Losantos 
retrata esencialmente 
la 
Barcelona intelectual, universitaria, política y artística de los 
años 
de la Transición. Loquillo más o menos el mismo espacio temporal, 
pero centrándose en el mundo de la música popular y las bandas de pop y rock; y 
Tusquets y Regàs plasman la existencia desde la posguerra de la entonces 
juventud burguesa, herederos directos de quienes en definitiva ganaron la 
guerra. 
He leído todos los libros, y he sacado una conclusión, la misma, 
por otra parte, que han establecido decenas de historiadores del periodo. 
Durante el medio siglo aquí establecido Barcelona fue un ámbito social, 
político, cultural y económico controlado por una burguesía industrial y 
comercial a la que la dictadura franquista le proporcionaba una seguridad, 
tranquilidad y estabilidad proverbiales para mantener su 
status y el 
control de la situación. Sobre estas bases sólidamente establecidas, en 
Barcelona se desarrolló una vida social y cultural más abierta, cosmopolita y 
diversa que en buena parte del resto de España, no siendo la cercanía con 
Francia o la existencia de un importantísimo puerto de mar circunstancias de 
peso menor. 
Tanto las memorias de Tusquets como 
las de Regàs parten de un mismo asentimiento: nuestras familias vivían 
cómodamente beneficiadas en las circunstancias franquistas. Nosotros vinimos a 
rebelarnos contra esas circunstancias, viviendo y exigiendo más libertades de 
todo tipo
De todos los libros de memorias 
traídos hasta aquí los que tienen una mayor comunicación entre sí son los de 
Tusquets y el de Regàs. Las razones son obvias: un periodo histórico semejante y 
la pertenencia a un mismo ámbito social y económico: Tusquets y Regàs, estos 
apellidos sencillamente hacen que sobren las palabras. Esther Tusquets es una 
señora escritora y Oriol Regàs es un señor empresario, esa es la diferencia más 
notable. El resto es bastante semejante. Me explico. 
Tanto las memorias 
de Tusquets como las de Regàs parten de un mismo asentimiento: nuestras familias 
vivían cómodamente beneficiadas en las circunstancias franquistas. Nosotros 
vinimos a rebelarnos contra esas circunstancias, viviendo y exigiendo más 
libertades de todo tipo. Nos educaron con dureza y bajo el peso y las normas de 
una burguesía complacida y estable que se sentía segura y agradecida a la mano 
de hierro centralista del nacionalcatolicismo de un franquismo que sabía mirar 
hacia otro lado mientras no se le enfrentasen abiertamente. Tusquets focaliza 
ese franquismo mental y naturalmente activo en la figura de su desabrida madre, 
y Regàs en la de su abuelo, dibujado como un monstruo de violenta barbarie 
integrista católica. 
Pues bien, los recuerdos y puesta en escena 
personal de Esther Tusquets y de Oriol Regàs son ya una crónica de la denuncia 
radical con respecto a la “herencia” recibida, más una estrategia permanente de 
poner tierra por medio, distancia, como rebelión social, cultural y política 
frente a sus mayores y el universo mental (espiritual) y práctico que estos 
suponían y proponían. 
La producción artística e 
intelectual de la gauche divine como conjunto es irrisoria, y la que 
surgió del trabajo de algunos de sus miembros es desde luego destacable y 
significativa, pero está a años luz de ser “el más potente movimiento de 
carácter cultural que ha emanado de la Barcelona 
contemporánea”
Ya está todo dicho. Tusquets 
se hizo escritora y editora y se rebeló contra lo “establecido” echando a correr 
en dirección contraria a lo que le hubiera gustado a su madre que fuera e 
hiciera. Y Oriol Regàs se rebeló contra su intolerante e intolerable abuelo 
lanzándose con gusto y controlado desenfreno a una productiva y exitosa carrera 
como 
bon vivant. 
La historia de su vida como 
bon vivant es 
lo que narra Oriol Regàs en 
Los años divinos (Destino), un libro 
entretenido, ameno y por momentos interesante, aunque tras acabar de leer su 
última página, también se muestra asimismo como intrascendente. Oriol Regàs se 
nos descubre como un tipo de verdad curioso con tres facetas esenciales en las 
que se apoya su vida: el deporte, las mujeres y las empresas de restauración y 
alterne con ramificaciones creativas. Las hazañas deportivas, o más bien 
aventureras, de nuestro personaje son de verdad llamativas: un viaje desde Hong 
Kong a Barcelona en un frágil junco, o recorrer África de abajo a arriba en 
moto. No está mal. Lo que dice de las mujeres es algo así como atmosférico. 
