Graça Pires: <i>A incidência da luz</i> (Labirinto, 2011)

Graça Pires: A incidência da luz (Labirinto, 2011)

    AUTORA
Marta López Vilar

    LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO
Madrid (España), 1978

    BREVE CURRICULUM
Licenciada en Filología Hispánica, prepara tu tesis doctoral. Como traductora de literatura ha realizado la de la obra de Carles Riba, Elegías de Bierville (Madrid, Libros del Aire, 2011), la edición del libro Dos viajes al más allá (Madrid, ELR, 2005), y ha publicado traducciones de poesía catalana y griega contemporánea en revistas como Salamandria o Hache. Es crítica literaria en las revistas Clarín y Cuadernos Cervantes

    OBRA LITERARIA
Por el libro De sombras y sombreros olvidados obtuvo el premio "Blas de Otero" de poesía (Madrid, Amargord, 2007). Su segundo libro, La palabra esperada (Madrid, Hiperión, 2007), fue el ganador del premio “Arte Joven" de poesía de la Comunidad de Madrid. Sus poemas figuran en antologías como La voz y la escritura (Madrid, Sial, 2006), Hilanderas (Madrid, Amargord, 2006) o Los jueves poéticos (Madrid, Hiperión, 2007)



Victor Oliveira Mateus: <i>Regresso</i> (Labirinto, 2010)

Victor Oliveira Mateus: Regresso (Labirinto, 2010)

Graça Pires

Graça Pires

Victor Oliveira Mateus

Victor Oliveira Mateus


Reseñas de libros/Ficción
Voces actuales de la poesía portuguesa: un encuentro con A incidência da luz de Graça Pires y Regresso de Victor Oliveira Mateus
Por Marta López Vilar, viernes, 1 de julio de 2011
En varias ocasiones, he comprobado que el mejor indicio de la repercusión que una literatura determinada tiene en la sociedad es la variedad de títulos que podemos encontrar en los estantes de una librería. Así de cotidiano y de fiable. En el caso de la poesía portuguesa, tan cercana geográficamente a nosotros, casi gemela, esta ecuación puede aplicarse y llegaremos a un resultado nada sorprendente: una presencia tímida y segura en sus títulos. La poesía portuguesa se encuentra en España amparada casi siempre por la perpetuidad exitosa de los clásicos: Camões, las obras completas de Pessoa, algunos hermosos vestigios de Eugénio de Andrade, mínimos latidos del saudosista Teixeira de Pascoaes y de la delicadeza herida de Florbela Espanca. Muy poco de Manuel Alegre, al igual que muy poco de Sophia de Mello y Jorge de Sena. Siempre existe alguna sorpresa, pero ese sentimiento siempre será una excepción.
Tan lejos y tan cerca, a la vez. Y esa lejanía entristece, porque Portugal posee voces que embellecen la poesía, su existencia. Más allá del magnífico y enigmático Fernando Pessoa, más allá de su fantasma múltiple y perfecto, hay poetas que siguen dignificando la poesía en portugués.

En mis numerosos viajes a Lisboa he tenido la oportunidad de acercarme al latido tranquilo y rítmico de la poesía portuguesa contemporánea. Durante mis paseos por librerías lisboetas como la hermosa y culturalmente activa Fabula Urbis de la rua Augusto Rosa -regentada por un hombre sabio y agradable como es João Pimentel-, la librería Portugal del Chiado o las más comerciales –pero no peores- como Bulhosa de Campo Grande, he podido encontrar poetas de peso, de verso redondo, poéticamente habitables: la silenciosa voz de Cristovam Pavia (1), la cristalina presencia de Albano Martins, el sobrecogedor abandono trascendente y melancólico de Ruy Belo o el ritmo hilado de Manuel Gusmão, entre otros. Esta lista podría alargarse infinitamente. Por ello, me centraré en dos libros que vieron la luz en Portugal en la editorial Labirinto en 2010 y 2011: Regresso (2010) (2), de Victor Oliveira Mateus (Lisboa, 1952) (3) y A incidência da luz (2011) (4), de Graça Pires (Figueira da Foz, 1946) (5).

