Universidad de Paris X-Nanterre y obtuvo
un master en comunicaciones en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se doctoró en
la Universidad de Pennsylvania. Su variado recorrido vital está marcado por una
formación académica francesa y norteamericana en sociología, literatura y
comunicación. Desde hace unos años es muy activa en la Universidad Hebrea de
Jerusalén, miembro de su senado y de su cuerpo de catedráticos. En todo caso, la
ya extensa obra de Eva Illouz y su intensa actividad internacional como docente
y divulgadora de su pensamiento, ocupa un espacio por el que hay que transitar
para entender las transformaciones que nos han llevado al siglo
XXI.
La base
sobre la que crecen estas páginas es la consideración del amor como algo que va
allá de un ideal cultural para constituirse en un sostén social del yo. Amar
significa movilizar la totalidad del yo como una capacidad esencial para entrar
en conexión con otras personas y mejorar la existencia propia y
ajena.
Al mismo
tiempo que el amor, la pasión o el romance se han convertido en elementos
centrales de nuestras vidas, en algo fundamental para determinar el valor
propio, se da la paradoja del enfriamiento emocional producido por la
organización social de nuestros días. El amor cortés o galante que reflejan la
literatura y la correspondencia del siglo XVIII y XIX es contemplado hoy si no
como repulsión, sí con cierto cinismo.
Lo que se
ha tratado de analizar en este trabajo es precisamente esta paradoja: el amor
nos conforma como seres humanos y sociales, pero al mismo tiempo los valores
constitutivos de la modernidad –para algunos autores como Jameson sería mejor
hablar de postmodernidad- tienden a enfriar sus efectos. La adhesión al amor se
desembriaga porque valores como la libertad, la razón, la igualdad o la
autonomía son elementos centrales de la modernidad. Al mismo tiempo, movimientos
sociales como el feminismo trastornan los viejos ideales del amor
pasión.
Para armar
su tesis, Eva Illouz toma en préstamo numerosos textos literarios, entrevistas y
anuncios publicitarios. En unos y otros se apoya para ir tejiendo un análisis
textual que pone al lector ante la idea de que todo amor está acompañado de una
dosis de sufrimiento. La búsqueda de la pareja ideal se verá acompañada de
fracasos. Después de una fiesta, de una salida loca o de una intensa búsqueda
por Internet queda la vuelta a uno mismo con sabor a derrota. Pero aún en el
caso de triunfar los tormentos no desaparecen puesto que con el tiempo comienzan
a aparecer el aburrimiento, la ansiedad o la irritación. Conflictos que generan
rupturas o separaciones.
Tras dar
por sentado el sufrimiento amoroso, de lo que se trata es de explicitarlo. Y
aquí es dónde surge la visión sociológica. Desde la sociología nuestra autora
rechaza los postulados psicoanalíticos. La cultura freudiana según la cual el
pasado y la familia están en el origen del fracaso amoroso es un error. Las
experiencias infantiles no pueden condicionar las decisiones amorosas de los
adultos. No se fracasa o se sufre en el amor por inmadurez derivada de pérdidas
tempranas.
La
psicología clínica ha extendido de distintas maneras que el fracaso amoroso se
explica en función de la historia psíquica del sujeto y, por consiguiente,
dentro de su esfera de control. A lo largo del siglo XX, escribe Eva Illouz, se
creyó que el sufrimiento amoroso era autoinfligido y con ello la psicología
clínica y toda la industria de la autoayuda se ofreció como si estuviera en su
mano aliviar o curar el dolor del yo a través de su capacidad para
autoconfigurarse.
Ahora
bien, dado que vivimos en un momento históricamente reflexivo, se puede afirmar
que los fracasos de nuestra esfera privada no se deben a una falta congénita de
nuestra psique sino que a los “caprichos y sufrimientos de nuestra vida
emocional les dan forma ciertos órdenes institucionales. De lo que se trata es
de entender y explicar el conjunto de contradicciones y tensiones culturales que
estructuran la identidad y el yo.
En el
intento de hacer visibles los pliegues sociales que contracturan el amor, Eva
Illouz recurre a una reflexión histórica en la que ha venido demostrando una
especial agudeza: el proceso de modernización. En las últimas cuatro décadas se
ha producido un profundo cambio en las reglas del amor. Por un lado se ha
radicalizado la idea de igualdad y libertad y, por otro, se ha separado lo
emocional de la sexualidad. Al mismo tiempo el modelo económico se ha impuesto
como la plantilla para configurar el yo y las
emociones.
De este
modo, el actor de la modernidad tardía se construye en una combinación de
naturaleza emocional y económica, romántica y racional. El amor aparece así
teñido por unas estrategias económicas de movilidad social que transforman las
maneras de buscar pareja, así como los modos de consulta y toma de decisiones
acerca de los propios sentimientos.
Para
desglosar la relación entre el sufrimiento y el amor recorren estas páginas las
grandes transformaciones psicosociológicas acaecidas. Desde la desregulación de
los mercados matrimoniales a las estrategias de elección de pareja pasando por
el realce del papel del amor en la construcción social del sentido del valor
propio. La racionalización de la pasión y el despliegue de la imaginación
romántica cierran el recorrido de la transformación moderna del
amor.
Este
triple eje en el que se sitúan amor, sufrimiento y modernidad deja, como no
podía ser de otro modo, flancos muy abiertos. Por un lado, los sufrimientos
amorosos son inabarcables y no caben en estas páginas por mucho que se esfuerce
su autora. Por otro, ésta se centra en las relaciones heterosexuales y, por
último, se olvida de que muchas personas son felices en su matrimonio o en su
celibato. En otro orden de cosas, la traducción tiene baches para el lector
español.
Aunque no
son aspectos sustantivos en la construcción del texto, Eva Illouz trae a
colación dos elementos narrativos de enorme interés por su ambivalencia y
dificultad analítica: feminismo e Internet. Confesada feminista, no puede dejar
de señalar el papel del feminismo en la disminución de las libertades amorosas
individuales. A ese respecto recuerda situaciones ridículas u opresivas que en
función de lo políticamente correcto se vienen produciendo en algunas
universidades norteamericanas (la lectura de la excelente novela de John Williams, Stoner es muy ilustrativa). Se cierra este
potente volumen con una reflexión que no podía faltar: Internet como lugar de
cruce y encuentro amoroso. La web como arquetipo de lo que Zigmunt Bauman viene
señalando desde hace dos décadas; la sociedad y sus intereses se han
transformado en un mundo líquido en el que todo cambia en un proceso que se
reproduce en segmentos de tiempo cada vez más cortos y
fluidos.
La penetrante visión de la compleja y contradictoria función del
amor en el siglo XXI, el amor convertido en un ideal de nuestra cultura pero a
la vez sostén social del yo, es en resumen, la línea roja que recorre estas
páginas pero todo ello sin olvidar la reflexión de fondo, un análisis de la
modernidad y de sus condiciones de transformación
social.