Juan Antonio González Fuentes
Fidelio, en su versión definitiva, la que podrá escucharse y ver en directo en el Liceo barcelonés, es una ópera en alemán dividida en dos actos (originalmente eran tres). ¿Cuál es el argumento de esta ópera?
Resumen: En una prisión española, cerca de Sevilla (Sevilla es la ciudad del mundo donde mayor argumentos o tramas operísticas tienen lugar: Fidelio, Carmen, El Barbero de Sevilla, Don Giovanni, Las bodas de Fígaro, La forza del destino...), Leonora, disfrazada de hombre y con el nombre de Fidelio, entra a trabajar al servicio del carcelero Rocco, bajo cuya vigilancia se encuentra desde hace tiempo su marido Florestán, encarcelado injustamente por el gobernador de la prisión Don Pizarro por razones políticas y puramente personales.
Acto I: En el hogar del carcelero Rocco, su hija Marzelline es cortejada por Jaquino, ayudante de Rocco. Pero ella no le hace ningún caso, pues está enamorada del joven Fidelio, que ha entrado a trabajar en prisión como ayudante. Al poco entran en escena Rocco, y después Fidelio, quien en realidad es una mujer disfrazada. Fidelio (nombre alusivo a la fidelidad) es el nombre adoptado por Leonora, la esposa de Florestán, con el propósito de entrar en la prisión y liberar a su esposo, injustamente encarcelado allí por orden del corrupto y vil Don Pizarro, gobernador de la prisión. Fidelio/Leonora se ve obligada a aceptar el afecto de Marzelline, para así no revelar su identidad.
Cambia la escena. Una marcha militar anuncia la llegada de Pizarro, quien recibe un mensaje en el que le anuncian la llegada de Don Fernando, noble y Ministro de Estado en visita de inspección, y entonces decide matar a Florestán. Pizarro paga a Rocco para que cave la tumba y decide además ser él mismo quien dé muerte a Florestán. Para conocer la llegada de Ministro aposta a un trompetero que anuncie su llegada. Leonora escucha casualmente el plan de Pizarro y sola, manifiesta sus sentimientos de amor hacia su esposo y de abominación hacia el gobernador de la prisión en el aria en la que califica a Pizarro de “Monstruo”.
Luego, por intercesión de Leonora, los prisioneros ordinarios (entre los que no se encuentra Florestán, aislado en una celda) son autorizados a salir unos minutos al patio para respirar un poco de aire libre. Pero los prisioneros, en su célebre “coro”, aluden veladamente a la palabra “libertad” porque saben que están permanentemente vigilados. Leonora escucha que va a tener la oportunidad de ayudar a cavar la fosa para un prisionero especial. Pizarro se ha enfurecido al conocer la breve salida de los prisioneros, pero Rocco trata de calmarlo diciéndole que es el santo del rey y que había que celebrarlo de alguna manera.
Así todo, los prisioneros son devueltos a sus celdas y sus voces se mezclan con las órdenes de Pizarro a Rocco y con los parlamentos de Marzelline, Leonora y Jaquino.
Acto II: En el más profundo y aislado de los calabozos, encadenado, y en total oscuridad, yace un hombre, Florestán: “Dios mío, qué oscuridad hay aquí” es el aria que canta como presentación de su personaje, un canto desolado que se convierte en esperanza cuando ve, como en una visión, a Leonora. Florestán, al terminar, se abandona en el fondo de la lúgubre celda y no percibe la llegada de Rocco y de Leonora, que se disponen a cavar la fosa para él en su propia celda. En un diálogo interrumpido por la música, nos damos cuenta de que Leonora no puede ver la cara del prisionero y reconocerlo. Pero tras obtener permiso de Rocco para dar alimento y agua al preso, Leonora se percata de que el triste prisionero es Florestán, quien agradece la piedad del que le socorre, pero no reconoce en el ayudante del carcelero a su esposa.
El tenor Jonas Kaufmann canta el aria del Florestán de la ópera Fidelio, obra de Beethoven (vídeo colgado en YouTube por leonorafl)
Pizarro, a quien la trompeta avisará de la llegada del Ministro, entra en la oscura celda y se apresta a dar muerte a Florestán. Pero entonces Fidelio se interpone entre Florestán y Pizarro y le dice al gobernador que antes de asesinar a Florestán deberá acabar con su esposa, revelando así su identidad, Después de unos momentos de sorpresa para todos, Pizarro reacciona determinando que muera también Leonora, pero entonces ella saca una pistola al tiempo que se escucha el son de la trompeta que anuncia la llegada de don Fernando, el Ministro. Entran soldados con antorchas. Pizarro y Rocco van a recibir al Ministro y tiene lugar entonces un dúo entre Leonora y Florestán: “O namen namenlose Fraude” (“Oh, nombre, libertad sin nombre”).