Oliveira Mateus se reconstruye a través de la poesía, se encuentra en ella como en diversas fotografías de sí mismo. Creo que no hay mayor nostalgia que aquella que surge de contemplar a quien se fue en una fotografía

El libro de Oliveira Mateus ya dice mucho en su título. En él acontece un regreso, un regreso a sí mismo. Pero no debemos quedarnos ahí. Late en él ese regreso de Novalis hacia el alma como quien regresa al origen: “Volver atrás / para encontrar el principio: y a mí a través de él.” dice en su poema “Alucinación”. Este poemario tiene la belleza de los viajes, pero los verdaderos viajes son los que parten de la soledad, desde la otredad de quien contempla el mundo como si la memoria ungiera con sus aguas la pureza de la primera existencia. Es un libro puro en cuanto desposesión asume la voz poética: “Cuando partí estaban / todos atareados viajando, pero de otro modo”. La pérdida llega desde esa diferencia del que se contempla en la distancia para regresar, para fundirse con su origen, como místicamente lo hizo Plotino.

Oliveira Mateus se reconstruye a través de la poesía, se encuentra en ella como en diversas fotografías de sí mismo. Creo que no hay mayor nostalgia que aquella que surge de contemplar a quien se fue en una fotografía. Mirarse a los ojos, a través del velo del tiempo, es recortar una ausencia. Oliveira Mateus se recorta en imágenes de Turín o del río Po desembocando en Venecia, aunque quién sabe si también recuerda a Virgilio su desembocadura en el Hades.

Todo en este libro es una presencia deshabitada enmarcada en una ciudad. En esa misma ciudad donde se dan encuentros que pudieron ser y no fueron. Nadie como la memoria tiene la habilidad de llevar al acontecimiento aquello que nunca fue. Quizá por eso el recuerdo salve. Quizá por eso hiera también: “Grito dentro del paisaje. Grito y la convulsión / del verde arrasa las colinas enfrente (…)”. La voz poética sabe que de ninguna reconstrucción se sale indemne. Siempre asusta ese pequeño desplazamiento del color, esa variante tímida de la tonalidad que hace que no reconozcamos el lugar. ¿Quién o qué ha provocado ese cambio? Tal vez el triste vacío que siempre queda al regresar, el envejecimiento que emana de las cosas perdidas: “Y está también tu rostro, casi sin contornos: / sombra disolviéndose en la sombra”. La sombra, ese camino que nos hace regresar, siempre hace el recuerdo más inhóspito, a veces fingido: “¿Dónde ese Parque de memoria y fingimiento?”. Lo que se enmascara siempre produce inquietud, pero también busca proteger una verdad, el recuerdo puro, perdido, de sí mismo.

En A incidência da luz de Graça Pires todo se desvela a través de la luz. La luz es la que moldea con sigilo la existencia, la verdadera realidad que emana de los objetos y de la naturaleza para crear poesía

En A incidência da luz de Graça Pires todo se desvela a través de la luz. La luz es la que moldea con sigilo la existencia, la verdadera realidad que emana de los objetos y de la naturaleza para crear poesía. Y es que la poesía no es un ejercicio literario, tampoco una confesión, para Graça Pires. Es su manera de encontrarse en el nombre de las cosas, en su verdadero nombre: “La luna casi llena acentúa el ladrido de los perros / en patios donde crecen desordenadamente las retamas. / Un doble estremecimiento palpita en los espejos como sombras insinuadas en un haz de luz (…)”. Todo en este libro es luz que cae sobre el mundo para desvelarlo, para hacerlo reconocible y parecido a la tierra perdida. Es en ese punto donde la voz poética inicia una búsqueda –que a veces es regreso, también- hacia la restauración. Pero no hay restauración sin desnudez previa, sin blancura ciega que nada identifica. Como en Sophia de Mello, para alcanzar su pertenencia al mundo ha de olvidar la mácula del mundo. Su utopía es la belleza de las cosas intocadas, originarias. Como una hermosa ruina griega, el paso del tiempo se torna certeza de existencia, permanencia de algo que fue puro y sigue ahí, esperando a que una voz la nombre. Igual que en Epidauro –ese lugar encomendado a Asclepio, dios de la medicina- la voz se prolonga en un eco para llegar a nosotros sanadora, también síntoma de la enfermedad de lo perdido. Así la limpieza en el verso de Graça Pires. Al acercarme a esta incidencia, a esta luz moldeada igual que una escultura de Camille Claudel, supe que había una palabra que era previa e innombrable. Esa palabra es la que llevó a construir el templo, pero no es el templo. Esa palabra moldeó cada figura de Claudel.

