viernes, 17 de abril de 2009
La guerra de Vietnam, la reformulación de la guerra fría y el policentrismo (1962-1979)
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Ciencias sociales en Blog personal por Historia
En el continente asiático se desarrolló también el mayor quebradero de cabeza de EEUU, la guerra del Vietnam, que acabó en una derrota desastrosa. Tras la derrota y salida de los franceses de Indochina en 1954, los norteamericanos siguieron en el Vietnam del Sur una política de apoyo a las autoridades no comunistas


Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Tras los sucesos cubanos de 1962, que colocaron al mundo al borde de la guerra nuclear, soviéticos y norteamericanos consideraron que habían llegado demasiado lejos y se imponía asegurar la “coexistencia pacífica”. En 1963 se instaló el llamado “teléfono rojo” para facilitar un contacto fluido entre el Kremlin y la Casa Blanca en caso de crisis. En 1972, Richard Nixon vi­sitó la URSS y al año siguiente Leónid Breznev le devolvió la visita. En este clima se adoptaron los primeros acuerdos sobre limitación de armamento, especialmente nuclear. En 1968 se firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, en 1972 se alcanzó el mayor logro en este terreno con los acuerdos SALT I para limitar las armas estratégicas y en 1973 se adoptó el Acuerdo sobre la Preven­ción de la Guerra Nuclear. Otra iniciativa importante fue la normalización de relaciones entre la República Federal Alemana y los países del Este, resultado de la Ostpolitik impulsada por el canciller Willy Brandt, que se tradujo en el tratado germano-soviético de 1970 reconociendo las fronteras existentes y el tratado RFA-RDA de 1972, que permitió la entrada de ambos países en la ONU. Consecuencia directa de este proceso fue la Conferencia de Helsinki sobre Seguridad y Cooperación en Europa (1972-1975), en la que se reconocieron como definitivas las fronteras surgidas de la II Guerra Mundial en toda Europa, el mayor logro en las relaciones internacionales después de 1945.

No se trataba del fin de la guerra fría, sino de la apertura de un nuevo ciclo en un conflicto de fondo que adoptaba grados de tensión variables. Los presu­puestos militares seguían cre­ciendo: los acuerdos para limitar un tipo de arma se compensaban transfiriendo recursos a otra. Las guerras localizadas continua­ban, preferente­mente en el Tercer Mundo: hasta 1976 hubo 120 conflictos ar­mados en el territo­rio de 71 países, con pérdidas de 25 millones de vidas. De hecho la política exterior de EEUU recibió un fuerte impulso en los años sesenta, a partir del mandato de Kennedy, ante la sensación de que el llamado “mundo libre” estaba en franco retroceso frente al comunismo en todos los ámbitos, tanto en la carrera armamentista como en la competencia en el Tercer Mundo. El resultado fue que en 1970 EEUU tenía un millón de soldados en treinta países, tratados de defensa mutua con 42 naciones y proporcionaba ayuda militar a casi cien esta­dos. Por su parte, la URSS de Breznev continuó reforzando su capacidad militar, alcanzando a comienzos de los setenta la paridad atómica con EEUU, desarrollando también notablemente su armada. El reforzamiento militar hizo posi­ble una política más activa en el Tercer Mundo, ayudada por la victoria de movimientos revoluciona­rios en las largas guerras civiles de Angola, Mo­zambique, Somalia o Etiopía, mientras se consolidaban regí­menes alia­dos en Vietnam y Laos, o amigos en Libia, Irak y Argelia.



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La aparición de nuevos protagonistas como consecuencia de la descolonización, el movimiento de los no alineados y el surgimiento de países díscolos en ambos bloques (Francia en el occidental; Yugoslavia primero y China después en el socialista) dio lugar también a un creciente “policentrismo”, dando una mayor complejidad a las relaciones internacionales. Francia se alejó de la política norteamericana desde 1958, abandonando la OTAN y desarrollando su propio armamento militar, aunque en realidad nunca dejó de considerarse parte del bloque occidental. Yugoslavia había roto con la URSS ya en tiempos de Stalin y, aunque luego recompuso su relación diplomática con los soviéticos, mantuvo siempre una línea independiente. En cambio, otro intento de seguir una vía autónoma en la Europa Oriental, el de Dubcek en Checoslovaquia, acabó aplastado por las tropas soviéticas en 1968.

La ruptura más importante la protagonizó la China del dictador Mao, que, además de asesinar a más de 70 millones de personas, comenzó a la alejarse de la URSS entre 1959 y 1963 por discrepancias políticas y de esferas de influencia. Aunque los soviéticos habían retirado su ayuda al programa nuclear chino, la República Popular consiguió la bomba atómica en 1964. Paralelamente se produjeron desde 1963 incidentes fronterizos entre tropas chinas y rusas, hasta llegar a los incidentes de la isla de Damansky en 1969. Esta situación generó una rivalidad entre las dos potencias, que compitieron por obtener apoyos en el Tercer Mundo, y por el liderazgo de los países del movimiento comunista internacional. Pekín apoyó a Pakistán en sus choques con la India, se enfrentó con el Vietnam aliado de Rusia y condenó la invasión de Afganis­tán, además de apoyar a la neoestalinista Albania y al brutal régimen de los khemeres rojos en Camboya.

En el continente asiático se desarrolló también el mayor quebradero de cabeza de EEUU, la guerra del Vietnam, que acabó en una derrota desastrosa. Tras la derrota y salida de los franceses de Indochina en 1954, los norteamericanos siguieron en el Vietnam del Sur una política de apoyo a las autoridades no comunistas. Cuando éstos se mostraron incapaces de hacer frente a la guerrilla del Vietcong, apoyada por los comunistas de Vietnam del Norte y la URRS, Kennedy empezó a enviar tropas americanas. Johnson incrementó los envíos desde 1965, de modo que en 1968 medio millón de soldados norteamericanos combatían en Vietnam del Sur. Pese a esta presencia militar, los estadounidenses no fueron capaces de derrotar al Vietcong, que contaba con un cierto apoyo popular y un uso eficaz de la guerra de guerrillas. Esta incapacidad, unida a la desmoralización de las tropas, así como la contestación al conflicto en los EEUU y el resto del mundo, acabó obligando a la potencia a comenzar la retirada del país asiático en 1973. Tras la salida americana, las fuerzas del Vietcong acabaron tomando Saigón y unificando Vietnam en 1975. La experiencia de Vietnam resultó un calvario para los EEUU, y la derrota se convirtió en un trauma nacional. Además, la guerra facilitó la extensión del comunismo a los cercanos Laos y Camboya, convirtiendo a Vietnam en la principal potencia militar de la región (en 1978 los vietnamitas invadieron Camboya derribando al sangriento régimen pro-chino de los khemeres rojos).

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