Cambia el lugar de la escena. Don Fernando reconoce en el pálido prisionero a su amigo Florestán, arresta a Pizarro y le concede a Leonora la gozosa tarea de libertar a Florestán, de quitarle con sus propias manos las cadenas opresoras. Marzelline muestra su afecto a Jaquino, el coro de prisioneros sale a escena y se reúne con sus esposas, saludando todos a la vez el feliz suceso de la consecución de la libertad, la caída del tirano opresor, y la fuerza del amor y la fidelidad conyugal como motores del milagro final: la fraternidad entre los hombres y la libertad como condición natural de ser hombre.
La protagonista vocal indiscutible de la ópera es Leonora, o mejor dicho, Leonora disfrazada de Fidelio, cuya voz debe ser la de una soprano dramática con gran fortaleza vocal (la de soprano es la voz femenina más aguda, y hay distintos tipos: soprano lírica, lírica de coloratura, dramática…, esta última se distingue por poseer un timbre más brillante y lleno, pero menos aguda, generalmente acompañada de mayor caudal o volumen. Este tipo de sopranos aparece cuando surgen los papeles heroicos femeninos y cuando las orquestas crecen en instrumentistas buscando mayor volumen dramático, debiendo entonces romper la voz la barrera sonora entre escena y público. Grandes sopranos dramáticas fueron, por ejemplo, Birgit Nilsson, Astrid Varnay, Kirsten Flagstad, y papeles para este tipo de sopranos son, además de la Leonora de Beethoven, la Aida de Verdi, la Isolda de Wagner, Tosca de Puccini, Salome de Richard Strauss, etc, etc…
Florestán, su marido prisionero, requiere para su interpretación de un tenor dramático, el Heldentenor wagneriano (tenor heroico), es decir, un tenor caracterizado por la gran potencia en la zona central y en los graves, necesaria para imponerse a las grandes orquestas. Esta característica hace que generalmente estos cantantes no dispongan de buenos agudos, ni, por ejemplo, de buenas medias voces. No es infrecuente que los tenores dramáticos hayan comenzado su carrera como barítonos. Grandes tenores dramáticos fueron Mario del Mónaco, Ramón Vinay, Wingassen, Lauritz Melchior, John Vickers…, cantando por ejemplo el Otello de Verdi, o el Tristan de Wagner.
Rocco, el carcelero más o menos bondadoso, es un bajo, y su hija Marzelline precisa de una soprano lírica, con reseñable capacidad para los agudos y la agilidad. Jaquino, el ayudante de Rocco y enamorado de Marzelline es un tenor lírico-ligero. Don Pizarro, el malvado de la historia debe ser un bajo-barítono con timbre oscuro y tétrico, y el noble don Fernando un bajo o barítono.
También protagonista vocal fundamental en Fidelio es el coro, representación simbólica de la humanidad sometida a la barbarie de la opresión, y para quien Beethoven escribió algunos de los más grandes momentos de la ópera.
Otro dato básico a tener en cuenta a la hora de acercarnos al Fidelio beethoveniano es que es un singspiel, es decir, una ópera en alemán con diálogos hablados. Célebres singspiel, además de Fidelio, son El rapto en el serrallo y La flauta mágica mozartianas. La palabra en alemán se usaba como sinónimo de ópera, pero durante el reinado del emperador José II, y como consecuencia del deseo de fundar una ópera autóctona alemana, singspiel comenzó a adquirir el significado más restringido que hoy se le asigna (sobre este asunto recuerdo unas escenas muy ilustrativas de la película Amadeus de Milos Forman). Lo que ocurre con Fidelio, su aportación básica al singspiel, es que Beethoven logró dotar de energética “intensidad” dramática (de nuevo la intensidad) la ópera en alemán, y por extensión el signspiel, abriendo ya del todo el camino que décadas más tarde culminaría Wagner. En el dramatismo logrado en conjunto por Beethoven en su única ópera al parecer tiene notable influencia un compositor italiano, Luigi Cherubini, el autor de la fundamental Medea, pues Beethoven escribió en los márgenes de la partitura de Fidelio algunos pasajes enteros de composiciones del italiano.
Últimas colaboraciones de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:
-LIBRO: Philip Roth, Indignación (Mondadori, 2009)
-CINE: Kevin Macdonald, La sombra del poder (2009)
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.