La vida es un viaje sensitivo y eso se siente en este libro con fuerza y contacto. Pero también hay cierta celebración de encuentro con la vida, cierto poso órfico que recuerda el renacer del dios en la tierra, como Dionisos: “cuando todos los árboles celebran en las entrañas / de la tierra la lenta penetración de las lluvias”. Desde abajo hacia arriba –o al revés, quién sabe- aparece la vida. Con ese movimiento heraclitiano y rilkeano el verdor se aparece en el poeta, nuevo, viviente. De ahí emerge hasta el poema para entrar en contacto con la luz que la moldee y con el daimon que la comunique con su origen de silencio: “La túnica violeta se desesperaba de ser ángel / en mi cuerpo de niña”.

Pero, mirando más al fondo de este libro, vemos que ese emerger de la naturaleza para regresar a ella (6) también nos está desnudando el proceso de escritura. Esa palabra originaria no es más que la verdadera poesía que existe desde que el poeta existe. La voz poética reconoce, sin embargo, que esa palabra sólo se escribirá bajo su forma imperfecta: “Cuando la aurora comienza a disipar / las tinieblas en la palidez de la tierra / avanzamos con la argucia de la palabra sobre la imperfección de cada instante”. El mundo dejó de ser puro para poder ser nombrado. La luz de la aurora consigue dar el nombre, pero no la perfección del origen, del paraíso del que la voz fue expulsada. Ni tan siquiera la muerte es un lugar desvelado: “Poseemos a veces un modo exagerado / de coleccionar fantasmas / por saber que la muerte / nunca se deja ver completamente”.

Al fin y al cabo, este libro es una celebración de encuentro sensitivo, de búsqueda con la palabra curativa que se disemina en el aire, en el agua, la tierra y el fuego. Hermoso equilibrio, renacida cadencia que recuerda la inocencia del mundo.

En definitiva, ambos libros son necesarios, una señal de faro en la noche que debe ayudarnos a mirar hacia poniente.

***

BREVE ANTOLOGÍA DE REGRESSO DE VICTOR OLIVEIRA MATEUS (traducción de Marta López Vilar)



“Partida”

Quando parti ninguém apareceu à beira da pista.
Quando parti as viagens eram coisa simples e banal,
e não este desejo de procurar um sentido para
a mágoa, uma clareira para a ausência, uma fonte
- minúscula que fosse – para saciar aquilo que
se mantém ininterrupta sede. Quando parti estavam

todos atarefados a viajar, mas de outro modo –
voracidade de prestamistas, esbugalhados olhos
onde o tempo é tão transacionável, quanto um futuro
hipotecado ou uma mera jante enferrujada. Quando
parti tiveram logo o cuidado de me avisar que a poesia
nunca salvara ninguém, que a procura das raízes

( bem como o entendimento de um passado não
acontecido) era coisa tão ridícula quanto obsoleta
para o riso alvar de muitos. Quando parti a buganvília
da moradia em frente estava esplendorosa e havia
um gato a furar a rede. Quando parti uma mulher
no prédio ao lado sacudia um pequeno tapete.

Acenou-me. Sorriu. Quando parti imaginei
o escárnio deles, os telefonemas duns para os outros,
as conversas. Quando parti ninguém apareceu
para se despedir, havia apenas: eu, um objetivo
incerto, o teu rosto a reflectir-se ao longe
e o sol a dar de chapa nas vidraças.


“Partida”

Cuando partí nadie apareció al borde del camino.
Cuando partí los viajes eran algo simple y banal,
y no este deseo de buscar un sentido para
la herida, un claro para la ausencia, una fuente
-por minúscula que fuera- para saciar aquello que
se mantiene como sed interrumpida. Cuando partí estaban

todos atareados viajando, pero de otro modo –
voracidad de prestamistas, ojos como platos
donde el tiempo es tan negociable como un futuro
hipotecado o una mera llanta oxidada. Cuando partí
tuvieron la delicadeza de avisarme de que la poesía
nunca había salvado a nadie, que la búsqueda de las raíces

(bien como conocimiento de un pasado no
ocurrido) era algo tanto ridículo como obsoleto
para la risa estúpida de muchos. Cuando partí la bungavilla
de la casa de enfrente estaba esplendorosa y había
un gato agujereando la red. Cuando partí una mujer
en el edificio de al lado sacudía una pequeña alfombra.

Me saludó. Sonrió. Cuando partí imaginé
sus escarnios, las llamadas telefónicas de unos hacia otros,
las conversaciones. Cuando partí nadie apareció
para despedirse, había tan sólo: un objetivo
incierto, yo, tu rostro reflejándose a lo lejos
y el sol dando de lleno en los cristales.


