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Mike Figgis: El cine digital (Alba, 2008)

Mike Figgis: El cine digital (Alba, 2008)

    TÍTULO
El cine digital

    AUTOR
Mike Figgis

    EDITORIAL
Alba

    TRADUCCCION
Elena Vilallonga

    OTROS DATOS
Barcelona, 2008. 184 páginas. 18 €



Mike Figgis

Mike Figgis

Bernabé Sarabia es Catedrático de Sociología de la Universidad Pública de Navarra

Bernabé Sarabia es Catedrático de Sociología de la Universidad Pública de Navarra


Reseñas de libros/No ficción
Mike Figgis: El cine digital (Alba, 2008)
Por Bernabé Sarabia, martes, 6 de enero de 2009
Los directores de cine han sido hasta la fecha los mejores estudiosos del cine. Su experiencia como realizadores, sus infinitas horas viendo películas y su propia capacidad reflexiva les proporcionan un aparato crítico privilegiado. Todo ello les ofrece unas excelentes herramientas técnicas a la hora de escribir un buen libro sobre cine.
En sus comienzos el cine apenas motivó unas pocas publicaciones. David Ward Griffiith (1875-1948) tuvo un gigantesco éxito, como es bien sabido, con El nacimiento de una nación (1915) y con Intolerancia (1916) y sentó las bases de un modo de narrar cine. Estableció una manera de hacer películas que conseguía flexibilizar el tiempo y el espacio cortando los planos en su momento justo. Su utilización de los primeros planos y de otros dispositivos hace de él un director inevitable. Sin embargo, pese a todo ello no ha dejado nada escrito que valga la pena.

Los primeros textos de cierto valor sobre el cine provienen de directores rusos como Eisenstein o Pudovkin, quienes sobre las enseñanzas de un Kuleshov que había tenido acceso a una mala copia de Intolerancia, pusieron las bases de lo que posteriormente se ha llamado “montaje soviético”.

Ya en la década de los treinta, con el cine convertido en un verdadero espectáculo de masas, algunos intelectuales comenzaron a escribir sobre cine. Walter Benjamin y Francisco Ayala han dejado textos que vistos desde la óptica actual resultan bastante elementales y toscos. En 1947 Siegfried Krakauer publicó Teoría del cine y, aunque con muchas obviedades, inició una interesante reflexión sobre la relación entre el cine y la naturaleza de la realidad. En esos años Renoir, Welles y Rosellini avanzaron en el arte de la teatralización, y André Bazin, cofundador de Cahiers du Cinéma, puso letra a sus avances y posteriormente publicó ¿Qué es el cine? (4 vols., 1958-1961). De la influencia del cine en la cultura francesa de mediados del siglo pasado dan cuenta los dos volúmenes de Gilles Deleuze Estudios sobre el cine o, posteriormente Las películas de mi vida de François Truffaut o El cine de Antonin Artaud.

La irrupción digital está transformando tanto la manera de hacer cine como la de verlo. Si por un lado desaparecen, en todo el mundo, las grandes salas de exhibición de films, por otro se transforman y simplifican las necesidades técnicas de rodaje y distribución

En el ámbito anglosajón no abunda la reflexión teórica sobre el cine. Los ensayos de Susan Sontag sobre Bergman y Goddard, Estilos radicales, son dispersos, anecdóticos y quedan, en términos de calidad, muy lejos de sus textos sobre fotografía. Con Stanley Cavell, The World Viewed: Reflections on the Ontology of Film, sucede algo semejante, no dice nada nuevo.

Entre los libros dedicados al cine, los que reflexionan sobre cómo se hace una película constituyen un subgénero apasionante. Especialmente los que están escritos por directores. ¿Cómo se hace una película? de Claude Chabrol (Alianza, 2004) constituye una magnífica ilustración de los pasos necesarios para llevar a cabo la aventura que supone la realización cinematográfica. Chabrol, con una escritura ágil y trufada de anécdotas, narra en primera persona desde la elección del tema, la escritura del guión, la búsqueda del productor hasta la explotación y recepción del film y, además, todos los problemas y detalles que lleva aparejados el rodaje, incluyendo la dirección de actores, las cuestiones técnicas y la función de cada uno de los que participan en el equipo de rodaje.

La irrupción digital está transformando tanto la manera de hacer cine como la de verlo. Si por un lado desaparecen, en todo el mundo, las grandes salas de exhibición de films, por otro se transforman y simplifican las necesidades técnicas de rodaje y distribución. Las enormes cámaras que utilizan película de 35 mm se emplean cada vez menos. Caras y de manejo muy complejo, están dando paso a cámaras digitales más pequeñas, sencillas y de operación mucho más simple. En un plazo que no ha de ser largo, la calidad de captación de las nuevas cámaras digitales no tendrá nada que envidiar a las analógicas, y su menor coste pondrá el rodaje al alcance de gente sin dinero pero con talento. A ello se une una distribución que hará innecesario el costoso transporte, almacenaje y conservación de las gigantescas latas de películas. Y por si ello fuera poco, el rodaje en digital evita el revelado y hace innecesaria la utilización de los contaminantes líquidos, resultando así un proceso mucho más ecológico.

Figgis ha escogido un lenguaje sencillo y un estilo al alcance de todos los lectores que se sustenta en buena medida sobre el relato de mil situaciones de índole práctica en su mayoría procedentes de las propias experiencias del autor

En este contexto, la traducción al español de este libro de Mike Figgis (Carlisle, Reino Unido, 1948) viene como anillo al dedo. Figgis comenzó en el mundo del espectáculo como músico con grupos de rock and roll con Bryan Ferry, más tarde fue actor y acabó dirigiendo teatro con una compañía fundada por él. Como director y guionista debutó con Lunes tormentoso (1988), Asuntos sucios (1990), Trilogía de pasión (1991), Pasiones prohibidas (1999), Adiós a la inocencia sexual (1999) y La casa (2003). Con Leaving Las Vegas (1995) le concedieron un Oscar a Nicolas Cage por su interpretación. En digital ha rodado las innovadoras Timecode (2000) y Hotel (2001).

El cine digital se articula en once capítulos y una coda. Se abordan doce cuestiones básicas para hacer una película. Figgis ha escogido un lenguaje sencillo y un estilo al alcance de todos los lectores que se sustenta en buena medida sobre el relato de mil situaciones de índole práctica en su mayoría procedentes de las propias experiencias del autor. Este conjunto de situaciones experimentadas por el autor proporcionan al lector interesado en el cine una visión desde dentro que constituye una excepcional ayuda para entender la arquitectura de cualquier film.

Pero quizá donde este libro cobra toda su potencia es en la lectura de quienes en algún momento piensan filmar un corto, un documental o incluso un largometraje. Figgis pasa por todos los aspectos imprescindibles. Comienza reflexionando sobre la cámara digital idónea para cada necesidad fílmica. Nos habla de la relación entre el director y su cámara o su equipo de fotografía. Relata los pasos que conlleva la preproducción, la elaboración del presupuesto y la búsqueda de localizaciones. Se detiene en la iluminación adecuada para las cámaras digitales. Reflexiona sobre los movimientos de cámara e indica al lector cómo un director debe trabajar con actores. El capítulo dedicado a la dirección actoral es de matrícula de honor. Postproducción, música y distribución cierran un libro que en ningún momento defrauda al lector y que constituye una excelente guía para todos aquellos que, armados de una cámara digital, deseen hacer cine en alguno de sus múltiples formatos.
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