Eduardo Martínez Rico: Pedro J. Tinta en las venas (Plaza y Janés, 2008)

Eduardo Martínez Rico: Pedro J. Tinta en las venas (Plaza y Janés, 2008)

    TÍTULO
Pedro J. Tinta en las venas

    AUTOR
Eduardo Martínez Rico

    EDITORIAL
Plaza y Janés

    GÉNERO
Biografía

    OTROS DATOS
Barcelona, 2008. 585 páginas. 19,90 €




Reseñas de libros/No ficción
Eduardo Martínez Rico: Pedro J. Tinta en las venas (Plaza y Janés, 2008)
Por Bernabé Sarabia, lunes, 2 de junio de 2008
Hace un siglo Max Weber escribió que en la biografía de determinadas personas se encarnaba el espíritu de su tiempo. Este libro viene a confirmar lo dicho por el ilustre sociólogo alemán. Pedro J. Ramírez es la viva ilustración del exitoso cambio que transforma la España del último medio siglo. En un país en el que los periodistas han mandado mucho, quizá demasiado, sus historias de vida son siempre de gran interés. Para entender cómo funcionaba el franquismo por dentro, nada como hurgar en la biografía de Emilio Romero. Ya en la incipiente democracia, conocer el decurso vital de Jesús de Polanco –Jesús del Gran Poder para muchos- resulta imprescindible. Sabido es que Polanco no era periodista, pero desde sus despachos de El País y la SER tenía más que mando y plaza en las redacciones.
Dejando a un lado a los líderes de la radio mañanera, los directores de periódico más carismáticos del postfranquismo son Luis María Anson, Juan Luis Cebrián y Pedro J. Ramírez. Los tres tienen en común haber ganado mucho dinero con el periodismo, y no sólo eso, los dos primeros son, desde hace años, académicos de la Real Academia Española y es muy posible que el tercero sea aceptado en tan ilustre institución en un futuro no lejano.

Con Cebrián elevado por Polanco a tareas de alta dirección y Luis María Anson al frente, con José Varela, del periódico digital El Imparcial, el único que queda como director de un diario de papel es Pedro J. Bien es verdad que El Mundo de ahora ya no es el de antes. Se ha multiplicado, y dentro del potente conglomerado mediático que es UNEDISA se ha quedado en una pieza más, aunque eso sí, de una importancia central. Para percibir este cambio no hay más que acercarse a la sede gigantesca que UNEDISA acaba de inaugurar en un bonito y aireado barrio de ese Madrid que no para de crecer.
 
A este material tan rico que a veces roza la hagiografía le falta un poco de acidez y le sobra metraje. El lector hubiera agradecido un tercio menos de páginas. Bien es verdad que es difícil comprimir la vida de un personaje tan precoz y tan en todo en lo que pasa como Pedro J. Ramírez
 
Eduardo Martínez Rico, nacido en Madrid en 1976, doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense, articulista y autor de varios libros ha escrito lo que podríamos denominar, al hilo de la terminología anglosajona, una biografía autorizada. Estamos ante un texto construido con una información que procede, en gran medida, del biografiado y de su propio entorno. Para escribir este volumen Eduardo Martínez Rico ha mantenido un número indeterminado de conversaciones -han tenido que ser muchas- con Pedro J. Ramírez y le ha observado en multitud de las situaciones que festonan su vida de trabajo de todos los días. Ha presenciado sus partidos de pádel y su ocio veraniego en la famosa “casa de la piscina” de la costa mallorquina. A lo largo de su recogida de material ha entrevistado a un número extremadamente alto de las personas que componen el entorno significativo de Pedro J. Ramírez. Su primera mujer, Rocío Fernández, la hija de ambos, María, su pareja de hecho Agatha Ruiz de la Prada y sus hijos Cósima y Tristán no han dudado en contribuir con sus informaciones. Añádase a todo esto la lectura de lo publicado por Pedro J. Ramírez y de entrevistas a testigos que, como el eminente dermatólogo logroñés el Dr. Miguel Aizpún, dan fe de épocas pasadas del fundador de El Mundo, y se tendrá un extenso mosaico vital del biografiado.

A este material tan rico que a veces roza la hagiografía le falta un poco de acidez y le sobra metraje. El lector hubiera agradecido un tercio menos de páginas. Bien es verdad que es difícil comprimir la vida de un personaje tan precoz y tan en todo en lo que pasa como Pedro J. Ramírez. Luego están, salpimentando el texto, mil y una perlitas. Una, por poner un ejemplo, cuando entrevistando en el Palacio de la Moncloa a José Luis Rodríguez Zapatero, éste le confiesa a Pedro J. que es ateo y le pregunta si él cree en Dios. Otra, cuando a propósito del famoso vídeo, Agatha Ruiz de la Prada le dice: “Cómprame un piso en París”.
 
Con los premios Montaigne e Isaiah Berlin en el bolsillo, el Pedro J. Ramírez que nos muestra Eduardo Martínez Rico es una persona más sosegada, al pie de su vocación periodística, jugando al pádel como siempre y con las mismas ganas de mandar de siempre
 
Aunque este libro se abre con la escena del fallecimiento y velatorio de Francisco Umbral, su estructura es básicamente cronológica. La escenita del fallecimiento de Umbral es patética. Apenas fue gente a consolar a la viuda de un novelista mediocre y de un articulista mujeriego y prepotente. Pero Eduardo Martínez Rico, pasado ya el sofocón de tener que dejar en negro sobre blanco el tránsito del articulista favorito del director de El Mundo, muestra al lector su interesante vida. De este modo va desvelando las páginas del calendario. El Logroño de 1952, año en el que nace Pedro J. Ramírez en el seno de una familia de clase media acomodada, sus años en los “maristas” y su formación como periodista en la Universidad de Navarra. En Pamplona conoce a Rocío Fernández. En 1973 consigue un puesto, para el año académico, en el Lebanon Valley College y, a su vuelta a España, seducido por Estados Unidos, hace la mili y empieza a comerse el mundo. Joven, bien parecido, con suerte, ganas de trabajar y sabiendo inglés, ingresa en ABC. Muerto Franco en 1975, el comienzo de la Transición le abre las puertas de la política de la mano del fascinante Joaquín Garrigues. En la efebocracia de esos años le nombran director de Diario 16 con veintiocho años. Reflota el periódico pero le ponen en la calle en 1989. Ese mismo año funda El Mundo y lo dirige hasta llegar a lo que es hoy: un auténtico imperio mediático que ya echa el aliento en la nuca del Grupo Prisa.

Desde su fundación, El Mundo gira sobre los hombros de Pedro J. En sus primeros momentos es un director que recuerda al Luis María Anson del ABC de sus mejores tiempos. Un enorme despacho, una secretaria fiel y horas y horas en la redacción en contacto constante con los periodistas y con el pequeño universo de personas que hacen posible el día a día de un periódico. Con los premios Montaigne e Isaiah Berlin en el bolsillo, el Pedro J. Ramírez que nos muestra Eduardo Martínez Rico es una persona más sosegada, al pie de su vocación periodística, jugando al pádel como siempre y con las mismas ganas de mandar de siempre. Como escribíamos al principio, estamos ante una biografía que ofrece luz al lector para entender mejor lo que pasa en esta España del siglo XXI.