“Um doloroso nascer de si”

Grito no interior da paisagem. Grito e a convulsão
do verde arrasa as colinas em frente, confunde as áleas
dos pinheiros, onde outrora me sufocava e o meu olhar
se confundia como fardo de gestos em turbilhão. Invoco
todas as potencias benfazejas, protectoras dos caminhos

onde me perdia e cujas buscas nem sequer adivinhava.
Grito o impetuoso rumor da terra que inexoravelmente
tudo subjuga, pois igual é minha alma e aquilo que a cerca
(porque gémeos de origem e intacta substância) e assim,
ou talvez por isso, me nasço agora outro com o passado

de roldão e um futuro que não vislumbro. Não vislumbro
nem para tal inquietação me sobra. Grito esta mudança,
esta aparição expressa em meus lábios cerrados –
misto de presságios, de medos e assombros inesperados.


“Un doloroso nacer de sí”

Grito en el interior del paisaje. Grito y la convulsión
del verde arrasa las colinas de enfrente, confunde las avenidas
de los pinos, donde antes descansaba y mis ojos
se confundían con cargas de gestos en torbellino. Invoco
a todas las potencias benefactoras, protectoras de los caminos

donde me perdía y cuyas búsquedas ni tan siquiera adivinaba.
Grito el impetuoso rumor de la tierra que inexorablemente
todo subyuga, ya que igual es mi alma que aquello que la cerca
(son gemelos de origen e intacta sustancia) y así,
o tal vez por eso, nazco otro con el pasado

en tropel y un futuro que no vislumbro. No lo vislumbro
y ni me sobra para la inquietud. Grito este cambio,
esta aparición expresa en mis labios cerrados –
mezcla de presagios, miedos e inesperados asombros.


“Regresso”

Desço com a sofreguidão de um inquiridor.
Percorro as ruas, os jardins, as margens do rio.
Detenho-me nos cibercafés de onde me vinham
as farpas, nos bares que por rotina se te abriam
para afogares circunstanciais desvarios e essa

solidão de alma onde nunca me deixaste entrar –
meu punho sempre cerrado ante uma porta
que raramente se abria, uma porta só com saída,
dando lastro à minha fuga, ao agravo da recusa,
à perfídia da verrina com que afinal sempre

me haviam servido, sem que eu o suspeitasse.
Desço com a sofreguidão de quem se recupera,
de quem regressa a casa: incomensurável solo
uterino que me alimenta e me compraz. Desço-me
caudal de frustrações e alegrias, de vazio e pleno –

vida que sempre retomo e não desisto. Desço-me
livre, além do turbilhão, além do apenas instinto
e costume. Desço-me finalmente eu, sem escolhos
nem frustes ritos a barricarem-me…Desço-me ao topo
do tudo, átomo de mim na mais aérea vastidão.


“Regreso”

Bajo con la avidez de un detective.
Recorro las calles, los jardines, las márgenes del río.
Me detengo en los cibercafés de donde provenían
las espinas, en los bares que por rutina se te abrían
para ahogar circunstanciales desvaríos y esa

soledad de alma donde nunca me dejaste entrar –
mi puño siempre cerrado ante una puerta
que raramente se abría, una puerta sólo de salida,
dando lastre a mi fuga, al agravio del rechazo,
a la perfidia de la acusación con la que al final siempre

me habían servido, sin que yo lo sospechara.
Bajo con la avidez de quien se recupera,
de quien regresa a casa: inconmensurable suelo
uterino que me alimenta y me complace. Caigo en
caudal de frustraciones y alegrías, de vacío y plenitud -

vida que siempre retomo y no rechazo. Caigo
libre, más allá del torbellino, más allá del simple hábito
e instinto. Caigo finalmente, sin obstáculos
ni ritos ordinarios derrumbándome…Caigo al extremo
de todo, átomo de mí en la más aérea vastedad.



BREVE ANTOLOGÍA DE A INCIDÊNCIA DA LUZ DE GRAÇA PIRES (traducción de Marta López Vilar)


Presa às marés, outras margens me circundam.
Procuro os teus braços.
Esgota-se em cada dia, lentamente,
a viagem do tempo que expõe a rigorosa
proa no vértice dos dias.
A densidade do sal partiu-me os remos
e entranhou-se-me nas veias como un tormento.
Tenho um barco parado a obstruir-me os lábios
colados à rugosidade dos mastros.
Procuro o teu rosto.

...........................................................................................

Presa de las mareas, otras márgenes me circundan.
Busco tus brazos.
Se agota cada día, lentamente,
el viaje del tiempo que muestra la exacta
proa en el vértice de los días.
La densidad de la sal rompió los remos
y como un castigo se me clavó en las venas.
Tengo un barco parado obstruyéndome los labios
pegados a la rugosidad de los mástiles.
Busco tu rostro.
………………………………………………………………….
………………………………………………………………….

