Pere Puiggròs (foto de Jesús Martínez)

Pere Puiggròs (foto de Jesús Martínez)

    AUTOR
Pere Puiggròs Acón

    LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO
Barcelona (España), 1942

    BREVE CURRICULUM
Licenciado en Bellas Artes. Profesor durante tres décadas, hasta su jubilación, de la facultad de Bellas Artes de Barcelona. Pintor y grabador, ha realizado numerosas exposiciones individuales. También ha publicado ensayos y libros, entre ellos Plutón y Los Nodos de la Luna y, recientemente, los libros de poemas Huevario de la mano izquierda y Sobre mis huellas




Opinión/Entrevista
Entrevista a Pere Puiggròs, autor de Huevos Ana
Por Jesús Martínez, viernes, 4 de mayo de 2012
La mirada

Ot, El Bruixot, el personaje de Picanyol, tiene un doble en la vida real, la de la macrocrisis económica que trastoca los planes, desequilibra los mercados financieros y baja las pensiones, que reconvierte en “bonos contingentes”. Ot, El Bruixot, vive en Barcelona, en el call del barrio Gòtic. Se llama Pere Puiggròs (Barcelona, 1942). No lleva sombrero en forma de cucurucho, pero le encantaría leer Big Magic: a story for inquisitive adventurous minds, de Georgina Tremayne y otros. “Soy un hombre que unas veces alterna y otras veces mezcla expresamente lo místico y lo profano, como si todo fuese una misma cosa. Durante una época de mi vida me sumergí en el estudio de las mal denominadas ciencias ocultas: astrología, cábala, ovnis, pirámides, monstruos de tres cabezas…, todo lo raro. Las coordenadas del ser humano en su espacio y tiempo, la geometría sagrada como mapa del conocimiento...”, alecciona Pere, hombre de fácil caricatura, no por lo aparentemente desaliñado, que responde a los preceptos de su filosofía, lejos del rito católico (“entrar en el silencio interno te pone en sintonía con el ritmo general”), sino por las respuestas aristotélicas a los grandes enigmas de la humanidad, respuestas que da tras un tiempo prudencial en el que hondamente cavila su magín: “¿Que si se acabará el mundo en el 2012? El ser humano tiende a confundir su final con el fin del mundo”.

Una pizca de la parapsicología se le ha colado a Pere Puiggròs en su nuevo libro de relatos: Huevos Ana (Ediciones Carena, 2012), título que no amaga ninguna declaración de amor, pero que sintoniza muy bien con el contenido irónico de su prosa, que describe a personajes en tecnicolor: calzonazos de pies a cabeza, hombres que se ven perdidos por los enredos de la mujer; señoras que desvelan sus fantasías y que se ponen metas a medida que consiguen rebasar sus anteriores plusmarcas; turistas de la Orden de los Yayoflautas  

Pere ha sido un aprendiz de mago (“sin llegar a ser mago, dejé de ser aprendiz”) porque también ha sido un escritor en ciernes, aunque a su manera: “La literatura me ha perseguido siempre, allá a donde fuera”. Por eso, durante años, acompasándolo con otras modalidades del Yo, se embebió de la escritura automática, que ejercitaba como un autorreflejo, dejando inéditas miles y miles de páginas manuscritas… “Era mi manera de comunicarme con Ese Algo…”, se refiere, aludiendo a Lo Superior, “que no tiene ni forma ni color, y que se manifiesta de diversas maneras”. En el 2006, Pere se matriculó en l’Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès, en la que supo encauzar su creatividad. “Al principio, la poesía me fue útil, era lo más cercano a mi pensamiento; luego, con el tiempo, el cuento, el ‘Érase una vez...’, se convirtió en mi manera de mirar el mundo.” “Me defino como un naturalista tramposo, porque soy muy observador”, inquiere.

Ese don para interpretar la realidad que otros apenas distinguen le viene, quizá, de su contacto con el periodismo. Pere Puiggròs trabajó durante seis años, en los sesenta del pasado siglo, como compaginador en la redacción del diario El Noticiero Universal, convertido hoy en restaurante de “cocktails & good bar”. “Bueno, allí componía las páginas, ordenaba la actualidad, le otorgaba tamaño (importancia) y la medía con el tipómetro de cíceros”, expone. Así que si Pere es un pelín brujo y un mucho escritor, es porque trabajó entre periodistas.

Y es un cronista-narrador porque, antes, ha sido pintor. “De hecho, entré a trabajar en El Noti por un cúmulo de coincidencias, es decir, estaba donde debía en el  momento que debía... Mi vida siempre ha sido así, parece que el destino se empeña en guiarme con precisión.” Pere Puiggròs estudió en la Escola Massana y en la facultad de Bellas Artes de la Universitat de Barcelona, con tanta destreza que el pincel hacía las veces de regaliz. “Pintaba de día y de noche, así que algo se me tuvo que quedar. Qué coño, era bueno, sí. Quizá ya haya pintado en otras vidas”, contesta sin falsa modestia. “La pintura y el dibujo dieron sentido a mi vida, suponía trabajar con la belleza, con una ética de la verdad. En aquellos momentos quería eliminar de mi pintura lo que consideraba superfluo, lo que no fuese estrictamente necesario, y solía navegar sobre las grandes superficies de un Morris Louis, y entre las estrategias autodocentes de [Josef] Albers y las pulsiones místicas de [Mark] Rothko.”

Pere ha sido mago porque ha sido escritor, ha sido escritor porque ha sido narrador, ha sido cronista porque ha sido pintor, y ha sido pintor porque ha sido artista, con el certificado correspondiente de la Junta de los Desadaptados: “En mi no-educación, me llevaron a una de esas academias que, a la sazón, te hacían informes psicotécnicos para averiguar tus preferencias y tus aptitudes. A mí me dijeron: ‘Usted es artista’. Yo, que no había pisado un museo en mi vida”. En el fondo de su alma de artista, se cobijaba un niño de la posguerra, un niño de la calle, sin Dios ni amo y con los bronquios oxidados, un niño de la calle del barrio Gòtic de Barcelona: “Entonces, simplemente sobrevivíamos, pero, en muchos aspectos, también éramos libres; conocíamos la dictadura gris, pero no conocíamos el sida, el Tranquimazin, la desazón que hoy consume a los jóvenes, la codicia de este mundo loco de hoy que se aboca al fin de un modelo, como si fuera el Imperio Romano en su decadencia…”.

Y si el niño de la calle-artista-pintor-cronista-escritor-mago Pere Puigròs, que divierte al lector con sus Huevos Ana, dejara de ser todo eso, tampoco importaría; haría cualquier otra cosa. “Siempre conservaré la mirada, esa que desnuda la realidad.”