Quiero decir que salvo dos o tres nombres no encuentra el lector la descripción 
de alardes donjuanescos en forma de lista larga de conquistas. No, es más bien 
eso, el aroma de una atmósfera en la que el perfume a mujer atractiva está 
presente de manera constante. Y en cuanto a las empresas, qué decir: ahí están, 
sin ir más lejos, los célebres Bocaccio de Barcelona y Madrid, o el mítico Up 
& Down barcelonés, todos “garitos” que son ya parte significativa de la 
entrada de la modernidad y el glamour en la España de los estertores del 
franquismo hasta los primeros latidos de la democracia constitucional. 
Entretenidas pero intrascendentes, así defino esta memorias de Oriol 
Regàs, quizá en el fondo como el mismo autor, como todo 
bon vivant de 
esencia y vocación. Pero lo mejor de estas memorias, y de las de la Tusquets, es 
lo que cuentan sin contar, es decir, lo que se deja leer entre líneas, lo que 
exhuman estos recuerdos. Por un lado la banalidad real y material de eso que se 
llamó la 
gauche divine, un grupo de amigos progres con posibles que se 
reunían a tomar copas y a ligar. La producción artística e intelectual de la 
gauche divine como conjunto es irrisoria, y la que surgió del trabajo de 
algunos de sus miembros es desde luego destacable y significativa, pero está a 
años luz de ser “el más potente movimiento de carácter cultural que ha emanado 
de la Barcelona contemporánea”. Y si en realidad fuese así, ¡¡¡pobre cultura 
barcelonesa!!! 
Fueron unos progres y modernos 
antifranquistas pero de clase ambassador, es decir, que se opusieron a 
los designios familiares en lo referente a la mentalidad, comportamientos y 
rendimientos, pero que aprovecharon en lo material todas y cada una de las 
ventajas que el hecho de ser Tusquets y Regàs les 
ofrecían
Otro cuestión que estás memorias y las ya 
mencionadas ponen en evidencia es que la Barcelona de finales del franquismo no 
era desde luego, en todo momento y lugar, una geografía lúgubre, tétrica, 
atenazada por un poder dictatorial irrespirable y terrorífico. Lo que se deduce 
de la lecturas de este conjunto de memorias barcelonesas es que la vida en la 
ciudad Condal desde finales de los 1960 hasta comienzos de los 1980 era más 
rica, variada, acogedora, trasgresora, libertaria, cosmopolita y radical de lo 
que es por ejemplo hoy, cuando la ideología nacionalista, con sus anteojeras y 
simplezas, ha ocupado el mismo lugar del franquismo sustituyendo los usos y 
costumbres del aquel por los propios, a la vista más reduccionistas, 
controladores y manipulados. 
Y por último, lo que se echa en falta en 
las memorias de Tusquets y Regàs es una simple confesión. ¿Cuál? Pues que eran 
unos señoritos de tomo y lomo, que se opusieron a los caminos que les marcaban 
sus apellidos en lo cultural y político pero jamás en lo social y económico. En 
definitiva, que fueron unos progres y modernos antifranquistas pero de clase 
ambassador, es decir, que se opusieron a los designios familiares en lo 
referente a la mentalidad, comportamientos y rendimientos, pero que aprovecharon 
en lo material todas y cada una de las ventajas que el hecho de ser Tusquets y 
Regàs les ofrecían. Vamos, que no renunciaron jamás al champán francés, a los 
viajes al extranjero, a la casa familiar en la Costa Brava, a los pisos de la 
familia en las zonas nobles de la ciudad, a las ayudas económicas para iniciar 
negocios, que no se casaron nunca con desarrapados ajenos a las clase alta 
catalana, que no renunciaron a los descapotables, las piscinas, las langostas, 
las pistas de tenis y las gárgolas de las mansiones familiares... Jamás les 
gustó la España que surgió de la guerra civil, ni sus restricciones mentales, ni 
las imposiciones políticas, ni la estrechez social y sexual, ni la ausencia de 
contacto con la modernidad europea..., pero a la vez se aprovecharon, sin 
reparos ni políticos ni culturales ni sociales, de todos los privilegios que el 
franquismo proporcionó a sus familias: los Tusquets y los Regàs. Insisto, libros 
esenciales para conocer y documentar la rebeldía y el progresismo 
español-catalán de los más privilegiados.