Todas as palabras são adequadas
para evocar os dias para sempre agarrados
à cal da casa onde nascemos.
Quase nada sei a meu respeito
desse tempo tão claro em que as sombras
eram apenas a antecipação da noite.
Tento imitar aquela inocência
próxima da brancur dos lírios
e do frémito do rio abraçando o mar.
Torna-se difícil encontrar os sinais
sobreviventes da memória: a prata do chocolate
pacientemente alisada, as velas dos moinhos,
as cerejas carnudas, a roupa a corar sobre a erva,
a claridade das mãos da minha mãe
carregadas de tarefas e de presságios.

......................................................................................

Todas las palabras son adecuadas
para evocar los días agarrados para siempre
a la cal de la casa donde nacimos.
Poco sé al respecto
de ese tiempo tan claro en que las sombras
eran tan sólo una anticipación de la noche.
Intento imitar aquella inocencia
próxima a la blancura de los lirios
y del rumor del río abrazando el mar.
Se hace difícil encontrar las señales
supervivientes de la memoria: el papel de plata del chocolate
pacientemente alisado, las velas de los molinos,
las cerezas carnosas, la ropa tiñéndose sobre la hierba,
la claridad de las manos de mi madre
cargadas de trabajos y presagios.

………………………………………………………………...
………………………………………………………………...

Sei que junto a um cais as pedras são cúmplices
de remotas solidões no coração das âncoras.
Os mapas mais primitivos
e as recentes cartas de navegar não assinalam
a incidência da luz sobre as areias.
Talvez o vento tão íntimo das dunas
saiba onde se escondem os vultos
dos marinheiros quando os barcos
começam a afundar-se nos meus olhos.
Tal vez os gemidos do remo estilhaçado
nos punhos sejam a adaga sangrenta
hasteada em cemitérios
onde se escutam os sinos a rebate.
Talvez os aromas das violetas e dos círios
se misturem com a terra quando as anémonas
começam a despontar nos jardins
perfumando as mãos de pétalas e de fenos.

.............................................................................................

Sé que junto a un muelle las piedras son cómplices
de lejanas soledades en el corazón de las anclas.
Los mapas más antiguos
y las recientes cartas de navegación no señalan
la incidencia de la luz en las arenas.
Tal vez el viento tan íntimo de las dunas
sepa dónde se esconden los rostros
de los marineros cuando los barcos
comienzan a hundirse en sus ojos.
Tal vez los gemidos del remo astillado
en los puños sean la daga sangrienta
alzada en cementerios
donde se escuchan las campanas a rebato.
Tal vez el aroma de las violetas y los cirios
se mezcle con la tierra cuando las anémonas
comienzan a despuntar en los jardines
perfumando las manos de pétalos y heno.



NOTAS:
(1) Le debo su descubrimiento al poeta
José do Carmo Francisco, quien, durante una visita a una librería de viejo junto al, también poeta y amigo Rui Almeida, -una tarde de septiembre en la que hacíamos tiempo para encontrarnos con el poeta y ahora amigo Ruy Ventura en el Largo de São Carlos- me regaló la primera edición de su obra completa. Recientemente, la editorial Dom Quixote reeditó su obra. Algo que debe celebrarse, sin duda.
(2) Victor Oliveira Mateus: Regresso, Lisboa, Labirinto, 2010.
(3) Nacido en Lisboa y licenciado en Filosofía por la Universidade Clássica de Lisboa. Fue profesor de esa materia, aunque en la actualidad se dedica en exclusiva a la literatura. Es, además de poeta, traductor del castellano, griego clásico y francés, publicando traducciones de San Juan de la Cruz, Safo o Voltaire. Como poeta ha publicado, entre otros, los libros: Nas águas a luz suspensa (1998) o A irresistible voz de Ionatos (2009). Es miembro de la “Associação Portuguesa de Escritores”.
(4) Graça Pires: A incidência da luz, Lisboa, Labirinto, 2011.
(5) Nacida en Figueira da Foz, es licenciada en Historia por la Universidade Clássica de Lisboa. Recibió, entre otros, el “Prémio Revelação de Poesia da Associação Portuguesa de Escritores” por el libro Poemas (1988), el “Prémio Nacional de Poesia 25 de Abril” con el libro Ortografia do Olhar (1995) y el “Prémio Nacional Poeta Ruy Belo” por el libro O silêncio: lugar habitado (2008).
(6) Como los griegos, como Hölderlin o como Sophia.